La Tierra prometida se ha de conquistar venciendo a todos los enemigos que saldrán a presentar batalla |
Toda alma que quiera ir a Dios para alcanzar la Vida Eterna, tendrá que presentar batalla a tres enemigos que le saldrán al encuentro para impedirle alcanzar la meta tan deseada. En esta dura batalla, contra el Demonio, el mundo y la carne, el alma saldrá siempre derrotada si ella a su vez no se alía con sus amigos naturales que son Jesús, la humildad y la sobriedad, es decir la pobreza espiritual, al revés de sus enemigos que han escogido la riqueza espiritual.
Por esa razón dijo Jesús: Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos, y ¡Ay de vosotros los ricos porque habéis tenido vuestro consuelo!
Josué 24,14-29.
Por lo tanto, teman al Señor y sírvanlo con integridad y lealtad; dejen de lado a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor".
En este mundo todos tienen plena libertad para escoger, y seguir la Ley de Dios, con el santo temor de ofenderle, que es el que nos liberó de la esclavitud del pecado. que era lo que hacía el pueblo de Israel cuando era esclavo en Egipto, pisoteando el barro con la paja de hacer ladrillos, o seguir la ley del mundo, que es volver a la esclavitud del pecado.
El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. El nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios. Entonces Josué dijo al pueblo: "Ustedes no podrán servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, que no soportará ni las rebeldías ni los pecados de ustedes.
Josué, el Pastor del Pueblo de Dios es el que es testigo de estas palabras de Israel, que recuerda su esclavitud en Egipto, la mano todopoderosa de Dios que derrotó nada menos que el Imperio más poderoso de la época, que era Egipto y su rey, el Faraón.
Pero Josué, inspirado por el Espíritu Santo, advierte que como lo dijo Jesús, no se pueden servir a dos Señores: Dios y el mundo con sus atractivos, porque Dios es un Dios Santo pero celoso.
Si abandonan al Señor para servir a dioses extraños, él, a su vez, los maltratará y los aniquilará, después de haberles hecho tanto bien".
Pero el pueblo respondió a Josué: "No; nosotros serviremos al Señor".
Si el pueblo se aparta de Dios, Él los abandonará, y vendrá el desamparo y serán aniquilados, es lo que ocurrió al pueblo Judío en la historia de sus Jueces y Reyes, cuando siguieron adorando a Yahvé, tuvieron paz y prosperidad, cuando siguieron a los ídolos fueron derrotados, llevados en esclavitud, y últimamente por no haber reconocido al Mesías, expulsados de su Tierra con su Templo arrasado por los Romanos. Es también lo que ahora está ocurriendo en nuestros días por haber abandonado a Dios.
Josué dijo al pueblo: "Son testigos contra ustedes mismos, de que han elegido al Señor para servirlo". "Somos testigos", respondieron ellos. "Entonces dejen de lado los dioses extraños que hay en medio de ustedes, e inclinen sus corazones al Señor, el Dios de Israel".
El pueblo respondió a Josué: "Nosotros serviremos al Señor, nuestro Dios y escucharemos su voz".
El ser humano es una veleta que como el viento gira en todas las direcciones, impulsado por las modas y las costumbres, siempre sometido a tentaciones cada vez más insidiosas, dirigidas por Satanás, aliado con la gloria de este mundo y la carne que es la glotonería llevada a su máximo nivel. Por esa razón la Humanidad siempre está sometida a continuos flagelos como son las guerras, las epidemias, y todo tipo de desgracias que son siempre consecuencia de los pecados y del abandono de Dios para adorar los ídolos de este mundo.
Aquel día Josué estableció una alianza para el pueblo, y les impuso una legislación y un derecho, en Siquém.
Después puso por escrito estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Además tomó una gran piedra y la erigió allí, al pie de la encina que está en el Santuario del Señor.
Josué dijo a todo el pueblo: "Miren esta piedra: ella será un testigo contra nosotros, porque ha escuchado todas las palabras que nos ha dirigido el Señor; y será un testigo contra ustedes, para que no renieguen de su Dios".
La alianza con el Pueblo de Dios, es la que existe hoy día entre Jesús, representado por Pedro y sus sucesores, que son sus apoderados para imponer con sus Sacramentos, y la legislación necesaria para alcanzar la salvación.
La gran piedra, simboliza esta Santa Iglesia Católica, y recuerda los que le dijo Jesús a Pedro: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré a mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella"
Finalmente, Josué despidió a todo el pueblo, y cada uno volvió a su herencia. Después de un tiempo, Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años.
1 comentario:
Bendito y alabado sea él Señor nuestro Dios,Dios de Israel.
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