MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 12 de diciembre de 2018

ORACIÓN PARA LOS SACERDOTES Y LOS CONSAGRADOS QUE MODELAN LAS ALMAS DE SUS FIELES DE ACUERDO CON SU GRADO DE SANTIDAD.


Los Sacerdotes son los educadores y los médicos de las almas
los fieles suelen ser de la misma naturaleza que ellos


      En los cuadernos de María Valtorta, hay un pasaje en donde Jesús le explica la visión del Apocalipsis en donde el dragón barre con su cola la tercera parte de las estrellas del cielo.
El significado es este: esas estrellas son los Sacerdotes, y el trabajo preliminar de Satán es hacerlos caer, ya que él sabe muy bien, como así lo dice Jesús, que una vez que han caído, tiene el campo libre para hacer caer igualmente mucho más fácilmente a los fieles, para los cuales los Sacerdotes son las lumbreras que iluminan la noche del Espíritu.

El Papa, dirigiéndose a los sacerdotes en el encuentro en Madrid de la J.M.J., no tuvo reparo en afirmar que el que no sienta verdadera vocación, es mejor que abandone el futuro ministerio, por la responsabilidad tan grande que tienen los sacerdotes para la comunidad.

Bajo mi punto de vista, igual que, gracias a este Papa se expulsan los Sacerdotes pederastas, se tendrían que expulsar igualmente a los Sacerdotes que predican doctrinas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia, a la tradición y a la Doctrina de los Santos Padres, negando el Infierno, la existencia del Demonio, y que pintan un Dios hecho a su semejanza y acorde con sus ideas heréticas.

No se trata de restablecer la Inquisición, pero hoy día, cualquier profesional que no cumple adecuadamente con su tarea, sea Ingeniero, Profesor o cualquier trabajador que no sabe ejercer su Profesión, es expulsado de su trabajo, lo mismo hay que hacer con ciertos Sacerdotes que están contaminando al Pueblo de Dios con su Doctrina herética y contraria a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia, porque aquí se trata de un asunto más importante que cualquier otro oficio: La salvación de las almas, con la ayuda de la verdadera Doctrina de Jesús-Dios.

Si no se obra de esa manera, Satán tendrá las manos libres para corromper cada vez más a la gente incauta, y a los fieles que creen firmemente todo lo que dicen los Sacerdotes.


PARA LOS SACERDOTES
(De los cuadernos de María Valtorta)

Dice Jesús:
“Ora, ofrenda y sufre mucho por mis sacerdotes. Mucha sal se ha vuelto insípida y las almas sufren por ello perdiendo el sabor de Mí y de mi Doctrina.

Hace algún tiempo que te digo esto, pero tú no quieres escucharlo. Y no quieres escribirlo. Te retraes. Entiendo el por qué. Pero antes que tú, otros han hablado de ello, por mi inspiración, y eran santos. Es inútil querer cerrar los ojos y los oídos para no ver y no oír: la verdad grita incluso con el silencio. Grita con los hechos que son la palabra más fuerte.

¿Por qué no repites la oración de M. Magdalena de Pazzi? Antes la decías siempre. ¿Por qué no ofreces parte de tus sufrimientos cotidianos para todo el sacerdocio? Oras y sufres por mi Vicario. Está bien. Oras y sufres por algún consagrado o consagrada que se encomiendan a ti o hacia los cuales tienes un especial deber de gratitud. Pero no es suficiente. Y por los otros ¿Qué haces? Has puesto una intención de sufrimiento por el clero el miércoles. No basta. Es necesario que todos los días ores por mis sacerdotes y que ofrezcas parte de tus sufrimientos por esto. No te canses nunca de orar por ellos, que son los mayores responsables de la vida espiritual de los católicos.

Si basta que un laico haga por diez para no escandalizar, mis sacerdotes deben hacer por cien, por mil. Deberían ser semejantes a su Maestro en pureza, caridad, desapego de las cosas del mundo, humildad, generosidad. En cambio, el mismo relajamiento de vida cristiana que hay en los laicos está en mis sacerdotes y en general en todas las personas consagradas por votos especiales. Pero de estas hablaré después.

Ahora hablo de los sacerdotes, de quienes tienen el honor sublime de perpetuar desde el altar mi Sacrificio, de tocarme, de repetir mi Evangelio.

Deberían ser llamas. En cambio son humo. Hacen fatigosamente lo que deben hacer. No se aman entre ellos y no os aman a vosotros como pastores que deben estar preparados para darse completamente, incluso con el sacrificio de sus vidas, para sus ovejitas. Vienen a mi Altar con el corazón lleno de preocupaciones de la tierra. Me consagran con su mente en otra cosa y ni siquiera mi comunión enciende en su espíritu esa caridad que debe estar viva en todos pero que debe ser vivísima en mis Sacerdotes.

Cuando pienso en los diáconos, en los Sacerdotes de la Iglesia de las catacumbas, y los comparo con los de ahora, siento una infinita piedad por vosotros, multitudes que os quedáis sin o con demasiado poco alimento de mi Palabra.

Aquellos diáconos, aquellos Sacerdotes tenían en contra a toda una sociedad malévola, tenían en contra el poder constituido. Aquellos diáconos, aquellos Sacerdotes debían desempeñar su ministerio entre mil dificultades; el más incauto movimiento les podía hacer caer en manos de los tiranos y conducirlos a morir escarnecidos. Sin embargo, ¡cuanta fidelidad, cuanto amor, cuanta castidad, cuanto heroísmo había en ellos! Han cimentado con su sangre y con su amor a la Iglesia naciente y de cada uno de sus corazones han hecho un altar.

Ahora resplandecen en la Jerusalén Celestial como tantos altares eternos sobre los cuales Yo, el Cordero, descanso complaciéndome en ellos, mis intrépidos confesores, los puros que han sabido lavar las suciedades del paganismo que los había saturado de sí durante años y años antes de su conversión a la Fe, y que salpicaba su fango sobre ellos incluso después de su conversión, como un océano de barro sobre rocas inquebrantables.

Se habían bañado en mi Sangre y habían venido a mí con blancas estolas que tenían por adorno su sangre generosa y su caridad vehemente. No tenían vestidos externos, ni signos materiales de su milicia sacerdotal. Pero eran Sacerdotes en el ánimo.

Ahora existe el vestido externo pero su corazón ya no es mío.

Tengo piedad de vosotros, greyes sin pastores. Por esto todavía detengo mis rayos: porque tengo piedad. Se que mucho de lo que sois proviene de que no estáis sostenidos.
¡Son demasiado pocos los Sacerdotes verdaderos que se parten a si mismos para prodigarse a sus hijos! Nunca como ahora es necesario rogar al Dueño de la mies, que mande verdaderos obreros a su mies, que cae mustia porque no es suficiente el número de verdaderos incansables obreros, sobre los cuales se posa mi ojo con bendiciones y amor infinitos y agradecidos.

Como me gustaría poder decir a todos mis Sacerdotes: “¡Venid, siervos buenos y fieles, entrad en el gozo de vuestro Señor!”.
Reza por el clero secular y el conventual.

El día en que el mundo no hubiera más Sacerdotes realmente sacerdotales, el mundo terminaría en un horror que la palabra no puede describir. Habría llegado el momento de la “abominación de la desolación”. Pero llegado con una violencia tan espantosa, por ser un infierno traído sobre la tierra.

Reza y di que se rece para que toda la sal no se haga insípida en todos menos en Uno, en el último Mártir que estará para la última Misa, porque hasta el último día existirá mi Iglesia militante y el Sacrificio será cumplido.
Cuantos más verdaderos Sacerdotes existan en el mundo cuando se hayan cumplido los tiempos, menos largo y cruel será el tiempo del Anticristo y las últimas convulsiones de la raza humana. Porque “los justos” de los que hablo cuando predigo el fin del mundo, son los verdaderos Sacerdotes, los verdaderos consagrados en los conventos esparcidos sobre la tierra, las almas víctimas, hilera desconocida de mártires que solo mi ojo conoce mientras que el mundo no los ve, y quienes actúan con verdadera pureza de Fe. Pero estos últimos son, aun sin que ellos lo sepan, consagrados y víctimas.



28.2.05 17:13



martes, 11 de diciembre de 2018

DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA: JESÚS EXPLICA CUAL ES EL COMPORTAMIENTO DE LOS QUE SE ENTREGAN COMPLETAMENTE A ÉL.


Santa Teresa de Jesús: veo, Señor, ni sé cómo es estrecho el camino 
que lleva a Vos (Mt 7, 14). Camino real veo que es, que no senda;
 camino que quien de verdad se pone en él va más seguro.





Este extraordinario relato solo lo comprenderán los que se han apartado del mundo para consagrarse a Dios, no solo en los monasterios, pero también en el mundo.
Estas almas y sus vecinos hablan un lenguaje distinto, uno pone el más allá como meta de su vida y los otros, ponen los bienes de este mundo como prioridad absoluta.


Para los no creyentes, el mundo es la fuente de todos los vicios y placeres, ya que es su meta, pero es una dicha pasajera ya que el pecado es dulce en la boca y amargo en el estómago. Como al final de la vida terrena, ellos se creen que no hay ya vida, todo termina y no existe nada, es para ellos el fin de todos los placeres que solo se encuentran en lo que sus ojos materiales ven, naturalmente para ellos, la vida ultraterrena es una quimera que ha inventado la Iglesia para mantener sujeta a la gente ignorante, y sacar provecho de ellos.




Hechos 7, 3.
Dice Jesús:

“Las almas por las que tengo predilección, reciben la orden que recibió Abrahán:  “Vete de tu patria y de junto a tus parientes y ven a la tierra que te mostraré”.
Es una afirmación real y a la vez metafórica. Es real porque en verdad, el que se consagra a Mí se convierte en un extranjero y en un desconocido para sus mismos parientes.
Es un desconocido, debido a su nueva personalidad. Es un extranjero porque entre él y sus parientes es como si surgiera un diafragma, como si creara una singular Babel, porque él va más allá, hacia la tierra que Dios  le indica y los demás se quedan dónde estaban, y aunque aún estén cerca, ya no pueden entenderse porque él ahora habla la lengua de esa tierra y ha adquirido sus costumbres, mientras los otros siguen pensando, actuando, hablando de modo habitual. Esto no provoca burlas, pero causa en cambio un gran dolor, un gran estupor.

El que Dios ha llamado a la nueva tierra es el que siente particularmente ese dolor. Él quisiera que los que aman le siguiesen, porque ha comprendido que esa tierra es un lugar de elevación. Quisiera que los demás lo comprendieran así, para poder hacerles enamorar las bellezas que va descubriendo.
Pero los otros se sorprenden de su cambio, y lo definen “manía”, o bien egoísmo, desamor, extrañezas. No es nada de eso, es un Amor perfecto, tanto hacia sí mismo como hacia sus seres queridos, amor que da e intenta dar para los demás el bien que recibe para sí mismo. No es extrañeza, sino por el contrario, es una regla perfecta, pues él, por su excepcional conducta, se encuentra precisamente en la regla del Hijo de Dios: Obediencia absoluta a la voz de Dios, superior a cualquier voz de la sangre, de intereses, de respeto humanos.

La herida no se sana ni puede sanarse, porque el elegido para la “nueva tierra” conserva en su lado más material la sensibilidad común a los hijos del hombre y por eso, sufre continuamente al ver que los que más tendrían que entenderlo le acusan de desamor, y al tener que rechazarles, aunque se le destroce el corazón, para encaminarse por el camino que Dios le señala. Por eso su herida está siempre abierta y en ella está clavado el amor de los suyos que, por amarle le torturan; su propio amor, que al no ser comprendido, se retuerce en la llaga con la imperiosa voluntad de Aquel a quien ama con todo su ser. Por lo tanto, es una herida de Amor, en la que está Dios, ya que Dios está donde hay caridad.

“Ven a la Tierra que te mostraré”: Dios no se la muestra antes. Le dice “Ven”. El premio que consiste en la vista de esta Tierra será concedido al que obedezca sin proponerse conocer lo que le espera. Dios dice solamente: “Ven”. Y él va, sin preguntar nada.

En la Tierra bendita, el sol no se pone nunca, no reinan los áspides y los escorpiones ni los animales salvajes, no se conocen tormentas ni escarchas y la primavera es eterna, todos los seres tienen abundante alimento sobrenatural, los troncos destilan miel y brota leche de las fuentes, la armonía es luz y la luz armonía, sus habitantes son felices como las flores en una serena mañana de Abril y ríen con júbilo perenne, que refleja la serena risa de su Señor. Pero el ingreso en esta tierra bendita es muy enmarañado y espinoso: en su entrada hay guijarros y zarzas, lianas y estrechos pasajes por precipicios y torrentes tumultuosos, tenebrosos virajes y zonas azotadas por vientos borrascosos.

En lo alto hay una sola estrella: Yo; Yo que debo ser Luz, calor, voz, esperanza, consuelo, fe, guía para el heroico caminante, Yo solo. ¡Ay de aquel que no mira continuamente hacia Mí!

En cambio, el que persevera ve que, tras los guijarros y zarzas, sigue un camino más llano, a cuyas orillas se asoman algunas flores; ve que, más allá de las lianas que en la entrada desgarraban como cables de hierro erizados de espinas, hay bordes suaves, que no son un estorbo sino una ayuda; ve que se hacen más anchos los pasajes, menos pavorosos los senderos, más seguro, más amplio, más luminoso, más cálido, más sereno el camino en su incesante ascensión. Hacia el final, el alma no camina, vuela. Vuela. Penetra como un dardo de amor en la Tierra que ha conquistado. El Cielo es suyo.

Me permito aquí hacer un inciso con las palabras de Santa Teresa de Jesús que decía: "veo, Señor, ni sé cómo es estrecho el camino que lleva a Vos (Mt 7, 14). Camino real veo que es, que no senda; camino que quien de verdad se pone en él va más seguro".

Más, ¡cuánta generosidad se necesita! Hay que darlo todo, María; hay que darlo sin recibir nada, “ni siquiera donde posar el pie” (Gen 8,9). No hay que pretender nada, porque no prometo nada cuando digo: “Ven”. No prometo nada humano. Prometo la eternidad sobrehumana.

Esto es lo que debes esforzarte en entender y aceptar y junto contigo, deben hacerlo todos los que son iguales a ti, porque mi elección os ha consagrado en el claustro o en el mundo. También deben hacerlo los que, por ser mejores – aunque no han sido llamados a un camino de perfección especial, aunque no sean soldados de la perfección aconsejada y no impuesta – se preguntan porque su vida no transcurre plácidamente también en el bienestar terrenal.

Yo no miento ni he mentido jamás, He prometido y prometo claros la Vida y lo que es inherente a la Vida. Es lo necesario y os lo doy. El resto es lo superfluo porque está destinado a lo perecedero. Os lo doy porque soy bueno, tan bueno que hasta lo soy con la abeja a la que concedo por lecho el cáliz de una flor montana y por alimento la microscópica gota de polen contenida en esta. Del mismo modo, os doy a vosotros, los que pereceréis lo que necesita lo perecedero: alimento, vestidos, morada. Más os invito a tender hacia lo más alto: al espíritu y a lo que es propio del espíritu.

Que el que me ama más, intente comprenderme más. Que proceda desnudo, hambriento, carente de lo que pertenece a esta jornada terrena, pero saciado, rico, ataviado con realeza por lo que se refiere al Día eterno.
Ve en paz”




viernes, 7 de diciembre de 2018

8 DE DICIEMBRE FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA. LAS GLORIAS DE MARÍA EXPLICADAS POR EL ÁNGEL AZARÍAS

LA VIRGEN MARÍA, LA INMACULADA, MADRE
GENERADORA DE DIOS Y DE LAS ALMAS



En este hermoso cuadro de la Inmaculada, a sus pies, de izquierda a derecha, podemos ver las almas de los elegidos como entran en el Cielo, gracias a que se han comportado como niños ya que, como lo dijo Jesús, solo entraran en el Cielo los que son como ellos.
Esas almas, vienen a entregar sus virtudes, obtenidas por la Divina Gracia, siendo la Virgen María la medianera de esas Gracias, que son las flores que llevan en sus manos.
Vemos girando a la derecha, como un ángel recoge esas flores y le entrega a las almas las palmas del triunfo, que son el reconocimiento de haber obtenido la aprobación para ser hijos de Dios y herederos del Reino de los Cielos.

Y aquí, en este cuadro está simbolizado la labor de la Virgen María, la Madre de la humanidad, la dispensadora de todas las gracias de Dios, la que engendra espiritualmente a sus hijos para llevarlos al santo Reino de Dios por toda la Eternidad, después de haberles dado su protección en la Tierra, a todos los que la han implorado y reconocido como Madre. 

Dice el Ángel Azarías: 

María, el Cielo delira de amor al contemplar a María que eleva su canto hasta notas incomparables. Ningún mortal, por santo que sea, puede comprender lo que llega a ser María para todo el Cielo.




DEL LIBRO DE AZARÍAS, ÁNGEL DE LA GUARDIA DE 
MARÍA VALTORTA


Dice el ángel Azarías:
“Meditemos cantando las glorias de María Santísima. La Santa Misa de esta festividad es toda ella un himno al poder de Dios y a la gloria de María. Para comprender bien esta liturgia de amor y de fuego, adentrémonos en los sentimientos de la Reina y Maestra de todas las criaturas que aman al Señor.

¡Reina y Maestra! De los hombres más también de los ángeles. Hay misterios desconocidos para vosotros que no nos está concedido desvelar completamente. Con todo, para deleite de un alma muy amada, nos está permitido levantar un tantíco el velo de los mismos. Esto es lo que voy a hacer para ti: levantar el borde del velo. Y, una vez removido el obstáculo, se te concederá fijar tu mirada espiritual en la Luz espiritual que es el cielo y, a esa Luz, comprenderás mejor. Así, pues, mira, escucha y sé feliz.

Cuando el pecado de Lucifer perturbó el orden del Paraíso y sumó en el desorden los espíritus menos fieles, un enorme espanto nos embargó a todos, cual si algo hubiérase quebrado y destruido sin esperanza alguna de verlo ya resurgir. En realidad, así era. Había quedado destruida aquella caridad completa, que era la única que antes existía allá arriba, derrumbándose en una vorágine de la que emanaban hedores del Infierno.

Habíase destruido la Caridad absoluta de los ángeles, surgiendo el Odio. Consternados, al modo que se puede estar en el Cielo, nosotros, los fieles del Señor, lloramos por el dolor de Dios y por su enojo. Lloramos por la perdida paz del Paraíso, por el orden violado y por la fragilidad de los espíritus. No nos sentimos ya seguros de ser ya impecables por más que estuviésemos formados de puro espíritu, puesto que Lucifer y sus secuaces nos habían probado que también un ángel puede pecar y llegar a ser demonio. Experimentamos que la soberbia – era manifiesto – podía arraigar en nosotros. Temimos que nadie, fuera de Dios, pudiese resistirla, dado que Lucifer había cedido a ella.

Temblamos por esas fuerzas tenebrosas que no pensábamos pudieran invadirnos y que, hasta podría decir, ignorábamos que existiesen y que, al pronto, de una manera tan brutal se nos desvelaban. Abatidos, nos preguntábamos con latidos de luz: “Si pues ni el ser tan puros sirve, ¿Quién habrá pues de dar nunca a Dios el amor que Él exige y se merece, si hasta nosotros estamos sujetos a pecar?"

He aquí entonces que, alzando desde el abismo de la desolación nuestra contemplación de la Divinidad y fijos en su Esplendor, con un temor hasta entonces ignorada, contemplamos la segunda Revelación del Pensamiento Eterno, Y si por el conocimiento de la primera vino el desorden promovido por los soberbios que no quisieron adorar a la Palabra Divina, por el conocimiento de la segunda tornó a nosotros la paz que había sido turbada.

Vimos a María en el Pensamiento Eterno. Verla y poseer esa Sabiduría que es a la vez consuelo, seguridad y paz, fue una misma cosa. Saludamos a nuestra futura Reina con el canto de nuestra Luz y la contemplamos con sus perfecciones gratuitas y adquiridas. ¡Oh hermosura la de aquel instante en el que, para consuelo de sus ángeles, les presentó el Eterno a la Perla de su Amor y de su Poder! Y la vimos tan humilde, capaz de reparar por sí sola la soberbia de todas las criaturas.

Fue desde entonces para nosotros, maestra que nos enseñó a no hacer de los dones motivo de ruina. Nos habló sin palabras, no su figura corpórea sino su espiritualidad; y al contemplar por un instante en el Pensamiento de Dios a la Humildísima nos preservó para siempre de todo sentimiento de soberbia. Durante siglos y siglos, operamos envueltos en la suavidad de aquella fulgida revelación y durante siglos y siglos, eternamente, nos inundó de gozo; gozamos y gozaremos con la posesión de Aquella que tuvimos la dicha de contemplar espiritualmente. El Gozo de Dios es el nuestro y nosotros nos mantenemos en su Luz para estar penetrados de ella y tributar gozo y gloria a Aquel que nos creó.
Ahora pues, repletos de sus propios latidos, meditemos la Liturgia que habla de Ella.

“Con alegría”. Carácter de la verdadera humildad es la alegría verdadera a la que nada puede turbar. El que tan solo es humilde de un modo relativo, siempre tiene un motivo de turbación hasta en sus triunfos más genuinos. Por el contrario, el verdadero y completo humilde no tiene turbación de ningún genero.

Cualquiera que sea el don o el triunfo que le reviste de una especial prestancia, él sigue contento y sin temor, porque sabe y reconoce que cuanto le hace diferente de los demás, no es algo que él haya hecho por medios humanos, sino que es algo que viene de otras esferas y que a él nadie se la puede arrebatar. Es cosa que él contempla y considera como vestidura de gran valor que le fue dada para llevarla durante algún tiempo y que debe usarla con el cuidado que se tiene de lo que no es nuestro y que ha de devolverse sin deterioros al que nos la donó.

Sabe asimismo que esta vestidura real, no apetecida con avidez de ostentación, le fue entregada por una Sabiduría infinita que juzgó conveniente dársela. No tiene, por tanto, afán alguno de conseguirla o conservarla. El humilde, que verdaderamente es tal, no apetece cosas extraordinarias, ni se turba si quien se las dio se las quita. Dice: “Todo está bien, porqué la Sabiduría así lo quiere”. Por eso el humilde siempre está contento pues no ambiciona, no es avaro de lo que le dan ni se siente menoscabado si se lo quitan.

María Santísima poseyó esta alegría. Desde su nacimiento hasta su Asunción, la tuvo sobre la Tierra, aún entre las lágrimas de su prolongado Calvario de Madre de Cristo y hasta bajo el mar de desgarros del Calvario de su Hijo. Aún dentro de su dolor, que no tuvo parangón con ningún otro, poseyó el gozo exultante de hacer, hasta el sacrificio total, lo que Dios quería, lo que Dios le había indicado que pretendía de Ella desde que la revistió con las galas de la Salvación y la cubrió con el manto de Justicia como a Esposa adornada con sus arreos.

¿Puedes ponderar que caída hubiera sido la de María si, tras poseer la Concepción Inmaculada, la Justicia y todo otro joyel divino, hubiese pisoteado todo por seguir la voz del corruptor eterno? ¿Puedes medir su magnitud? Ya no habría habido Redención, Cielo ni posesión de Dios para los hombres. Todo esto os lo dio María por cuánto, con la verdadera alegría de los humildes, llevo sus galas de Bien amada del Eterno y cantó sus alabanzas, las de Él solo, aún entre los sollozos y desolaciones de la Pasión.

¡Exultó! ¡Que palabra tan profunda! Exultó siempre, magnificando con el Espíritu a su Señor, aún cuando su humanidad sabía del escarnio de todo un pueblo y se hallaba inmersa y prensada por su dolor y el de su Hijo. Exultó pensando que ese dolor suyo y el de su Jesús daban gloria a Dios, salvando a los hombres para Dios.
Encima de los gemidos de la Madre y de sus lamentos de mujer, cantaba la alegría de su Espíritu de Corredentora. Cantaba con la aceptación de aquella hora, con la Esperanza en las palabras de la Sabiduría y con el Amor que bendecía a Dios por haberla traspasado.

La prolongada pasión de María la completó Ella misma, uniendo a las grandes cosas que Dios había hecho en Ella, las otras no menos grandes cosas que Ella sabía hacer por el Señor. Verdaderamente, mientras sus entrañas de Madre gritaban el desgarro de su tortura, su Espíritu fiel cantaba: “¡Yo te exalto, Señor porque me has protegido y no has permitido que mis enemigos hayan podido regocijarse a costa mía!”.

¿Ves que humildad? Cualquier otro habría dicho: “Estoy contento por haber sabido permanecer fiel aún en la prueba. Estoy contento por haber hecho la Voluntad de Dios”. No son estas palabras de pecado. Más en ellas va todavía un hilo de orgullo. “Yo estoy contento porqué he hecho…”. Aquí está el yo de la criatura que se considera única autora del bien realizado. 
María Santísima, por el contrario, dice: “Yo te exalto porque Tú me has protegido”. Atribuye a Dios el mérito de haberla mantenido Santa en aquellas horas de lucha.

Dios preparó a su verbo una digna morada que María supo conservar digna del Dios que en Ella había de encarnarse. Imitádla, criaturas; claro que en medida menor, cual corresponde a vosotros que no habéis de concebir a Cristo, si bien en aquello que os es necesario para llevar a Cristo, en vosotros Dios os facilita los medios y los dones necesarios para hacer de vosotros templos y altares. Imitad a María sabiendo conservar la morada de vuestro corazón digna del Santo, que pide entrar en vosotros para gozar de vosotros y vivir entre los hijos de los hombres que ama sin medida.

Y si no supieses imitarla y vuestra morada es a la sazón una morada profanada o desmantelada por los muchos que la han habitado, reconstruirla en María que es Madre Amable e incansable engendradora de hijos para el Señor, pues es a través de María como se llega a la Vida y por eso, quien está desfallecido o muerto y no osa levantar sus ojos al Señor, puede tornar vivo y grato al Eterno si entra en el Seno y en el Corazón que dieron al mundo el Salvador.

El Señor Jesús te ha explicado ya la luz del camino sapiencial, por lo que no debo hablar de lo que Él ya tiene hablado. Más, en confirmación de mis palabras, te hago notar lo que la Sabiduría aplica a María: “Es mi delicia estar con los hijos de los hombres”. Con estos hijos que tantas lágrimas le costaron.

Más es propio de las Madres verdaderas el llorar y amar, amar tanto como se ha llorado; amar tanto como sea necesario para llevar el Amor; y llorar tanto como sea preciso para convertir a los perversos. 

¿Por qué habría de encontrar sus delicias en estar con los hijos de los hombres – esta Bendita cuya morada es ab aeterno el Cielo, esta Bendita que tuvo por habitación el Seno maravilloso de Dios, esta Bendita cuyo Pueblo es el de los Ángeles y los bienaventurados – sino para reconstruir los pobres corazones que el mundo y Satanás, la carne y las pasiones devastaron? ¿Por qué habría de encontrar esas delicias sino porque, al estar entre vosotros, os vuelve a dar la luz para Dios?

Oídla cantar con su luz perlina: “Bienaventurados los que siguen mis caminos”. Los caminos de María terminan en el corazón de Dios. “Para que alcancéis a ser sabios, escuchad mis consejos y no los rechacéis”. Una madre, y Santa cual Ella es, no puede pronunciar sino palabras de Vida. Ahora bien, ponderad qué es lo que, en la llena de Gracia y por ende, de Sabiduría, habría dejado la Palabra llevada durante nueve meses en el seno y por espacio de tantos años en su regazo. ¡Sobre su regazo en la infancia y en la niñez, y hasta en la muerte, en su Corazón Purísimo a lo largo, en fin de 33 años! ¡Jamás estuvo inerte el Dios - Hijo para su madre amabilísima! - Nunca lo estuvo Él que ni con los hombres culpables permanece inactivo.

Por eso toda la Sabiduría se derramó en toda la Pureza y María no puede hablar sino con la palabra de Dios, con aquella palabra de la que Cristo dijo que es Vida de quien la escucha. María que sabe lo que hay en Ella, canta así: “Dichoso el hombre que me escucha, vela a mi puerta y aguarda a entrar en mi casa”. Habitáculo de Dios, sabe que quien en Ella entra, encuentra a Dios. Es decir, lo mismo que Ella canta: “Quien la encuentre habrá hallado la Vida y recibirá del Señor la Salvación”.

Verdaderamente quien vive en Ella tiene salud, vida, sabiduría, gloria, alegría y honor porque Ella es todo eso, al tener sus raíces en Dios mismo, fundada como está en el monte de Dios para ser su Templo, amada más que ninguna otra criatura por el Señor Altísimo, debiendo de ser Ella, eternamente la Madre del Hombre.

¡Oh palabra poco meditada y aún menos comprendida en la que se compendia toda la imagen de María! ¿Qué es María? Es la reparadora porqué Ella anula a Eva. Ella vuelve a poner las cosas desordenadas en el punto donde estaban cuando las trastocaron la serpiente maligna y la imprudente Eva. El Ángel la saluda: “Ave”. Se dice que Ave es el nombre invertido de Eva. Mas Ave es asimismo un eco que hace recordar el Nombre Santísimo de Dios, como lo recuerda también, y aún más vivamente, tal como lo expliqué, el nombre del Verbo: Jeoscué.

En el tetragrama sagrado formado por los hijos del Pueblo de Dios para pronunciar en el secreto templo de su espíritu el Nombre irrepetible, está contenido el Ave (yAhVE). La primera de las palabras con las que Dios mandó a hacer de la toda Hermosa la Madre Santa y la Corredentora. Ave: cual si Él, como realmente aconteció, se anunciara con su propio nombre para entrar a hacerse carne en un seno, en el único seno que podía contener al Único.

Ave María, madre del Hombre como Eva y más que Eva puesto que devolviste al Hombre a su Patria, a su herencia, a su filiación y su Gozo.

Ave María, Seno de Santidad, en el que se volvió a depositar la semilla de la Especie para que el eterno Abraham tuviese los hijos de los que la esterilizante envidia satánica le había privado.

Ave María, Madre Deipara del Primogénito Eterno, madre compasiva de la Humanidad lavada con tu llanto y con la Sangre que es tu sangre.

Ave María, perla del Cielo, luz de Estrella, Dulce, Belleza y Paz de Dios.

Ave, María, llena de Gracia, en quien está el Señor, jamás desunida de Él que en Ti encuentra sus delicias y su descanso.

Ave, María, mujer bendita entre todas las mujeres, amor viviente, por el Amor hecha esposa del Amor y Madre del Amor.

En Ti la Pureza, en Ti la Paz, en Ti la Sabiduría, en Ti la Humildad, y en Ti la Perfección de las tres y las cuatro Virtudes…

María, el Cielo delira de amor al contemplar a María que eleva su canto hasta notas incomparables. Ningún mortal, por santo que sea, puede comprender lo que llega a ser María para todo el Cielo.
Todas las cosas fueron hechas por el Verbo, más también, todas las cosas más grandes fueron hechas por el Amor Eterno en María, porque Aquel que es Poderoso la amó y la ama sin límites; y el poder de Dios está en manos del Lirio Purísimo, para que se derrame sobre todo aquel que a Ella recurre.

¡Ave!, ¡Ave!, ¡Ave María…!”








LOS TEÓLOGOS QUE "SON COMO EL MAESTRO CIRUELA QUE NO SABÍA ESCRIBIR Y FUNDÓ UNA ESCUELA". FABULOSA DESCRIPCIÓN DE LA COBARDÍA ACTUAL DE MUCHOS MIEMBROS DE LA IGLESIA, QUE TENDRÁN QUE RENDIR CUENTAS A DIOS.


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Hans Küng
Doctor por la Universidad de la UNED
La masonería premia a Hans Küng



      
          
















       Advertencia para los Progresistas, para los de la “Teología de la Liberación y de la Secularización", los "Hans Künguistas", "Los Massianistas", los "Corruguistas", los que se toman por elegidos y escogidos para reformar a la Iglesia Católica, que son los nuevos luteranos; para los relativistas y sus acólitos: los "abortistas” y los “quietistas”, y en general, como dijo Jesús a María Valtorta, para los prudentísimos "eunucos espirituales". que son los que debían limpiar a la Iglesia de esos individuos, que son unos "tumores" en el Cuerpo místico de la Iglesia, que poco a poco se van extendiendo a muchos de sus miembros por la "quietud" y la inactividad de los responsables.

Jesús dijo sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas, pero ese consejo era para evitar el pecado, no para dejar de luchar contra los que con su doctrina no se salvan, pero arrastran con ellos otros a la perdición, son como el proverbio que dice: "son como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer". A ese efecto, Santo Tomas de Aquino en sus escritos de la Suma Teológica, dijo claramente que hay que denunciar públicamente a la Jerarquía cuando hay peligro para la Fe.

        Para todos los que dicen que hay que mirar las señales de los tiempos, y que quieren cambiar las Leyes de Dios, anteponiendo la mentalidad del pueblo, como si la Religión fuera una vulgar democracia, en donde manda la mayoría, queriendo quitar toda autoridad al Papa y a la Doctrina tradicional de los Santos Padres, como el actual Obispo de Amberes, o el presidente de la Confederación alemana, o el Arzobispo de Andalucía que dijo que ¡como todos somos hijos de Dios, un padre no puede mandar nadie al Infierno y que por eso está vacío! y tantas otras Jerarquías, para adaptarlo todo a las modas relativistas de hoy, inspiradas por Satanás y su "iglesia", la masonería, eternos enemigos de Dios y de su Iglesia.


     Siempre me he he preguntado como puede ser que estos individuos, hayan llegado a deformarse y rebelarse contra la Santa e indestructible Iglesia Católica Apostólica y Romana, fundada por Jesús sobre Pedro y sus sucesores. Iglesia que conocen a la perfección, en todas las Escrituras del Antiguo, y del Nuevo Testamento, ya que han sido formados durante muchos años en los seminarios, han sido teólogos que han enseñado en su cátedra de teología, han escrito muchos libros, y conocen a la perfección la Sagrada Tradición de los Santos Padres, así como sus enseñanzas, su ejemplo y su humildad, que los hacía fieles seguidores de Roma. 


Es el caso de Lutero, que predicaba abiertamente contra el Papa, tratándolo de Anticristo, y renegando abiertamente de las promesas  de su consagración como monje agustino. La única explicación que se puede ver a esta situación, es el pecado de Lucifer y de nuestros primeros padres: La soberbia, que hace que la persona más inteligente, se vuelva ciega para opinar sobre las cosas de Dios, ya que la gracia se comunica solo a los humildes, y no tiene cabida en el corazón de los soberbios.


En esa misma época, San Juan de la Cruz, escribía los más grandes tratados místicos de la historia de la Cristiandad, explicando con muchos detalles lo que siente el alma en contacto con la Divinidad. Al principio de sus escritos, decía:



[...] "Y por tanto, para decir algo de esta noche oscura, no fiaré ni de experiencia, ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engañar, más no dejándome ayudar en lo que pudiere de estas dos cosas, me aprovecharé para todo lo que en el fervor divino hubiere de decir - a lo menos para lo más importante y oscuro de entender - de la divina Escritura, por la cual, guiándonos no podremos errar, pues el que en ella habla es el Espíritu Santo. Y si yo en ella errare por no entender bien así como lo que en ella o sin ella dijere, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la Santa Madre Iglesia Católica, porque en tal caso me sujeto y resigno no solo a su mandato, sino a cualquiera que en mejor razón de ello juzgara".

         En la historia de la vida de Santa Teresa de Jesús, recuerdo haber leído que vio un sacerdote, en el momento de la elevación, con dos demonios, uno a cada lado, con sus cuernos apuntando al cuello del celebrante, mirando ambos a la Sagrada forma con terror. También leí que vio, fuera de una Iglesia, en un entierro, demonios jugando con el cadáver de un hombre que estaba en el féretro, ese hombre dice que llevó una vida que parecía normal. Dijo la Santa: "Si hacen eso con su cuerpo, ¿Qué no harán con su alma?"

       En las apariciones de Fátima, una de las videntes le preguntó por tres niñas muertes en su pueblo, le contestó la Virgen que dos de ellas estaban en el Cielo, y que la tercera ¡permanecería en el Purgatorio hasta el fin del mundo!


      Y me pregunto: ¿que ocurrirá con esos "teólogos", que no solo se engañan a ellos mismos, pero que arrastran con ellos a gran cantidad de gente? Lo único que se puede hacer es rezar por ellos, no olvidemos que la Santísima Virgen María, también dijo en Fátima:

"¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que reza por ellos!". Y también pidió incluir estas oraciones en el Santo Rosario:

María, Madre de Gracia, de Piedad y de Misericordia, en la vida y la muerte, favorecenos, Señora. Amen ¡Oh Jesús, perdonádnos nuestros pecados, preservádnos del fuego del Infierno, llevad todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas de vuestra Misericordia.




ADVERTENCIA A LOS QUIETISTAS Y RELATIVISTAS
DEL POEMA DEL HOMBRE DIOS DE MARÍA VALTORTA (Tomo 8)        


 Dice Jesús:


         No queráis consideraros y creeros más inteligentes que los humildes, que se doblegan ante la Verdad depositada desde hace siglos en mi Iglesia, por el solo hecho de que sois unos soberbios, que buscáis en la desobediencia permisos para vuestros ilícitos instintos. Volved a la Disciplina varias veces secular y permaneced en ella: Desde Moisés hasta Cristo, desde Cristo a vosotros, desde vosotros hasta el último día, es esa y no otra.

      ¿Esa ciencia es, vuestra? No. La Ciencia está en Mí, y en Mi Doctrina, y la sabiduría del hombre está en obedecerme. ¿Es curiosidad sin peligro? No. Es contagio cuyas consecuencias sufrís luego. Fuera Satanás, si queréis tener a Cristo. Soy el Bueno, y no desciendo a connivencia con el espíritu del Mal. O Yo, o él. Elegid.

       Es el tenebroso, el menospreciador, el rastrero reptil maldito, es el oprobio y el horror. Desde hace muchos siglos, sus obras atormentan al hombre, y las señales y frutos de ellos, están ante las mentes de los hombres.




De los cuadernos de Mª Valtorta 
(17 de Junio de 1.943)

Dice Jesús:

“Te quiero hablar de la prudencia humana.
La prudencia sobrenatural es una gran virtud. Pero la prudencia humana no es una virtud. Vosotros, hombres, habéis aplicado este nombre, como una falsa etiqueta, a sentimientos impropios y no virtuosos. Así como llamáis caridad, a la moneda que dais al pobre.

Pero si vosotros dais una limosna, incluso virtuosa, y la dais para ser vistos y aplaudidos por el mundo, ¿Creéis que hacéis un acto de caridad? No. Desengañaos. Caridad quiere decir: amor. Caridad es, por tanto, tener piedad y amor por todos los necesitados de la tierra. No hace falta dinero para hacer un acto de caridad. Una palabra de consejo, de consuelo, de dulzura, un acto de ayuda material, una oración, son caridad. Una limosna dada con grosería, humillando al pobre, en el que no sabéis verme, no es caridad.

Lo mismo ocurre con la prudencia. Vosotros llamáis prudencia a vuestra vileza, a vuestro anhelo de vivir tranquilos, a vuestro egoísmo. Tres cosas que ciertamente no son virtud.

También en vuestras relaciones con la Religión sois amantes del vivir tranquilos. Cuando sabéis que una franca profesión de fe, que una expresión, dicha como os la susurra el Espíritu de Verdad, pueden quitaros autoridad, dadores de trabajo, maridos, hijos, padres, de los que esperáis ayuda material, vuestra humana prudencia os hace encerraros en un silencio que no es prudente sino cobarde, cuando no culpable, porque llegáis a negar, a renegar, perjurando vuestros sentimientos más espirituales.

Este es el caso de lo que ocurre en las elecciones para elegir los cargos políticos: en España se presentan múltiples opciones para elegir los miembros del Parlamento, el Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal podía aconsejar a los fieles católicos y los de buena voluntad, por su boca y aconsejando que se diga en todas las misas, que voten a los partidos que están en contra del crimen del aborto y del matrimonio homosexual, por razones de prudencia cobarde, se queda "mudo como un pez".

Pedro fue el primero que en la hora del peligro, por una prudencia humana, llegó a negar que me conociera. Yo lo permití, esto, para que arrepentido, pudiera después compadecer y perdonar a los hermanos pusilánimes. ¡Pero cuántos “Pedros” desde entonces hasta ahora! Tenéis siempre ante la mente, un interés mezquino, y lo anteponéis y tuteláis en perjuicio del interés eterno que os fructifica la Verdad valiente y valientemente profesada.

Ante ciertas manifestaciones de Dios, vosotros, pobres hombres, no tenéis ciertamente la valentía de Nicodemo y de José, que en una hora tremenda para el Nazareno y para sus seguidores supieron adelantarse para pensar en Mí contra la hostilidad de toda Jerusalén. Tu misma, a veces, te quedas un poco perpleja ante ciertas expresiones mías y las quisieras hacer menos tajantes.

La prudencia humana os guía. La lleváis a todas partes. Hasta en las obispalías, hasta en los conventos. ¡Cómo habéis cambiado en relación con los primeros cristianos que no tenían en cuenta nada de cuanto fuera humano y miraban solamente el Cielo!

Es verdad que yo he dicho que seáis prudentes como las serpientes, pero no con una prudencia humana. Os he dicho también que para seguirme, hay que ser audaces contra todos. Contra el amor a si mismos; contra el poder, cuando os persigue porque sois mis seguidores; contra el padre, la madre, la esposa, los hijos, cuando éstos quieren, por afecto humano y preocupación terrena, impediros que sigáis mi Camino, porque sólo una cosa es necesaria: salvar la propia alma incluso perdiendo la vida de la carne para obtener la Vida eterna”.



211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
(7 - 7 - 1.945)

[...] ¡No, no es lícito! Ninguna moneda puede comprar la conciencia, y menos aún la de los sacerdotes y los maestros. No es lícito encontrarse sumiso ante las cosas fuertes de la Tierra cuando quieren conducirnos a obrar en contra de lo que Dios ha establecido: esto no es sino impotencia espiritual, y está escrito: "El eunuco no entrará en la asamblea del Señor". Si, pues, no puede ser del Pueblo de Dios el impotente por naturaleza, ¿podrá ser su ministro el impotente de espíritu? En verdad os digo que muchos sacerdotes y maestros, habiendo perdido su virilidad espiritual, han venido a ser, culpablemente, eunucos espirituales. Muchos. ¡Demasiados!

Meditad, observad, comparad, y os daréis cuenta que tenemos muchos ídolos y pocos ministros del Bien, que es Dios. Ahora se ve porque las ciudades-refugios no son ya tales. Ya no se respeta nada en Israel. Los santos mueren por el odio hacia ellos de los no santos.

[...] ¡Venid!, es el Amor que pasa, quien quiera puede seguirle, porque para ser acogido por Él se requiere solamente buena voluntad".
Jesús ha terminado en medio de un silencio atónito. Parece que muchos han sopesado las palabras que han escuchado, prueban su sabor; las degustan, las confrontan.







miércoles, 5 de diciembre de 2018

JESÚS QUE ES LA VERDAD, ANDA SOBRE EL MAR QUE OCULTA EL ABISMO, Y QUE POR ESO SIMBOLIZA LA MENTIRA, CUYO PADRE ES SATANÁS.


El pecado, es lo que hunde al hombre en el abismo, el mar simboliza la mentira porque  
esconde el abismo. Es por esa razón que en el Apocalipsis está escrito que Dios 
hizo un Mundo nuevo, en donde el mar ya no existirá.



Extraordinario relato del Evangelio de hoy, donde se descubren dos hechos importantísimos: la ingratitud del hombre hacia la Providencia divina, y la Misericordia de Dios en todas sus relaciones con los hombres.

Jesús acababa de hacer uno de los milagros más sublimes: la multiplicación de los panes y de los peces para alimentar a 5.000 hombres sin contar las mujeres y los niños, a continuación se despide de los comensales, y "obliga" a sus discípulos a subirse en la barca para ir al otro lado del mar de Galilea, sabiendo, como Dios que el viento era contrario, y que iba a levantarse contra la embarcación. 


Parece que Jesús estaba algo enojado por despedir a los comensales, y "mandar" a sus discípulas a luchar a barlovento en el mar de Galilea.

La explicación de este "enfado" de Jesús se encuentra en el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta: ninguno de los comensales ni los discípulos se habían acordado de dar gracias a Dios por este milagro, por esa razón se retiró solo hasta el atardecer  en la cima del monte, para dar gracias a Dios Padre por este milagro tan grande.

Jesús acude andando sobre el mar al encuentro de sus discípulos, al verlo se llenan de pavor porque la presencia de un ser que camina sobre la mentira, que siempre hunde al hombre, es un hecho tan insólito que llena al hombre pecador de espanto, ya que no es un acontecimiento natural en este mundo de pecadores, que siempre están más o menos, sumergidos en la mentira.

Pedro quiere ir a su encuentro, pero al crecer el viento y levantarse las olas, teme por falta de fe, y tiene que pedir a Dios ayuda para que lo saque del abismo a donde caía.

Este Evangelio, muestra de una manera oculta lo que ocurre a todos los seres humanos: Muy pocos dan gracias a Dios por los dones recibidos, y solo se acuerdan de él cuando se hunden en la desgracia, pero Dios es tan bueno que conoce la condición humana y con su Redención, Víctima perfecta y sin tara, se ofrece en oración a su Padre para interceder por nosotros, y siempre cuando lo llamamos, nos saca del abismo en donde caemos por nuestra falta de fe. 

La gente de buena fe, valga la redundancia, es la que se da cuenta de que Jesús es el Salvador. Y muchas veces, solo después de ver como Él los ha sacado del desastre, lo reconoce como Hijo de Dios. Es por esa razón que nos enteramos en los medios de comunicación católicos, que se ha convertido a la fe un gran pecador, y que se ha transformado de un malhechor en un verdadero creyente que va por todo el mundo relatando la misericordia de Dios.

COMENTARIOS SOBRE EL EVANGELIO 


En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. 
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".












lunes, 3 de diciembre de 2018

PALABRAS PRONUNCIADAS POR UN PAGANO: "SEÑOR, YO NO SOY DIGNO QUE ENTRES EN MI CASA, PERO DI SOLO UNA PALABRA Y MI SERVIDOR SERÁ SANO".


IMAGEN DE UN CENTURIÓN ROMANO

El sirviente que dio Dios a cada alma, es su propio cuerpo y su propio carácter para ayudarle a desempeñar su labor, y que Dios puso a su servicio para conseguirlo. Estos dones son diversos ya que cada persona es distinta en su cuerpo y su carácter, es lo que está reflejado en la parábola del Evangelio de las minas que el Amo dio a cada uno de sus criados, a uno le dio diez y a otro solo uno.
Pero esos servidores, debido a los peligros de los enemigos de Dios, que son el mundo, el demonio y la carne, siempre salen al encuentro de los que se ponen a su servicio, por eso  pueden enfermar, es lo que ocurre cuando cae enfermo de alma y de cuerpo. 

Pero aquí Jesús quiere demostrar que a pesar de todas esas dificultades, si se cree en Él como el Centurión romano, puede curar cualquiera de esas enfermedades, es lo que dijo el Salvador cuando afirmó: "Buscad el Reino de los Cielos, y todo lo demás se os dará por añadidura". Eso demuestra que el día del Juicio no valdrán las excusas para querer demostrar que no se ha llegado a alcanzar el Reino por todas y tantas dificultades que se tuvieron a lo largo de  su vida.



San Pablo a Timoteo 1 2,1-8.

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. 
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido Heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. 
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones. 

En los diez grados de la escala mística para alcanzar a Dios, según San Bernardo y Santo Tomás y comentada por San Juan de la Cruz, el santo Doctor de la Iglesia explica que cuando el alma esposa ha alcanzado el segundo grado, en cada momento de su vida, cuando duerme, cuando se despierta, cuando trabaja, cuando come, siempre en cualquier momento y ocasión está pensando en su Divino Esposo que es Cristo Jesús.

[...] Aquí en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca el Amado; en todo cuanto piensa, luego piensa en el amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se ofrecen, luego es hablar y tratar del amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado [...]

El alma aunque esté completamente retirada del mundo, hace más provecho a la Iglesia que mucha gente predicando: Es lo que ocurrió con Moisés, que retirado del combate en una cumbre, levantando los brazos al cielo, logró la victoria contra los amalacitas implorando a Dios, y logró detener el sol para que la Victoria de Josué fuera completa.




Salmo 28 (27), 2.7.8-9.

Oye la voz de mi plegaria, 
cuando clamo hacia ti, 
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.
el Señor es mi fuerza y mi escudo, 

mi corazón confía en él. 
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: 
por eso le daré gracias con mi canto.
El Señor es la fuerza de su pueblo, 

el baluarte de salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; 
apaciéntalos y sé su guía para siempre.



Cuando el alma ha llegado a ese grado de Amor, todo son alabanzas a Dios, acciones de gracias y alegría del corazón, por la presencia de Dios en su alma que le comunica poco a poco su misma esencia hasta que el último grado que ya no es de este mundo, el alma se transforma en Dios por posesión perpetua y total de su misma esencia.



EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 1-10.

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. 
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". 

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 
Porque yo que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes, cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".

Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe". Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Estamos en presencia de uno de los momentos más trascendentales del Evangelio, cuyas palabras se oirán en cada misa hasta el fin del mundo: "Señor, yo no soy digno que entres en mi casa, pero di una palabra tuya, y mi alma será sana".

Se trata de un alma humilde, que es el ejemplo del verdadero creyente, sabe reconocer el poder de Dios, porque tiene grabado en su alma como se ejerce la verdadera caridad, sin haber visto ningún milagro de Jesús, cree en Él, ya que para el verdadero creyente no se necesitan milagros y para el que no cree los milagros son inútiles, como dijo Santa Bernardita, que es lo que ocurría con los Fariseos. Creo que este centurión romano es una prefigura de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Este centurión es de una humildad tan grande que se encuentra indigno de recibir a Jesús, es lo contrario de los iluminados, que se creen enviados y buscan afanosamente las alabanzas de los hombres, como los Fariseos y mucha gente de hoy que les gusta firmar autógrafos y recibir alabanzas públicas y aclamaciones, son los que serán rechazados el día del Juicio, aunque hayan predicado en las plazas, y hasta expulsado demonios, como dice Jesús en el Evangelio, porque todo lo han hecho para ser vistos de los hombres y recibir alabanzas.



domingo, 2 de diciembre de 2018

TODO JUICIO ES REMITIDO AL HIJO, PERO ÉL JUZGARÁ TAMBIÉN LAS CULPAS COMETIDAS CONTRA EL PADRE Y EL ESPÍRITU.



JESUCRISTO REY ETERNO  DEL UNIVERSO
VENCEDOR DE SATANÁS



LA ANTÍTESIS DE LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES FE, ESPERANZA Y CARIDAD


             Estas tres virtudes teologales, son la condición necesaria, para llevar el alma de cada ser humano a la Vida Eterna, son el “motor de Dios”, que es el Amor infundido por el Espíritu Santo, por la acción de Cristo Jesús, que se encarnó e inmoló, cargando con nuestros pecados, y para indicarnos personalmente como tiene que comportarse cada ser humano, para poder así llevarnos al Reino de su Padre, el Dios Todopoderoso. 

        Y Jesús se encarnó como hombre, para que en el día del Juicio, nadie le pueda objetar: "Tú no sabes lo que es ser hombre en la Tierra, y estar sometido a toda clase de tentaciones"

          Pero esas tres virtudes teologales, tienen un enemigo, cuya condición necesaria, es su motor, se trata del odio infundido por Satanás, que conduce indefectiblemente el alma a la segunda muerte: la Muerte Eterna, al reino del Príncipe Negro.

           Contra la Fe en un Dios Eterno - cuya existencia proclama el Universo entero, que es una imagen y una irrefutable prueba, que desvela su infinitud, su poderío, su inteligencia, y muchísimos otros atributos, que ningún científico nunca podrá desvelar, porque un simple razonamiento filosófico y matemático, nos dice que lo finito no podrá nunca alcanzar lo infinito. Satanás opone la fe en el mundo material, que no es eterno, porque es una imagen perecedera, o un espejismo, ya que todos los científicos del mundo están de acuerdo en afirmar que el Universo tendrá un fin: El mismo sol consume ingentes cantidades de hidrógeno, y la Humanidad entera desaparecerá en un tiempo que, comparado con la eternidad, es como una gota de agua en todos los océanos del mundo.

           Contra la Esperanza en un mundo perfecto que es armonía y belleza - en donde desaparezca lo imperfecto, que es fealdad, siempre más o menos presente en el alma de cada ser humano, por culpa de las raíces del pecado original, – Satanás opone la sed y la esperanza en el mundo material, que nunca podrá colmar el alma, ya que como está escrito, hay que creer en Dios, porque el mundo material  pasa, pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. 

           Contra la caridad, que es el amor que le debemos a Dios, por habernos creado y redimido, y por darnos la posibilidad de poseer la Vida Eterna, Satán opone, con el motor del odio, la soberbia, la envidia, la mentira, la lujuria y la impureza, y todas las mezclas de esos elementos, que solo dan infelicidad ya en este mundo y la desgracia y el horror eternos, lo que es la segunda muerte. Y esto ocurre porque, como lo vemos en todos los vicios, el alma siempre quiere más. Como lo dice San Juan de la Cruz, los apetitos son como el fuego, al cual, cuando más leña se le echa, más crece, y son aún mucho peor, ya que cuando se deja de alimentar el fuego, este se apaga, mientras que el apetito aumenta cuando carece lo que ansía, y eso lo vemos en el drogadicto, en el borracho, el lujurioso, el avaro, que siempre quieren más y más.

Dice Jesús en este escrito:
El portador de la Vida que se vive en el Cielo, cerrará las puertas del Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la muerte a la Vida.

        

De los cuadernos de María Valtorta
(17 de Agosto de 1.943)


             Dice Jesús:

          “Cuando Yo hago decir por boca del Amado que “también los que me traspasaron me verán”, no pretendo hacer alusión a los que me traspasaron hace ahora 20 siglos.

           Cuando Yo venga, habrá llegado el tiempo del triunfo de mi Reino. Te he explicado cómo será mi Reino y como serán sus súbditos. Será el tiempo del testimonio del espíritu, la parte divina encerrada en vosotros y que os da la imagen y semejanza con Dios. Siendo así, serán las partes espirituales que serán la causa de las decisiones del juicio que separa a los malditos de los benditos. Y en los malditos estarán los que con su espíritu sacrílego, que ha buscado a la Bestia, adorado a la Bestia y prostituido con la Bestia, han traspasado a lo largo de los siglos, el Espíritu divino del Hijo de Dios, después de haber, con los jefes de la serie maldita, traspasado la Carne del Hijo del Hombre.

          (…) La hilera de los que me traspasan es numerosa como arena sobre la playa del mar. No se cuentan sus granitos.

           Todos los delitos, todos los pecados cometidos contra Mí, ahora ya inviolable para el sufrimiento humano, pero susceptible aún a las ofensas causadas a Mi Espíritu, están señaladas en los libros que recuerdan las obras de los hombres.

          Todas las traiciones después de mis beneficios, todas las abjuraciones, todos los pecados contra la Verdad, traída por Mí, todos los pecados contra el Espíritu Santo, que ha hablado por mi boca, y que por mérito Mío ha venido a iluminar la palabra del Verbo, todas esas heridas hechas a lo largo de los siglos por la raza que Yo quise salvar, a pesar de saberla tan reacia al Bien, estarán presentes en el interior de los espíritus reunidos, los cuales, en la Luz fulgurante de Mí refulgir, reconocerán lo que hicieron con su obstinada voluntad de impugnar cuanto fue dicho y hecho por Uno que no podía mentir, ni hacer obras inútiles según la Ley divina de amor.

          Los negadores del Amor son los que me han traspasado, y conmigo han herido a Aquel que me ha generado y a Aquel que procede de nuestro Amor de Padre y de Hijo. Todo Juicio es remitido al Hijo, pero el Hijo juzgará también las culpas cometidas contra el Padre y el Espíritu.

           El portador de Vida, el Viviente eterno y el Eterno Inmolado que el mundo quiso muerto, matado como se mata al delincuente que daña – mientras que Yo era el Santo que perdonaba, el Bueno, que hacía el Bien, el Poderoso que curaba, el Sabio que instruía – es Aquel que abrirá las puertas a la muerte verdadera e introducirá el cuerpo y las almas de sus homicidas. El portador de la Vida que se vive en el Cielo, cerrará las puertas del Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la muerte a la Vida.

         Yo lo haré, porque Yo, Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador y Señor vuestro, Juez eterno, tengo las llaves de la muerte y del Infierno.”