MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES Y REINA DE LA HUMANIDAD |
Hace algún tiempo publiqué la imagen de María obra maestra de la Stma. Trinidad, hojeando los cuadernos de María Valtorta, he leído estas palabras de Jesús que confirman plenamente este atributo, lo que me causó una gran alegría, y que transmito aquí el día de hoy 1 de Enero de 2.017, fiesta de María la Madre de Dios.
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(25 de Noviembre de
1.943)
Dice
Jesús:
Todas las almas son creadas por el pensamiento del Padre
que manda a estas hijas suyas para animar los cuerpos generados en la Tierra.
Pero el alma de la Purísima no salió solo del pensamiento del Padre.
Del vórtice de ardores que es nuestra Trinidad santa parten
los tres amores que convergen en el centro, allí donde nuestra divinidad se
unifica y resplandece. Allí está el vértice del Amor, fruto de los tres amores
unidos, y para hacer una comparación, humana, podría decir que allí está el
corazón de nuestra Santa Trinidad.
De este corazón ha venido el alma de María. Como una chispa
despedida de nuestra voluntad de amor, Ella se generó de nuestros tres
amores y de nuestros tres deseos de
tenerla como Hija, como Madre, como Esposa, y hemos puesto toda nuestra perfección
en crearla porque ella estaba destinada a ser la piedra del edificio del Templo
verdadero, el Arca del nuevo pacto, el inicio de la Redención que, como todas
las cosas de Dios, lleva el tres, signo simbólico del Dios Trino.
El
primer tiempo de la Redención es la creación –
obra más específica del Padre – del alma sin mancha, destinada a descender para
habitar una carne que tendría que ser Sagrario de Dios, y el amor del Hijo y de
Espíritu Santo beatificamente cuidaron su formación.
El
segundo tiempo es cuando, por obra del
Espíritu, Aquella sin mancha, toda bella y pura, fundió su ardor de Virgen
enamorada de Dios con el ardor del Amor de Dios, y por obra del Espíritu Santo
generó a Cristo para las gentes.
El
tercer tiempo, cuando Cristo cumplió su misión
de Redentor muriendo en la Cruz. También entonces María estaba unida a la obra de Dios, y
por obra del Hijo, se hizo Corredentora y Víctima con Él. Indisolublemente
unida a Dios y a su voluntad. Ella está presente en cada momento del camino de
las etapas de la Redención, y sin María, no habríais tenido al Redentor.
La Madre es la flor completamente abierta de toda la
púrpura de su vestidura real. Pero la Madre para ser tal, no solo tuvo que
iniciarse en el capullo inviolado de la Virgen candidísima, sino en la semilla
aún no nacida de la que después brotó el tallo, el capullo, la flor.
Al celebrar la fecha de la Concepción inmaculada de María, suave
fruto de nuestro amor y portadora del fruto del amor infinito, consagrado a
vuestra salvación, que soy Yo, tened presente no solo a María tal como ha sido
concebida, sino su origen – tres veces Santa porque para crearla concurrieron
nuestros tres amores – y su especial dignidad como iniciadora del perdón del
Eterno hacia el hombre.
Aurora serena del día de la Redención. Ella vino a vosotros
con su casto fulgor de Estrella matutina y de alma paradisíaca. Su cuna, que se
prepara para recibirla precede en poco a la mía, y su sonrisa vos enseña el
Gloria, para cantar al Eterno que, en su caridad perfectísima, ha cumplido para vosotros los dos amores, prodigios de la Concepción inmaculada de María y de mi
Encarnación”.
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