MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 3 de enero de 2019

¡AY DE LOS QUE DICEN CREER EN JESÚS Y PONEN EN DUDA LAS PALABRAS QUE DIJO A PEDRO: "TU ERES PEDRO Y EN ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN CONTRA ELLA"!



¡AY DE LOS QUE NO CREEN EN LAS PALABRAS DE JESÚS A PEDRO: !EN ESA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA, Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN SOBRE ELLA!



           Es inaudito lo que creen las sectas escindidas y renegadas de la Iglesia Católica, toda la retahila de religiones del tipo Luteranas, Calvinistas, Testigos de Jehovah, Anglicanos, Metodistas, Pentecostales, Mormones, y un sinfín de agrupaciones religiosas fundadas por los iluminados de turno, algunas inauditas como en España la Iglesia Palmariana, el Santón de Baza, y tantos otros como la Iglesia Unificada Moon.

            ¿Como es posible que haya gente, que sabiendo todo lo que le costó a Jesús el rescate de la Humanidad: Sangre, sudor y lágrimas y lo que le costó a la Santísima virgen María, y a todos los santos y mártires, que se crea ahora que Jesús vaya a permitir que la Iglesia por Él fundada, vaya a ser vencida por Satanás y gobernada por un iluminado de turno del tipo John Smith, el cual vaya a reformar a su Santa  Iglesia, con individuos que se creen enviados por Dios para refundar lo que que tiene la Promesa de Dios: "Las puertas del Infierno no prevalecerán en mi Iglesia".

              En mi larga vida he encontrado fieles católicos y hasta algunas almas consagradas, afirmando verdaderas atrocidades dogmáticas: del tipo: "¡La misa es un crimen porque se vuelve a sacrificar otra vez a Cristo!", o otra persona decir: "¡La misa no es válida porque el Sacerdote, cuando predica abandona el altar!". Y la Jerarquía de la Conferencia episcopal alemana, rebelándose directamente contra Roma, o el Arzobispo de Friburgo, y otro Obispo belga de Amberes, opuestos abiertamente al Papa.


Por eso dijo San juan de la Cruz:

"Si no te sujetas en todo a la Santa Obediencia, aunque más te parezca que aciertas, no dejarás de ser engañado por el Demonio".


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Dictado a María Valtorta del 29/12/1.946
Dice el Ángel Azarías:


         “La palabra de Dios es siempre Juicio y está puesta permanentemente como piedra de contraste ante los hombres. Según sea su metal, así son diversas las reacciones y según sean las reacciones, así es también el Juicio de Dios. y por segunda vez, a media noche, en el tiempo de la misericordia para ser potentísimo Amor salvífico, continua siendo a través de los siglos, juicio y piedra de contraste de los hombres. 

         La palabra de Dios, que bajó por primera vez a medianoche en tiempo de la ira para ser castigo inexorable contra los conculcadores de los siervos de Dios. Castigo inexorable para quienes se burlan de ella y por su causa persiguen a los que permanecen fieles a la misma. Y por lo contrario, Amor potentísimo que salva y amaestra para los que, con buena voluntad, van en busca de esta palabra y la aman como a esposa muy querida de su espíritu, de la que jamás se apartan por encontrar en ella todas sus delicias.

         El descenso de la Palabra sobreviene generalmente en el silencio de las horas íntimas, cuando el hombre se encuentra dentro de si mismo, recordando sus actos, estos actos que realizó durante el día con el deseo humilde de obedecer al Señor en sus preceptos de santidad y de doble amor, o con descarado desprecio de Dios, de la moral y del Amor.

          Con dulce y prolongado coloquio del Espíritu Divino con el espíritu del hombre, o con un fulgurante grito de Dios al pecador, la Palabra de Dios, desciende a las horas más impensables eligiendo el momento en que el yo se encuentra solo consigo mismo. Y canta el Amor o ruge la ira, dulce como caricia o temerosa cual chasquido de saeta, promesa de una más grande beatitud o advertencia de un rayo tremendo de Dios, Y, por más que amenace, por más que aterre, es siempre misericordia. Aterra queriendo levantar de nuevo. Fulmina para purificar y ciega para dar visión. 

         Los caminos de Damasco se repiten para infinidad de criaturas. Y dichosos aquellos que supieron alzarse sobre si mismos con la materia reducida a cenizas por la misericordia de Dios, con sus ojos cerrados a las vanidades del mundo, dispuesto a transformarse de enemigos en siervos de Dios y tanto más dispuestos cuanto más les hace Dios ver lo que han de sufrir por su Nombre.

        Y dichosos igualmente aquellos que, habiendo sido siempre amigos de Dios, no se ensoberbecen por la palabra que les ama, antes, con humildad, la obedecen en cuanto les ordena y aconseja y, sin cálculo alguno ni avaricia, la ponen en práctica y la difunden movidos únicamente por el amor, el honor y la gloria de Dios. 

           Son dichosos todos ellos, los mismos que caminan hacia la perfección siguiendo la marcha constante de su buena voluntad que aquellos que lo hacen mediante una intervención milagrosa de Dios que les anonada, cuando van por el camino del mal a fin de hacerlos retornar por el camino del Bien, mediante la   Palabra, cambiándoles de niños que eran a adultos, dispuestos a recibir la herencia paterna cual corresponde a hijos inteligentes, dignos de llevar tal nombre.
     
         La Santa Iglesia, Esposa de Cristo y Madre por tanto, Madre fecunda de sus nacidos, vela y administra los tesoros de su Esposo. Los infinitos tesoros que Cristo acumuló y que con su sacrificio hízolos fuente perenne de Gracia y de Salvación. Y, de esta suerte, las almas pueden crecer y nutrirse, crecer y robustecerse, crecer y alcanzar la edad adulta en la que, de niños que aún no pueden hacerse cargo de la herencia paterna, llegan a ser herederos que toman posesión de los Bienes del Padre.


           La Iglesia ofrece al lactante y al chiquitín el alimento que debe tomar. Ahora bien, si este lo rechaza o lo recibe con náuseas, si prefiere mezclarlo con otros alimentos o sustituirlo sin más, en vano la Madre Iglesia, le ofrecerá los alimentos que hacen del chiquitín un adulto espiritual, uno que “vive y que ve”, ya que tiene en si la Vida y la Luz como amigas.

         El niño en tal caso no crecerá sino que morirá o, cuanto menos, quedará estancado en el infantilismo que, si bien no es culpa, tampoco es santidad heroica y así, mediante una larga expiación, deberá alcanzar la edad perfecta en medio de los fuegos purgativos y misericordiosos. El niño, entonces, el espíritu perezoso, apático y desganado no pasará, a la hora de su muerte, de niño a heredero sino que deberá sufrir por largo tiempo para reparar sus tibiezas, egoísmos y ligerezas hasta alcanzar la edad perfecta.

          “En tanto que el heredero es niño, por más que sea dueño de todo, en nada difiere del siervo y permanece bajo tutores y cuidadores hasta el tiempo fijado por el Padre”. He aquí contenida en las palabras precedentes la advertencia de que el hombre, siempre niño en la perfección, respeto a la Infinita Perfección, está obligado a permanecer en la tutela y en la obediencia de su Madre la Santa Iglesia, la cual como es, perfecta en las cosas del Espíritu, sabe como conducirle, con que alimentos nutrirle y con que medicamentos curarle para defenderlo de los venenos del pecado original, de la carne, del Mundo y de Satanás.

           Por más que se borre la mancha, el fomes no desaparece y resopla en el fuego rastrero del fomes para que, además de serpentear causando quemaduras molestas, se avive produciendo llama que abrase y destruya. La Santa Iglesia esparce sus bálsamos, sus crismas, sus aguas y la Sangre Divina de Cristo para calmar las tempestades, apagar las llamas, medicinar las quemaduras, hacer incombustible el espíritu para que no sea pasto de las llamas y reconforta con el Cuerpo y la Sangre vivificantes de Jesús Santísimo, al que se ve exhausto de fuerzas por su lucha contra los repetidos asaltos de Satanás y de la carne.

            Por eso, al tomar el alimento que ofrece la Santa Iglesia Romana. Única, Católica y Universal, es, si se quiere vivir y llegar a ser herederos del Reino del Padre, un deber más que una necesidad. Por lo que así no lo hace, acudiendo de continuo a sus tesoros, se expone imprudentemente a los desfallecimientos y a la muerte.

            Y, asimismo el que asegura no ser necesario todo esto y que la Santa Iglesia es una institución inútil de la que no necesitaron las almas que supieron hacerse espirituales, se expresa de un modo satánico y por su boca habla aquel que odia a la Iglesia en la misma medida que a Cristo, al que, aún antes de que existiese el hombre, se negó a rendirle adoración.

             No podéis, os es imposible llegar a ser espirituales sin los auxilios del Espíritu de Dios que os vienen a través de los Sacramentos de la Iglesia.

        No podéis, no podéis en manera alguna conservaros espirituales, si es que por la Gracia de Dios y mediante los alimentos que la Madre Iglesia os ofrece llegasteis a serlo, si no continuáis viviendo en Ella, con Ella y de lo que la misma os proporciona.

          ¡Ojala pudieseis permanecer sumergidos como están los peces en la pecera, en la fuente de siete brazos, sin jamás salir de ella, para que así os vierais libres del mordisco de Satanás! Aquel que dice: “Dios está conmigo y, por tanto, ya no tengo necesidad de la Iglesia”, por este solo pensamiento soberbio, se   aparta de la Iglesia y de la Vida y a los ojos de Dios aparece manchado con la baba de la infernal Serpiente.

           Tanto más creceréis en Sabiduría y en Gracia, cuanto más viváis obedeciendo y amando a la Santa Iglesia de Cristo. Tanta mayor robustez viril de los fuertes alcanzaréis cuanto más succionéis la Vida de sus santos pechos. Y tanto más estaréis en Dios y con Dios, y tanto más estará Dios con vosotros, cuanto más estéis en la Santa Iglesia Romana, Católica y Apostólica por cuyo cuerpo circula la Sangre Santísima de Jesús, Señor mío y vuestro.

             ¡Ay de quien de Ella se aparta! ¡Ay, tres veces Ay, de quien hace que otros se aparten de la Iglesia! ¡Ay de quien, poniendo a prueba las almas o seduciéndolas, las tienta para que se aparten o relajen sus contactos con ella diciendo: “No acudáis a la fuente ni al granero porque, si es verdad que estáis con Dios y Dios con vosotras, nada importa que dejéis de nutriros con los alimentos eclesiásticos”; o bien: “Mientras Dios esté con vosotras, podéis muy bien dejar de hacer eso”!

            Tras la oscuridad viene la Luz. Siempre es así: en la creación del mundo, en el despuntar del día, pasada la noche, y en el sucederse de las épocas y de las eras. La propia corrupción produce de la muerte elementos de vida. De las oscuras fosas de los comentarios se desprenden llamitas danzantes, recogidas, pudiendo suministrar luz y calor. Hasta en los periodos espirituales más tristes en los que, al parecer, la muerte haya de apagar la Vida, las Tinieblas vencer a la Luz y la materia aniquilar al espíritu, la Vida, la Luz y el Espíritu vienen a quedar vencedores.

             Resultan atropellados y quedan ocultos, como sucede con el grano lanzado al surco y cubierto de estiércol durante los tristes meses del invierno. Parece quedar despreciado ese grano sepultado bajo capas de polvo y entre el hedor del estiércol. Parece perdido para el sol y el sol para él. 

        Más, precisamente por estar allá abajo mortificado, apretado y oprimido por el polvo, puede echar raíces y no ser ya granito ligero que el viandante puede triturar con el pie, el viento desplazar a cualquier lugar y el pajarillo engullir, antes llegar a ser una planta estable, galana, útil, prospera, multiplicada de valor y de poder, benéfica y triunfante, bajo el sol de los meses más bellos.

         La Luz parece oscurecerse y llegar la Muerte. La corrupción inunda y anega con sus densas ondas. No temáis. Es lo que se necesita para despertar a los adormecidos y desear las voces de lo alto. La lucha es útil para mantener fuerte el atleta. Las náuseas de la corrupción hacen desear lo que es puro. Las tinieblas impelen a buscar la Luz y el materialismo, llevado a límites pavorosos, engendra impulsos hacia la espiritualidad.

             La Humanidad, prendida como una pelota por Satanás, pues habíase adormilado en la neblina de épocas sin luchas religiosas y lanzada con escarnio al fango, por la propia reacción del golpe saldrá rebotada a lo alto. Llegará la era del Espíritu tras esta de materialismo. La era de la Luz retornará después del materialismo actual. La era de la Vida retornará después del oscurantismo actual. La era de la Vida sucederá a la casi mortal agonía. Surgirá la era de Dios para prestar fortaleza en la lucha postrera. Y, por último, la era de Dios reinará después de la de Satanás.

          ¡En pié, Cristianos, con la plenitud de vuestra caridad por Dios, por la Iglesia, por el prójimo y por vosotros! Dios Padre os envió a su Hijo, y Hermano vuestro por la Madre, a fin de que fuera vuestro Maestro y Redentor y vosotros fueseis hijos de Dios. Y, al ser hijos, Dios infundió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones y así El grita por vosotros:” ¡Abba! ¡Padre!

          El hombre, aún el más perfecto, nunca sabría rogar con esa amorosa violencia que obtiene el milagro, todos los milagros. Y entonces, he aquí que el Espíritu de Dios ruega en vosotros para vosotros a fin de obtener cuanto os es útil y necesario, y que por santo, sirve para santificaros. Es siempre el Espíritu del Señor el que, encerrado en los corazones de los fieles, suplica y grita con gemidos inenarrables: “¡Abba! ¡Padre!”.

         Y lo dice por vosotros: ¿De que teméis, pues, cuando podéis llamar “Padre” a Dios? ¿Cuándo el mismo espíritu de Dios lo dice por vosotros, confesando que podéis llamaros hijos del Padre y que sois hijos de Dios? ¿Cuándo el mismo Espíritu al que Dios ama infinitamente, siendo una misma cosa con Él, ruega y clama por vosotros?

         Arriba, pues, y no temáis por las cosas que suceden. No temáis. No sois siervos que pueden ser desposeídos de un momento a otro y carecen del derecho a los bienes del Padre de familia sino que sois hijos, nacidos a la verdadera Vida por los méritos de Cristo y conservados en ella por estos mismos méritos que la Esposa de Cristo maternalmente os ofrece.

        Sois hijos, y por ello, no puede seros arrebatada la herencia paterna que, igualmente tampoco puede ser desbaratada, ya que el Reino de Los Cielos es intangible a los elementos disgregadores que en la Tierra, a falta de coraza, dañan y menoscaban.

            Los rayos de Satanás y las desencadenadas hordas de los ensatanados, las lúgubres hordas del negro Príncipe rebelde, no alcanzan las luminosas playas en las que es completo el gozo de los Santos, donde la Paz se perfecciona y donde es tan sublime la Caridad que solo más allá de la Vida conoceréis su magnitud y su súper beatífica dulzura.

            Este gozar, este permanecer en paz, esta posesión de la Caridad es ya dicha de los verdaderos siervos de Dios aquí donde os encontráis y que yo, Ángel del Señor, os la auguro cada vez más perfecta; dicha que allí os aguarda. Vuestra es. Es de quienes, contra todo y contra todos, saben llegar a ser y continuar siendo hijos de Dios.


Gloria al Padre; al Hijo y al Espíritu Santo”.

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miércoles, 2 de enero de 2019

EL QUE COME EL CUERPO Y LA SANGRE DE JESÚS COME DEL FRUTO DEL ÁRBOL DE LA VIDA ETERNA QUE ESTÁ PLANTADO EN EL JARDÍN DEL EDÉN.


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El Don del Temor de Dios


Dios Todopoderoso es el fruto del árbol de la Vida Eterna que estaba plantado en el Jardín del Edén, como el árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Así como la ingestión del fruto árbol ofrecido por la serpiente ha traído a esta Tierra la desgracia y la muerte, la aceptación y la práctica de la Palabra de Dios, que simbólicamente hablando es comer el cuerpo y beber la Sangre de Jesús, nos prepara para devolvernos al estado que tenían Adán y Eva antes del pecado.

Esta Redención de hijos del pecado por culpa de Adán, nos transforma de nuevo en hijos de Dios. El otro día un celebre Obispo predicador dijo que ¡Jesús podía habernos redimido con una sonrisa! este personaje, no tiene ni idea de la extrema gravedad del pecado original, es el heredero de la mentalidad relativista actual. 

Por eso hoy no se llega a comprender como esta ofensa hecha a Dios solo se puede redimir con la única Víctima perfecta en la  Tierra, cargando con todos los pecados de la humanidad pasada, presente y futura, que es la consecuencia del pecado de los progenitores del Género humano ese hombre se llama Jesús.

Dios no puede perdonar un pecado si no hay arrepentimiento y su Justicia exige una compensación proporcional a la culpa, ese pecado hecho por un hombre, tenía que ser perdonado a otro hombre que es Jesús verdadero Dios y verdadero hombre, esa Redención tuvo lugar cuando Jesús estaba en la Cruz, y en el momento preciso en que dijo :"Padre, ¿Por qué me has abandonado?" en ese preciso momento era solo un hombre como nosotros, cargado con todos nuestros pecados, y se obró la Redención ante la rabia y la desesperación de todos los demonios y la alegría indescriptible de todos los Santos del Limbo.

Esa ha sido la derrota de Lucifer que era el ángel más subido, y de una inteligencia excepcional, su soberbia lo volvió ciego y quiso "enmendarle la plana a Dios". Nunca pudo sospechar que el Hijo de Dios le iba a infligir esa tremenda derrota.






DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA 
(18 DE AGOSTO DE 1.943)


Dice Jesús:

"Continuo explicando los pasajes que creo oportunos.
Está dicho: "Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida...". Y tal pensamiento se ha aplicado a Mí.

Sí, soy el árbol de la vida eterna y me doy a vosotros como alimento en la Eucaristía, y mi visión será alimento gozoso de los vencedores en la otra vida. Pero hay otro significado que muchos ignoran, precisamente porque muchos que me comentan no son "vencedores".

¿Quien es vencedor? ¿Qué es necesario para serlo? ¿obras resonantes de heroísmo? No. Entonces serían demasiado pocos los que vencen. Son vencedores los que vencen en sí a la Bestia que quisiera someterles. En verdad entre el martirio atroz, pero breve, ayudado por coeficientes sobrenaturales y naturales, y la lucha secreta, oscura y continua, tiene mayor peso en las balanzas de Dios, o al menos un peso de distinto género, pero precioso, esta última.

No hay mayor tirano que la carne y el Demonio. Y quienes saben vencer la carne y el Demonio y hacer de la carne un espíritu, y del demonio un vencido, son los "vencedores".

Pero para serlo, es necesario haberse entregado totalmente al Amor. Totalmente, quien ama con todas sus fuerzas, no reserva nada para sí mismo, y no reservando para sí mismo no lo hace para la carne ni para el Demonio. Lo da todo a su Dios, y Dios le da todo a su amador.

Le da su Verbo. esto es lo que da de comer al vencedor, ya desde esta Tierra, no podía darle nada mayor. Le da a Mí, Verbo del Padre, para ser alimento del espíritu consagrado al cielo.

Mi Palabra desciende a nutrir las almas que se han dado totalmente a su Dios y Señor. Mi Palabra viene para seros sacerdote y guía a quienes buscáis la guía verdadera, y veis tantas guías débiles para las gentes que perecen sin guía verdadera. Vosotros que habéis entendido la Verdad, sabéis que solo eso es verdadero: Vivir de mi Palabra.

[...] ¿Por qué la misa, por qué la Eucaristía, por qué la confesión, no os santifica como debía de suceder? Porque para vosotros son formalismos, no las hacéis fecundas atendiendo a mi Palabra. Peor aún: sofocáis mi Palabra, que Yo lanzo desde lo alto del Cielo para llamaros e iluminaros, bajo la tibieza, la  hipocresía, la culpa más o menos grave.

No me amáis, eso es todo. Amar no quiere decir hacer de vez en cuando una visita superficial de cortesía mundana. Amar quiere decir vivir con el alma unida, fundida, encendida con un único fuego que alimenta a otra alma. entonces en la fusión, se realiza entonces la comprensión.

No hablo, no ya lejos, desde lo alto de los Cielos, sino que hago morada - y conmigo el Padre y el Espíritu, porque somos una sola cosa - Yo hago morada en el Corazón que me ama y mi Palabra ya no es susurro, sino Voz plena, ya no es aislada, sino continua.

Entonces soy el "Maestro" verdadero. Soy aquel que hace ahora 20 siglos hablaba a las muchedumbres incansablemente y que ahora encuentra su delicia en hablar a sus predilectos que le saben escuchar y de los cuales hago mis canales de Gracia.

¡Cuánta Vida os doy! Vida verdadera, Vida Santa, Vida eterna, Vida gozosa con mi Palabra que es Palabra del Padre y Amor del Espíritu. Si, en verdad, al "vencedor" Yo le doy de comer del fruto del árbol de la Vida. Os lo doy, ya en esta Tierra con mi Doctrina espiritual que vuelvo a traer entre los hombres a fin de que no todos perezcan. Os la doy en la otra Vida  con mi estancia entre vosotros para siempre.

Yo soy la Vida verdadera. Permaneced en Mí, amados míos, y no conoceréis la muerte".




viernes, 28 de diciembre de 2018

LAS CAUSAS DE LA DECADENCIA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN EUROPA




¡Y A VIVIR QUE SON DOS DÍAS! , ¡DEJA QUE SE DERRAME LA GRACIA DE DIOS!
como dice la imagen: Amistad, Pasión, Música y Baile.



La decadencia del Cristianismo en Europa, es sin duda alguna debida a múltiples factores, intentaremos dilucidar los dos más importantes.

Primera causa: el imperio del hedonismo, o la busca desenfrenada de la felicidad material. 

Existe un dicho muy significativo, que define perfectamente la mentalidad de la condición humana, que para un verdadero creyente es una verdadera paradoja, ya que a mayor felicidad, uno se debería acordar más de Dios, para agradecerle los dones recibidos, sin embargo desgraciadamente, ocurre todo lo contrario: más se alcanza la felicidad material, más la gente se olvida de Dios.

Ese dicho popular, refiriéndose a los pescadores que faenan en alta mar, y arriesgan su vida en las tormentas dice: "La religiosidad de esas personas y la de sus familiares, es inversamente proporcional al tonelaje del barco", y también otro dicho: "Solo se acuerda uno de Santa Bárbara cuando truena". 

En el Evangelio podemos leer como de todos los leprosos que Jesús curó y que despidió para que cumplieran con la Ley de Moisés, solo uno, que además era samaritano, se volvió para dar gracias y alabar a Dios, también he leído en "El Evangelio tal como me ha sido revelado" de Mª Valtorta, que después de la multiplicación de los panes y los peces, que alimentaron a unas cinco mil personas, absolutamente nadie se acordó de dar gracias a Dios, solo Jesús se retiró al monte en solitario, para dar gracias a su Padre. 

Después de todas esas breves reflexiones, no hay por qué extrañarse que Dios mande tantas pruebas y sufrimientos, para que la gente no se olvide de sus mandamientos, por eso como así lo afirmó la Santísima Virgen en Fátima, vino la Primera y luego, la Segunda Guerra Mundial, con sus secuelas de muertes, heridos, y mutilados, como lo pude comprobar, cuando llegué a Francia en el año 1.945, con mi madre y dos hermanos mayores, para reunirnos con mi padre, exiliado desde 1.939 por ser oficial de la Armada Republicana, que tuvo que huir de la represión franquista.

Habiéndose terminado la segunda guerra mundial, se veían por todas partes mutilados de guerra, hasta en los asientos de los tranvías tenían lugares reservados que decían: "Reservé aux grands mutilés de guerre".

Y ahora existe tanto terrorismo, que causa una emigración masiva de refugiados, como ocurrió en la última Guerra Mundial, y en la guerra civil española, fue lo que le tocó vivir a mi padre en 1.939, y a 500.000 españoles que pasaron a Francia después del triunfo franquista, ahí estuvo durante 9 meses, tirado con multitud de exiliados en la playa de Argelés, que era un campo de concentración, vigilados por soldados de la colonia francesa de Senegal, mientras eran rescatados los que eran masones, y mientras los políticos republicanos españoles vivían en México, con el sustento de lo que se habían llevado en un barco cargado de oro. 

Segunda causa: el mal ejemplo de gran parte de la Jerarquía, católica sometida al poder político y a la opinión popular mayoritaria: los malos pastores que son los asalariados que dice Jesús en el Evangelio, que descuidan las ovejas cuando ven venir a los lobos.

En el último número de la revista Alba, vemos como el Papa Benedicto - que es el único que ha tenido el valor de destituir a los curas pederastas, y entregarlos a la justicia, al revés de los responsables anteriores que se dedicaban a trasladarlos de Parroquia en Parroquia - ha tenido que poner firmes a toda la retahíla de eclesiásticos -  tanto Sacerdotes como Obispos, que abandonaron la tradición cristiana, fruto de los Evangelios, y de las enseñanzas de los Santos Padres. 

Son los abanderados del progresismo que pregonan y anteponen la opinión de la Sociedad, de sus modas y gustos, a la Ley de Dios y sus mandamientos. Y así, vemos a todo un surtido de normas que estaban deseando: la ordenación de las mujeres, la permisividad sobre las leyes del matrimonio, como el divorcio, el aborto, la libertad sexual, la homosexualidad o el adulterio. 

Hace tiempo, en canal Sur de la Televisión andaluza, asistí a una entrevista al Cardenal de Sevilla D. Carlos Amigo, sobre el cual escribí una carta abierta que se encuentra en mi Blog. 

En esta entrevista, me quedé completamente atónito cuando el prelado dijo que, a pesar de que la clase política era la menos valorada por los españoles, "Tendríamos que mimar a los políticos, sean del color político que sean", y me quedé escandalizado sobre todo cuando me acordé de todas las leyes aprobadas por el gobierno socialista que rige el destino de Andalucía desde la muerte de Franco, hasta ahora después de 38 años, que en estas elecciones de Diciembre de 2.018, va a gobernar la derecha. Leyes que se pueden reducir a lo siguiente:

-la ley del divorcio exprés, verdadero drama para los hijos y para el cónyuge más pobre.

-la ley de la despenalización del aborto, verdadero coladero para toda clase de casos, a pesar de la Ley que decía que era solo para los casos de malformación del feto o de secuelas psíquicas graves para la madre, crimen abominable, que destruye a un ser  al cual la ministra socialista, Bibiana Aído, negaba la condición de "humano", y que en el aborto se desmiembra vivo en las entrañas de su “madre”.

-la ley que autoriza a las menores de edad a abortar sin el permiso de los padres.

-la ley anti-natural de equiparación del matrimonio homosexual con el heterosexual, con el derecho a la adopción. 

-la horrorosa ley de la memoria histórica resucitando la ley de Satán, que es el rencor y el odio, y anulando la ley de Dios que es el amor y el perdón. 

-la propuesta de ley de la eutanasia activa,  que ya está en vigor  en países del norte de Europa, que permite deshacerse de los ancianos y discapacitados que son una carga para la sociedad y para el estado.

-la espantosa ley de la Educación para la Ciudadanía, en donde se enseña a los niños, que además de tener un padre y una madre, también pueden tener dos padres o dos madres. Ley que dice que las relaciones sexuales y la masturbación son completamente normales y aconsejables. 

También me acordé de lo que permitió el antiguo Presidente Socialista-Guerrista de la junta de Extremadura el "bellotero" Sr. Ibarra: una exposición anti-católica con cuadros de Santos en actitudes sexuales escandalosas, acto de suma cobardía, ya que nunca se hubieran atrevido a hacer una cosa semejante contra la religión islámica. 

Pues bien, a pesar de todo esto, el Cardenal "emérito" tuvo la osadía de decir que hay que "mimar" a los políticos, sean del color que sean. Naturalmente el Cardenal disfruta de un sin fin de condecoraciones de la Junta de Andalucía.

He leído, cuando el Cardenal Amigo presentó su dimisión por razones de edad, que se iba a retirar en un monasterio franciscano en Galicia, que lástima que no haya cumplido con su "deseo", ¡Cuanto bien habría hecho a la religión Católica!. Cuando asistió como miembro cardenalicio al conclave para elegir al nuevo Papa Francisco, dijo con aire de seguridad: "¡Qué ilusión si me hubieran nombrado Papa!"¿Qué hubiera sido de la Iglesia Católica?, ¡que desgracia tan grande ha evitado el Espíritu Santo!

Mi alegría es, que en el día del juicio “cuando Dios escudriñe a Jerusalén con lámparas encendidas”, y “cuando tengamos que dar cuenta de toda palabra ocioso que hallamos pronunciado”, como así lo dice San Juan de la Cruz, Dios pedirá cuentas también a su "eminencia reverendísima". 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porqué ellos serán hartos. dijo Jesús en las increpaciones del Sermón de la montaña.




jueves, 27 de diciembre de 2018

LA SOBERBIA RACISTA DE LOS NACIONALISTAS NO TENÍA QUE ESTAR AUTORIZADA POR EL VATICANO PARA LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA CATÓLICA.

SEÑOR OBISPO: LA NACIÓN DE UN CRISTIANO ES EL REINO DE DIOS,
Y SU PARTIDO POLÍTICO ES LA SANTA IGLESIA CATÓLICA



El obispo de Solsona pide votar a favor de la independencia de Cataluña

Mons. Xavier Novell i Gomà, obispo de Solsona (Lérida, España) publica hoy una carta - Por ellos- en la que anima abiertamente a votar a favor de las candidaturas que piden la independencia de Cataluña. Además ordena que las parroquias de su diócesis toquen sus campañas a las 9 de la mañana del día de la votación para anunciar que «ha llegado el día de la libertad».

Estamos asistiendo en España a un incremento del Nacionalismo, que está rozando el fanatismo en lo que se refiere a algunos catalanes y vascos, apoyados, como no, con una parte nada despreciable del clero local. En estas últimas votaciones en Cataluña, un Obispo catalán ordenó tocar todas las campanas de las Iglesias de su Diócesis ¡Para reclamar la libertad para el Pueblo catalán!, falsas elecciones que perdieron los nacionalistas.

Entré en Francia el año 1.945 con mi madre y dos hermanos para reunirnos con nuestro padre, oficial de la armada republicana, exiliado desde el año 1.939. Estudié en un colegio de  HH Maristas sin saber nada de francés, con mi hermano mayor, conozco perfectamente la mentalidad nacionalista y "chauvinista" del nacionalismo, no solo de parte de los alumnos compañeros míos, pero también de parte de ciertos profesores. 

Se trata de un desprecio y de un desprestigio hacia el extranjero, tal que el que no lo ha sentido, nunca puede imaginar lo profundo y lo amargo que es. Mi hermana, nacida en Francia y profesora de Filosofía, me dijo, al ver en su clase como trataban a los españoles: "¡Ahora comprendo lo que tuvieron que padecer mis hermanos!". 

He conocido muy bien a un alumno español, que era intelectualmente un superdotado, con un nivel intelectual muy alto, que lloraba porque los profesores no podían admitir que un español estuviera clasificado por encima de un francés, (En aquella época en una clase, los alumnos se clasificaban según sus notas, con un número del primero al último) he visto a un francés copiar en un examen a un español, porqué no sabía absolutamente nada del tema por no haberlo estudiado, y reírse al ver que el español tenía una nota mucho más baja que la suya. 

Esta mentalidad que llaman nacionalismo, no es otra cosa que la soberbia racista de un País que se cree superior a los demás, de ahí nacieron las guerras, las atrocidades que se dieron, los exterminios de los pueblos y un largo etc, que sería muy largo relatar.

Hace unos años leí un libro sobre la vida de Napoleón, creo recordar que era del celebre historiador francés  André Castelot, que relataba las batallas del Emperador, al llegar a la toma de Moscú, en la guerra contra Rusia, se podía leer que en la tropa francesa compuesta por algunos extranjeros de los Países ocupados por Napoleón, entre los soldados más feroces que pillaron lo que quedaba en la Capital rusa incendiada por sus habitantes, estaban los soldados españoles que se comportaron como bárbaros, matando y violando a las mujeres que habían quedado; los franceses según el historiador tuvieron una conducta ejemplar.

En la primera derrota francesa de todas las batallas de Napoleón, que tuvo lugar en Bailén, cuando me tocó estudiarla en los libros de la escuela, esta derrota apareció como una pequeña trifulca con un grupo reducido de españoles atacando unos pocos soldados franceses, cuando fue una verdadera derrota que hizo huir de Madrid al hermano de Napoleón que era rey de España, con el botín más valioso de Madrid que era el oro y los cuadros más famosos del museo del Prado.

Ningún historiador francés relató que antes de la batalla de Bailén las tropas francesas habían saqueado la ciudad de Córdoba, matando y violando a civiles, entrando en Iglesias para profanarlas, y violar las monjas en sus conventos, y en la derrota de Bailén estaban cargados con ese botín. De la misma manera entraron en Granada en el convento de los Jerónimos, destrozando la tumba del "Gran Capitán" Gonzálo de Córdoba, vencedor de las tropas francesas en Italia del tiempo de los Reyes Católicos, iglesia que tenía guardadas las banderas tomadas a los franceses.
  
Se puede afirmar en cierta manera que Nuestro Señor Jesucristo fue en parte víctima de los Nacionalistas, ya que el Pueblo Judío esperaba un Mesías, que los liberara por la fuerza del invasor romano, y restableciera la supremacía de Israel. Nunca comprendieron, ni aún comprenden que el verdadero enemigo era el pecado y que la liberación era espiritual, y el que tenía sometido al pueblo, no eran los Romanos, pero Satanás.

Y era a él quien había que derrotar para alcanzar el Reino Eterno y verdadero, que es el Reino de Dios, como así lo anunciaron todos los Profetas antes de la venida de Cristo. Y como en el pecado está la penitencia, un País que se fragmente en nacionalismos se transforma en una multitud de reinos de taifas, que por su debilidad, terminan por derrumbarse, como así ocurrió con la ocupación árabe en España.

Está así ocurriendo lo que está relatado en la Biblia con la Torre de Babel, se dividieron los hombres en una multitud de lenguas y de reinos, trayendo las guerras, fruto de las divisiones internas y de la sed de poder, con sus terribles consecuencias, que son la miseria el odio, el sufrimiento y la pobreza.

¿Es imaginable en el País Vasco y en Cataluña dos Naciones más, con su ejército, su marina y su aviación, para protegerse de las incursiones "extranjeras"? porque el nacionalismo es como una droga, que siempre quiere más, Cataluña querrá anexionarse, las Baleares, y todo el levante español, porque hablan un idioma similar al suyo y también parte de Aragón, sin contar el Rosellón francés, la isla de Cerdeña italiana, porque allí una parte de la población habla catalán, eso es lo que ocurrió con Hitler y que fue la causa de la segunda Guerra mundial, lo mismo ocurriría con el País Vasco, que ya quiere Navarra y el País Vasco francés.

La Soberbia, es la reina de todos los pecados, porque incumple el primer mandamiento que es amar Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, es la culpable de todos los males, desde el "No serviré" de Lucifer; el pecado de Adán, y de los males provocados por todos los afanes nacionalistas hasta nuestros días, como está ahora ocurriendo con los refugiados de Siria, en donde se ha aliado el nacionalismo con la religión musulmana, lo que es un fanatismo doble y aún más peligroso.




martes, 25 de diciembre de 2018

cOMENTARIOS SOBRE EL EVANGELIO DEL 25/12/2,018 (Evangelio según San Juan 1,1-18.)


Evangelio según San Juan 1,1-18.


Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. 
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. 
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. 

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. 

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 

Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 

Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre. 





lunes, 24 de diciembre de 2018

SI POR LUCIFER ENTRÓ LA MUERTE EN EL MUNDO CON EVA, POR JESUCRISTO ENTRÓ LA VIDA ETERNA, CON OTRA MUJER, QUE ES LO CONTRARIO DE EVA QUE ES AVE MARÍA


EL TESORO MÁS GRANDE DE DIOS ES LA
ADMIRACIÓN DE LOS ÁNGELES 




HA NACIDO NUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SUPREMO JUEZ, EL QUE TIENE LAS LLAVES DEL CIELO Y DEL HADES, EL QUE DARÁ PREMIO Y CASTIGO A LOS HOMBRES DE TODA CONDICIÓN.


Sublime relato literario y místico de María Valtorta sobre el nacimiento del Hijo de Dios, nunca relatado en la historia de la Cristiandad, con la descripción de la gruta sombría, que se iluminó poco a poco primero por la luz de un rayo de luna, y después por la Luz emanada de María y amplificada por Jesús, Luz del mundo. Luz que transformó la bóveda de la cueva en el techo de plata de un Palacio, los murciélagos aletargados en una magnífica lámpara de ónice, y una salamandra en el collar de esmeralda de una Reina. La paja del pesebre en hilos de plata, el suelo de la gruta en una alfombra con vasos de flores y un aroma celestial.  

Fabuloso discurso de María que explica cómo con sus virtudes de humildad, pobreza y resignación, redimió a la mujer, poniendo bajo sus pies el pecado de Eva que era soberbia, avaricia, lujuria y rebelión, lo que era también poner bajo sus pies a Lucifer vencedor de la mujer, que ahora era vencido por otra mujer: María la Madre de Dios y Madre de la humanidad, la cual ha restituido a la mujer su primera nobleza, que tenía antes del pecado original.


Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta

I/ RELATO DEL NACIMIENTO DE JESÚS

Continúa mi visión del interior de este pobre refugio de piedra en que han encontrado amparo, unidos María y José en la suerte, a unos animales.

El fueguecillo se adormila junto a su guardián. María levanta lentamente la cabeza de su yacija y mira. Ve que José tiene la cabeza reclinada sobre el pecho como si estuviera meditando… será – piensa – que el cansancio ha sobrepujado su buena voluntad de permanecer despierto, y sonríe bondadosa; luego con menos ruido del que puede hacer una mariposa posándose en una rosa, se sienta, para después arrodillarse. Ora con una sonrisa beata en su rostro. Ora con los brazos extendidos casi en cruz, con las palmas hacia arriba y hacia delante… y no parece cansarse en esa posición violenta. Luego se postra con el rostro contra el heno, adentrándose aún más en su oración; y la oración es larga.

José sale bruscamente de su sueño; ve mortecino el fuego y casi oscuro el establo. Echa un puñado de tamujo muy fino. La llama vuelve a chispear. Y va añadiendo ramitas cada vez más gruesas; en efecto, el frío debe de ser punzante, el frío de esa noche invernal, serena, que penetra por todas las partes de esas ruinas. El pobre José, estando como está cerca de la puerta - llamemos así a la abertura a la que hace de cortina su manto -, debe estar congelado. Acerca las manos a la llama, se quita las sandalias, acerca también los pies; así se calienta. Luego, cuando el fuego ha adquirido ya viveza y su luz es segura, se vuelve; no ve nada, ni siquiera la blancura del velo de María  que antes dibujaba una línea clara obre el heno oscuro. Se pone en pie y se acerca despacio a la yacija.

“¿No duermes, María?” pregunta.
Lo pregunta tres veces, hasta que Ella torna en sí y responde: “Estoy orando”.
“¿No necesitas nada?”.
“No, José”
“Trata de dormir un poco, de descansar al menos”.
“Lo intentaré, pero la oración no me cansa”.
“Hasta luego, María”.
“Hasta luego, José”.

María vuelve a su posición de antes. José, para no ceder otra vez al sueño, se pone de rodillas junto al fuego, y ora. Ora con las manos caídas en el rostro; de vez en cuando las separa para alimentar el fuego, y luego vuelve a su ferviente oración. Menos el ruido del crepitar de la leña y el del asno, que de tanto en tanto pega con una pezuña en el suelo, no se oye nada.

Un inicio de Luna se insinúa a través de una grieta de la techumbre, parece un hilo de incorpórea plata que buscase a María. Se alarga a medida que la Luna va elevándose en el cielo y, por fin, la alcanza. Ya está sobre la cabeza de la orante, nimbándosela de candor.

María levanta la cabeza como por una llamada celeste  y se yergue hasta quedar de nuevo de rodillas. ¡Oh, qué hermoso es este momento! Ella levanta la cabeza, que parece resplandecer bajo la luz blanca de la Luna, y una sonrisa no humana la transfigura. ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué siente? Solo Ella podría decir lo que vio, oyó y sintió en la hora fúlgida de su Maternidad. Yo solo veo que en torno a Ella la luz aumente, aumenta, aumenta; parece descender del Cielo, parece provenir de las pobres cosas que están a su alrededor, parece, sobre todo, que proviene de Ella.

Su vestido, azul oscuro, parece ahora de un delicado celeste de miosota; sus manos, su rostro, parecen volverse azulinas, como los de uno que estuviera puesto en el foco de un inmenso zafiro pálido. Este color, que me recuerda, a pesar de ser más tenue, el que veo en las visiones del santo Paraíso, y también el que vi en la visión de la venida de los Magos, se va extendiendo progresivamente sobre las cosas, y las viste, las purifica, las hace espléndidas.

El cuerpo de María despide cada vez más luz, absorbe la de la Luna, parece como si Ella atrajera hacia sí la que le puede venir del Cielo. Ahora es Ella la depositaria de la Luz, la que debe dar esa Luz al mundo. Y esta beatífica, incontenible, inmensurable, eterna, divina Luz que de un momento a otro va a ser dada, se anuncia con un alba, un lucero de la mañana, un oro de átomos de Luz que aumenta, aumenta como una marea, sube, sube como incienso, baja como una riada, se extiende como un velo…

La techumbre, llena de grietas, de telas de araña, de cascotes que sobresalen y están en equilibrio por un milagro de estática, esa techumbre negra, ahumada repelente, parece la bóveda de una sala regia. Los pedruscos son bloques de plata; las grietas, reflejos de ópalo; las telas de araña, preciosísimos baldaquines engastados de plata y diamantes. Un voluminoso lagarto, aletargado entre dos bloques de piedra, parece un collar de esmeraldas olvidado allí por una reina; y un racimo de murciélagos en letargo, una lámpara de ónice de gran valor. Ya no es hierba el heno que pende del pesebre más alto, es una multitud de hilos de plata pura que oscilan temblorosos en el aire con la gracia de una cabellera suelta.

La madera oscura del pesebre de abajo parece un bloque de plata bruñida. Las paredes están recubiertas por un brocado en que el recamo perlino del relieve oculta el candor de las seda. Y el suelo… ¿Qué es ahora el suelo? Es un cristal encendido por una luz blanca; los salientes parecen rosas de luz arrojadas al suelo como obsequio; los hoyos, cálices valiosos de cuyo interior ascenderían aromas y perfumes.

La Luz aumenta cada vez más. El ojo no la resiste. En ella desaparece, como absorbida por una cortina de incandescencia, la Virgen… y emerge la Madre.

Sí. Cuando mi vista de nuevo puede resistir la Luz, veo a María con su Hijo recién nacido en los brazos. Es un Niñito rosado y regordete, que gesticula, con unas manitas del tamaño de un capullo de rosa; que menea sus piececitos, tan pequeños que cabrían en el corazón de una rosa; que emite vagidos con su vocecita trémula, de corderito recién nacido, abriendo una boquita que parece una menuda fresa del bosque, y mostrando una lengüecita temblorosa contra el rosado paladar; que menea su cabecita, tan rubia que parece casi desprovista de cabellos, una cabecita redonda, que su Mamá sostiene en la cavidad de una de sus manos, mirando a su Niño, adorándole, llorando y riendo al mismo tiempo… 

Y se inclina para besarlo, no en la inocente cabeza, sino en el centro del pecho, sobre ese corazoncito que palpita, que palpita por nosotros… en donde un día se abrirá la Herida. Su Mamá se la está curando anticipadamente, con su beso inmaculado.

El buey se ha despertado por el resplandor, se levanta haciendo mucho ruido con las pezuñas, y muge. El asno vuelve la cabeza y rebuzna. Es la Luz la que los saca del sueño, pero me seduce la idea de pensar que hayan querido saludar a su Creador, por ellos mismos y por todos los animales.

Y José, que casi en rapto, estaba orando tan intensamente que era ajeno a cuanto le rodeaba, también torna en sí, y por entre los dedos apretados contra el rostro, ve filtrarse la extraña Luz. Se descubre el rostro, levanta la cabeza, se vuelve. El buey, que está en pié, oculta a María, pero ella llama: “José, ven”.

José acude. Cuando ve, se detiene, como fulminado de reverencia, y está casi para caer de rodillas en ese mismo lugar; pero María insiste: “Ven, José” y, apoyando la mano izquierda en el heno y teniendo con la derecha estrechado contra su corazón al Infante, se alza y se dirige hacia José, quien, por su parte, se mueve azarado por el contraste entre su deseo de ir y el temor a ser irreverente.
Cerca de la cama para el ganado, los dos esposos se encuentran, y se miran llorando con beatitud.

“Ven, que ofrecemos a Jesús al Padre” dice María. José se pone de rodillas. Ella, erguida, entre dos troncos sustentantes, alza a su criatura en sus brazos y dice: “Heme aquí – por Él, ¡Oh Dios!, te digo esto - , heme aquí para hacer tu Voluntad. Y con Él Yo, María, y José, mi Esposo. He aquí a tus Siervos, Señor, para hacer siempre, en todo momento y en todo lo que suceda, Tu voluntad, para gloria tuya y por amor a Ti”.

Luego, María se inclina hacia José y, ofreciéndole el Infante le dice: “Toma, José”.
“¿Yo? ¿A mí? ¡Oh, no! ¡No soy digno!”. José se siente profundamente turbado, anonadado ante la idea de deber tocar a Dios.
Pero María insiste sonriendo: “Bien digno de ello eres tú, y nadie lo es más que tú, y por eso el Altísimo te ha elegido. Toma José, tenlo mientras yo busco su ropita”.

José, rojo como una púrpura, alarga los brazos y toma ese copito de carne que grita de frío; una vez que lo tiene entre sus brazos, no persiste en la intención de mantenerlo separado de sí por respeto, sino que lo estrecha contra su corazón rompiendo a llorar fuertemente: “¡Oh! ¡Señor! ¡Dios mío!”; y se inclina para besar los piececitos. 

Los siente fríos y entonces se sienta en el suelo y le recoge en su regazo, y con su indumento marrón y con las manos, trata de cubrirle, calentarle, defenderlo del frío de la noche. Quisiera acercarse al fuego, pero allí se siente esa corriente de aire que entra por la puerta. Mejor quedarse donde está o, mejor todavía, entre los dos animales, que hacen de escudo al aire y dan calor. Y se pone entre el buey y el asno dando espalda a la puerta, con su cuerpo hacia el Recién Nacido  para hacer de su pecho una hornacina, cuyas paredes laterales son: una cabeza gris, con largas orejas, un hocico grande, blanco, con unos ojos húmedos, buenos y un morro que exhala vapor.

María ha abierto el baúlillo, y ha sacado unos pañales y unas fajas, ha ido al fuego y las ha calentado. Ahora se acerca a José y envuelve al Niño en esos pañales calentitos, y con un velo, le cubre la cabeza. “¿Dónde le ponemos ahora?”, pregunta.

José mira a su alrededor, piensa… “Mira – dice - , corremos un poco más para acá los dos animales y la paja, y bajamos ese heno de allí arriba, y le ponemos a Él allí dentro. La madera del borde le resguardará del aire, el heno será su almohada, el buey con su aliento le calentará un poquito. Mejor el buey. Es más paciente y tranquilo”. Y se pone manos a la obra, mientras María acuna al Niño estrechándolo contra su corazón, con su carrillo sobre la cabecita para darle calor.

José reaviva el fuego, sin ahorrar leña, para hacer una buena hoguera, y se pone a calentar el heno, de forma que, según lo va secando, para que no se enfríe, se lo va metiendo en el pecho; luego, cuando ya tiene suficiente para un colchoncito para el Infante, va al pesebre y lo dispone como una cunita. “Ya está” dice. “Ahora sería necesario una manta, porque el heno pica; y además para taparle…”.

“Coge mi manto” dice María.
“Vas a tener frío”.
“¡Oh, no tiene importancia! La manta es demasiado áspera; el manto, sin embargo, es suave y caliente. Yo no tengo frío en absoluto. ¡Lo importante es que Él  no sufra más!”.

José coge el amplio manto de suave lana azul oscura y lo dispone doblado encima de la paja, y deja un borde colgando fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador está preparado.

Su Madre, con dulce paso ondeante, le lleva al pesebre, en él le coloca, y le tapa con la parte del manto que había quedado fuera y con ella arropa también la cabecita desnuda, que se hunde en el heno, protegida apenas por el fino velo de María. Queda solo destapada la carita, del tamaño de un puño de hombre, y los Dos, inclinados hacia el pesebre le miran con beatitud mientras duerme su primer sueño; en efecto, el calorcito de los paños y de la paja le ha calmado el llanto y le ha hecho conciliar el sueño al dulce Jesús.

II/ MARÍA EXPLICA COMO REDIMIÓ A LA MUJER QUE HABÍA SIDO DERROTADA POR LUCIFER.

Ningún gran orador, ningún Doctor de la Iglesia había sido capaz de explicar de una manera tan contundente, como La Santísima Virgen María ha logrado redimir a Eva, como madre material de la Humanidad, logrando ser Madre Espiritual del Género humano, y derrotando a Lucifer, haciéndose digna de traer a la Tierra el Hombre-Dios, siendo por eso Madre de Dios, hecho que nunca podrán comprender las multitudes de sectas protestantes, que como los antiguos Fariseos se creen elegidos por Dios para reformar a la santa Iglesia Católica fundada por Cristo.

“Te había prometido que Él vendrá a traerte su paz. ¿Te acuerdas de la paz que tenías durante los días de Navidad, cuando me veías con mi Niño? Entonces era tu tiempo de paz, ahora es tu tiempo de sufrimiento. Pera ya sabes que es en el sufrimiento donde se conquista la paz y toda la gracia para nosotros y para el prójimo. Jesús-Hombre tornó a ser Jesús-Dios después del tremendo sufrimiento de la Pasión; tornó a ser Paz, Paz en el Cielo del que había venido y desde el cual, ahora, derrama su Paz sobre aquellos que en el mundo le aman. Más durante las horas de la Pasión, Él, Paz del mundo, fue privado de esta paz. No habría sufrido si la hubiera tenido, y debía sufrir plenamente.

Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, más se trataba solo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porqué el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerle estéril en sus raíces.

Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo.

Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respeto a Dios; ésta  deben tributársela al Altísimo todas las Criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme de manera alguna? Incluso José que era justo, me había acusado en su corazón. Los demás, que no eran justos, habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras, había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad.

Y estas fueron sólo las primeras de las infinitas humillaciones que mi vida de Madre de Jesús  y del género humano me procuraron. Humillaciones de Pobreza; la humillación de quien debe abandonar su tierra; humillaciones a causa de las reprensiones de los familiares y de las amistades que, desconociendo la verdad, juzgaban débil mi forma de ser Madre respeto a mi Jesús, cuando empezaba a ser ya un Hombre; humillaciones durante los tres años de su Ministerio; crueles humillaciones en el momento del Calvario; humillaciones hasta en el tener que reconocer que no tenía con qué comprar ni sitio ni perfumes para enterrar a mi Hijo.

Vencí la avaricia de los Progenitores renunciando con antelación a mi hijo.

Una madre no renuncia nunca a su hijo, si no se ve obligada a ello. Ya sea la Patria, o el amor de una esposa, o el mismo Dios quienes piden al hijo a su corazón, ella se resiste a la separación. Es natural que sea así. El hijo crece dentro de nosotros, y el vínculo de su persona con la nuestra jamás queda completamente roto. A pesar de que el conducto del vital ombligo haya sido cortado, siempre permanece un nervio que nace en el corazón de la madre (un nervio espiritual, más vivo y sensible que un nervio físico) y arraiga en el corazón del hijo, y que siente como si le estiraran hasta el límite de lo soportable, si el amor de Dios o de una criatura, o las exigencias de la Patria alejan al hijo de la madre; y que se rompe, lacerando el corazón, si la muerte arranca el hijo a su madre.

Yo renuncié desde el momento que lo tuve, a mi Hijo. A Dios se lo dí, a vosotros os lo dí. Me despojé del Fruto de mi vientre para dar reparación al hurto de Eva del fruto de Dios.

Vencí la glotonería, tanto del saber como del gozar, aceptando saber únicamente lo que Dios quería que supiera, sin preguntarme a mí misma, sin preguntarle a Él, más de cuanto se me dijera.

Creí sin indagar. Vencí la gula del gustar porqué me negué todo deleite del sentido. Mi carne la puse debajo de las plantas de mis pies. Puse la carne, instrumento de Satanás, y con ella el mismísimo Satanás, bajo mi calcañar para hacerme así un escalón para acercarme al Cielo. ¡El Cielo!... Mi meta. Donde estaba Dios. Mi única hambre. Hambre que no es gula sino necesidad bendecida por Dios, por este Dios que quiere que sintamos apetito de Él.

Vencí la lujuria, que es la gula llevada a la exacerbación.

En efecto, todo vicio no refrenado conduce a un vicio mayor. Y la gula de Eva, ya de por sí, digna de condena, la condujo a la lujuria; efectivamente, no le bastó ya el satisfacerse sola sino que quiso portar su delito a una refinada intensidad; así conoció la lujuria y se hizo maestra de ella para su compañero. Yo invertí los términos y, en vez de descender, siempre subí; en vez de hacer bajar, atraí siempre hacia arriba; y de mi compañero, que era un hombre honesto, hice un ángel.

Es ese momento en que poseía a Dios, y con Él sus riquezas infinitas, me apresuré a despojarme de todo ello, diciendo: “Que por Él se haga tu voluntad y que Él la haga”. Casto es aquel que controla no sólo su carne, sino también los afectos y los pensamientos. Yo tenía que ser la Casta para anular a la impudicia de la carne, del corazón y de la mente. Me mantuve comedida sin decir ni siquiera de mi Hijo, que en la Tierra era sólo Mío, como en el Cielo era solo de Dios: “Es Mío y para Mí lo quiero”.

Y a pesar de todo no era suficiente  para que la mujer pudiera poseer la Paz  que Eva había perdido. Esa Paz os la procuré al pié de la Cruz, viendo morir a Aquel que tú has visto nacer. Y, cuando me sentí arrancar las entrañas ante el grito de mi hijo, quedé vacía de toda feminidad de connotación humana: ya no carne, sino Ángel. María la virgen desposada con el Espíritu, murió en ese momento; quedó la Madre de la Gracia, la que os generó la Gracia desde su tormento y os la dio. La hembra, a la que había vuelto a consagrar mujer la noche de Navidad, a los pies de la Cruz conquistó los medios para venir a ser Criatura del Cielo.

Esto hice Yo por vosotras, negándome toda satisfacción, incluso las satisfacciones santas. De vosotras, reducidas por Eva a hembras no superioras a las compañeras de los animales, he hecho – basta con que lo queráis – las santas de Dios. Por vosotras subí y, como a José os elevé. La roca del Calvario es mi Monte de los Olivos. Ese fue mi impulso para llevar al Cielo, santificada de nuevo, el alma de la mujer, junto con mi carne, glorificada por haber llevado al Verbo de Dios y anulado en Mí hasta el último vestigio de Eva, la última raíz de aquel árbol de las cuatro ramas venenosas, aquel árbol que tenía hincada su raíz en el sentido y que había arrastrado a la humanidad a la caída, y que hasta el final de los siglos y hasta la última mujer os morderá las entrañas. 

Desde allí, donde ahora resplandezco, envuelta en el rayo del Amor, os llamo y os indico cual es la Medicina para venceros a vosotras mismas: La Gracia de mi Señor y la Sangre de mi Hijo. 

Y tú, voz Mía, haz descansar a tu alma con la Luz de esta alborada de Jesús para tener fuerza en las futuras crucifixiones que no te van a ser evitadas, porque te queremos aquí, y aquí se viene a través del dolor; porque te queremos aquí, y más alto se viene cuanto mayor ha sido la pena sobrellevada para obtener Gracia para el mundo.

Ve en Paz, Yo estoy contigo”.




domingo, 23 de diciembre de 2018

MARÍA ES EL ÁRBOL DE LA VIDA ETERNA CUYO FRUTO ES JESÚS, PLANTADO EN EL JARDÍN DEL EDÉN, Y TRASPLANTADO AL MUNDO EN QUE VIVIMOS.

María es el Árbol de la Vida Eterna 


En este relato queda demostrado de una manera clara, como gracias a María, que es el árbol de la Vida del Edén, los hombres que libremente comen de su fruto, que es Jesús, el fruto de su Vientre, recobran la Vida Eterna, y gracias a la purificación del fuego de los Querubines que guardan las puertas del Edén, que es el renacimiento espiritual del alma, que solo se produce abrazando la Doctrina de Jesús, y tomando su Cruz, logrando así anular los efectos del veneno de Lucifer, inoculado por el fruto del conocimiento del Bien y del mal, inherentes a la naturaleza humana, y pueden así transformarse en hijos de Dios, recobrando la inocencia perdida, para así lograr entrar en el Reino del Cielo.




Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta
(8 de Marzo de 1.944)


Dice la Virgen María:


Yo recorrí en sentido inverso el camino de los dos pecadores, ObedecíObedecí en todos los modos. Dios me había pedido ser virgen, Obedecí. Habiendo amado la virginidad, que me hacía pura como la primera de las mujeres antes de conocer a Satanás, Dios me pidió ser esposa. Obedecí, llevando el matrimonio a la pureza que tuvo, a ese grado de pureza que Dios tenía en su pensamiento cuando creó a los dos Primeros. 

Convencida de mi destino de soledad en el matrimonio y de desprecio del prójimo por mi esterilidad santa, ahora Dios me pedía ser Madre. Obedecí. Creí que ello era posible y que esa palabra venía de Dios, porque la Paz iba entrando en Mí al oírla. No pensé: "Lo he merecido". No me dije a mí misma: "Ahora el mundo me admirará, porque soy semejante a Dios dando ser a la carne de Dios". No. Me anonadé en la humildad.



La alegría brotó de mi corazón como un tallo de rosa florecida. Pero enseguida se adornó de punzantes espinas y quedó abrazada por la maraña del dolor, como esas ramas envueltas en campanillas de enredadera. El dolor del dolor de mi esposo, esa era la angustia dentro de mi gozo. El dolor del dolor de mi Hijo: estas eran las espinas de mi gozo.


Eva quiso el disfrute, el triunfo, la libertad: Yo acepté el dolor, el anonadamiento, la esclavitud. Renuncié a mi vida tranquila, a la estima de mi esposo, a la propia libertad. No me quedé con nada. Me hice la esclava de Dios en la Carne, en la parte moral, en la parte espiritual, confiándome a Él, no solo respeto a la Concepción virginal, sino también en la defensa de mi honor, a la consolación de mi esposo, al medio con que conducirle también a él a la sublimación del matrimonio, de manera que los dos fuéramos quienes devolvieran al hombre y a la mujer la dignidad perdida.

Abracé la Voluntad del Señor por mí, por mi esposo, por mi Hijo. Dije "Sí" a los tres, segura como estaba de que Dios no faltaría a su promesa de socorrerme en mi dolor de Esposa que se ve juzgada culpable, en mi dolor de Madre que ve que engendra para entregar a su Hijo al dolor.

"Sí" dije. , y basta. Ese "sí" ha anulado el "no", que Eva opuso al mandato divino. "Sí, Señor, como Tu quieras. Conoceré lo que Tú quieras. Viviré como Tú quieras. Estaré gozosa si Tú lo quieres. Sufriré por lo que Tú quieras. , siempre , mi Señor, desde el momento en que tu rayo me hizo Madre hasta el momento que me llamaste a Ti. , siempre sí. Todas las voces de la carne, todas las pasiones de lo moral, bajo el peso de este sí mío perpetuo. 

Y encima, como encima de un pedestal de diamante, mi espíritu, al cual le faltan las alas para volar a Ti, pero es Señor de todo el yo, domado y siervo tuyo, siervo en la alegría, siervo en el dolor. ¡Sonríe, oh Dios! ¡Alégrate! La culpa ha sido vencida, cancelada, destruida; yace bajo mi talón, ha sido lavada en mi llanto, destruida por mi obediencia. De mi seno nacerá el Árbol nuevo que dará el Fruto que conocerá todo el Mal por haberlo padecido en sí, y dará todo el Bien. A este, sí podrán acercarse los hombres, y yo me sentiré feliz de que cojan de él, aunque no piensen que de Mí nace. Con tal de que el hombre se salve y Dios sea amado, hágase de su esclava lo mismo que de la base de terreno en que un árbol crece: escalón para subir.

María (Valtorta), hay que saber ser siempre escalón para que los demás suban a Dios. Si nos pisan, no importa, con tal de que logren ir a la Cruz. Es el nuevo árbol que posee el fruto del conocimiento del Bien y del Mal, porque le dice al hombre lo que está mal y lo que está bien, para que sepa elegir y vivir; y sabe, al mismo tiempo, hacer de sí elixir para curar a los que se han intoxicado con el mal que quisieron gustar. Nuestro corazón bajo el pié de los hombres, con tal de que el número de los redimidos crezca y que la Sangre de mi Jesús no sea derramada sin fruto.

Este es el destino de las esclavas de Dios. Mas luego mereceremos recibir en nuestro seno la Hostia Santa y, a los pies de la Cruz, embebida en su sangre y en nuestro llanto decir: "He aquí, oh Padre, la Hostia inmaculada que te ofrecemos  para la salud del mundo. Míranos, oh Padre, fundidas con Ella y por sus méritos infinitos danos tu bendición.
Y yo te doy una caricia. Descansa, hija. El Señor está contigo".


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Terribles y verdaderas palabras de Jesús, que reflejan perfectamente el mundo en que vivimos, en donde todo gira alrededor de la sexualidad, que es lo más importante para la multitud que dice: "A disfrutar que son dos días"; a través de horribles leyes satánicas se ensalzan y permiten el Aborto, la homosexualidad, la píldora abortiva  "del día después", el divorcio exprés, que hoy día todo el mundo encuentra normal, y anormal, anticuado o propio de la Edad Media, las opiniones contrarias a esa mentalidad.

Así un Cardenal emérito catalán el Cardenal Sistach, después del nombramiento del Papa Francisco, lo único que le importó decir es "¡A ver cuando el Papa va a hablar del preservativo!".




Dice Jesús:

"Las palabras de mi Madre deberían disolver cualquier vacilación de pensamiento, incluso en los más atrapados por las fórmulas.
Había dicho: "metafórico árbol"; ahora diré: "Simbólico árbol". Quizás así entenderéis mejor. Su símbolo es claro: de como los dos hijos de Dios actuasen respeto a él, se comprendería la medida de su tendencia al Bien y al Mal. Cual agua regia que prueba el oro, cual balanza del orfebre que pesa los quilates del oro, ese árbol que vino a ser una "misión" a causa del mandato divino respeto a él, dio la medida de la pureza del metal de Adán y Eva.
Llega a mis oídos vuestra objeción: "¿No fue excesiva la condena y pueril el medio que condujo a ella?".

No lo fue. Una desobediencia actualmente en vosotros, que sois sus herederos, es menos grave de lo que fue en ellos. Vosotros estáis redimidos por Mí, pero el veneno de Satanás, como ciertos morbos que no desaparecen nunca totalmente de la sangre, está siempre lista para reanimarse. Ellos, los dos progenitores, eran poseedores de la Gracia sin haber tenido nunca el más mínimo contacto con la desgracia. Por tanto, eran más fuertes, estaban más respaldados por esa Gracia que generaba inocencia y amor. Infinito era el don que Dios les había dado; mucho más grave, por tanto, su caída poseyendo ese don.

También el fruto ofrecido y comido, era simbólico. Era el fruto de una experiencia voluntariamente llevada a cabo por instigación satánica contra el imperativo de Dios. Y no les había prohibido a los hombres el amor. Quería únicamente que se amaran sin malicia; de la misma forma que Yo les amaba con mi santidad, ellos habrían de amarse en santidad de afectos, de afectos libres de toda libídine.

No se debe olvidar que la Gracia es foco de Luz y, que quien la posee conoce aquello que es útil y bueno conocer. La llena de Gracia conoció todo, porque la Sabiduría la instruía (La Sabiduría que es Gracia), y supo guiarse a sí misma santamente. Eva conocía por tanto, aquello que le era bueno conocer, no más de eso. Porque es inútil conocer lo que no es bueno. No tuvo fe en las palabras de Dios y no fue fiel a su promesa de obediencia. 

Prestó fe a Satanás, infringió la promesa, quiso conocer lo no bueno, lo amó sin remordimiento, transformó en cosa corrompida, envilecida, ese amor que Yo había otorgado tan santo. 

Ángel caído se revolcó en barro y paja, mientras que podría haber corrido dichosa entre las flores del Paraíso Terrenal y ver florecer a su alrededor la prole, de la misma forma que un árbol se cubre de flores sin combar su copa y meterla en el pantano.

No seáis como esos hijos estúpidos de que hablo en el Evangelio, los cuales oían cantar y se tapaban los oídos, oían tocar y no bailaban, oían llorar y querían reír. No seáis mezquinos y negadores. Aceptad la Luz, aceptadla sin malicia, sin testarudez, sin ironía o incredulidad. Y ya basta sobre esto.

Para que entendáis cuanto debéis sentiros agradecidos a Aquel que murió para levantaros y orientaros de nuevo al Cielo y para vencer la concupiscencia de Satanás, he querido hablaros, en este tiempo de preparación a la Pascua, de este primer eslabón de la cadena con que el Verbo del Padre, el Cordero Divino, fue llevado a la muerte, al matadero. 

Os he querido hablar de ello porque al presente el noventa por ciento de vosotros está, como Eva, intoxicado por el hálito y la palabra de Lucifer, y no vivís para amaros, sino para saciaros de sensualidad, no vivís para el Cielo sino para el barro; ya no sois criaturas dotadas de alma y razón, sino perros sin alma y sin razón. Habéis matado el alma, habéis depravado la razón. 
En verdad os digo que las bestias, en sus amores, son más honestas que vosotros".