Apocalipsis: 5, 1-10
El Cordero fue sacrificado y nos redimió con su sangre.Yo, Juan, vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso, que gritaba con fuerte voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?". Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni ver su contenido.
Este pasaje del Apocalipsis cuenta los
misterios de Dios, con el lenguaje místico de San Juan Evangelista, que es el
Apóstol que más amó a Jesús, y por eso, el que más y mejor comprendió los
misterios de Dios, ya que como tan bien lo explica San Juan de la Cruz, el
verdadero Amor del alma a Jesús-Dios, es el que equipara el amante con su
amado, y por eso, permite la fusión de ambos, y produce la transmisión infusa
del conocimiento de los misterios de Dios al alma.
El que estaba sentado en el trono es
Dios Padre, el que tiene el conocimiento de todos sus misterios en un libro que
está escrito por fuera, que simboliza la Creación del Universo visible, y que
está escrito por dentro, lo que simboliza los misterios invisibles de Dios, eso
lo que recitamos en el Credo, cuando decimos: “Creo en Dios Padre Todopoderoso
Creador del Cielo y de la Tierra”, (Es decir del Universo invisible y visible).
Y vemos que nadie en la Tierra, ni en
el inframundo, es capaz de abrir un libro que está cerrado con los siete
sellos, que son los siete Espíritus de Dios.
Lloré mucho porque no había
nadie digno de abrir el libro y de ver su contenido. Entonces, uno de los
ancianos me dijo: "Ya no llores, porque ha vencido el león de la tribu de
Judá, el descendiente de David, y Él va a abrir el libro y sus siete
sellos".
Vi entonces
junto al trono, en medio de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un
Cordero. Estaba de pie, y mostraba las señales de haber sido sacrificado. Tenía
siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados por
toda la tierra.
Y esta es la condición del místico, desear
ardientemente, como tan bien lo explica San Juan de la Cruz conocer los
atributos y las intimidades del Amado, como lo explica en su escala mística para acceder a
Dios, “Padecen aquí hambre como canes y cercan y rodean la Ciudad de Dios” (Ps
58, 7), cuando el alma ha alcanzado el
quinto de los diez grados de esta escala.
El anciano, explica a San Juan que
Jesús, el descendiente de David y el León de la tribu de Judá, es el único
capaz de abrir el libro porque solo Él, puede ofrecer el sacrificio digno en el
altar de Dios, porque es la víctima perfecta sin tara alguna.
Es el cordero que mora junto al Trono de Dios, en medio de los cuatro seres vivientes, que son los atributos de Dios Padre: Pureza, Verdad, Justicia y Bondad, propios de los que son poseedores del maravilloso don de la Fe; Cordero con los siete atributos de Dios que son sus siete cuernos y ojos, Espíritus enviados en toda la Tierra.
Es el cordero que mora junto al Trono de Dios, en medio de los cuatro seres vivientes, que son los atributos de Dios Padre: Pureza, Verdad, Justicia y Bondad, propios de los que son poseedores del maravilloso don de la Fe; Cordero con los siete atributos de Dios que son sus siete cuernos y ojos, Espíritus enviados en toda la Tierra.
Se acercó y tomó el libro de la mano
derecha del que estaba sentado en el trono. Y al tomarlo, los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, con sus
cítaras y sus copas de oro llenas de incienso, que significan las oraciones de
los santos. Y se pusieron a cantar un cántico nuevo, diciendo:
"Tú eres digno de tomar el libro
y de abrir sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para
Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, y
con ellos has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y
reinarán sobre la tierra".
El Cordero toma
el libro de la mano derecha de Dios Padre, que es donde está el contenido de la Creación y de la
Esencia misma de Dios, lo cual, gracias a Jesucristo, nos permite alcanzar los
conocimientos humanos y divinos del libro, por esto, se inclinan los cuatro atributos
de la Santa Fe, y los veinticuatro ancianos, que representan las doce tribús de
Israel de la antigua Ley, y los doce tribús de la nueva Ley.
Todos tocan sus cítaras y ofrecen sus
copas llenas de incienso que son los cánticos y las alabanzas carismáticas de
los Elegidos. Son Sacerdotes, ya que están en contacto directo con Dios y Jesucristo,
y que servirán a Dios amándolo por haber alcanzado la Gloria Eterna, gracias a
la Redención del Cordero, y por eso reinarán para siempre en los Cielos, la
Tierra Prometida.
Del salmo 149
Bendito sea el Señor.
Canten al Señor un canto nuevo, en la reunión
litúrgica proclámenlo. En su Creador y Rey, en el Señor, alégrese Israel, su
Pueblo Santo.
Este salmo, es
un corolario del libro del Apocalipsis, ya que la Redención del Cordero, se
aplica a su Pueblo terrenal de una manera retroactiva. Hay que añadir que hoy
día el Pueblo de Israel, es el que ha sido fiel a los Profetas, que todos han
anunciado al Mesías Jesucristo. Los que no lo han querido reconocer por tal,
son ramas desgajadas del árbol de la Vida.
Evangelio de San Lucas: 19,
41-44
Si
comprendieras lo que puede conducirte a la paz. En aquel
tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por
ella y exclamó:
"¡Si en
este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está
oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de
trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán
a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no
aprovechaste la oportunidad que Dios te daba".
Esta Profecía
de Jesús hacia el Pueblo de Israel, se refería al asalto de Roma por Jerusalén,
que ocasionó la masacre, deportación o exilio de todo el Pueblo de Israel unos
cuarenta años después de su muerte en la Cruz.
Fue el terrible castigo de Dios hacia
el pueblo deicida, que pidió a Pilatos la muerte de Jesús, y rechazó cambiarlo
por Barrabás. Será también el castigo de todas las almas que no hayan querido
acoger la Palabra del Evangelio, y han querido cambiar la Ley de Jesús, ley de
Virtud y de Salvación, por la ley de Barrabás, que es una vida de pecado y de
condenación.
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