San Pablo a Timoteo 1 6,13-16.
Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Existe un lenguaje completamente diferente entre las almas que han recibido el maravilloso don de la fe, y los que no la tienen: para los primeros, este mundo es solo una preparación para transformar el alma de humana a divina, es decir de esclava de todas las seducciones de este mundo, a libre de todas ellas para poder asegurarse la Vida eterna.
Pero los que no han sido dignos de haber recibido ese don, estos poseen el lenguaje ininteligible para los hijos de la Luz: tienen oídos y no oyen, ojos y no ven. Para ellos, los creyentes son sus enemigos ya que con su vida, denuncian su comportamiento materialista, ya que son verdaderos idólatras, que van contra las Leyes de Dios, contra su conciencia que han intentado acallar, y contra su inteligencia, ambas puestas por Dios, que les recrimina su conducta.
Salmo 100 (99),2.3.4.5.
Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:
Él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.
Magnífico himno de alabanza y de acción de Gracias a Dios, que tiene más valor si se pronuncia en este mundo, donde la Gloria de Dios permanece oculta para muchos, y para los que pueden entreverla, lo harán siempre de una manera imperfecta, porque el ojo humano no puede percibir semejante sublimidad. Por eso se dice en la Biblia que el que vea a Dios morirá, no por un castigo, pero porque el ser humano es incapaz de recibir tanta grandeza sin fallecer.
En el otro mundo, ese himno será pronunciado y cantado de una manera espléndida, ya que la Gloria infinita, la Majestad y Belleza de Dios ya no estará oculta y se manifestará tal cual es.
Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
"El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!".
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
En el relato de este Evangelio, se ve un razonamiento de Jesús que parece contradictorio: por una parte Él quiere que su Doctrina se predique al mundo entero, pero aquí dice que habla en Parábolas para que los que tienen oído no oigan y los que tienen ojos no vean. Y esto tiene una explicación que creo que hay que aclarar: La Fe es un don de Dios, el que la busca la encontrará, no se puede predicar a los que no quieren la Luz y prefieren las tinieblas. ya que como hemos comentado en la Epístola de San Pablo, los que se dan al mundo y les gusta revolcarse en el fango, nunca podrán comprender las palabras de Dios, muy al contrario, se mofarán de ella.
Recuerdo una misa del Padre Willie de la Parroquia de Santa Bernardita de Puerto Rica, que conté que en una Universidad Católica de EE.UU. hay un profesor Judío que conoce y enseña de una manera perfecta todos los escritos del Evangelio y del Nuevo Testamento, preguntado porqué no se convierte, dijo que conoce perfectamente la Doctrina Católica, pero que le es imposible creer en ella. Esto demuestra de una manera claramente como la fe es un don de Dios, y él ve los corazones, no da la fe a los que no son dignos de recibirla.
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