MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 11 de octubre de 2012

PALABRAS DE JESÚS: EL MUNDO HABRÍA DESAPARECIDO SI NI FUERA POR MARÍA


EN ESTE CUADRO DEL SIGLO XVI, QUE CONTIENE UN MENSAJE EN CASTELLANO ANTIGUO, SE VE A NUESTRA MADRE DE RODILLAS, CON UN PAÑUELO EN LA MANO, PARA SECAR SU LLANTO, IMPLORANDO A DIOS MISERICORDIA PARA LOS PECADORES




PALABRAS IMPRESIONANTES DE JESÚS SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, SU MADRE, QUE DEJARÁN A TODOS LOS PROTESTANTES QUE LA MENOSPRECIAN COMPLETAMENTE ASOMBRADOS.

Palabras nunca oídas sobre la Santísima Virgen María, que solo pueden venir de la mente de Dios, y que sobrepasa la compresión humana. Solo Jesús, como Hijo de Dios y de María, puede demostrar con esas reflexiones arcanas e inconcebibles para un ser humano, la grandeza de María, su poder como Madre de la Humanidad, que ella también, como Corredentora, ha rescatado con su tremenda pasión, lo que la hace puente entre Dios y la Humanidad.

Naturalmente, para que su acción sea eficaz, la humanidad debe comportarse como un niño con su madre: amarla, obedecerla y complacerla, sin esas condiciones necesarias, los hombres se precipitarán en el abismo, que ya está presentando sus credenciales: Atroz persecución a los cristianos, guerras con muerte y martirio de inocentes, crisis económica, sequías, inundaciones, terremotos, huracanes, y sufrimientos de todas clases provocadas por el pecado, y el abandono de la Ley de Dios.





 Esta medalla de la Stma. Virgen del Perpetuo Socorro, con el Santo y Seña de las almas para acceder al Reino de los Cielos: "¡Oh, María sin pecado concebida, rogad por nos que recurrimos a Vos", es lo que nos permitirá acceder al Reino Eterno de la Felicidad, el Reino de Dios, meta soñada.




REVELACIONES DE JESÚS A MARÍA VALTORTA

Dice Jesús:

“La Eucaristía es mi Sangre y mi Cuerpo. ¿Pero habéis pensado alguna vez que esa Sangre y ese Cuerpo han sido formados con la sangre y la leche de María?

Ella, la Purísima que acogió al Cielo en su seno vistiendo con sus carnes de candor inmaculado al Verbo del Padre después de las bodas divinas con el Espíritu Santo, no se ha limitado a generar el Salvador: le ha nutrido con su leche. Por lo cual, vosotros, hombres que os alimentáis de Mí, mamáis la leche de María que se ha hecho sangre en Mí.

La leche virginal. ¿Cómo podéis por tanto permanecer tan a menudo esclavos de la carne, si desciende en vosotros, junto con mi Sangre, esta leche inmaculada? Es como si una fuente de Pureza celestial vertiera en vosotros, su chorro de agua ¿Y no os deja limpios? ¿Cómo podéis ser así cuando en vosotros circula la leche de la Virgen y la Sangre del Redentor? Cuando os acercáis en mi mesa es como si acercareis vuestra boca al pecho castísimo de la Madre.

Pensadlo, hijos que poco os amáis. Yo estoy contento de que maméis de este pecho del que recibí el alimento. Pero quisiera que, como infantes nutridos por un pecho, aumentara en vosotros la vida, quisiera que crecierais y os robustecierais. La leche de la nodriza comunica, además de la vida material, tendencias morales. ¿Cómo podréis vosotros, nutridos de ese pecho purísimo, no tomar semejanza espiritual de María? Ella os estrecha al pecho, tan flacos, enfermos y sucios como estáis. Y os limpia, os nutre, os lleva ante su Primogénito porque quiere que le améis.

Si no fuera por los cuidados de María, las oraciones de María, la raza humana ya no existiría. La hubiera cancelado porque verdaderamente vuestro vivir ha tocado lo profundo del Mal y la Justicia está herida, y la Paciencia está colmada, y el castigo está preparado. Pero está María que os ampara con su manto, y aunque Yo puedo, solo con volver la mirada, hacer que se postre el Paraíso y también los astros, nada puedo contra mi Madre.

Soy su Dios, pero sigo siendo su Niño. Sobre este corazón he reposado en el primer sueño de niño, y en el último de la muerte, y conozco todos los secretos de ese corazón. Sé por tanto, que castigaros sería traspasar de dolor a la Madre del género Humano, a la Madre verdadera, que siempre espera poder conduciros a su Hijo.

Soy su Dios, pero ella es mi Madre. Y Yo, perfecto en todo, os soy Maestro también en esto: en el amor por la Madre. A quien aún cree, en el mundo, Yo  digo: “La salvación del Mundo está en María”.

Si supierais como Dios se retira en lo profundo, ante la marea, cada vez más creciente de los delitos que cometéis, vosotros deicidas, vosotros fratricidas  vosotros violadores de la Ley, vosotros fornicarios, vosotros adúlteros, vosotros ladrones, vosotros sentina de vicios, temblaríais. Pero os habéis vuelto necios.

Antes era Yo el puente entre el mundo y el Cielo, pero verdaderamente, ante vuestra insistencia en el Mal, Cristo se retira como en otro tiempo en Jerusalén porque “la hora aún no ha llegado” y Cristo, antes de la hora, os deja en vuestro Mal para que lo cumpláis.

Ahora María queda como el único puente. Pero si la despreciáis también a Ella, seréis aplastados. No permito que sea escarnecida aquella a quien el Espíritu Santo descendió para generarme, Hijo de Dios y Salvador del Mundo.




martes, 9 de octubre de 2012

LAS SEÑALES PRECURSORAS DEL FIN DEL MUNDO Y DE LA VENIDA DEL ANTICRISTO

HITLER LA PREFIGURA DEL ANTICRISTO





En este relato, de Jesús a María Valtorta del año 1.943, podemos apreciar de una manera sorprendente e impactante, todos los acontecimientos profetizados, previos a la venida del Antecristo, como son la crisis económica actual, el trastorno de la naturaleza, que se rebela contra los pecados de la Humanidad, con sus secuelas actuales de grandes fríos y de prolongadas sequías, de inundaciones y terremotos, y el triunfo del mal y del pecado en la Sociedad. La aparición de los falsos profetas primero de la Teología de la liberación, y ahora de la Teología de la secularización, queriendo destruir la obediencia a la Jerarquía impuesta por Jesús a Pedro y a sus sucesores y sustituirla por la dictadura del pueblo, que siempre obedece a las modas y a Satanás. Y lo que es más grave: la traición de cierta Jerarquía a la Doctrina tradicional de la Iglesia, y a las enseñanzas de Jesús. Esa futura traición está fijada en los dos tercios de los consagrados, es decir el 66% de sus miembros.

Pero parece deducirse de esta aclaración, que antes del fin de los tiempos, vendrá un periodo de conversión Religiosa, que durará un tiempo bastante breve, siendo un misterio como se reconvertirán toda la horda de disidentes, infiltrados ya en la Iglesia. Este periodo de esplendor y florecimiento, durará un breve tiempo, y terminará con la venida del Antecristo, y la terrible Pasión de la Iglesia, con la acción del personaje más siniestro de la historia de la Humanidad, que anulará el Sacrificio Perpetuo, lo que propiciará la intervención directa de Dios, y el fin del mundo, del pecado, de la impiedad y del sufrimiento de los pobres y los indefensos, víctimas de los hijos de Satán, como así ocurre en las selvas en donde los animales más débiles, enfermos e indefensos son las víctimas predilectas de las fieras.


Juicio contra Judá del Profeta Sofonías (Sof 1-1,8)

Voy a barrerlo todo de la superficie de la Tierra
Oráculo del Señor. Barreré hombres y ganados,
barreré aves del cielo y peces del mar;
haré perecer a los malvados, eliminaré a los hombres
de la superficie de la Tierra, oráculo del Señor.
Extenderé mi mano contra Judá
y contra los habitantes de Jerusalén,
y eliminaré de este lugar hasta el último resto de Baal, 
hasta el nombre de sus servidores y de sus sacerdotes;
eliminaré hasta los que se postran en las terrazas
ante los astros del cielo; a los que se postran ante el Señor
y al mismo tiempo juran por Milcón;
a los que abandonan al Señor y no lo buscan ni lo consultan.
Silencio ante el rostro del Señor,
porque está cerca el día del Señor; 
el Señor ha preparado un sacrificio 
y ha consagrado a sus invitados.
El día del sacrificio del Señor
castigaré a ministros y príncipes,
a los que visten como extranjeros 


Dice Jesús:

        “Cuando hago decir a Sofonías que me llevaré cuanto hay en la Tierra, le hago profetizar lo que sucederá en la antevigilia de los últimos tiempos, lo que Yo mismo anuncié después hablando, encubierto bajo la descripción de la ruina del Templo y de Jerusalén, de la destrucción del mundo, y cuando profetizó el Predilecto en su Apocalipsis.

        Las voces se suceden. Más aún, puedo decir que, como un edificio sagrado elevado para dar testimonio de la gloria del Señor, las voces suben de pináculo en pináculo, de profeta a profeta antecediendo a Cristo, hasta la culminación mayor en la que habla el Verbo durante su vivir de hombre, y después, bajando de pináculo a pináculo a través de los siglos, por boca de los profetas que siguieron  a Cristo.
       Es como un concierto que canta las alabanzas, los deseos, las glorias del Señor, y que durará hasta el momento en que las trombas angélicas reunirán a los muertos de los sepulcros y a los muertos del espíritu, a los vivientes de la tierra y a los vivientes del Cielo para que se postren ante la gloria visible del Señor y oigan la palabra de la Palabra de Dios, esa Palabra que muchísimos han rechazado o descuidado, desobedecido, escarnecido, despreciado esa palabra que vino, Luz del Mundo y que el Mundo no quiso acoger prefiriendo las tinieblas.
        Yo soy la cúspide del edificio de Dios. No puede existir palabra más alta y verdadera que la mía. Pero mi Espíritu  está en la boca de las “palabras” menores, porque todo lo que habla de lo que es de Dios es palabra inspirada por Dios.

         La carestía y la mortandad de las epidemias serán uno de los signos precursores de mi segunda venida. Los castigos creados para corregiros y volver a llamaros a Dios causarán, con dolorosa potencia, una de las selecciones entre los hijos de Dios y de Satanás.

      El hambre producido por los robos y las malditas guerras, queridas sin justificación de independencias nacionales, sino sólo por la ambición del poder y la soberbia de los demonios con apariencia de hombres, producido por el detenerse de las leyes cósmicas, por voluntad de Dios, por lo qué el hielo será áspero, y prolongado, por la qué el calor quemará y no será mitigado por las lluvias, por lo qué las estaciones serán invertidas y tendréis sequedad en las estaciones de las lluvias y lluvias en el tiempo de la maduración de las mieses, así qué engañadas por la templanza repentina o el frescor insólito, las plantas florecerán fuera de estación y los árboles se recubrirán, después de haber generado, de nuevas flores inútiles, que aprisionan sin fruto la planta – porque todo desorden es nocivo y conduce a la muerte, recordarlo, hombres – el hambre atormentará cruelmente esta raza perversa y enemiga de Dios.
      Los animales, privados de forraje y pienso, de grano y semilla, morirán de hambre y, por el hambre del hombre, serán destruidos sin darles tiempo de procrear.

      Los pájaros del cielo y los peces de las aguas, piaras y rebaños, serán asaltados por todas partes para dar a vuestros vientres el alimento que la tierra sólo producirá escasamente.
     La mortalidad, creada por las guerras y las pestes, los terremotos y los naufragios, precipitará en el más allá a los buenos y a los malos. Los primeros para vuestro castigo – porque privados de los mejores, empeoraréis cada vez más – los segundos para su castigo, porque tendrán el Infierno por morada antes de la hora prevista.

       Vosotros seréis la víctima preparada para el Señor para purificar el altar de la Tierra, profanada por el pecado de idolatría, de lujuria, de odio, de soberbia, hombres que perecéis a miles y a decenas de miles bajo la segunda guadaña de los fulgores divinos.

         Caeréis unos sobre otros como la hierba segada sobre un prado en abril: las flores santas mezcladas con las venenosas, los delicados tallos con los punzantes espinos. La mano de mis Ángeles escogerá y separará a los benditos de los malditos, llevando los primeros al Cielo y dejando los segundos a los tridentes de los demonios para pasto del Infierno.

         Ser reyes o mendigos, sabios o ignorantes, jóvenes o viejos, guerreros o sacerdotes no constituirá diferencia ni baluarte contra la muerte. Habrá un castigo y será tremendo.

      El ojo de Dios escogerá a los destinados quitando las “luces” para que no tengan que sufrir más la neblina creada por los hombres unidos a Satanás, quitando las “tinieblas” generadoras de tinieblas porque están poseídas por el padre de las tinieblas: Satanás.

      El ojo de Dios, que penetra en los palacios, en las iglesias, en las conciencias – y no hay barreras ni hipocresía que le impida ver – escudriñará en el seno de la Iglesia: la Jerusalén de ahora, escudriñará en el seno de las almas y escribirá el decreto personal para los dolientes, los indiferentes, los tibios, los rebeldes, los traidores, los homicidas del espíritu, los deicidas.

       No, no creáis que Dios no hará ni bien ni mal por vuestras obras. Yo os lo juro, lo juro a Mí mismo, lo juro por mi Justicia, lo juro por triple juramento, os haré bien por el bien que hagáis y mal por el mal que hayáis realizado.

      Si las impurezas de la carne y de vuestra vida de animales ponen una costra en vuestros ojos para impediros ver a Dios, a Dios nada le empaña. Dejaré caer mi mano sobre los que se complacen de estar en el barro y allí quieren quedarse a pesar de las llamadas y los medios que les doy para salir. Serán barro en el barro, porque hacen del barro del pecado el alimento preferido para su hambre impura.

         El día se acerca, hijos que habéis renegado al Padre. El tiempo de la Tierra es largo y breve al mismo tiempo. […]
          Quien trabajó en la última hora será admitido en el Reino como quien trabajó con el arado, desde la aurora hasta la tarde anticipada, cansado hasta caer sobre él. No os lamentéis de tener una morada distinta en el cielo; allí no existen las mezquindades de las envidias humanas. Pero conquistad este Cielo que he creado para vosotros y que os he abierto con mi muerte de Cruz.

           Venid al Señor, antes que el Señor venga a vosotros con su majestad de Juez.

          Respeto a vosotros, mis dilectos, permaneced en el camino que habéis escogido. Los vendavales y las tempestades no lograrán haceros perder la meta que soy Yo, que tengo el corazón abierto para recibiros con el más vivo beso de Amor. Dejad que caigan los reinos y los pueblos, y que lo que ahora se cree potente se convertirá en cenizas y escombros, y lo que ahora se cree con el derecho de dictar deseos y doctrinas se convierta en polvo triturado por la Voluntad y la Ley de Dios1.

        En mi breve Reinado sobre el mundo, seré Yo quien reine, Yo y el resto de mi Pueblo, esto es, los fieles verdaderos, los que no han renegado de Cristo y recubierto el signo de Cristo con la tiara de Satanás. Entonces, caerán las falsas deidades de los superpoderes, las doctrinas obscenas que reniegan de Dios, Señor omnipotente.

         Mi Iglesia, antes de que se acabe la hora del mundo, tendrá su triunfo resplandeciente. No hay nada distinto en la vida del Cuerpo místico de cuanto hubo en la vida de Cristo. Se dará el hosanna de la vigilia de la Pasión, el hosanna cuando los pueblos, fascinados por la Divinidad, plegarán sus rodillas ante el Señor. Después vendrá la Pasión de mi Iglesia Militante, y al final, la gloria de la Resurrección eterna en el Cielo2.

        ¡Oh bienaventuranza la de aquel día en el que habrán acabado para siempre las insidias, las venganzas, las luchas de esta tierra, de Satanás, de la carne! Mi Iglesia estará entonces compuesta por los verdaderos cristianos. Entonces, en el penúltimo día. Pocos como al inicio, pero santos como al inicio. Acabará en santidad, como en santidad comenzó. Se quedarán fuera los mentirosos, los traidores, los idólatras. Los que en el último día imitarán a Judas, y venderán su alma a Satanás dañando al Cuerpo Místico de Cristo. La bestia tendrá en ellos sus lugartenientes para su última guerra.

        Y ¡ay de quien en Jerusalén, en los últimos tiempos, se haga culpable de tal pecado! ¡Ay de quienes en ella, aprovechen su apariencia para provecho humano! ¡Ay de quienes dejen perecer a los hermanos y dejen de hacer de la palabra que  les he confiado el pan de las almas hambrientas de Dios! ¡Ay! No haré diferencia entre quien reniegue abiertamente de Dios y quien lo reniegue con las obras. Y en verdad os digo, con el dolor del Fundador por excelencia, que tres cuartos de mi Iglesia me renegará en la última hora, y tendré que amputarles del tronco como ramas muertas y corrompidas por una lepra inmunda 3.

        Pero vosotros, que permanecéis en Mí, oíd la promesa de Cristo. Esperadme con fidelidad y amor y Yo vendré a vosotros con todos mis dones. Con el don de los dones: Yo mismo. Vendré para redimir y curar. Vendré para iluminar a las tinieblas, vencerlas y hacerlas huir. Vendré para enseñar a los hombres a amar y adorar al Dios Eterno, el Señor altísimo, el Cristo Santo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vendré no para traeros la paz de este mundo, eterno destructor de la Paz, sino la Paz del Reino que no muere.

      Regocijaos, mis siervos fieles. Os dice esto la boca que no miente. Ya no tendréis que temer ningún mal porque pondré fin al tiempo del mal, anticiparé este final por piedad hacia mis benditos.
         Regocijaos sobre todo vosotros, mis amados de entonces. Para vosotros será todavía más solícito el adviento de Cristo y su abrazo de gloria. Y se abren para vosotros las puertas de la Ciudad de Dios y sale vuestro Salvador para venir a vuestro encuentro a daros la Vida verdadera.

       Todavía un poco y después vendré. Como para Lázaro, mi amigo, os llamaré uno a uno: “¡Sal fuera!”. Fuera de esta tierra que es tumba para el espíritu encarcelado en la carne. Fuera. En la Vida y la libertad del Cielo.

       Llamadme con vuestro amor fiel. Qué él sea la llama que funde las cadenas de la carne y da al espíritu la libertad de venir pronto a Mí. Pronunciad el grito más bello escrito por hombre:

“¡VEN, SEÑOR JESÚS!”



1: Alusión directa a los nuevos teólogos de la “secularización”, que están predicando incansablemente una doctrina “descafeinada”, una vida de virtudes “light”, con una Iglesia “Peregrina”, que quieren transformar de Reino, en Democracia popular.

2: La Iglesia como ocurrió en la Entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido con aclamaciones, tiene que tener, como el Salvador, una gloria deslumbrante pero efímera.

Después de este breve periodo de tiempo, vendrá la hora de su Pasión con la depravación y la persecución con la venida del Antecristo. La Iglesia morirá cuando no se pueda celebrar el Sacrificio eterno, como lo profetizó el Profeta, será el fin del mundo, y la Resurrección final de todos los muertos, con el Juicio Final, y la derrota definitiva de Satán, sellado para toda la Eternidad, con sus seguidores, en los Infiernos, el Reino de las Tinieblas, y con el triunfo definitivo de Jesús y de sus hijos, en  el Reino de la Luz.

3: Clarísima alusión a los seglares, y sobre todo a la Jerarquía Católica Romana, que ha tomado un rumbo completamente opuesto a las enseñanzas de los Santos Padres, de la Tradición cristiana, y de las enseñanzas de la Sagrada Escritura, lo que es una clarísima traición a las enseñanzas de Jesús.

Y aquí se encuentran los antiguos teólogos de la “liberación”, los nuevos teólogos de la “secularización”, los grandes teólogos renegados de su Congregación Religiosa, traicionando a su Fundador, son los nuevos escribas y fariseos, que saben Griego, Hebreo y Latín, y que están apoyados y admirados por todas las hordas de libre-pensadores, agnósticos, abortistas, feministas, masones, educadores para la ciudadanía, divorcistas, eutanasistas activos, y un sin fin de vividores y de hedonistas.

Sin hablar de muchos Jerarcas que niegan el Infierno, las posesiones diabólicas, que predican la relajación de las costumbres con el argumento de que “Dios te quiere como eres”, y que, según ellos ama a todos de la misma manera: a los más sádicos pecadores que los más grandes ascetas, no sabiendo lo más elemental de la Doctrina tradicional católica: Dios ama al pecador para que con su amor, llegue a cambiar de conducta: se llama amor de compasión, como tan bien lo explica el gran San Juan de la Cruz, y Dios ama al Virtuoso, con el Amor unitivo porqué se une místicamente con él en el matrimonio espiritual entre el alma y su esposo Jesús-Dios, como también y tan bien lo explica el santo Doctor.







domingo, 7 de octubre de 2012

COMO PUEDE ACTUAR LA EUCARISTÍA, EL SUPREMO DON DEL AMOR INFINITO DE DIOS

LA FUERZA DE LA EUCARISTÍA ES PROPORCIONAL AL GRADO DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD DEL ALMA






     Descripción de la analogía que existe entre al pan y el vino que es el alimento del cuerpo, con la Sagrada Eucaristía que es el alimento del alma. El primero es un alimento de una presencia real, el segundo es un alimento de la presencia del Cuerpo y la Sangre de Jesús, escondidos.

     Ahora bien, los alimentos para alimentar el cuerpo material, no necesitan ninguna virtud teologal para saber que son necesarios para nuestro sustento, sin embargo, los alimentos Eucarísticos necesitan la creencia en la presencia de Dios, para que actúen en el alma. Creencia que se tiene que demostrar no solo por las palabras, como predican los Protestantes que se creen que están justificados por la Fe, pero sobre todo por los hechos de nuestra vida, que son el volver a nacer a una vida espiritual, como así lo explicó Jesús a Nicodemo.

     Sin estas condiciones necesarias y suficientes, la Eucaristía nunca actuará en el alma, ni producirá sus frutos que son la salud y la fuerza del alma, para poder luchar y triunfar de sus tres enemigos naturales que son el Mundo el Demonio y la Carne. Por esta razón se ha aplicado desde siempre a la Iglesia el adjetivo de "Militante", precisamente porque tiene que presentar batalla a esos terribles enemigos.

     Pero ahora se le ha aplicado a la Santa Iglesia un nuevo atributo: ha pasado de ser militante a llamarse "Iglesia peregrina", como si esta vida fuera un alegre peregrinaje, y en ese caso, no comprendo por qué no  se llaman a esos tres enemigos del alma "compañeros de peregrinaje".



De los cuadernos de María Valtorta
18 de Junio de 1.943


Dice Jesús:

"Para mantener las fuerzas físicas hay que nutrir el cuerpo. El indigente que no puede comprar el alimento, lo mendiga a los ricos. Normalmente pide pan. Sin el pan es imposible la vida.
Vosotros sois pobres que necesitáis alimento para vuestra alma. A vuestra pobreza Yo he dado el Pan Eucarístico. El os nutre la médula del alma, da vigor al espíritu, sostiene las fuerzas espirituales, aumenta el poder de todas las fuerzas intelectuales, porque donde hay vigor de vida hay también vigor de mente.Alimento sano que comunica salud. Alimento verdadero que infunde vida verdadera. Alimento sano que suscita santidad. Alimento divino que da a Dios.

Pero además de pobres, sois enfermos, débiles no solo por la debilidad que produce la falta de alimentos y que cesa con éste. Sois débiles por las enfermedades que os extenúan. ¡Cuantas enfermedades tienen vuestra alma! ¡Cuantos gérmenes os inocula el Maligno para crear estas enfermedades! A quien está débil y enfermo es necesario darle no sólo pan sino también vino.Yo en mi Eucaristía os he dejado los dos signos de lo que necesita vuestra naturaleza de hombres pobres y vuestra debilidad de hombres enfermos. Pan que nutre, vino que fortalece.

Hubiera podido comunicarme con vosotros sin signos externos. Puedo hacerlo. Pretendéis demasiada pesantez para captar lo espiritual. Vuestros sentidos externos necesitan ver. Vuestra alma, vuestro corazón, vuestra mente se rinden solamente, y aún así con fatiga, ante las cosas visibles y palpables. Es tan cierto que aunque lleguéis a creer en Mí en la Eucaristía y a recibirme en la Hostia, la gran mayoría no admitís la infusión del Espíritu en vosotros, de quien os vienen latidos, luces, impulsos de obras buenas.

Si creyerais con esa fuerza de la que es digna el Misterio, sentiríais, al recibirme en vosotros una vida. El acercarme a vosotros os debería quemar como al acercarse a una caldera ardiente. Mi estar en vosotros os debería sumergir en un éxtasis que os abstraería lo profundo del espíritu en un rapto de Paraíso. El fundirse de vuestra humanidad enferma con mi Humanidad perfecta os traería salud hasta física, por lo cual, enfermos corporalmente, resistiréis a las enfermedades hasta que Yo dijese "Basta" para abriros al Cielo. Os daría inteligencia para entender rápida y justamente. Os haría impenetrables a los asaltos desenfrenados o a las sutiles insidias de la Bestia.

En cambio puedo hacer bien poco porque entro donde la fe es lánguida, donde la caridad es superficial, donde la voluntad está decaída, donde la humanidad es más fuerte que el espíritu, donde sobre todo, no os esforzáis en reprimir la carne para que emerja el espíritu. No os esforzáis para nada. Esperáis en Mí el milagro. Nada me prohíbe cumplirlo. Pero Yo quiero de vuestra parte al menos el deseo de merecerlo.

A quien se dirige a Mí gritando que le ayude imitando la fe de las muchedumbres de Galilea, Yo me comunicaré no solo con mi Cuerpo y mi Sangre, sino con mi Caridad, con mi Inteligencia, con mi Fuerza, con mi Voluntad, con mi Perfección, con mi Esencia. Estaré, con el alma que quiere venir a Mí, como estoy en el Cielo, en el seno del Padre del que procedo generando el Espíritu que es Caridad y vértice de perfección".




sábado, 6 de octubre de 2012

DE LOS CUADERNOS DE Mª VALTORTA (20 DE JUNIO DE 1.943) LA VISIÓN DE LA BESTIA INFERNAL


EL JUICIO FINAL



Dice aún Jesús:

 (...) Observa el Resplandor y mi Belleza respecto a la negra monstruosidad de la Bestia.
No tengas miedo de mirar aunque sea un espectáculo repelente. Estás entre mis brazos. No puede acercarse ni dañarte. ¿Lo ves? Ni siquiera te mira. Tiene ya muchas presas que seguir.
¿Ahora te parece que merece la pena dejarme a Mí para seguirle a él? Sin embargo el mundo le sigue y me deja por él.

Mira que harto está y como se contrae. Es su hora de fiesta. Pero mira también como busca la sombra para actuar. Odia la Luz, ¡y se llamaba Lucifer! ¿Ves como hipnotiza a quienes no están signados con mi Sangre? Acumula sus esfuerzos porque sabe que es su hora y que se acerca mi hora en la que será vencido para siempre.

Su infernal astucia y su inteligencia satánica son un continuo operar del Mal, en contraposición a nuestro uno y trino obrar del Bien, para aumentar su presa. Pero la astucia y la inteligencia no prevalecerían si en los hombres estuviera mi Sangre y su honesta voluntad. Al hombre le faltan demasiadas cosas para tener armas con que enfrentarse a la Bestia, y ella lo sabe y actúa abiertamente sin tan siquiera esconderse ya con apariencias engañosas.

Que su repugnante fealdad te impulse a una diligencia y a una penitencia cada vez mayores. Por ti y por tus desgraciados hermanos que tienen el alma arrebatada o seducida y no ven, o, viéndolo, corren al encuentro del Maligno, con tal de obtener ayuda para un momento, a pagar con una condenación eterna.

Tengo que explicar yo, sino no se entiende nada.
Desde la noche del 18 el buen Jesús me hace ver un bicharraco horrible, tan horrible que me produce escalofrío y ganas de gritar. Su nombre es conocido. Y el buen Jesús me da a entender que ese aspecto siempre es inferior a la realidad, porque ninguna realidad humana puede lograr personificar con exactitud la suprema Belleza y la suprema fealdad.



LA VERDADERA IMAGEN DE LUCIFER

Ahora le describo el bicharraco.
Me parece ver un gran agujero negro, negro y profundísimo. Comprendo que es profundísimo, pero no veo de él sino el orificio, todo ocupado por un monstruo horrible. No es serpiente, ni cocodrilo, ni dragón, ni murciélago, pero tiene algo de los cuatro.

Cabeza larga y puntiaguda, sin orejas y con dos ojos socarrones y feroces que están siempre a la caza de la presa, una boca grandísima y armada de buenos dientes agudos, siempre intenta atrapar al vuelo a cualquier incauto que llega al alcance de sus mandíbulas. La cabeza en fin tiene mucho de la serpiente por la forma y del cocodrilo por los dientes. Cuello largo y flexible que permite mucha agilidad a la cabeza tremenda.
Un cuerpo resbaladizo recubierto por una piel como la de las anguilas (para entenderse) es decir, sin escamas, de color entre el óxido, el violeta, el gris oscuro… no sabría. Tiene hasta el color de las sanguijuelas.

En la espalda y en las ancas (digo “ancas” porque allí termina el vientre palpitante e hinchado de presas y empieza la larga cola que termina en punta), son cuatro patazas cortas y palmeadas como las del cocodrilo. En la espalda dos alas de murciélago.

El bicharraco no mueve su gran y repugnante cuerpo. Mueve solo la cola que se contorna haciendo “eses” aquí y allá, y mueve su horrible cabeza de ojos fascinadores y mandíbulas exterminadoras.

¡Misericordia divina! ¡Que bicharraco tan horrible! De su negro antro emana tiniebla y horror. Le aseguro que ayer que lo veía con vivísima meticulosidad – y no entendía que hiciera aquí – me venían ganas de gritar espeluznada. Menos mal que veía que nunca miraba hacia mí como por repulsión. Recíproca repulsión si acaso. Si esto es una pálida representación de Satanás, ¿Qué será entonces él? ¡Para morir dos veces seguidas con solo verlo!

Menos mal también que, si bien en un rincón estaba el bicharraco, cerca estaba mi Jesús blanco, bello, rubio… ¡Luz en la luz! Comparando la luminosa, confortable figura de Cristo con la del otro, su mirada dulcísima, clara, con la torva del otro, hay ciertamente que compadecer a los infelices pecadores destinados al segundo porque han rechazado a Jesús.

Y bien, ahora que lo he visto… quisiera no verlo más porque es demasiado horrible. Oraré para que el menor número posible de desgraciados vaya a terminar en sus garras, pero ruego al buen Dios que me quite esta visión.

Hoy es menos viva y le estoy muy agradecida al Señor. Y todavía más agradecida porque la divina Voz  me hace entender el porque de esa visión que ayer me aterrorizaba creyéndola destinada a mi como advertencia.










jueves, 4 de octubre de 2012

EL HORROR DEL INFIERNO: LA SEGUNDA MUERTE DE LOS RÉPROBOS:LA EXPLICACIÓN DE LO QUE ESTÁ EN JUEGO PARA LAS ALMAS: EL HORROR DE LA MUERTE DEL ALMA, CONTADO POR JESÚS

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La Virgen María aplasta la cabeza del Dragón Infernal



Ya han dicho todos los Padres de la Iglesia, todos los grandes Santos y Místicos, que la Justicia de Dios en el Juicio de las almas será inexorable, y que una cosa es la visión de Jesús en este mundo, en donde se presenta como un dulce Pastor con su cayado, y otra cosa será su actitud en su Reino, en donde se verá como lo que es: El Rey de reyes; transformado de pobre Pastor en un Rey de esplendor, de fuerza y de sublime belleza: dijo Jesús a la hora de su apresamiento: "Si mi Reino fuera de este mundo, mis tropas lucharían por Mí, pero mi Reino no es de este mundo", y ha venido aquí para cumplir con su Sagrada Misión: Rescatar al Generó Humano que era el botín de Satanás por su victoria en el Jardín del Edén.

Naturalmente, el mundo progresista de hoy, solo quiere ver el humilde Pastor y se imagina que es el que juzgará a las Naciones, y para sostener su teoría, Satanás les ha llevado al convencimiento de que no existe el Infierno, ni el pecado, y que Dios como Padre, no puede condenar a un hijo suyo, a pesar de las palabras tan claras de Jesús cuando predicaba sobre el Juicio final, de todas sus advertencias con el relato del rico Epulón, de sus recomendaciones de arrancarnos un brazo, o un ojo si son un impedimento para alcanzar el Cielo, y de todas las palabras del Apocalipsis.

Es increíble como esos individuos, a pesar de todo lo que dicen las Sagradas Escrituras, los Profetas, los Santos, niegan la evidencia y predican, como un "mantra" la doctrina "descafeinada", el dios "caramelo", y las virtudes "light", es inaudito como unos teólogos modernos, que saben griego, hebreo y latín, siguen erre que erre, queriendo anular la tradición cristiana, y reinterpretar las Escrituras según su manera de pensar, y muchos de ellos opinando de una manera completamente opuesta al santo Fundador de su Orden religiosa, el cual en el día del Juicio será su Juez que se alzará para condenarlos por haber renegado de las constituciones que prometieron acatar y defender.

¡Dios tenga piedad de esas almas!

Santa Teresa de Jesús cuenta que, en el entierro de un individuo, que parecía llevar una vida normal, pero que no era religioso, vio cuando su féretro estaba fuera de la Iglesia, a varios demonios jugar con su cuerpo. pero que se marcharon cuando entró en la Iglesia, y comentó: "¡Si hacen eso con su cuerpo, que no harán con su alma!".

Igualmente, cuenta que en una misa oficiada por un Sacerdote en pecado mortal, vio a dos demonios uno a cada lado del sacerdote, cuando alzaba la Sagrada forma, con los cuernos apuntando a su garganta, mirando con temor a la Sagrada Eucaristia.

Cuando los pastorcillos le preguntaron a la Virgen de Fátima por varios jovenes muertos hacía poco, esta les contestó que los dos primeros estaban en el Cielo, y que la última joven, estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo.

Luego existe otra variedad de creyentes, que interpretando la Biblia a su manera, sin obedecer a la Iglesia fundada por Cristo, infalible en cuanto a Doctrina, dicen que el alma no es eterna porque oyeron hablar de la segunda muerte. Estando claro que la segunda muerte se refiere a la Condenación eterna, así como el volver a nacer, es decir lo que explicó Jesús a Nicodemo, es el segundo nacimiento, y que ambos tanto el segundo nacimiento como  la segunda muerte son para toda la Eternidad.

Y esto está explicado en el Evangelio de San Lucas (20-37):

Pues que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: El Señor, Dios de Abraham, de Isaac y Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.



LA ESPERANZA DE LA SALVACIÓN
(Promesa hecha por Jesús a una mística hace siglos).


ORACIÓN QUE SALVA  MIL ALMAS DEL PURGATORIO:

Señor Dios omnipotente, te ofrecemos la preciosísima Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, junto con todas las misas que se celebran hoy día en todo el mundo, para las benditas Almas del Purgatorio, para los pecadores de todas partes, para los pecadores de la Iglesia Universal, para los pecadores de nuestra familia y para los pecadores de nuestro hogar.

Y aquí hay que recordar las palabras de la Virgen del Rosario de Fátima a los pastorcillos:

"¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que rece por ellos!"
Y la oración que pidió que se diga en cada Rosario:

"Padre Eterno, yo te ofrezco la preciosísima Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación de los sacrilegios, ultrajes e indiferencias con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón, y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, os pedimos la conversión de los pobres pecadores".

Y las palabras de Jesús a María Valtorta:

     "Muchísima gente para los cuales se ha rezado toda la vida por ellos, en el instante antes de comparecer en el Juicio de Dios, tendrán la gracia sobrenatural del arrepentimiento, y por tanto serán merecedoras del perdón de Dios".



EL HORROR DEL INFIERNO
            De los Cuadernos de Mª Valtorta                   


           Dice Jesús:
       “Una vez te hice ver el Monstruo de los abismos (20-7-1.943). Hoy te hablaré de su reino. No puedo tenerte siempre en el Paraíso. Recuerda que tú tienes la misión de evocar en los hermanos las verdades que han olvidado demasiado. Pues en este olvido que, en realidad, es desprecio por las verdades eternas, se originan tantos males para los hombres.
                  Por lo tanto, escribe esta página dolorosa. Luego tendrás consuelo. Es viernes por la noche. Mientras escribes, mira a tu Jesús, que  murió en la cruz, entre tormentos tales que pueden compararse a los del infierno y que quiso esa muerte para salvar a los hombres de la Muerte.

             Los hombres de nuestro tiempo ya no creen en la existencia del Infierno. Se han construido un mas allá según su propio deseo, de tal modo que sea menos aterrador para su conciencia, merecedora de grandes castigos. Como son discípulos relativamente fieles del Espíritu del Mal, saben que su conciencia retrocedería ante ciertas fechorías, si de verdad creyera en el Infierno tal como lo enseña la Fe; saben qué, si cometieran esa fechoría, su conciencia volvería a si misma y por el remordimiento, llegaría a arrepentirse, por el miedo volvería a arrepentirse y arrepintiéndose, encontraría el camino para volver a Mí.

                 Su maldad, que les enseña Satanás – del que son siervos o esclavos, según su adhesión a los deseos e instigaciones del Maligno – no admite esos retrocesos y esos regresos. Por eso anula la creencia en el Infierno tal como es y construye otro – si es que se decide a  hacerlo – que no es mas que una pausa para tomar impulso hacia nuevas elevaciones futuras.

                E insiste en esta opinión hasta creer sacrílegamente que el mayor pecador de la humanidad puede redimirse y llegar a Mí a través de fases sucesivas. Hablo de Judas, el hijo predilecto de Satanás; el ladrón, tal como está escrito en el Evangelio el que era concupiscente de gloria humana, tal como Yo lo defino; el Iscariote que, por la sed insaciable de la triple concupiscencia, se convirtió en mercante del Hijo de Dios y que me entregó a los verdugos por treinta monedas y la señal de un beso: un valor monetario irrisorio y un valor afectivo infinito.

                 No; si él fue el sacrílego por excelencia, Yo no lo soy. Si él fue el injusto por excelencia, Yo no lo soy. Perdonar a Judas sería un sacrilegio hacia mi Divinidad, que traicionó; sería una injusticia hacia todos los demás hombres que, en todo caso, son menos culpables que él y que, aún así, son castigados por sus pecados; sería despreciar mi Sangre y sería en fin, faltar a mis leyes.

               Yo, Dios uno y Trino, he dicho que lo que está destinado al Infierno quedará en él eternamente, porque de esa muerte no se surge a una nueva resurrección. He dicho que ese fuego es eterno y que acogerá a todos los que cometieron escándalos e iniquidades. Y no creáis que esto dure hasta el fin del mundo. 

            No; al contrario, tras la tremenda reseña, esa morada de llanto y de tormento se hará mas despiadada, porque el infernal solaz que aún se concede a sus huéspedes – poder dañar a los vivos y ver precipitar en el abismo a nuevos condenados – ya no será posible y la puerta del abominable reino de Satanás será remachada y clausurada por mis ángeles para siempre, para siempre; será ése un siempre cuyo número de años no tiene número; un siempre tan ilimitado que, si los granillos de arena de todos los océanos de la tierra se convirtieran en años, formarían menos de un día del mismo, de esa inconmensurable eternidad mía, hecha de luz y gloria en las alturas para los benditos; de tinieblas y horror en el abismo para los malditos.

         Te he dicho que el Purgatorio es fuego de amor. Y que el Infierno es fuego de rigor.

         El Purgatorio es un lugar en el cual expiáis la carencia de amor hacia el Señor Dios vuestro mientras pensáis en Dios, cuya Esencia brilló ante vosotros en el instante del juicio particular y despertó en vosotros un incalmable deseo de poseerla. A través del amor, conquistáis el Amor y por niveles de caridad cada vez mas viva, laváis vuestras vestiduras hasta hacerlas cándidas y brillantes para entrar en el Reino de la Luz, cuyos fulgores te hice ver días atrás.

            El infierno es un lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo de Dios entrevisto en el Juicio particular no es, como para los que están en el Purgatorio, deseo santo, nostalgia dolorida mas plena de esperanza, esperanza colmada de serena espera, de segura paz, que será perfecta cuando llega a convertirse en conquista de Dios, pero que ya va dando al espíritu que purga sus faltas una jubilosa actividad purgativa, porque cada pena, cada instante de pena, le acerca a Dios su único amor. En cambio, en el Infierno, el recuerdo de Dios es remordimiento, es resquemor, es tormento, es odio; odio hacia Satanás, odio hacia los hombres, odio hacia sí mismos.

         Tras haber adorado en la vida a Satanás en vez de a Mí, ahora que lo poseen y ven su verdadero aspecto, que ya no oculta bajo la hechicera sonrisa de la carne, bajo el brillante refulgir del oro, bajo el poderoso signo de la supremacía, ahora le odian porque es la causa de su tormento.

        Tras haber adorado a los hombres – olvidando su dignidad de hijos de Dios – hasta llegar a ser asesinos, ladrones, estafadores, mercantes de inmundicias por ellos, ahora que se encuentran con esos patrones por los que mataron, robaron, estafaron, vendieron el propio honor y el honor de tantas criaturas infelices, débiles, indefensas – que convirtieron en instrumento de la lujuria, un vicio que las  bestias no conocen, pues es atributo del hombre envenenado por Satanás – ahora, les odian porque son causa de su tormento        
          Tras haberse adorado a si mismos otorgando todas las satisfacciones a la carne, a la sangre, a los siete apetitos de su carne y de su sangre y haber pisoteado la Ley de Dios y la ley de la moralidad, ahora se odian porque ven que son la causa de su tormento.

          La palabra “Odio”  tapiza ese reino inconmensurable; ruge en esas llamas; brama en las risotadas  de los demonios; solloza y aúlla en los lamentos de los condenados; suena, suena y suena como una eterna campana que toca a rebato; retumba como un eterno cuerno pregonero de muerte; colma todos los recovecos de esa cárcel; es, por si misma tormento porque cada sonido suyo renueva el recuerdo del Amor perdido para siempre, el remordimiento de haber querido perderlo, la desazón de no poder volver a verlo jamás.

           Entre esas llamas, el alma muerta, al igual que los cuerpos arrojados a la hoguera o en un horno crematorio, se retuerce y grita como si la animara de nuevo una energía vital y se despierta para comprender su error, y muere y renace al instante en medio de atroces sufrimientos, porque el remordimiento la mata con una maldición y la muerte la vuelve a la vida para padecer un nuevo tormento. El delito de haber traicionado a Dios en el tiempo terrenal está integralmente frente al alma en la eternidad; el error de haber rechazado a Dios en el tiempo terrenal está presente integralmente para atormentarle en la eternidad.

           En el fuego, las llamas simulan los espectros de lo que adoraron la vida terrena, por medio de candentes pinceladas las pasiones se presentan con las mas apetitosas apariencias y vociferan, vociferan su memento:”Quisiste el fuego de las pasiones. Experimenta ahora el fuego encendido por Dios, cuyo santo Fuego escarneciste”.

          A fuego corresponde fuego. En el Paraíso es fuego de amor perfecto. En el Purgatorio es fuego de amor purificador. En el Infierno es fuego de amor ultrajado. Dado que los que están en el  Purgatorio amaron débilmente, el Amor se hace llama  para llevarles a la Perfección. Dado que los malditos ardieron en todos los fuegos menos que en el Fuego de Dios, el fuego de la ira de Dios les abrasa por la eternidad. Y en ese fuego hay hielo.

       ¡Oh, no podéis imaginar lo que es el Infierno! Tomad fuego, llamas, hielo, aguas desbordantes, hambre, sueño, sed, heridas, enfermedades plagas, muerte, es decir todo lo que atormenta al hombre en la tierra, haced una única suma y multiplicadla millones de veces. Tendréis solo una sombra de esa tremenda verdad.

       Al calor abrasador se mezcla el hielo sideral. Los condenados ardieron en todos los fuegos humanos y tuvieron solo hielo espiritual para con el Señor su Dios. Y el hielo les espera para congelarles una vez que el fuego les haya sazonado como a los pescados puestos a asar en las brasas. Este pasar del fuego que derrite al hielo que condensa es un tormento en el tormento.

       ¡Oh, no es un lenguaje metafórico, pues Dios puede hacer que las almas, ya bajo el peso de las culpas cometidas, tengan una sensibilidad igual a la de la carne, aun antes de que vuelvan a vestir dicha carne! Vosotros no sabéis y no creéis. Mas en verdad os digo que os convendría más soportar todos los tormentos de mis mártires que una hora en esas torturas infernales.

           El tercer tormento será la oscuridad, la oscuridad material y la oscuridad espiritual. ¡Será permanecer para siempre en las tinieblas tras haber visto la luz del paraíso y ser abrazado por la Tiniebla tras haber visto la Luz que es Dios! ¡Será debatirse en ese horror tenebroso en el que solamente se ilumina, por el reflejo del espíritu abrasado, el nombre del pecado que les ha clavado en dicho horror! Será encontrar apoyo en ese revuelo de espíritus que se odian y se dañan recíprocamente, sólo en la desesperación que les enloquece y cada vez más les hace malditos. Será nutrirse de esa desesperación, apoyarse en ella, matarse con ella. Está dicho: La  muerte nutrirá a la muerte. La desesperación es muerte y nutrirá a estos muertos eternamente.

           Y os digo que, a pesar de que Yo creé ese lugar cuando descendí a él para sacar del Limbo a los que esperaban mi venida, sentí horror de ese horror. Lo sentí Yo mismo, Dios; y, si no hubiera sido que lo que ha hecho Dios es inmutable por ser perfecto, habría intentado hacerlo menos atroz, porque Yo soy el Amor y ese lugar horroroso produjo dolor en Mí.

           ¡Y vosotros queréis ir allí¡

          ¡Oh hijos, reflexionad sobre esto que os digo! A los enfermos se les da una amarga medicina; a los cancerosos se les cauteriza y cercena el mal. Ésta es para vosotros, enfermos y cancerosos, medicina y cauterio de cirujano. No la rechacéis. Usadla para sanaros. La vida no dura estos pocos días terrenos. La vida comienza cuando os parece que termina, y ya no acaba más.

          Haced que para vosotros la vida se deslice donde la luz y el júbilo de Dios embellecen la eternidad, y no donde Satanás es el eterno Torturador”.






    

miércoles, 3 de octubre de 2012

LAS TERRIBLES CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA, LA MADRE DE TODOS LOS PECADOS


La Sagrada familia el ejemplo más sublime de Obediencia





Sta Teresita del Niño Jesús es el Ejemplo de obediencia perfecto: "Mon Dieu, je choisis tout ce que vous voulez" (Dios mío yo escojo todo lo que tu quieras). Otro ejemplo de suma obediencia fue el de San José, que siempre obedeció a los mandatos del Señor, sin preguntar, y confiando ciegamente en las directrices transmitidas por el Ángel. La Sagrada familia de Nazaret fue el más sublime ejemplo de obediencia cuando estaban en este mundo: José obedecía a Dios, la Virgen a San José y de niño, Jesús-Dios a la Virgen y a San José.

Este pecado de desobediencia, es común a la mayoría de la gente desde la más alta Jerarquía religiosa, hasta el más humilde pecador, sea hombre, mujer o niño, es un pecado tan sutil y difícil de discernir, que creo sinceramente que casi nadie es inmune a él.

Es por esa razón como un virus, que no se puede combatir con ningún antibiótico, y que solo el tiempo y los “anticuerpos” del alma, que son los dones del Espíritu Santo, atributos creados por Dios, pueden combatirlo y vencerlo.

Esos antídotos, necesarios para evitar la segunda muerte, que es la muerte del alma, son necesarios para "fagocitarlo" y lograr eliminarlo, aportando al alma unas virtudes llamadas humildad y santo temor de Dios, que siempre van unidos entre ellos, son pues la salud del alma, que la libera de ese virus mortal, que es una de las secuelas del pecado original.

La desobediencia que está siempre unida a la soberbia y al amor propio, y es muy difícil de vencer, ya que siempre va envuelta y disfrazada con un manto de una supuesta caridad y de falso amor al prójimo. Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que el Infierno es la morada de los desobedientes que odian, y el Cielo la de los humildes que aman. El primer desobediente fue el ser que era el más inteligente y sublime de la Creación: Lucifer, que quiere decir “Alférez” de la Luz de Dios, quedó cegado por esa Luz que no era suya, ya que era solo su portador, y quiso para él esa Luz que no le pertenecía.

Ese pecado de orgullo, que es querer arrinconar a Dios, y colocarse en su lugar, y que provenía de un espíritu de un conocimiento y una inteligencia superior a la de los hombres, y que además no cayó por tentación de un ser más inteligente que él, como Adán, sino por “motu-propio”, era una falta abominable e incapaz de toda redención de parte de Dios, porque además era un pecado que nunca tuvo ni tendrá arrepentimiento alguno por parte del ofensor, y por esa razón, tampoco perdón por parte del ofendido. Ese pecado de orgullo y de falta de humildad está en el comienzo de todos los demás defectos, ya que como lo dice la Sagrada Biblia, un abismo de iniquidad llama a otro abismo de pecado y de horror.

Dice San Juan de la Cruz, el Maestro de los místicos: "Más quiere Dios de ti, el menor grado de sujeción y de obediencia, que todas esas obras que quieres hacer". El orgullo engendra el desprecio, el desprecio el odio, y el odio la muerte del alma.


María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos.


Dice María Valtorta a su Confesor el Padre Migliorini:

“Siento, con la misma exactitud que si lo hubiera yo vivido, que si la soberbia entrara en mí, todo terminaría. Se lo decía esta mañana. Es una persuasión personal mía, y el Buen Jesús lo confirma diciéndome que “la soberbia mata a todas las virtudes, en primer lugar a la caridad. Conlleva por tanto la pérdida de la Luz de Dios. El soberbio, me explica Jesús, “no trata con sumo respeto al buen Padre de los Cielos, no tiene entrañas de misericordia con los hermanos, se cree superior a las debilidades de la carne y a las reglas de la Ley. Por ello, peca continuamente, y con el mismo pecado que fue la ruina de Lucifer primero, y después de Adán y de la descendencia de Adán. Pero sobre todo mata la Caridad. Destruye por ello la unión con Dios”.


Dice Jesús (29 de Agosto de 1.943)

“Veamos juntos este punto del libro de Samuel: “La obediencia hace más que los sacrificios, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. Como pecado de hechicería es la rebeldía y, crimen de idolatría la contumacia (1 S, cap 15º y 22).

La obediencia. La virtud que no queréis practicar. Nacéis y, apenas podéis manifestar un sentimiento, es sentimiento de rebeldía a la obediencia. Vivís siendo desobedientes. Morís aún desobedientes. El Bautismo borra el pecado original, pero no anula la toxina que borra el pecado.

¿Qué ha sido en el fondo el pecado original? Una desobediencia. Adán y Eva han querido desobedecer al Padre Creador, incitados a cumplir ese acto de desamor por el sumo desobediente, el cual se ha hecho demonio rechazando obediencia de amor al Sumo Dios.

Este veneno anida en vuestra sangre y solo una constante voluntad vuestra lo hace incapaz de dañar a vuestro espíritu de manera mortal. Pero, ¡Oh hijos míos!, ¿Qué cosa más meritoria que esta puede ser cumplida por vosotros? Mirad bien.

Todavía es más fácil hacer un sacrificio, una ofrenda, practicar una obra de misericordia, que obedecer constantemente al querer de Dios. Este se os presenta minuto a minuto como agua que fluye o pasa trayendo otras olas de agua, y detrás de estas, otras aún. Y vosotros sois como peces que aún sumergidos en la voluntad de Dios os resbala. Si queréis salir de ella, moriréis, hijos míos. Es vuestro elemento vital. No hay gota de ella que no prevenga de una razón de Amor. Creedlo.

Obedecer es hacer la voluntad de Dios. Esa voluntad que os he enseñado a pedir que se cumpla en el Padre Nuestro y que os he enseñado a practicar con la palabra y el ejemplo, llevado hasta la muerte. No obedecer y rebelarse es cumplir un pecado de magia, dice el libro. En efecto, ¿Qué hacéis rebelándoos? Pecáis Y el pecado, ¿qué produce? Vuestro desposorio con el demonio. ¿No hacéis por lo tanto magia? ¿No os transformáis mágicamente de hijos de Dios en hijos de Satanás?

       No obedecer y no quererse sujetar es como un pecado de idolatría, continúa diciendo el libro. En efecto ¿qué hacéis no sujetándoos? Rechazáis a Dios, rechazando su Voluntad. Lo repudiáis como Padre y Señor. Pero como el corazón del hombre no puede estar sin adorar cualquier cosa en el puesto del Dios verdadero que rechazáis, adoráis vuestro yo, vuestra carne, vuestra soberbia, vuestro dinero; adoráis a Satanás en sus más agudas manifestaciones. He aquí porque os hacéis idólatras. ¿De qué? De dioses de los más horrendos que os tienen esclavos y esclavos desgraciados.

         Venid, venid queridos hijos de mi Amor, venid al yugo paterno que no hace daño, que no oprime, que no degrada, sino que al contrario os sujeta, os guía y os asegura alcanzar el maravilloso Reino donde ya no existe el dolor. El mundo, que quiere desobedecer, no sabe que sería suficiente un acto de obediencia para salvarse. Volver a entrar en el camino de Dios, obedecer, obedecer, volver a encontrar la mano del Padre que bendice y vuelve a sanar, volver a encontrar el corazón del Padre que ama y perdona.

        Pensad, hijos que para volver a daros la gracia perdida, dos Purísimos, dos Inocentísimos, dos Buenísimos, debieron consumar la suma obediencia. La salvación del género humano tuvo en el tiempo, inicio en el “Fiat” de María ante mi Arcángel, y tuvo su término en el “consummatum” de Jesús en la Cruz. Las dos obediencias más dolorosas y las menos obligatorias, porque mi Madre y Yo estábamos por encima de la necesidad de expiar con la obediencia, el pecado.

          Nosotros que no pecamos, hemos redimido vuestro pecado obedeciendo. ¿Y no querréis vosotros, pobres hijos, imitar a vuestro Maestro y obtener misericordia con la obediencia que es prueba de amor y de fe? Más bello y agradable que las mismas iglesias, que me levantáis por voto, es esta flor espiritual del alma, nacida, sobre la tierra, en el corazón del hombre pero que florece en el Cielo, eterna, para vuestra gloria”.