MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 4 de noviembre de 2021

SUBLIME MEDITACIÓN SOBRE LA VENIDA DE JESÚS LUZ DEL MUNDO PARA TODA LA HUMANIDAD HOY JESÚS REPITE LAS PALABRAS QUE DIJO EN LA CRUZ: "TENGO SED"






Extraordinario dictado de Jesús  del año 1.947, más actual que nunca, ya que como lo declara Jesús, los católicos se han olvidado de la Ley de Dios, cegados por las concupiscencias abonadas por las hordas infernales. Son las enemigas del alma que han logrado extender en el mundo la niebla que ha cegado la Luz de Cristo, es el mundo y la carne, armas muy bien manejadas por Satanás en persona. Se trata de la admiración de las teorías científicas que predican el racionalismo que niega la existencia de Dios, y la divinización de esa falsa razón que confirma el relativismo, que pone en plan de igualdad el hombre y el chimpancé, declarado impuro en la Biblia como todos los cuadrúmanos, admirando y poniendo como ejemplo  sobre todo el bonobo, chimpancé más pequeño, que derrime sus  diferencias en la tribu con relaciones sexuales comunes y constantes, en vez de pelearse entre ellos, para ser el macho alfa, que es el único que puede mantener relaciones con las hembras.

DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(28-11-1.947)


Dice Jesús:

El signo característico de mi nacimiento al mundo fue la Luz. Muchas veces los hechos se caracterizan por fenómenos, que vosotros nombráis y explicáis como coincidencias casuales y en cambio son los presagios, las llamadas de Dios para atraer vuestra atención, desviada tras mil cosas más o menos necesarias, sobre un hecho que marcará la historia del mundo o en la vida de un individuo.
Yo era la Luz, y la Luz me precedió, me envolvió, me anunció, me condujo, y condujo a Mí a los puros de corazón.
Te he dicho que parecía que una luz emanaba de María, mientras en el pobre medio de los pobres pasaba, recogida por los caminos de Palestina. Otras veces te dije que quien tiene en sí a Dios, emana vibraciones de luz y de perfumen no solo espiritualmente, ya que el Tesoro interno del copón vivo que lo lleva se esparce y es perceptible a los demás. Entonces vosotros decís: “Este tiene en sí algo que es especial. ¡Qué rostro! ¡Qué modos de santo!


DESCRIPCIÓN DE LA PERFECCIÓN DE MARÍA


María era la toda Santa y llevaba al Santo de los santos. Poseía por ello la perfección de la santidad humana, ya de tal modo deificada de ser casi igual a la de su Dios. Poseía la perfección divina que se había vestido de carne pidiéndole nutrirla de su sangre virgen, formarla, serle refugio para los nueve meses de su formación como hombre.
Dios se nutría de María. Dios-Hombre está hecho de María, y de mi dulcísima Madre Yo he tomado las características físicas y morales de dulzura, de mansedumbre, de paciencia. El Padre me ha dejado la Perfección. Pero Yo he querido asumir de la Bendita, que ha sido mi casto nido, el aspecto físico y el más precioso aspecto moral del carácter.
Siendo María la más santa de cuantas criaturas había tenido la Tierra, emanaba la santidad, no ya como una vasija cerrada de la que se filtraban moléculas de perfume, sino como astro encendido liberando éteres y rayos de potencia sobrenatural.

Si el Bautista saltó en el vientre de su madre, recibiendo la onda de la Gracia que emanaba de María y fue santificado, tan potente había sido la emanación como para superar las barreras de la carne, tras la cual, el fruto de Zacarías y de Isabel se formaba para ser mi Evangelizador (Evangelio quiere decir “buena noticia” y Juan dio a los hombres la “buena noticia” de mi estar entre ellos, por lo tanto, no yerro llamándole mi evangelizador. Esto va para los desconfiados de la Palabra), quienes se acercaban directamente a María no podían quedarse sin repercusión.

Dejó tras de sí una estela de santidad activa y quienes se acercaron, sólo con que sus corazones no rechazaran la Gracia, se convirtieron en predestinados a la santidad. Cuando todo sea conocido por el hombre, veréis que entre los primeros seguidores del Hijo de María hay muchos de aquellos que mantuvieron alguna relación, incluso causal con Ella, y quedaron lavados y penetrados por la Gracia que emanaba de Ella. Entonces conoceréis muchos prodigios obrados por mi toda Hermosa y toda Gracia.

María convierte ahora los corazones más duros y salva a los pecadores más obstinados, pero el ciclo de sus poder no se inició el día en que – Estrella que vuelve a subir a los Cielos – Ella se elevó para descansar de nuevo en mi Corazón y hacer el Paraíso más hermoso para Mí, al que infinitamente y a la que debo todo como Hombre, en compensación de todo cuanto he recibido de Ella. La santificación de las gentes a través de María se inició en el momento en que el Espíritu la hizo Madre y el Hijo de Dios tomó carne de su beatísimo vientre.

DESCRIPCIÓN DE LA GRANDEZA DE SAN JOSÉ

(Como tendría que ser al amor conyugal)



Pleno de esta emanación hasta el punto de ser casi semejante a la Llena de Gracia, era José. Lágrimas benditas le fluían al Justo por la alegría que le inundaba, mística alegría del contemplador que está inclinado sobre un milagro de manifestación de Dios. Adoración y silencio fueron las características del Santo José. Respeto venerante hacia la Beata de la que era el protector natural. Y amor.
El primer amor casto del cónyuge, el amor como  debía de ser el de los hombres según el pensamiento del Creador: amor sin el aguijón del sentido y sin el fango de la malicia. Un amor natural y angélico al mismo tiempo porque en el alma de Adán y de sus hijos, según el pensamiento creador, debía existir la pureza angélica del espíritu mezclada con la ternura humana, y como una flor que se abre sin pecado desde el tallo que la lleva así debía, sin corrosión de concupiscencia, surgir el amor entre los cónyuges y dar hijos a los tálamos castos.

Ser castos no quiere decir prohibir la unión. Quiere decir realizarla en Dios que hace de dos animales racionales dos creadores menores, y como Dios creó sin poner pensamiento de malicia entre el macho y la hembra y no puso en sus pupilas luz de carne para desvelar la carne a los inocentes, así los cónyuges deberían hacer del matrimonio una santa creación dichosa de nacimientos, pero no ensuciada de concupiscencia.

El cónyuge honesto y santamente amoroso, trata de hacerse semejante al otro cónyuge, porque quien ama trata de hacerse semejante a la criatura amada, por lo que el matrimonio bien entendido es elevación mutua, porque no hay nadie que sea completamente perverso y basta que cada uno mejore un punto, tomando como ejemplo lo bueno del otro para subir, en mutua emulación, la escala de la santidad. Como una planta de la que brota una rama más alta que la anterior, y sube hasta el azul, así es la santidad conyugal e individual. Hoy es una virtud. Mañana, de esa virtud crece otra cada vez más alta, y de las virtudes humanas de apoyo mutuo, se sube a las cimas del heroísmo sobrenatural.

José, cónyuge santo y casto de la Santa y Casta, como un niño junto a la maestra, aprendía día a día la ciencia de ser semejante a Dios y, porque en su corazón de justo nada obstaculizaba a la Gracia, día tras día se parecía más a su Maestra amada, asemejándose así a Dios de quien María era la copia más perfecta.
En la noche santa lo que sacudió a José, orante con fuerza tal de rodearse de una mística barrera que aislaba a su alma del exterior, fue la Luz.
En la gruta, antes apenas iluminada por un fueguecillo de ramos secos que ya languidecía por falta de alimento, se había difundido una Luz sosegada que aumentaba gradualmente como el resplandor de la luna que, antes cubierta de nubes, se libera y desciende claro para platear la Tierra.
En la luminosidad estaba María, aún arrodillada – porque Yo nací mientras que Ella oraba – pero apoyada sobre sus talones. Era María, que con lágrimas y sonrisas besaba mi Carne de niño.
Tampoco entonces muchas palabras: la de siempre: “¡José!”, y la presentación a él del fruto de sus santas entrañas.

LA SANTIFICACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA


La familia era la primera redimida por Dios. Reconstruida como el Eterno la había pensado. Dos que se aman santamente y que santamente se encuentran reclinados sobre un recién nacido y en el beso que se intercambian sobre esa cuna no hay sabor de lujuria, sino gratitud mutua y mutua promesa de amarse con un amor mutuo que ayuda y conforta.
Cuando entraron los primeros pastores, encontraron aún a los dos Santos así unidos en el amor y adoración y José, hombre maduro, parecía el padre de la Virgen y del Niño, tanto se apreciaban en su aspecto esa ternura, exenta de carnalidad que, desgraciadamente, sólo solo se ve en el ojo de un padre.


LA SANTIFICACIÓN DEL DEBER Y DEL TRABAJO


Ya estaba la Luz en la Tierra y desde los Cielos abiertos, la Luz descendía a oleadas de ángeles, anulando con su esplendor paradisiaco la luminosidad de los astros en la noche serena. No fue percibida por los doctos, los ricos, los saciados de placeres, pero fue lucero del alba para los humildes trabajadores que cumplían su deber.
Siempre es sagrado el deber, sea el que sea. El deber del Rey que firma los decretos, no es más alto que el del trabajador que ara la tierra o al del pastor que vela el rebaño. Es el Deber. Es la voluntad de Dios. Por ello es siempre noble. Por ello consigue el mismo premio el mismo castigo sobrenatural. Y no será el tener corona o vara de pastor lo que os salvará del castigo o lo que os negará el premio. A quien hace el propio deber, cumpliendo así la Voluntad Santísima, Dios se le manifiesta y lo toma como testimonio de sus prodigios.

Y Dios fue manifestado a los pastores y los pastores fueron llamados para testimoniar los prodigios de Dios. En la Luz que ya se había hecho fulgurante porque todo el Cielo estaba sobre y en la Gruta, el Emmanuel fue visible a los segundos redimidos de la Tierra: a los trabajadores.

Porque Dios ha venido a santificar el trabajo después de a la familia. El trabajo dado al hombre como una maldición tras la culpa de Adán se convertía una bendición, desde el momento en el que el Hijo de Dios quiso convertirse en trabajador entre los hombres.



DIOS HA SANTIFICADO A LOS PODEROSOS
HUMILDES DE CORAZÓN



La Luz había venido al mundo. Y para contenerla no bastaba ni el miserable portal, no el campo limitado de Belén. La Luz se derramó de oriente a occidente, del mediodía al sur. Al aparecer no habló a los libertinos, resplandeciendo no pronunció palabras para los vividores. Habló a quienes, puros de corazón y anhelantes de la Verdad, humillaban su mente cultísima a los pies de Dios y se sentían átomos ante su Santidad.
La Luz se mostró a los poderosos que hacían de su potencio instrumento de conquistas espirituales, y los llamó para que lo adoraran, con un destello que colmó los cuatro puntos del firmamento. A los poderosos, porque Dios ha venido para santificar a los Poderosos después de los trabajadores y la familia, y con los Poderosos la Ciencia. Pero Dios no se manifiesta ni cubre de bendiciones a los potentes malvados, ni a los científicos ateos, sino a quienes hacen del don de la potencia y de la ciencia un medio de elevación sobrenatural, no de abuso o de negación.

Dios es también Rey de los reyes y Dios es Maestro también de los maestros. La Luz encontró muchos maestros en la Tierra, pero solo se hizo llamada para los maestros deseosos de Dios.

Siempre es así. La Gracia obra allí donde existe el deseo de poseerla, y obra tanto más, hasta convertirse en Palabra y Presencia, cuanto más vivo es el deseo de la posesión y de ser poseídos.

Ante el Rey de los reyes, guiados por el único que es digno de ser huella de Dios: la Luz, vinieron desde las regiones más remotas los poderosos, primer peldaño de los innumerables que, por los siglos de los siglos, habrían emprendido la mística marcha para ir hacia Dios. No fue a los potentes de Palestina, ni a quienes se creían depositarios de los secretos y de los decretos de Dios – y tales secretos y decretos se habían vuelto incomprensibles para ellos, porque carecían de santidad, y los signos del Cielo y las palabras del Libro eran simples meteoritos y simples palabras ya sin significado sobrenatural - , sino a los lejanos.

Había venido como Luz en el mundo, Luz para el mundo, Luz al mundo. Llamaba a todo el mundo a la Luz, a todo el mundo.

Y lo llamo. Lo llamo desde hace veinte siglos, sin descanso. No dejo de hacer resplandecer mi Luz sobre vuestras tinieblas. Si supierais alzaros por encima de la barrera de las neblinas que habéis esparcido sobre el mundo, veríais el Sol divino, siempre relumbrante y benigno sobre los hombres, sobre todos los hombres.
No hay que asombrarse si ya os preceden los que están más lejanos de la Roma católica. Gaspar, Melchor, Baltasar, desde tres puntos de la Tierra, sobre el paciente lomo de los camellos, vinieron a la Luz del mundo no visto por los compatriotas del hijo de María. Africanos, asiáticos, australes, vienen a la Cruz que vosotros habéis rechazado. Y os adelantarán.

En el último día, cuando el tiempo y los hombres sean iluminados en todo punto y lugar, se verá la ingrata laguna dejada por vosotros, católicos desde hace siglos, mientras que los demás: idólatras y heréticos, fascinados por Cristo, Señor Santo, habrán afluido con sus almas virginizadas por la Gracia.



LA TERQUEDAD Y CEGUERA DE MUCHOS
QUE SE LLAMAN CATÓLICOS

¡Cuántos movimientos tenebrosos hay en el mundo civil! Es vuestra vergüenza y vuestro castigo. Nunca hubierais debido y nunca deberíais permitir que la Luz, que os fue dada por los primeros, fuera rechazada y renegada por vosotros. Las tinieblas os matan y no las queréis abandonar. De ellas proceden, como los odiosos animales de la noche, todos los males que os atormentan y se nutren de vuestra sangre, de vuestro tormento.



JESÚS ESTÁ SEDIENTO DE AMOR, E IMPLORA QUE SI NOLO QUIEREN COMO REDENTOR Y JUEZ, POR LO MENOS LO AMEN COMO NIÑO 


 Ya no me queréis. Ya no me comprendéis. Ya no me conocéis. Ni siquiera ya no me conocen los de “mi casa”. Y Yo a dura penas les conozco, de tanto como los han embrutecido las muchas enfermedades  de la carne y de la mente.

Pero en este primer domingo de Adviento que anuncia la venida de la Luz del mundo, Yo os ruego, oh hijos, que si ya no os atrevéis a mirarme como Redentor y Juez porque a vuestra alma envilecida le produce miedo el Dolor y terror la Justicia, miradme, pequeño niño sobre el seno de María. Un niño solo puede tener caricias y sonrisas. Y esto tengo para vosotros.
Piedad e mi desnudez y de mi pobreza. No de vestidos y de dinero, de amor. No quiero oro ni incienso. Solo quiero vuestro amor. Lo quiero porque amarme y conocerme es Vida y Verdad. Como María me ha generado por obra del amor, así Yo os quiero generar por medio del Amor. El mío es vivo y activo, pero es necesario también el vuestro.

Venid a Mí y acogedme. Abriré en vosotros torrentes de Luz y de Gracia, y os haré llegar a ser hijos de Dios como Yo.. Benditos quienes acogen mi Luz. Yo estaré en ellos. Habitaré en ellos, en su espíritu. Porque el verbo no necesita moradas de arcilla, sino moradas vivas: Él quiere los espíritus de los hombres como vivienda.
La Gloria de Dios se ha desvelado a quienes me acogen, porque donde estoy Yo, están también el Padre y el Espíritu, y la Gloria del señor se desvela plena y reconfortante para ellos, y la Gracia es su vida, y como el sol desde lo alto del cielo, la Paternidad, la Hermandad, la Caridad divina está sobre ellos anticipandoles la bienaventuranza.

María en su luminosidad estática, me ofrece a vuestro amor. Inclinad la frente ante el amor hecho Carne. Él ha dejado los Cielos para llevaros a los Cielos. Ha venido en la guerra para traeros la Paz”.

Desde hace tres días se han abierto para mi alma los ríos del éxtasis, y gozo de la visión además de la palabra. Tengo el alma hecha candor y luz, porque están en mí el candor de la Madre Virgen y la Luz.
Gloria a Dios por la bondad que concede a su sierva el ver lo que han visto los ángeles y que inunda mi alma de Paz.
La radio transmite en este momento el “Agnus Dei” de la misa dominical. Pero yo he visto al Cordero recién nacido durmiendo en el seno del Creador… y es más hermoso que la música más bella…













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