MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 19 de mayo de 2021

LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU CONSOLADOR


LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO












Ven Espíritu Santo en nuestros corazones


Ven Espíritu Santo en nuestros corazones,
 y envía desde lo alto del cielo un rayo de tu Luz

Ven a nosotros, Padre de los pobres. 
Ven, dispensador de los dones,
Ven, Luz de nuestros corazones

Soberano Consolador,
dulcísimo huésped de nuestras almas
refrigerio dulcísimo.

En el Trabajo, tu eres el descanso;
en la fiebre; la frescura
En el llanto el consuelo

Oh, Bienaventurada Luz
ven a llenar hasta en lo más íntimo
 el corazón de tus fieles.

Sin tu infinita potencia
No hay nada en cualquier hombre,
nada que no esté pervertido






En la fiesta del Corpus Cristo, que se celebra tan devotamente en muchas poblaciones de España en especial  en Toledo y en Granada, me vienen a la mente los Dones del Espíritu Santo, y recuerdo las palabras de Jesús cuando dijo:

“Os conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero si me voy os lo enviaré. Cuando él venga pondrá de manifiesto el error del mundo en relación con el pecado, con la Justicia y con la condena. Con el pecado `porque no creyeron en Mí; con la Justicia porque retorno al Padre y ya no me veréis; con la condena porque el que tiraniza a este mundo ha sido condenado.”(Jn 16-7,11).

El Santo Espíritu acudirá y os llenará de Sabiduría y de Fortaleza, Él os hará saber la verdad plena y os fortalecerá en la fe y en el conocimiento, y os revelará mi verdadera Naturaleza Divina, para que podáis triunfar de todas las pruebas que os presentaran vuestros enemigos, que son Mundo, Demonio y Carne.




Ven ya, Consolación, enciende el alma, ensancha el corazón de quien te llama



1º Don de Ciencia: 

Es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz que necesita el cristiano para sostener la fe del bautismo.

 Este don de Ciencia se obtiene siempre cuando el alma ha sido preparada por Jesús, esta preparación exige que el alma haya renacido a la Vida, haber entrado por la puerta estrecha, que es la renuncia a las cosas del mundo; y que vaya caminando por la senda estrecha, cargando con el yugo suave y ligero de Cristo, que es su ley del amor y de la renuncia.

 El alma va así caminando, buscando el tesoro de Dios que es la Vida Eterna, que está escondido muy arriba en la cima del monte, al pie del árbol de la Cruz que es Cristo.

Pero para acceder a la meta, el alma tiene que estar guiada por una Luz especial que es la que le permite caminar por el sendero adecuado, evitando tropiezos y desvaríos que le conducirían al abismo que es la segunda muerte, el precipicio.

 Esta Luz especial se llama Don de Ciencia, los que caminan por ese sendero y no poseen esa divina Luz, o se dejen guiar por pastores que tampoco la poseen, acaban siempre en el precipicio, ya que como lo dice Nuestro Señor: “Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue no caminará a oscuras, sino que tendrá la Luz de la Vida”(Jn 8-12).



2º Don de Consejo:

 Saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. 

Este don de Consejo, está ligado directamente al don de Ciencia: Cuando el alma está iluminada por este, a su vez se transforma en una luz que ilumina a los demás, por eso es tan importante la Santidad, no solo para el que la practica, pero también para los demás, y aunque está persona está completamente aislada del mundo, como lo es un ermitaño o un ser encerrado en un convento contemplativo, esta luz de Santidad siempre aprovecha a los demás.

Y es que la Comunión de los Santos tiene una acción espiritual que procede de la contemplación, la cual tiene que ir unida con la vía activa, para que sean eficaces,, como ocurrió en la lucha de los israelitas que ganaban la batalla cuando Moisés mantenía los brazos en alto, y perdían cuando los bajaba.


3º Don de Fortaleza:

Es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.

Sin este don, es prácticamente imposible que el alma, ante tantos enemigos que la asaltan pueda triunfar, y poder llegar  felizmente a la meta: Contra esta alma, se abaten insistentemente sus tres potentes enemigos que son Mundo, Demonio y Carne, que quieren impedirle su caminar.

El don de la Fortaleza, es el que le permite al alma triunfar de sus enemigos, a pesar de sus frecuentes caídas, y le permite levantarse y  perseverar hasta alcanzar la meta. Es efectivamente una fuerza sobrenatural, ya que sin ella, ante unos enemigos tan formidables, sería prácticamente imposible que el alma pudiese llegar a su término.


4º Don de Inteligencia:

 Es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios. 

Ante todos los arduos problemas que se le presentan al alma en este penoso y peligroso camino, lleno de trampas y de minas sembradas por Satán, el enemigo más astuto y  poderoso, solo un discernimiento espiritual venido de lo alto puede evitar que el alma caiga en su camino para no poder ya levantarse.

Esta sublime inteligencia es una luz especial del Espíritu Santo, que suele entregarse de una manera infusa y por eso es independiente de las luces naturales del alma. En caso contrario, solo prevalecerían los más inteligentes que muy a menudo son las personas más pudientes, cuando en realidad, son casi siempre las almas más sencillas las que alcanzan la meta.

"En aquel momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:
-Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien"(Lc 10-21)

Sabiendo que casi siempre la Verdad es muy difícil de entrever, porque muchas veces ésta está imbricada y mezclada con la mentira, solo una inteligencia procedente de una luz especial, puede aclarar la situación y descubrir la mentira oculta bajo apariencias de bien. Es el Ángel tenebroso disfrazado de Ángel de Luz.



5º Don de Piedad:

 El corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas

Este don está más que los demás, ligado a la Caridad, que es  el Amor hacia Dios y nuestros hermanos, en particular hacia los más necesitados no solo materialmente, pero sobre todo espiritualmente.

¡Cuanta gente que se dice cristiana y que no tiene ni la más mínima consideración hacia los hermanos necesitados!, estos incumplen el primer mandamiento de la Ley de Dios y corren el riesgo de verse colocados a la izquierda de Dios en el día del Juicio Universal. ¿Como se puede vivir, incluso algunos que se dicen cristianos, y son fieles cumplidores de todas las prescripciones como asistencia a todas las ceremonias de la Iglesia, pero que  no tienen ninguna consideración hacia los más necesitados?

En la Vida de los grandes Santos, vemos que la virtud que más resplandecía era la que propiciaba este sublime don de Piedad, y no hablamos solo de los Santos que se dedicaban al Ministerio de la Caridad, como San Vicente de Paul o la Madre Teresa de Calcuta. Vemos que cualquier Santo, incluso los de la rama contemplativa, como San Juan de la Cruz, tenían una caridad hacia los hermanos marginados, y así vemos a este Santo, cuando era Prior de los Mártires en Granada, quejándose a sus subordinados de que nadie había intervenido para que levantaran el castigo a un hermano que había sido castigado encerrándolo en su cuarto por una falta cometida, tratando a este comportamiento como una falta muy grande contra la Caridad.



6º Don de Sabiduría:

 Es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina. 

Los que poseen el don de la Sabiduría, tienen la facultad de ver en las obras de la Creación la mano de Dios, y ya que está escrito que Dios hizo el mundo a su imagen y semejanza, pueden distinguir la correspondencia que existe entre los siete Espíritus de Dios que, como lo dice el Apocalipsis de San Juan, están en misión por toda la Tierra, y los siete días  de la Creación, así como las siete peticiones del  Padre Nuestro.

El que ha llegado a este conocimiento, ve en cada momento de su vida a través del prisma de ese don, la acción de Dios en todos los acontecimientos de su vida y de toda la Humanidad, de ahí nace el profetismo y el discernimiento de los espíritus, que han caracterizado a muchos Santos, son los elegidos por Dios para transmitir al mundo los acontecimientos que van a suceder.

Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré Profetas y Apóstoles, a unos los matarán y a otros los perseguirán”. Pero Dios va a pedir cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas vertida desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Os aseguro de que se le pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia! No habéis entrado vosotros, y a los que querían entrar se lo habéis impedido. (Lc 11-49,52)


7º Don de Temor de Dios: 

Es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina. 

Este don de Dios es para mí uno de los más importantes, es un don que en nuestros días, es poco conocido o ignorado completamente al no comprender su significado, muchos fieles lo confunden con el miedo a Dios, que es un concepto equivocado ya que Dios solo provoca miedo a los que ya han sido juzgados y condenados, por eso dijo el Apóstol: “Vosotros decís que creéis en Dios, pero también lo dice Satán, y lo teme”. El temor de Dios significa miedo a ofenderle, y miedo a que nuestras acciones tengan componentes que no le agraden.

La ausencia de ese don que es desconocido de los Soberbios, fue el que precipitó a Lucifer en el abismo, y el que hizo pecar a Eva con las consecuencias tan funestas para la humanidad, que todos conocemos.

De la misma manera que ese don acompaña siempre a las almas de los humildes, su ausencia está siempre acompañada por el orgullo, y ese temor, es condición necesaria para poder conocerle, ya que su Majestad no puede nunca entrar en contacto con los soberbios.

A este respeto, el gran S. Juan de la Cruz afirma que los Ángeles más subidos en el Cielo, que son los Querubines y los Serafines, miran a Dios con temor, ante la inmensidad de su Gloria, y su infinito poderío.

Todos los grandes Santos tuvieron este santo temor de Dios, que fue el que los purificó por su inconsumible ardor que, incluso en sus buenas acciones y en sus frecuentes contactos con la divinidad les presentaba la duda perenne de pensar que no eran agradables a Dios. El caso más reciente fue el del Padre San Pío de Pietrelcina, que decía:“Soportaría con suma facilidad todas las cruces que el Señor me ha mandado, si no tuviera esa duda tan pesada que es la de desconocer si mis acciones agradan a Dios”.


Y a este respeto, dijo San. Juan de la Cruz, el Doctor estático, estas palabras que hoy día en la mentalidad de la gente que predica al dios “caramelo”, suenan a herejía:

“Nadie sabe si es digno de amor o de desprecio a los ojos de Dios”.

 Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas que carecen completamente del Santo temor de Dios.

Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas, que predican incansablemente la doctrina "descafeinada" y los mandamientos "lights", y que carecen por completo del más mínimo temor de Dios".

En este tipo de personajes, se encuentran siempre los que el día del Juicio final, preguntarán: ¿No predicamos en las plazas y echamos demonios en tu nombre?, y a los que se les contestará a su gran asombro: "No os conozco, retiraos de Mí, obradores de maldad".

Sin embargo, es prácticamente imposible que esta amonestación y condena se aplique a los que tienen el Santo temor de Dios.

SE PUEDE PUES AFIRMAR QUE ESTE SANTO TEMOR DE DIOS ES EL SELLO INCONFUNDIBLE QUE CUANDO ESTÁ IMPRESO EN EL ALMA DE LOS FIELES, ES LO QUE CERTIFICA SU FILIACIÓN DIVINA.



   

lunes, 17 de mayo de 2021

¿COMO ALCANZAR LA DIVINA SABIDURÌA QUE ES EL CONOCIMIENTO DE DIOS, SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ




Cuando te levantas por la mañana piensa hasta que
 punto es un privilegio precioso, el estar vivos
el respirar, el pensar, el saborear,
el amar (Marco Aurelio)


PARA ALCANZAR EL CONOCIMIENTO DE DIOS


1º/ LA VÍA CONTEMPLATIVA (o de la teología vespertina) 

El mejor libro para comprender a Dios es la contemplación de la Creación, en ella se puede leer y aprender lo que no está en los libros, porqué “una imagen es mejor que mil palabras”, y si leemos que Dios es inmenso y eterno, lo vemos en la cosmografía, gracias a los avances tecnológicos, cada vez nos damos mejor cuenta de la inmensidad del universo, y como lo creado es siempre proporcional a la grandeza y a la majestad del Creador, inferimos que Dios es grande y majestuoso.

También todos los científicos se dan cuenta de que la concepción y las leyes que rigen el mecanismo del Cosmos son inextricables e incomprensibles, nadie sabe como se creó, adonde va, como se destruye con las supernovas y como se crea con la condensación de los polvos de materia gaseosa. Y se observa que más se acerca uno con los cada vez más potentes telescopios, más se descubren nuevas galaxias y nuevos cúmulos de estrellas.

Así es Dios, como dicen los teólogos: las vías de Dios son inextricables e incomprensibles, nadie sabe cual es su origen porque es eterno: “Yo soy el que soy”. Y los Ángeles más subidos que son los más potentes telescopios espirituales como son los Querubines y los Serafines, son los que mejor se dan cuenta lo que les queda por conocer a Dios, como así lo dice San Juan de la Cruz, ya que cada vez descubren en Él nuevas galaxias que son nuevos atributos, y nuevos cúmulos de estrellas que son sus juicios y caminos.

La naturaleza es perfecta en todos los seres creados, desde un microbio hasta una ballena, todos se reproducen y se rigen por leyes y comportamientos dictados por el Creador. Igualmente vemos en esa naturaleza las criaturas peligrosas y venenosas, que son el rastro que ha dejado Satán en la obra de la creación.

De la misma manera, Dios es perfecto en todos sus atributos y sus decisiones, llegando a sacar cosas buenas hasta de lo malo, como se extrae veneno de las serpientes para curar ciertas enfermedades.


2º / LA VÍA CARISMÁTICA: (o la teología mística o
 “teología matutina”)

Místico quiere decir enamorado. Esta es la más importante para conocer a Dios: El amor espiritual del alma con su Creador, tiene la facultad de igualar a los amadores, ya dice San Juan de la Cruz que es propio del enamorado conocer más y más las cosas de su amado: existen unos vasos comunicantes, que hacen que el depósito más importante se trasvase hacia el que está más vacío, para que, con la fuerza de la gravedad, se igualen ambos recipientes.

Y por este proceder, Dios trasvasa su sabiduría y su conocimiento al alma enamorada: Es la “Ciencia infusa” que se trasmite hasta en las almas más ignorantes y analfabetas (¡Cuánto se podría escribir aquí de esto!), y para mí esto es lo más maravilloso de Dios, sin ese amor, ningún teólogo que no esté enamorado -- aunque sepa griego, latín y Hebreo --, podrá tener los conocimientos teológicos de un analfabeto enamorado de Dios, decía Santo Tomás de Aquino que aprendió más adorando al Santísimo que con todos los libros que estudió.
Naturalmente ese amor tiene que ser probado y acrisolado para que Dios, que ve en los corazones, trasvase esa sabiduría, ese amor se comprueba en “la espesura de la Cruz”



DICE SAN JUAN DE LA CRUZ
(Cántico Espiritual Canción 35)

 ¡Oh si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura de la sabiduría y riquezas de Dios, si no es entrando en la espesura de el padecer de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo. Y como el alma que de veras desea sabiduría, desea de veras entrar más adentro en la espesura de la cruz que es el camino de la vida por que pocos entran!
Porque deseando entrar en espesura de sabiduría y riquezas y regalos de Dios es de todos; más desear entrar en la espesura de trabajos y dolores por el Hijo de Dios es de pocos, así como muchos se querrían ver en el término sin pasar por el camino y medio a él. 













sábado, 15 de mayo de 2021

LOS PREDICADORES RELATIVISTAS, QUE NO VEN DIFERENCIA ENTRE EL PECADO Y LA VIRTUD, SON LOS QUE SOVACAN LA RELIGIÓN.





Libro del Apocalipsis (Ap. 6, 9-11)

Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados por la palabra de Dios y por el testimonio que guardaban. Clamaban a grandes voces diciendo: ¿hasta cuándo, Señor, Santo, verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre en los que moran sobre la Tierra? Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y le fue dicho que estuvieran callados un poco de tiempo aún, hasta que se cumpliera el número de sus consiervos y hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Estas palabras son absolutamente incomprensibles para muchos: en un diálogo en un Blog religioso, cuando las cité, se me contestó diciendo que todos los mártires murieron perdonando y que esas palabras eran erróneas. Este razonamiento se parece a lo que hoy día, muchos creyentes, eclesiásticos, grandes teólogos y hasta obispos están predicando (no atreviéndose algunos a negar la existencia del Infierno, ya que es un dogma), afirman que el infierno está vacío, como me lo dijo cierto eclesiástico, afirmando que un Padre no puede mandar a un hijo suyo a ese lugar de suplicios eterno, ignorando lo que dijo Jesús a Nicodemo, explicándole que para ser hijos de Dios, hay que volver a renacer a la vida de la Gracia.

Los mártires perdonaron porque también ellos eran pecadores, y sabían que estando en este mundo, sus verdugos aún pueden salvarse y que su muerte es un sacrificio para perdonar sus pecados, y los pecados de sus agresores, hacen lo que hizo Jesús en la Cruz, cuando murió y padeció para la salvación de la Humanidad, por eso dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". A pesar de esta petición de Jesús, Dios Padre permitió la destrucción del Templo, la deportación, masacre y esclavitud de los Judíos, como Jesús camino del Calvario se lo profetizó a las mujeres que encontró llorando, a las que les adelantó lo que iba a ocurrir a Israel. 

Y también se produjo la persecución en el transcurso de la historia, ya que los Judíos le pidieron a Pilatos la crucifixión de Jesús, diciendo que la culpa recaiga sobre ellos y sobre sus hijos, cuyo culmen se produjo en la masacre de los los campos de exterminio nazis.

Siendo las palabras de Jesús inamovibles e imborrables, ¿Cómo es posible que se pueda dudar de lo que está escrito en el Evangelio, refrendado por todos los Santos y la tradición cristiana de todos los siglos?, son las palabras de Jesús dirigidas a los condenados en el Juicio final:

Y dirá a los de la Izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat 25, 41).

Hoy día muchos predicadores olvidan esas palabras, y afirman que Dios no condena a nadie, que es el pecador que se aleja de Dios. Hace algún tiempo, en un sermón oí un sacerdote decir: Ya he comprendido porque hay gente que se condena: "Ven el Reino de los Cielos, y dicen: "¡Eso no es para mí!".

Hace muchos años entré en una Iglesia en donde, en una misa concelebrada de Navidad, repleta de gente, el celebrante dijo en el sermón unas palabras que recordaré toda mi vida, en especial a la hora de la muerte: "Os tenemos que pedir perdón nosotros los curas, ¡porque el Infierno lo hemos inventado nosotros!". Entré otra vez hace poco, esta vez, un sacerdote predicaba las Bienaventuranzas, y decía: "En el Antiguo testamento, Dios impuso las tablas de la Ley con sus obligaciones, pero ahora, sin olvidar esas leyes, ha venido Jesús y ha distribuido bendiciones", Mi mujer que estaba conmigo en la misa, me dijo, viendo mi disgusto: ve a hablar con él. Entré en la Sacristía y estaba hablando con algunas personas, le dije: 

-"Padre, se ha olvidado Ud. de algo".
-"Ah, sí, ¿De qué?"
-"De las imprecaciones de Jesús, cuando pronunció las palabras ¡Ay de vosotros", lo que en lengua española es muy ambiguo, y en Francia el Evangelio dice: "Malheur a vous", que traducido literalmente quiere decir: "Que la desgracia caiga sobre vosotros", lo que es una maldición.
-Si pero dije que tampoco hay que olvidar las tablas de la Ley.
-Sí, pero Ud predica una doctrina "descafeinada".

A continuación se marchó porque tenía mucha prisa. Esto es lo que se predica hoy día, creyendo que pintando a un Dios "merengue" van a atraer a la gente, cuando en realidad ocurre todo lo contrario, las almas tienen sed de la palabra de Dios, y no quieren oír una doctrina adulterada, que muchos predicadores quieren adaptar a la mentalidad de hoy, cuando en realidad es el mundo el que tiene que adaptarse a Dios, cuya Doctrina es inmutable.




miércoles, 12 de mayo de 2021

SOLO LA GRACIA DE DIOS PUEDE TRANSFORMAR NUESTRA ALMA DE HUMANA A DIVINA.

Solo la Divina Gracia puede transformar nuestra alma para poder alcanzar la Vida Eterna


Transcribo aquí un pasaje del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, que es una poesía comentada por él para explicarnos como gracias a Jesús fuimos redimidos y somos, para los que aceptan sus leyes, coherederos de la Vida Eterna, meta soñada por la humanidad desde el albor de su existencia, que es la busca de la eterna felicidad que necesita la Gracia de Dios y nuestro completo acatamiento a sus leyes para poder lograrlo.

Es una tarea larga y harto difícil, que puede durar toda la vida terrena que Dios nos da, ya que compromete nuestra existencia y requiere una completa entrega y dedicación, lo que solo se puede conseguir con esa Gracia que solo se da a los humildes de corazón que son los pobres de espíritu de las Bienaventuranzas, como lo proclamó Jesús en el sermón de la montaña, para los que son como niños.
Es el matrimonio espiritual del alma con el divino Esposo Jesucristo, su sublime Redentor.


CANCIÓN 28 DEL CÁNTICO ESPIRITUAL

Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada,
allí te dí la mano,
y fuiste reparada 
donde tu madre fuera violada.

1. En este alto estado de matrimonio espiritual con gran facilidad y frecuencia descubre el Esposo al alma sus maravillosos secretos y de parte de sus obras - porque el verdadero y entero amor no sabe tener nada encubierto -; y mayormente le comunica dulces misterios de su Encarnación, y modo y manera de la Redención humana, que es una de las más altas obras de Dios, y así más sabrosa para el alma. Y así el Esposo hace esto en esta canción, en que se denota como con gran sabor de amor descubre al alma interiormente los dichos misterios. 

2. Y así, hablando con ella, le dice como fue por medio del árbol de la cruz desposada con Él, dándole Él en esto el favor de su misericordia, queriendo morir por ella y haciéndola hermosa de esta manera; pues la reparó y redimió por el mismo medio que la naturaleza humana fue degradada, por medio del árbol del Paraíso, en la madre primera que es Eva, y así dice:

Debajo del manzano.

3. Entendiendo por el manzano el árbol de la Cruz, donde el Hijo de Dios redimió, y consecuentemente, se desposó con la naturaleza humana, y por consiguiente con cada alma, dándola Él gracia y prendas para ello por los merecimientos de su Pasíon. Y así dice:

allí conmigo fuiste desposada, 
allí te di la mano.

4. Conviene a saber, de mi favor y ayuda, levantándote de tu miserable y bajo estado en mi compañía y desposorio.

Y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada

5. Porque tu madre, la naturaleza humana, fue violada en tus primeros padres debajo del árbol, y tu también, debajo del árbol de la Cuz, fuiste reparada; de manera que si tu madre debajo del árbol te causó la muerte, Yo debajo del árbol de la Cruz te di la vida; y de este modo la va Dios descubriendo las ordenaciones y disposiciones de su Sabiduría, como sabe Él de una manera tan suave y hermosa sacar de los males bienes, y aquello que fue causa del mal, ordenarlo a mayor bien. Lo que en esta canción se contiene en su sentido dice la misma esposa en los Cantares (8, 5) diciendo: Sub arbore malo suscitavi te, ibi corrupta est mater tua, ibi violata est genitrix tua; que quiere decir: Debajo del manzano te levanté, allí fue tu madre extraída, y allí la que te engendró fue violada.




martes, 11 de mayo de 2021

LA HORRIBLE VIDA Y MUERTE DEL PECADOR NECESITA EL AMOR DE SUS HERMANOS PARA QUE LO CURE EL ESPÍRITU SANTO.


El Pecador es un hermano enfermo que puede morir,
 hay que arroparlo con amor, para que el
Espíritu Santo pueda curarlo





Dijo Jesús: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldigan”, esos mandamientos de la Ley de Dios, son para mucha gente espiritual, sobre todo para los poquísimos que tienen discernimiento de los espíritus, como lo tuvieron los grandes Santos, uno de los mandamientos más difíciles de entender y practicar. Jesús explica aquí a la vidente como Él, que era la sublima pureza y Perfección, no tuvo reparo en entregar su vida para poder salvar a esos pecadores, y pide que a ejemplo suyo intentemos amarlos como Él lo hizo, tanto si lo conseguimos como si no lo logramos, tendremos un gran júbilo si lo logramos y un gran mérito  incluso si no lo logramos.

Personalmente, he logrado rezar por los pecadores, y tenerles un amor de compasión, cuando leí la descripción que hizo Jesús a María Valtorta de los horribles sufrimientos que padecen los condenados, sufrimientos eternos tan atroces, que no deseo ni a los peores pecadores.

Comprendo fácilmente como los relativistas, cegados por Satanás, y que no ven diferencia alguna entre la sublimidad de la Virtud y el horror del pecado, dicen que no existe ni el Infierno, ni el Demonio, sobre todo para así “camuflar” todos sus vicios y pecados.




DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA 
(13 de julio de 1.944)



Salmo 33, 22
Dice Jesús:

“No solo es horrible la muerte del pecador. También lo es su vida. No hay que dejarse llevar por su aspecto exterior. Es como un barniz, un velo puesto allí para cubrir la verdad. Es verdad te digo que una hora, una sola hora de la paz del justo es rico en felicidad de un modo incalculablemente mayor que la vida del pecador, aún la más larga. Y digo una hora del justo; ni siquiera hablo de la hora del gozo del predilecto que se apoya en mi pecho.

¿La apariencia es diferente? Sí, la apariencia es diferente. Más del mismo modo que a los ojos del mundo no se advierte la riqueza en alegría de un santo que me pertenece, tampoco aparece a los ojos del mundo el abismo de inquietud y de descontento que se oculta en el corazón del injusto y que, como el cráter de un volcán en erupción, eructa sin cesar vapores acres, corrosivos, venenosos, que intoxican cada vez más al desventurado. En efecto, intentando sofocar la inquietud, el que no obra por buen camino trata de procurarse las satisfacciones que puedan sosegar a su ánimo descarriado que, por lo tanto, son satisfacciones orientadas hacia el mal, porque de su naturaleza puede provenir solo veneno.

He aquí la clave que explica ciertas vidas tan sombrías, en las que la oscuridad aumenta día a día, como su fueran cayendo día a día en los abismos más profundos. Lo que les arrastra cada vez más en las profundidades es el peso mismo de sus actos de seres fuera de la Ley: hablo de mi Ley, en la que se apoyan todas las leyes humanas dirigidas a contener a los hombres dentro de las reglas de la moral.

Los que ven – porque habiéndose elevado a Dios, ya pueden ver lo que no es visible a los ojos de los demás seres vivos – se horrorizan al contemplar el refinamiento del mal en los pecadores obstinados y empedernidos. Como dice el salmo, la muerte de los mismos es algo horrible, es un horror que los arroja a la otra vida solo para sepultarlos en un horror aún mayor.

Existen los gigantes del pecado también por el hecho de que, por su posición social, ya son gigantes en la Sociedad. Pero existen también gigantes del pecado que están confundidos  entre la multitud y que no se distinguen por acciones notables, pero que por dentro están  corrompidos por todas esas culpas que claman contra Dios y contra el prójimo.

¡Cuántas son esas culpas! Cuando los buenos, por una gracia especial, logran conocer espiritualmente, ante los mismos experimentan un horror, como si fueran algo putrefacto. Y, en realidad, se trata de una putrefacción que afecta los colores y los rasgos, que infecta con su hedor, en el que se advierte sensiblemente el olor de Satanás y del Infierno.

Más, ¡oh vosotros, todos los que sois buenos!, acordaos de vuestro Maestro. ¿A vosotros os causan repugnancia las culpas? ¿Os la causan a vosotros? ¿Qué tendrían que producirme en Mí, que soy Puro y Santo? Tendrían que producir solo asco. ¡Y, sin embargo los he amado hasta morir para intentar salvarlos!

Por lo tanto, amadlos con el amor más grande: el amor que lo supera todo para salvar. ¿No lográis salvarlos? No importa. Amad lo mismo esa alma porque es obra de Dios. ¿Ahora está ensuciada por los excrementos de Satanás? Limpiadla con el constante rocío de un amor sobrenatural, de un amor verdadero, porque está despojado de toda atracción humana; más aún, de un amor heroico, porque resiste a pesar de que vuestro organismo y también vuestra alma, sienten la náusea provocada por su fétida podredumbre gusanera.

 Si la salváis, experimentaréis un enorme júbilo. Si no la salváis, igualmente os corresponderá un mérito, porque habréis amado según mi mandato” (Juan 13, 34-35)





sábado, 8 de mayo de 2021

EXPLICACIÓN DE LA GRAVEDAD DEL PECADO DE ADÁN Y EVA: COMETEN SIETE FALTAS GRAVÍSIMAS CONTRA DIOS

LA TENTACIÓN PREFERIDA DE SATANÁS




Jesús pone en fuga a Satanás.


     La tentación que usa Satanás con más frecuencia, es la tentación de la lujuria material y espiritual, como la soberbia, que es la lujuria de la mente y la desobediencia, que es la lujuria del corazón. Adán y Eva, e incluso Jesús, y todos los mortales fueron de alguna manera tentados por ella y la mayoría, salvo Jesús y la Virgen María salieron triunfantes, los demás ya sea por acciones, omisiones o pensamientos, fueron alcanzados como consecuencia del pecado original, y unos resistieron, lo que es una gran victoria, porque el pecado no está en ser tentados, sino en caer en la tentación. Muy al contrario, los que han sido tentados y no sucumbieron han alcanzado mayor mérito, fortaleza y gloria.

       En este escrito, queda claro lo que ningún teólogo de todos los tiempos, ni ningún Doctor de la Iglesia ha sabido aclarar: la extrema gravedad del pecado original, lo que explica de una manera contundente la causa de los terribles sufrimientos de Jesús y de la Santísima. Virgen María, la Corredentora, los nuevos Adán y Eva. Y al ver lo que costó el rescate, se puede ver la gravedad de esa culpa, ya que como lo dice la ley de la Física, para mover un cuerpo, hay que aplicarle una fuerza proporcional a su peso.



De los cuadernos de María Valtorta

        Dice Jesús:
     ¿Acaso esa tentación no es la más común y la más secundada por los hombres? ¿Acaso no es la más empleada por Satanás, precisamente porque sabe que es la que obtiene el consentimiento más fácil? ¿No es esa la puerta - puerta de la impureza, de la lujuria - por la que Satanás entra muchas veces en los corazones? ¿No es acaso su vía y su arma preferida para lograr entrar y corromper?

     ¿Qué otra vía emprendió al principio de los días del hombre, para tarar la planta sin taras de la Humanidad? ¿Cómo logró corromper la inocencia de los dos Progenitores? Si la acción de Eva se hubiese limitado a acercarse a la planta prohibida y hasta a escuchar a la Serpiente, más sin obedecer ni ceder a las insinuaciones, ¿Habría nacido el pecado? ¿Se habría producido la condena? No, no se habría producido. Es más, al rechazar las tentaciones satánicas, los Progenitores habrían imitado a los ángeles buenos, a quienes en vano Lucifer tentó a la rebelión, y habrían obtenido un aumento de gracia.

     Lo repito: ser tentado no es una culpa. La culpa es adherir a la tentación. Y Eva y Adán no hubieran sido castigados por la imprudencia ya expiada a través de la resistencia a la tentación. Dios es un Padre amoroso y paciente. Pero Eva, pero Adán, no rechazaron la tentación. La lujuria de la mente (es decir, la soberbia), la lujuria del corazón (es decir la desobediencia), fueron acogidas en sus almas hasta entonces no corrompidas, y la corrompieron despertando en ellas impuras fiebres que Satanás agudizó hasta el delirio y el delito. 

        No empleo palabras equivocadas y digo "delito" y es justo. ¿Acaso al pecar no violentaron su espíritu, hiriéndolo y llagándolo duramente? ¿No es un delito contra el espíritu el que comete un pecador que mata con la culpa mortal o que, debilitándolo continuamente con las culpas veniales, hiere el propio espíritu?

     Observemos conjuntamente el creciente paroxismo de la culpa y las etapas de la caída y luego, comparémoslos con el episodio de la tentación. Si se lo hace con una visión límpida y un corazón honesto, no se podrá prescindir de la conclusión de que la tentación, indudable instrumento del Mal, no es pecado sino mérito de los que saben padecerla sin ceder a ella. Padecer no significa gozar. Se padece un martirio, no se padece un gozo. La tentación es un padecimiento para los santos, más la tentación es un gozo pervertido para los que no son santos, o sea para los que la acogen y obedecen a ella.

      Pues bien, Eva, dotada de una ciencia proporcional a su estado, notad esto porque es un agravante de la culpa y por eso, un índice del valor de la prudencia, va hacia el árbol prohibido. 

       Aunque leve, este es el primer error. Va hacia él con ligereza, es decir no con la buena intención de recogerse en el centro del Edén para aislarse en la oración. 

       Cuando llega allí, traba conversación con el desconocido. No la pone en guardia el fenómeno de un animal que habla, mientras todos los demás tenían voz pero no palabras comprensibles para el hombre. Y es el segundo error.

      El tercero es que en su estupor, no invoca a Dios para que le explique el misterio, ni tampoco recuerda o piensa que Dios les ha dicho a sus hijos que ése es el árbol del bien y del mal y que, por eso, debía juzgarse imprudente acoger todo lo proveniente de él, sin haberle preguntado antes al Señor cuál era su verdadera índole.

    Cuarto error: el haber tenido mayor fe y certidumbre en la afirmación de un desconocido que en los consejos de su Creador.

     Quinto error: la avidez de conocer lo que solo Dios conocía y de volverse semejante a Dios. 

   Sexto error: el apetito de los sentidos que quieren deleitarse mirando, palpando, oliendo, comiendo de lo que el Desconocido había sugerido coger y gustar. 

   Séptimo error: haberse convertido de tentada en tentadora, haber pasado del servicio de Dios al de Satanás, olvidando las palabras de Dios, para repetir a su compañero las de Satanás y persuadirle para robar el derecho de Dios.

      El ardor había llegado ya a su extremo grado. La subida del arco fatal había llegado al punto más alto. Allí el pecado se consumó completamente con la adhesión de Adán a las lisonjas de su compañera y se produjo la caída de los dos a lo largo de la otra parte de la curva. Fue una caída veloz, mucho más veloz que la subida, porque estaba sobrecargada por el peso de la culpa consumada, y el peso de la culpa se agravó aún por las consecuencias de la misma, es decir el huir de Dios. Las excusas no suficientes y exentas de caridad y justicia - y también de sinceridad de la confesión de la falta - , el espíritu de rebelión latente, que impide pedir perdón.

     No se esconden por el dolor de estar manchados por la culpa, que son la precisa señal de la tentación no rechazada y de sus culpables consecuencias: "He oído tu voz y, como estaba desnudo, tuve miedo y me escondí", "La mujer que me has dado por compañera, me ofreció el fruto y comí de él", "La serpiente me sedujo y comí de él" (Gn 3, 9-13).

     Entre tantas palabras falta la única que debía estar: "Perdón porque he pecado". Falta por lo tanto, la caridad hacia Dios. Falta la caridad hacia el prójimo. Adán acusa a Eva. Eva acusa a la serpiente. Y, en fin falta la sinceridad de la confesión. Eva confiesa lo que es innegable. Pero cree poder ocultar a Dios los preliminares del pecado, es decir, su ligereza, su imprudencia, su débil voluntad, que se enfermó inmediatamente después de haber hecho el primer paso hacia la desobediencia de la santa orden que le mandaba no caer en la tentación de coger el fruto prohibido.

         Para ella, que era sumamente inteligente, esa orden tenía que haber sido un aviso para hacerles entender que ellos no eran tan fuertes para colocarse impunemente en la condición de pecar sin llegar a hacerlo. Habrían alcanzado esta condición perfeccionando con la propia voluntad la libertad que Dios les había concedido y habrían llegado a usarla únicamente para el Bien. 
     
        Por consiguiente, Eva le miente a Dios al callar la razón por la cual comió el fruto, o sea, para hacerse semejante a Dios. He aquí que en el hombre reside la triple concupiscencia. Todos los rasgos de la amistad con la serpiente son evidentes en la soberbia, en la rebelión, en la mentira, en la lujuria y el egoísmo que han reemplazado las Virtudes que tenían antes.

      Y ahora comparemos este encuentro de Lucifer con los Progenitores con el encuentro de Lucifer conmigo, el nuevo Adán que había venido a restaurar el orden violado por el primer Hombre.

         También Yo voy a un lugar solitario. Más, ¿para qué voy? ¿Cuándo voy? ¿Qué entiendo hacer? Por medio de la penitencia, preparación indispensable para las obras de Dios, voy a prepararme para mi Misión, que estaba a punto de iniciar. Se había acabado la protectora paz de la casa, de la familia, de mi ciudad, esa paz que apenas podían alterar los inevitables contrastes de ideas entre Yo y mis parientes, pues Yo era solo Espíritu y ellos solo humanidad y soñaban para Mí gozos humanos. Ahora había llegado la época de la evangelización, los peligros de la exaltación y el odio, los contactos con los pecadores y con todo eso que comúnmente se llama mundo.

    Me preparo con la penitencia y la oración. Completo mi preparación con la victoria sobre Satanás. ¡Oh! él advirtió bien que había surgido el Vencedor, al verme impávido ante la impura seducción y fuerte contra el hambre, contra la soberbia y la concupiscencia. Mas Yo quiero que me contempléis bajo el aspecto que juzgáis inconveniente, y que comparéis el Puro Jesús con la pura pareja de los Progenitores, en quienes pudo obrar el veneno de la Serpiente, porque quisieron recibirla y porque no quisieron padecer el esfuerzo de rechazarla visto que, imprudentemente, se habían acercado a ella. Yo no fui en busca de Satanás. Él vino y me buscó. Y cuando me hubo encontrado, padecí por su cercanía. Era una experiencia necesaria para poder ser vuestro Pontífice misericordioso, puesto a prueba como vosotros, que no os desdeña, que es para vosotros un ejemplo.

    ¡Oh, hombres!, heme aquí; he aquí al Cristo tentado por ser hombre y no vencido por haber elevado voluntariamente su humanidad a una perfección "poco inferior a los ángeles", los ángeles no tienen cuerpo; por eso, no tienen sentidos, por eso la impureza no puede dañarles ni turbarles más, o de modo inverso, de lo que me turbó a Mí con el horror de este pecado de bruto.

     He aquí a Cristo que no huye vilmente porque le persiguen; que no contrata ni canjea ni discute con el Tentador sobre una cuestión tan baja que ni merece ser discutida. Que el hombre, la criatura más noble de la Tierra, dotada de razón de espíritu, que tiene conciencia de su fin, no corrompa a si mismo con el contacto real o metafórico con la lujuria. Que no contemple. Que no discuta. Que alce los ojos. Que contemple a Dios. Que ame, como hijo de Dios a Dios, y al prójimo. Que invoque a Dios. Que calle con Satanás y consigo mismo, en la parte de si mismo que quería discutir sobre cosas carnales.

     Que descienda el silencio de los labios y el silencio de la mente sobre los temas que exhalan humos homicidas. No siempre hay silencio donde los labios callan. A veces bajo ese silencio hablan el corazón, la mente, la voluntad, con impuros delirios, aunque los labios saben callar y los ojos permanecer bajos o adoptar poses trastornadas, sugeridas para engañar a los hombres, a los hombres que ven lo exterior del hombre, no a Dios, que lo ve en su interior y que aborrece toda forma de mentira mental, y mentira basada en el cálculo y fuente de cálculos.
    
     ¿Por qué Satanás comenzó su Tentación con la impureza? Porque este es el pecado más difundido. Está en el mundo por doquier, en todas las clases sociales y, desgraciadamente, en todas las condiciones. Tiene muchos nombres. A veces se envuelve en el manto de legitimidad, pero enfanga los tálamos legítimos como el lecho de las prostitutas y no hago otras consideraciones. Comenzó con la impureza porque la primera vez le servio muy bien para introducir la malicia en el corazón del hombre; porque pensaba que solamente por ese medio, habría podido truncar para siempre el pensamiento de la Redención, corrompiendo al insustituible Redentor y, en fin, porque necesitaba cerciorarse de que Yo era el Redentor.

    Había intuido que Yo estaba en el mundo. Me buscaba. Aparecía en todos los lugares en donde había un elemento de santidad. Pero en todos los casos advertía factores relativos que le causaban incertidumbre. Llevaba muchos años sin lograr desgarrar el velo que envolvía el misterio de mi Madre y el Mío. La manifestación del Jordán le había turbado. Más el terror que Yo le causaba, aún le hacía titubear para poder calmarse. Quería saber quien era Yo pero, al mismo tiempo, no lo quería. Quería saberlo para hacerse la ilusión de vencerme. No quería saberlo para hacerse la ilusión de que no sería vencido por el Hombre.

    Me tentó con la impureza. Mi firme actitud -  muy diferente de la de todo hombre, que huye o se atemoriza y cede o se burla pensando que es fuerte y que luego cae más fácilmente del que huye - le demostró quien era Yo. Aún persuadido de ello, insiste. En su primera tentación ya están bosquejadas las otras tres, especialmente la última. Mis ojos le dejan helado. Mi silencio le exaspera. Mi tranquilidad le consterna. Advierte que está ante una fuerza que en vano pretenderá doblegar. Advierte que, ante el obsceno fruto que le tiende, el Puro puede experimentar solamente repugnancia.

     Entonces intenta una seducción aparentemente lícita: "Di a las piedras que se conviertan en pan". Tener hambre de pan es propio del hombre, no es como la lujuria, el hambre de carne que es propia del bruto. Y entonces respondo como hombre, hijo de Dios no por ser el Verbo, sino por ser de la semilla de Adán como vosotros.








viernes, 7 de mayo de 2021

ESTE MUNDO HA SIDO CREADO PARA QUE CONOZCAMOS A DIOS, Y PARA QUE APRENDAMOS EL CAMINO PARA ACCEDER A SU SANTO REINO.









Hemos venido a este mundo para conseguir lo más importante, que es alcanzar la felicidad verdadera y eterna, que solo se puede conseguir con la ayuda de Dios Todopoderoso creador del Universo visible e invisible. Dios nos ha dado toda una Vida para conseguirlo. Teniendo en cuenta que la vida es breve, que la hora de la muerte es incierta pero segura, y que puede llegar en cualquier momento y a  cualquier persona, que sea joven o vieja, es una gravísima imprudencia olvidarnos de nuestro futuro destino.

La cosa más importante, es asegurarnos esa eternidad, dice Jesús a María Valtorta que si contáramos todos los granillos de arena de todas las playas del mundo; todas las gotas de agua de los ríos y de todos los mares de la Tierra, todo ello sería menos de un "momento" comparado con la eternidad.

La Virgen María dijo, creo que fue a los pastorcillos de Fátima, que si la gente pensara en ello, todo el mundo se convertiría. ¡Desgraciadamente la gente se de cuenta de ello cuando le ocurre una gran desgracia, o a la hora de la muerte, ¡Pero para algunos será demasiado tarde!


Todo el mundo está llamado a la Santidad, que es el medio más directo y rápido para conseguirlo, para lograrlo, el Hijo de Dios ha bajado a la Tierra para enseñarlos el único camino para alcanzar ese Reino de la eterna felicidad, nos ha enseñado ese camino con su predicación y con su ejemplo, y nos ha dicho que lo más importante es creer en Él, ser humilde, y perdonar a los que nos han ofendido. 

Una vez muerto por nosotros después de una terrible Pasión y agonía, que ha sido necesaria para rescatarnos del gravísimo pecado de Adán, Jesús sigue con nosotros a través de la única Iglesia fundada por Él que es la Iglesia Católica. Todas las sectas disgregadas de la Vid del Señor, fundadas por la soberbia de los iluminados cuyo padre es Lutero, son una grave ofensa a Dios, ya que a pesar de lo que dijo Jesús, que las puertas del Infierno no prevalecerán en su Iglesia, toda una multitud formada por miles de nuevos "iluminados", están convencidos de que han sido los elegidos para sustituirla. 

Esas son las tres condiciones necesarias y suficientes para alcanzar la Vida eterna.

-Creer en Jesús no solo es afirmarlo, hay que demostrarlo cumpliendo sus mandamientos, o por lo menos luchando con toda su fuerza para poder conseguirlo, ya que Dios mira nuestras intenciones.

-Ser humilde es querer pasar desapercibido a los ojos de los hombres. San Juan de la Cruz dice que hay que hacer el bien incluso si Dios no lo viera. 

-Perdonar a nuestros enemigos, para que Dios nos perdone, y amarlos por compasión, ya que conocemos la desgracia tan grande de los condenados, a este efecto se puede afirmar que un condenado tendría unos sufrimientos más grandes que los soportados en esta Tierra por toda la Humanidad, desde su inicio hasta su final, ya que estos últimos son finitos, y los otros eternos, es decir infinitos.

Jesús le dice a María Valtorta en su espantosa descripción del Infierno, que el sufrimiento de un condenado es eterno y semejante a lo que Él sufrió clavado en la Cruz. La misma Virgen María dijo en Fátima que mucha gente se condena porque no hay nadie que rece por ellos, es decir porque nadie los quiere.




COMENTARIOS SE SAN PABLO SOBRE SU EPÍSTOLA A LOS ROMANOS. EN VANO SE AFANAN LOS HOMBRES SI DIOS NO BENDICE SUS ACTOS







Extraordinaria explicación sobre la epístola de San Pablo a los Romanos, aclarando la situación de Adán y Eva antes del pecado Original, y como hubiera sido su condición pasando del Paraíso Terrenal al Paraíso espiritual sin conocer la muerte, que es lo que ocurrió con la dormición de la Virgen María que fue su Gloriosa Asunción.

Sublime explicación de las consecuencias del pecado, que produce la busca desenfrenada del placer, y la renuncia a todo sacrificio, siendo la relación con la pareja una busca de la lujuria, anulando lo que quería Dios: Una relación de amor de pareja en la cual el sexo sería similar a la del amor maternal o al amor filial. Fue esa concupiscencia que hizo perder a nuestros progenitores su inocencia, por eso se vieron desnudos y sintieron vergüenza.

El pecado Original anuló lo que quería Dios, surgió un amor egoísta hacia todo lo creado, que solo es un objeto de disfrute, y no un amor para cumplir con la Ley de Dios, por eso los culpables fueron expulsados del Edén, para que no puedan comer del árbol de la Vida, ya que para hacerlo, es necesario cumplir con la voluntad de Dios. Por eso Satanás que dijo "No serviré" fue también expulsado del Cielo y se transformó en demonio, sin posibilidad de Redención porque al no tener tentador pecó por pura Soberbia. 

En cierto pasaje de las Obras de María Valtorta, me llamó la atención los comentarios de Jesús: "Dios sería muy limitado si solo hubiera creado la Tierra, hay millones del mundo habitados más grandes que el vuestro, cuyos habitantes son mejores que vosotros". He meditado a menudo sobre estas palabras, son mundos que a pesar de los telescopios más potentes, nunca podremos alcanzar, ya que están a millones de años luz. 

          Los habitantes habrán estado sometidos como nosotros a una prueba en su Paraíso terrenal, si la han superado, no habrán conocido la muerte, y si han caído, y han pedido humildemente perdón a Dios, cosa que no hicieron Adán y Eva, habrían sido perdonados, por eso dice Jesús que son mejores que nosotros. Y me pregunto: si no se han portado como ellos, ¿habrá muerto Jesús para rescatarlos como hizo con nosotros?¡Creo sinceramente que sí!

Dictado a María Valtorta del 28/2/1.948
A los Romanos cap. 7º,vv 1-13

Dice el Autor Divinísimo:

“Es verdad firme que los primeros Padres, además de la Gracia santificante y de la inocencia, recibieron otros dones de su Creador al tiempo de su creación, y eran estos: La integridad esto es, la perfecta subordinación del sentido a la razón, la ciencia proporcionada a su estado, la inmortalidad y la inmunidad de todo dolor y miseria.

[...] Este don de ciencia, del modo que regula el amor de la criatura con su Creador, regula también el de la criatura con la criatura, con la esposa, su semejante en primer lugar, teniendo para ella un amor sin desorden de lujuria, ese amor ardiente de los inocentes con el que solo los lujuriosos y corrompidos se creen incapaces de amar. ¡Oh, ceguera causada por los fermentos de la corrupción! Los inocentes, los castos, esos son los que saben amar y amar de verdad. Amar los tres órdenes que hay en el hombre y con los tres órdenes que hay en él; pero comenzando del más alto y dando al más bajo – el natural – esa ternura virginal que se refleja en el más ardiente amor  materno y en el más ardiente amor filial. 

Esto es, en esos dos únicos amores desprovistos de atractivo sensual; amor del alma, amor de criatura-hijo hacia el vivo tabernáculo que le llevó; amor de criatura-madre hacia el testimonio vivo de su cualidad de procreadora, gloria de la mujer, que por las penas y el sacrificio de la maternidad, se eleva de mujer a cooperadora de Dios, “obteniendo un hombre con el concurso de Dios” (Gén 4, 1).

Debiera haber regulado también el amor del hombre hacia las criaturas nacidas de su amor santo con Eva. Más Adán y Eva no llegaron a ese amor santo, porqué – aún antes de que “el hueso de los huesos de Adán y la carne de su carne, por la que el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, les floreciese un hijo del modo como una planta besada por el sol, y no por otro alguno, nacen flores y fruto – el desorden había corrompido con su veneno el amor santo de los Progenitores que quisieron conocer más de cuanto erales justo y suficiente que conociesen, por lo que dijo la Justicia: “Tengamos cuenta de que no vaya el hombre ahora a extender la mano y coja también del árbol de la Vida, coma de él y viva eternamente”.

Esta frase deja perplejos a muchos y a otros muchos, sírveles para presentar al Buenísimo y Generoso como un avaro cruel. Sírveles también para negar una de las verdades religiosas: la correspondencia a uno de los dones de Dios a los primeros padres esto es, la inmortalidad.

El don, para que sea don, ha de ser dado. Dios había dado inmortalidad al igual de los otros dones entre los que estaba el de una ciencia proporcionada a la condición del hombre. No toda la ciencia, puesto que Dios es sapientísimo. E igualmente había dado inmortalidad, más no eternidad, puesto que solo Dios es eterno. El hombre había de nacer, ser procreado por el hombre creado por Dios y ya no morir sino pasar del paraíso terrenal al celestial y gozar allí de perfecto conocimiento de Dios.

Más el hombre abusó. Prefirió no haber recibido don alguno gratuito. Quiso toda la Ciencia sin reflexionar que hasta de las cosas buenas, se ha de usar con medida proporcionada a la propia capacidad y que únicamente el Inmenso y Perfectísimo puede conocer todo sin peligro, puesto que su Infinita Perfección puede conocer todo el Mal sin recibir de él turbación alguna corruptora. Dios sufre por el Mal que ve, más el sufrimiento es por lo que el mismo produce en vosotros, no por Él, ya que se encuentra muy por encima de cuanto pueda el mal intentar, y ni aún el obstinado y astuto poder que tiene por nombre Satán puede causar menoscabo a su Perfección.

Es en vosotros como Satán ofende a Dios. Más si vosotros os mantuvierais fuertes, no habría manera de que Satán ofendiese a Dios por vuestro medio. Si pensáis en esto, vosotros que amáis a Dios más o menos intensamente, no pecaríais jamás, porque ningún de cuantos os gloriáis de cristianos-católicos querríais sentiros cómplices de Satanás en ofender a Dios. Y sin embargo, lo hacéis. Es que jamás reflexionáis en lo astuto que es Satanás y tan rapaz que no se contenta con tentaros y venceros, sino que más que a vosotros, mira a mofarse de Dios, a arrebatarle las almas, a ridiculizar y destruir el Sacrificio de Cristo, haciéndolo inútil para muchos de vosotros y para otros muchos, capaz a penas de evitarle la condenación.

Satán lo sabe muy bien, tiene contadas todas las lágrimas, todas las gotas de sangre del Hijo del Hombre, en cada lágrima, en cada gota ha visto el verdadero nombre, el verdadero motivo de las mismas: la indiferencia inerte de un católico por esas lágrimas, la perdición de un católico por las gotas de la Sangre divina. Sabe cuál fue la causa del dolor que arrancó lágrimas y sudor purpúreo a Cristo, su adversario divino, adversario desde el momento de su rebelión, adversario eterno y vencedor eterno para millones de espíritus, a los que Cristo dona y donó el Cielo.

[...] El Decálogo con su parte positiva: “harás” y su parte negativa: “no harás”, crea el pecado con todas sus consecuencias. Porque se peca al saber que se peca, y así, el hombre, después de la Ley, ya no tuvo excusa para decirse a sí mismo: “No sabía que pecaba”. El Decálogo es Piedad, castigo y prueba. Como “prueba” era también el árbol que se erguía en medio del Edén. Sin prueba no se puede formar juicio del hombre y está dicho que "Dios prueba al hombre como el orfebre prueba el oro en el crisol”.

Solo las virtudes fuertes y sobre todo la caridad, se acomodan a las disposiciones negativas de la Ley. Porqué, generalmente, el hombre, por insinuación satánica y por estímulos latentes, apetece lo que está prohibido. Por lo que son verdaderos héroes los que aplastan el sentido y las tentaciones bajo el peso de su fuerte amor y no alargan con avidez sus manos al fruto prohibido. Y estos son los verdaderos cristianos que no hacen mal uso de los infinitos méritos de Cristo, de la Gracia obtenida por su medio, y sarmientos silvestres injertados a la verdadera Vid, dan para Dios frutos copiosos de virtudes activas y están ciertos por ello, de alcanzar la Vida Eterna.

Estos son los verdaderos cristianos en los que se encuentran vivos los dones del Espíritu Santo, al que completa Jesús comunicando a los hombres en Gracia de Dios, la ciencia, ese gran don perdido con el pecado de Adán, la ciencia sin la cual, la Ley dada para ser “Vida”, puede resultar “muerte”. Porque el hombre que no posee la Ciencia proporcionada a su estado, no ama ordenadamente a Dios ni a las criaturas, cualesquiera que ellas sean; cae en las diferentes idolatrías, en la triple concupiscencia; desfigura la misma religión con un conjunto híbrido de prácticas pecaminosas cuando no – siendo así que el cristiano recibe con el Bautismo el don infinito de la Gracia – de prácticas farisaicas condenadas por el Verbo Divino; no se conoce a si mismo y por eso no hace de su placer un obsequio al querer divino; altera en sí la imagen y semejanza de Dios, los dones recibidos para su bien, los vuelve a emplear para hacer y hacerse el mal; si hace limosnas, no las hace por misericordia con los pobres sino para ser alabado por ellas; si escruta los misterios de la creación, lo hace por recibir gloria de los hombres, más no por dar gloria al Creador.

De esta suerte, sus acciones pierden su perfume que las hace santas a los ojos de Dios y él tiene en la Tierra su bien fugaz, mientras que el “hielo y rechinar de dientes”, como decía el Verbo le aguardan allí donde no cuentan las apariencias sino la verdad de las acciones humanas. Y, si no obstante de haber hecho mal aquel bien que podía llevar a cabo, elude por la misericordia de Dios el hielo y la tortura del infierno, larga permanencia le aguarda en la escuela del Purgatorio, en donde aprenderá la verdadera caridad que no es “herejía de las obras”, el azote de vuestros días, pues son muchos los que se afanan a servir a Cristo con un bullir de prácticas y actos exteriores tan sólo, que dejan a los buenos como estaban o escandalizados tal vez, y no sirven para mejorar a los malos ni convertirlos.

La verdadera caridad es, por tanto, el ejemplo de una vida profunda y conscientemente cristiana en todo. La verdadera caridad es aquella que Jesús quería de Marta, afanada con exceso en tributar honores externos al Hijo de Dios. (Luc 10, 38-42). El vivir de este siglo no admite la contemplación del modo que muchos lo entienden. Más Dios no bendice la sola acción. El quiere que se complementen la vida activa y la contemplativa y que las obras no se reduzcan a simple fragor, agitación y aún a discusión con los enemigos, que no sean “herejía” sino religión, esto es, trabajo que equivale a plegaria por el continuo ofrecimiento de los propios actos a Dios, realizándolos todos únicamente a su Gloria y así, la plegaria sea trabajo. Trabajo continuo sobre si mismo, tallándose cada vez más conforme al Modelo Jesucristo y modelando a los demás con el ejemplo.

En vano se afanan los hombres si Dios no bendice sus actos. Y ¿Cómo queréis que Dios esté con vosotros bendiciéndoos y triunféis en vuestras empresas si en ellas no actúa el don de Ciencia por el que el hombre se conduce en todos sus actos guiado por un fin santo y no por la propia gloria?”.



domingo, 2 de mayo de 2021

HACIA GADARA. LAS HEREJÍAS DE JUDAS ISCARIOTE Y LAS RENUNCIAS DE JUAN QUE SOLO QUIERE AMAR A JESÚS



¿Cómo puede ser posible que hayan Sacerdotes y Consagrados, que rompan
c
on la tradición secular y sus enseñanzas, y emiten una doctrina
hecha a su conveniencia y a su medida?




           Aquí está reflejada la mentalidad de Judas de Keriot, que es la misma que la de muchísima gente de hoy día, son los inmovilistas o quietistas, progresistas que odian a la tradición, y quieren establecer una Religión a su gusto y capricho: El Infierno está vacío, por "la gran bondad de Dios", Éste no puede permitir que uno de sus hijos se condene, como me lo dijo así cierto Arzobispo, tampoco existe el demonio, que es solo una alegoría, o un invento de los curas para mantener a la gente aborregada, como dicen otros ateos.

          Los fenómenos extraños del Exorcismo son debidos al “efecto placebo”, según cierto párroco de una Iglesia de Pueblo, que se vanagloriaba de tener estudios de psicología. Respuesta clara y contundente de Jesús y de los otros Apóstoles a esas herejías. La verdadera explicación del porque hay gente que no cree en Satanás.

         Y hace poco ha aparecido nada menos que el Superior General de los Jesuitas, afirmando que el demonio es solo una simple alegoría. Jesús le dijo a Judas que decía como él, que no creía en el Demonio, como así está relatado en este escrito: ¡No lo ves porque lo tienes dentro!



Del Evangelio tal como me ha sido Revelado
de María Valtorta

           (...) Jesús está ya en Transjordania. Y, por lo que entiendo, la ciudad que se ve en lo alto de una colina es Gadara; es también la primera ciudad que tocan después de haber bajado de las barcas en la orilla suroriental del lago de Galilea, porqué allí han puesto pie en tierra, sin bajar a Ippo, adonde habían llegado ya las barcas que llevaban a los desertores de Jesús. Creo que han desembarcado, por tanto, justo en frente de Tariquea, es la salida del Jordán del lago. 

--“Sabes el camino más corto para ir a Gadara, ¿no? ¿Te acuerdas por donde es?” pregunta Jesús.
--“¡Hombre, claro! Cuando lleguemos a las caldas del Yarmok, solo tendremos que seguir el camino” responde Pedro.
--“¿Y donde vas a encontrar los manantiales?”, pregunta Tomás.
--“¡Basta tener buen olfato para encontrarlos! ¡Huelen desde unas millas antes de llegar!” exclama Pedro arrugando con disgusto la nariz.
 --“No sabía que sufrías de dolores…” observa Judas Iscariote.
--“¿Dolores yo? ¿Y cuándo?”.
--“¡Es que conoces tan bien las caldas de Yarmok que debes haber estado allí!”.
--“¡Nunca he tenido necesidad de baños para estar bien! Me han salido los venenos de los huesos con las sudaderas del trabajo honrado… y, además habiendo trabajado más que gozado, han entrado pocos venenos, siempre pocos, en mí…”.
--“Lo dices por mí, ¿no es verdad? ¡Ya! ¡Yo tengo la culpa de todo!…”, dice inquieto Judas.
--“¿Pero quien te ha picado? Tú preguntas, yo respondo; a ti como habría respondido el Maestro a un compañero. Yo creo que ninguno de ellos, ni siquiera Mateo, que… ha sido una persona del mundo, se lo habría tomado tan mal”.
--“¡Pues yo me lo tomo a mal!”.
--“No te creía tan delicado. Pero te pido perdón de esta supuesta insinuación. Por amor al Maestro ¿sabes? Al Maestro que tanta aflicción recibe de los extraños y que no tiene necesidad de recibir más de nosotros. Mírale, en vez de correr tras tus sensibilidades, y verás que necesita paz y amor.

       Jesús no habla. Se limita a mirar a Pedro y sonreírle agradecido. Judas no responde a la justa observación de Pedro. Está cerrado e inquieto. Quiere aparecer amable, pero la rabia, el malhumor, la desilusión que tiene en su corazón, se manifiestan a través de la mirada, la voz, la expresión, y hasta a través de su paso arrogante, que le hace chocar fuertemente las suelas, como para desahogarse, para así desfogarse de todo lo que le hierve dentro.
     Pero se esfuerza en parecer sereno y en ser amable; no lo consigue, pero lo intenta… Pregunta a Pedro: 
--“¿Y entonces, como conoces estos lugares? Quizás es que has estado aquí con tu mujer…”.
 --“No. He pasado por aquí en Etanim, cuando vinimos a Aurán con el Maestro. Acompañé a su Madre y las discípulas hasta las tierras de Cusa, por eso, viniendo de Bosra, pasé por aquí” responde sincera y prudentemente Pedro.
--“¿Estabas tú solo?”, pregunta con ironía Judas.
--“¿Por qué? ¿No crees que valgo solo por muchos, cuando hay que valer y hay que hacer un encargo de confianza y, además, se hace por amor?”.
--“¡Cuanta soberbia! ¡Quería haberte visto!”.
--“Habrías visto a un hombre serio acompañando a mujeres santas”.
--“¿Pero estabas realmente solo?” Pregunta Judas con modales de inquisidor.
“Estaba con los hermanos del Señor”.
--“¡Ah! ¡Ya empiezan las admisiones!”.
“¡Y empiezan a ponerse de punta los nervios! ¿Se puede saber que te pasa?”
--“Es verdad. Es una vergüenza” dice Judas Tadeo.
--“Y ya es hora de acabar con esto” añade santiago de Zebedeo.
--“No te es lícito injuriar a Simón” dice Bartolomé en tono de reproche.
--“Porque deberías recordar que es el Jefe de todos nosotros” termina el Zelote.
Jesús no habla.
--“No injurio a nadie, y no me pasa nada en absoluto; lo único es que me gusta pincharle un poco…”.
--“¡No es verdad! ¡Mientes! Haces preguntas astutas porqué quieres llegar a precisar algo. El artero considera a todos arteros. Aquí no hay secretos. Estábamos solos. Todos hicimos lo mismo: lo que había ordenado el Maestro. Y no hay nada más. ¿Comprendes?” grita, verdaderamente airado el otro Judas.
--“Silencio. Parecéis mujeres riñendo. Todos estáis en error. Y me avergüenzo de vosotros” dice severo Jesús.

Se abate un profundo silencio, mientras van a la ciudad situada sobre la colina.
Rompe el silencio Tomás diciendo: “¡Que mal olor!”.
--“Son las caldas. Aquél es el Yarmok y aquellas construcciones son las termas de los romanos. Detrás de las termas hay una calle bonita toda adoquinada que va a Gadara. Los romanos quieren viajar bien. ¡Gadara es muy bonita!” dice Pedro.
--“Será todavía más bonita porqué no nos encontraremos en ella a ciertos… seres… Al menos no abundantes” murmura Mateo entre dientes.
Cruzan el puente del río entre acres olores de aguas sulfurosas. Pasan muy cerca de las termas, entre los vehículos romanos; toman una bonita calle pavimentada con grandes losas, que conduce a la ciudad edificada en lo alto de la colina, hermosa dentro de sus murallas.

Juan se pone al lado del Maestro:
--“¿Es verdad que donde está aquellas aguas, antiguamente, fue arrojado a las entrañas de la tierra un réprobo? Mi madre, cuando éramos pequeños, nos lo decía, para que comprendiéramos que no se debe pecar; si no, el infierno se abre bajo los pies de aquel a quien Dios maldice, y se le traga. Y luego, como recuerdo de advertencia, quedan fisuras de las que sale olor, calor y aguas del infierno. Yo tendría miedo de bañarme en esas aguas…”.

--“¿De qué, muchacho? No te corromperían. Es más fácil ser corrompidos por los hombres que llevan dentro el infierno y de él emanan olores y venenos. Pero se corrompen solamente aquellos que, por si mismos, tienen tendencia a corromperse”.
--“¿Me podrían corromper a mí?”.
--“No. Aunque estuvieras en medio de una turba de demonios, no”.
--“¿Por qué? ¿Qué tiene de distinto a los demás?” pregunta inmediatamente Judas de Keriot.
--“Tiene que es puro bajo todos los aspectos. Por tanto, ve a Dios” responde Jesús. Y Judas ríe maliciosamente.
Juan pregunta otra vez:
--“¿Entonces no son bocas del infierno esos manantiales?”.
--“No. Son al contrario, cosas buenas puestas por el Creador para sus hijos. El infierno no está bajo la tierra. Está sobre la tierra, Juan; en el corazón de los hombres. Más allá se completa”.

--“¿Pero existe verdaderamente el infierno?” pregunta Judas Iscariote.
--“¿Pero que dices?” le preguntan escandalizados los compañeros.
--“Digo: ¿existe verdaderamente? Yo – y hay otros, no soy sólo yo – no lo creo”.
--“¡Pagano!”, gritan con horror.
--“No. Israelita. Somos muchos en Israel los que no creemos en ciertas patrañas”.
--“¿Pero entonces, ¿Cómo puedes creer en el Paraíso?, ¿y en la Justicia de Dios?, ¿Dónde metes a los pecadores?, como explicas a Satanás?” gritan muchos.
--“Digo lo que pienso. Se me ha echado en cara hace poco que soy un embustero. Os demuestro que soy sincero, aunque esto os haga escandalizaros de mí y me haga odioso ante vuestros ojos. Además no soy el único en Israel que cree esto, desde que Israel ha progresado en el saber, en contacto con helenistas y romanos. Y el Maestro, el único cuyo juicio respeto, y que protege a los griegos y es visiblemente amigo de los romanos, no puede censurarnos ni a mí ni a Israel"…

      Yo parto de este concepto filosófico: si Dios controla todo, todo lo que hacemos es por su voluntad; por tanto, nos debe premiar a todos de una única forma, porqué no somos sino autómatas, movidos por Él. Somos seres desprovistos de voluntad. Lo dice también el Maestro. Dice: “La voluntad del Altísimo. La voluntad del Padre”. Esa es la única voluntad. 
     Y es tan infinita que aplasta y anula la voluntad limitada de los humanos. Por tanto, Dios hace tanto el Bien como el Mal, porqué nos los impone, aunque parezcan hechos por nosotros. Y, por tanto, no nos castigará por el mal, y así quedará su justicia, porqué nuestras culpas no serán voluntarias, sino impuestas por quien quiere que las hagamos para que en la Tierra haya bien y mal. 
       El malo es el medio de expiación de los menos malos. Y él sufre el no poder ser considerado bueno, expiando así su parte de culpa. Jesús ha dicho que el infierno está sobre la tierra y en el corazón de los hombres. Yo no pienso en Satanás. No existe. Tiempo ha, lo creía. Pero ya, desde hace algún tiempo estoy seguro de que todo es una patraña. Y creer de esta forma es llegar a la paz”.

      Judas exhibe estas… teorías con un engreimiento tan formidable, que los otros se quedan atónitos…
      Jesús guarda silencio. Y Judas le incita:
--“¿No tengo razón, Maestro?”.
--“No”. El “no” es tan seco, que parece un estallido.
--“Pues a pesar de todo, yo… no siento a Satanás y no admito el libre albedrío, el Mal. Y todos los Saduceos están conmigo y, muchos otros en Israel o de fuera de Israel. No. Satanás no existe”.
     Jesús le mira. Una mirada tan compleja, que no se puede analizar: de Juez, de Médico, de persona afligida, asombrada… hay de todo en esa mirada…
    Judas, ya lanzado, termina: “Será que he superado el terror de los hombres hacia Satanás porque soy mejor que los demás, más perfecto”.
    Y Jesús guarda silencio. Y él le pincha:

--“¡Pero habla! ¿Por qué no siento terror de él?”. Jesús calla. “¿No respondes, Maestro? ¿Por qué? ¿Tienes miedo?”.
--“No. Soy la Caridad. Y la Caridad retiene su Juicio hasta que no se ve obligada a emitirlo… Déjame y retírate” dice, terminando, porqué Judas intenta abrazarle; y termina, susurrando, estrechado a la fuerza entre los brazos del blasfemo: “¡Me horrorizas! ¡No ves ni sientes a Satanás porque forma unidad contigo! ¡Márchate, diablo!”.

     Judas, con verdadero descaro, le besa y ríe, como si el Maestro le hubiera hecho en secreto algún elogio.
    Vuelve donde los otros, que se han detenido horrorizados, y dice: 
--“¿Os dais cuenta? Yo sé abrir el corazón al Maestro. Y le hago feliz porqué me abro a Él y de Él recibo la lección correspondiente. ¡Vosotros, por el contrario!... Jamás os atrevéis a hablar. Porqué sois soberbios. ¡Oh, yo seré el que sepa más de Él! Y podré hablar…”.
   Llegan a las puertas de la Ciudad. Entran todos juntos, porqué Jesús los ha esperado. Pero, mientras cruzan el pasaje, Jesús ordena: --“Que mis hermanos y Simón se adelanten para reunir a la gente”.
--“¿Porqué no yo, Maestro? ¿Ya no me encargas misiones? ¿No son ahora más necesarias? Me diste dos seguidas, y de varios meses…”.
--“Y te quejaste diciendo que quería tenerte lejos. ¿Ahora te quejas porqué te tengo cerca?”.

     Judas no sabe que responder y calla. Se pone delante con Tomás, el Zelote, Santiago de Zebedeo y Andrés. Jesús se para, para dejar pasar a Felipe, a Bartolomé, a Mateo y a Juan, como si quisiera estar solo, no se oponen.
     Pero Juan, cuyos ojos, delante las disputas y blasfemias de Judas, más de una vez han brillado de lágrimas, movido por su amoroso corazón, se vuelve poco después: a tiempo, para ver que Jesús, creyendo pasar desapercibido en la callecita solitaria y sombría (por las ininterrumpidas arcadas que la cubren), se lleva las manos a la frente con un gesto de dolor, y se curva como quien sufre mucho. El rubio Juan, deja plantados a sus compañeros y vuelve donde su Maestro:

--“¿Qué te pasa, Señor mío?” ¿Sufres otra vez como cuando nos reunimos en Akcib? ¡Oh, mi Señor!”.
--“¡Nada, Juan, nada! Ayúdame tú, con tu amor. Y calla ante los demás. Ora por Judas”.
--“Sí, Maestro. ¿Es muy infeliz, no es verdad? Está en las tinieblas y no lo sabe. Cree haber alcanzado la paz… ¿Es paz ésa?”.
--“Es muy infeliz”, dice Jesús abatido.
--“No te abatas de esa forma, Maestro. Piensa en cuantos pecadores, endurecidos por el pecado, han vuelto a ser buenos. Lo mismo hará Judas. ¡Oh, Tú, ciertamente lo salvarás! Pasaré esta noche en oración por esto. Le voy a pedir al Padre que haga de mí uno que solo sepa amar; no deseo ninguna otra cosa.

      Soñaba en dar la vida por Ti, y hacer brillar tu potencia a través de mis obras. Ahora solo esto. Renuncio a todo, elijo la vida más humilde y común y pido al Padre que dé todo lo mío a Judas… para hacerle feliz… y para que así se vuelva hacia la santidad… Señor… tendría que decirte algunas cosas… creo saber porqué Judas es así”.

--“Ven esta noche. Oraremos juntos y hablaremos”.
--“¿Y el Padre me escuchará? ¿Aceptará mi sacrificio?”.
--“El Padre te bendecirá. Pero sufrirás por ello…”.
--“No, no; me basta con verte a Ti contento… y con que Judas… con que Judas…”.
--“Sí, Juan. Mira, nos están llamando. Corramos”.

    La callecita se transforma en una bonita calle, y luego en una arteria adornada con pórticos y fuentes; y se adorna de plazas, a cuál más hermosa; se cruza con otra artera igual. Al final, hay ciertamente un anfiteatro. Y en un ángulo de los pórticos, ya están reunidos en espera del Salvador distintos enfermos. 
    Pedro viene al encuentro de Jesús: 

--“Han conservado la fe en lo que dijimos de Ti en Betanim. Han venido inmediatamente”.
--“Y Yo voy inmediatamente a premiar su fe. Vamos”.

    Y se dirige, en el ocaso ya avanzado que tiñe de rojo los mármoles, a sanar a los que le esperan con fe.