MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 8 de octubre de 2020

LOS MÁRTIRES EXPÍAN POR LOS PECADOS DE LA HUMANIDAD. LA TIERRA TIENE UN DOBLE DEBER: ALABANZA A DIOS Y EXPIACIÓN.





Dijo Jesús: "El que quiera venir en pos de Mí, que tome su cruz y me siga"





    Sublime lección del Salvador sobre el valor del Sufrimiento aceptado sin acritud, esta es la lección enseñada y cumplida por todos los Santos y los Mártires: "Sufrir o morir" era la divisa de Santa Teresa; y el Santo Cura de Ars decía: "Si conocierais el valor del sufrimiento, correríais detrás de él", doctrina que los progresistas quieren ahora anular con el pretexto del Concilio, creyendo que ahora la Santa Iglesia da "barra libre" a todos los creyentes, para hacer lo que les de la real gana. "Menos mal que el Concilio ha traído aires frescos", decía cierto fraile al relatar los sufrimientos de un Santo de su Orden monástica, en proceso de canonización.

Jesús contesta aquí a ciertos eclesiásticos conocidos míos que afirmaban que todo el mundo es egoísta, y el primer egoísta es Dios porque el catecismo dice que Dios creó al ser humano para adorarlo y servirle, ignorando de una manera inaudita que el Amor cuando es auténtico es darse a los demás, cuando no es auténtico, se llama egoísmo. Servir a Dios es amarlo, como lo hacen todos los Santos, cuyo ejemplo es Jesucristo; no servirlo es amarse a si mismo, como lo hacen todos los réprobos cuyo padre es Satanás. Volvemos otra vez al Protestantismo,  y al Relativismo: peca lo que quieras, Dios te querrá siempre. Y Dios aparece como Abba, el "papaíto", que permite todos los caprichos a sus hijos mimados, y que no los castiga nunca, hagan lo que hagan.

      Aquí aparece también la sempiterna pregunta sobre el por qué existe el sufrimiento de los inocentes y sobre todo de los niños. A este respecto, recuerdo lo que decía cierto amigo mío, Sacerdote de vida ejemplar: "Los Santos inocentes estarán en el Cielo por toda la eternidad, dando gracias a Dios por su muerte", y lo mismo acaece con los abortados: Los nuevos santos inocentes, que se han salvado, librándose de una lucha en este mundo, lucha tremenda e incierta, contra el Mundo, el Demonio y la Carne, que solo se puede ganar con la ayuda de Dios y mucha humildad, para así poder alcanzar la Salvación eterna.



LECCIÓN DE JESÚS A SAN PEDRO
 (del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta)

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos estaba plenamente aceptada por Pío XII, que dijo: "Publíquese sus obras, el que las lea comprenderá"; San Juan Pablo II, la madre Inés del Stmo. Sacramento y Luigi Novarese, según he leído en la Asociación francesa "Las amis de Maria Valtorta".


              Dice Pedro a Jesús:

         (…) “Mira. Yo soy cerrado de mollera, lo sé y no me avergüenzo de decirlo. Y, si fuera por mí, no me preocuparía mucho de saber, porque creo que la sabiduría mayor está en amarte, seguirte y servirte con todo el corazón. Pero tú me mandas acá y allá. La gente me pregunta y tengo que responder. Pienso que lo que te pregunto a Ti, otros pueden preguntármelo a mí, porque los hombres tienen los mismos pensamientos.

           Tú decías ayer que siempre los inocentes y santos sufrirán; es más, que son los que sufren por todos. Esto es duro para mi inteligencia, aunque digas que ellos mismos lo desearán. Y creo que, de la misma manera que es duro para mí, lo puede ser para otros. Si me preguntan, ¿Qué tengo que responder? En este primer recorrido, una madre me dijo: “No era justo que mi niña muriera con tanto dolor, porque era buena e inocente”. Y yo, no sabiendo que decir, le dije las palabras de Job: “El Señor dio, el Señor quitó. Bendito sea el nombre del Señor”. Pero no me quedé convencido ni siquiera yo, ni la convencí a ella. Quisiera saber que decir otra vez….”.

          “Esto es justo, escucha: Parece una injusticia que los mejores sufran por todos, pero sin embargo es Justicia grande. Vamos a ver, Simón, dime: ¿qué es la Tierra, toda la Tierra?”.
       “¿La Tierra? Un espacio grande, grandísimo, hecha de tierra, agua y rocas, con plantas, animales y criaturas humanas”.
         “¿Y algo más?”.
       “Nada más…a menos que quieras que diga que es el lugar de castigo y exilio del hombre”.
        “La tierra es un altar, Simón, un enorme altar. Hubiera debido ser un altar de alabanza perpetua a su Creador. Pero la Tierra está llena de pecado. Por eso, debe ser un altar de perpetua expiación, de sacrificio, sobre el cual se consumen las víctimas. La tierra debería – como los otros mundos esparcidos en la Creación – cantar salmos a Dios que la creó. ¡Mira!”.

         Jesús abre las hojas de madera de la ventana y, por esta, abierta de par en par, entra el fresco de la noche, el susurro del torrente, el rayo de luna, y se ve el cielo tachonado de estrellas.
       “¡Mira estos astros! Cantan con su voz, hecha de luz y movimiento, en los espacios infinitos del firmamento, las alabanzas de Dios. Lleva milenios existiendo este canto suyo que sube, desde los azules campos del cielo, al Cielo de Dios. Podemos pensar en astros, planetas, estrellas, cometas, cuales criaturas siderales que, como siderales sacerdotes, levitas, vírgenes y fieles, deben cantar en un templo inmenso las alabanzas del Creador. Escucha, Simón. Oye el frufrú de las brisas entre las frondas y  el susurro de las aguas en la noche.

          También la tierra canta, como el cielo, con sus vientos y aguas, con la voz de los pájaros y animales. Pero, si para el firmamento basta la luminosa alabanza de los astros que lo pueblan, para el templo que es la Tierra no basta el canto de los vientos, aguas y animales, que cantan sin conciencia de ello las alabanzas de Dios, sino que en ella está también el hombre, la criatura que supera en perfección a todo lo que vive en el tiempo y en el mundo, dotada de materia como los animales, minerales y plantas, y de espíritu como los ángeles del Cielo, y como ellos destinado, si es fiel a la prueba, a conocer y poseer a Dios, con la gracia primero, con el Paraíso después.

         El hombre, síntesis que abraza todos los estados, tiene una misión que las otras criaturas no tienen, y que para él tenía que ser, además de deber, júbilo: amar a Dios; dar, inteligente y voluntariamente, culto de amor a Dios; corresponder al amor con que Dios, dándole la vida y el Cielo después de la vida, le ha amado; dar culto inteligente.

Piensa Simón. ¿Qué bien obtiene Dios de la Creación? ¿Qué beneficio? Ninguno. La Creación no aumenta a Dios, no le santifica, no le enriquece. Dios es infinito. Infinito hubiera sido aunque no hubiera existido la Creación. Pero Dios-Amor quería tener Amor, y creó para tener amor. Solo amor puede obtener Dios de la Creación; y este amor que es inteligente y libre únicamente en los ángeles y hombres. El día en que el gran altar que es la Tierra silenciara las alabanzas y súplicas de amor, la Tierra dejaría de existir, porque, apagado el amor, quedaría apagada la expiación, y la ira de Dios anularía ese infierno terrestre en que se habría convertido la Tierra.

     La Tierra, pues para existir debe amar. Y también esto: La Tierra debe de ser el Templo que ama y ora con la inteligencia de los hombres. Pero en el Templo, en todo templo, ¿qué víctimas ofrecen? Las puras, las víctimas sin mancha ni tara. Solo estas son gratas al Señor. Ellas y las primicias. Porque al Padre de familia han de dársele las cosas mejores, y a Dios, Padre de la humana familia ha de dársele la primicia de todas las cosas, y las cosas selectas.

     Pero he dicho que la Tierra tiene un doble deber de sacrificio: el de alabanza y el de expiación. Porque la Humanidad que la puebla pecó en los primeros hombres y peca continuamente, añadiendo al pecado de falta de amor a Dios esos otros mil pecados de adherirse a las cosas del Mundo, de la carne y de Satanás. Culpable, culpable Humanidad, que, teniendo la semejanza con Dios, teniendo inteligencia propia y ayuda divinas, es pecadora siempre, y cada vez más. 

     Los astros obedecen, las plantas obedecen, los elementos obedecen, los animales obedecen y, de la forma en que saben hacerlo, alaban al Señor. Los hombres no obedecen ni alaban suficientemente al Señor. He ahí, pues la necesidad de almas holocausto, que amen y expíen por todos: son los niños que pagan, inocentes y sin percatarse, el amargo castigo del dolor por aquellos que lo único que saben hacer es pecar; son los Santos que solícitos, se sacrifican por todos.

         Dentro de poco - un año o un siglo es siempre "poco" respecto a la eternidad - ya no se celebrarán otros holocaustos en el altar del gran Templo de la Tierra, sino los de las víctimas-hombre, consumadas con el sacrificio perfecto: hostias con la Hostia perfecta. No te estremezcas, Simón. No estoy diciendo, ciertamente, que Yo vaya a introducir un culto semejante al de Moloch, Baal y Astarté. 

       Los propios hombres nos inmolarán. ¿Entiendes? Nos inmolarán. Y nosotros iremos alegres a la muerte para expiar y amar por todos. Y luego vendrá el tiempo en que los hombres no inmolarán a los hombres, pero siempre habrá víctimas puras, que el amor consuma junto con la gran Víctima en el Sacrificio perpetuo. 

          Digo el amor de Dios y el amor por Dios. En verdad ellas serán las hostias del tiempo y Templo futuros. Lo grato a Dios es el sacrificio del corazón, y no los corderos y cabritos, terneros y palomas. David lo intuyó. Y en el tiempo nuevo, tiempo del espíritu y del amor, solo este sacrificio será grato.

         Considera, Simón, que si un Dios ha debido encarnarse para aplacar la Justicia Divina por el gran pecado, por los muchos pecados de los hombres, en el tiempo de la Verdad sólo los sacrificios de los espíritus de los hombres pueden aplacar al Señor. Tu piensas: "¿Pero por qué entonces, Él, el Altísimo, dio orden de que fueran inmoladas las crías de los animales y los frutos de las plantas?".

        Te respondo: porque antes de mi venida el hombre era un holocausto manchado y porque no se conocía el Amor, Ahora será conocido. Y el hombre que conocerá el Amor, porque Yo restituiré la Gracia por la cual el hombre conoce el Amor, saldrá del letargo, recordará, comprenderá, vivirá, se pondrá él en vez de los cabritillos y los corderos, hostia de amor y de expiación, imitando al Cordero de Dios, su Maestro y Redentor. El dolor, hasta ahora castigo, se transformará en amor perfecto. Y dichosos aquellos que lo abracen por amor perfecto".

            "Pero los niños..."
          "Quieres decir aquellos que todavía no saben ofrecerse... ¿Y tú sabes cuándo habla Dios en ellos? El lenguaje de Dios es lenguaje espiritual. El alma lo entiende y el alma no tiene edad. Es más, te digo que el alma niña, por no tener malicia, es, en cuanto a capacidad de entender a Dios, más adulta que la de un pecador anciano.

            Te digo, Simón, que verás hasta llegar a ver muchos niños enseñar a los adultos, e incluso a ti mismo, la sabiduría del amor heroico. Pero en esos pequeños que mueren por razones naturales está Dios obrando directamente, por razones de un tan alto amor que no puedo explicarte, porque se encuadran en la sabiduría que está escrita en los libros de la Vida, que solo en el Cielo serán leídos por los Bienaventurados. Leídos he dicho; pero en verdad, bastará con mirar a Dios por conocer no solo a Dios, sino también su infinita sabiduría.... "Ya hemos hecho venir el ocaso de la luna, Simón.... Pronto despuntará el alba, y tú no has dormido....".

      "No importa, Maestro. He perdido unas pocas horas de sueño y he ganado mucha sabiduría. Y he estado contigo. Pero, si me lo permites, me marcho. No a dormir, sino a meditar tus palabras.". Ya está en la puerta y está para salir, cuando se para pensativo y dice: "Una cosa más, Maestro. ¿Es correcto que diga a alguien que sufre que el dolor no es un castigo, sino una... Gracia; algo como.... como nuestra llamada, hermosa aunque fatigosa, hermosa aunque a quien ignora puede parecerle una cosa fea y triste?".

    "Puedes decirlo Simón, es la verdad. El dolor no es un castigo, cuando se sabe acoger y usar con justicia. El dolor es como un sacerdocio, Simón. Un Sacerdocio abierto a todos. Un Sacerdocio que confiere un gran poder sobre el corazón de Dios; y un gran mérito. Nacido con el pecado, sabe aplacar la Justicia. Porque Dios sabe usar para el Bien incluso aquello que el Odio ha creado para causar dolor. Yo no he deseado otro medio para anular la Culpa, porque no hay un medio mayor que este".


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