Mensaje muy acorde con la mentalidad de muchos modernos maestros espirituales: Los abanderados del relativismo, y del quietismo: los Queirubines y los Massiánicos, los Hans Küng, y tantos teólogos que quieren a toda costa que la Iglesia se adapte al mundo en que vivimos, cuando es el mundo que se tiene que adaptar a Dios, teólogos que han sido mordidos por la serpiente infernal que les ha inoculado el veneno.
Veneno que en los cuerpos de las víctimas, actúa sobre el sistema nervioso, paralizando sus funciones vitales, ya que no se puede respirar y se muere por asfixia. De la misma manera, paralizan el alma y la anestesian, anulando el santo Temor de Dios, y transformándola en un alma soberbia y quietista, predicando una doctrina de relajamiento y de falta absoluta de pecado y de ofensa a Dios, anulando así las funciones vitales de la misma.
Veneno que en los cuerpos de las víctimas, actúa sobre el sistema nervioso, paralizando sus funciones vitales, ya que no se puede respirar y se muere por asfixia. De la misma manera, paralizan el alma y la anestesian, anulando el santo Temor de Dios, y transformándola en un alma soberbia y quietista, predicando una doctrina de relajamiento y de falta absoluta de pecado y de ofensa a Dios, anulando así las funciones vitales de la misma.
Analogía absoluta con lo reflejado en "El Evangelio como me ha sido revelado" de María Valtorta, que se ha publicado en reiteradas ocasiones. Se trata del "Evangelio mutilado" en donde se anulan deliberadamente la visión del Dios que el día del Juicio, cuando se transforma en un Juez que ha cambiado su cayado de Pastor por el de un cetro de Rey inexorable y poderoso.
EL SEÑOR:
Hija mía, aquí
tienes al Cristo Redentor, al Cristo crucificado. ¡Cómo pueden decir los
hombres que Cristo no sufre por la Humanidad! Aquí me tienes. Aquí estoy
desgarrado por los pecados de los hombres. Los hombres son ingratos y muy
pocos se compadecen de mi pobre corazón.
Yo vengo a advertirles y pongo a mi Madre como mensajera para que los advierta;
y a cambio de esto recibo ingratitudes y desprecios. ¡Que pocos se compadecen
de mi pobre corazón, tan afligido por la Humanidad! Yo sigo mi Pasión porque
los hombres ingratos a pasar de mi muerte, no quieren llegar a Mí y aceptar las
Leyes de Dios; por esto falta en mi
Pasión, porqué no pude redimir ahí a toda la Humanidad; no porque Yo no
quisiera redimirlos, ya que yo bajé a la Tierra para redimirlos, sino que son
los hombres que no quieren ser redimidos con mi Sangre.
¿Por qué los hombres mutilan mi Evangelio?, muchos de mis pastores lo
mutilan. Y el Evangelio consta de un Cristo bondadoso, amoroso, misericordioso,
que perdona los pecados; pero también consta de palabras escalofriantes, de un
Cristo Juez y Severo para los que no aceptan la voluntad de mi Padre. Son
palabras escalofriantes cuando en mi Evangelio digo: “Id, malditos, al fuego
eterno que está preparado para Satán y sus secuaces”.
¡Como os gusta
adornar el Evangelio! No prediquéis el Evangelio que a vosotros os gusta,
predicad el Evangelio tal como es; así fue escrito para la salvación de los
hombres. ¿Cómo es que lo mutiláis? ¡Ay de aquellos que ocultáis y adornáis las
palabras del Evangelio!
Tenéis
que predicar al Dios Amor y Misericordia, pero no os comáis al Dios de la
Justicia, al Juez de vivos y muertos.
¿Porque
ocultáis a los hombres las palabras que hacen referencia ala Infierno? ¡Que pena de almas…! Yo tengo dicho en el
Evangelio: ¡Ay del que quite o añada alguna palabra que no sea la mía! Cuando
vienen palabras crudas, las adornáis.
El
hombre se puede salvar por el amor y por el terror. No escondáis al hombre lo
que Cristo puso de relieve y dejó escrito; no son solo palabras del Antiguo
Testamento, son palabras del Nuevo testamento. Yo vine a implantar el
Evangelio, las Leyes, a fundar una Iglesia para que todos los hombres se acercasen
a beber de sus fuentes para su salvación; para eso, puse unas Leyes, unos
mandamientos. El que cumpla con ellos se salvará. El que sea fiel al Evangelio,
entrará en el Reino de Dios.
¿Porqué
le decís a los hombres que están salvados, si los salva la Gracia y el Amor, el
camino recto y seguro para ir a Cristo? Sed humildes, hijos míos, y no queráis
reformar lo que a Cristo tanto le costó para la salvación de los hombres: el
Evangelio, tal como es, hijos míos; hay partes dulces y partes amargas; así es
la dolorosa muerte y la gloriosa Resurrección. Pero aquí tienes, hija mía al
Cristo viviente, desgarrado, clavado, coronado de espinas y sus manos
taladradas por los clavos.
¿Quién
me pone en este estado? Son los pecados de los hombres (Luz Amparo llora y gime largamente).
Participa
conmigo en la agonía, en el Gólgota, en mi Pasión. Para mí, no hay pasado ni
futuro. Para Dios hay un presente. Para Dios no hay pasado, repito, hijos míos,
ni hay futuro. Para Dios hay un presente. El futuro de los hombres está en mis
manos. Si, hija mía mi corazón está desgarrado. Todo mi cuerpo fue desgarrado
por los pecados de los hombres y no solo fue desgarrado, sino que siguen
desgarrándomelo, hija mía.
¡Ay
de mis almas consagradas! ¡Ay de aquellos sacerdotes que no siguen el Evangelio
y lo predican a su antojo y se burlan de aquellos que lo hacen como Dios quiere
que lo hagan! Las almas fieles de los buenos pastores que son fieles a mi
Corazón, les digo: Sed valientes y
predicad El Evangelio como Cristo os lo enseñó; no ocultéis nada, hijos míos.
¡Como
no va a estar triste mi Corazón viendo la situación del Mundo, si en el mundo
cada vez aumenta más el pecado y los hombres son cada día peores!
Predican
el Cristo-Hombre y no el Cristo-Dios. Mi Divinidad se juntó con la Humanidad
cuando me hice Hombre para poder adoctrinarlos, pero nunca perdí mi Divinidad.
La Divinidad ya existía pero bajó a la tierra y se encarnó en las entrañas de
la Virgen María para enseñar a los hombres la Verdad y el camino recto y seguro.
Y
yo clamo a la Humanidad: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y el que venga
a Mí, tendrá la Vida Eterna”. Pero ¿Cuántos vienen a Mí, hija mí? ¡Son tan
pocos y su vida es tan poco valiente y tan superficial…!
La
Stma.Vírgen dijo:
Hija
mía, mira a mi Hijo. Yo fui corredentora con Él, y lo sigo siendo porqué mi corazón
sigue aún sufriendo por culpa de los pecadores. Solo vengo a recordar a los
hombres que el Evangelio ya está escrito; que lo prediquen y practican tal como
es, que ni lo mutilen, que no lo recorten.
¡Ay,
sacerdotes tan amados de mi Corazón y del de mi hijo!, tened compasión de estos
pobres Corazones que tanto os aman, y que vosotros, muchos de vosotros, pagáis
con ingratitudes y con desamor; buscad a Dios y no os retiréis del camino de la
Luz. Pensad que la Luz alumbra y la tiniebla ciega. La palabra sin obras no
sirve, pero las obras sin palabras y sin oración tampoco tienen mérito ante la Divina Majestad
de Dios.
Ya
te enseñé, que tenías que ver a Dios en los hombres, pero que no veas a Dios en
los hombres, porque los hombres no son Dios. Un día, y si son capaces de
aceptar mi Gracia, llegaré a interceder por ellos en la Puerta de los Cielos,
como ahora pido a mi Hijo para los pecadores, para que Dios los haga Dioses.
Amaos los unos a los otros, como hijos míos, os pido, queridos hijos, que
tengáis, aunque sea un poco, misericordia de nuestros Corazones. Hace muchos
años que mi Inmaculado Corazón viene avisando a los hombres y estos se quedan
sordos y mudos.
Amparo:
Jesús,
Jesús, yo quiero amarte por los que no te aman. Yo pediré para todos los
sacerdotes para que sean fieles. Yo no quiero que sufras. Yo quiero compartir
contigo, Jesús… (Sollozos de Amparo).
El Señor:
Si,
hija mía, por eso escojo almas víctimas para ayudar a los pobres pecadores. (Pausa prolongada con sollozos de Luz
Amparo).
Amparo:
Jesús,
que los hombres te vean, que no pareces ni Tú.
El Señor:
¿No
sabes que me vieron en aquellos tiempos? Y muchos se salvaron y otros se
condenaron. Si me volvieran a ver, pasaría lo mismo; por esto no se puede decir
que todos los hombres están salvados, porqué si fuera cierto que todos se iban
a salvar, era inútil la creación de la Tierra, lo que fue necesario para que
los hombres se salvaran con sus oraciones y sacrificios para la remisión de sus
pecados.
Repito que soy el Dios del Amor, de la
Misericordia y de la Justicia, pero también soy el supremo Juez; que nadie se
asuste por esas palabras, son palabras del Evangelio, no las ocultéis, hijos
míos. Y si alguien os predica lo contrario, que sea anatema. El Evangelio hay
que predicarlo desde el dolor hasta la Gloria.
La Santíma. Virgen:
Sed
muy humildes, hijos míos, y amad mucho a nuestros Corazones. Yo seguiré
derramando Gracias para los pobres pecadores. ¡Cuantas almas se han salvado en
este lugar, y mis pastores no quieren aceptarlo! Pero, hijos míos, no seáis soberbios. Yo me
manifiesto a los humildes y les comunico mis palabras, y rechazo a los
soberbios y a los poderosos.
Besa
el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados que se cometen en
el Mundo.
Levantad
todos los objetos, todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los
pobres pecadores. Amaos y amad a Dios con todo vuestro corazón. Amad a la
Iglesia, amad al Santo Padre y a los representantes de la Iglesia.
Todos
los objetos han sido bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de
las almas.
Os
bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el
Espíritu Santo.
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