La Sagrada Familia, el modelo de los Esposos |
Estas palabras tan crudas y verdaderas no se oirán nunca de la boca de ningún Predicador por muy alto Jerarca que sea, ya que la Verdad "muerde" y provocan rechazo y odio hacia los que las proclaman; describen de una manera real la mentalidad de la gran mayoría de los matrimonios actuales. Conociendo la mayoría de los que se quieren casar, lo que exige la Santa Iglesia fundada por Cristo, prefieren unirse fuera de la Iglesia, así se imaginan que no tienen que seguir sus preceptos. Pero existen toda una colección de Obispos alemanes, y muchos de otros Países, verdaderos hijos de Lutero que quieren que se celebre la unión matrimonial, y que se les pueda dar la bendición a las parejas del mismo sexo, creo sinceramente que esos jerarcas que se dicen católicos se colocan ipso facto fuera de esa Iglesia, ya que no están guiados por la Gracia de Dios, sino directamente por Satanás.
El día 5 de diciembre de 2.017, ha aparecido en los medios de comunicación españoles, que en el año 2.050, este País será el más envejecido del mundo después de Japón, y que habrá cerca de 70 jubilados por cada 100 personas que estén trabajando. La Comunidad europea, advierte que este País tendrá que tomar medidas para remediar esta situación insostenible para la economía, con entrada de emigrantes, o con aumento de la natalidad.
Tal como está España, y conociendo la
mentalidad actual de mis compatriotas y sobre todo la de los políticos, que
solo están interesados en asegurarse su puesto, esta última solución me parece
irrealizable, por culpa de los políticos que están obsesionados de votar leyes
que van en contra de la natalidad, como el aborto libre y gratuito, la píldora
del día después, el divorcio exprés, suprimiendo toda la burocracia que antes
era necesaria para separarse, bastando
en que ambos cónyuges estén de acuerdo para que sea automática.
Del punto de vista religioso, esta
mentalidad actual es un pecado, cuya gravedad solo Dios puede valorar, ya que
el matrimonio, que antes de la venida de Cristo era un simple contrato, ha sido
transformado en un Sacramento indisoluble, y sobre todo abierto a la
procreación.
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA
VALTORTA
(22 de marzo de 1.944)
Dice Jesús:
“Las
familias en las que no domina Dios, sino
la sensualidad y el interés y, por lo tanto, las derivaciones de Satanás, no
son familias, ellas son el origen de grandes desgracias que, desde el interior
de la célula familiar, se irradian y arruinan los grupos nacionales y, a partir
de estos, también la paz mundial. Sucede así porque están creados sobre una
base de sensualidad e interés, y por lo tanto, no se elevan hacia lo que es
santo; por el contrario, como hierbas malsanas nacidas en el barro, se
arrastran siempre por el suelo.
Dice
el ángel a Tobías: “Te mostraré quienes son esos sobre los cuales tiene poder el demonio”.
¡Oh,
en verdad hay cónyuges que desde la primera hora de su unión están bajo el
poder demoniaco! Es más, lo están ya antes de ser cónyuges. Lo están desde que
toman la decisión de buscar un compañero o una compañera, pero no lo hacen con
un recto fin, sino con solapados cálculos en los que imperan de forma soberano
el egoísmo y la sensualidad.
Nada
hay más sano y más santo que dos seres que se aman honestamente y se unen para
perpetuar la raza humana y ofrendar almas al Cielo.
La
dignidad del hombre y la mujer que se convierten en padres es la segunda
dignidad, después de la de Dios. Ni siquiera la dignidad real es semejante a
ella, porque aún el más sabio de los reyes no hace más que gobernar a sus
súbditos. En cambio, los padres atraen sobre sí la mirada de Dios y raptan a
esa mirada una nueva alma, que encierran en la envoltura de la carne nacida de
ellos. Casi diría que en ese momento tienen a Dios como súbdito, porque Dios
crea inmediatamente una nueva alma, para el honrado amor de ambos, que se une
para dar a la Tierra y al Cielo un nuevo ciudadano.
¡Oh,
si pensaran en el poder que tienen y al que Dios asiente inmediatamente! Los
ángeles no tienen tanto poder. Pero los ángeles, a igual que Dios están
dispuestos a adherir de inmediato al acto de los esposos fecundos y a
convertirse en custodios de la nueva criatura. Más como dice Rafael, son muchos
los que abrazan el estado conyugal, de modo tal que ahuyentan a Dios de sí y de
su propia mente y se abandonan a la libido. Sobre estos, el demonio ejerce su
poder.
[...] ¿Qué diferencia hay entre el lecho del pecado y el lecho de dos cónyuges que no rechazan el placer, pero rechazan la prole? No hagamos acrobacias de palabras y de razonamientos embusteros. La diferencia es pues muy pequeña, si por enfermedades o imperfecciones, es aconsejable o no se concede tener hijos, en estos casos, es necesario saber ser continentes y vedarse esas satisfacciones estériles, que no son más que la satisfacción de los sentidos. En cambio, si nada se opone a la creación, ¿por qué transformáis una ley natural y sobrenatural en un acto inmoral, que falsifica su finalidad?
Cuando cualquier satisfacción honesta os aconseja no aumentar la prole, sabed vivir como esposos castos y no como simios lujuriosos. ¿Cómo pretendéis que el ángel de Dios vele sobre vuestra casa, cuando la convertís en una cueva de pecado? ¿Cómo queréis que Dios os proteja, si le obligáis a apartar con disgusto la mirada de vuestro nido mancillado?
¡Oh, que míseras son las familias que se forman sin una preparación a lo sobrenatural, las familias de que se ha desterrado a priori toda la busca de la Verdad y donde, aún peor, se burla la palabra de la Verdad que enseña qué es y porque existe el Matrimonio! ¡Qué míseras son las familias que se forman sin elevar ningún pensamiento hacia las alturas, que se forman estimuladas únicamente por el aguijón de un apetito sexual y de una consideración financiera!
¡Cuántos cónyuges aceptan la inevitable costumbre de la ceremonia religiosa! He dicho costumbre, y lo repito, porque para la mayor parte no es más que una costumbre y no una aspiración del alma a tener a Dios en ese momento.
Más después de la ceremonia, ¡no piensan más en Dios, y hacen del Sacramento un festín, y del festín un desahogo de bestialidad!
Pero, según mi pensamiento, el Sacramento no termina después de la ceremonia religiosa; al contrario, comienza con ella y dura tanto como la vida de los cónyuges, así como el acto de procesar no dura cuanto la ceremonia religiosa, sino tanto como la vida del religioso o la religiosa.
El ángel le enseña a Tobías que, si antepone el acto de plegaria, el acto será un acto santo, bendito, fecundo de júbilos verdaderos y de prole.
Esto es lo que habría que hacer: ir al matrimonio impulsados por el deseo de tener prole, pues esa es la finalidad de la unión humana, además de tener presente a Dios en toda hora. Cualquier otra finalidad es una culpa deshonrosa para el hombre en cuanto ser, con uso de razón, y ofensiva para el espíritu, que es templo de Dios y huye indignado. Dios no es un carcelero opresivo. Dios es un Padre bueno, que se alegra con la honrada alegría de los hijos y que responde a los santos abrazos de los mismos con bendiciones celestiales y con la aprobación evidenciada de la creación de un alma nueva.
Esto es lo que habría que hacer: ir al matrimonio impulsados por el deseo de tener prole, pues esa es la finalidad de la unión humana, además de tener presente a Dios en toda hora. Cualquier otra finalidad es una culpa deshonrosa para el hombre en cuanto ser, con uso de razón, y ofensiva para el espíritu, que es templo de Dios y huye indignado. Dios no es un carcelero opresivo. Dios es un Padre bueno, que se alegra con la honrada alegría de los hijos y que responde a los santos abrazos de los mismos con bendiciones celestiales y con la aprobación evidenciada de la creación de un alma nueva.
Más, ¿Quién comprenderá esta página? La leeréis sin advertir su sabor santo, como si hubiera empleado el idioma de un planeta desconocido. Os parecerá un tema trillado y es, en cambio, una doctrina celestial. Os mofaréis de ella vosotros, los sabios del momento. Y no sabéis que Satanás se ríe de vuestra estupidez, pues ha logrado convertir en condena lo que Dios ha creado para vuestro bien, o sea el matrimonio como unión humana y Sacramento. Y esto ha sido culpa de vuestra incontinencia, de vuestra bestialidad.
Os repito las palabras de Tobías a su mujer, para que las recordéis y las tengáis como ejemplo, si aún podéis hacerlo porque sobrevive en vosotros un resto de dignidad humana. Las palabras son estas:
“Nosotros somos hijos de Santos y no podemos unirnos como los gentiles que no conocen a Dios”.
Que estas palabras sean vuestra norma, pues aunque habéis nacido donde la santidad ya había muerto, el Bautismo hizo siempre de vosotros hijos de Dios, que es el Santo de los santos y, por eso, podéis decir siempre que sois hijos de santos, del Santo, y podéis comportaros de acuerdo con ello. Entonces, tendréis “una descendencia en la que se bendecirá el nombre del Señor” y se vivirá en su Ley.
Y cuando los hijos viven en la Ley divina, se benefician los padres, porque dicha Ley enseña virtud, respeto, amor, y los primeros que se benefician, después de Dios, son los afortunados progenitores, los cónyuges santos, que han sabido hacer de su unión un rito perpetuo y no un vergonzante vicio”.
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