JESÚS EN CASA DE MARTA Y MARÍA |
Sublime discurso de Jesús, En el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta, que demuestra de una manera clara la preponderancia de la vida contemplativa sobre la vida activa, confirmando la doctrina de San Juan de la Cruz, que dice que cuando un alma ha llegado a lo alto de la escala mística, se da entonces perfectamente cuenta de que en un intercambio de Amor con Dios, el alma ha hecho más para la Iglesia en ese momento, que en toda una vida de trabajo, de predicaciones y de sacrificios.
Como dice el Santo, nosotros y el mundo han sido creados, para conocer y amar a Dios, quiero aquí contestar a muchos creyentes, incluso consagrados, que declaran que la Religión es esencialmente comunitaria, y que un alma aislada no cumple con los requisitos para cumplir con los mandamientos de Dios, esta reflexión de un Obispo que leí en internet, es completamente absurda, cuando un alma ama de verdad a Dios, siempre implora por sus hermanos que están alejados de Él . Esto es lo que dijo Jesús a Marta que se quejaba de que su hermana María no le ayudaba en las tareas de la casa: María ha escogido la parte mejor y no le será arrebatada.
Aquí está perfectamente explicado por Jesús la superioridad del alma enamorada que obra y confía incansablemente, movida por el Espíritu Santo que es la fuerza del amor, El que no ama, tiene siempre impedimentos para obrar, confiar y perseverar porque carece de esa fuerza. Por eso el primer mandamiento de la Ley de Dios es el más importante.
PALABRAS DE JESÚS DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO. JESÚS NO PUEDE RESUCITAR A LOS PECADORES QUE NO SE ARREPIENTEN
(…) Jesús mira a su alrededor. Ve humo y rojo de fuego en el fondo del jardín, en la parte del sepulcro (se trata de las vendas que envolvían a Lázaro cuando estaba en la tumba, que están quemando). Jesús solo, erguido en medio de un sendero dice: “La podredumbre que es aniquilada por el fuego… La podredumbre de la muerte… Pero, la de los corazones… la de esos corazones, ningún fuego las aniquilará… Ni siquiera el fuego del Infierno. Será eterna… ¡Qué horror!... Más que la muerte… Más que la corrupción…
Y… Pero, ¿quién te salvará, oh, Humanidad, si tanto estimas estar corrompida? Quieres estar corrompida. Y Yo… Yo he arrebatado al sepulcro a un hombre con una palabra… Y con un mar de palabras… y uno de dolores… no podré arrebatar al pecado el hombre, a los hombres, a millones de hombres”. Se sienta y se tapa la cara con las manos, abatido…
PREEMINENCIA DE LA VIDA CONTEMPLATIVA
SOBRE LA VIDA ACTIVA
Dice Jesús:
(…) “¿Y tú, Marta? ¿Tú has aprendido? No. Todavía no. Eres mi Marta, pero no eres todavía mi perfecta adoradora. ¿Por qué obras y no contemplas? Es más santo. ¿No lo ves? tu fuerza, estando dirigida a cosas terrenas, ha cedido ante la constatación de esos hechos terrenos que pueden parecer algunas veces sin remedio, si Dios no interviene.
La criatura necesita por eso saber creer y contemplar; necesita amar hasta el extremo de las fuerzas de todo hombre, con el pensamiento, el alma, la carne, la sangre, con todas las fuerzas del hombre, repito.
La criatura necesita por eso saber creer y contemplar; necesita amar hasta el extremo de las fuerzas de todo hombre, con el pensamiento, el alma, la carne, la sangre, con todas las fuerzas del hombre, repito.
Te quiero fuerte, Marta, te quiero perfecta. No has sabido obedecer porque no has sabido creer y esperar completamente, y no has sabido creer y esperar porque no has sabido amar totalmente. Pero Yo te absuelvo de ello, te perdono, Marta. He resucitado a Lázaro hoy. Ahora te doy un corazón más fuerte. A él le devuelvo la vida, a ti, te infundo la fuerza de amar, creer y esperar perfectamente. Ahora estad contentas y en paz, perdonad a quien os han ofendido en estos días…”.
“Señor, en esto yo he pecado, hace poco, al viejo Cananías, que te había tomado a burla los otros días, le he dicho: “¿Quién ha triunfado, tú o yo? ¿Tú o Dios? ¿Tu burla o mi fe? Cristo es el Viviente y es la Verdad. Yo sabía que su Gloria refulgirá con mayor fuerza. Y tú, viejo, reconstrúyete el alma, si no quieres conocer la muerte”.
“Está bien lo que has dicho. Pero no disputes con los malvados, María. Y perdona. Perdona si me quieres imitar… Ahí está Lázaro. Oigo su voz”...
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