El Demonio sabe pasar inadvertido, como
esta "mantis religiosa", que está escondida en esta flor que
simboliza nuestra alma, nos atrae para que caigamos en sus garras, haciéndonos
creer que está ahí para aconsejarnos y ayudarnos, pero lo que quiere es apresarnos
para llevarnos a su maldito Reino. El hombre es libre de escoger entre la voz
de su conciencia, que está puesta por Dios en todos los hombres, pero que el
enemigo puede sofocar y anular para que no pueda actuar libremente, lo consigue
cuando el alma escoge el camino del hedonismo y del desenfreno de todas sus
pasiones, dando libre curso a todos sus apetitos, es lo que hicieron nuestros
primeros padres, y de ellos hemos heredado el atractivo hacia lo prohibido,
escuchando las promesas mentirosas de la serpiente, que nos dice: "Seréis
como dioses", no moriréis.
El enemigo de Dios, que le dijo "¡No serviré!", ha querido ser igual a Dios, y exige esclavitud y sumisión a todos sus súbditos, lo mismo que Dios, con la inmensa diferencia, que Dios nos tratará siempre con amor, como un Padre a sus hijos, mientras que el enemigo nos tratará con odio y desprecio, como un tirano, ya que quiere que todas las almas sufran el horrible tormento eterno, que ha merecido al rebelarse contra el Altísimo.
La Santísima Virgen María dijo al Arcángel Gabriel: "Yo soy la esclava del Señor, hágase en Mí según tu palabra". Su esclavitud y sumisión a Dios Infinito, le trajo la Vida Eterna y ser la Reina del Cielo y de la Tierra, será Madre de los redimidos para toda la eternidad; la esclavitud y sumisión a Satanás, criatura finita, traerá la Muerte eterna llamada la segunda muerte, del alma, pasará de ser Príncipe de la desgracia de este mundo a eterno Rey infernal.
Por esa razón existe un antagonismo tan grande entre Satán y la Virgen María,
él la odia y al mismo tiempo la teme, porque ella lo ha vencido de una manera
aplastante, vengando al Género Humano de la derrota sufrida en el jardín del
Edén, al ser la madre de Dios, que ha dado a Luz a Jesús, Dios y hombre
verdadero. También, gracias a Ella, la ofensa de Lucifer a Dios cuando dijo:
"¡No serviré!", ha sido en cierto modo desagraviada.
Ha sido la Victoria del Amor sobre el odio, y de la Humildad sobre la soberbia.
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