Todo lo creado relata la infinitud, la sabiduría, la riqueza y la Gloria inmensa de Dios, pero solo lo pueden apreciar los bienaventurados que poseen la Gracia. |
Afortunadamente, conociendo la mentalidad de la gran mayoría de las personas, me alegro sobremanera de que Dios esté escondido, y que para hallarlo, haya que buscarlo afanosamente, siguiendo unos criterios bien determinados, marcados por las leyes de Dios que son inmutables, y transmitidos por su Santa Iglesia Católica, y no por el criterio de cada persona, interpretando el mensaje de las Escrituras según su parecer.
Leyes que son inaccesibles para toda la jauría de vividores hedonistas, con su gran abanico de variantes de lo más variopintas: ateos, agnósticos, progresistas que quieren adaptar las leyes del Sinaí a nuestros tiempos, y someterlas a la aprobación de la mayoría "democrática", anarquistas que huyen de toda Jerarquía, libre-pensadores, abortistas, teólogos de la liberación, marxistas, socialistas, y un sinfín de contestatarios a toda obediencia.
Una vez que se siguen esas leyes impuestas por Dios, que se pueden resumir en entrar por la puerta estrecha que es Cristo, y seguir caminando por el angosto y empinado camino, con un cayado que es la Cruz, con la fuerza que da el saber que en la meta, se encuentra lo que anhela el alma enamorada, y loca de amor por encontrar al Ser supremo, fuente de todas las virtudes y de toda belleza infinita, se puede entonces acceder al lugar en donde está escondido el Sublime Rey de Reyes del Universo.
Pero cuando el alma encuentra lo que busca, que está escondido, se encuentra en ese momento, como lo dice San Juan de la Cruz, ella misma escondida. Del punto de vista espiritual, esta ocultación del alma, significa que está ella también alejada al mundo, es decir retirada de lo que da el mundo: Las riquezas, los honores y la admiración de los hombres, el alma que tiene la dicha infinita de llegar a la meta y de encontrarse con su Creador, se hallará escondida, sin saberlo, fuera del mundo, y esa unión mística solo se producirá traspasando la puerta final, en donde con toda su esencia, mora el objeto de su deseo, se trata de la puerta de la muerte, que accede a la vida Eterna, que ella también está escondida, pero que por fin nos permitirá admirar cara a cara a ese Dios, que ya no estará nunca más escondido.
El hecho de que Dios se halle escondido, tiene también la gran ventaja de que la persona que lo busque, y lo encuentre por el camino que se ha indicado, será un verdadero merecedor del fabuloso premio, el tesoro escondido, y si Dios no estuviese escondido, y la gente viese su Gloria, todo el mundo se apuntaría a la opción del más allá, y ya no se podría distinguir el trigo de la cizaña que estaba escondida entre el trigo.
Y el gran mérito y la gran victoria de la Fe, será precisamente en haber creído en ese Dios escondido, y de haber apostado por Él, estando escondido, rechazando todo los honores y los placeres de un mundo hedonista que no estaba escondido. Por esa razón se dice que la Fe es un don de Dios, que se da escondido, porqué sin ese don, sería imposible creer en un Dios escondido, y rechazar todas los atributos del mundo no escondido.
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