LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo en nuestros corazones
Ven Espíritu Santo en nuestros corazones,
y envía desde lo alto del cielo un rayo de tu Luz
Ven a nosotros, Padre de los pobres.
Ven, dispensador de los dones,
Ven, Luz de nuestros corazones
Soberano Consolador,
dulcísimo huésped de nuestras almas
refrigerio dulcísimo.
En el Trabajo, tu eres el descanso;
en la fiebre; la frescura
En el llanto el consuelo
Oh, Bienaventurada Luz
ven a llenar hasta en lo más íntimo
el corazón de tus fieles.
Sin tu infinita potencia
No hay nada en cualquier hombre,
nada que no esté pervertido
En la fiesta del Corpus Cristo, que se celebra tan devotamente en muchas poblaciones de España en especial en Toledo y en Granada, me vienen a la mente los Dones del Espíritu Santo, y recuerdo las palabras de Jesús cuando dijo:
“Os
conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros;
pero si me voy os lo enviaré. Cuando él venga pondrá de manifiesto el error del
mundo en relación con el pecado, con la Justicia y con la condena. Con el
pecado `porque no creyeron en Mí; con la Justicia porque retorno al Padre y ya
no me veréis; con la condena porque el que tiraniza a este mundo ha sido
condenado.”(Jn 16-7,11).
El Santo Espíritu acudirá y os llenará de
Sabiduría y de Fortaleza, Él os hará saber la verdad plena y os fortalecerá en
la fe y en el conocimiento, y os revelará mi verdadera Naturaleza Divina, para
que podáis triunfar de todas las pruebas que os presentaran vuestros enemigos,
que son Mundo, Demonio y Carne.
Ven ya, Consolación, enciende el alma, ensancha el corazón de quien te llama
1º Don de Ciencia:
Es el don del
Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz que necesita el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Este don de Ciencia se obtiene siempre
cuando el alma ha sido preparada por Jesús, esta preparación exige que el alma
haya renacido a la Vida, haber entrado por la puerta estrecha, que es la
renuncia a las cosas del mundo; y que vaya caminando por la senda estrecha,
cargando con el yugo suave y ligero de Cristo, que es su ley del amor y de la
renuncia.
El
alma va así caminando, buscando el tesoro de Dios que es la Vida Eterna, que
está escondido muy arriba en la cima del monte, al pie del árbol de la Cruz que
es Cristo.
Pero para acceder a la meta, el alma tiene
que estar guiada por una Luz especial que es la que le permite caminar por el
sendero adecuado, evitando tropiezos y desvaríos que le conducirían al abismo
que es la segunda muerte, el precipicio.
Esta
Luz especial se llama Don de Ciencia, los que caminan por ese sendero y no
poseen esa divina Luz, o se dejen guiar por pastores que tampoco la poseen,
acaban siempre en el precipicio, ya que como lo dice Nuestro Señor: “Yo soy la
Luz del mundo. El que me sigue no caminará a oscuras, sino que tendrá la Luz de
la Vida”(Jn 8-12).
2º Don de Consejo:
Saber
decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario
conforme a la voluntad de Dios.
Este don de Consejo, está ligado
directamente al don de Ciencia: Cuando el alma está iluminada por este, a su
vez se transforma en una luz que ilumina a los demás, por eso es tan importante
la Santidad, no solo para el que la practica, pero también para los demás, y
aunque está persona está completamente aislada del mundo, como lo es un
ermitaño o un ser encerrado en un convento contemplativo, esta luz de Santidad
siempre aprovecha a los demás.
Y es que la Comunión de los Santos tiene una
acción espiritual que procede de la contemplación, la cual tiene que ir unida
con la vía activa, para que sean eficaces,, como ocurrió en la lucha de los
israelitas que ganaban la batalla cuando Moisés mantenía los brazos en alto, y
perdían cuando los bajaba.
3º
Don de Fortaleza:
Es el don que
el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza
sobrenatural.
Sin este don, es prácticamente imposible que
el alma, ante tantos enemigos que la asaltan pueda triunfar, y poder
llegar felizmente a la meta: Contra esta
alma, se abaten insistentemente sus tres potentes enemigos que son Mundo,
Demonio y Carne, que quieren impedirle su caminar.
El don de la Fortaleza, es el que le permite
al alma triunfar de sus enemigos, a pesar de sus frecuentes caídas, y le
permite levantarse y perseverar hasta
alcanzar la meta. Es efectivamente una fuerza sobrenatural, ya que sin ella,
ante unos enemigos tan formidables, sería
prácticamente imposible que el alma pudiese llegar a su término.
4º
Don de Inteligencia:
Es el
del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para
acercarse a Dios.
Ante todos los arduos problemas que se le
presentan al alma en este penoso y peligroso camino, lleno de trampas y de
minas sembradas por Satán, el enemigo más astuto y poderoso, solo un discernimiento espiritual
venido de lo alto puede evitar que el alma caiga en su camino para no poder ya
levantarse.
Esta sublime inteligencia es una luz
especial del Espíritu Santo, que suele entregarse de una manera infusa y por
eso es independiente de las luces naturales del alma. En caso contrario, solo
prevalecerían los más inteligentes que muy a menudo son las personas más pudientes,
cuando en realidad, son casi siempre las almas más sencillas las que alcanzan
la meta.
"En aquel momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:
-Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien"(Lc 10-21)
Sabiendo que casi siempre la Verdad es muy difícil de entrever, porque muchas veces ésta está imbricada y mezclada con la mentira, solo una inteligencia procedente de una luz especial, puede aclarar la situación y descubrir la mentira oculta bajo apariencias de bien. Es el Ángel tenebroso disfrazado de Ángel de Luz.
Sabiendo que casi siempre la Verdad es muy difícil de entrever, porque muchas veces ésta está imbricada y mezclada con la mentira, solo una inteligencia procedente de una luz especial, puede aclarar la situación y descubrir la mentira oculta bajo apariencias de bien. Es el Ángel tenebroso disfrazado de Ángel de Luz.
5º
Don de Piedad:
El
corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y
el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama
en las almas.
Este don está
más que los demás, ligado a la Caridad, que es
el Amor hacia Dios y nuestros hermanos, en particular hacia los más
necesitados no solo materialmente, pero sobre todo espiritualmente.
¡Cuanta gente que se dice cristiana y que no
tiene ni la más mínima consideración hacia los hermanos necesitados!, estos
incumplen el primer mandamiento de la Ley de Dios y corren el riesgo de verse
colocados a la izquierda de Dios en el día del Juicio Universal. ¿Como se puede
vivir, incluso algunos que se dicen cristianos, y son fieles cumplidores de
todas las prescripciones como asistencia a todas las ceremonias de la Iglesia,
pero que no tienen ninguna consideración
hacia los más necesitados?
En la Vida de los grandes Santos, vemos que
la virtud que más resplandecía era la que propiciaba este sublime don de
Piedad, y no hablamos solo de los Santos que se dedicaban al Ministerio de la
Caridad, como San Vicente de Paul o la Madre Teresa de Calcuta. Vemos que
cualquier Santo, incluso los de la rama contemplativa, como San Juan de la
Cruz, tenían una caridad hacia los hermanos marginados, y así vemos a este
Santo, cuando era Prior de los Mártires en Granada, quejándose a sus
subordinados de que nadie había intervenido para que levantaran el castigo a un
hermano que había sido castigado encerrándolo en su cuarto por una falta
cometida, tratando a este comportamiento como una falta muy grande contra la
Caridad.
6º Don de Sabiduría:
Es
concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que
presentimos de la obra divina.
Los que poseen el don de la Sabiduría,
tienen la facultad de ver en las obras de la Creación la mano de Dios, y ya que
está escrito que Dios hizo el mundo a su imagen y semejanza, pueden distinguir
la correspondencia que existe entre los siete Espíritus de Dios que, como lo
dice el Apocalipsis de San Juan, están en misión por toda la Tierra, y los
siete días de la Creación, así como las
siete peticiones del Padre Nuestro.
El que ha llegado a este conocimiento, ve en
cada momento de su vida a través del prisma de ese don, la acción de Dios en
todos los acontecimientos de su vida y de toda la Humanidad, de ahí nace el profetismo
y el discernimiento de los espíritus, que han caracterizado a muchos Santos,
son los elegidos por Dios para transmitir al mundo los acontecimientos que van
a suceder.
Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les
enviaré Profetas y Apóstoles, a unos los matarán y a otros los perseguirán”.
Pero Dios va a pedir cuentas a esta generación de la sangre de todos los
profetas vertida desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la
de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Os aseguro de que
se le pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley,
que os habéis apoderado de la llave de la ciencia! No habéis entrado vosotros,
y a los que querían entrar se lo habéis impedido. (Lc 11-49,52)
7º
Don de Temor de Dios:
Es el don que
nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia
divina.
Este don de Dios es para mí uno de los más
importantes, es un don que en nuestros días, es poco conocido o ignorado
completamente al no comprender su significado, muchos fieles lo confunden con
el miedo a Dios, que es un concepto equivocado ya que Dios solo provoca miedo a
los que ya han sido juzgados y condenados, por eso dijo el Apóstol: “Vosotros
decís que creéis en Dios, pero también lo dice Satán, y lo teme”. El temor de
Dios significa miedo a ofenderle, y miedo a que nuestras acciones tengan
componentes que no le agraden.
La ausencia de ese don que es desconocido de
los Soberbios, fue el que precipitó a Lucifer en el abismo, y el que hizo pecar
a Eva con las consecuencias tan funestas para la humanidad, que todos
conocemos.
De la misma manera que ese don acompaña
siempre a las almas de los humildes, su ausencia está siempre acompañada por el
orgullo, y ese temor, es condición necesaria para poder conocerle, ya que su
Majestad no puede nunca entrar en contacto con los soberbios.
A este respeto, el gran S. Juan de la Cruz
afirma que los Ángeles más subidos en el Cielo, que son los Querubines y los Serafines,
miran a Dios con temor, ante la inmensidad de su Gloria, y su infinito poderío.
Todos los grandes Santos tuvieron este santo
temor de Dios, que fue el que los purificó por su inconsumible ardor que,
incluso en sus buenas acciones y en sus frecuentes contactos con la divinidad les
presentaba la duda perenne de pensar que no eran agradables a Dios. El caso más
reciente fue el del Padre San Pío de Pietrelcina, que decía:“Soportaría con
suma facilidad todas las cruces que el Señor me ha mandado, si no tuviera esa
duda tan pesada que es la de desconocer si mis acciones agradan a Dios”.
Y a
este respeto, dijo San. Juan de la Cruz, el Doctor estático, estas palabras que
hoy día en la mentalidad de la gente que predica al dios “caramelo”, suenan a
herejía:
“Nadie
sabe si es digno de amor o de desprecio a los ojos de Dios”.
Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas que carecen completamente del Santo temor de Dios.
Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas, que predican incansablemente la doctrina "descafeinada" y los mandamientos "lights", y que carecen por completo del más mínimo temor de Dios".
En este tipo de personajes, se encuentran siempre los que el día del Juicio final, preguntarán: ¿No predicamos en las plazas y echamos demonios en tu nombre?, y a los que se les contestará a su gran asombro: "No os conozco, retiraos de Mí, obradores de maldad".
Sin embargo, es prácticamente imposible que esta amonestación y condena se aplique a los que tienen el Santo temor de Dios.
SE PUEDE PUES AFIRMAR QUE ESTE SANTO TEMOR DE DIOS ES EL SELLO INCONFUNDIBLE QUE CUANDO ESTÁ IMPRESO EN EL ALMA DE LOS FIELES, ES LO QUE CERTIFICA SU FILIACIÓN DIVINA.
Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas que carecen completamente del Santo temor de Dios.
Palabras incomprensibles y heréticas para ciertos teólogos progresistas, que predican incansablemente la doctrina "descafeinada" y los mandamientos "lights", y que carecen por completo del más mínimo temor de Dios".
En este tipo de personajes, se encuentran siempre los que el día del Juicio final, preguntarán: ¿No predicamos en las plazas y echamos demonios en tu nombre?, y a los que se les contestará a su gran asombro: "No os conozco, retiraos de Mí, obradores de maldad".
Sin embargo, es prácticamente imposible que esta amonestación y condena se aplique a los que tienen el Santo temor de Dios.
SE PUEDE PUES AFIRMAR QUE ESTE SANTO TEMOR DE DIOS ES EL SELLO INCONFUNDIBLE QUE CUANDO ESTÁ IMPRESO EN EL ALMA DE LOS FIELES, ES LO QUE CERTIFICA SU FILIACIÓN DIVINA.
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