Libro de Isaías 26,1-6.)
Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá:
Tenemos una ciudad fuerte,
el Señor le ha puesto como salvaguardia
muros y antemuros.
Abran las puertas,
para que entre una nación justa,
que se mantiene fiel.
Su carácter es firme,
y tú la conservas en paz,
porque ella confía en ti.
Aquí están reflejados los sentimientos de los elegidos en el Reino de Dios: La alegría de haber permanecido fieles a la divina Gracia, y de haber superado todos los exámenes, las pruebas, y todas las trampas puestas por los tres enemigos del alma, y encontrarse por fin seguros por toda la eternidad, en la Ciudad de Dios. Una seguridad absoluta, ya que está custodiada por el Dios Todopoderoso, en una Ciudad con muros y antemuros inexpugnables, cuyas puertas están solo abiertas para los que han sido juzgados dignos.
Confíen en el Señor para siempre,
porque el Señor es una Roca eterna.
El doblegó a los que habitaban en la altura,
en la ciudad inaccesible;
le hizo tocar el polvo.
Ella es pisoteada
por los pies del pobre,
por las pisadas de los débiles.
Y esa es la mayor felicidad para los elegidos, saber que están amparados por Dios. los que habitaban en la altura en la Ciudad inaccesible, y en donde triunfaron los demonios rebeldes, soberbios, y egoístas, que no se han querido someter a las Leyes de Dios y que han rechazado su Gracia, son los ricos espirituales, han tocado el polvo de la desgracia, y serán pisoteados por todos los pobres espirituales, es decir los humildes que ellos oprimieron sin piedad
Salmo 118(117)
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, él nos ilumina».
Estos son los cantos de agradecimiento del Pueblo de Dios, por haber alcanzado la meta soñada: La vida Eterna, en la Ciudad de la abundancia, del conocimiento de todas las maravillas de Dios, las conocidas y las desconocidas, de la satisfacción plena y absoluta del alma, creada por Dios, con las “profundas cavernas del sentido”, que como lo explica tan bien San Juan de la Cruz, son lo único que puede satisfacer el alma, creada a imagen y semejanza de Dios, y dotadas de esa capacidad intrínseca, para poder llenarse de su conocimiento, cavernas que nunca se podrán llenarse del todo por la infinitud de Dios, y que por eso, como lo explica San Agustín, el alma podrá decir que Dios es al mismo tiempo antiguo, pero siempre nuevo.
Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
Jesús dijo a sus discípulos:
“No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el Cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Y este pasaje del Evangelio de Jesús, es simple: el alma, como ocurre en la construcción adecuada de cualquier tipo de obra tiene que estar asentada sobre una cimentación apropiada.
Lo primero que hace un Ingeniero para diseñar una cimentación, es un estudio geológico para ver el terreno; indicar su resistencia e indicar a que profundidad hay que excavar, para asentar las zapatas. Con estos datos, y calculando el peso del Edificio; los esfuerzos que se producen en caso de viento y de terremoto, se puede calcular las dimensiones de la cimentación para poder resistir los embates de todas las posibles interferencias que se pueden producir a lo largo del tiempo.
Naturalmente, como lo indica Jesús el mejor terreno para una cimentación es un terreno rocoso, lo que reduce considerablemente el coste de la cimentación y asegura el edificio. El imprudente, que funda una casa sin precaución alguna para poder hacer frente a todos los peligros, y la funda en arenas movedizas o sobre arcillas expansivas, es como el alma que no teme a Dios, acabará hundiéndose con su casa.
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