Escucha, oh, Pueblo Cristiano las palabras de
Dios que me dictó hace milenios, para el Pueblo Judío, pero que se aplica
también a ti, que te has olvidado de los mandamientos de tu Dios, pero tú eres
mucho más culpable, porque el Mesías que todos los Profetas anunciaron y que
todos esperábamos ha venido ya.
Se os ha manifestado, con todo su esplendor
de Hijo de Dios, con su ejemplo, sus perfectas y maravillosas enseñanzas y sus
portentosos milagros, ha dejado momentáneamente su gloria celestial para
cumplir su Sagrada Misión, haciéndose Hombre pobre y humilde, y sufriendo todas
las incomodidades y desprecios desde su nacimiento en un establo, hasta
su muerte, clavado en la Cruz, después de una terrible Pasión, Acontecimientos
que fueron necesarios para arrancarnos de la esclavitud de Satán, en la cual
habíamos caído como botín suyo, por culpa del pecado de nuestros primeros
padres.
Todos los Patriarcas, los Profetas, los Jueces y los Reyes de Israel, estaban esperando con ansiedad su venida, para ver y oír sus Enseñanzas, su Sabiduría, y sus Milagros, que eran necesarios para ser coherederos de su Reino por toda la eternidad. Y ante el asombro, la admiración y la aclamación de todos los moradores del Universo, se ha encarnado de la Virgen María, como estaba profetizado, ha vencido a Satán y a su ejército de hordas infernales, arrancándoles su presa, que era la Humanidad entera.
Y para que quede afirmado, ha querido
demostrar esta gran victoria con la Resurrección de su amigo Lázaro, que es la
imagen de nuestra propia resurrección, y su esplendorosa Resurrección, ante el
asombro y la admiración de todos los Ángeles y los santos que esperaban en el
Limbo, y el terror y la desesperación de sus enemigos.
Del Profeta Jeremías (Jer
2-1,9)
El Señor me dijo: Ve y proclama en Jerusalén: Así
dice el Señor: Recuerdo tu amor de juventud. Tu cariño de joven esposa, cuando
me seguías en el desierto, por una tierra baldía.
Israel estaba consagrado al Señor, era la primicia
de su cosecha: todo el que comía de ella, lo pagaba, la desgracia caía sobre
él.
Oráculo del Señor.
Dios ordena y me dice: Ve y predica
al Pueblo Cristiano: Así dice tu Dios: Recuerdo los tiempos antiguos,
cuando me amabas como una joven esposa, cuando cumplías mis mandamientos
con gran austeridad y entrega. El Pueblo cristiano estaba consagrado a
Dios, por eso, la Humanidad era su alegría: Todos los impíos, eran apartados, y
la vergüenza caía sobre ellos.
Oráculo del Señor.
Escuchad la Palabra del Señor, estirpe de Jacob, Y
todas las familias de la estirpe de Israel. Así dice el Señor: ¿Qué falta
encontraron en Mí vuestros antepasados, para alejarse de mí?
Siguieron a dioses vanos y acabaron siendo
vanidad. A vosotros, que seguís la voz de vuestra conciencia, y a todo el
Pueblo Cristiano, a vosotros os pregunta el Señor: ¿Qué hay en mi Ley, para que
empezarais a alejaros de Mí y para que la abandonaseis?
Os entregasteis a vuestros deseos vanos, alejándoos
de Mí y por eso, vosotros mismos os volvisteis soberbios y
vanidosos. No preguntaban: “¿Dónde está el Señor que nos sacó de
Egipto, Que nos condujo a través del desierto, tierra árida y
agrietada, tierra de sequía y de tinieblas, tierra por donde nadie
pasa, y en donde nadie vive?”
Se olvidaron de que el Señor los
rescató del paganismo y de la idolatría; y que por eso los liberó de la
esclavitud, apartándolos de las tentaciones del mundo,
y encaminándonos a la tierra prometida, donde mana leche y miel que
es el Cielo, gracias a una vida de austeridad y de sacrificio. Se guiaban
por mi Santa Fe, que era la columna de fuego nocturna y la nube diurna, en el
desierto. Para que no desfallecieran, los alimentaba con el maná, que simboliza
el don supremo de Dios: la santa Eucaristía, con el Arca de la Alianza que
simboliza a mi Santa Iglesia Católica, camino que ya nadie escoge ni práctica.
Yo os traje a un vergel y os di a comer sus frutos y
sus bienes.
Pero vosotros entrasteis y profanasteis mi tierra,
convertisteis mi heredad en un lugar aborrecible.
Yo os conduje a una vida virtuosa y llena de
alegrías, porqué mi yugo es suave y mi carga ligera, pero la probasteis y os
olvidasteis de mis mandamientos, os comportasteis como el pueblo Judío en el
desierto, que añoraba las cebollas y los ajos que comía cuando era esclavo en
Egipto. Y por eso, mi heredad se transformó para vosotros en una carga
aborrecible, y me abandonasteis.
Los Sacerdotes no preguntaban: “¿Dónde está el
Señor?”
Los guardianes de la Ley no me conocían.
Los pastores se rebelaron contra mí; Los profetas
profetizaban en nombre de Baal, siguiendo a dioses inútiles.
Los Sacerdotes son incapaces de ver la
ausencia de Dios, los defensores de los valores cristianos, se olvidan de
Mí. Muchos de ellos se rebelan contra la ley de Dios; Los “progresistas” y
relativistas, que no ven diferencia entre el vicio y la Virtud, pregonan en
nombre de Satán, dejándose guiar por ideales sórdidos e inútiles.
Por eso voy a seguir pleiteando contra vosotros,
Oráculo del Señor, y pleitearé con los hijos de vuestros hijos. Por
estas razones, os seguiré interpelando, haciéndoos saber a vosotros, a vuestros
hijos y hasta vuestros nietos, lo que os va a costar olvidaros de mis
mandamientos, Oráculo del Señor.
Id hasta las costas de Chipre a investigar, enviad
observadores, a Cadar para informaros, a ver si ha sucedido algo
semejante.
Investigad y veréis como los pueblos que
profesan otras religiones, como los musulmanes, los budistas, los hinduistas y
toda clase de variopintas sectas protestantes, fundadas por un hombre que se creía escogido por Mí, pero que era un individuo soberbio y embustero, son fieles a sus enseñanzas, a sus creencias
y a sus tradiciones.
¿Acaso algún pueblo cambia de dioses? y eso que no
son dioses. Pues mi Pueblo ha cambiado su gloria por dioses inútiles, pasmaos de ello cielos, temblad llenos de terror.
Oráculo del Señor.
Mirad, y veréis como esos Pueblos creen en
sus falsos dioses y como son fieles a sus mandamientos y a sus tradiciones. Los
ángeles del Cielo están pasmados y viendo mi ira, tiemblan de temor, todos los
Patriarcas, los Profetas, los Santos, los Mártires y la Santísima Virgen María,
la Reina del Cielo están implorando a Dios, para detener su venganza.
ORÁCULO DEL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO
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