ESTE ES EL PAN DE LOS ÁNGELES,QUE HACE RENACER EL ALMA SANÁNDOLA DE LA ENFERMEDAD TRANSMITIDA POR ADAN |
Dice San Juan de la Cruz en sus dichos de Luz y Amor
"Para enamorarse Dios del alma, no pone los ojos en su grandeza, sino en la grandeza de su humildad". Por estas palabras del Santo, se puede saber a quien Dios da el supremo don de la Fe.
He leído en la obra de María Valtorta que la Madre Teresa de Calcuta llevaba consigo a todas partes, y que el Padre Pío recomendaba leer, que cuando el alma prueba la dulzura del amor de Dios, el demonio sabe que la tiene perdida, por eso trata por todos los medios a su alcance de apartarla de Dios.
Este espíritu inmundo, aliado por los otros dos enemigos del alma que son el mundo y sobre todo la carne, está ahora ayudado por su nefasta iglesia que es la masonería, que está preparando la venida del Anticristo. Por eso está cosechando más almas de lo que podía esperar, ya que la mentalidad humana de hoy, aprobada por las recomendaciones de muchos pastores, es el relativismo, que consiste en no ver diferencia alguna entre el vicio y la virtud.
He leído en la obra de María Valtorta que la Madre Teresa de Calcuta llevaba consigo a todas partes, y que el Padre Pío recomendaba leer, que cuando el alma prueba la dulzura del amor de Dios, el demonio sabe que la tiene perdida, por eso trata por todos los medios a su alcance de apartarla de Dios.
Este espíritu inmundo, aliado por los otros dos enemigos del alma que son el mundo y sobre todo la carne, está ahora ayudado por su nefasta iglesia que es la masonería, que está preparando la venida del Anticristo. Por eso está cosechando más almas de lo que podía esperar, ya que la mentalidad humana de hoy, aprobada por las recomendaciones de muchos pastores, es el relativismo, que consiste en no ver diferencia alguna entre el vicio y la virtud.
INSTRUCCIÓN Y CAUTELAS DE QUE DEBE USAR EL QUE DESEA SER VERDADERO RELIGIOSO
Y LLEGAR A LA PERFECCIÓN
(De San Juan de la Cruz)
Y LLEGAR A LA PERFECCIÓN
(De San Juan de la Cruz)
Estas recomendaciones del Santo están dirigidas a todas las almas contemplativas, es decir a los místicos que quieren dedicarse a lo más importante en esta vida: Lograr alcanzar el Reino de la felicidad, de la eterna juventud y del verdadero Amor, exento de egoísmos y de envidias. Estaban dirigidas para los religiosos de su Orden de Carmelitas Descalzos, pero también son necesarias para los laicos que en el mundo son verdaderos místicos, es decir que aman de verdad a Dios, y luchan con todas sus fuerzas para alcanzar esa fabulosa meta.
1. El alma que quiere llegar en breve al santo recogimiento, silencio espiritual, desnudez y pobreza de espíritu, donde se goza del pacífico recogimiento del Espíritu Santo y se alcanza unidad con Dios, y librarse de todos los impedimentos de toda criatura de este mundo y defenderse de las astucias y engaños del demonio y liberarse de si mismo, tiene necesidad de ejercitar las recomendaciones siguientes, advirtiendo que todos los daños que el alma recibe nacen de los enemigos ya dichos, que son mundo, demonio y carne.
2. El mundo es el enemigo menos dificultoso. El demonio es más oscuro de entender, pero la carne es más tenaz que todos y duran sus acometimientos mientras dura el hombre viejo.
3. Para vencer a uno de estos enemigos es menester vencerlos a todos los tres; y enflaquecido uno, se enflaquecen los otros dos; y vencidos todos los tres, no le queda al alma más guerra.
CAUTELA CONTRA EL MUNDO
La primera es que acerca de todas las personas tengas igualdad de amor e igualdad de olvido [...]
No ames a una persona más que a otra que errarás, porque aquel es digno de más amor el que Dios ama más, y no sabes aquel a quien Dios ama más [...]
La segunda cautela contra el mundo es acerca de los bienes temporales, en lo cual es menester, para librarse de veras de los daños de este género y templar la demasía del apetito, despreciar toda manera de poseer, y ningún cuidado debes tener acerca de ellos: ni de comida, ni de vestido ni de otra cosa criada, ni del día de mañana, empleando ese cuidado en otra cosa más alta, que es buscar el Reino de Dios, esto es, en no faltar a Dios, y que lo demás - como su Majestad dice - nos será añadido (Mat 6, 33), pues no ha de olvidarse de ti el que tiene cuidado de las bestias. Con eso adquirirás silencio y paz en los sentidos.
La tercera cautela es muy necesaria para que te sepas guardar de todo daño con los que convives, la cual por no tenerla, muchos no solo perdieron la paz y bien de su alma, pero vinieron y vienen a dar en grandes males y pecados [...]
Porque si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te parecerán muchas cosas malas, por no entender tu la sustancia de ellas. Por lo cual toma ejemplo de la mujer de Lot (Gen 19, 26), que porque se alteró en la perdición de los sodomitas, volviendo la cabeza para mirar atrás, la castigó el Señor volviéndola en estatua y piedra de sal. Para que entiendas que, aunque vivas entre demonios, quiere Dios que de tal manera vivas entre ellos, que ni vuelvas la cabeza del pensamiento a sus cosas, sino que les dejes totalmente, procurando tú traer tu alma pura y entera en Dios, sin que un pensamiento de esto o de aquello te estorbe. Y para esto, ten por seguro que en los conventos y comunidades nunca ha de faltar algo en que tropezar, pues nunca faltan demonios que intenten derribar a los santos, y Dios lo permite para ejercitarlos y probarlos.
La tercera cautela es muy necesaria para que te sepas guardar de todo daño con los que convives, la cual por no tenerla, muchos no solo perdieron la paz y bien de su alma, pero vinieron y vienen a dar en grandes males y pecados [...]
Porque si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te parecerán muchas cosas malas, por no entender tu la sustancia de ellas. Por lo cual toma ejemplo de la mujer de Lot (Gen 19, 26), que porque se alteró en la perdición de los sodomitas, volviendo la cabeza para mirar atrás, la castigó el Señor volviéndola en estatua y piedra de sal. Para que entiendas que, aunque vivas entre demonios, quiere Dios que de tal manera vivas entre ellos, que ni vuelvas la cabeza del pensamiento a sus cosas, sino que les dejes totalmente, procurando tú traer tu alma pura y entera en Dios, sin que un pensamiento de esto o de aquello te estorbe. Y para esto, ten por seguro que en los conventos y comunidades nunca ha de faltar algo en que tropezar, pues nunca faltan demonios que intenten derribar a los santos, y Dios lo permite para ejercitarlos y probarlos.
CONTRA EL DEMONIO
De otras tres cautelas debe usar el que aspira a la perfección para librarse del demonio, su segundo enemigo. Para lo cual es de advertir que, entre las muchas astucias que el demonio usa para engañar a los espirituales, la más corriente es engañarles bajo el aspecto del bien. y no debajo de especie de mal, porque sabe que el mal conocido apenas lo tomarán. Y así siempre te has de recelar de lo que parece bueno, mayormente cuando no interviene obediencia. la sanidad de esto es el consejo de quien lo debes tomar.
Primera Cautela
Sea la primera cautela que jamás, fuera de lo que de orden estás obligado, te muevas a cosa, por buena que parezca y llena de caridad ahora para ti, ahora para otro cualquiera de dentro y fuera de casa, sin orden de obediencia. Ganarás en esto mérito y seguridad, escúsaste de propiedad y huyes el daño y daños que no sabes, de que te pedirá Dios en su tiempo. Y si esto no guardas en lo poco y en el mundo, aún que más te parezca que aciertas, no podrás dejar de ser engañado por el demonio o en poco o en lo mucho.
Aunque que no sea más que no regirte en todo por obediencia, ya yerras culpablemente; pues Dios más quiere obediencia que sacrificios (1 Re. 15, 22), y las acciones del religioso no son suyas, sino de la obediencia, y si las sacara de ella, se las pedirán como perdidas.
Aunque que no sea más que no regirte en todo por obediencia, ya yerras culpablemente; pues Dios más quiere obediencia que sacrificios (1 Re. 15, 22), y las acciones del religioso no son suyas, sino de la obediencia, y si las sacara de ella, se las pedirán como perdidas.
Segunda Cautela
La segunda cautela sea que jamás mires al prelado con menos ojos que a Dios, sea el prelado que fuere, pues lo tienes en su lugar. Y advierte que el demonio mete mucho aquí la mano. Mirando así el prelado es grande la ganancia y aprovechamiento, y sin esto grande la pérdida y el daño. Y así con grande vigilancia vela en no mirar en su condición, ni en su modo, ni en su traza, ni en otras maneras de proceder suyas, porque te harás tanto daño, que vendrás a cambiar la obediencia de divina a humana, moviéndote o no, solo por los modos que ves visibles en el prelado, y no por Dios invisible, a quien sirves en él.
Me permito aquí hacer un inciso, ya que estas recomendaciones son del Santo Doctor de la Iglesia para los religiosos, para los cuales este discurso es muy acertado, ya que la desobediencia es fruto de la soberbia, que es el pecado de Satanás, que hace perder la Gracia de Dios y da entrada a la gracia de Satanás, que sustituye el amor y la tolerancia por el odio y la intolerancia.
Además el Santo no se refiere a la Doctrina emitida por el Prelado, ya que él mismo escribió para un compañero suyo que le reprendía por llevar una vida tan austera:
"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno fuera prelado o no, le advirtiera de una doctrina de más anchura y alivio, no lo crea ni la abrace aunque lo confirme con milagros, sino penitencia y más penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".
Tercera Cautela
La tercera cautela derechamente contra el demonio es que de corazón procures siempre humillarte en la palabra y en la obra, holgándote del bien de los otros como de ti mismo y queriendo que los antepongas a ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazón; y de esta manera vencerás al mal con el bien, y echarás lejos al demonio, y traerás alegría de corazón. Y esto procura ejercitar más en los que menos te caen en gracia. Y entérate que, si así no lo ejercitas, no llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharte en ella. Y seas siempre más amigo de ser enseñado de todos que querer enseñar aún al que es menos que todos.
Esta última recomendación, la más difícil de todas, lo cumpliría 5 siglos después su hija espiritual Santa Teresita del Niño Jesús, cuando en su libro "Historia de un alma", relata como a la monja cuyos modales le eran los más desagradables, la trataba con tanta amabilidad, que esta le dijo: "Hermana, ¿por qué cuando me ve, me ofrece esta sonrisa tan simpática que me hace ser tan querida por mi?".
CONTRA SI MISMO Y SAGACIDAD DE SU SENSUALIDAD
Primera cautela
En este capítulo, el Santo Doctor que se dirige a los religiosos contemplativos no habla de la sexualidad, que supone que es una atracción superada para los religiosos que han hecho sus votos de castidad de pobreza y de obediencia.
La primera cautela es que entiendas que no has venido al convento, sino a que todos te labren y ejerciten. Y así, para librarte de todas las turbaciones e imperfecciones que se te pueden ofrecer acerca de las condiciones y tratos de los religiosos y sacar provecho de todo acontecimiento conviene que pienses que todos son oficiales que están en el convento para ejercitarte, como a la verdad lo son, y que unos te han de labrar de palabra, otros de obra, otros de pensamiento contra ti, y que en todo esto, tu has de estar sujeto, como la estatua lo está a quien la labra, ya al que la pinta, ya al que la dora. Y si esto no guardas, no sabrás vencer tu sensualidad y sentimientos, ni sabrás estarte bien en el convento con los religiosos, ni alcanzarás la santa paz, ni te librarás de muchos tropiezos y males.
Segunda Cautela
La segunda cautela es que jamás dejes de hacer las obras por falta de gusto o sabor que en ella hallares, si conviene al servicio de Dios cuando así se hacen. No las hagas por solo el sabor y gusto que te dieren, sino conviene hacerlas tanto como las desabridas, porque sin esto, es imposible que ganes constancia y que venzas tu flaqueza.
Tercera Cautela
La tercera cautela sea que nunca en los ejercicios el varón espiritual ha de poner los ojos en lo sabroso de ellos para asirse de ellos, y por solo aquello hacer dichos ejercicios; ni ha de huir de lo amargo de ellos, antes ha de buscar lo desabrido y trabajoso de ellos y abrazarlo; con lo cual se pone freno a la sensualidad. Porque de otra manera ni perderás el amor propio, ni ganarás el Amor de Dios.