LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN Y DE LOS SACRIFICIOS PARA LA SALVACIÓN DE CIERTAS ALMAS
Todos conocemos las palabras que dijo la Virgen María a los pastorcillos de Fátima: "¡Cuanta gente se condena porque nadie reza por ellos!", palabras que muchos maestros espirituales ocultan, tomando de la doctrina lo que a ellos les gusta, y mutilando la escritura y las voces de Dios en lo que no les agrada porque les molesta, ya que van en contra de su manera de actuar. Y así, después del último Concilio Vaticano, algunos se han inventado una nueva doctrina relativista, una Iglesia peregrina, olvidando lo que era, es y será: una verdadera Iglesia militante.
Dice San Pedro, que predica la verdadera doctrina:
"Porque ha llegado el momento del Juicio, que ha de comenzar por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros, ¿qué suerte correrán los que no creen en el Evangelio de Dios?
Pues si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y del pecador? Así pues, incluso los que sufren por la voluntad de Dios deben encomendarse al Creador, que es fiel, y no deja de practicar el bien." (1 Pe 4,17-19)
Naturalmente es inútil dialogar por cierto tipo de pecadores blasfemos, que no paran de ofender a Dios, pecan contra el Espíritu Santo cuando emiten el razonamiento siguiente: "Dios no tiene poder, porque no puede aniquilar el demonio que sigue tentando y haciendo pecar".
Si Dios interviniese, siendo su poder tan grande que, con un solo pensamiento aplastaría a Satán y sus siniestros ministros, dirían que no deja libertad y que es un dictador que obliga y presiona a las almas. Pero, como en su divina Justicia, deja libertad al hombre para escoger entre el bien y el mal, dejando también al demonio cierta libertad para tentar, entonces dicen que Dios no puede con el Demonio.
Si Dios, en este mundo limitara el poder del demonio, y haría prevalecer el suyo, faltaría al Espíritu de Justicia, y la Salvación no sería auténtica, porque el hombre habría tenido coartado su libre albedrío.
San Juan de la Cruz explica que cuando Dios permite a Satán atacar y aterrorizar a una alma, es porque, por razones de Justicia, esa alma había recibido grandes éxtasis que habían deleitado esa alma. Es de sobra conocido por todos, los ataques del demonio a los grandes Santos, pero la razón es porque habían recibido grandes comunicaciones de la Divinidad.
Si Dios, en este mundo limitara el poder del demonio, y haría prevalecer el suyo, faltaría al Espíritu de Justicia, y la Salvación no sería auténtica, porque el hombre habría tenido coartado su libre albedrío.
San Juan de la Cruz explica que cuando Dios permite a Satán atacar y aterrorizar a una alma, es porque, por razones de Justicia, esa alma había recibido grandes éxtasis que habían deleitado esa alma. Es de sobra conocido por todos, los ataques del demonio a los grandes Santos, pero la razón es porque habían recibido grandes comunicaciones de la Divinidad.
Los blasfemadores son seres despreciables y repugnantes, que cometen pecados que llevan a la muerte, y como no me gusta emitir juicios personales, me apoyo en algo infalible: la Sagrada Escritura, que el mismo Satán empleó para tentar a Jesús:
"Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, pida a Dios por él, y Dios le dará la vida. Me refiero a los que cometen pecados que no llevan a la muerte. Porque hay un pecado que lleva a la muerte; por ese no digo que se pida. Cualquier maldad es pecado, pero hay pecados que llevan a la muerte." (1 Jn 5, 16-17)
A este respecto, leí en la vida de Santa Teresa de Jesús, que cuando alguien le pedía que rezase por alguna persona, si no lo presentía necesario, le era imposible hacerlo, y otras veces, sin que nadie se lo pidiese, rezaba por una persona que se le cruzaba por su camino. Conozco personalmente a una persona que sintió una imperiosa necesidad de rezar por una camarera cuando estaba sentado en una mesa en un sitio público.
Quiero aquí insistir en la importancia de la Oración y de los sacrificios para la salvación de las almas, aunque nos parezca que no conseguimos nada, en el Evangelio como me ha sido Revelado de Mª Valtorta, dice Jesús a Lázaro que está enfermo, y se resigna en su dolor:
-"Haz más, amigo mío. Ya es mucho que uno se resigne y sufra el dolor. Tú, no obstante, da al dolor un valor mayor".
-"¿Cuál, mi Señor?"
-"Ofrecerlo por la redención de los hombres"
-"Yo soy también un pobre hombre, Maestro. No puedo aspirar a ser un redentor".
-"Lo dices tú. Pero estás equivocado. Dios se ha hecho hombre para ayudar a los hombres. Pero los hombres pueden ayudar a Dios. Las obras de los justos serán unidas a las mías en la hora de la Redención; de los justos muertos ya hace siglos, de los que viven y de los futuros.
Tú, ya desde ahora, agrega las tuyas. ¡Es tan hermoso unirse a la Bondad infinita, agregar a ella aquello que podamos ofrecer de nuestra bondad limitada, y decir: "Yo también contribuyo, Padre, al bien de mis hermanos!" No puede haber amor más grande, hacia el Señor y hacia el prójimo, que este de saber padecer y morir por dar gloria al Señor y salvación eterna a nuestros hermanos, ¿Salvarse uno para sí mismo?.
Es poco. Es un "mínimo" de santidad. Hermoso es salvar. Darse para salvar. Impulsar el amor para convertirnos en hoguera inmoladora para salvar. Entonces el amor es perfecto. Y grandísima será la santidad del generoso".
Tú, ya desde ahora, agrega las tuyas. ¡Es tan hermoso unirse a la Bondad infinita, agregar a ella aquello que podamos ofrecer de nuestra bondad limitada, y decir: "Yo también contribuyo, Padre, al bien de mis hermanos!" No puede haber amor más grande, hacia el Señor y hacia el prójimo, que este de saber padecer y morir por dar gloria al Señor y salvación eterna a nuestros hermanos, ¿Salvarse uno para sí mismo?.
Es poco. Es un "mínimo" de santidad. Hermoso es salvar. Darse para salvar. Impulsar el amor para convertirnos en hoguera inmoladora para salvar. Entonces el amor es perfecto. Y grandísima será la santidad del generoso".
Pregunta Pedro a Jesús hablando del Fariseo Elí, (que era un despiadado esclavajista, que trataba a sus esclavos peor que a animales):
(...)"Te pongo un ejemplo. Si yo estuviera en el Cielo y viera, vamos a suponerlo, un movimiento a penas imperceptible de bondad en...digamos Elí el fariseo, ¿Qué haría?"
"Echarías mano de todos los medios para aumentar sus movimientos buenos".
"¿Y si no sirviera para nada? ¿Después?
"Después, una vez condenado, te desinteresarías de él".
"Y sí, como sucede ahora, mereciera completamente la condenación, pero le estimase - cosa que no sucederá jamás - , ¿qué debería hacer?"
"En primer lugar has de saber que corres peligro de condenarte tú, si dices que jamás lo estimarás; en segundo lugar, has de saber que si estuvieras en el Cielo, formando unidad con la Caridad, pedirías por él, por su salvación, hasta el momento de su juicio.
HABRÁ ESPÍRITUS QUE SERÁN SALVADOS EN EL ÚLTIMO MOMENTO, DESPUÉS DE TODA UNA VIDA DE ORACIÓN POR ELLOS"
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Y aquí volvemos otra vez a lo que dijo la Santísima Virgen de Fátima:
"¡CUÁNTA GENTE SE CONDENA PORQUE NO HAY NADIE QUE RECE POR ELLOS!"
Se puede pues afirmar que todos somos más o menos responsables de la salvación de nuestros hermanos, por eso es tan importante el primer mandamiento de la Ley de Dios:
"Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mc 12, 32)
Y la mayor prueba de Amor a Dios y al prójimo, es rezar por la salvación de nuestros hermanos, para evitar la condenación eterna que es la mayor desgracia que le puede ocurrir a un ser humano. Por esa razón, la santísima. Virgen de Fátima recomendó esta oración para añadir al rezo del Rosario:
"Dios mío yo creo y espero en vos, os adoro y os amo, os pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan ni os aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación de los sacrilegios, ultrajes e indiferencia con los que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos del Sacratísimo Corazón, y del Corazón Inmaculado de María, os pedimos la conversión de los pobres pecadores. Amén".
1 comentario:
De ahí la importancia q tiene la oración ,porque orar es conversar con DIOS.
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