El Don del Temor de Dios |
Dios Todopoderoso es el fruto del árbol de la Vida Eterna que estaba plantado en el Jardín del Edén, como el árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Así como la ingestión del fruto árbol ofrecido por la serpiente ha traído a esta Tierra la desgracia y la muerte, la aceptación y la práctica de la Palabra de Dios, que simbólicamente hablando es comer el cuerpo y beber la Sangre de Jesús, nos prepara para devolvernos al estado que tenían Adán y Eva antes del pecado.
Esta Redención de hijos del pecado por culpa de Adán, nos transforma de nuevo en hijos de Dios. El otro día un celebre Obispo predicador dijo que ¡Jesús podía habernos redimido con una sonrisa! este personaje, no tiene ni idea de la extrema gravedad del pecado original, es el heredero de la mentalidad relativista actual.
Por eso hoy no se llega a comprender como esta ofensa hecha a Dios solo se puede redimir con la única Víctima perfecta en la Tierra, cargando con todos los pecados de la humanidad pasada, presente y futura, que es la consecuencia del pecado de los progenitores del Género humano ese hombre se llama Jesús.
Dios no puede perdonar un pecado si no hay arrepentimiento y su Justicia exige una compensación proporcional a la culpa, ese pecado hecho por un hombre, tenía que ser perdonado a otro hombre que es Jesús verdadero Dios y verdadero hombre, esa Redención tuvo lugar cuando Jesús estaba en la Cruz, y en el momento preciso en que dijo :"Padre, ¿Por qué me has abandonado?" en ese preciso momento era solo un hombre como nosotros, cargado con todos nuestros pecados, y se obró la Redención ante la rabia y la desesperación de todos los demonios y la alegría indescriptible de todos los Santos del Limbo.
Esa ha sido la derrota de Lucifer que era el ángel más subido, y de una inteligencia excepcional, su soberbia lo volvió ciego y quiso "enmendarle la plana a Dios". Nunca pudo sospechar que el Hijo de Dios le iba a infligir esa tremenda derrota.
Esa ha sido la derrota de Lucifer que era el ángel más subido, y de una inteligencia excepcional, su soberbia lo volvió ciego y quiso "enmendarle la plana a Dios". Nunca pudo sospechar que el Hijo de Dios le iba a infligir esa tremenda derrota.
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(18 DE AGOSTO DE 1.943)
Dice Jesús:
"Continuo explicando los pasajes que creo oportunos.
Está dicho: "Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida...". Y tal pensamiento se ha aplicado a Mí.
Sí, soy el árbol de la vida eterna y me doy a vosotros como alimento en la Eucaristía, y mi visión será alimento gozoso de los vencedores en la otra vida. Pero hay otro significado que muchos ignoran, precisamente porque muchos que me comentan no son "vencedores".
¿Quien es vencedor? ¿Qué es necesario para serlo? ¿obras resonantes de heroísmo? No. Entonces serían demasiado pocos los que vencen. Son vencedores los que vencen en sí a la Bestia que quisiera someterles. En verdad entre el martirio atroz, pero breve, ayudado por coeficientes sobrenaturales y naturales, y la lucha secreta, oscura y continua, tiene mayor peso en las balanzas de Dios, o al menos un peso de distinto género, pero precioso, esta última.
No hay mayor tirano que la carne y el Demonio. Y quienes saben vencer la carne y el Demonio y hacer de la carne un espíritu, y del demonio un vencido, son los "vencedores".
Pero para serlo, es necesario haberse entregado totalmente al Amor. Totalmente, quien ama con todas sus fuerzas, no reserva nada para sí mismo, y no reservando para sí mismo no lo hace para la carne ni para el Demonio. Lo da todo a su Dios, y Dios le da todo a su amador.
Le da su Verbo. esto es lo que da de comer al vencedor, ya desde esta Tierra, no podía darle nada mayor. Le da a Mí, Verbo del Padre, para ser alimento del espíritu consagrado al cielo.
Mi Palabra desciende a nutrir las almas que se han dado totalmente a su Dios y Señor. Mi Palabra viene para seros sacerdote y guía a quienes buscáis la guía verdadera, y veis tantas guías débiles para las gentes que perecen sin guía verdadera. Vosotros que habéis entendido la Verdad, sabéis que solo eso es verdadero: Vivir de mi Palabra.
[...] ¿Por qué la misa, por qué la Eucaristía, por qué la confesión, no os santifica como debía de suceder? Porque para vosotros son formalismos, no las hacéis fecundas atendiendo a mi Palabra. Peor aún: sofocáis mi Palabra, que Yo lanzo desde lo alto del Cielo para llamaros e iluminaros, bajo la tibieza, la hipocresía, la culpa más o menos grave.
No me amáis, eso es todo. Amar no quiere decir hacer de vez en cuando una visita superficial de cortesía mundana. Amar quiere decir vivir con el alma unida, fundida, encendida con un único fuego que alimenta a otra alma. entonces en la fusión, se realiza entonces la comprensión.
No hablo, no ya lejos, desde lo alto de los Cielos, sino que hago morada - y conmigo el Padre y el Espíritu, porque somos una sola cosa - Yo hago morada en el Corazón que me ama y mi Palabra ya no es susurro, sino Voz plena, ya no es aislada, sino continua.
Entonces soy el "Maestro" verdadero. Soy aquel que hace ahora 20 siglos hablaba a las muchedumbres incansablemente y que ahora encuentra su delicia en hablar a sus predilectos que le saben escuchar y de los cuales hago mis canales de Gracia.
¡Cuánta Vida os doy! Vida verdadera, Vida Santa, Vida eterna, Vida gozosa con mi Palabra que es Palabra del Padre y Amor del Espíritu. Si, en verdad, al "vencedor" Yo le doy de comer del fruto del árbol de la Vida. Os lo doy, ya en esta Tierra con mi Doctrina espiritual que vuelvo a traer entre los hombres a fin de que no todos perezcan. Os la doy en la otra Vida con mi estancia entre vosotros para siempre.
Yo soy la Vida verdadera. Permaneced en Mí, amados míos, y no conoceréis la muerte".
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