MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 25 de agosto de 2012

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO, EL MAYOR MILAGRO DE JESÚS DESPUÉS DE SU PROPIA RESURRECCIÓN


LA RESURRECCIÓN DE  LÁZARO

       


Este relato del “Poema del Hombre Dios”, de María Valtorta, nos describe a la visión del fabuloso milagro, transportándonos al lugar de los hechos, narra los acontecimientos con una maestría tan grande, que da la sensación de estar allí presenciando el milagro, relata detalladamente no solo el sublime milagro, pero aporta además enseñanzas muy valiosas sobre el enfrentamiento abierto, propiciado por Fariseos, Saduceos, Doctores de la Ley, Rabíes y miembros del Sanedrín, en contra de Jesús, lo que precipitó la decisión de sentenciarlo a muerte. 

Explica la importancia de la vida contemplativa, simbolizada por María Magdalena y su preponderancia sobre la vida activa, cuya viva imagen es su hermana Marta, la cual, con  menos oportunidad para amar a Dios, tiene mucha menos fuerza espiritual, y por esa razón está mucho menos preparada para afrontar todos los problemas, las dudas, las pruebas  y las tentaciones  de la Vida. Igualmente explica un hecho bastante difícil de interpretar: el  de  la actitud de Jesús que lloró a la hora de la muerte de Lázaro, hecho sorprendente porque como Hijo de Dios sabía que lo iba a resucitar para mayor gloria de Dios, y también para mayor desprecio de sus enemigos.

Su llanto, como lo veremos, era por el recuerdo de la muerte espiritual al considerar a todos los inconvertibles  réprobos, para los cuales su Pasión y su muerte habrán sido inútiles, y también al pensar en su pasión y muerte que estaban ya próximas, debido al duro enfrentamiento con los Judíos, enemigos acérrimos suyos.



RELATO DEL SUBLIME MILAGRO


        (…) Los judíos le observan. Involuntariamente, se han separado formando grupos bien distintos. Por una parte, frente a Jesús, todos los enemigos suyos, habitualmente divididos entre sí por espíritu sectario, pero que ahora se armonizan para hostigarle. A su lado, detrás de los Apóstoles (a los que se ha unido Santiago de Zebedeo), José, Nicodemo y los otros de espíritu benévolo. Más allá, Gamaliel, que sigue en su sitio y en su postura de antes, y que está solo, porque su hijo y sus discípulos se han separado para distribuirse entre los dos grupos principales para estar más cerca de Jesús.

         Con su grito habitual: “Rabbuni”, María sale de la casa y corre hasta Jesús extendiendo los brazos. Se arroja a sus pies. Le besa sus pies entre fuertes sollozos. Una serie de judíos, que estaban en casa con ella y que la han seguido, unen sus llantos de dudosa sinceridad, al de ella. También Maximino, Marcela, Sara y Noemí han seguido a María, y lo mismo todos los dependientes de la casa. Los lamentos son fuertes y altos. Creo que dentro de la casa no ha quedado nadie. Marta, al ver llorar a María, llora fuertemente también.

          “La paz a ti, María. ¡Álzate! ¡Mírame! ¿Por qué ese llanto, como el de uno que no tiene esperanza?”. Jesús se inclina para decir en voz baja estas palabras, sus ojos en los ojos de María que, estando de rodillas, relajada sobre sus talones, tiende hacia Él las manos en un gesto de invocación; y que, debido a un fuerte sollozo, no puede hablar. “¿No te dije que esperaras más allá de todo lo creíble para ver la gloria de Dios? ¿Acaso ha cambiado tu Maestro, para que hubiera motivo de angustiarse de esa manera?”.

         Pero María no recoge estas palabras que quieren prepararla para una alegría demasiado fuerte después de tanta angustia. Grita por fin, dueña de su voz: “¡Oh, Señor! ¿Por qué no has venido antes? ¿Por qué te has alejado antes de nosotros? ¡Sabías que Lázaro estaba enfermo! Si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. ¿Por qué no has venido? Tenía que mostrarle todavía que le amaba. Él debía vivir. Yo debía mostrarle que perseveraba en el bien. ¡Mucho angustié a mi hermano! ¿Y ahora? ¡Ahora que podía hacerle feliz, me ha sido arrebatado! Tú podías conservármelo. Podías haber dado a la pobre María la alegría de consolarlo después de haberle causado tanto dolor. ¡Oh! ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Maestro mío! ¡Salvador mío! ¡Esperanza mía!”.

          Y cae otra vez al suelo, con la frente sobre los pies de Jesús que reciben otra vez el lavacro del llanto de María. Y gime: “¡¿Por qué has hecho esto, Señor?! Incluso por los que te odian y gozan de todo esto que está sucediendo… ¡¿Por qué has hecho esto, Jesús?!”. Pero no hay reproche en el tono de María, como la ha habido en el de Marta. María tiene solo esta angustia de quien, además de su dolor de hermana, siente también el de discípula que percibe menoscabado en el corazón de muchos el concepto de su Maestro.

          Jesús, muy agachado para recoger estas palabras susurradas rostro en tierra, se yergue y dice fuerte: “¡María, no llores! También tu Maestro sufre por la muerte del amigo fiel… Por haber debido dejarlo morir...”.

         ¡Oh, qué risítas y miradas de rencoroso júbilo hay en las caras de los enemigos de Cristo! Le sienten vencido, y exultan, mientras que los amigos se ponen cada vez más tristes.

       Jesús dice aún más fuerte: “Pero Yo te digo: no llores. ¡Álzate! ¡Mírame! ¿Crees tú que Yo, que te he amado tanto, he hecho esto sin motivo? ¿Eres capaz de pensar que Yo te he dado este dolor inútilmente? Ven. Vamos donde Lázaro, ¿Dónde le habéis puesto?”. Jesús, más que a María y a Marta – las cuales, llorando ahora más violentamente, no hablan - , pregunta a todos los demás, especialmente a los que han salido de casa con María y parecen los más turbados. Quizás son parientes más mayores, no lo sé.

        Y estos responden a Jesús, que está visiblemente compungido: “Ven y velo tú”, y se encaminan hacia el sitio del sepulcro, que está en el extremo del huerto, en un lugar en que el suelo tiene ondulaciones y vetas de roca calcárea que afloran a la superficie.

       (…) Jesús contempla la pesada piedra, que hace de puerta al sepulcro y de pesado obstáculo entre Él y el amigo fenecido, y llora. El llanto de las hermanas aumenta, como también el de los íntimos y familiares.

    “¡Quitad esta piedra!” grita Jesús al improviso, habiendo enjugado antes su llanto.

        En todos se manifiesta un gesto de estupor. Un murmullo recorre toda la aglomeración de gente, que ha crecido con algunos de Betania que han entrado en el jardín y se han agregado a los convocados. Veo a algunos Fariseos que se tocan la frente meneando la cabeza como diciendo: “¡Está loco!”.

      (…) “Maestro, no se puede” dice Marta esforzándose en contener el llanto para hablar: “Hace ya cuatro días que está allí abajo. ¡Y tú sabes de que enfermedad ha muerto!” solo nuestro amor podía cuidarle… Ahora, sin duda alguna, y a pesar de los ungüentos, olerá fuertemente… ¿Qué quieres ver? ¿Su podredumbre?... No se puede… incluso por la impureza de la corrupción y…”.

      “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Quitad esta piedra. ¡Lo quiero!”. Es un grito de voluntad divina…
Un “¡oh!” quedo brota de todos los pechos. Palidecen las caras. Alguno tiembla, como si hubiera pasado por todos un viento gélido de muerte.

   Marta hace una señal a Maximino, y este ordena a los dependientes de la casa que cojan las herramientas que se necesitan para quitar la pesada piedra.

      Ellos se marchan, a buen paso. Vuelven con picos y fuertes palancas, y trabajan: introducen las puntas de los relucientes picos entre la roca y la piedra; sustituyen luego los picos por palancas; en fin, retiran cuidadosamente la piedra haciéndola rodar por un lado para correrla luego cautamente hasta la pared rocosa. Un hedor pestilente sale de la galería obscura y hace retroceder a todos.

       Marta pregunta en voz baja: “Maestro, ¿quieres bajar ahí? Si quieres bajar se necesitan antorchas…”. Pero el pensamiento de tener que hacerlo la pone pálida.

        Jesús no la responde. Alza los ojos al cielo, abre los brazos en cruz y ora con voz fortísima, recalcando bien las palabras: “¡Padre! Te doy gracias por haberme escuchado. Sabía que siempre me escuchas. Pero lo he dicho para estos que están aquí, por la gente que está a mi alrededor, ¡Para que crean en Ti, en Mí, en que Tú me has enviado!”.

     Permanece así unos momentos. Tan transfigurado está que parece raptado en éxtasis. Mientras, sin sonido de voz, dice otras, secretas palabras de oración o adoración, no sé. Lo que si sé es que está tan espiritualizado, que no se le puede mirar sin sentirse temblar el corazón en el pecho. Parece hacerse, de cuerpo, luz; espiritualizarse, crecer en estatura, elevarse del suelo. Aún conservando sus colores de pelo, ojos, piel, indumentos – no como durante la transfiguración del Tabor, durante la cual se hizo luz y blancor deslumbrantes - , parece emanar luz y que todo en Él se haga luz. La luz parece ponerle alrededor una aureola, especialmente en torno al rostro, elevado al cielo y arrobado en la contemplación del Padre.

         Está así un rato. Luego vuelve a ser Él, el Hombre, aunque con una majestad poderosa. Se acerca hasta el umbral del sepulcro, mueve los brazos - hasta ese momento los había tenido extendidos con los brazos en cruz y con las palmas vueltas hacia el cielo - ; los mueve hacia delante, vuelve las palmas hacia abajo: las manos, por tanto, están ya dentro de la galería del sepulcro y su blancor resalta en la negrura que la llena. Él hunde en esa negrura muda el fuego azul de sus ojos, cuyo fulgor de milagro es hoy insostenible; y, con voz potente, con un grito que es mayor que cuando en el lago mandó al viento calmarse, con una voz cual en ningún otro milagro le he oído, grita: “¡Lázaro! ¡Sal fuera!”.


          La voz, por el eco se refleja en la cavidad sepulcral, y se expande, para salir luego a todo el jardín; y retumba en los desniveles de las ondulaciones de Betania: yo creo que llega hasta las primeras lomas que se elevan más allá de la campiña, y desde allí, vuelve repetida y queda, cual imperativo que no cesa; lo cierto es que desde infinitas partes se oye: ¡fuera! ¡fuera! ¡fuera!”

      Todos sienten un estremecimiento más intenso y, si la curiosidad tiene a todos clavados en su sitio, las caras palidecen y los ojos se dilatan, mientras que las bocas se entreabren involuntariamente con el grito de estupor ya en la garganta.

           Marta, un poco atrás y al lado, está como hechizada mirando a Jesús. María cae de rodillas, ella que no se ha separado nunca de su Maestro, cae de rodillas en el umbral del sepulcro, con una mano en el pecho para frenar los latidos del corazón, y la otra agarrada, inconsciente y convulsamente a un extremo del manto de Jesús y se comprende que tiembla, (porque el manto recibe leves vibraciones  de la mano que lo aferra).

          Algo, de color blanco, parece surgir del fondo profundo de la galería. Primero es una casi imperceptible línea convexa; luego se transforma en una forma oval; luego a este óvalo se le añaden líneas más amplias, más largas, cada vez más largas…Y el que estaba muerto, envuelto en su mortaja, va acercándose lentamente, va siendo cada vez más visible, espectral, impresionante.

      Jesús retrocede, retrocede, insensiblemente pero continuamente, a medida que el otro avanza; la distancia entre los dos es por tanto, siempre igual. María debe soltar el borde del manto, pero no se mueve de donde está, la alegría, la emoción, todo, la clavan al sitio en que estaba.

         Un “¡Oh!”, cada vez más nítido sale de las gargantas, cerradas antes por un espasmo de espera; de susurro casi imperceptible, pasa a ser voz; de voz a grito potente.

         Lázaro está ya en el limen. Ahí se para, rígido, mudo, semejante a una estatua de yeso apenas esbozada (por tanto informe); una forma larga, estrecha en la cabeza, estrecha en las piernas, más ancha en el tronco, macabra como la misma muerte, espectral con el blancor de la mortaja sobre el fondo obscuro del sepulcro. A la luz del sol, que incide en él, se ve que la mortaja ya chorrea podredumbre por varios puntos.

Jesús grita fuerte: “Desatadle y dejadle libre. Dadle ropa y comida”.

         “¡Maestro!...” dice Marta, y quizás quería decir más. Pero Jesús la mira fijamente y la subyuga con su fúlgida mirada; dice: “¡Aquí! ¡En seguida! Traed una túnica. Vestidlo en presencia de todos y dadle de comer”. Da órdenes, pero no se vuelve ni una sola vez para mirar a los que tiene detrás y en torno suyo. Sus ojos miran solo a Lázaro, a María que está cerca del resucitado y sin preocuparse del asco que da a todos la mortaja purulenta, y a Marta, que jadea como si le estallase el corazón, y no sabe si gritar su alegría o si llorar…

           (…) Lázaro, cuando le liberan la cara y puede mirar, dirige su mirada a Jesús, antes incluso que a sus hermanas, y mirando a su Jesús, con una sonrisa de amor en los pálidos labios y un brillo de llanto en las profundas órbitas, se olvida y abstrae de todo lo que sucede. También Jesús le sonríe con un brillo de llanto en el lagrimal de los ojos y, sin hablar, dirige la mirada de Lázaro al cielo; Lázaro comprende y mueve los labios en una silenciosa oración.

        Marta piensa que quiere decir algo y que todavía no tiene voz, y pregunta: “¿Qué me dices, Lázaro mío?”.
“Nada, Marta. Daba gracias al Altísimo”. La pronunciación es segura, fuerte la voz. La gente exhala un nuevo “¡Oh!” de estupor.

        (…) La gente toda, grita más fuerte estupefacta. Jesús sonríe, y sonríe a Lázaro, que mira un instante sus piernas curadas, para abstraerse luego mirando a Jesús. Parece no poder saciarse de verle.



ENFRENTAMIENTO ABIERTO DE JESÚS 
CON SUS ENEMIGOS


          Los judíos, fariseos, saduceos, escribas, rabíes, se acercan, cautos para no contaminarse la ropa. Miran bien de cerca de Lázaro. Miran bien de cerca de Jesús. Pero ni Lázaro ni Jesús se ocupan de ellos. Se miran y todo lo demás no cuenta.

      (…) Jesús parece ver solo a Lázaro, pero en realidad observa todo y a todos y, al ver que con gestos de ira, Sadoq, Elquías, Cananías, Félix, Doras, Cornelio y otros están para marcharse, dice fuerte: “Espera un momento, Sadoq, quiero decirte una palabra. A ti y a los tuyos”. Ellos se paran, con facha de delincuentes. José de Arimatea se asusta y hace una señal al Zelote para que retenga a Jesús.

        Pero él está ya yendo hacia el grupo rencoroso, y ya está diciendo con voz fuerte:  “¿Te basta, Sadoq, lo que has visto? Me dijiste un día que para creer necesitabais, tú y los que son como tú, ver que un muerto descompuesto se recompusiera y recuperara la salud. ¿Te ha saciado la podredumbre que has visto? ¿Eres capaz de confesar que Lázaro estaba muerto y que ahora está vivo y tan sano como no lo estaba desde hacía años? Lo sé, vosotros habéis venido aquí para tentar a estos, a crear en ellos duda y mayor dolor. 


     Habéis venido aquí a buscarme, esperando encontrarme escondido en la habitación del moribundo. Habéis venido aquí, no por un sentimiento de amor y por el deseo de honrar al difunto, sino para aseguraros de que Lázaro estaba realmente muerto, y habéis seguido viniendo, cada vez más contentos a medida que el tiempo pasaba. Si las cosas hubieran ido según vuestros deseos – como ya creíais que iban – habríais tenido motivo para estar jubilosos.    


       El Amigo que cura a todos pero no cura al amigo; el Maestro que premia todas las fes, pero no las de sus amigos de Betania; el Mesías impotente ante la realidad de una muerte. Esto es lo que os daba motivos para estar jubilosos. Pero Dios os ha respondido. Ningún profeta pudo nunca reunir lo que estaba deshecho, además de muerto. Dios lo ha hecho. Ahí tenéis el testimonio vivo de lo que Yo soy.


       Hubo un día en que Dios tomó barro e hizo con él una forma y exhaló en él el espíritu vital y el hombre comenzó a ser. Dije Yo: “Hágase el hombre a nuestra imagen y semejanza “. Porque Yo soy el Verbo del Padre. Hoy, Yo, Verbo, he dicho a lo que es aún menos que fango, a la materia descompuesta: “Vive”, y la materia descompuesta se ha vuelto a componer formando carne, carne íntegra, viva, palpitante. 


          Ahí la tenéis, os está mirando. Y con la carne he reunido el espíritu que yacía desde hace días en el seno de Abraham. Lo he llamado con mi voluntad, porque todo lo puedo, Yo, el Viviente, Yo, el Rey de reyes al que están sujetos todas las criaturas y las cosas. ¿Ahora, que me respondéis?”.

    Está frente a ellos, alto, radiante de majestad, verdaderamente Juez y Dios. Ellos no responden.
Él insta: “¿Todavía no os es suficiente para creer, para aceptar lo ineluctable?”.

          “Has mantenido solo una parte de la promesa. Ésta no es la señal de Jonás…”, dice Sadoq en tono áspero.

     “Recibiréis también esta señal. Lo he prometido y lo mantengo”, dice el Señor: “Y otro que está aquí presente, y que espera otra señal, la recibirá. Y la aceptará, porque es un justo. Vosotros no. Vosotros seguiréis siendo lo que sois”.

        Da media vuelta y ve a Simón, el miembro del Sanedrín hijo de Elí-Ana. Le mira fijamente. Deja plantados a los de antes y llegando a estar cara a cara con este, le dice en voz baja pero incisiva: “¡Mejor para ti que Lázaro no recuerde su permanencia entre los muertos! ¿Qué has hecho de tu padre, Caín?”.

            Simón huye lanzando un grito, un grito de miedo, que luego se transforma en un grito de maldición:

        “¡Maldito seas, Nazareno!”, al cual Jesús responde: “Tu maldición sube al Cielo y desde el Cielo el Altísimo te la arroja. ¡Llevas en ti la marca, desalmado!”.

         Vuelve hacia los grupos de gente asombrada, casi asustada. Se cruza con Gamaliel, que se dirige hacia la calle. Le mira, y Gamaliel le mira a Él. Jesús, sin pararse, le dice:”Estate preparado, Rabí. Pronto vendrá la señal. No miento nunca”.

      La gente va desalojando lentamente el jardín. Los judíos están como aturdidos, pero la mayoría de ellos rezuma ira por todos los poros. Si las miradas podrían reducir a ceniza, Jesús hace tiempo que estaría reducido a cenizas. Hablan, discuten entre sí. Se marchan, tan vencidos ya por esta derrota que les han infligido, que ya no saben ocultar bajo una hipócrita amistad el motivo de su presencia ahí. Se marchan sin saludar a Lázaro y a sus hermanas.

       Se quedan atrás algunos que el milagro ha conquistado para el Señor. Entre estos José Bernabé, que se arroja al suelo, de rodillas ante Jesús y le adora. Otro es el escriba Joel de Abías, que hace lo mismo antes de marcharse. Y otros más, que no conozco, pero que deben de ser influyentes.







JESÚS NO PUEDE RESUCITAR A LOS PECADORES
QUE NO SE ARREPIENTEN


Aquí está perfectamente explicada la superioridad del alma enamorada que obra y confía incansablemente, movida por el Espíritu Santo que es la fuerza del amor, El que no ama, tiene siempre impedimentos para obrar, confiar y perseverar porque carece de esa fuerza. Por eso el primer mandamiento de la Ley de Dios es el más importante.


          (…) Jesús mira a su alrededor. Ve humo y rojo de fuego en el fondo del jardín, en la parte del sepulcro. Jesús solo, erguido en medio de un sendero dice: “La podredumbre que es aniquilada por el fuego… La podredumbre de la muerte… Pero, la de los corazones… la de esos corazones, ningún fuego las aniquilará… Ni siquiera el fuego del Infierno. Será eterna… ¡Qué horror!... Más que la muerte… Más que la corrupción… 


        Y… Pero, ¿quién te salvará, oh, Humanidad, si tanto estimas estar corrompida? Quieres estar corrompida. Y Yo… Yo he arrebatado al sepulcro a un hombre con una palabra… Y con un mar de palabras… y uno de dolores… no podré arrebatar al pecado el hombre, a los hombres, a millones de hombres”. Se sienta y se tapa la cara con las manos, abatido…





PREEMINENCIA DE LA VIDA CONTEMPLATIVA
SOBRE LA VIDA ACTIVA

        (…) “¿Y tú, Marta? ¿Tú has aprendido? No. Todavía no. Eres mi Marta, pero no eres todavía mi perfecta adoradora. ¿Porque obras y no contemplas? Es más santo. ¿No lo ves? Tu fuerza, estando dirigida a cosas terrenas, ha cedido ante la constatación de esos hechos terrenos que pueden parecer algunas veces sin remedio, si Dios no interviene. La criatura necesita por eso saber creer y contemplar; necesita amar hasta el extremo de las fuerzas de todo hombre, con el pensamiento, el alma, la carne, la sangre, con todas las fuerzas del hombre, repito. 

     Te quiero fuerte, Marta, te quiero perfecta. No has sabido obedecer porque no has sabido creer y esperar completamente, y no has sabido creer y esperar porque no has sabido amar totalmente. Pero Yo te absuelvo de ello, te perdono, Marta. He resucitado a Lázaro hoy. Ahora te doy un corazón más fuerte. A él le devuelvo la vida, a ti, te infundo la fuerza de amar, creer y esperar perfectamente. Ahora estad contentas y en paz, perdonad a quien os han ofendido en estos días…”.

       “Señor, en esto yo he pecado, hace poco, al viejo Cananías, que te había tomado a burla los otros días, le he dicho: “¿Quién ha triunfado, tú o yo? ¿Tú o Dios? ¿Tu burla o mi fe? Cristo es el Viviente y es la Verdad. Yo sabía que su Gloria refulgirá con mayor fuerza. Y tú, viejo, reconstrúyete el alma, si no quieres conocer la muerte”.

      “Está bien lo que has dicho. Pero no disputes con los malvados, María. Y perdona. Perdona si me quieres imitar… Ahí está Lázaro. Oigo su voz”.

  




martes, 21 de agosto de 2012

LA VIRGEN MARÍA ES EL ÚLTIMO BALUARTE PARA DERROTAR A SATANÁS

La Santísima Virgen María, el terror de Satanás


VOLVER A MARÍA


Escrito de fecha Abril de 1.972 de procedencia y de autor desconocidos,  aparecido en un libro



María es el último baluarte de nuestra fe. Cuando las fuerzas del mal lo desmantelen, habrá muerto nuestro catolicismo decadente.
Sin tregua, sin descanso, se aparta a las almas de aquella que sin dejar de ser Virgen, alumbró para nosotros a Cristo-Jesús, Salvador del mundo. Con refinada maldad, se perfila por días el plan diabólico y preconcebido, de anular definitivamente la misión corredentora de la Madre de Dios.

Se apaga su culto, se ignoran sus prerrogativas excelsas, se olvida su amor, para que, cuando el hombre naufrague, no pueda asirse siquiera a esta “tabla de salvación”. Cristo en la cruz nos legó su mejor tesoro, vinculándonos como hijos auténticos a la maternidad entrañable y tierna de su propia madre.

María es el puente tendido entre dos orillas de distancia infinita: la divinidad de Jesús y nuestra miseria humana. Es el talismán prodigioso que nos defiende de dos fuerzas terribles: el poder de las tinieblas y la ira de Dios. El camino más corto y más fácil para retornar a la casa del Padre. Nuestra fe vacilante se extingue a medida que nos alejamos del influjo amoroso de esta Madre Celestial y del calor de su regazo.

Los enemigos de Dios apremian para apartarla de nuestras vidas, para proscribirla, para ofenderla, para olvidarla. La más bella tradición de la Iglesia, la devoción fervorosa a la Virgen María, se eclipsa con la complicidad culpable de muchos de sus ministros, que la conceptúan como algo arcaico y fuera de lugar en nuestra “actualización” religiosa.

No pocos recordamos con nostalgia una época en que nuestra espiritualidad se identificaba con nuestro amor a la Virgen María. Cuando la salutación angélica llenaba nuestros hogares, nuestras escuelas nuestros hospitales y nuestros templos, cuando a nuestra infancia no se le “anticipaba” el conocimiento del origen de la vida, pero se le prolongaba su inocencia bajo el manto de la más pura de las madres.

Volvamos a María como recurso supremo en este trance tan grave para la Iglesia y para la humanidad, en esta bancarrota de los valores del espíritu, en estos momentos inciertos y temibles para todos.

La llegada del mes de Mayo con el derroche ornamental de sus flores, símbolo de nueva vida, debería inducirnos a rehabilitar con fervor y entusiasmo aquellos “meses de María” de nuestra niñez, llenos no solo de ofrendas florales y de ingenuas poesías, sino de la fragancia inmarcesible de la oración.






viernes, 17 de agosto de 2012

EL LABORIOSO Y CONSTANTE TRABAJO DE SATANÁS PARA DESMONTAR EL ESPÍRITU DE JUSTICIA DE DIOS HA DADO SUS FRUTOS.

San Pedro y San Pablo son los dos pilares de
la Iglesia Católica


           Este trabajo, que viene realizando Satán desde siempre, de una manera socavada pero constante e incansable, ha logrado florecer y dar ahora sus frutos en la época en que vivimos, se trata de la doctrina descafeinada, del dios "merengue", predicada ya por casi todos. El razonamiento es este: como me dijo cierto Arzobispo: "Vamos a ver: Ud. es padre y tiene hijos, ¿Condenaría Ud. a su hijo al Infierno para toda la Eternidad? ¡Por eso el Infierno está vacío!", con este razonamiento, en el cual este Jerarca no podía negar el Infierno, porque sería ir en contra de un Dogma de la Iglesia, Satán ha logrado desmontar toda la Doctrina Católica.

Y se ha dado importancia a otras religiones como el Budismo, tan en auge en nuestros días, ya que esa doctrina tiene como credo la metempsicósis, que es la reencarnación  de las almas en seres más o menos nobles según haya sido su vida anterior, con sucesivas reencarnaciones, hasta que el alma estando ya purificada puede por fin alcanzar el Nirvana.

Naturalmente, mi réplica, de que yo veía justo que un padre que abandonaba a su mujer enferma de cáncer y a sus hijos, para marcharse y rehacer su vida con otra mujer, no entraría en el Reino de los Cielos si no se arrepentía, o el caso de un pederasta que viola a un niño, antes de matarlo, y que además, para colmo, retransmite las imágenes por la red, tampoco entraría en el Cielo. Y además sobre todo, el argumento irrefutable de la Parábola de Jesús acerca del rico Epulón y del pobre Lázaro, lograron por parte del Prelado, las afirmaciones siguientes:


"ESO SON INTERPRETACIONES SUYAS" ¡INCREÍBLE PERO VERDAD!



El asunto viene ya de lejos, por los años 50, estando yo estudiando en los HH maristas en Toulouse (Francia), el Sacerdote del colegio, que era de una gran instrucción, porque decían que  traducía y hablaba latín correctamente (Los HH Maristas no son sacerdotes), nos decía que en las cuencas mineras de carbón del norte de Francia, los mineros que realizaban un trabajo tan duro, para compensar solían ir a los prostíbulos los fines de semana, lo que veía completamente normal. Y recuerdo las palabras de Jesús (Mc 9, 42-48) 

"Al que sea una ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una rueda de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la Vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sacatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue".




CARTA ABIERTA DIRIGIDA A UN FALLECIDO PROFESOR DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE GRANADA, ¡QUE DISCREPABA 
NADA MENOS QUE CON SAN PABLO!
(Granada Mayo de 1.987)


Estimado profesor:


He leído su artículo publicado en la revista PROYECCIÓN, titulado: "Orar juntos o juntos para orar", sinceramente le confieso que el apartado titulado: "PATOLOGÍA MAGIA O VENGANZA", me ha llenado de consternación: no comparto en modo alguno su opinión, y mi visión del tema al respecto es tan diferente de la suya, que por obligación, uno de los dos tiene que estar equivocado. Si Ud. cree que el equivocado soy yo, por favor le ruego que me ilumine y trate de convencerme como yo voy a tratar de hacerlo.
El que descubre la Verdad no hay duda de que descubre un atributo de Dios que es esa misma Verdad, por esa misma razón, el que está equivocado está alejado de Dios.

Si el que está equivocado, para colmo, tiene por misión adoctrinar a los demás, creo que el asunto es grave y me vienen a la mente las palabras de Jesús: el ciego que guía a otro ciego, "caerán ambos en la fosa".

En lo que se refiere a San Pablo y a su manera de entender la Justicia escatológica, que Ud. llama visión Veterotestamentaria, Ud. antepone lo que llama la visión de Jesús. En realidad, creo sinceramente que esa no es la visión de Jesús, pero lo que Ud. interpreta como la visión de Jesús. Hecha esta aclaración, entre la visión de San Pablo, puesto por Dios como faro de la Iglesia, pasada, presente y futura, y la interpretación suya, ¿Con cual hay que quedarse?

Creo sinceramente, sin temor a equivocarme que Ud. expresa la opinión del mundo en que vivimos, en donde ha desaparecido el sentido del pecado, y por consiguiente, no digo del castigo, pero sí de la Justicia de Dios que exige una respuesta a ese pecado, ataque y mutilación de su Espíritu.

Así, con su manera de interpretar a Dios, este aparece como un anciano, de aspecto bonachón, con dos hermosas mejillas sonrosadas, una venerable calva pronunciada, una voluminosa barba blanca, asomado detrás de una nube, con ambos brazos abiertos y una acogedora sonrisa en su rostro.

Querido profesor, creo que Ud. confunde la venganza con la Justicia, pedirle a Dios que ejerza su Justicia, no es tener espíritu de venganza, es pedir a Dios que nos enseñe una manera de ser propia, es decir que se revele tal cual es, esa es la oración de los mártires y los santos en el Cielo, vista por Juan en el Apocalipsis (Ap. 6, 9).

En suma, creo que pedir a Dios que ejerza su Justicia es decirle en el Padre Nuestro: "Venga a nosotros tu Reino". Pero esa Justicia de Dios, que Ud. no quiere ver, ¿Cómo se ejerce con los hombres?
De eso, tenemos una infinidad de citas en las Escrituras. Sin duda alguna, Dios no juzga como los jueces de este mundo, que tienen que aplicar una ley inflexible, y erran cuando han fallado aplicando mal la Ley.

Dios no tiene Ley inflexible, ni constitución: La Ley y la Constitución que aplicará Jesús para juzgarnos, será la ley y la constitución del acusado. Es decir, que si el acusado ha sido misericordioso con los demás, Dios será misericordioso con él, si el acusado ha sido inflexible con los demás, Dios será inflexible con él, si no ha amado a su prójimo, tampoco ha podido amar a Dios, y por lo tanto ha perdido su filiación divina

¡Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán Misericordia! A este respecto aparecen en el Antiguo Testamento las palabras del padre de Tobías a su hijo: " Hijo mío, atiende las necesidades del pobre y Dios escuchará tus oraciones". Igualmente aparece aquí el Espíritu de Justicia de Dios: Si tu has hecho la caridad escuchando las súplicas del pobre o del necesitado, Dios en tu necesidad, también escuchará tus súplicas.

Manera de proceder de Dios maravillosa, no solo Dios nos pagará con la misma manera que hemos utilizado o empleado, pero también mirará nuestras intenciones, y aquí no terminaríamos nunca de aportar pruebas en las Escrituras.

Estoy pues, plenamente de acuerdo con las palabras de San Pablo el cual, si interpreta perfectamente las Escrituras y refleja fielmente el Rostro de Dios.

Dejemos pues lo que Ud. cree que es venganza, y lo que yo llamo Justicia. a Dios, que es el único que la puede ejercer al final de los tiempos en la escatologia.

¡Y por qué es el único que la puede ejercer?, sencillamente porque es el único que puede escudriñar los corazones, ver la intención y el modo de proceder de cada uno, y sobre todo, es el único que, por todas las razones expuestas anteriormente, puede tratar a cada cual, no solo como él los trató, pero también como él hubiera tratado, si así lo hubiera podido hacer a los demás, ya que esa era su intención.

Mi felicidad en el Cielo, si permite y quiere Dios que algún día allí vaya, será en parte saber que se ha cumplido la Justicia de Dios (ha venido su Reino), lo que Ud. confunde con venganza, y que cada cual está tratado como trató, o quiso tratar a los demás.

"¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque ellos serán hartos!" Querido Profesor, con su visión de la Justicia que Ud. cree que es acertada, y que cree que es la visión del mismo Jesús, lo que consigue, es mutilar ese espíritu de Justicia de Dios.

Estoy seguro de que con esa manera de predicar, la gente no va Ud. a atraerla, más bien va a ocurrir todo lo contrario, se apartará de ese Dios tan bonachón, que nunca ejerce su Justicia (confundida por Ud. con venganza).

Le recuerdo una cosa que Ud. sabe pero que oculta: Jesús y todos los Santos Padres, además de San Pablo, han hablado siempre del Infierno.

"La lámpara del cuerpo es el ojo, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡Que oscuridad habrá!" (Mt, 6, 22).

Interpretación:

Ojo: manera de ver las cosas
Cuerpo: Conjunto de atributos, manara de ser, conducta
Luz: Dios, perfección, verdad, entendimiento.
Oscuridad: Satán, pecado error, falsedad.
Lámpara: guía, camino.

Traducción:

"Lo que guía tu manera de ser es tu manera de ver las cosas, si esa manera de ver es correcta, toda tu conducta será recta, pero si tu manera de ver está equivocada, toda tu manera de ser será torcida, y si tu no logras acertar, en que errores caerás"

  
Nota: Naturalmente después de más de 30 años, aún estoy esperando la contestación a esa carta.





lunes, 13 de agosto de 2012

EL SIMBOLISMO DEL TRASLADO DEL ARCA DE LA ALIANZA: PENA DE MUERTE PARA EL QUE TOQUE EL ARCA DE LA ALIANZA


Traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén por el 
Real Profeta David.




Dura advertencia para las sectas Protestantes, los "iluminados" y los nuevos Teólogos de la “Teología de la secularización”, y de "la relatividad"; que predican una doctrina a su gusto y a un Dios "merengue” y que se atreven a tocar los fundamentos de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que es el Arca de la Alianza, fundada con la Sangre, Sudor y lágrimas de Cristo Jesús, y confirmada por los Apóstoles; el gran cortejo de los Mártires, que han dado y están dando su vida para la confirmación de la verdadera Doctrina, de los Confesores y de los Doctores de la Santa Iglesia, que son los Santos Padres, que siguen la Tradición Cristiana desde la Muerte de Cristo.



El traslado del Arca de la Alianza
 (2 Sam 6-1,15) 

David reunió de nuevo a todo lo más selecto de Israel, treinta mil hombres; y, acompañado de todo el pueblo, salió y fue a Baalá de Judá, para traer de allí el Arca de Dios que lleva el nombre del Señor Todopoderoso, el que se sienta sobre los querubines. Pusieron el Arca de Dios sobre un carro nuevo y lo sacaron de la casa de Abinadab, que está en la colina. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, conducían el carro. Uzá estaba al lado del Arca de Dios, y Ajió estaba delante de ella. David y todo Israel iban danzando delante del Arca con gran entusiasmo, cantando al son de cítaras, arpas, tambores, sistros y címbalos. 

Al llegar a la era de Nacón, Uzá sujetó el arca de Dios con la mano, porque los bueyes la hicieron tambalearse. Entonces el Señor se encolerizó contra Uzá, y allí mismo le hirió, muriendo por su atrevimiento junto al arca de Dios. David se afligió mucho porque el Señor había castigado a Uzá, y puso a aquel lugar - es decir, Brecha de Uzá - , y así se llama hasta hoy el nombre de Peres Uzá. 

David tuvo miedo del Señor aquel día y dijo:-¿Cómo va a entrar el Arca del Señor en mi palacio? 

Un acontecimiento de estas características, visto desde una somera interpretación, literal y puramente humana, da la impresión de una reacción injusta y hasta cruel de parte de Dios: El hecho de que Yahvé castigó a Uzá, hiriéndolo y causándole la muerte, por una acción aparentemente recta y hasta elogiable, parece ser un castigo inapropiado.

Sin embargo, las Escrituras del Antiguo Testamento, no son nunca un relato puramente histórico que narra los acontecimientos como ocurre con los libros de historia de las Naciones. Mucho más importante es una interpretación espiritual de los acontecimientos, que los que carecen de humildad como las numerosísimas sectas Protestantes, y los herejes, nunca llegarán a entender. 

Para darse cuenta de ello, hay que leer al Doctor de la Iglesia San Juan de la Cruz, para ver que más allá del relato histórico, está el significado espiritual, que es de lejos lo más importante, porqué un relato histórico en sí, tiene una importancia muy relativa, por la sencilla razón que son simples hechos que están llamados a caer en el olvido. Sin embargo, la interpretación espiritual es un hecho trascendental porqué se aplica para el bien de las almas, que son eternas, y es una advertencia para la humanidad pasada, presente y futura. 

La famosa Arca de la Alianza simboliza sin duda alguna a la Santa Iglesia Católica: Contenía las tablas de la Ley entregadas a Moisés por Yahvé en el monte Sinaí - como la Santa Iglesia que contiene la Ley de Dios, afinada y completada por Cristo y que tiene que ser custodiada por ella - Contenía además el cayado de Moisés, que separó las aguas del Mar Rojo y que simboliza la Cruz de Cristo que nos libera de la esclavitud de Satán, y que nos permite cruzar la barrera del mar de la mentira del mundo. 

Con ese cayado, hirió la roca para que manara el agua que apagara la sed del Pueblo de Israel - Que es la Gracia del agua del costado de Cristo - , y endulzó las aguas amargas de Meribá - Que simboliza la transformación del amargo sufrimiento del mundo que gime con esperanza, propiciada por la Cruz de Cristo -, y alzó la serpiente de bronce que curó a los que estaban envenenados por las serpientes - que representa a Cristo alzado en la Cruz. 

El Arca contenía también el maná que alimentó a los israelitas en su travesía del desierto - Que simboliza la Sagrada Eucaristía, el alimento del alma -, que está suministrada a los fieles por la Santa Iglesia Católica y Apostólica, que la nutre en la travesía de esta vida mortal, transformándola en Hija de Dios. 

Uzá, simboliza sin duda alguna a toda la horda de contestatarios y de nuevos y antiguos reformadores, los cuales ante el traqueteo del Arca de la Alianza, producido por el movimiento del carro en el camino del tiempo, tirado por la Gracia de Dios, quieren a toda costa meter la mano en la Santa Iglesia para, según ellos evitar su vuelco y destrucción, rehaciendo sus mandamientos y su liturgia a su gusto, tomándose por enviados de Dios. 

Es la viva imagen de los antiguos reformadores Protestantes y de los actuales Progresistas, que no quieren someterse a la Dirección de su hermano Ajió, que guía el carro del Arca, que simboliza a la Santa Iglesia Católica, y quieren meter su mano para según ellos sostenerla, como si Yahvé, fuera incapaz de hacerlo. 

Estos individuos soberbios, orgullosos y desobedientes, llenos de desprecio hacia la santa Iglesia Católica, y que se creen los elegidos, y los enviados, sin ningún temor de Dios, son despreciables a sus ojos, por eso los fulminará a su debido tiempo, como hizo con Uzá.





viernes, 10 de agosto de 2012

SOLO LOS IMPENITENTES HASTA LA MUERTE TIENEN QUE TENER MIEDO DE CRISTO, JUEZ DESPUÉS DE HABER SIDO EL TODO AMOR.




Regina Angelorum,vencedora 
del dragón Infernal




Del Evangelio tal como me ha sido revelado

de María Valtorta

            Dice Jesús:

           (...) Ahora bien. Yo os exhorto para que no os suceda lo que sucedió en el Edén: no suceda que se introduzca la serpiente de la mentira, de la calumnia, del pecado, y os muerda en el corazón y os separe de Dios. Vigilad y manteneos firmes en la Fe... No os turbéis. No tengáis actos de incredulidad, lo cual podría suceder porque el Maldito entrará, tratará de entrar por todas partes, como ya ha entrado en muchos lugares, para destruir la obra de Dios.

          Y mientras que entre en los lugares, el Perspicaz, el Astuto, el Incansable, y escudriñe y se ponga a la escucha y tienda asechanzas y desbabe y trate de seducir, poco mal será todavía. Nada y nadie pueden impedirle que lo haga. Lo hizo en el Paraíso Terrenal... pero un mal mayor es dejarle estar y no echarle. El enemigo que no se expulsa acaba haciéndose amo del lugar, porque se instala en él y en él construye sus defensas y sus ofensas. Id a la caza de él enseguida, ponedle en fuga usando el arma de la Fe, de la Caridad, de la Esperanza en el Señor.

       Pero es sumo mal cuando no solo se le deja vivir tranquilamente entre los hombres, sino que se le deja penetrar desde el exterior hasta el interior, y se le deja hacer un nido en el corazón del hombre. ¡¡Ah, entonces!!

            Y a pesar de todo, muchos hombres le han acogido en su corazón, contra Cristo. Han acogido a Satanás por sus malas pasiones, arrojando fuera a Cristo. Y si no hubieran conocido todavía a Cristo en su verdad; si su conocimiento hubiera sido superficial, como se conocen unos viandantes que se ven por casualidad en un camino, muchas veces mirándose solo un momento, desconocidos que se ven por primera y última vez, otras veces intercambiando solamente algunas palabras para preguntar el camino procedente, para pedir un poco de sal, o yesca para encender el fuego, o el cuchillo para preparar la carne; si así hubieran conocido a Cristo esos corazones que ahora, y más mañana, cada vez más, arrojan a Cristo para dejar espacio a Satanás... aún podrían ser compadecidos y tratados con misericordia, por ser ignorantes respeto a Cristo.

          Pero, ¡Ay de aquellos que me conocen como lo que soy, realmente se han nutrido de mi Palabra y de mi Amor, y ahora me arrojan afuera, acogiendo a Satanás, que los seduce con falaces promesas de triunfos humanos cuya realidad será la eterna condenación!

          Vosotros, vosotros que sois humildes y no soñáis tronos ni coronas, vosotros que no buscáis las glorias humanas, sino la paz y el triunfo de Dios, su Reino, su amor, la vida eterna, y solo esto, no los imitéis jamás. ¡Vigilad! ¡Vigilad! Conservaos limpios de corrupciones, fuertes contra las acusaciones malignas, contra las amenazas, contra todo".


PARA EL PROGRESISMO DE DOCTRINA DESCAFEINADA DEL TIPO"MASSIÁNICA", 
"QUEIRUGUINA" O "HANS-KÜNGUINA"

           Los que truecan la idea Mesiánica, tal y como la ha revelado el Altísimo, por la pobre idea suya, humana, onerosa, limitada, vindicativa, ¿no son acaso, semejantes a aquellos que querían juzgar la santidad de Moisés y Aarón?

          ¿No os parece que los que, con tal de alcanzar su objetivo, la realización de su pobre idea, quieren tomar propias iniciativas motu propio, considerándolas soberbiamente más justas que las de Dios, no os parece que quieren ensalzarse un poco demasiado y que quieren pasar ilegalmente de la estirpe de Leví a estirpe de Aarón? 

         Aquellos que sueñan por un pobre Rey de Israel y le prefieren al Rey de reyes espiritual, aquellos que tienen por pupilas enfermas, la soberbia y la ambición - por lo cual ven deformadas las verdades eternas que están escritas en los libros santos - y a los cuales, la fiebre de una humanidad concupiscente les hace incompresibles las palabras clarísimas de la Verdad revelada, ¿no son acaso los que truecan por una insignificancia sin valor la herencia de toda la estirpe, la más sagrada herencia?

          Pero, aunque ellos lo hagan, Yo no trocaré la herencia del Padre y de los padres, y moriré fiel a esa promesa, que vive desde cuando la Redención fue necesaria, fiel a esta obediencia que existe desde siempre, porque Yo no he defraudado nunca a mi Padre y nunca lo defraudaré por temor a la muerte, por horrenda que sea. Se procuren los enemigos los falsos testigos, finjan celo y práctica perfectas. No cambiará esto ni su delito, ni mi Santidad.

           Mas aquel y aquellos que - cómplices suyos, después de haber sido sus corruptores - crean poder extender la mano sobre lo que es mío, hallarán en la Tierra a perros y buitres para ingerir su cuerpo y su sangre, y en el Infierno a demonios para ingerir su sacrílego espíritu, sacrílego y deicida. (...)

        Jesús puede partir. Besa a los pequeños, saluda a las discípulas, saluda a Cusa. Y en el umbral de la cancilla se vuelve y dice fuerte, para que todos oigan: "Hablaré cuando pueda, a esas criaturas. Pero tú, Juana, preocúpate de hacerles saber que en mí solo se haya el enemigo del pecado y el Rey del espíritu, y recuérdalo tú también, Cusa. Y no temas".

       Ninguno tiene que tener miedo de Mí. Ni siquiera los pecadores, porque soy la Salud. Solo los impenitentes hasta la muerte tienen que tener miedo de Cristo, Juez después de haber sido el Todo Amor...La Paz sea con vosotros".




domingo, 5 de agosto de 2012

LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA Y LA ORTODOXA, SON LAS ÚNICAS DEPOSITARIAS DE LOS DONES DE DIOS



COMENTARIO SOBRE LOS DONES DEL
 ESPÍRITU SANTO

DE LA EPÍSTOLA DE S. PABLO A LOS CORINTIOS













       





         El Espíritu Santo, reparte a cada uno los dones que cree convenientes para la acción de Dios en su Pueblo, para la Salvación del género humano, y para que pueda florecer en el Pueblo Santo la doctrina salvífica de Cristo Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida. Naturalmente, esos dones de Dios solo se reparten a las almas que tienen cierto grado de humildad, o sea de Temor de Dios, sin el cual es imposible que cualquiera reciba don alguno, porque Dios nunca se comunica con los soberbios, aunque sepan griego, hebreo, arameo o latín o que sean profesores de teología y que tengan un doctorado.

         Y tanto es así, que una vez recibido el don, si el alma se vuelve soberbia, es decir si tentada por Satán, pierde la humildad, esos dones santos y verdaderos, se vuelven impíos y falsos: Eso es lo que ocurre con los grandes teólogos, que poseían grandes dones de sabiduría, don de lenguas, discernimiento de los Espíritus, don de profecía, y que sucumbiendo a las astucias de Satán, han perdido la santa humildad y temor de Dios, y se rebelan contra la Jerarquía establecida por Dios, y hablan, predican, profetizan y disciernen falsamente.

          Y de la misma manera de que el que es sumiso y obediente a la Ley, conservando el santo temor de Dios, se transforma poco a poco en un ser semejante a su Maestro Jesús, amando hasta a sus enemigos, el que pierde ese santo temor y sucumbe al orgullo, se llena de odio y de desprecio hacia el prójimo, semejante a su maestro Satanás. Y de ahí nacen la gran variedad de sectas Religiosas, de Iglesias desgajadas del tronco de la Iglesia católica, y si se analizan detenidamente las causas de estas escisiones, siempre observaremos que inicialmente, un posible pecado de alguna Jerarquía de la  Iglesia Católica que es Santa y sana en su doctrina, pero que está constituida por hombres pecadores, y no por ángeles, es lo que ha propiciado esta escisión en la Iglesia de Cristo.

          El mecanismo, auspiciado por Satanás es siempre el mismo, como lo explica San Juan de la Cruz, el enemigo introduce primero la aguja de la verdad, que es un fallo de la Iglesia, para luego poder introducir el hilo de la mentira, que se produce siempre porque la promesa de Cristo “Las puertas del Infierno no prevalecerán”, no se aplica a las ramas desprendidas de la cepa de Cristo.

            Por esta razón podemos decir que las únicas Iglesias fundadas por Cristo son la Iglesia Católica, y la Iglesia Ortodoxa, que no han sido fundadas por seres humanos, y que todas las iglesias que están fundadas por personajes más o menos variopintos, se han desprendido del tronco principal. Es el caso de los Luteranos, los Calvinistas, los Erasmistas, los Baptistas, los Anglicanos (fundados por un sádico criminal), más recientemente los Santos de los últimos días, los Testigos de Jehová, los Mormones y un sin fin de sectas que sería largo enumerar. 

          No llego a comprender como aún no existe una unión perfecta de las Iglesias Católicas Romanas y Ortodoxas, no existe del punto de vista doctrinal, que es lo más importante, diferencia alguna entre las dos confesiones, y esa es la prueba que ambas son una misma Iglesia de Cristo. Solo falta un poco de buena voluntad de ambas partes:

            ¿Qué perdería la Iglesia Romana? ¡Absolutamente nada!, seguiría con el mismo poder que detenta en la actualidad, y además compartiría con la Iglesia ortodoxa la unidad de las dos partes más importantes y auténticas del Cristianismo.

       Lo mismo ocurriría para la Iglesia Ortodoxa, solo tendría que reconocer que la Iglesia Católica era anterior a la Iglesia Ortodoxa, como lo enseña la historia, y que la sangre de los primeros mártires, que es la base y el fundamento de la fe,  se ha vertido primero en el Coliseo Romano.

        El Patriarca Ortodoxo y el Santo Padre seguirían ostentando los mismos poderes, y en cuestión de Doctrina, sobre todo en los temas más transcendentales, no habría desavenencia alguna, ya que el Espíritu Santo que los ilumina es el mismo en ambas confesiones. Se volverían entonces a unir la Iglesia de Roma y la de Constantinopla, como así lo estaban en los inicios.


INVENTARIO DE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
(1 Cor 12-1,11)


           “En cuanto a los dones del Espíritu, no quiero, hermanos que sigáis en la ignorancia. Como sabéis, cuando no erais Cristianos, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber, que nadie que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: “maldito sea Jesús”, como tampoco puede decir: "Jesús es el Señor”, si no está movido por el Espíritu Santo.

           Hay diversidad de carismas, pero el espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos. A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos. Porque a uno el Espíritu lo capacita para hablar con sabiduría, mientras a otro el mismo Espíritu le otorga un profundo conocimiento. Este mismo Espíritu concede a uno el don de la fe, a otro el carisma de curar enfermedades, a otro el poder de realizar milagros, a otro el poder de hablar en nombre de Dios, a otro el distinguir entre espíritus falsos y verdaderos, a otro el poder hablar en un lenguaje misterioso, y a otro en fin, el don de interpretar ese lenguaje. Todo esto lo hace el mismo y único Espíritu, que reparte a cada uno dones como él quiere.”

LA IMPORTANCIA DE LOS DONES (1 Cor 13-27, 30)

          Ahora bien, vosotros formáis el Cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro. Y Dios ha asignado a cada uno un puesto en la Iglesia: primero están los Apóstoles, después los que hablan en nombre de Dios, a continuación los encargados de enseñar, luego vienen los que tienen el don de hacer milagros, de curar enfermedades, de asistir a los necesitados, de dirigir la comunidad, de hablar un lenguaje misterioso.

         ¿Son todos Apóstoles? ¿Hablan todos en nombre de Dios? ¿Enseñan todos? ¿Tienen todos el poder de hacer milagros, o el don de curar enfermedades? ¿Hablan todos un lenguaje misterioso o pueden todos  interpretar ese lenguaje?
En todo caso, aspirad a los carismas más valiosos. Pero aún os voy a mostrar un camino que los supera a todos.


EL LENGUAJE DE DIOS

           Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor soy como campana que suena o címbalo que retiñe. Y aunque tuviera el don de hablar en nombre de Dios y conociera todos los misterios y toda la Ciencia y aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregase mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me sirve.

El amor es paciente y bondadoso
No tiene envidia
ni orgullo, ni jactancia.
No es grosero ni egoísta;
no se irrita, ni lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia,
sinó que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
Todo lo espera, todo lo aguanta.

           El amor no pasa jamás. Desaparecerá el don de hablar en nombre de Dios, cesará el don de hablar en un lenguaje misterioso, y desaparecerá también el don del conocimiento profundo. Porque ahora nuestro saber es imperfecto, como también es imperfecta nuestra capacidad de hablar en nombre de Dios; pero cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto. Cuando yo era niño, hablaba como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño. Ahora vemos por medio de un espejo y oscuramente, entonces veremos cara a cara. Ahora conozco imperfectamente, entonces conoceré como Dios mismo me conoce.
Ahora subsisten esas tres cosas : la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelente de todas es el amor.


LA EXCELENCIA DEL QUE HABLA EN 
NOMBRE DE DIOS
(1 Cor 14-1, 25)

           Buscad pues el amor. En cuanto a los demás dones, aspirad sobre todo al de hablar en nombre de Dios. Y es que quien posee el don de expresarse en un lenguaje misterioso no habla a los hombres, sino a Dios, pues movido por el Espíritu dice cosas misteriosas que nadie entiende. Pero el que habla en nombre de Dios, habla a los hombres, los ayuda espiritualmente, los anima y los consuela. El que se expresa en lenguaje misterioso se ayuda a si mismo; en cambio, el que habla en nombre de Dios, contribuye al bien de la Iglesia.

           Desearía que todos vosotros tuvieseis el don de expresaros en ese lenguaje misterioso, pero prefiero que tengáis el don de hablar en nombre de Dios, pues para el bien de la Iglesia es más útil el que transmite mensajes en nombre de Dios, que quien habla un lenguaje misterioso, a no ser que también interprete ese mensaje.

           Supongamos por ejemplo, hermanos que yo fuera a vosotros hablándoos en un lenguaje misterioso, ¿De qué os aprovecharía si mi lenguaje no os proporcionase alguna revelación, algún conocimiento, algún mensaje o alguna enseñanza? (…)

           Así también vosotros, si habláis un mensaje misterioso y no pronunciáis palabras inteligibles, ¿Cómo se entenderá lo que decís? ¡Estaréis hablando a las paredes! (…)

         Yo doy gracias a Dios porque hablo ese lenguaje misterioso más y mejor que todos vosotros. Pero en la asamblea prefiero hablar cinco palabras inteligibles e instructivas, a diez mil en un lenguaje ininteligible. (…)

             Así pues, el don de expresarse en un lenguaje misterioso tiene carácter de signo, no para los creyentes, sino para los que no creen. En cambio el don de hablar en nombre de Dios no es para los que no creen sino para los creyentes. Por tanto, si reunida la asamblea, entra un iniciado o uno que no cree y todos se están expresando en ese lenguaje misterioso ¿No dirán que estáis locos? Pero si todos están hablando en nombre de Dios y entra ese iniciado y ese que no cree, entre todos les harán recapacitar y reconocer sus pecados, quedando de manifiesto los secretos de su corazón. Caerá entonces de rodillas, adorará a Dios y proclamará que Dios está realmente entre vosotros.”

           Y aquí están las palabras irrefutables de San Pablo, el gran Apóstol que es el faro de la Iglesia de Dios. Según S. Juan de la Cruz, San Pablo y Moisés son los únicos que han tenido el privilegio de ver a Dios con sus ojos mortales, a pesar de lo que afirmaba el Antiguo testamento: "No puede verme ser humano sin morir”, ya que la visión inefable de la Divinidad es de un esplendor y de un fulgor tal, que el cuerpo material se “fundiría”, por eso, dice S. Juan de la Cruz, que para entrever esa visión, Dios tuvo que amparar con su "Brazo izquierdo" la debilidad del cuerpo material.