MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 7 de diciembre de 2018

LOS TEÓLOGOS QUE "SON COMO EL MAESTRO CIRUELA QUE NO SABÍA ESCRIBIR Y FUNDÓ UNA ESCUELA". FABULOSA DESCRIPCIÓN DE LA COBARDÍA ACTUAL DE MUCHOS MIEMBROS DE LA IGLESIA, QUE TENDRÁN QUE RENDIR CUENTAS A DIOS.


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Hans Küng
Doctor por la Universidad de la UNED
La masonería premia a Hans Küng



      
          
















       Advertencia para los Progresistas, para los de la “Teología de la Liberación y de la Secularización", los "Hans Künguistas", "Los Massianistas", los "Corruguistas", los que se toman por elegidos y escogidos para reformar a la Iglesia Católica, que son los nuevos luteranos; para los relativistas y sus acólitos: los "abortistas” y los “quietistas”, y en general, como dijo Jesús a María Valtorta, para los prudentísimos "eunucos espirituales". que son los que debían limpiar a la Iglesia de esos individuos, que son unos "tumores" en el Cuerpo místico de la Iglesia, que poco a poco se van extendiendo a muchos de sus miembros por la "quietud" y la inactividad de los responsables.

Jesús dijo sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas, pero ese consejo era para evitar el pecado, no para dejar de luchar contra los que con su doctrina no se salvan, pero arrastran con ellos otros a la perdición, son como el proverbio que dice: "son como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer". A ese efecto, Santo Tomas de Aquino en sus escritos de la Suma Teológica, dijo claramente que hay que denunciar públicamente a la Jerarquía cuando hay peligro para la Fe.

        Para todos los que dicen que hay que mirar las señales de los tiempos, y que quieren cambiar las Leyes de Dios, anteponiendo la mentalidad del pueblo, como si la Religión fuera una vulgar democracia, en donde manda la mayoría, queriendo quitar toda autoridad al Papa y a la Doctrina tradicional de los Santos Padres, como el actual Obispo de Amberes, o el presidente de la Confederación alemana, o el Arzobispo de Andalucía que dijo que ¡como todos somos hijos de Dios, un padre no puede mandar nadie al Infierno y que por eso está vacío! y tantas otras Jerarquías, para adaptarlo todo a las modas relativistas de hoy, inspiradas por Satanás y su "iglesia", la masonería, eternos enemigos de Dios y de su Iglesia.


     Siempre me he he preguntado como puede ser que estos individuos, hayan llegado a deformarse y rebelarse contra la Santa e indestructible Iglesia Católica Apostólica y Romana, fundada por Jesús sobre Pedro y sus sucesores. Iglesia que conocen a la perfección, en todas las Escrituras del Antiguo, y del Nuevo Testamento, ya que han sido formados durante muchos años en los seminarios, han sido teólogos que han enseñado en su cátedra de teología, han escrito muchos libros, y conocen a la perfección la Sagrada Tradición de los Santos Padres, así como sus enseñanzas, su ejemplo y su humildad, que los hacía fieles seguidores de Roma. 


Es el caso de Lutero, que predicaba abiertamente contra el Papa, tratándolo de Anticristo, y renegando abiertamente de las promesas  de su consagración como monje agustino. La única explicación que se puede ver a esta situación, es el pecado de Lucifer y de nuestros primeros padres: La soberbia, que hace que la persona más inteligente, se vuelva ciega para opinar sobre las cosas de Dios, ya que la gracia se comunica solo a los humildes, y no tiene cabida en el corazón de los soberbios.


En esa misma época, San Juan de la Cruz, escribía los más grandes tratados místicos de la historia de la Cristiandad, explicando con muchos detalles lo que siente el alma en contacto con la Divinidad. Al principio de sus escritos, decía:



[...] "Y por tanto, para decir algo de esta noche oscura, no fiaré ni de experiencia, ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engañar, más no dejándome ayudar en lo que pudiere de estas dos cosas, me aprovecharé para todo lo que en el fervor divino hubiere de decir - a lo menos para lo más importante y oscuro de entender - de la divina Escritura, por la cual, guiándonos no podremos errar, pues el que en ella habla es el Espíritu Santo. Y si yo en ella errare por no entender bien así como lo que en ella o sin ella dijere, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la Santa Madre Iglesia Católica, porque en tal caso me sujeto y resigno no solo a su mandato, sino a cualquiera que en mejor razón de ello juzgara".

         En la historia de la vida de Santa Teresa de Jesús, recuerdo haber leído que vio un sacerdote, en el momento de la elevación, con dos demonios, uno a cada lado, con sus cuernos apuntando al cuello del celebrante, mirando ambos a la Sagrada forma con terror. También leí que vio, fuera de una Iglesia, en un entierro, demonios jugando con el cadáver de un hombre que estaba en el féretro, ese hombre dice que llevó una vida que parecía normal. Dijo la Santa: "Si hacen eso con su cuerpo, ¿Qué no harán con su alma?"

       En las apariciones de Fátima, una de las videntes le preguntó por tres niñas muertes en su pueblo, le contestó la Virgen que dos de ellas estaban en el Cielo, y que la tercera ¡permanecería en el Purgatorio hasta el fin del mundo!


      Y me pregunto: ¿que ocurrirá con esos "teólogos", que no solo se engañan a ellos mismos, pero que arrastran con ellos a gran cantidad de gente? Lo único que se puede hacer es rezar por ellos, no olvidemos que la Santísima Virgen María, también dijo en Fátima:

"¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que reza por ellos!". Y también pidió incluir estas oraciones en el Santo Rosario:

María, Madre de Gracia, de Piedad y de Misericordia, en la vida y la muerte, favorecenos, Señora. Amen ¡Oh Jesús, perdonádnos nuestros pecados, preservádnos del fuego del Infierno, llevad todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas de vuestra Misericordia.




ADVERTENCIA A LOS QUIETISTAS Y RELATIVISTAS
DEL POEMA DEL HOMBRE DIOS DE MARÍA VALTORTA (Tomo 8)        


 Dice Jesús:


         No queráis consideraros y creeros más inteligentes que los humildes, que se doblegan ante la Verdad depositada desde hace siglos en mi Iglesia, por el solo hecho de que sois unos soberbios, que buscáis en la desobediencia permisos para vuestros ilícitos instintos. Volved a la Disciplina varias veces secular y permaneced en ella: Desde Moisés hasta Cristo, desde Cristo a vosotros, desde vosotros hasta el último día, es esa y no otra.

      ¿Esa ciencia es, vuestra? No. La Ciencia está en Mí, y en Mi Doctrina, y la sabiduría del hombre está en obedecerme. ¿Es curiosidad sin peligro? No. Es contagio cuyas consecuencias sufrís luego. Fuera Satanás, si queréis tener a Cristo. Soy el Bueno, y no desciendo a connivencia con el espíritu del Mal. O Yo, o él. Elegid.

       Es el tenebroso, el menospreciador, el rastrero reptil maldito, es el oprobio y el horror. Desde hace muchos siglos, sus obras atormentan al hombre, y las señales y frutos de ellos, están ante las mentes de los hombres.




De los cuadernos de Mª Valtorta 
(17 de Junio de 1.943)

Dice Jesús:

“Te quiero hablar de la prudencia humana.
La prudencia sobrenatural es una gran virtud. Pero la prudencia humana no es una virtud. Vosotros, hombres, habéis aplicado este nombre, como una falsa etiqueta, a sentimientos impropios y no virtuosos. Así como llamáis caridad, a la moneda que dais al pobre.

Pero si vosotros dais una limosna, incluso virtuosa, y la dais para ser vistos y aplaudidos por el mundo, ¿Creéis que hacéis un acto de caridad? No. Desengañaos. Caridad quiere decir: amor. Caridad es, por tanto, tener piedad y amor por todos los necesitados de la tierra. No hace falta dinero para hacer un acto de caridad. Una palabra de consejo, de consuelo, de dulzura, un acto de ayuda material, una oración, son caridad. Una limosna dada con grosería, humillando al pobre, en el que no sabéis verme, no es caridad.

Lo mismo ocurre con la prudencia. Vosotros llamáis prudencia a vuestra vileza, a vuestro anhelo de vivir tranquilos, a vuestro egoísmo. Tres cosas que ciertamente no son virtud.

También en vuestras relaciones con la Religión sois amantes del vivir tranquilos. Cuando sabéis que una franca profesión de fe, que una expresión, dicha como os la susurra el Espíritu de Verdad, pueden quitaros autoridad, dadores de trabajo, maridos, hijos, padres, de los que esperáis ayuda material, vuestra humana prudencia os hace encerraros en un silencio que no es prudente sino cobarde, cuando no culpable, porque llegáis a negar, a renegar, perjurando vuestros sentimientos más espirituales.

Este es el caso de lo que ocurre en las elecciones para elegir los cargos políticos: en España se presentan múltiples opciones para elegir los miembros del Parlamento, el Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal podía aconsejar a los fieles católicos y los de buena voluntad, por su boca y aconsejando que se diga en todas las misas, que voten a los partidos que están en contra del crimen del aborto y del matrimonio homosexual, por razones de prudencia cobarde, se queda "mudo como un pez".

Pedro fue el primero que en la hora del peligro, por una prudencia humana, llegó a negar que me conociera. Yo lo permití, esto, para que arrepentido, pudiera después compadecer y perdonar a los hermanos pusilánimes. ¡Pero cuántos “Pedros” desde entonces hasta ahora! Tenéis siempre ante la mente, un interés mezquino, y lo anteponéis y tuteláis en perjuicio del interés eterno que os fructifica la Verdad valiente y valientemente profesada.

Ante ciertas manifestaciones de Dios, vosotros, pobres hombres, no tenéis ciertamente la valentía de Nicodemo y de José, que en una hora tremenda para el Nazareno y para sus seguidores supieron adelantarse para pensar en Mí contra la hostilidad de toda Jerusalén. Tu misma, a veces, te quedas un poco perpleja ante ciertas expresiones mías y las quisieras hacer menos tajantes.

La prudencia humana os guía. La lleváis a todas partes. Hasta en las obispalías, hasta en los conventos. ¡Cómo habéis cambiado en relación con los primeros cristianos que no tenían en cuenta nada de cuanto fuera humano y miraban solamente el Cielo!

Es verdad que yo he dicho que seáis prudentes como las serpientes, pero no con una prudencia humana. Os he dicho también que para seguirme, hay que ser audaces contra todos. Contra el amor a si mismos; contra el poder, cuando os persigue porque sois mis seguidores; contra el padre, la madre, la esposa, los hijos, cuando éstos quieren, por afecto humano y preocupación terrena, impediros que sigáis mi Camino, porque sólo una cosa es necesaria: salvar la propia alma incluso perdiendo la vida de la carne para obtener la Vida eterna”.



211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
(7 - 7 - 1.945)

[...] ¡No, no es lícito! Ninguna moneda puede comprar la conciencia, y menos aún la de los sacerdotes y los maestros. No es lícito encontrarse sumiso ante las cosas fuertes de la Tierra cuando quieren conducirnos a obrar en contra de lo que Dios ha establecido: esto no es sino impotencia espiritual, y está escrito: "El eunuco no entrará en la asamblea del Señor". Si, pues, no puede ser del Pueblo de Dios el impotente por naturaleza, ¿podrá ser su ministro el impotente de espíritu? En verdad os digo que muchos sacerdotes y maestros, habiendo perdido su virilidad espiritual, han venido a ser, culpablemente, eunucos espirituales. Muchos. ¡Demasiados!

Meditad, observad, comparad, y os daréis cuenta que tenemos muchos ídolos y pocos ministros del Bien, que es Dios. Ahora se ve porque las ciudades-refugios no son ya tales. Ya no se respeta nada en Israel. Los santos mueren por el odio hacia ellos de los no santos.

[...] ¡Venid!, es el Amor que pasa, quien quiera puede seguirle, porque para ser acogido por Él se requiere solamente buena voluntad".
Jesús ha terminado en medio de un silencio atónito. Parece que muchos han sopesado las palabras que han escuchado, prueban su sabor; las degustan, las confrontan.







miércoles, 5 de diciembre de 2018

JESÚS QUE ES LA VERDAD, ANDA SOBRE EL MAR QUE OCULTA EL ABISMO, Y QUE POR ESO SIMBOLIZA LA MENTIRA, CUYO PADRE ES SATANÁS.


El pecado, es lo que hunde al hombre en el abismo, el mar simboliza la mentira porque  
esconde el abismo. Es por esa razón que en el Apocalipsis está escrito que Dios 
hizo un Mundo nuevo, en donde el mar ya no existirá.



Extraordinario relato del Evangelio de hoy, donde se descubren dos hechos importantísimos: la ingratitud del hombre hacia la Providencia divina, y la Misericordia de Dios en todas sus relaciones con los hombres.

Jesús acababa de hacer uno de los milagros más sublimes: la multiplicación de los panes y de los peces para alimentar a 5.000 hombres sin contar las mujeres y los niños, a continuación se despide de los comensales, y "obliga" a sus discípulos a subirse en la barca para ir al otro lado del mar de Galilea, sabiendo, como Dios que el viento era contrario, y que iba a levantarse contra la embarcación. 


Parece que Jesús estaba algo enojado por despedir a los comensales, y "mandar" a sus discípulas a luchar a barlovento en el mar de Galilea.

La explicación de este "enfado" de Jesús se encuentra en el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta: ninguno de los comensales ni los discípulos se habían acordado de dar gracias a Dios por este milagro, por esa razón se retiró solo hasta el atardecer  en la cima del monte, para dar gracias a Dios Padre por este milagro tan grande.

Jesús acude andando sobre el mar al encuentro de sus discípulos, al verlo se llenan de pavor porque la presencia de un ser que camina sobre la mentira, que siempre hunde al hombre, es un hecho tan insólito que llena al hombre pecador de espanto, ya que no es un acontecimiento natural en este mundo de pecadores, que siempre están más o menos, sumergidos en la mentira.

Pedro quiere ir a su encuentro, pero al crecer el viento y levantarse las olas, teme por falta de fe, y tiene que pedir a Dios ayuda para que lo saque del abismo a donde caía.

Este Evangelio, muestra de una manera oculta lo que ocurre a todos los seres humanos: Muy pocos dan gracias a Dios por los dones recibidos, y solo se acuerdan de él cuando se hunden en la desgracia, pero Dios es tan bueno que conoce la condición humana y con su Redención, Víctima perfecta y sin tara, se ofrece en oración a su Padre para interceder por nosotros, y siempre cuando lo llamamos, nos saca del abismo en donde caemos por nuestra falta de fe. 

La gente de buena fe, valga la redundancia, es la que se da cuenta de que Jesús es el Salvador. Y muchas veces, solo después de ver como Él los ha sacado del desastre, lo reconoce como Hijo de Dios. Es por esa razón que nos enteramos en los medios de comunicación católicos, que se ha convertido a la fe un gran pecador, y que se ha transformado de un malhechor en un verdadero creyente que va por todo el mundo relatando la misericordia de Dios.

COMENTARIOS SOBRE EL EVANGELIO 


En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. 
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".












lunes, 3 de diciembre de 2018

PALABRAS PRONUNCIADAS POR UN PAGANO: "SEÑOR, YO NO SOY DIGNO QUE ENTRES EN MI CASA, PERO DI SOLO UNA PALABRA Y MI SERVIDOR SERÁ SANO".


IMAGEN DE UN CENTURIÓN ROMANO

El sirviente que dio Dios a cada alma, es su propio cuerpo y su propio carácter para ayudarle a desempeñar su labor, y que Dios puso a su servicio para conseguirlo. Estos dones son diversos ya que cada persona es distinta en su cuerpo y su carácter, es lo que está reflejado en la parábola del Evangelio de las minas que el Amo dio a cada uno de sus criados, a uno le dio diez y a otro solo uno.
Pero esos servidores, debido a los peligros de los enemigos de Dios, que son el mundo, el demonio y la carne, siempre salen al encuentro de los que se ponen a su servicio, por eso  pueden enfermar, es lo que ocurre cuando cae enfermo de alma y de cuerpo. 

Pero aquí Jesús quiere demostrar que a pesar de todas esas dificultades, si se cree en Él como el Centurión romano, puede curar cualquiera de esas enfermedades, es lo que dijo el Salvador cuando afirmó: "Buscad el Reino de los Cielos, y todo lo demás se os dará por añadidura". Eso demuestra que el día del Juicio no valdrán las excusas para querer demostrar que no se ha llegado a alcanzar el Reino por todas y tantas dificultades que se tuvieron a lo largo de  su vida.



San Pablo a Timoteo 1 2,1-8.

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. 
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido Heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. 
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones. 

En los diez grados de la escala mística para alcanzar a Dios, según San Bernardo y Santo Tomás y comentada por San Juan de la Cruz, el santo Doctor de la Iglesia explica que cuando el alma esposa ha alcanzado el segundo grado, en cada momento de su vida, cuando duerme, cuando se despierta, cuando trabaja, cuando come, siempre en cualquier momento y ocasión está pensando en su Divino Esposo que es Cristo Jesús.

[...] Aquí en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca el Amado; en todo cuanto piensa, luego piensa en el amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se ofrecen, luego es hablar y tratar del amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado [...]

El alma aunque esté completamente retirada del mundo, hace más provecho a la Iglesia que mucha gente predicando: Es lo que ocurrió con Moisés, que retirado del combate en una cumbre, levantando los brazos al cielo, logró la victoria contra los amalacitas implorando a Dios, y logró detener el sol para que la Victoria de Josué fuera completa.




Salmo 28 (27), 2.7.8-9.

Oye la voz de mi plegaria, 
cuando clamo hacia ti, 
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.
el Señor es mi fuerza y mi escudo, 

mi corazón confía en él. 
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: 
por eso le daré gracias con mi canto.
El Señor es la fuerza de su pueblo, 

el baluarte de salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; 
apaciéntalos y sé su guía para siempre.



Cuando el alma ha llegado a ese grado de Amor, todo son alabanzas a Dios, acciones de gracias y alegría del corazón, por la presencia de Dios en su alma que le comunica poco a poco su misma esencia hasta que el último grado que ya no es de este mundo, el alma se transforma en Dios por posesión perpetua y total de su misma esencia.



EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 1-10.

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. 
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". 

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 
Porque yo que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes, cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".

Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe". Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Estamos en presencia de uno de los momentos más trascendentales del Evangelio, cuyas palabras se oirán en cada misa hasta el fin del mundo: "Señor, yo no soy digno que entres en mi casa, pero di una palabra tuya, y mi alma será sana".

Se trata de un alma humilde, que es el ejemplo del verdadero creyente, sabe reconocer el poder de Dios, porque tiene grabado en su alma como se ejerce la verdadera caridad, sin haber visto ningún milagro de Jesús, cree en Él, ya que para el verdadero creyente no se necesitan milagros y para el que no cree los milagros son inútiles, como dijo Santa Bernardita, que es lo que ocurría con los Fariseos. Creo que este centurión romano es una prefigura de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Este centurión es de una humildad tan grande que se encuentra indigno de recibir a Jesús, es lo contrario de los iluminados, que se creen enviados y buscan afanosamente las alabanzas de los hombres, como los Fariseos y mucha gente de hoy que les gusta firmar autógrafos y recibir alabanzas públicas y aclamaciones, son los que serán rechazados el día del Juicio, aunque hayan predicado en las plazas, y hasta expulsado demonios, como dice Jesús en el Evangelio, porque todo lo han hecho para ser vistos de los hombres y recibir alabanzas.



domingo, 2 de diciembre de 2018

TODO JUICIO ES REMITIDO AL HIJO, PERO ÉL JUZGARÁ TAMBIÉN LAS CULPAS COMETIDAS CONTRA EL PADRE Y EL ESPÍRITU.



JESUCRISTO REY ETERNO  DEL UNIVERSO
VENCEDOR DE SATANÁS



LA ANTÍTESIS DE LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES FE, ESPERANZA Y CARIDAD


             Estas tres virtudes teologales, son la condición necesaria, para llevar el alma de cada ser humano a la Vida Eterna, son el “motor de Dios”, que es el Amor infundido por el Espíritu Santo, por la acción de Cristo Jesús, que se encarnó e inmoló, cargando con nuestros pecados, y para indicarnos personalmente como tiene que comportarse cada ser humano, para poder así llevarnos al Reino de su Padre, el Dios Todopoderoso. 

        Y Jesús se encarnó como hombre, para que en el día del Juicio, nadie le pueda objetar: "Tú no sabes lo que es ser hombre en la Tierra, y estar sometido a toda clase de tentaciones"

          Pero esas tres virtudes teologales, tienen un enemigo, cuya condición necesaria, es su motor, se trata del odio infundido por Satanás, que conduce indefectiblemente el alma a la segunda muerte: la Muerte Eterna, al reino del Príncipe Negro.

           Contra la Fe en un Dios Eterno - cuya existencia proclama el Universo entero, que es una imagen y una irrefutable prueba, que desvela su infinitud, su poderío, su inteligencia, y muchísimos otros atributos, que ningún científico nunca podrá desvelar, porque un simple razonamiento filosófico y matemático, nos dice que lo finito no podrá nunca alcanzar lo infinito. Satanás opone la fe en el mundo material, que no es eterno, porque es una imagen perecedera, o un espejismo, ya que todos los científicos del mundo están de acuerdo en afirmar que el Universo tendrá un fin: El mismo sol consume ingentes cantidades de hidrógeno, y la Humanidad entera desaparecerá en un tiempo que, comparado con la eternidad, es como una gota de agua en todos los océanos del mundo.

           Contra la Esperanza en un mundo perfecto que es armonía y belleza - en donde desaparezca lo imperfecto, que es fealdad, siempre más o menos presente en el alma de cada ser humano, por culpa de las raíces del pecado original, – Satanás opone la sed y la esperanza en el mundo material, que nunca podrá colmar el alma, ya que como está escrito, hay que creer en Dios, porque el mundo material  pasa, pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. 

           Contra la caridad, que es el amor que le debemos a Dios, por habernos creado y redimido, y por darnos la posibilidad de poseer la Vida Eterna, Satán opone, con el motor del odio, la soberbia, la envidia, la mentira, la lujuria y la impureza, y todas las mezclas de esos elementos, que solo dan infelicidad ya en este mundo y la desgracia y el horror eternos, lo que es la segunda muerte. Y esto ocurre porque, como lo vemos en todos los vicios, el alma siempre quiere más. Como lo dice San Juan de la Cruz, los apetitos son como el fuego, al cual, cuando más leña se le echa, más crece, y son aún mucho peor, ya que cuando se deja de alimentar el fuego, este se apaga, mientras que el apetito aumenta cuando carece lo que ansía, y eso lo vemos en el drogadicto, en el borracho, el lujurioso, el avaro, que siempre quieren más y más.

Dice Jesús en este escrito:
El portador de la Vida que se vive en el Cielo, cerrará las puertas del Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la muerte a la Vida.

        

De los cuadernos de María Valtorta
(17 de Agosto de 1.943)


             Dice Jesús:

          “Cuando Yo hago decir por boca del Amado que “también los que me traspasaron me verán”, no pretendo hacer alusión a los que me traspasaron hace ahora 20 siglos.

           Cuando Yo venga, habrá llegado el tiempo del triunfo de mi Reino. Te he explicado cómo será mi Reino y como serán sus súbditos. Será el tiempo del testimonio del espíritu, la parte divina encerrada en vosotros y que os da la imagen y semejanza con Dios. Siendo así, serán las partes espirituales que serán la causa de las decisiones del juicio que separa a los malditos de los benditos. Y en los malditos estarán los que con su espíritu sacrílego, que ha buscado a la Bestia, adorado a la Bestia y prostituido con la Bestia, han traspasado a lo largo de los siglos, el Espíritu divino del Hijo de Dios, después de haber, con los jefes de la serie maldita, traspasado la Carne del Hijo del Hombre.

          (…) La hilera de los que me traspasan es numerosa como arena sobre la playa del mar. No se cuentan sus granitos.

           Todos los delitos, todos los pecados cometidos contra Mí, ahora ya inviolable para el sufrimiento humano, pero susceptible aún a las ofensas causadas a Mi Espíritu, están señaladas en los libros que recuerdan las obras de los hombres.

          Todas las traiciones después de mis beneficios, todas las abjuraciones, todos los pecados contra la Verdad, traída por Mí, todos los pecados contra el Espíritu Santo, que ha hablado por mi boca, y que por mérito Mío ha venido a iluminar la palabra del Verbo, todas esas heridas hechas a lo largo de los siglos por la raza que Yo quise salvar, a pesar de saberla tan reacia al Bien, estarán presentes en el interior de los espíritus reunidos, los cuales, en la Luz fulgurante de Mí refulgir, reconocerán lo que hicieron con su obstinada voluntad de impugnar cuanto fue dicho y hecho por Uno que no podía mentir, ni hacer obras inútiles según la Ley divina de amor.

          Los negadores del Amor son los que me han traspasado, y conmigo han herido a Aquel que me ha generado y a Aquel que procede de nuestro Amor de Padre y de Hijo. Todo Juicio es remitido al Hijo, pero el Hijo juzgará también las culpas cometidas contra el Padre y el Espíritu.

           El portador de Vida, el Viviente eterno y el Eterno Inmolado que el mundo quiso muerto, matado como se mata al delincuente que daña – mientras que Yo era el Santo que perdonaba, el Bueno, que hacía el Bien, el Poderoso que curaba, el Sabio que instruía – es Aquel que abrirá las puertas a la muerte verdadera e introducirá el cuerpo y las almas de sus homicidas. El portador de la Vida que se vive en el Cielo, cerrará las puertas del Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la muerte a la Vida.

         Yo lo haré, porque Yo, Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador y Señor vuestro, Juez eterno, tengo las llaves de la muerte y del Infierno.”
          

          


          

viernes, 30 de noviembre de 2018

HOY 30 DE NOVIEMBRE, FIESTA DE SAN ANDRÉS EL APÓSTOL DE LA HUMILDAD. QUE PRACTICA LAS BUENAS OBRAS SIN QUE NADIE LO SEPA, AL CONTRARIO DE LOS FARISEOS.







El trabajo oculto del Apóstol Andrés



          Vemos en el Apóstol San Andrés la excelsa Virtud de la humildad, que hace el bien y trabaja para el Reino de Dios queriendo que nadie lo sepa. Esa Virtud, tan poco común en nuestros días en donde se está cacareando por todas partes que la Fe es esencialmente comunitaria, y se desprecia los que son como el Apóstol Andrés, tachándolos de oscurantistas y de retrógrados, es un comportamiento de los más apreciados por Jesús.

           Andrés es el ejemplo de los contemplativos que para alabar a Dios y hacer el bien, quieren quedar ocultos a los ojos de los hombres, sabiendo que el Dios Todopoderoso lo ve y ese Apóstol es tan bueno, que está dispuesto a hacer el bien, aunque ni el mismo Dios – lo que es imposible – lo viera.

         Lo contrario de San Andrés es el Fariseo, ser despreciado por Jesús, que todo lo hace por lo que dirán, y que en vez de esconderse para que sus acciones no sean manifiestas a los ojos de los hombres, hace sonar el clarín para avisar de su “hazaña”. Son los actuales fundadores de asociaciones que se confiesan "Sin ánimo de lucro", pero que tienen gran ánimo de lucrarse en su soberbia, para ser conocidos de todos, dan conferencias, firman autógrafos y les gusta aparecer en los Medias. Ese tipo de personas han caído en el pecado de los antiguos fariseos, que se hacen repelentes hasta para el manso, paciente y humilde Jesús.

        San Andrés es la imagen del verdadero creyente, grato a Dios, con una profunda humildad, tiene el perfume de la santidad. El Fariseo es la imagen de satanás, el falso creyente, desagradable a Dios, de una gran soberbia, tiene el hedor de los réprobos.



DEL POEMA DEL HOMBRE DIOS 
DE MARÍA VALTORTA



            (…) Jesús está de pie, echando migas a los gorriones (…)
Andrés se dirige hacia Jesús, de vuelta de algo que le han encomendado: “Paz a Ti, Maestro”.

Y a ti, Andrés. Ven aquí un poco conmigo. Tú puedes estar con los pajarillos. Eres como ellos. ¿Te das cuenta?: cuando ellos saben que quien se les acerca los quiere, pierden el miedo. Mira lo confiados que son, y seguros y alegres. Primero estaban casi junto a mis pies ahora estás tú y están alerta…Mira, mira…mira ese gorrión, es más audaz y se está acercando, ha comprendido que no hay ningún peligro. Y detrás de él, vienen los otros. ¿Ves cómo comen? ¿No es igual que para nosotros, que somos hijos del Padre?   
Él nos sacia de su amor. Y cuando estamos seguros de ser amados y de que nos ha invitado a su amistad, ¿Por qué tener miedo de Él y de nosotros? Su amistad debe de hacernos audaces incluso entre los hombres. Cree esto: solo el malhechor debe tener miedo de sus semejantes; no el justo, como tú eres”.

Andrés se ha puesto colorado y no habla.

Jesús le arrima hacia Sí, y le dice sonriendo: “Habría que uniros a ti y a Simón en un mismo néctar, diluiros y daros de nuevo forma. Seríais perfectos. Con todo…si te dijera que, a pesar de ser tan distinto al principio, serías perfectamente igual a Pedro al final de tu misión ¿lo creerías?”.

“Si Tú lo dices, es cierto. Ni siquiera me pregunto como podrá ser, porque todo lo que Tú dices, es Verdad. Me alegraré de ser como Simón, mi hermano, porque es un hombre justo y te hace feliz. ¡Simón vale! Me siento muy contento de que sea una persona que vale. Valiente, fuerte. ¡Bueno, también los demás!...”

“Y ¿tú, no?”.

“¿Yo?...Tú eres el único que puede estar contento de mí…”.

Y darme cuenta de que trabajas silenciosamente y con más profundidad que los otros. Porque en los doce hay quien llama la atención en forma proporcionada a su trabajo, hay quien la llama mucho más de cuanto trabaja y hay quien solo trabaja sin llamar la atención; un trabajo humilde, activo, ignorado…los otros pueden creer que este no hace nada, más Aquel que ve, sabe las cosas.

      Existen estas deferencias porque aún no sois perfectos, y existirán siempre en los futuros discípulos, entre aquellos que vengan después de vosotros, hasta el momento en que el Ángel proclame con voz de trueno. “El tiempo ha terminado”. Siempre habrá ministros de Cristo en que estarán nivelados lo que hacen y la atracción hacia ellos de las miradas del mundo: los maestros.

Y existirán, por desgracia, aquellos que solo serán rumor y gestos externos, solo externos, los falsos pastores de poses histriónicas… ¿Sacerdotes?; no: mimos. Nada más. No es el gesto el que hace al sacerdote, y tampoco el hábito. No hacen al Sacerdote ni su cultura terrena ni las relaciones influyentes de este mundo; es su alma, un alma tan grande que anule la carne.

Todo espíritu, mi sacerdote… así lo sueño, así serán mis santos sacerdotes. El espíritu no tiene voz, ni pose de trágico; es inconsistente porque es espiritual, y por tanto, no puede llevar peplos o máscaras; es lo que es: espíritu, llama, luz, amor; habla a los espíritus, habla con la castidad de las miradas, de los hechos, de las palabras, de las obras. El hombre mira, y ve  a un semejante al suyo. Pero más allá de la carne y por encima de ella, ¿Qué ve?: algo que le hace detenerse en su caminar apresurado, meditar y concluir:

Este hombre, semejante a mí tiene de hombre solo el aspecto; el alma es de ángel”. Y si se trata de un incrédulo concluirá: “Por él creo que hay un Dios y un Cielo”; y, si es lujurioso dice: “Éste, igual a mí, tiene ojos de Cielo; freno mi sentido para no profanarnos”; si se trata de un avaro, decidirá: “Por el ejemplo de este, que no tiene apego a las riquezas, yo ceso de ser avaro”; si es un iracundo, una persona violenta, en presencia del manso, se vuelve un ser más sereno. Todo esto puede hacer un sacerdote santo. 

Y, créelo, siempre existirán, entre los sacerdotes Santos, los que sepan incluso morir por el amor a Dios y al prójimo y hacerlo tan silenciosamente (después de haber ejercitado la perfección durante toda la vida silenciosamente), que el mundo ni siquiera se dé cuenta de ellos. Pero, si el mundo no acaba siendo enteramente un lupanar y un lugar de idolatría, será por estos. Los héroes del silencio y de la laboriosidad fiel. Y tendrán tu sonrisa, pura y tímida. Porque siempre habrá Andréses; ¡por gracia de Dios por suerte para el mundo, los habrá!

“Yo no creía merecer esas palabras… No había hecho nada para suscitarlas…”

Me has ayudado a llevar hacia Dios a un corazón; y es el segundo que conduces hacia la Luz”.

“¿Porqué ha hablado? Me había prometido…”

“Nadie ha hablado. Pero Yo sé las cosas. Cuando los compañeros duermen, cansados, tres son los que están en vela (…): el Apóstol de silencioso y activo amor hacia los hermanos pecadores; la criatura a la que su alma aguijonea hacia la salvación; y el Salvador que ora y vela, que espera y tiene esperanza… Mi esperanza es esta: que un alma encuentre su salud… Gracias, Andrés. Sigue así. Bendito seas por ello”.

“¡Maestro, pero no digas nada a los otros… A solas, hablándole a una leprosa en una playa desierta, hablándole aquí a una mujer cuyo rostro no veo, algo se hacer. Pero si los otros lo saben, especialmente Simón (y quiere venir)… yo ya no sé hacer nada… No vengas ni siquiera Tú… porque me avergüenzo de hablar delante de Ti”.
“No iré contigo. Jesús no irá, pero el Espíritu de Dios ha ido siempre contigo. Vamos a casa. Nos están llamando par la comida”.

Y todo cesa entre Jesús y el manso discípulo.
(….)







martes, 27 de noviembre de 2018

EL MUNDO SE DERRUMBA PORQUE SE DERRUMBA LA GRACIA EN CASI LA TOTALIDAD DE LAS ALMAS, Y EN LAS DEMÁS LANGUIDECE.


LAS TRES POTENCIAS DEL ALMA CAPTANDO Y
FILTRANDO LA GRACIA DE DIOS


PARA ESO HEMOS NACIDO Y SE HA CREADO EL MUNDO: PARA LLEGAR A CONOCER Y AMAR A DIOS. LAS TRES POTENCIAS DEL ALMA TIENEN QUE ESTAR PREPARADAS PARA PODER LOGRARLO.

La fotografía de esta bella y extraña flor, recuerda como el alma humana tiene una corola parecida a una antena parabólica, que capta la gracia de Dios para trasmitirla a sus tres potencias: Memoria, Entendimiento y Voluntad, que como lo dice San Juan de la Cruz, tienen que vaciarse del todo para poder recibirla, y así hacerse apta para renacer y alcanzar la Salvación Eterna, como lo dijo Jesús a Nicodemo.

Satanás, el eterno e incansable enemigo de Dios lo sabe, por eso, también emite y envía señales falsas, y si el alma no es precavida - careciendo del santo temor de Dios, es decir si la soberbia la invade - el alma caerá en el error, dejándose engañar, y se apartará de Dios. Y eso es lo que ocurre con la innumerable retahíla de sectas protestantes, y también de teólogos y consagrados, que se han apartado de la Santa Iglesia Católica, fuera de la cual no hay seguridad alguna, como lo dijo Jesús al fundar su Santa Iglesia Católica: "Las puertas del Infierno no prevalecerán en ella".

Conozco personalmente un Sacerdote, que ha escrito muchos libros, y que da conferencias, y que afirmó que ¡Aún no sabe lo que es la Gracia de Dios, y que no sabe como definirla! 

Al analizar la corola de esta flor, se puede ver, como así ocurre en las antenas que quieren captar las posibles señales extraterrestres, como todas las ondas van dirigidas a un receptor central que recoge todas la información, y la filtra a través de un bulbo esférico, que es la Iglesia Católica heredera de la promesa de Dios, la cual distingue la verdadera señal, descartando la señal falsa que es nociva para el alma.

Extraordinaria explicación de Jesús a María Valtorta, que según he leído en la Asociación francesa "Association des amis de María Valtorta", era la lectura favorita de la Madre Teresa de Calcuta, y que estaba recomendada con insistencia por el Padre Pío de Pietrelcina, lo que hecha para abajo las herejías tan comunes en nuestra época, repetidas como un "mantra", para anestesiar a las almas de los fieles: Dios no puede mandar a nadie al Infierno porque todos somos hijos suyos, por eso el Infierno está vacío como me dijo cierto Arzobispo, o hagas lo que hagas Dios te seguirá queriendo, o Dios te quiere como eres.


DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA

Dice Jesús:

[...] Recuerda solamente esto: La Gracia es poseer al Padre, vivir en el Padre; la Gracia es poseer al Hijo, gozar de los méritos infinitos del Hijo; la Gracia es poseer el Espíritu Santo, disfrutar de sus siete dones. La Gracia, en fin, es poseernos a Nosotros, Dios Uno y Trino, y tener alrededor de vuestra persona mortal, las legiones de Ángeles que nos adoran en vosotros.

Un alma que pierde la Gracia, lo pierde todo. Inútilmente para ella, el Padre la ha creado, inútilmente para ella, el Hijo la ha redimido, inútilmente para ella el Espíritu Santo le ha infundido sus dones, inútilmente para ella están los Sacramentos. Está muerta. Rama podrida que bajo la acción corrosiva del pecado se separa y cae del árbol vital y termina de corromperse en el barro. Si un alma supiera conservarse como es después del Bautismo y después de la Confirmación, esto es, cuando ella está embebida literalmente de la Gracia, aquella alma sería poco menor a Dios. Y que esto te lo diga todo.

Cuando leéis los prodigios de mis Santos os sorprendéis. Pero, querida mía, no hay nada de asombroso. Mis Santos eran criaturas que poseían la Gracia, eran dioses, por esto, porque la Gracia os deifica. ¿Acaso no dije Yo en mi Evangelio que los míos harán los mismos Prodigios que Yo hago? Pero para ser míos, es necesario vivir de mi Vida, esto es, de la vida de la Gracia. 

No todas las almas en gracia poseen la Gracia en la misma medida. No por qué Nosotros se la infundamos en medida distinta, sino porque de distinta manera la sabéis conservar entre vosotros. El pecado mortal destruye la Gracia, el pecado venial la resquebraja, las imperfecciones la debilita. Hay almas, no del todo malas que languidecen en una tisis espiritual porque, con su inercia, que las empuja a cometer continuas imperfecciones, enflaquecen cada vez mas la Gracia, haciéndola un hilo debilísimo, una llamita languideciente. Mientras debía de ser un fuego, un incendio vivo, bello, purificador. 

El mundo se derrumba porque se derrumba la Gracia en casi la totalidad de las almas, y en las demás languidece.

La Gracia da frutos distintos, según esté más o menos viva en vuestro corazón. Una tierra es más fértil cuando más rica es de elementos y beneficiada por el sol, por el agua, por las corrientes aéreas. Hay tierras secas, estériles, que inútilmente están regadas por el agua, calentadas por el sol, agitadas por los vientos. Lo mismo es en las almas. Hay almas que con cada ocasión se cargan de elementos vitales y por ello logran disfrutar al cien por cien los efectos de la Gracia.

Los elementos vitales son: vivir según mi Ley, castos, misericordiosos, humildes, amorosos de Dios y del prójimo; es vivir de oración “viva”. Entonces la Gracia crece, florece, echa raíces profundas y se eleva en árbol de vida eterna. Entonces el Espíritu Santo, como un sol, inunda con sus siete rayos, de sus siete dones; entonces Yo, Hijo, os penetro con la lluvia divina de mi Sangre; entonces el Padre os mira con complacencia viendo en vosotros su semejanza; entonces María os acaricia estrechándoos contra su seno en el que me ha llevado a Mí como a sus hijitos menores pero queridos, queridos por su Corazón; entonces los nueve coros angélicos hacen corona a vuestra alma, templo de Dios y cantan el “Gloria” sublime; entonces vuestra muerte es Vida y vuestra Vida es Bienaventuranza en mi Reino”.










lunes, 26 de noviembre de 2018

II/II A LA TARDE SEREMOS JUZGADOS POR NUESTRAS OBRAS DE MISERICORDIA, NO POR LA JERARQUÍA O POR LA CATEGORÍA DE PRELATURA.







COMENTARIOS SOBRE LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO

(ES CONTINUACIÓN DEL MENSAJE ANTERIOR)



Increíble discurso de San Pablo que compara un creyente católico con otro de cualquier otra religión, razonamiento que será una herejía para los católicos fundamentalistas que se creen que fuera de la Iglesia católica no hay salvación, lo que era una convicción del tiempo del Papa Pio X.
Ese tipo de personas obedecen a razonamientos fanáticos y son semejantes a los Fariseos y Escribas del tiempo de Jesús, que no podían comprender que el Mesías prometido iba a nacer para ser Rey y Salvador de todos los pueblos del mundo que sean de buena fe, e incluso el día del Juicio serán juzgados más dignos que muchos católicos que a pesar de las Gracias de los Sacramentos, han tenido una vida más pésima que muchos creyentes de otras religiones.

Ese tipo de personas no pueden comprender que el Juicio de Dios se hará sin tener en cuenta la Religión de cada persona, pero Dios se fijará en su comportamiento y sus obras de misericordia, el ejemplo lo tenemos en el Buen Samaritano, personaje considerado infiel para los ortodoxos Judíos, que socorrió al que había caído en mano de los bandidos y tuvo compasión de él, lo que no tuvieron ni el Sacerdote ni el Escriba que dieron un rodeo para no molestarse a socorrerlo.


Dice San Pablo: Para Dios no hay acepción de personas. Él juzgará por los actos realizados, no por el origen humano de los hombres. Y habrá muchos que, creyéndose elegidos por ser Católicos, se verán precedidos por otros muchos que, al practicar justicia, sirvieron al Dios verdadero en el suyo desconocido”.




Dice el autor Santísimo:



“La tribulación y la angustia son siempre las compañeras del alma del hombre que obra mal por más que no aparezca así a los ojos de los hombres.


El que es culpable no goza de esa paz que es fruto de la buena conciencia. Las satisfacciones de la vida, cualesquiera que sean, no son bastantes a dar paz. El monstruo del remordimiento acomete a los culpables con asaltos imprevistos, a horas que menos lo esperan y les tortura. A veces sirve para hacerles arrepentirse, otras para hacerles mayormente culpables moviéndoles a desconfiar de Dios y a arrojarlo totalmente de sí. Porque el remordimiento viene de Dios y de Satanás. El primero les estimula a salvarse. El segundo a terminar de perderse, por odio, por desprecio.

Ahora bien, el hombre culpable, que es ya pertenencia de Satanás, no considera que sea su tenebroso rey el que le tortura tras haberle seducido para que fuera su esclavo. Y culpa a Dios únicamente del remordimiento que siente agitarse dentro de sí e intenta demostrar que no teme a Dios, que lo da por inexistente al aumentar sus culpas sin temor alguno, con la misma avidez malsana con que el bebedor, aún sabiendo que le perjudica el vino, bebe más y más; con el mismo frenesí con que el lujurioso no acaba de saciarse del sórdido placer; y el que se habitúa a drogas tóxicas aumenta las dosis de las mismas a fin de gozar aún más de la carne y de las drogas estupefacientes. 

Todo ello con la intención de aturdirse, de embriagarse de vino, de drogas, de lujuria, hasta el extremo de idiotizarse y no sentir ya el remordimiento ni la culpabilidad de querer ahogar en sí la voz que le hablaba de triunfos más o menos grandes y temporales.

Pero, queda la angustia, queda la tribulación. Son estas las confesiones que ni a si mismo se hace un culpable o espera a hacerlas en el último momento, cuando, caídas las bambalinas del escenario, el hombre se ve desnudo, solo ante el misterio de la muerte y de su encuentro con Dios. Y estos últimos son ya los casos buenos, los que alcanzan la paz más allá de la vida tras la justa expiación. Y a veces, como en el caso del buen ladrón, junto a la contrición perfecta está la paz inmediata.

Más es harto difícil que los grandes ladrones – todo gran culpable es un gran ladrón puesto que le roba a Dios un alma: la suya de culpable, y otras muchas más: las arrastradas a la culpa por el gran culpable que será llamado a responder de estas almas, buenas tal vez e inocentes antes de su encuentro con el culpable y por él hechas pecadoras, con mucha mayor severidad que la suya; y es un gran ladrón así mismo por robar al alma propia su bien eterno y a la vez que a la suya, a las almas de aquellos a quien indujo al mal – es difícil, digo, que un ladrón grande y obstinado alcance en su último momento el arrepentimiento perfecto. De ordinario no alcanza ni el arrepentimiento parcial, bien porque la muerte lo cogió de improviso o porqué rechazó hasta el último instante su salvación.

Más la tribulación y la angustia de esta vida, apenas si son una muestra insignificante de la tribulación y de la angustia de la otra vida, ya que el infierno y la condenación son horrores cuya exacta descripción dada por el mismo Dios es siempre inferior a lo que en si son. No podéis vosotros, ni aún a través de una descripción divina, concebir exactamente que son la condenación y el infierno. 

Porque, del mismo modo que la visión y descripción divina de lo que es Dios no puede proporcionaros aún el gozo infinito del exacto conocimiento del día eterno de los justos en el Paraíso, así tampoco la visión y descripción divina del infierno puede daros una idea de aquel horror infinito. Vosotros, vivientes, tenéis establecidas fronteras en el conocimiento del éxtasis paradisíaco lo mismo que de la angustia del infierno, porque si los conocieseis tal cual son, moriríais de amor o de horror.

Y castigo y premio se darán con justa medida tanto al judío como al griego, es decir, tanto al que cree en el verdadero Dios como al que es cristiano pero está desgajado del tronco de la eterna Vid, como al hereje, como al que siga otras religiones reveladas o la suya propia si se trata de persona que ignora toda religión.

Premio a quien siga la Justicia. Castigo a quien hace el mal. Porque todo hombre hallase dotado de alma y de razón y con ellas tiene en si lo bastante para exigirle norma y ley. Y Dios, en su Justicia, premiará o castigará en la medida que el espíritu fue consciente, mas severamente, por tanto, en la medida que el espíritu y la razón son de individuos civilizados en contacto con sacerdotes o ministros cristianos o de religiones reveladas y según la fe de cada espíritu. 

Porque si uno, aunque de iglesia cismática o separada tal vez, cree firmemente hallarse en la verdadera fe, su fe le justifica, y si obra el bien para conseguir a Dios, Bien supremo, recibirá un día el premio de su fe y de la rectitud de sus obras con mayor benignidad divina que la concedida a los católicos. Porque Dios ponderará cuánto mayor esfuerzo habrán tenido que realizar para ser justos los separados del Cuerpo místico, los mahometanos, Brahmánicos, Budistas, Paganos, esos en los que no se hayan la Gracia ni la Vida y con ellas mis dones y las virtudes que de dichos dones se derivan.

Para Dios no hay acepción de personas. Él juzgará por los actos realizados, no por el origen humano de los hombres. Y habrá muchos que, creyéndose elegidos por ser Católicos, se verán precedidos por otros muchos que, al practicar justicia, sirvieron al Dios verdadero en el suyo desconocido”.



sábado, 24 de noviembre de 2018

I/II SI POSEEMOS EL PERFECTO TEMOR DE DIOS, POSEERÉMOS EL AMOR PERFECTO Y CON ÉL, POSEEREMOS A DIOS Y SEREMOS POR ÉL POSEÍDOS ETERNAMENTE.


LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO






     Clarísimas explicaciones de San Pablo sobre lo que significa el Santo temor de Dios, sobre lo que es la verdadera Virtud que justificará a los hombres de cualquier Religión el día del Juicio, y de lo que es imposible para el hombre entender en este mundo: La increíble maravilla del Cielo y el horror infinito del Infierno, que escapan a nuestra capacidad de entender: Si viéramos el Cielo, nos moriríamos de Amor, y si viéramos lo que es el Infierno nos moriríamos de horror. 

     Ambas percepciones tienen que permanecer ocultas en la Tierra, porque sino, desaparecería el libre albedrío que es la libertad para escoger entre el bien y el mal, es decir entre Dios y Satán.

Perfecta descripción del mal que afecta a la Sociedad actual: quedan perfectamente retratados los Quietistas, que tanto abundan en nuestra Sagrada Religión Católica, que ahora predica una doctrina que está adaptada a la moda de nuestra época; Ya nada es pecado, y no hay diferencia alguna entre el pecado y la virtud, Dios quiere a ambos de la misma manera. Llama la atención la descripción tan acertada de sus actos y sus razonamientos, que solo puede provenir del ojo escudriñador de Dios.

        

LECCIONES SOBRE LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO 

A los Romanos Cap. 3º, del v.1 al 20.


LOS QUIETISTAS
Dictado a María Valtorta del 22/1/1.944



       Dice el Autor Santísimo:
         “El temor de Dios no está delante de sus ojos” dice el Apóstol. Y con esta breve sentencia explica las depravaciones del espíritu incircunciso.
            La mayoría de los hombres católicos – hablo a estos y de estos porque estos hombres han recibido los siete dones maravillosos del Paráclito y deberán por esto conocer al menos la fortaleza, la paz, la luz que irradia de ellos y la realidad de su naturaleza – la mayoría de los católicos no sabe exactamente qué sea el temor de Dios ni como se practica.
            También aquí hay tres categorías: la de los escrupulosos, la de los quietistas o indiferentes y la de los justos. Más antes de hablar de ellas, hablaré del don.
 ¿Qué es el temor de Dios?
 ¿Miedo de Él, cual si fuera un justiciero insobornable que se complace en castigar, un inquisidor que no deja de anotar las imperfecciones más menudas, para mandar a las torturas eternas? No. Dios es caridad y no se le debe tener miedo. Ciertamente, su ojo divino ve todas las acciones de los hombres, aún las más insignificantes. Cierto también que su Justicia es perfecta. Más, por lo mismo que es así, Él sabe valorar la buena voluntad de los hombres y las circunstancias en las que el hombre se encuentra, circunstancias que son frecuentemente otras tantas tentaciones de pecar de soberbia y por tanto, de desobediencia, de ira, de avaricia, de gula, de lujuria de envidia y de pereza.
          Dios castigó duramente a Adán y Eva, más a su castigo siguió de inmediato la misericordia: la promesa de un Redentor que habríales de librar de la prisión consiguiente a la culpa, a ellos, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. A Adán y Eva, llenos de inocencia y de gracia, dotados de integridad y de una ciencia proporcionada a su excelso estado y a su aún mayor excelso fin –pasar del Paraíso de la Tierra al del Cielo y gozar eternamente de su Dios – Dios habría podido muy bien condenarlos para siempre, porque habían tenido cuanto necesitaban para santificarse y ser perfectos en contra de todas las tentaciones y lo habián tenido sin sentir en sí los incentivos del pecado.
            Vosotros, hombres, tenéis esos incentivos, el Bautismo y los Sacramentos borran en vosotros la mancha original, os devuelven la Gracia y os infunden las virtudes principales, os borran los pecados cometidos después del uso de razón, os fortifican con la fuerza misma de Cristo alimentándoos de Él y os sostienen en la Gracia de estado. 

Más queda la herencia del pecado Original con sus incentivos, y sobre esta herencia y estas secuelas del contagio traído del progenitor, trabaja Satanás con más facilidad de éxito que sobre Adán y Eva.
          Dado que uno de los axiomas de la Divina Justicia es que: “A quien más recibió, más se le exige, a Adán y a Eva, que habían recibido todo, y no tenían en sí taras hereditarias, antes, únicamente la perfección de haber salido formados de la mano de Dios, del pensamiento de Dios – porque Dios con solo su pensamiento, ordenó al barro que se formara conforme a su diseño, y las moléculas del barro, materia inerte e insensible obedecieron, porque todo obedece al mandato de Dios, todo, a excepción de Satanás y del hombre más o menos rebelde -, a Adán y a Eva, salidos ya formados del Pensamiento de Dios y animados con su aliento, a Adán y a Eva todo debía serles exigido y reclamado y en caso de pecar, todo debía serles quitado y ser condenados a castigo sin término.
         Ellos conocían a Dios. Conversaban con Él al céfiro de la tarde. Además de su Autor, Él era para ellos su Maestro y ellos eran las primeras “voces” destinados a revelar a los venideros las verdades aprendidas de Dios. Y a pesar de todo, no obstante haber tenido conocimiento de la Perfección, tuvieron curiosidad del horror al que prestaron oídos desatendiendo la Palabra de Dios.    

           Ofendieron gravemente al Padre Creador, al Hijo, Verbo que les instruía acerca del Bien y del Mal, sobre las cosas, animales y plantas creados y al Amor, porque, ingratos, olvidaron por un lúbrico seductor que les tentaba con un fruto, solo con uno, todo cuanto la Caridad les había dado para que fueran felices.
         Más Dios no les amenazó con el Infierno. ¿Acaso no podía fulminarlos allí mismo, al pie del árbol de la Prueba que había resultado para ellos árbol de la concupiscencia? Ellos, de su voluntad, habiánlo hecho tal y hubiera sido justo que perecieran ellos, planta maligna nacida de una semilla perfecta – el Pensamiento Divino – maleada por el veneno de la baba infernal. 
         ¿No podía ordenar Dios a su Arcángel que los hiriese con su espada de fuego allí, en los umbrales del Paraíso terrenal, para que sus despojos inmundos no contaminasen la Tierra y precipitarlos desde aquel límite al abismo, del que saliera aquel a quien ellos habían preferido en contraposición a Dios?
         Claro que lo podía y hubiera estado en su perfecto derecho. Más la Misericordia y el Amor amortiguaron la condena con la promesa de la Redención y por ello, del Premio eterno.
          Aquellos, todos aquellos que mueren en medio de escrúpulos y que ofenden con ello la Paternidad de Dios, su Amor, su Esencia, teniéndolo por un Dios terrible, intransigente, que no tolera debilidad alguna en sus pequeños hijos a los que aplica la medida de su Perfección infinita, deberían reflexionar sobre eso. ¿Quién se salvaría jamás si Dios fuese como ellos se lo forjan? Si la medida de la perfección humana hubiera de ser la perfección Divina, ¿Quién de los hijos de Adán habitaría los Cielos? Una sola: María.
        Más con todo, está dicho: “Sed perfectos como mi Padre y vuestro”, no para asustaros sino para animaros a hacer la más que podáis. Seréis juzgados – no me canso de repetirlo – no por la perfección conseguida en medida perfecta tomando como norma la de Dios sino por el amor con que hayáis procurado obrar. 
       Dícese en el mandamiento del Amor: “ama con todo tú mismo”. Y ese “tú mismo” cambia de una persona a otra. Hay quien ama como un Serafín y quien tan solo sabe amar como un niño, muy embrionaramente. Pero el Maestro, puesto que la mayoría sabe amar como niños – muy embrionaramente - , mientras que tan solo criaturas de excepción saben amar seráficamente, he aquí que os ha puesto por modelo a un niño, no a Sí mismo, ni a su Madre, ni tampoco a su Padre putativo. 

No. A un niño. A sus Apóstoles, a Pedro, cabeza de la Iglesia, les propuso por modelo a un niño.
        Amad con la perfección de un niño que, para explicarse los misterios, cree sin elucubraciones científicas; espera sin temor paralizante, fruto del excesivo racionalismo y de ociosas cavilaciones; ama tranquilamente a Dios al que tiene por un buen papá, un buen amigo, un buen hermano, un buen amigo que le protege y hace su pequeño bien para dar gusto a Jesús. Y así seréis perfectos en vuestra medida perfecta, perfectos en vuestra bondad relativa, del modo que es perfecto Dios en su bondad infinita.
        Temor de Dios no es pues, terror de Dios. Recuerden esto los aquejados de escrúpulos, los cuales ofenden a Dios en su amor y se paralizan a si mismos en su continuo sobresalto. Recuerden que una acción no buena, viene a ser más o menos pecado en la medida de que uno se haya convencido de que lo sea o no esté seguro de que lo sea o no crea que lo sea del todo.
           Por eso, si uno llega a hacer un acto que ciertamente no es pecaminoso, pero está convencido de que lo es, obra injustamente porque su intención es hacer una cosa injusta, mientras que si uno hace algo que no es justo ignorando que lo sea, pero ignorando de verdad que sea así, Dios no le imputa dicha acción como culpa.
         Así también, cuando circunstancias especiales obligan a un hombre a llevar a cabo acciones que el decálogo u otra ley evangélica prohíben (verdugos que han de cumplir con la justicia, soldados que deben combatir y matar, conjurados que, por no llevar al patíbulo a sus compañeros y dañar intereses superiores, juran ser ellos solos, los culpables y mueren por salvar a los otros), Dios juzgará con Justicia el obligado homicidio o el heroico perjurio. Basta que el fin de la acción sea recto y ésta realizada con justicia.
      Temor no es terror, pero tampoco el temor de Dios es quietismo. Los quietistas son el polo opuesto de los escrupulosos. Son aquellos, que por un exceso de confianza, pero confianza desordenada, no se aprestan a hacer el bien porque están seguros de que Dios es tan bueno que con todo está siempre contento. Y con el mayor empeño, seducidos por su estática somnolencia, procuran quedarse inmóviles, cerrando sus mentes a las verdades que les desagrada saber, esto es: las que hablan de castigo, de purgatorio, de infierno, de obligación de hacer penitencia y de trabajar en perfeccionarse.
          Son almas ofuscadas y soberbias. Si porque los quietistas son soberbios. Soberbios, por creerse ya perfectos hasta el punto de estar seguros de que no pecan nunca. Soberbios porque, si bien llevan a cabo actos de piedad y de penitencia, son actos externos para ser tenidos por “santos” y alabados como tales. Al ser egoístas, se hallan desprovistos de caridad. Sobre su altar está su yo y no Dios. Son embusteros y a menudo, se fingen contemplativos y predilectos de Dios con dones extraordinarios.
        Más no es Dios el que los hace Predilectos, sino Satanás que les seduce para extraviarlos cada vez más. Se creen pobres de espíritu porque no tienen santa urgencia de realizar actos buenos para merecer el Cielo, más no son pobres de espíritu, antes se encuentran llenos de la envidia y avaricia más sórdidas y profundas y son perezosos.
         Son intemperantes porque nada niegan a la materia y si uno les dice: “No es lícito lo que haces”, responden: “Dios lo quiere para probarnos, pero nosotros sabemos salir de lo ilícito con la misma facilidad con que entramos en él, ya que estamos asentados en Dios”. Son verdaderos herejes y Dios los aborrece.
         Por último están los justos. Ellos tienen el dulce y reverencial temor de Dios. Temen causar dolor a Dios y por eso procuran con todas sus fuerzas hacer el mayor número de actos buenos y del modo mejor que le es posible. Si caen en alguna imperfección o pecado tienen un ardiente arrepentimiento apresurándose a depositarlo a los pies de Dios y una no menos ardiente voluntad de reparación.
       La culpa involuntaria no les paraliza, pues saben que Dios es Padre y se compadece de ellos. Lavan, reparan, reedifican lo que la insidia múltiple y salteadora alevosamente manchó, deterioró y derribó; y lo hacen con amor invocando cada vez con más fuerza al divino Amor: “Infunde tu Amor en mi corazón”. Estos son los que tienen el verdadero temor de Dios.
      ¿Qué es pues, el verdadero temor de Dios, vivo siempre en su espíritu? El temor de Dios es amor, humildad, obediencia, fortaleza, dulzura, mansedumbre, templanza, actividad, pureza, sabiduría y elevación. Y el verdadero Modelo de perfecto temor de Dios fue dado por Cristo que amó a Dios con un amor que se plegó alegre y de buena gana a todos los deseos del Padre hasta la obediencia de cruz, que fue humilde hasta abajarse a los pies del traidor y besárselos; que fue fuerte contra todas las insidias, dulce como un niño, sobrio como un asceta, manso como un cordero, puro como un ángel, y más que un ángel, sabio por ser el hombre uno con Dios, contemplativo que ascendía con su Espíritu arrobado a las adoraciones perfectas que hacían que exultasen los Cielos a los que, por fin, subía desde la Tierra del hombre, una adoración que saciaba el deseo de Dios.
        También María fue un ejemplo de temor perfecto. Más Ella, fue lo que fue en atención a los méritos de su Hijo. Y por eso hay que seguir diciendo que Quien desde toda la Eternidad poseyó el temor Perfecto fue el Verbo de Dios por el que todo fue hecho, hasta la maravilla del Cielo y de La Tierra: La Virgen Inmaculada, Hija, Madre y Esposa de Dios.
       De entre tantos versículos, uno tan solo ha sido comentado. Más su importancia es tal que la Sabiduría se ha detenido en él. Si poseéis el perfecto temor de Dios poseeréis el amor perfecto y con él, poseeréis a Dios y seréis por Él poseídos. Y esto eternamente.