LA CRUZ DE CRISTO LLEVA CONSIGO LAS PALMAS DEL TRIUNFO, ES EL ESTANDARTE UNIVERSAL PARA RESCATAR A TODA LA HUMANIDAD |
EL SUBLIME VALOR DEL SUFRIMIENTO
Personalmente, me ha costado muchos años comprender el valor del sufrimiento, siendo una persona de mentalidad cartesiana, es decir que me gusta comprender el por qué de las cosas, nunca llegué a captar su significado tan profundo, afortunadamente, creo que el Señor me lo ha dado a entender.
Había leído la vida de los Santos, como San Juan de la Cruz, y recuerdo su estancia en la prisión de Toledo, encerrado nueve meses en un cuarto estrecho, de donde le sacaban todos los viernes para ser azotado delante de toda la comunidad de frailes calzados. Dicen que fue allí donde compuso los más sublimes tratados de mística, como la noche oscura del alma, según creo recordar.
También recuerdo, que una vez que logró escapar de su prisión, y fue a parar al convento de las Descalzas de Toledo, completamente demacrado y macilento por tanto sufrimiento, se agarró a la reja, dando gracias a Dios por esta prueba tan dura, sabiendo que le reportaría a él y a las almas, grandes provechos.
Él mismo explica en la escala mística, que es la que nos hace subir hasta la unión con la divinidad, desde el primer peldaño, que nos hace apartarnos del mundo, hasta el décimo que es el último que ya no es de esta vida, y que es el que nos transforma en el mismo Dios por su fusión con Él. Explica como al subir de un peldaño a otro, esto se consigue con una nueva prueba y sufrimiento, que son siempre directamente proporcionales al grado de imperfección de nuestra alma y al grado de Santidad al cual Dios la quiere llevar.
El lema de Santa Teresa de Jesús era "sufrir o morir", y una vez muerta se apareció a una Carmelita diciéndole: "Nosotros estamos en el Cielo para gozar de Dios, y vosotras estáis en la Tierra para sufrir por los pecados del mundo".
Santa Teresita ofreció sus grandes sufrimientos, al consagrarse como víctima expiatoria para la redención de los pecadores y por las misiones, por eso fue proclamada por la Iglesia Copatrona de las misiones, con San Francisco Javier, sufrimientos que supo aceptar con resignación, como cuando en el convento de Caen, en pleno invierno con temperaturas gélidas, barría el claustro del convento escupiendo sangre por la tuberculosis que padecía, aguantó con resignación y humildad el desprecio de sus compañeras, que la tenían por un ser insignificante e intranscendente, tratándola peor que a un perro. Logró por su entrega y sacrificio salvar a un asesino, que en el momento de su ejecución por la guillotina, besó las llagas de Cristo, en la Cruz que le presentaba el Sacerdote.
Era la madrina de un misionero que estaba en Vietnam, entonces colonia francesa. Algunos frutos de su sacrificio pueden verse ahora: Hace algún tempo, he leído en Religión en Libertad, que los Sacerdotes católicos en Vietnam, un País de régimen comunista y ateo, se dedican a recoger los fetos de los niños abortados y los entierran en cementerios diminutos, para evitar que sean echados a los cerdos, hecho que no ocurre en ningún País civilizado.
Quiero aquí insistir en un hecho, locura e insensatez para los ateos: El fabuloso poder del Sufrimiento, cuyos supremos ejemplos fueron Jesús, el Sublime Redentor y María la sublime Corredentora.
Siguen después toda la legión de los Mártires, de los Santos, y de todos los fieles, que aunque no murieron de una forma cruenta, salieron victoriosos de todas las pruebas que tuvieron que padecer, que muchas veces, por su duración, fueron más valiosas que el mismo Martirio, como así le dijo Jesús a María Valtorta.
Siguen después toda la legión de los Mártires, de los Santos, y de todos los fieles, que aunque no murieron de una forma cruenta, salieron victoriosos de todas las pruebas que tuvieron que padecer, que muchas veces, por su duración, fueron más valiosas que el mismo Martirio, como así le dijo Jesús a María Valtorta.
En el otro mundo, en el Reino de Dios, se verá con perfecta claridad el valor del sufrimiento, las almas redimidas y arrancadas de las garras de Satán que agradecerán eternamente a sus salvadores que lograron el rescate con sus oraciones y sufrimientos.
A este respeto, dijo la Santísima Virgen a los pastorcillos en Fátima: “¡Cuántas almas se condenan porqué no hay nadie que rece por ellas!”.
Una cosa que se puede comprobar en este mundo sin tener ninguna Gracia especial, es que el pecado produce un gozo pasajero, pero inocula una amargura algunas veces eterna, por eso es el engaño que utiliza siempre Satanás por atrapar a las almas, y es también por eso que tiene tantos seguidores; la mayoría no quiere esperar el premio y quiere disfrutarlo enseguida.
Muy al contrario, la Virtud produce una amargura pasajera, pero inocula un gozo eterno, eso es la sublime verdad que utiliza siempre Dios para atraer a las almas, y es por eso que tiene menos seguidores, hay pocos que quieren esperar para obtener el premio y que quieran el sacrificio.
Sin embargo, la experiencia demuestra que el que se entrega a los vicios de toda clase como son la gula, la lujuria, la pereza, la avaricia y todos los demás pecados, tienen que soportar ya en este mundo consecuencias fatales, que son esclavitud y dolencias físicas y espirituales de toda clase, y la mayor desgracia que le puede ocurrir a un alma: La condenación eterna. Muy al contrario, el que se entrega a la Virtud, como la sobriedad, la castidad, la diligencia, la caridad y todas las otras virtudes, disfrutan ya en este mundo de la libertad y salud física y espiritual, y lo más importante, la Vida eterna.
Eso es lo que quiso decir nuestro Salvador cuando afirmó: "Todo el que haya dejado casas, o hermanos, o madre, o hijos y tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la Vida eterna". (Mat 19, 29)
Esta sublime afirmación de Jesús, se puede resumir en estas palabras: Jesús y su Doctrina tienen que estar por encima de todas las querencias de este mundo, el que lo consiga, será cien veces más feliz, y además poseerá la Vida eterna.
Una cosa que se puede comprobar en este mundo sin tener ninguna Gracia especial, es que el pecado produce un gozo pasajero, pero inocula una amargura algunas veces eterna, por eso es el engaño que utiliza siempre Satanás por atrapar a las almas, y es también por eso que tiene tantos seguidores; la mayoría no quiere esperar el premio y quiere disfrutarlo enseguida.
Muy al contrario, la Virtud produce una amargura pasajera, pero inocula un gozo eterno, eso es la sublime verdad que utiliza siempre Dios para atraer a las almas, y es por eso que tiene menos seguidores, hay pocos que quieren esperar para obtener el premio y que quieran el sacrificio.
Sin embargo, la experiencia demuestra que el que se entrega a los vicios de toda clase como son la gula, la lujuria, la pereza, la avaricia y todos los demás pecados, tienen que soportar ya en este mundo consecuencias fatales, que son esclavitud y dolencias físicas y espirituales de toda clase, y la mayor desgracia que le puede ocurrir a un alma: La condenación eterna. Muy al contrario, el que se entrega a la Virtud, como la sobriedad, la castidad, la diligencia, la caridad y todas las otras virtudes, disfrutan ya en este mundo de la libertad y salud física y espiritual, y lo más importante, la Vida eterna.
Eso es lo que quiso decir nuestro Salvador cuando afirmó: "Todo el que haya dejado casas, o hermanos, o madre, o hijos y tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la Vida eterna". (Mat 19, 29)
Esta sublime afirmación de Jesús, se puede resumir en estas palabras: Jesús y su Doctrina tienen que estar por encima de todas las querencias de este mundo, el que lo consiga, será cien veces más feliz, y además poseerá la Vida eterna.
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