El Sacerdote tiene que predicar la palabra de Dios y a su divina Gracia, como un espejo, pero ¡ay si ese espejo está empañado por la falta de fe en lo que predica y su mal ejemplo! y ya no puede reflejar a Dios sino la imagen del mundo regido por Satanás y sus siniestros ministros.
CONTRA EL VIRUS DEL PROGRESISMO QUE QUIERE CAMBIAR LA DOCTRINA TRADICIONAL DE LA
SANTA IGLESIA CATÓLICA
SANTA IGLESIA CATÓLICA
(8 de Noviembre de 1.994)
En la época en que pertenecía a la
Adoración nocturna, en Ganada, apareció en esta Asociación, un jóven Sacerdote nuevo, abanderado
de la teología que predicaba ya (hace 18 años) el “dios caramelo”, de una
manera tan intransigente, que llegó a decir en el sermón de la misa que mis ideas eran de una
consistencia “granítica”; fui a comulgar temeroso que no me diera la Sagrada Eucaristía. Anteriormente, a mi afirmación de que no compartía sus ideas,
pero que las respetaba, me contestó que “ él no respetaba las mías” (Sic)
Estimado Padre (...)
He dudado mucho en remitirle este
escrito. Después de consultarlo con un Sacerdote de reconocida espiritualidad el Padre Peinado cura de la Iglesia del Albaicín en Granada, y
con una comunidad de Religiosas carmelitas contemplativas, las cuales me han aconsejado de
remitirle este escrito, me he decidido a hacerlo.
Con la esperanza de que este le
sea de algún provecho, lo cual veo muy difícil, pero no imposible sobre todo a
largo plazo y teniendo cuenta de que la Verdad es poderosa y penetrante, ya que
es palabra de Jesús, me he movido a dirigirme a Ud.
Jesús en algunas ocasiones nos invita a emitir un juicio de valores sobre el comportamiento de algunas personas: “A sus frutos los reconoceréis” (Mt. 7- 16). Él mismo nos dio sobrado ejemplo con sus juicios severos a los Fariseos, a los doctores y a los letrados que pretendían enseñar al pueblo de Israel con su propia doctrina, por motivos de orgullo, buscando únicamente su gloria y no la gloria de Dios.
Es seguro que
dichos falsos pastores tenían siempre por costumbre emitir doctrina parcialmente
adulterada por ser la doctrina que más gustaba al pueblo en un momento
determinado de la historia y querían aparecer como precursores de lo que era
una moda pasajera y que en ese momento fascinaba a la gente.
“Dejando de
lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición humana” (Mc 7-8).
Hace unos cuarenta años, casi todo
el pueblo, incluso muchos de los no creyentes, estaban obsesionados por los
pecados que hacían referencia al noveno mandamiento, y por eso, era el tema
favorito de los predicadores de nuestra Religión, y se complacían en calificar
de pecados gravísimos contra Dios lo que simplemente era una forma de vestir,
un mero pensamiento, o una mirada y no tenían ningún reparo en amenazar con las
penas del infierno a los transgresores
de sus leyes y los que no estaban de acuerdo con esa doctrina, se les
trataba con odio y desprecio, e incluso se pedía para ellos el anatema o la
excomunión.
Hace siglos, la Santa
Inquisición, a pesar de lo que nos quieren hacer creer los eternos enemigos de
la Iglesia, no era mas que el reflejo de la mentalidad del pueblo, que veía
completamente normal que a un renegado se le torturara y hasta se le quemara
vivo, ya que eso era bueno para su alma, para así evitarle los eternos
suplicios del infierno. Era frecuente, en las procesiones de los Sambenitos que
la gente exaltada prendiera fuego a las barbas de los condenados. Naturalmente,
los doctores y los letrados de esa época, buscando su propia gloria y no la
Gloria de Dios, eran los líderes de esa corriente.
Esto lo acredita muy bien Daniel Rops en su “Histoire de l´Église”.
De sobra sabemos las consecuencias que tuvo este proceder para la Iglesia Católica
en España, con la famosa “Leyenda negra”, a pesar de que las condenas en la
hoguera fueron mucho menores que las del sanguinario Enrique VIII, y de su
déspota hija Isabel II de Inglaterra, en su lucha contra los católicos.
En la época actual, con las
nuevas modas, todo ha cambiado: lo del pecado contra el noveno mandamiento ha
desaparecido, la Inquisición fue una barbarie inexplicable e intolerable, fruto
de una época oscurantista y todo se quiere atribuir a un grupo reducido de seguidores
de Torquemada, mandados por la Iglesia, que tenían atemorizados al sano pueblo
de Dios.
Han surgido nuevos líderes y nuevos
pastores, en los cuales me permito incluirle a Ud. Ya nada es pecado, el Dios
que antes mandaba al Infierno, ya aparece como un dios asomado detrás de una
nube blanca, con una calva pronunciada, una voluminosa barba blanca con aspecto
bonachón, una sonrisa beata en su cara, y los brazos abiertos.
Ese dios es el ídolo de nuestra
época, el dios de la moda, fruto de la mentalidad actual de la Sociedad que
hace y deshace dioses a su medida, para la cual, como ya lo había advertido el
gran Papa Pío XII, ha desaparecido por completo el sentido del pecado. Ud. mi
querido amigo, ha querido liderar esa corriente para ser el gran teólogo que es punto de referencia de las masas que
Ud. quiere adoctrinar para su vanagloria.
Para argumentar esa falsedad, y
para ser el centro de atención y de admiración de todo el mundo, no ha tenido
ningún reparo en cambiar lo inamovible: Las Escrituras y la tradición de los
Santos Padres: El Infierno ya no existe: ¿Cómo un Dios Padre puede mandar allí
a sus hijos, si ya no hay pecado, si todos los crímenes, las violaciones
incluso a las criaturas inocentes, como es el caso de pederastia son fruto de una infancia
desgraciada, de una incomprensión y de una falta de amor de la Sociedad hacia
esos pobres individuos.
Otra cosa: Ud. ni tiene reparo en
argumentar insensateces para querer aparecer como un gran místico a los ojos de
los hombres (Otra cosa que está de moda y gusta a la gente): Así a la objeción
que le he hecho, citándole la Palabra indestructible de Jesús: “Si tu ojo o tu
brazo es objeto de escándalo para ti, arráncate el ojo o el brazo: más te vale
entrar en el reino de Dios sin un ojo o sin un brazo que ser arrojado todo
entero en el Infierno” (Mt 5, 29-30; Mc. 9, 43-47).
A esa objeción tan clara e
irrefutable Ud. me contesta: “¡¡¡Por amor, por amor hay que arrancarse el ojo o
el brazo!!!”.
Cuando le dije que el Santo Cura
de Ars, Patrón de todos los Sacerdotes del mundo, se pasaba muchas noches llorando
delante del Santísimo, para que ninguno de los feligreses que Dios le había
encomendado, se condenase, Ud. argumenta que ya que si existe el infierno,
tendría que estar vacío por la gran Misericordia de Dios (Lo que equivale a
decir que no existe), el Santo Cura de Ars ¡Lloraba por amor! Hay pues que creer que el
Santo se pasaba la noche llorando por nada, o que había perdido el Juicio. O lo
más probable: Ud. cree que la gente no tiene sentido común, o que sus
detractores son todos unos idiotas.
¿Qué tiene que argumentar a las
palabras que Jesús pronunciará el día del Juicio: “Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no
me disteis de comer…” ? (Mt 25, 41-46).
Con toda seguridad, Ud.
contestaría la misma insensatez:
¡¡El suplicio eterno lo preparó Dios con espíritu de “encendido” amor
hacia sus hijos!!
Ud. mi querido amigo, tiene todas
las características de un buen Inquisidor, en la Edad Media, le habría hecho
sombra al mismísimo Torquemada, o hace 50 años habría encajado en un púlpito
clamando contra la inmoralidad y amenazando con el Infierno a los
transgresores.
Me permito también relatarle lo
ocurrido en cierta Parroquia francesa: Unos jóvenes curas llenos de “Celo
ecuménico” hacia nuestros hermanos Protestantes separados (Celo que Ud. dijo
que, afortunadamente hoy día se había conseguido gracias al espíritu de
renovación carismática que había surgido en la Iglesia), no tuvieron ningún
reparo en hacerle la vida imposible al anciano Párroco, solo porqué quería
conservar sus tradiciones y seguir diciendo la misa en latín, y le obligaron a
marcharse con tristeza de su amada Parroquia.
Otra anécdota no menos elocuente:
Cierto Sacerdote muy abierto al amor al prójimo y olvidando la recomendación de
Jesús: “Os mando como corderos en medio de los lobos: Ser sencillos como
palomas, pero prudentes como serpientes” (Mt 10,16), o bien: “No tiréis
vuestras perlas a los cerdos, porque las pisotearán y se revolverán contra
vosotros” (Mt 7,6), también con toda seguridad, para querer aparecer como un
paladín de la moda, recomienda encarecidamente a una familia Católica de acoger
en su seno a un reo que había redimido su pena en la cárcel, por ser un gran
acto de caridad. El resultado fue el siguiente: El huésped violó a la hija y
mató a la madre que se quiso interponer.
Querido amigo: si yo, como Ingeniero
de Caminos; Canales y Puertos, calculo un puente, pero me equivoco en el
análisis de estabilidad de sus elementos constructivos como son la cimentación,
los estribos, la pilas o el tablero, y prescindiendo de las normas
constructivas, ocurre una desgracia, la Sociedad por medio de los Tribunales me
exigirá responsabilidades y me hará pagar los daños.
Igualmente, Ud. es responsable
como Sacerdote de lo que dice, y tiene que conocer su oficio y aplicar las
normas de la Iglesia Católica a la cual pertenece, como yo tengo que hacerlo al
practicar mi oficio, sobre todo sabiendo que se trata de un asunto tan grave
como el de la Salvación eterna de las almas, por eso Dios le pedirá cuentas de
toda la doctrina que, con tanto empeño predica para aparecer como un gran
Teólogo y Místico a los ojos de la gente, que es lo único que parece
importarle.
Le recuerdo que cuando le dije
que yo no estaba de acuerdo con sus opiniones pero que las respetaba, ¡¡Ud.
llegó a decirme que Ud. no respetaba las mías!!
“La lámpara de tu cuerpo es el
ojo, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso, pero si tu ojo está
malo, todo tu cuerpo estará a oscuras, y si la luz que hay en ti es tinieblas,
¡Que oscuridad habrá!” (Mt 6, 22-23)
Traducción: Lo que guía tu manera de ser es tu manera de ver las cosas:
si esa manera de ver es correcta, toda tu conducta será recta, en caso
contrario, toda tu conducta será torcida, y si tu no logras acertar, ¡En que
errores caerás!
Por fin, déjeme hacer un breve
comentario acerca de la tan actual y tan cacareada recomendación de los
“modernos teólogos” que Ud. ha recogido y abanderado: “La Evangelización de los
indígenas ha de hacerse integrándose en esa Sociedad y Cultura”.
Y me pregunto: ¿Qué significado
tiene esa afirmación, quiere acaso eso decir que el Misionero en la Sociedad
que nos ha tocado vivir tiene que adaptarse a la Sociedad de consumo, acaso
dirá que hay que mirar las famosas “señales de los tiempos” y por consiguiente,
aparcar la Cruz, abrazar el materialismo y entregarse a todos los vicios, dando rienda suelta a todos
nuestros apetitos, como así lo pregona esa Cultura?
Seguramente estará plenamente
convencido de que “¡¡China se ha perdido al Cristianismo porque los Misioneros
no iban ataviados con kimonos, como así lo afirman ciertos teólogos modernos!!
Querido amigo: Recapacite Ud. y
haga prueba de alguna humildad y de sentido común, no tenga una visión tan
miope de los acontecimientos: Las modas de ayer, mañana parecerán y serán
absurdas y ridículas, más bien siga y predique una doctrina sana, independiente
de las modas cambiantes de los hombres y en acorde con la Doctrina tradicional
de la Iglesia que sin duda alguna es la única verdadera, ya que como lo dice
San Pablo “Las cosas del mundo, cuanto más subidas, más absurdas son a los ojos
de Dios, y al revés las cosas de Dios, cuando más subidas, mas absurdas son a
los ojos del mundo (I Cor 1, 20-25).
Una última observación: como
muchísima gente, por no querer estar sujeto a la Doctrina Tradicional de la
Iglesia, Ud. se ha dejado engañar por Satán, como así lo afirma S. Juan de la
Cruz, que dijo:
“Si no te sometes a la Santa Obediencia, aunque más te parezca que
aciertas, no dejarás de estar engañada por el demonio”
El cual ha conseguido sus logros
más valiosos: La desaparición del sentido del pecado en el mundo, y lograr
fabricar un dios a medida de esa idea: El dios de la barba blanca, que todo lo
perdona, incluso a los que no se arrepienten, un dios que como consecuencia a
todo ello es incapaz de mandar nadie al Infierno, sencillamente porque no
existe.
Con su mentalidad ha contribuido
a ese triunfo, propagando con insistencia y gran intransigencia esa falsa
doctrina, con una postura de gran desprecio hacia los que no comparten sus
ideas, lo que denota la presencia de Satán, llegando a decir desde el púlpito
que mis ideas son de una consistencia “granítica”.
Por eso, ha contribuido sin
saberlo quizás, pero con entera responsabilidad al clima de relajación que
impera en la Sociedad actual, y lo que es más grave: Ud. es cómplice de la
muerte de Dios en esa Sociedad, la muerte del Dios verdadero, el de los grandes
Santos y Místicos y el de los Mártires que han derramado su sangre por la Fe.
En contrapartida, Ud. ha creado
un nuevo dios, un ídolo hecho a medida de esta Sociedad que nos ha tocado
vivir, y se ha convertido sin saberlo en un auténtico Testigo de Jehová, secta
que comparte plenamente casi todas las ideas tan absurdas que predica de una
manera tan inexorable.
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Nota: A este escrito, el Sacerdote aludido me contestó con una
tarjeta de felicitación de Navidad, me dijo de olvidar el asunto y de
reconciliarnos, y que él no era depositario de la Verdad.
Le contesté agradeciéndoselo, y
que estaba reconciliado, reconociendo que ni él ni yo somos depositarios de la
Verdad, pero que si lo es la Santa Iglesia Católica, en virtud de la Promesa
del Hijo de Dios, y que además se apoya en la Doctrina Tradicional de los
Santos Padres y por la Tradición.
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