MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 23 de abril de 2022

(I de III) LA TERRIBLE CRUCIFIXIÓN DE JESÚS QUE FUE NECESARIA PARA RESCATAR A LOS SERES DE BUENA VOLUNTAD

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos







(Visión de María Valtorta el 27 de Marzo de 1.945)



LA CRUCIFIXIÓN, LA MUERTE Y EL DESCENDIMIENTO DE JESÚS
(Primera parte la crucifixión)



24 páginas escritos por ambas caras describen con todo detalle estos hechos, que en los Evangelios solo relatan en menos de una página, parece increíble que desde hace 75 años no se  haya dado a conocer oficialmente por el Vaticano, contiene detalles tan emocionantes que no se pueden leer sin sentir un estremecimiento especial, la escritora describe los hechos de una manera tan real que parece que estamos en medio de la escena, del punto de vista de la descripción del crucificado, no hay que olvidar que la escritora era enfermera, y describe  las señales del sufrimiento de la terrible agonía de una manera que no da lugar alguno sobre la autenticidad del relato. Del punto de vista literario, es un relato perfecto, insuperable por el mejor maestro literario.

[...] Cuatro hombres fornidos, que por su aspecto no parecen Judíos, y que estaban en un sendero, saltan al lugar del suplicio. Van vestidos con túnicas cortas y sin mangas. Tienen en sus manos clavos, martillos y cuerdas. Y muestran burlonamente estas cosas a los tres condenados. La muchedumbre se excita envuelta en un delirio cruel.
El centurión ofrece a Jesús el ánfora, para que beba la mixtura anestésica del vino mirrado. Pero Jesús la rechaza. Los dos ladrones por el contrario beben mucha (…)
Se da a los condenados la orden de desnudarse. Los dos ladrones lo hacen sin pudor alguno. Es más, se divierten haciendo gestos obscenos hacia la muchedumbre y especialmente hacia el grupo sacerdotal, todo blanco con sus túnicas de lino (…)
Los verdugos ofrecen tres trapajos a los condenados para que los aten a la ingle. Los ladrones los agarran mientras profieren blasfemias aún más horrendas (…) Jesús lo rehúsa, creyendo que conservará el calzón corto que tuvo durante la flagelación. Pero cuando le dicen que también se le quite, tiende la mano para mendigar el trapajo (…)
Pero María se ha percatado y se ha quitado el largo y sutil lienzo blanco (…) un velo en el que ella ha derramado mucho llanto. Se lo pasa a Juan para que se le dé a Longino para su Hijo. Jesús lo reconoce y se lo envuelve varias veces alrededor de la pelvis.

Ahora Jesús se vuelve, y se ve así que también el pecho, los brazos, las piernas están llenas de golpes de los azotes. A la altura del hígado hay un enorme cardenal. Bajo el arco frontal izquierdo hay siete nítidas estrías  en relieve, terminadas por siete pequeñas  laceraciones sangrantes rodeadas por un círculo violáceo… un duro golpe de flagelo en esa zona tan sensible del diafragma. Las rodillas, magulladas por las múltiples caídas que ya empezaron inmediatamente después de la captura y que terminaron en el calvario, están negras por los hematomas, y abiertas por la rótula, especialmente la derecha, con una vasta laceracion sangrante.

La muchedumbre le escarnece en coro “¡Que hermoso! ¡El más hermoso de los hijos de los hombres! Las hijas de Jerusalén te adoran…”. Y empiezan a cantar (del Cantar de los Cantares) : “Cándido y rubicundo es mi dilecto, se distingue entre millares. Su cabeza es oro puro, sus cabellos racimos de palmera, sedeños como pluma de cuervo. Sus ojos como dos palomas chapoteando en arroyos de leche, que no de agua, en la leche de sus órbitas. Sus mejillas son aromáticos cuadros del jardín; sus labios, purpúreos lirios que rezuman preciosa mirra. Sus manos torneadas como trabajo de orfebre, terminadas en róseos jacintos. Su tronco es marfil veteado de zafiros. Sus piernas, perfectas columnas de cándido mármol con bases de oro. Su majestuosidad es como la del Líbano, su solemnidad, mayor que la del alto cedro. Su lengua está empapada de dulzura, toda una delicia es Él". Y se ríen y también gritan: “El leproso! ¡El leproso! ¿Será que has fornicado con algún ídolo, si Dios te ha castigado de este modo? ¿Has murmurado contra los santos de Israel como María de su hermano Moisés, ya que has recibido ese castigo? ¡Oh! ¡Oh! ¡El Perfecto! ¿Eres el Hijo de Dios? ¡Qué va! Lo que eres es el aborto de Satanás ¡Al menos él, Mammona es poderoso y fuerte. Tu… eres un andrajo impotente y asqueroso”.

Alzan a las cruces a los ladrones y se les coloca en sus sitios, uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús. Gritan, imprecan, maldicen; y especialmente cuando meten las cruces en el agujero, y los descoyuntan y las cuerdas magullan sus muñecas, sus maldiciones contra Dios, contra la Ley, contra los romanos, contra los Judíos son infernales.

Es ahora el turno de Jesús. El se extiende mansamente sobre el madero. Los dos ladrones se rebelaban tanto que no siendo suficientes los cuatro verdugos habían tenido que intervenir soldados para sujetarlos, para que no apartaran con patadas a los verdugos que los ataban por las muñecas. Pero para Jesús no hay necesidad de ayuda. Se extiende y pone la cabeza en donde le dicen que la ponga. Abre los brazos como le dicen que los habrá. Estira las piernas como le dicen que lo haga. Solo se ha preocupado de colocarse bien su velo. Ahora su largo cuerpo esbelto y blanco, resalta sobre el madero oscuro y el suelo amarillo.

Dos verdugos se sientan encima de su pecho para sujetarle. Y siento que dolor y opresión debe sentir bajo ese peso. Un tercer verdugo le toma el brazo derecho y lo sujeta, con una mano en la primera parte del antebrazo;  con la otra en el extremo de los dedos. El cuarto verdugo que tiene ya en sus manos el largo clavo de punta afilada, mira si el agujero ya practicado en la madera coincide con la juntura del radio y el cúbito de la muñeca, Coincide. El verdugo pone la punta del clavo en la muñeca, alza el martillo y da el primer golpe.
Jesús que tenía los ojos cerrados, al sentir el crudo dolor, grita y se contrae, y abre al máximo los ojos, que nadan entre lágrimas. Debe sentir un dolor atroz…el clavo penetra rompiendo músculos, venas, nervios y penetra quebrantando huesos…
María responde que es casi como un gemido de cordero degollado al grito de su Criatura torturada; y se pliega como quebrantada Ella, sujetándose la cabeza entre las manos. Jesús para no torturarla ya no grita. Pero siguen los golpes, metódicos, ásperos, de hierro contra hierro… y uno piensa que, debajo, es un miembro vivo que lo recibe.
La mano derecha ya está clavada. Se pasa a la izquierda. El agujero no coincide con el carpo. Entonces agarran una cuerda, atan la muñeca izquierda y tiran hasta dislocar la juntura, hasta arrancar tendones y músculos, además de lacerar la piel ya serrada por las cuerdas de la captura. También la otra mano debe sufrir porque está estirada por reflejo y entorno a su clavo se va agrandando el agujero. Ahora a duras penas se llega al principio del metacarpo, junto a la muñeca. Se resignan y clavan a donde pueden, o sea, entre el pulgar y los otros dedos, justo en el centro del metacarpo. Aquí el clavo entra más fácilmente pero con mayor espasmo, porque debe cortar nervios importantes (tanto que los dedos se quedan inertes mientras que los de la derecha experimentan contracciones y temblores que ponen de manifiesto su vitalidad). Pero Jesús ya no grita, solo emite un ronco quejido tras sus labios fuertemente cerrados, y lágrimas de dolor caen al suelo después de haber caído en la madera.

Ahora le toca a los pies. A unos dos metros – un poco más -del extremo de la Cruz hay un pequeño saliente cuneiforme, escasamente suficiente para un pié, acercan a Él los pies para ver si se ajusta a la medida, y dado que está un poco bajo y que los pies llegan mal, estirajan por las rodillas al pobre Mártir. Así la madera áspera de la Cruz raspa las heridas y menea la corona, de forma que esta se descoloca, arrancando otra vez cabellos, y puede caerse, un verdugo, con mano violenta vuelve a incrustarla en la cabeza…
Ahora los que estaban sentados en el pecho de Jesús se alzan para ponerse de rodillas, ya que Jesús hace un movimiento involuntario de retirar las piernas al ver brillar al sol el larguísimo clavo, el doble de ancho y de largo que los que han sido usados para las manos, y cargan su peso sobre las rodillas escoriadas, y hacen presión sobre las pobres tibias contusas, mientras los otros dos llevan a cabo la operación mucho más difícil de enclavar un pie sobre el otro, tratando de hacer coincidir las dos junturas de los tarsos.
A pesar de que miren bien y tengan bien sujetos los pies por los tobillos y los dedos, contra el apoyo cuneiforme, el pie de abajo se corre por la vibración del clavo, y tienen que desclavarle casi, porque  después de haber entrado en las partes blandas, el clavo que ya había perforado el pie derecho y sobresalía, tiene que ser un poco más centrado. Y golpean, golpean, golpean… solo se oye el atroz ruido del martillo sobre la cabeza del clavo, porque todo el calvario es solo ojos atentísimos, y oídos aguzados para percibir la acción y el ruido y gozarse de ello…

Acompaña el sonido áspero del hierro un lamento quedo de paloma: el ronco gemido de María, quien cada vez se pliega más a cada golpe como si el martillo le hiriera a Ella, la Madre Mártir. Y es comprensible que parezca próxima a sucumbir por esa tortura, la crucifixión es terrible; como la flagelación en cuanto al dolor, pero más atroz de presenciar porque se ve desaparecer el clavo dentro de las carnes vivas; sin embargo es más breve que la flagelación, que agota por su duración.

Para mí, la agonía del Huerto, la flagelación y la Crucifixión son los momentos más atroces. Me revelan toda la tortura de Cristo. La muerte me resulta consoladora, porque digo: ”¡Se acabó!”. Pero estas no son el final, son el comienzo de nuevos sufrimientos.

Ahora arrastran la cruz hasta el agujero. La cruz rebota sobre el suelo desnivelado y zarandea al Pobre Crucificado. Izan la Cruz, que dos veces se va de las manos de los que la levantan (una vez de plano; la otra golpeando el brazo derecho de la cruz) y ello procura un acerbo tormento a Jesús, porque la sacudida que recibe remueve las extremidades heridas. Y cuando luego, dejan caer la cruz en el agujero – oscilando además esta en todas las direcciones antes de quedar asegurada por piedras y tierra, e imprimiendo continuos cambios de posición al pobre Cuerpo, suspendido de tres clavos -, el sufrimiento debe de ser atroz. Todo el peso del Cuerpo se echa hacia adelante y cae hacia abajo, y los agujeros se ensanchan, especialmente el de la mano izquierda; y se ensancha el agujero de los pies. La Sangre brota con más fuerza. La de los pies gotea por los dedos y cae al suelo o desciende por el madero de la cruz; la de las manos recorre los antebrazos, porque las muñecas están más altas que las axilas, debido a la postura; y surca también las costillas bajando desde las axilas hacia la cintura. La corona, cuando la cruz se cimbrea antes de ser fijada, se mueve, porque la cabeza se echa bruscamente para atrás, de manera que hinca en la nuca el grueso nudo de espinas en que termina la punzante corona, y luego vuelve a acoplarse en la frente, y araña sin piedad.

Por fin la cruz ha quedado asegurada y no hay otros tormentos aparte de estar colgado. Levantan también a los ladrones, los cuales puestos ya verticalmente, gritan como si los estuvieran desollando vivos, por la tortura de las cuerdas, que van serrando las muñecas y hacen que las manos se pongan negras, con las venas hinchadas como cuerdas, Jesús calla la muchedumbre ya no calla; antes bien reanuda su vocerío infernal.

Ahora la cima del Gólgota tiene su trofeo y su guardia de honor. En el extremo más alto la cruz de Jesús; a los lados las otras dos. Media centuria de soldados con las armas al pie rodeando la cima. Dentro de ese círculo de soldados, los diez desmontados del caballo jugándose a los dados los vestidos de los condenados.
En pie, erguido entre la cruz de Jesús y la de la derecha, Longino que parece montar guarda de honor al Rey Mártir […]
Longino sin embargo observa con curiosidad e interés; compara y mentalmente juzga: compara a los crucificados - especialmente a Cristo -  con los espectadores. Su mirada penetrante no se pierde ni un detalle […]

Mirando, ve a María, justo al pie del escalón del terreno, mirando hacia su Hijo con el rostro atormentado. Llama a uno de los soldados que está jugando a los dados y le dice: “Si la Madre quiere subir con el hijo que la acompaña, que venga. Escóltala y ayúdala”.
Y María con Juan – tomado por hijo – sube por los escalones de la roca  y traspasa el cordón de los soldados para ir al pie de la cruz, aunque un poco separada, para ser vista por su Jesús y verlo a su vez.

La turba, enseguida, le propina los más oprobiosos insultos. Uniéndola a su Hijo en las blasfemias. Pero Ella, con los labios temblorosos y blanquecinos, solo busca consolarlo con una sonrisa acongojada en que se enjugan las lágrimas que ninguna fuerza de voluntad logra retener en los ojos.
La gente, empezando por los sacerdotes, Escribas, Fariseos, Saduceos, Herodianos y otros como ellos, se procura la diversión de hacer como un carrusel: subiendo por el camino empinado, orillando el escalón final y bajando por el otro sendero y al pasar al pie de la cima no dejan de proferir sus palabras blasfemas como don para el Moribundo. Toda la infamia, la crueldad, el odio, etc; los que más se ensañan son los miembros del Templo, con la ayuda de los Fariseos “¿Y entonces Tú, Salvador del Género humano, por qué no te salvas? ¿Te ha abandonado tu rey Belcebú? ¿Ha renegado de Ti?” gritan tres sacerdotes,
Y una manada de Judíos: “Tu, que hace no más de cinco días, con la ayuda del Demonio, hacías decir al Padre… ja! ¡ja! ¡ja!...que te iba a glorificar, ¿Cómo es que no le recuerdas que mantenga su promesa?”.
Y tres Fariseos: “¡Blasfemo! ¡Ha salvado a los otros, decía, con la ayuda de Dios! ¡Y no logra salvarse a sí mismo! ¿Quieres que la gente crea? ¡Pues haz el milagro! ¿Ya no puedes, eh? Ahora tienes las manos clavadas y estás desnudo”.
Y Saduceos y Herodianos a los soldados: “¡Cuidado con el hechizo, vosotros que os habéis quedado sus vestidos! ¡Lleva dentro el signo infernal!”.
Una muchedumbre en coro: "Baja de la Cruz y creeremos en Ti. Tú que destruyes el Templo… ¡Loco!...Mira, allí está el glorioso y santo Templo de Israel. ¡Es intocable, profanador! Y Tú estás muriendo”.
Otros sacerdotes: “¡Blasfemo! ¿Hijo de Dios, Tú? ¡Pues baja de allí entonces! Fulmínanos si eres Dios. Te escupimos porque no tenemos miedo”.
Otros que pasan y menean la cabeza: “Solo sabe llorar. ¡Sálvate, si es verdad que eres el Elegido!”.

Los soldados: “¡Eso, sálvate! Y reduce a cenizas a la cochambre de la cochambre! Qué sois la cochambre del Imperio, judíos canallas. ¡Hazlo! ¡Roma te introducirá en el Capitolio y te adorará como a un numen!”.
Los sacerdotes con sus cómplices: “Eran más dulces los brazos de las mujeres que los de la Cruz, ¿verdad? Pero, mira: están ya preparadas para recibirte estas – aquí dicen un término infame – tuyas. Tienes a todo Jerusalén para hacerte de prónuba”. Y silban como carreteros.
Otros, lanzando piedras: “Convierte esas en pan, Tú, multiplicador de panes”.
Otros mimando los hosannas del domingo de ramos, lanzan ramas y gritan: “¡Maldito el que viene en nombre del Demonio! ¡Maldito su reino! ¡Gloria a Sión, que le segrega de entre los vivos!”.
Un Fariseo se coloca frente a la Cruz y muestra el puño con el índice y el meñique alzados y dice:”¿Dijiste: Te entrego al Dios del Sinaí?” Ahora el Dios del Sinaí te prepara para el fuego eterno. ¿Por qué no llamas a Jonás para que te devuelva aquel buen servicio?”.
Otro: "No estropees la Cruz con los golpes de tu cabeza. Tiene que seguir para tus seguidores, toda una legión de seguidores tuyos morirá en tu madero, te lo juro por Yeoveh.Y el primero que voy a crucificar es a Lázaro. Veremos si esta vez lo resucitas".
"¡Si! ¡Si!" Vamos a casa de Lázaro. Clavémosle por el otro lado de la cruz, y como papagallos, imitan el modo lento de hablar de Jesús diciendo: "¡Lázaro, amigo mío, sal afuera! Desatadle y dejarle andar".
"!No! Decía a Marta y María sus hembras: "Yo soy la Resurrección y la Vida". ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡La Resurrección no sabe repeler la muerte. y la vida muere!".

"Ahí están Marta y María, sus hembras. Vamos a preguntarles donde está Lázaro y vamos a buscarle". Y se acercan hacia las mujeres, aterrorizadas se refugian detrás de los Pastores (Que habían ido a adorar a Jesús en su nacimiento), se adelanta hallando en su dolor la antigua altivez de los tiempos de pecado, y dice: "Id. Encontraréis ya en el Palacio a los soldados de Roma y a quinientos hombres de mis tierras armados, y os castrarán como a viejos cabros destinados para la comida de los esclavos de los molinos".
"¡Descarada! ¿Así hablas a los sacerdotes?".
"¡Sacrílegos! ¡Infames! ¡Malditos! ¡Volvéos! detrás de vosotros tenéis, yo ya las veo, las lenguas de las llamas infernales".
Tan segura es la información de María que esos cobardes se vuelven, verdaderamente aterrorizados; y, si no tienen las llamas detrás si tienen en los lomos las bien afiladas lanzas romanas, porque Longino ha dado una orden a la media centuria que estaba descansando ha entrado en acción y pincha en las nalgas a los primeros que encuentran . Estos huyen gritando y la media centuria se queda cerrando los accesos a los dos senderos y haciendo de baluarte a la explanada. Los Judíos imprecan, pero Roma es la más fuerte.
La Magdalena se cubre de nuevo con su velo - se lo había levantado para hablar contra los insultadores - y vuelve a su sitio.Las otras vuelven junto a ella.




jueves, 17 de marzo de 2022

Padre Luis Toro frente a brujos, PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA 15/6/1944

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos.




¿Adonde te escondiste Amado y me dejaste herido? Como el ciervo huiste habiéndome herido, salí tras de Ti
clamando y eras ido. (San Juan de la Cruz)



martes, 22 de febrero de 2022

EL PECADO Y LA VIRTUD TRANSFORMAN EL ALMA EN HORRIBLE FEALDAD Y EN SUBLIME BELLEZA



JESÚS MAJESTUOSO CON EL LIBRO DE LA VIDA ETERNA




         Personalmente siempre me he preguntado como es posible que un criminal de lo más abyecto, tenga la misma apariencia exterior que una persona Santa, entonces he recordado la conversación que tuvo Yahveh con Caín cuando le dijo: " Tu me condenas a ir vagando por el mundo, pero entonces todo el que me vea me matará, a lo cual Yahveh contestó: "Te pondré una marca para que quedes salvo".

          Creo que quiere decir que por el crimen, el alma espiritual que está unida al cuerpo, y que se ha vuelto demoníaca, tendría que reflejarse en el cuerpo material, la marca de Yahveh sería pues una acción de Dios que oculta la semejanza del alma con el aspecto material de la persona.

       ¡Que sufrimiento para los pocos seres que dice Jesús, que tienen discernimiento de los Espíritus, y que ven el alma "putrefacta" de ciertos  individuos, su misericordia les hace orar por ellos, porque mientras están en este mundo, Dios puede aún resucitar algunas de estas almas muertas, aunque sea un momento antes de comparecer en el Juicio particular a la hora de su muerte. Por eso dijo la Santísima Virgen en Fátima: "¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que reza por ellas!".

         En este dictado de Jesús, está perfectamente aclarada la actitud de Dios ante el pecado, y sobre todo lo que es el pecado contra el Espíritu Santo que nunca será perdonado.



  DE LOS  CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(14 de Julio de 1.944)


              Dice Jesús:
     "Hija, escúchame bien, porque la lección de hoy es muy difícil.
      El hombre, todo hombre, lleva en sí la imagen que Dios ideó para el Hombre. Más no todos los hombres llevan en sí la semejanza con Dios.

       Se ha dicho: "Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza" por lo tanto, ¿cómo puede ser que algunos tengan solamente la imagen? Y, ¿como pueden tener la imagen de Dios, si Dios no es cuerpo, si Dios es Purísimo e incorpóreo Espíritu, Luz infinita y sempiterna. Pensamiento obrante, Fuerza creadora?

      ¡Cuanta ignorancia perdura aún entre los creyentes! perdura la ignorancia consecuente y no consecuente.
             
   Ignorancia consecuente es la que proviene de una verdaderamente elemental, de una instrucción religiosa que no va más allá de las primeras nociones de Religión, ya sea debida a la lejanía de los centros religiosos o por la negligencia de ciertos ministros que no se preocupan tratando de que sus ovejas conozcan a Dios, esos pastores ídolos que Yo observo con expresión severa.

           Esta ignorancia no impide el Cielo a quienes la llevan en si, porque Yo soy justo y no acuso a un espíritu si sé que su ignorancia no es voluntaria. Por el contrario observo su fe y si veo que, con esa sutil hebra de conocimiento de Dios que le han dado, se ha sostenido como si en cambio, hubiera sabido mucho, lo premio como premio a un doctor santo. Si sabe poco, no es por su culpa. Al contrario es un mérito que le corresponde si de esa poquedad sabe hacer una fuerza basada en estas escasas y coherentes ideas: "Dios existe. Yo soy su hijo. Lo soy por obedecer a su Ley. Obedeciendo llegaré a poseer a Dios por la eternidad debido a los méritos del Salvador, que me ha concedido la Gracia". El Espíritu de Dios alumbra con ideas de luz al creyente al que su pastor descuida, o porque está en zonas donde raramente hay un pastor.
   
        Pero existe también la ignorancia no consecuente: es la de quien no quiere instruirse aunque pueda hacerlo o que, tras haber sido instruido, deja de lado esa instrucción y se vuelve ignorante porque así lo quiere por comodidad. Al que quiere vivir como bruto, le es necesario olvidar la Verdad.

    Yo maldigo esa ignorancia. Es uno de los pecados que provocan mi desdén sin perdón alguno. ¿Por qué no los perdono? Porque significan el repudio de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

        ¿Qué clase de hijo puede ser el que no quiere conocer nada de su padre, o conociéndole, quiere olvidarle (y llega a hacerlo)? Es un hijo rebelde, no digo ya a las voces sobrenaturales, sino también a la voz de la sangre. Y por eso también es inferior a los brutos, pues estos, hasta que por la edad están sometidos al padre, lo reconocen y lo siguen. Dejo a vuestro criterio juzgar qué rebelión puede ser ésta que está dirigida a un Dios que es Padre por la carne y por la sangre, por el alma y el espíritu.

       Repudian al Hijo porque, sin recordar el sacrificio de Dios-Hijo - que se encarnó no solo para traer al hombre la Redención, sino además la Verdad - anulan totalmente en si mismos la voz de esta Verdad para vivir en las mentiras que cultivan.

      Repudian al Espíritu Santo porque la Verdad siempre está unida a la Ciencia y la Ciencia, con su Luz, os hace comprender las verdades más sublimes. Ya lo he dicho: "Yo me voy y tendría que deciros aún muchas cosas, pero por ahora no sois capaces de entenderlas. Más, cuando venga el Espíritu de la Verdad, os enseñará toda la Verdad y cumplirá mi obra de Maestro haciéndoos capaces de entender".

       ¡Oh, Eterno Espíritu Divino, que nos amas tanto que para gloria del Padre descendiste a las purísimas nupcias que generarían al Redentor!, ¡Oh, Tú que procedes de Mí y del Padre; Tú que, aún siendo su igual, te convertiste en mi generador! ¡Oh, eterno Espíritu Divino, que para gloria del Hijo difundiste tu Fuego y sigues difundiéndolo continuamente para que sea comprendida la Palabra y las criaturas dejen de ser hombres para convertirse en dioses, viviendo según la Gracia y la Palabra! ¡Oh, misterio de nuestro Amor, poema inexplicable que solo en el Paraíso los elegidos llegarán a conocer plenamente!

          Yo he dicho: "Será perdonada la blasfemia contra Mí. Más no será perdonado el que blasfeme contra el espíritu Santo". ¿Cuál es la blasfemia usada para ofenderle? Es el desamor que se manifiesta rehusando acoger la Verdad que Él ilumina.
          Volvamos al principio del dictado.

     La ignorancia profusamente difundida entre los creyentes origina ideas equivocadas acerca de la imagen de Dios, que no es una imagen física, pues Dios-Espíritu no tiene rostro, no tiene estatura, no tiene una estructura material. Más el hombre tiene la imagen que Dios Creador ha ideado para él.

            Por cierto, el Potente, el infinito, no tenía necesidad de llegar al hombre a través de una evolución secular de cuadrumanos. Desde el momento en que fue creado y comenzó a juguetear en los árboles del Paraíso terrestre, el cuadrumano fue cuadrumano. El hombre fue hombre desde el momento en que Dios lo creó con el fango, y haciendo lo que no había hecho nunca con lo creado, insufló en su rostro el espíritu.

         La semejanza con Dios está en este Espíritu Eterno, incorpóreo, sobrenatural, que tenéis en vosotros. Está en este espíritu, en ese átomo del Espíritu infinito que, encerrado en esta cárcel angosta y precaria, espera y anhela reunirse con su Fuente y compartir con ella Libertad, alegría, paz, luz amor y eternidad. 

          La imagen persiste aún donde no hay semejanza, porque físicamente el hombre permanece tal cual a los ojos de los hombres, aunque a los ojos de Dios y de los sobrenaturales habitantes del Cielo y de pocos elegidos de la Tierra, (Se refiere a ciertas almas que tienen discernimiento de los espíritus) aparezca ya con su nuevo aspecto de demonio, que es su verdadero aspecto a partir del momento en el que al no tener ya vida el espíritu, la culpa mortal le priva de la semejanza con Dios.

            El hombre privado de la Gracia por obra de la culpa, es solo un el sepulcro donde se pudre el espíritu muerto. He aquí porque, aún que todos los seres humanos tienen una imagen física común, cuando se cumpla la resurrección de la carne serán sumamente diferentes entre sí, los bienaventurados tendrán un aspecto semidivino, los condenados mostrarán un aspecto demoníaco. Entonces se traslucirá al exterior el misterio de las conciencias ¡Qué terrible cognición!

          El hombre se hace más semejante a Dios, cuando más vive en la Gracia y aumenta dicha Gracia, de por sí ya infinita con los medios de una vida santa. Es necesario esforzarse para lograr la perfección en esa semejanza. En verdad, no la alcanzaréis nunca porque la criatura humana no puede ser semejante al Creador, pero os acercaréis a esta sobrenatural Belleza lo más que se os pueda conceder.

        Ya lo he dicho: "Sed perfectos como el Padre mío". No os he puesto límites a la perfección. Cuánto más os esforcéis para lograrla, tanto más las barreras de lo humano caerán como las murallas ante el asalto de las fuerzas victoriosas y disminuirán las distancias y será mayor la vista y aumentará la capacidad de entender, comprender, ver; conocer a Dios. 

    Más para ello es necesario tender hacia la perfección con todas vuestras fuerzas, con toda vuestra generosidad, sin "mirar hacia atrás" para ver lo que se deja; sin detenerse nunca, sin cansarse. El premio justifica el heroísmo, porque el premio consiste en sumergirse en el gozo del Amor y, por lo tanto, poseer a Dios como lo poseeréis en el Cielo.

¡Oh, beatífica unión y posesión maravillosa! Son vuestras, ¡oh, hijos fieles! ¡Venid y saciaros!"
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Ver la visión de los justos y los condenados en el Escrito sobre la Resurrección de Mª Valtorta: "La cosecha de la muerte":

http://el-ultra.blogspot.com.es/2012/05/la-cosecha-de-la-muerte.html

    
   

martes, 30 de noviembre de 2021

SI JESÚS SE HUBIERA ENCARNADO, Y NO LO HUBIERAN CONDENADO Y MATADO EN LA CRUZ, EXISTIRÍA ARMONÍA Y PAZ EN EL MUNDO ENTERO




Sea por siempre Bendito y alabado




 ¿Qué hubiera pasado si en vez de matar a Jesús en la Cruz, Israel lo hubiera dejado reinar en la Tierra? Jesús le dice a María Valtorta que en ese caso hubiera habido Paz en el mundo y en las Conciencias, no habría guerras y reinaría la Paz en los Pueblos y en las conciencias. A pesar de que Jesús en la Cruz le dijo a su Padre "perdónalos porque no saben lo que hacen", el suplicio y la muerte de Jesús fue un pecado tan ignominioso, que hizo que el velo del Templo de Jerusalén se rajó por la mitad, lo que quiere decir que Yahvé abandonó el Pueblo Judío, que le dijo a Pilates que la Sangre de Jesús recayera sobre ellos y sobre sus hijos. Es lo que ocurrió con la destrucción de Jerusalén por los romanos y la diáspora del Pueblo Judío que se dispersó por el mundo entero.

Jesús cuando dictó a María Valtorta sus escritos, dijo en cierta ocasión que el Creador sería un Dios muy pequeño si hubiera creado solo la Tierra de la que estamos tan orgullosos, dijo que hay millones de mundos habitados  más grandes y mejores que el nuestro. Creo que por eso explica aquí Jesús, que si no lo hubieran matado en la Cruz, y lo hubieran dejado Reinar en el mundo, solo la Sangre de su circuncisión hubiera servido para borrar el pecado original, y en todo  el mundo y en la conciencia reinaría la Paz, pero al no ser así, la Humanidad entera que también lo ha matado también en su corazón, tiene que sufrir las terribles consecuencias.


DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA 
(7 de diciembre de 1.943)


Zacarías 9, 9-10-11-13-16-17.

Dice Jesús:
“Satanás sedujo a los hijos de Dios con pensamiento de soberbia. Inyectó en los inocentes la sed de ser grandes con todas las grandezas: del poder, del saber, del poseer.
“Seréis semejantes a Dios”. Hace siglos que se extinguió el silbido de la serpiente, pero el sonido que ya no rasgaba el aire, estaba fundido con el murmullo de la sangre en el corazón del hombre. Y todavía está fundido en vuestra sangre que amáis más que a vuestra alma. Y vivís perjudicándoos alma y cuerpo por obedecer al imperativo de vuestra sangre envenenada por Satanás.

Pero os equivocáis al aplicar valor a las cosas y las palabras. Ser semejantes a Dios os lo había dado ya como dote el Padre Creador. Pero una semejanza que en nada tiene que ver con lo que es carne y sangre, sino más bien el espíritu, porque Dios es ser espiritual y perfecto, y os hubiera hecho grandes en el espíritu y capaces de alcanzar la perfección mediante la Gracia, plena en vosotros y la ignorancia del mal.

Yo vine para poner las cosas y las palabras en la Luz justa y os mostré, con las palabras y los actos, que la verdadera grandeza, la verdadera riqueza, la verdadera sabiduría, la verdadera realeza, la verdadera deificación no son las que vosotros creéis.
No he querido nacer en una mansión regia, no he tenido lujo en mi vida, ni corte de dignatarios, ni ministros, ni carrozas y caballos, ni cátedras ilustres, ni palacios y bienes.

He venido manso y humilde con la apariencia de un pobre niño que ni siquiera tiene el cobijo de una pobre habitación, sino una gruta, refugio de animales, para sus primeras jornadas en el mundo. He venido con la apariencia de un prófugo en comarcas extranjeras, fugitivo ante el bajo  poder de los hombres, he conocido el hambre y la humillación de estar entre los sin techo, que deben arrancar a pequeños mordiscos su sustento con mil humildes trabajos. He venido con la apariencia de hijo de un obrero, y pobre por añadidura: un obrero de pueblo al que los campesinos, carreteros, amas de casa, piden mangos para sus utensilios agrícolas, rayos y aros para las ruedas de sus carretas, reparaciones de maseras y de banquetas y fábrica de pobres lechos para algunos esposos, humildes como el carpintero de Nazaret, que debían construirse una casa o una cuna para el primer pequeño.

He venido con la apariencia de peregrino que no tiene ni piedra donde apoyar su cabeza y se debe acostar allí donde el Creador le hace encontrar una, que no tiene más alimento que el dado por la caridad de quien lo acoge y que tanto puede ser el pan y la sal, o el tazón de leche de cabra, o el pescado asado en las brasas de los campesinos, de los pastores, de los pescadores, como el rico banquete del fariseo en el que los sabrosos platos me resultaban amargos porque no estaban condimentados con amor sino solo por curiosidad, o las comidas en Betania, descanso del alma de Cristo que encontraba allí la madre en Marta, llena de atenciones materiales, y en María, llena de adoración y se sentía comprendido por una mente docta de amigo.

He entrado como hijo de David en la ciudad real – que, mientras entraba, ya me expelía como un vergonzoso aborto – a caballo de una burrita que me fue ofrecida por la generosidad de un sencillo que me había reconocido Maestro e Hijo de Dios.
He muerto desnudo y sobre un lecho de oprobio, un leño que ni siquiera era mío, y he sido arreglado y sepultado con vendas y aromas adquiridos por quien me amaba en un sepulcro ofrecido por la piedad de quien me amaba.

Fui grande porque quise ser pequeño. Recordarlo, vosotros que siendo pequeños queréis ser grandes, a toda costa, incluso en lo ilícito. Y mi Reino no tendrá ni fin, no confín, porque me lo he conquistado a costa de mi anulación total.

Si me hubierais hecho reinar en lugar de matarme primero en la Cruz y después en vuestras conciencias, habríais conocido eras de paz, largas cuanto la Tierra desde el momento que posé mi pie de Inocente sobre ella, porque Yo soy el Rey de la paz, soy la Paz misma. Os habría dado la paz en las naciones, la paz en las conciencias, porque con mi Sangre (la Sangre de la circuncisión habría bastado para redimir a la Humanidad) he venido a liberaros de la fosa sin agua que Satanás os había excavado y donde perecíais y perecéis porque, a pesar de que os haya extraído de ella, allí habéis querido volver, dado que el seductor la ha asfaltado de oro y ha pintado en las paredes de la derecha imágenes obscenas y en la izquierda imágenes de poder. Tres cosas que tienen para vosotros el mismo valor.

Y, sin embargo Yo me he dejado extender sobre la Cruz para hacer de mi martirio una flecha que perfora los Cielos cerrados y abre el paso al perdón de Dios. Y, a pesar de que me hayáis odiado, Yo continuo  llamándoos para recogeros, como trompeta empuñada por un alférez, para convertiros en mi ejército pacífico que conquista los Cielos.

Venid. Antes de que llegue la hora en que no podáis ya venir, venid a Mí. Estad vestidos con mis uniformes y contraseñados con mi signo. El ángel de Dios preservó a los hijos de Israel del exterminio de Egipto por la sangre del cordero esparcida sobre las jambas y los arquitrabes; Yo, Cordero de mi Padre y Señor, salvo a mi Padre sus hijos por mi Sangre, con la que he teñido no la materia del leño y de la piedra que mueren, sino vuestra alma inmortal.

Las trompetas de la llamada universal serán vida infundida de nuevo para los signados con mi Sangre, y los huesos de los justos surgirán de entre los pliegues del suelo, donde dormían desde hace siglos, para vestirse con júbilo, con carne perfecta porque nutrida con el Pan vivo bajado del Cielo para vosotros y del Vino exprimido de las venas del Santo, que vuelve virgen vuestra alma y la hace Digna de entrar en la Jerusalén del Cielo.







jueves, 4 de noviembre de 2021

SUBLIME MEDITACIÓN SOBRE LA VENIDA DE JESÚS LUZ DEL MUNDO PARA TODA LA HUMANIDAD HOY JESÚS REPITE LAS PALABRAS QUE DIJO EN LA CRUZ: "TENGO SED"






Extraordinario dictado de Jesús  del año 1.947, más actual que nunca, ya que como lo declara Jesús, los católicos se han olvidado de la Ley de Dios, cegados por las concupiscencias abonadas por las hordas infernales. Son las enemigas del alma que han logrado extender en el mundo la niebla que ha cegado la Luz de Cristo, es el mundo y la carne, armas muy bien manejadas por Satanás en persona. Se trata de la admiración de las teorías científicas que predican el racionalismo que niega la existencia de Dios, y la divinización de esa falsa razón que confirma el relativismo, que pone en plan de igualdad el hombre y el chimpancé, declarado impuro en la Biblia como todos los cuadrúmanos, admirando y poniendo como ejemplo  sobre todo el bonobo, chimpancé más pequeño, que derrime sus  diferencias en la tribu con relaciones sexuales comunes y constantes, en vez de pelearse entre ellos, para ser el macho alfa, que es el único que puede mantener relaciones con las hembras.

DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(28-11-1.947)


Dice Jesús:

El signo característico de mi nacimiento al mundo fue la Luz. Muchas veces los hechos se caracterizan por fenómenos, que vosotros nombráis y explicáis como coincidencias casuales y en cambio son los presagios, las llamadas de Dios para atraer vuestra atención, desviada tras mil cosas más o menos necesarias, sobre un hecho que marcará la historia del mundo o en la vida de un individuo.
Yo era la Luz, y la Luz me precedió, me envolvió, me anunció, me condujo, y condujo a Mí a los puros de corazón.
Te he dicho que parecía que una luz emanaba de María, mientras en el pobre medio de los pobres pasaba, recogida por los caminos de Palestina. Otras veces te dije que quien tiene en sí a Dios, emana vibraciones de luz y de perfumen no solo espiritualmente, ya que el Tesoro interno del copón vivo que lo lleva se esparce y es perceptible a los demás. Entonces vosotros decís: “Este tiene en sí algo que es especial. ¡Qué rostro! ¡Qué modos de santo!


DESCRIPCIÓN DE LA PERFECCIÓN DE MARÍA


María era la toda Santa y llevaba al Santo de los santos. Poseía por ello la perfección de la santidad humana, ya de tal modo deificada de ser casi igual a la de su Dios. Poseía la perfección divina que se había vestido de carne pidiéndole nutrirla de su sangre virgen, formarla, serle refugio para los nueve meses de su formación como hombre.
Dios se nutría de María. Dios-Hombre está hecho de María, y de mi dulcísima Madre Yo he tomado las características físicas y morales de dulzura, de mansedumbre, de paciencia. El Padre me ha dejado la Perfección. Pero Yo he querido asumir de la Bendita, que ha sido mi casto nido, el aspecto físico y el más precioso aspecto moral del carácter.
Siendo María la más santa de cuantas criaturas había tenido la Tierra, emanaba la santidad, no ya como una vasija cerrada de la que se filtraban moléculas de perfume, sino como astro encendido liberando éteres y rayos de potencia sobrenatural.

Si el Bautista saltó en el vientre de su madre, recibiendo la onda de la Gracia que emanaba de María y fue santificado, tan potente había sido la emanación como para superar las barreras de la carne, tras la cual, el fruto de Zacarías y de Isabel se formaba para ser mi Evangelizador (Evangelio quiere decir “buena noticia” y Juan dio a los hombres la “buena noticia” de mi estar entre ellos, por lo tanto, no yerro llamándole mi evangelizador. Esto va para los desconfiados de la Palabra), quienes se acercaban directamente a María no podían quedarse sin repercusión.

Dejó tras de sí una estela de santidad activa y quienes se acercaron, sólo con que sus corazones no rechazaran la Gracia, se convirtieron en predestinados a la santidad. Cuando todo sea conocido por el hombre, veréis que entre los primeros seguidores del Hijo de María hay muchos de aquellos que mantuvieron alguna relación, incluso causal con Ella, y quedaron lavados y penetrados por la Gracia que emanaba de Ella. Entonces conoceréis muchos prodigios obrados por mi toda Hermosa y toda Gracia.

María convierte ahora los corazones más duros y salva a los pecadores más obstinados, pero el ciclo de sus poder no se inició el día en que – Estrella que vuelve a subir a los Cielos – Ella se elevó para descansar de nuevo en mi Corazón y hacer el Paraíso más hermoso para Mí, al que infinitamente y a la que debo todo como Hombre, en compensación de todo cuanto he recibido de Ella. La santificación de las gentes a través de María se inició en el momento en que el Espíritu la hizo Madre y el Hijo de Dios tomó carne de su beatísimo vientre.

DESCRIPCIÓN DE LA GRANDEZA DE SAN JOSÉ

(Como tendría que ser al amor conyugal)



Pleno de esta emanación hasta el punto de ser casi semejante a la Llena de Gracia, era José. Lágrimas benditas le fluían al Justo por la alegría que le inundaba, mística alegría del contemplador que está inclinado sobre un milagro de manifestación de Dios. Adoración y silencio fueron las características del Santo José. Respeto venerante hacia la Beata de la que era el protector natural. Y amor.
El primer amor casto del cónyuge, el amor como  debía de ser el de los hombres según el pensamiento del Creador: amor sin el aguijón del sentido y sin el fango de la malicia. Un amor natural y angélico al mismo tiempo porque en el alma de Adán y de sus hijos, según el pensamiento creador, debía existir la pureza angélica del espíritu mezclada con la ternura humana, y como una flor que se abre sin pecado desde el tallo que la lleva así debía, sin corrosión de concupiscencia, surgir el amor entre los cónyuges y dar hijos a los tálamos castos.

Ser castos no quiere decir prohibir la unión. Quiere decir realizarla en Dios que hace de dos animales racionales dos creadores menores, y como Dios creó sin poner pensamiento de malicia entre el macho y la hembra y no puso en sus pupilas luz de carne para desvelar la carne a los inocentes, así los cónyuges deberían hacer del matrimonio una santa creación dichosa de nacimientos, pero no ensuciada de concupiscencia.

El cónyuge honesto y santamente amoroso, trata de hacerse semejante al otro cónyuge, porque quien ama trata de hacerse semejante a la criatura amada, por lo que el matrimonio bien entendido es elevación mutua, porque no hay nadie que sea completamente perverso y basta que cada uno mejore un punto, tomando como ejemplo lo bueno del otro para subir, en mutua emulación, la escala de la santidad. Como una planta de la que brota una rama más alta que la anterior, y sube hasta el azul, así es la santidad conyugal e individual. Hoy es una virtud. Mañana, de esa virtud crece otra cada vez más alta, y de las virtudes humanas de apoyo mutuo, se sube a las cimas del heroísmo sobrenatural.

José, cónyuge santo y casto de la Santa y Casta, como un niño junto a la maestra, aprendía día a día la ciencia de ser semejante a Dios y, porque en su corazón de justo nada obstaculizaba a la Gracia, día tras día se parecía más a su Maestra amada, asemejándose así a Dios de quien María era la copia más perfecta.
En la noche santa lo que sacudió a José, orante con fuerza tal de rodearse de una mística barrera que aislaba a su alma del exterior, fue la Luz.
En la gruta, antes apenas iluminada por un fueguecillo de ramos secos que ya languidecía por falta de alimento, se había difundido una Luz sosegada que aumentaba gradualmente como el resplandor de la luna que, antes cubierta de nubes, se libera y desciende claro para platear la Tierra.
En la luminosidad estaba María, aún arrodillada – porque Yo nací mientras que Ella oraba – pero apoyada sobre sus talones. Era María, que con lágrimas y sonrisas besaba mi Carne de niño.
Tampoco entonces muchas palabras: la de siempre: “¡José!”, y la presentación a él del fruto de sus santas entrañas.

LA SANTIFICACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA


La familia era la primera redimida por Dios. Reconstruida como el Eterno la había pensado. Dos que se aman santamente y que santamente se encuentran reclinados sobre un recién nacido y en el beso que se intercambian sobre esa cuna no hay sabor de lujuria, sino gratitud mutua y mutua promesa de amarse con un amor mutuo que ayuda y conforta.
Cuando entraron los primeros pastores, encontraron aún a los dos Santos así unidos en el amor y adoración y José, hombre maduro, parecía el padre de la Virgen y del Niño, tanto se apreciaban en su aspecto esa ternura, exenta de carnalidad que, desgraciadamente, sólo solo se ve en el ojo de un padre.


LA SANTIFICACIÓN DEL DEBER Y DEL TRABAJO


Ya estaba la Luz en la Tierra y desde los Cielos abiertos, la Luz descendía a oleadas de ángeles, anulando con su esplendor paradisiaco la luminosidad de los astros en la noche serena. No fue percibida por los doctos, los ricos, los saciados de placeres, pero fue lucero del alba para los humildes trabajadores que cumplían su deber.
Siempre es sagrado el deber, sea el que sea. El deber del Rey que firma los decretos, no es más alto que el del trabajador que ara la tierra o al del pastor que vela el rebaño. Es el Deber. Es la voluntad de Dios. Por ello es siempre noble. Por ello consigue el mismo premio el mismo castigo sobrenatural. Y no será el tener corona o vara de pastor lo que os salvará del castigo o lo que os negará el premio. A quien hace el propio deber, cumpliendo así la Voluntad Santísima, Dios se le manifiesta y lo toma como testimonio de sus prodigios.

Y Dios fue manifestado a los pastores y los pastores fueron llamados para testimoniar los prodigios de Dios. En la Luz que ya se había hecho fulgurante porque todo el Cielo estaba sobre y en la Gruta, el Emmanuel fue visible a los segundos redimidos de la Tierra: a los trabajadores.

Porque Dios ha venido a santificar el trabajo después de a la familia. El trabajo dado al hombre como una maldición tras la culpa de Adán se convertía una bendición, desde el momento en el que el Hijo de Dios quiso convertirse en trabajador entre los hombres.



DIOS HA SANTIFICADO A LOS PODEROSOS
HUMILDES DE CORAZÓN



La Luz había venido al mundo. Y para contenerla no bastaba ni el miserable portal, no el campo limitado de Belén. La Luz se derramó de oriente a occidente, del mediodía al sur. Al aparecer no habló a los libertinos, resplandeciendo no pronunció palabras para los vividores. Habló a quienes, puros de corazón y anhelantes de la Verdad, humillaban su mente cultísima a los pies de Dios y se sentían átomos ante su Santidad.
La Luz se mostró a los poderosos que hacían de su potencio instrumento de conquistas espirituales, y los llamó para que lo adoraran, con un destello que colmó los cuatro puntos del firmamento. A los poderosos, porque Dios ha venido para santificar a los Poderosos después de los trabajadores y la familia, y con los Poderosos la Ciencia. Pero Dios no se manifiesta ni cubre de bendiciones a los potentes malvados, ni a los científicos ateos, sino a quienes hacen del don de la potencia y de la ciencia un medio de elevación sobrenatural, no de abuso o de negación.

Dios es también Rey de los reyes y Dios es Maestro también de los maestros. La Luz encontró muchos maestros en la Tierra, pero solo se hizo llamada para los maestros deseosos de Dios.

Siempre es así. La Gracia obra allí donde existe el deseo de poseerla, y obra tanto más, hasta convertirse en Palabra y Presencia, cuanto más vivo es el deseo de la posesión y de ser poseídos.

Ante el Rey de los reyes, guiados por el único que es digno de ser huella de Dios: la Luz, vinieron desde las regiones más remotas los poderosos, primer peldaño de los innumerables que, por los siglos de los siglos, habrían emprendido la mística marcha para ir hacia Dios. No fue a los potentes de Palestina, ni a quienes se creían depositarios de los secretos y de los decretos de Dios – y tales secretos y decretos se habían vuelto incomprensibles para ellos, porque carecían de santidad, y los signos del Cielo y las palabras del Libro eran simples meteoritos y simples palabras ya sin significado sobrenatural - , sino a los lejanos.

Había venido como Luz en el mundo, Luz para el mundo, Luz al mundo. Llamaba a todo el mundo a la Luz, a todo el mundo.

Y lo llamo. Lo llamo desde hace veinte siglos, sin descanso. No dejo de hacer resplandecer mi Luz sobre vuestras tinieblas. Si supierais alzaros por encima de la barrera de las neblinas que habéis esparcido sobre el mundo, veríais el Sol divino, siempre relumbrante y benigno sobre los hombres, sobre todos los hombres.
No hay que asombrarse si ya os preceden los que están más lejanos de la Roma católica. Gaspar, Melchor, Baltasar, desde tres puntos de la Tierra, sobre el paciente lomo de los camellos, vinieron a la Luz del mundo no visto por los compatriotas del hijo de María. Africanos, asiáticos, australes, vienen a la Cruz que vosotros habéis rechazado. Y os adelantarán.

En el último día, cuando el tiempo y los hombres sean iluminados en todo punto y lugar, se verá la ingrata laguna dejada por vosotros, católicos desde hace siglos, mientras que los demás: idólatras y heréticos, fascinados por Cristo, Señor Santo, habrán afluido con sus almas virginizadas por la Gracia.



LA TERQUEDAD Y CEGUERA DE MUCHOS
QUE SE LLAMAN CATÓLICOS

¡Cuántos movimientos tenebrosos hay en el mundo civil! Es vuestra vergüenza y vuestro castigo. Nunca hubierais debido y nunca deberíais permitir que la Luz, que os fue dada por los primeros, fuera rechazada y renegada por vosotros. Las tinieblas os matan y no las queréis abandonar. De ellas proceden, como los odiosos animales de la noche, todos los males que os atormentan y se nutren de vuestra sangre, de vuestro tormento.



JESÚS ESTÁ SEDIENTO DE AMOR, E IMPLORA QUE SI NOLO QUIEREN COMO REDENTOR Y JUEZ, POR LO MENOS LO AMEN COMO NIÑO 


 Ya no me queréis. Ya no me comprendéis. Ya no me conocéis. Ni siquiera ya no me conocen los de “mi casa”. Y Yo a dura penas les conozco, de tanto como los han embrutecido las muchas enfermedades  de la carne y de la mente.

Pero en este primer domingo de Adviento que anuncia la venida de la Luz del mundo, Yo os ruego, oh hijos, que si ya no os atrevéis a mirarme como Redentor y Juez porque a vuestra alma envilecida le produce miedo el Dolor y terror la Justicia, miradme, pequeño niño sobre el seno de María. Un niño solo puede tener caricias y sonrisas. Y esto tengo para vosotros.
Piedad e mi desnudez y de mi pobreza. No de vestidos y de dinero, de amor. No quiero oro ni incienso. Solo quiero vuestro amor. Lo quiero porque amarme y conocerme es Vida y Verdad. Como María me ha generado por obra del amor, así Yo os quiero generar por medio del Amor. El mío es vivo y activo, pero es necesario también el vuestro.

Venid a Mí y acogedme. Abriré en vosotros torrentes de Luz y de Gracia, y os haré llegar a ser hijos de Dios como Yo.. Benditos quienes acogen mi Luz. Yo estaré en ellos. Habitaré en ellos, en su espíritu. Porque el verbo no necesita moradas de arcilla, sino moradas vivas: Él quiere los espíritus de los hombres como vivienda.
La Gloria de Dios se ha desvelado a quienes me acogen, porque donde estoy Yo, están también el Padre y el Espíritu, y la Gloria del señor se desvela plena y reconfortante para ellos, y la Gracia es su vida, y como el sol desde lo alto del cielo, la Paternidad, la Hermandad, la Caridad divina está sobre ellos anticipandoles la bienaventuranza.

María en su luminosidad estática, me ofrece a vuestro amor. Inclinad la frente ante el amor hecho Carne. Él ha dejado los Cielos para llevaros a los Cielos. Ha venido en la guerra para traeros la Paz”.

Desde hace tres días se han abierto para mi alma los ríos del éxtasis, y gozo de la visión además de la palabra. Tengo el alma hecha candor y luz, porque están en mí el candor de la Madre Virgen y la Luz.
Gloria a Dios por la bondad que concede a su sierva el ver lo que han visto los ángeles y que inunda mi alma de Paz.
La radio transmite en este momento el “Agnus Dei” de la misa dominical. Pero yo he visto al Cordero recién nacido durmiendo en el seno del Creador… y es más hermoso que la música más bella…













lunes, 1 de noviembre de 2021

PRIMERO DE NOVIEMBRE FIESTA DE TODOS LOS SANTOS CONOCIDOS Y DESCONOCIDOS


HAY QUE SER COMO CRISTO: POBRE DE ESPÍRITU Y MISERICORDIOSO
ES EL ALFA Y EL OMEGA: NACER EN EL ESTABLO DE BELÉN
Y MORIR PERDONANDO A SUS VERDUGOS.

Apocalipsis 7,2-4.9-14.


Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar: 
"No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios". Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144.000, pertenecientes a todas las tribus de Israel. 
Los Cuatro Ángeles que corresponden a cuatro de los siete Espíritus de Dios, enviados en misión por toda la Tierra, en los cuatro primeros días de la Creación relatados en el Génesis, son los que han recreado  las almas de los fieles, es decir los que han entregado el valioso don de la Fe católica, que es el sello de Dios, son las almas que pertenecen a las "tríbus" de Dios.  

Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: "¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!". 
Todas esas multitudes innombrables de Dios, son los que no han podido ser sellados directamente por los Ángeles, porque no han podido recibir la fe por su condición de pertenecer a otra cultura o religión, por haber nacido en países paganos, pero que han sabido obedecer a la voz de su conciencia, puesta por Dios. Han sido almas que han vivido respetando a los demás, han sido buenos hijos o padres de familia, y han permanecido amando y respetando a su prójimo, sin abusar nunca de ellos, lo que al no conocer la verdadera Ley de Dios, no han tenido como nosotros la ayuda de los Sacramentos y por eso tienen quizás más méritos que los cristianos, muchos de ellos traidores a la fe que conocen perfectamente, pero que no han querido cumplir. 

Y todos los Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: "¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén! 
Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?". 
Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero". 
Todos esos hijos de Dios, al tener en sus manos las palmas del triunfo, certifica que han tenido que luchar contra los tres enemigos del alma, y han salido vencedores, por eso han sido redimidos como todos los cristianos, ya que han lavado y blanqueado sus vestidos, es decir sus hábitos heredados de Adán, en la Sangre del Cordero, que ha muerto por todos, es decir que han amado a Jesús a través de sus acciones, siguiendo la voz de su conciencia, que les infundió la fe en el verdadero Dios.





Salmo 24, 1-2
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, 
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares, 
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor 
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias 
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor, 
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor, 
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.





Epístola 1 de San Juan 3,1-3.

Queridos hermanos: 
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. 
Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. 
Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro. 
Está escrito que Dios creó el mundo a su imagen y semejanza, pero como Dios es de una dimensión infinita, como el Universo, y el hombre es simplemente un grano de polvo situado en una de las millones de galaxias, que cada una de ellas tiene miles de millones de estrellas y de planetas, al ser humano le es imposible poder ni siquiera imaginar como es Dios, ya que lo finito nunca podrá captar la infinitud. Por esa razón esta escrito que el que vea a Dios ha de morir, palabras que la gente creía que era un castigo, cuando en realidad quería decir que el cuerpo humano finito no puede abarcar a Dios. La semejanza con Dios se puede solo conseguir con el alma que es adimensional como Dios, y con un cuerpo glorificado como el de Jesús después de su Gloriosa Resurrección.




Evangelio según San Mateo 5, 1-12


Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 
Felices los afligidos, porque serán consolados. 
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 

Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

Naturalmente esas bienaventuranzas son solo para los hijos de Dios, para poder alcanzarlas, el hombre tiene que fusionarse con Dios por Amor, que solo ocurre siguiendo esos mandamientos nuevos de Jesús, al igual que la fusión atómica que se produce en el sol, que dando calor y Luz, permite la vida de la Tierra.Esa unión mística es la que produce la Santidad de las almas, que convierten a la gente, ya que produce calor y energía en el cuerpo místico de la Iglesia

Cuando entre el alma y Dios no existe Amor, ocurre igual que en la bomba atómica y la terrible bomba de hidrógeno, no existe fusión sino fisión que es la destrucción de los átomos, lo que produce la muerte y la destrucción de la vida. Es también lo que ocurre con las almas que se dicen religiosas pero que tienen un amor egoísta y que provocan en los demás falta de fe y de amor hacia sus semejantes.





viernes, 20 de agosto de 2021

COMENTARIOS SOBRE LAS LECTURAS DE LA MISA DE LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO (5-12-2.019)


Bella imagen de Jesús de la Iglesia
Copta de Egipto 






Libro de Isaías 26,1-6.)


Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá:
Tenemos una ciudad fuerte,
el Señor le ha puesto como salvaguardia
muros y antemuros.
Abran las puertas,
para que entre una nación justa,
que se mantiene fiel.
Su carácter es firme,
y tú la conservas en paz,
porque ella confía en ti.



Aquí están reflejados los sentimientos de los elegidos en el Reino de Dios: La alegría de haber permanecido fieles a la divina Gracia, y de haber superado todos los exámenes, las pruebas, y todas las trampas puestas por los tres enemigos del alma, y encontrarse por fin seguros por toda la eternidad, en la Ciudad de Dios. Una seguridad absoluta, ya que está custodiada por el Dios Todopoderoso, en una Ciudad con muros y antemuros inexpugnables, cuyas puertas están solo abiertas para los que han sido juzgados dignos.


Confíen en el Señor para siempre,
porque el Señor es una Roca eterna.
El doblegó a los que habitaban en la altura,
en la ciudad inaccesible;
le hizo tocar el polvo.
Ella es pisoteada
por los pies del pobre,
por las pisadas de los débiles.


Y esa es la mayor felicidad para los elegidos, saber que están amparados por Dios. los que habitaban en la altura en la Ciudad inaccesible, y en donde triunfaron los demonios rebeldes, soberbios, y egoístas, que no se han querido someter a las Leyes de Dios y que han rechazado su Gracia, son los ricos espirituales,  han tocado el  polvo de la desgracia, y serán pisoteados por todos los pobres espirituales, es decir los humildes que ellos oprimieron sin piedad




Salmo 118(117)



¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.

«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, él nos ilumina». 



Estos son los cantos de agradecimiento del Pueblo de Dios, por haber alcanzado la meta soñada: La vida Eterna, en la Ciudad de la abundancia, del conocimiento de todas las maravillas de Dios, las conocidas y las desconocidas, de la satisfacción plena y absoluta del alma, creada por Dios, con las “profundas cavernas del sentido”, que como lo explica tan bien San Juan de la Cruz, son lo único que puede satisfacer el alma, creada a imagen y semejanza de Dios, y dotadas de esa capacidad intrínseca, para poder llenarse de su conocimiento, cavernas que nunca se podrán llenarse del todo por la infinitud de Dios, y que por eso, como lo explica San Agustín, el alma podrá decir que Dios es al mismo tiempo antiguo, pero siempre nuevo.




Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.



Jesús dijo a sus discípulos:

“No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el Cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".

Y este pasaje del Evangelio de Jesús, es simple: el alma, como ocurre en la construcción adecuada de cualquier tipo de obra tiene que estar asentada sobre una cimentación apropiada.
Lo primero que hace un Ingeniero para diseñar una cimentación, es un estudio geológico para ver el terreno; indicar su resistencia e indicar a que profundidad hay que excavar, para asentar las zapatas. Con estos datos, y calculando el peso del Edificio; los esfuerzos que se producen en caso de viento y de terremoto, se puede calcular las dimensiones de la cimentación para poder resistir los embates de todas las posibles interferencias que se pueden producir a lo largo del tiempo.

Naturalmente, como lo indica Jesús el mejor terreno para una cimentación es un terreno rocoso, lo que reduce considerablemente el coste de la cimentación y asegura el edificio. El imprudente, que funda una casa sin precaución alguna para poder hacer frente a todos los peligros, y la funda en arenas movedizas o sobre arcillas expansivas, es como el alma que no teme a Dios, acabará hundiéndose con su casa.





sábado, 14 de agosto de 2021

I/II COMENTARIOS DE LA Stma. VIRGEN MARÍA SOBRE LOS ÉXTASIS DE SU VIDA TERRENA, Y DE SU ENTRADA TRIUNFAL EN EL CIELO.



EL TRÁNSITO DE MARÍA ES LA IMAGEN DE COMO HUBIERA SIDO
EL  DE TODOS LOS HUMANOS SI EVA HUBIERA OBEDECIDO A DIOS



Maravillosa descripción hecha por María de su entrada triunfal en el Cielo, con su séquito de Ángeles, en cuyos umbrales la esperaban San José, su esposo terreno, Los reyes y Patriarcas de su estirpe, ya que era descendiente de la casa de David,  y por los primeros Santos y Mártires cristianos, espera para ser recibida por su divino Hijo Jesús que la iba a coronar como Reina del Cielo y de la Tierra.
María es la Obra perfecta del Creador creada a su imagen y semejanza, está a la espera de ser coronada por Dios.


Dice María:
“De la misma forma que para mí fue un éxtasis el nacimiento de mi Hijo, y que del rapto de Dios que en aquella hora  se apoderó de mí, volví a la presencia de mi misma y a la Tierra, teniendo ya a mi Hijo en mis brazos, así mi impropiamente llamada “muerte” fue un rapto de Dios, confiando en la promesa recibida en el esplendor de la mañana de Pentecostés, yo pensaba que el acercamiento de la hora de la última venida del Amor para llevarme consigo en rapto, debía manifestarse con un aumento del fuego del amor que siempre ardía en mí; y no me equivoqué.
Por parte mía, a medida que iba pasando la vida, en mí iba aumentando el deseo de fundirme con la eterna caridad, me instaba a ello el deseo de unirme de nuevo con mi Hijo, y la certidumbre de que no haría tanto por los hombres  como cuando estuviera, orando y obrando en favor de ellos, a los pies del Trono de Dios. Y con impulso cada vez más escondido y acelerado, con todas las fuerzas de mi alma, gritaba al Cielo: “¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, eterno Amor!”.

La Eucaristía, que para mí era como el rocío para una flor sedienta, era, sí, vida; pero a medida que iba pasando el tiempo, cada vez era más insuficiente para satisfacer la incontenible ansia de mi corazón. Ya no me bastaba recibir en mí a mi divina Criatura y llevarla en el interior en las Sagradas Especias, como la había llevado en mi Carne virginal. Todo mi ser deseaba al Dios uno y trino, pero no celado tras los velos elegidos por mi Jesús para ocultar el inefable misterio de la Fe, sino como Él – en el centro del Cielo – era, es y será. El propio Hijo mío en sus arrobos eucarísticos, ardía dentro de mí con abrazos de infinito deseo; y cada vez que a mí venía, con la potencia de su amor, arrancaba de cuajo mi alma en el primer impulso, y luego permanecía, con infinita ternura, llamándome: “Mamá!” , y yo le sentía ansioso de tenerme consigo.

Ya no deseaba otra cosa. Ni siquiera ya estaba en mí, en los últimos tiempos de mi vida normal, el deseo de titular a la naciente Iglesia: todo estaba anulado en el deseo de poseer a Dios, por la persuasión que tenía de que todo se puede cuando se le posee.

“Alcanzad, oh cristianos este total amor. Pierda valor todo lo terreno. Mirad solo a Dios. Cuando seáis ricos en esa pobreza de deseo que es inconmensurable riqueza, Dios se inclinará hacia vuestro espíritu, primero para instruirle, luego para tomarle en sus manos, y ascenderéis con vuestro espíritu al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, para conocerlos y amarlos en toda la bienaventurada eternidad y para poseer sus riquezas de gracias para los hermanos.
Nunca somos tan activos para los hermanos como cuando no estamos ya con ellos, sino que somos luces unidas de nuevo con la divina Luz.

El acercarse del Amor eterno tuvo el signo que pensaba. Todo perdió luz y color, voz y presencia, bajo el fulgor y la Voz que, descendía de los Cielos, abiertos a mi mirada espiritual, descendían hacia mí para tomar mi alma.
Suele decirse que habría exultado de júbilo si me hubiera asistido en aquella hora mi Hijo. ¡Ah! Mi dulce Jesús estaba muy presente con el Padre cuando el Amor, o sea, el Espíritu Santo, tercera Persona de la Trinidad Eterna, me dio su tercer beso en mi vida, ese beso tan potentemente divino, que en él mi alma se fundió, perdiéndose en la contemplación cual gota de rocío aspirada por el sol en el cáliz de una azucena. Y ascendí con mi espíritu en canto de júbilo hasta los pies de los Tres a quienes siempre había adorado.

Luego, en el momento exacto, como perla en un engaste de fuego, ayudada primero, y luego seguida por el cortejo de los espíritus angélicos venidos a asistirme en mi eterno, celeste nacimiento, esperaba ya antes del umbral de los Cielos por mi Jesús y en el umbral de ellos por mi justo esposo terreno, por los Reyes y Patriarcas de mi estirpe, por los primeros santos y mártires, entré como Reina, después de tanto dolor y tanta humildad de pobre sierva de Dios, en el Reino del júbilo sin límite.

Y el Cielo volvió a cerrarse en este acto de la alegría de tenerme, de tener a su Reina, cuya carne, única entre todas las carnes mortales, conocía la glorificación antes de la resurrección final y del último juicio”.