MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 22 de octubre de 2017

ANÁLISIS DEL EVANGELIO DEL 22-10-2.017: DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR, Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS.



DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CESAR Y A DIOS, LO QUE ES DE DIOS.





Mateo 22,15-21.

Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?". 
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? 
Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". 


REFLEXIÓN PERSONAL

Al leer el Evangelio de hoy, me viene a la mente como esta pregunta de los Fariseos a Jesús tiene hoy más vigencia que nunca: Se trata de la relación que hubo, hay y habrá entre la Iglesia y el Estado. Jesús parece indicar que tiene que haber una separación total entre la Iglesia y los Estados, es decir que la Iglesia no tiene que inmiscuirse en los asuntos de estado, y al revés el estado no lo debe hacer en los asuntos de la Iglesia.
Es un asunto de una complejidad tal que si no se lleva como así lo quiere Dios, han habido, hay y habrán situaciones complejas y de muy difícil actuación.
Desde los comienzos de la historia de todas las civilizaciones, y también en el tiempo de Jesús, había situaciones de pobreza extrema, regía la esclavitud, las atrocidades de los más fuertes ante los indefensos. San Juan de la Cruz dice en sus escritos, que Dios permitió que el Imperio Romano se afianzara en el mundo conocido porque tenía leyes más justas que las de los pueblos bárbaros, es decir que Dios premia a los gobiernos que son más próximos a las leyes de Dios que siempre promueven la felicidad de sus súbditos.

Pero Jesús nunca se pronunció abiertamente contra la esclavitud, la injusticia social, o contra las desigualdades entre ricos y pobres, San Pablo al contrario, recomienda que los esclavos sirvan con resignación y cariño a sus amos. Está pues muy claro que nunca quiso intervenir directamente contra las leyes del mundo, ya que en cierta manera, este mundo no es su Reino, como dijo cuando vinieron a prenderlo. Jesús sabe que la intervención directa contra los poderes constituidos, solo trae guerra y más sufrimientos, como él mismo lo dijo a San Pedro: el que mata por espada morirá por espada.

Pero este punto de vista, de separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, cuando no ha sido respetado por la Iglesia, ha traído consigo injusticias y sufrimientos mayores que si se hubiera respetado, es el caso de la Teología de la liberación, que al crear odio, nunca ha conseguido mejorar la situación de los explotados, muy al contrario, ha traído mayores sufrimientos, por las represalias de los más poderosos, pagando como siempre las consecuencias los más débiles.

La Iglesia igualmente por no haber querido separarse del poder, y haber estado abiertamente apoyándolo, lo ha pagado muy caro: es el caso de la monarquía francesa, que al apoyar y compartir el lujo con esa monarquía, como lo hizo con Luis XIV, provocó la Revolución francesa, con el gobierno del terror donde se masacraban el Rey, la nobleza y curas y monjas. Es lo que también ocurrió con la monarquía rusa de los Zares, que trajo el comunismo con su persecución hacia todas las religiones en especial los Ortodoxos, que era la Religión mayoritaria en Rusia. 








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