Es el caso del sufrimiento de una madre italiana, llamada M.R. que tenía un hijo con deficiencia mental, que seguramente blasfemaba contra Dios, el Señor calma sus temores, al indicar que no era responsable, ya que era Satanás el que hablaba por su boca, compara el niño como el altavoz de un gramófono.
Esta aclaración explica también como los familiares de esos enfermos, con su resignación, contribuyen a su Salvación Eterna, y a la de sus hijos. Son como Cireneos que ayudan a sus hijos a llevar su cruz, aunque en este caso sufren más los padres que sus hijos. Sus sufrimientos, son un remedio para algunos que, si saben soportarlos sin acritud, transformarán esas almas doloridas y enfermas en seres sanos y gloriosos en un mundo nuevo de bondad, justicia y de felicidad eternas: El Reino de Dios.
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
26 de Diciembre de 1.945
Dice Jesús a M.R.:
"Que mi paz sea contigo y lo que te digo sea como un torrente de paciente espera y de paciente sufrir, hecho soportable por mi promesa que no miente nunca. Hija mía, conoces mucho lo que los hombres enseñan de Mí, pero sabes poco de lo que Yo soy realmente y de mi obra. Escucha. Quien te habla es el Señor, es la Sabiduría, es la Verdad.
Una cosa es ser torturado y otra cosa es desear ser torturado. Lo primero es una desventura que no va más allá de la jornada terrena y que a veces cesa antes. Lo segundo es un pecado, porque es "connivencia con la voluntad satánica". Esto no existe en tu hijo. Cuando habla, no es él que habla.
¿Acaso un fonógrafo es responsable de lo que se difunde a través de su altavoz? No lo es, ¿no es verdad? Pues bien del mismo modo tu hijo no es responsable de lo que "el otro" le hace decir. Yo ni siquiera los oigo estas palabras, porque con el Maldito Yo uso solamente el silencio de los labios y de los oídos. No escucho esas palabras de tu hijo, esas palabras no suyas que retundan en el aire; miro a este pobre hijo Mío y tuyo, ¡oh, madre dolorosa!, y de Mí se derrama una absoluta piedad sobre él.
Pensando en tí, Yo he dicho: "Muchas veces, en las enfermedades está oculto Satanás para torturar y llevar a maldecir al Señor". He dicho: "El dolor de las madres es salvación para los hijos". Y así es, María. El cielo está poblado por hijos que las madres han salvado. ¡Ve con tu cruz! La llevas por ti y por él. Cargas más con la suya que con la tuya. ¡Oh, madre buena!, ¿no estás contenta de ser el Cireneo de tu hijo?
Mi Madre, la Virgen María susurra: "¡Si hubiera podido llevar tu cruz, Hijo mío!".
No tengas prisa, son cosas largas. Hasta podría ser que no las vieras cumplidas en tu jornada mortal. Podrías subir al Cielo con esta fe - digo fe, ¿entiendes?, no esperanza - con esta fe en lo que digo, y desde allí, con mayor fuerza, ayudar a tu criatura... ¡Oh. no suspires! Allí arriba, la espera se convierte en un instante. Y luego llega el júbilo de verle hermoso, sano, bueno, feliz para siempre. Para siempre. Para siempre. Lo que parece un castigo es solo un medio. Lo que puede parecer condenación, en cambio es salvación. Su cruz es salvación en la Tierra de su culpa de hombre. Yo no hago pagar dos veces, soy justo.
Ten fe. Sostenlo con tus plegarias. Dámelo. Ofrécemelo. Di: "Te lo confío". El bálsamo que desciende de mis heridas nunca queda inerte.
Hija mía, que la paz sea contigo y con quien te asemeja. Sobre tu hijo desciende mi Misericordia".
1 comentario:
Alabado sea mi señor Jesucristo,su bondad y misericordia infinita cubra a todas las madres y a todos nosotros.amén.....
Publicar un comentario