MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES Y REINA DE LA HUMANIDAD |
Hace algún tiempo publiqué la imagen de María obra maestra de la Santísima. Trinidad, hojeando los cuadernos de María Valtorta, he leído estas palabras de Jesús que confirman plenamente este atributo, lo que me causó una gran alegría, y que transmití aquí el día de hoy 1 de Enero de 2.021, fiesta de María la Madre de Dios.
Dios suele pagar con la misma moneda todos nuestras acciones buenas o malas, como así está escrito en el Evangelio, y como lo decimos en la oración del Padrenuestro: "Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Eso es lo que ocurrió con Lucifer, que engañó a nuestra madre Eva, lo que trajo la muerte y los sufrimientos a toda la humanidad.
De la misma manera, Dios Todopoderoso puso otra mujer, la Santísima Virgen María, para derrotarlo, y así recobrar la Vida, y anular los sufrimientos de la humanidad. Si por una mujer heredamos el pecado Original, comiendo el fruto prohibido, lo que provocó la muerte del cuerpo, por otra mujer heredamos la Vida eterna, comiendo del fruto de su vientre Jesús, lo que se realizará hasta el fin del mundo, ella es el árbol de la Vida que también estaba en el jardín del Edén, lo que en lenguaje espiritual quiere decir, que comer de su fruto es asimilar la voluntad de Dios lo que nos hace hijos suyos, gracias a María cuya fiesta celebramos hoy.
Lucifer, a pesar de su gran inteligencia de Arcángel, nunca llegó a sospechar que al haber degradado a Eva y a toda su descendencia, otra Mujer, mandada por Dios iba a aplastarle la cabeza, y derrotarlo por toda la eternidad, devolviendo la dignidad perdida.
Dios suele pagar con la misma moneda todos nuestras acciones buenas o malas, como así está escrito en el Evangelio, y como lo decimos en la oración del Padrenuestro: "Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Eso es lo que ocurrió con Lucifer, que engañó a nuestra madre Eva, lo que trajo la muerte y los sufrimientos a toda la humanidad.
De la misma manera, Dios Todopoderoso puso otra mujer, la Santísima Virgen María, para derrotarlo, y así recobrar la Vida, y anular los sufrimientos de la humanidad. Si por una mujer heredamos el pecado Original, comiendo el fruto prohibido, lo que provocó la muerte del cuerpo, por otra mujer heredamos la Vida eterna, comiendo del fruto de su vientre Jesús, lo que se realizará hasta el fin del mundo, ella es el árbol de la Vida que también estaba en el jardín del Edén, lo que en lenguaje espiritual quiere decir, que comer de su fruto es asimilar la voluntad de Dios lo que nos hace hijos suyos, gracias a María cuya fiesta celebramos hoy.
Lucifer, a pesar de su gran inteligencia de Arcángel, nunca llegó a sospechar que al haber degradado a Eva y a toda su descendencia, otra Mujer, mandada por Dios iba a aplastarle la cabeza, y derrotarlo por toda la eternidad, devolviendo la dignidad perdida.
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(25 de Noviembre de 1.943)
Dice Jesús:
Todas las almas son creadas por el pensamiento del Padre que manda a estas hijas suyas para animar los cuerpos generados en la Tierra. Pero el alma de la Purísima no salió solo del pensamiento del Padre.
Del vórtice de ardores que es nuestra Trinidad Santa parten los tres amores que convergen en el centro, allí donde nuestra divinidad se unifica y resplandece. Allí está el vértice del Amor, fruto de los tres amores unidos, y para hacer una comparación, humana, podría decir que allí está el corazón de nuestra Santa Trinidad.
De este corazón ha venido el alma de María. Como una chispa despedida de nuestra voluntad de amor, Ella se generó de nuestros tres amores y de nuestros tres deseos de tenerla como Hija, como Madre, como Esposa, y hemos puesto toda nuestra perfección en crearla porque ella estaba destinada a ser la piedra del edificio del Templo verdadero, el Arca del nuevo pacto, el inicio de la Redención que, como todas las cosas de Dios, lleva el tres, signo simbólico del Dios Trino.
El primer tiempo de la Redención es la creación – obra más específica del Padre – del alma sin mancha, destinada a descender para habitar una carne que tendría que ser Sagrario de Dios, y el amor del Hijo y de Espíritu Santo beatificamente cuidaron su formación.
El segundo tiempo es cuando, por obra del Espíritu, Aquella sin mancha, toda bella y pura, fundió su ardor de Virgen enamorada de Dios con el ardor del Amor de Dios, y por obra del Espíritu Santo generó a Cristo para las gentes.
El tercer tiempo, cuando Cristo cumplió su misión de Redentor muriendo en la Cruz. También entonces María estaba unida a la obra de Dios, y por obra del Hijo, se hizo Corredentora y Víctima con Él. Indisolublemente unida a Dios y a su voluntad. Ella está presente en cada momento del camino de las etapas de la Redención, y sin María, no habríais tenido al Redentor.
La Madre es la flor completamente abierta de toda la púrpura de su vestidura real. Pero la Madre para ser tal, no solo tuvo que iniciarse en el capullo inviolado de la Virgen candidísima, sino en la semilla aún no nacida de la que después brotó el tallo, el capullo, la flor.
Al celebrar la fecha de la Concepción inmaculada de María, suave fruto de nuestro amor y portadora del fruto del amor infinito, consagrado a vuestra salvación, que soy Yo, tened presente no solo a María tal como ha sido concebida, sino su origen – tres veces Santa porque para crearla concurrieron nuestros tres amores – y su especial dignidad como iniciadora del perdón del Eterno hacia el hombre.
Aurora serena del día de la Redención. Ella vino a vosotros con su casto fulgor de estrella matutina y de Alma paradisíaca. Su cuna, que se prepara para recibirla precede en poco a la mía, y su sonrisa vos enseña el Gloria, para cantar al Eterno que, en su caridad perfectísima, ha cumplido para vosotros los dos amores, prodigios de la Concepción inmaculada de María y de mi Encarnación”.
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