El Amor de Dios a las almas puras, es mucho más grande que el de una madre a su hijo. |
El amor de Dios es inimaginable para las almas que no lo hayan catado en este mundo, porque siendo Dios infinito en todos sus atributos, inmensamente rico y poderoso el alma en esta tierra está encerrada en un cuerpo mortal, por eso solo un místico que se ha desprendido de todos los atractivos del mundo, puede dar noticias de ello porque ha logrado vaciar completamente las tres potencias de su alma que son Memoria, Entendimiento y Voluntad, para así dejarla preparado, completamente limpia y libre de cualquier otro deseo que no sea Dios. Esta unión mística es mucho más grande que el amor de una madre o que el amor entre esposos, que son, como lo dice San Pablo, una imagen de lo que será para las almas la unión con su divino Esposo en el Paraíso de Dios.
El místico por excelencia como San Juan de la Cruz, que está venerado hasta por los Luteranos y las Anglicanos, fue el que afirmó en sus escritos que el milagro de la Transverberación, que tuvo Santa Teresa de Jesús, y que esculpió el gran artista italiano Bernini, es un hecho que ocurre a menudo cuando el alma mística está en contacto con la Divinidad. Fue él que pudo afirmar por experiencia propia que "Cuando Dios se comunica místicamente con el alma, ¡A esta le parece que es la única criatura de la Creación y que Él no tiene otra cosa que hacer que ocuparse de ella!".
El místico por excelencia como San Juan de la Cruz, que está venerado hasta por los Luteranos y las Anglicanos, fue el que afirmó en sus escritos que el milagro de la Transverberación, que tuvo Santa Teresa de Jesús, y que esculpió el gran artista italiano Bernini, es un hecho que ocurre a menudo cuando el alma mística está en contacto con la Divinidad. Fue él que pudo afirmar por experiencia propia que "Cuando Dios se comunica místicamente con el alma, ¡A esta le parece que es la única criatura de la Creación y que Él no tiene otra cosa que hacer que ocuparse de ella!".
DEL CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ
Canción 27
Se comunica Dios al alma en esta unión interior, con tantas cuantías de amor, que no hay afición de madre que acaricie a su hijo con tanta ternura, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le compare, porque aún llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma, ¡oh cosa maravillosa y digna de todo pavor y admiración!, que se sujeta a ella verdaderamente para engrandecerla, como si Él fuese su siervo y ella fuese su señor. Y está tan solícito en regalar, como si Él fuese su esclavo y ella fuese su Dios, hecho que leemos en los Evangelios cuando Jesús lavó los pies a sus discípulos ¡Tan profunda es la humildad y dulzura de Dios!
Porque Él en esta comunicación de Amor, en alguna manera ejercita aquél servicio que se dice en el Evangelio, que hará a sus elegidos en el Cielo, que, ciñéndose, pasando de uno a otro. los servirá (Luc 12, 37), Y así, aquí está empleado en regalar y acariciar al alma como la madre en servir y regalar a su niño, nutriéndolo en sus mismos pechos. En lo cual conoce el alma la verdad del dicho de Isaías, que dice: A los pechos de Dios seréis llevados y sobre sus rodillas seréis regalados (66, 12).
Qué sentirá pues el alma aquí, entre tan soberanas mercedes? ¡Cómo se derretirá el amor! ¡Cómo agradecerá ella viendo estos pechos de Dios abiertos para sí con tan soberano y gran amor! Sintiéndose puesta entre tantos deleites, se entrega toda a sí mismo a Él, y le da también los pechos de su voluntad y amor, y sintiéndolo, y sucediendo en su alma como la esposa lo sentía en los cantares, hablará con su Esposo de esta manera: Yo para mi Amado, y la transformación de Él para mí. Ven, Amado mío; salgamos al campo, moremos junto en las granjas; levantémonos por las mañanas a las viñas y veamos si ha florecido la viña y si las flores dan sus frutos, si florecieron las granadas. Allí te daré mis pechos (7, 10-12); esto es los deleites y fuerza de mi voluntad emplearé en servicio de tu Amor; y por pasar así estas dos entregas del alma y Dios en esta unión, lo refiere ella en esta canción, diciendo:
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa
y yo le dí de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí ser su esposa.
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