MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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lunes, 15 de agosto de 2016

LA TRANSFIGURACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA. JESÚS CORRE EL VELO DE HUMILDAD QUE OCULTA LAS SUBLIMES VIRTUDES DE LA Stma VIRGEN MARÍA

María, poderosísima Protectora; otorgad para mí,
por Jesús, la Corona inmortal. 



LA TRANSFIGURACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO
DE Mª VALTORTA


 Dice Jesús....

[...] "Bien, ven Simón. He querido que estuvierais aquí, para daros a conocer a María. Muchos de vosotros conocéis a la "madre" María; algunos a la "esposa" María. Pero ninguno conoce a la "virgen" María. Os la quiero dar a conocer en este jardín en flor, al cual vuestro corazón viene, con el deseo, en los momentos de lejanía forzada, como a un lugar de reposo, durante las fatigas del apostolado.

He oído lo que decíais, apóstoles, discípulos y parientes; he oído vuestras impresiones, vuestros recuerdos, vuestras afirmaciones acerca de mi Madre. Quiero transfiguraros todo esto - cargado de admiración, pero todavía muy humano - en conocimiento sobrenatural. Porque mi Madre antes de Mí, debe de ser transfigurada ante los ojos de los más merecedores, para ser mostrada cual Ella es. Veis a una mujer. Una mujer que por su santidad os parece distinta de las demás, y que véis en realidad como un alma envuelta en la carne, como todas sus hermanas de sexo. pero ahora quiero descubriros el alma de mi Madre, su verdadera y eterna belleza.

Ven aquí, Madre mía. No te ruborices. No te eches hacia atrás atemorizada, dulce paloma de Dios Tu Hijo es la Palabra de Dios, y puede hablar de tí y de tu misterio, de tus misterios, ¡oh sublime Misterio de Dios! Vamos a sentarnos aquí, bajo esta ligera sombra de árboles en flor, junto a la casa, junto a tu habitación santa. ¡Así! Vamos a descorrer esta cortina ondeante. Que salgan olas de santidad y de Paraíso de esta habitación virginal para saturarnos de tí a todos...  Sí. A mí también, y quede perfumado de tí, Virgen perfecta, para poder soportar los hedores del mundo, para, teniendo saturada la pupila de tu Candor, poder ver candor... Venid aquí, Margziam, Juan, Esteban y vosotras, discípulas, poneos bien de frente a la puerta abierta de la morada casta de la que es Casta entre todas las mujeres. Y detrás, vosotros, amigos míos. Y aquí a mi lado, tú, amada Madre mía. 

Pero antes he dicho:"la eterna belleza del alma de mi Madre". Soy la Palabra y por eso sé hacer uso de la palabra sin error. He dicho eterna, no inmortal. Y no lo he dicho sin una finalidad. Inmortal es quién , habiendo nacido, ya no muere. Así el alma de los justos es inmortal en el Cielo, el alma de los pecadores es inmortal en el Infierno; porque el alma, una vez creada, ya no muere sino a la Gracia. Pero el alma tiene vida, existe desde el momento que Dios la piensa. La crea el pensamiento de Dios. El alma de mi Madre desde siempre es pensada por Dios. Por lo tanto es eterna en su Belleza, en la cual Dios ha vertido todas las perfecciones para recibir de ella delicia y confortación.

Está escrito en el libro de nuestro antepasado Salomón, que te antevió, por lo tanto, puede ser llamado profeta tuyo: 

"Dios me poseyó al principio de sus obras, desde el mismo principio, antes de la Creación. Ab aeterno fuí establecida, al principio antes de que fuera hecha la Tierra. No existían todavía los abismos y yo había sido ya concebida. No manaban aún las fuentes de las aguas, no habían aún sido asentadas las montañas sobre su pesada mole y yo ya existía. Antes de las colinas había sido dada la luz. Él no había hecho todavía la Tierra, ni los ríos, ni los fundamentos del mundo, y yo ya existía. Cuando preparaba los cielos y el Cielo, estaba presente. Cuando con ley inviolable cerró debajo de la bóveda el abismo, cuando afianzó en lo alto la bóveda celeste y colgó de ella las fuentes de las aguas, cuando fijó al mar sus confines y dictó a las aguas la ley de no superarlos, mientras echaba los cimientos de la Tierra, yo estaba con Él, jugaba en su presencia continuamente. Jugaba en el orbe".

¡Sí, oh Madre de la que Dios, el Inmenso, el Sublime, el Virgen, el Increado, estaba grávido, y te llevaba como el dulcísimo de su seno, exultando al sentirse agitarte dentro de Él, dándole las sonrisas con las que hizo la Creación! Tú, a la que dio a luz el dolor para darte al mundo, alma suavísima, nacida del Virgen para ser la "Virgen", Perfección de la Creación, Luz del Paraíso, Consejo de Dios, el cual, mirándote, pudo perdonar la Culpa, porque solo Tú, tú sola, sabes amar como no sabe hacerlo toda la Humanidad junta. ¡En Ti, el perdón de Dios! En ti, la Medicina de Dios! ¡En ti, la Salud del mundo, Madre del Amor encarnado y del Redentor concedido!

¡Oh, el alma de mi Madre! ¡Fundida en el Amor con el Padre, te miraba dentro de Mí, oh alma de mi Madre!... Tu esplendor, tu oración, la idea de que tú me llevaras, eran eterno consuelo de mi destino de dolor y de experiencias inhumanas, de lo que significa para el Dios perfectísimo el mundo corrompido. ¡Gracias Madre! He venido ya saturado de tus consuelos, he descendido sintiéndote solo a Ti, tu perfume, tu canto, tu amor... ¡Alegría, alegría mía!
Pero oíd, vosotros que ahora sabéis que una sola es la mujer en la que no hay mancha, una sola la Criatura que no cuesta heridas al Redentor, oíd la segunda transfiguración de María, la Elegida de Dios.


ESTAS FLORES SIMBOLIZAN LAS VIRTUDES
DE LA Stma. VIRGEN MARÍA



Era una tarde serena de Adar. Estaban en flor los árboles en el jardín silencioso. María, desposada con José había cogido un rama del árbol florecido, para sustituir a la otra que había en su habitación. Hacía poco que María había venido a Nazaret, tomada del Templo para adornar una casa de santos. Y, con el alma tripartita (entre el Templo, la casa y el Cielo), miraba la rama florida pensando que con una parecida a esa, florida en modo insólito, una rama cortada en pleno invierno en este huertezuelo, que había echado flores como en primavera delante del Arca del Señor - quizás le había dado calor el Sol-Dios radiante en el lugar de su gloria - Dios le había expresado su voluntad... 

Y pensaba también que el día de la boda, José le había llevado otras flores, aunque no como esa primera, que tenía escrito en sus pétalos ligeros: "Te quiero unida a José"... Muchas cosas pensaba... Y pensando subió a Dios. Las manos se movían diligentes entre la rueca y el huso, e hilaban un hilo más delgado que un cabello de su joven cabeza...

El alma tejía un tapiz de amor, yendo diligente, como la lanzadera del telar, de la tierra al Cielo; de las necesidades de la casa, de su esposo, a las del alma, de Dios. Y cantaba y oraba. El tapiz se formaba en el místico telar, se desenrollaba desde la Tierra al Cielo, subía para perderse arriba... ¿Formado con qué? Con los hilos finos, perfectos, fuertes, de sus virtudes, con el veloz hilo de la lanzadera que ella creía suya, y que sin embargo era de Dios: la lanzadera de la voluntad de Dios en la cual estaba arrollada la voluntad de la pequeña, Grande Virgen de Israel, la Desconocida para el mundo, la Conocida de Dios; su voluntad arrollada, hecha una con la voluntad del Señor. 

Y el tapiz se adornaba con flores de amor, de pureza, con palmas de paz, de gloria con violetas, jazmines... Todas las virtudes florecían en el tapiz del amor que la Virgen de Dios extendía, invitante, desde la tierra hasta el Cielo. Y, no bastando el tapiz, lanzaba su corazón cantando: "Venga mi Amado a su jardín y coma el fruto de sus árboles frutales... Baje mi Amado a su Jardín, a la era de los aromas. a halagarse en los jardines, a recoger lirios. ¡Yo soy de mi Amado, y mi Amado es mío; Él, que se halaga entre los lirios!". (Cant 5, 1; 6, 2-3; 4, 1 y 11-12; 8, 6-7).

Y, desde lejanías infinitas, entre torrentes de Luz, venía una voz cual ningún oído humano puede oír, ni garganta humana formar. Decía: "¡Cuán hermosa eres, amiga mía! ¡Qué hermosa!... Miel gotean tus labios... ¡Un jardín cerrado eres tú, una fuente sellada, oh hermana, esposa mía!..." , y las dos voces se unían para cantar la eterna verdad: "El amor es más fuerte que la muerte. Nada puede extinguir o ahogar nuestro amor". La Virgen se transfiguraba así... así... así... mientras descendía Gabriel y la reclamaba, con su llamear, a la Tierra; uníale de nuevo el espíritu al cuerpo, para que ella pudiera oír y comprender la demanda de Aquel que la había llamado "Hermana" pero que la quería "Esposa".

Pues bien, allí tuvo lugar el Misterio... Y una púdica, la más púdica entre todas las mujeres, Aquella que ni siquiera conocía el estímulo instintivo de la carne, se turbó ante el ángel de Dios, porque un ángel turba la humildad y la verecundia de la Virgen; y sólo se calmó, oyéndole hablar; y creyó; y dijo la palabra por la que el amor "de Ella y de Él" se hizo Carne y vencerá a la Muerte, y no habrá agua que pueda apagarla ni maldad que puede sumergirle... ".
Jesús se inclina dulcemente hacia María, que ha caído a sus piés, casi extática, al rememorar la lejana hora, iluminada con una luz especial que parece exhalar del alma; y le pregunta quedo: "¿Cual fue, ¡Purísima!, tu respuesta a aquel que te aseguraba que viniendo a ser madre de Dios, no perderías tu perfecta Virginidad?".

Y María, casi en sueño, lentamente, sonriendo, con los ojos dilatados por un feliz llanto: "He aquí a la Sierva del Señor! Hágase en mi según tu Palabra" y reclina, adorando, la cabeza en las rodillas de su Hijo.

Jesús la cubre con su manto, celándola así a los ojos de todos, y dice: y se cumplió. Y se cumplirá hasta el final. Hasta sus otras transfiguraciones. Ella será siempre la "Sierva de Dios". Hará siempre lo que diga "la Palabra". ¡Esta es mi Madre! Bueno es que empecéis a conocerla en toda su santa Figura... ¡Madre! ¡Madre! Alza tu cara, Amada... llama a tus devotos a esta Tierra en que por ahora estamos... " dice mientras destapa a María, después de un rato en que no se ha oído ningún sonido aparte del zumbido de las abejas y el gorgoteo de la fuentecilla.

María levanta la cara, cubierta de llanto, y susurra: "¿Por qué me has hecho esto, Hijo? Los secretos del Rey son sagrados... ".

"Pero el Rey los puede revelar cuando quiere. Madre, lo he hecho para que se comprenda lo que dijo el Profeta: "Una mujer abarcará al hombre" (Jer 31, 22), y lo otro del otro Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz a un Hijo"( Isaías 7, 14). Y también para que ellos, que se horrorizan por demasiadas cosas del Verbo de Dios, que consideran humillantes, tengan como contrapeso otras muchas cosas que los confirmen en el gozo de ser "míos". Así, no se volverán a escandalizar, y conquistarán así también el Cielo... Ahora los que tengan que ir a las casas hospitalarias, que vayan. Yo me quedo aquí con las mujeres y Margziam. Que mañana, al alba, estén aquí todos los hombres; quiero llevaros a un lugar cercano. Luego regresaremos para saludar a las discípulas. Después volveremos a Cafarnaúm y reuniremos a otros discípulos para enviarlos detrás de ellas"...








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