MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA LUCHA DE SAN JUAN DE LA CRUZ CONTRA SATANÁS


Estatua de San Juan de la Cruz que tenía
 Santa Teresita en el convento de Lisieux



Hace muchos años, visité una casa de subastas en Granada un día antes de la puja; vi esta estatua que compré al precio que me indicaron, antes de la puja. Era con Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita el Santo preferido de mi madre, que en Paz descansa, y que me dio a conocer desde pequeño.
Mucho tiempo después, ojeé un libro editado por las carmelitas de Lisieux, y encontré la misma estatua en una foto, me dijeron que es la que había del tiempo de Santa Teresita, les mandé la fotografía, y me dijeron que era idéntica. 



LOS EXORCISMOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ

De la Vida del Santo por fray Crisógono de Jesús O.C.D.


          (…) "Hay ahora una religiosa prodigio. Es joven, ingresada en el convento cuando tenía 5 años, sin duda como educanda, explica maravillosamente las Santas Escrituras. Y no ha tenido maestro ni ha cursado estudios. Sus compañeras están asombradas. Son muchas las personas que vienen a oírla. Los superiores comienzan a preocuparse. Es necesario examinar aquel espíritu. Y por el locutorio del convento de Gracia, comienzan a desfilar los más insignes teólogos que España tiene en la Universidad de Salamanca: Mancio del Corpus Christi, Bartolomé de Medina, Juan de Guevara, el maestro fray Luis de León…Desconocemos el dictamen que van emitiendo. 

          Parece que todos dan por bueno aquel espíritu y por infusa aquella ciencia maravillosa. Pero los superiores no están tranquilos y  se requiere, al fin, la intervención de fray Juan de la Cruz, antiguo alumno de la Universidad salmantina de esos mismos insignes varones que le han precedido en el examen de la monja prodigio. El joven descalzo se resiste. Interviene el General de la Orden Agustiniana, que pasa entonces por Ávila, e interviene también Santa Teresa, y logran que el confesor de la Encarnación se decida a subir al convento de Gracia.

            Pero antes, hace gestiones cerca de la Inquisición de Ávila. Pone el caso en conocimiento de los Inquisidores y pide licencia para intervenir en el asunto. Y solo cuando los inquisidores le autoriza, se hace cargo de la monja que habla tantas maravillas.

           No sube solo fray Juan al convento de las agustinas: lleva como de costumbre, un compañero, el hermano lego fray Francisco de los apóstoles, que lleva unos meses haciendo de portero en el convento del Carmen; otras, el padre fray Gabriel Bautista; otras, el padre fray Pedro de la Purificación. Ellos le acompañan, aunque alternativamente, en las repetidas visitas que hace con este motivo al colegio de nuestra Señora de Gracia.

         El camino no es corto. Tiene que ir de norte a sur, dejando en medio la ciudad. Suben la pendiente norte y, probablemente bordeando las murallas desde el arco de San Vicente, pasan por detrás del ábside de la catedral y al pie de la puerta del alcázar. Un descenso rápido, pero corto, y están en el monasterio de las agustinas.

         Fray Juan entra en el confesionario. Mientras tanto, el padre general y las monjas, esperan el resultado del examen. Una hora pasa el descalzo con la monja. Al salir dice sin ambages a los que aguardan: “Señores, esta monja está endemoniada”. El Padre general le ruega que tome a su cargo el exorcizar a la religiosa. Le concede para ello todas las autorizaciones: puede entrar y salir, hacer y deshacer con plena libertad en aquella casa. Accede Fray Juan y empiezan los exorcismos. Va a ser todo un proceso largo y enojoso. Poseemos curiosos detalles, dados por testigos de vista en distintas informaciones, que nos permiten reconstruir el hecho.

         Los conjuros duran varios meses. Fray Juan sube al convento una o dos veces por semana. Va temprano para decir misa. Unas veces exorciza a la endemoniada antes de celebrar, y en ese caso se pone la estola sobre la capa blanca. Otras la conjura después de la misa, y entonces lo hace, quitándose la casulla y quedándose con alba y estola.

          Las monjas no lo pierden de vista. Admirado y querido como santo, corren a su lado apenas entra en la sacristía. Pero a fray Juan no le gusta que le vean quitarse la capa, ni quitársela ni estar sin ella, y lo hace ocultándose como puede, vistiéndose como puede los sagrados ornamentos, para que, cuando lleguen las monjas, le encuentren ya vestido.

        Quizá con la frecuencia con que le ven y le tratan, las religiosas terminan por llegarse a él “con grandísima familiaridad”. Las hay de muy buena presencia. Pero fray Juan, - así lo dice él a Beatriz de Cepeda, monja de a Encarnación – no siente inmutación alguna a su lado. No parece hombre.

        A los primeros conjuros, fray Juan hace confesar a la posesa que se ha entregado al demonio a la edad de seis años, es decir, al año de haber ingresado en el convento. La entrega se hizo solemnemente: la niña se sacó sangre de un brazo y con ella, escribió una cédula en la que hacía constar que se daba por entero al diablo. 

        Los exorcismos son acompañados de terribles convulsiones de la pobre endemoniada: insulta furiosa a fray Juan, echa espumarajos por la boca, grita, se revuelve frenética en el suelo, hasta intenta abalanzarse sobre el descalzo y sus acompañantes. Las monjas huyen despavoridas, y hasta el compañero de fray Juan quiere marcharse, asustado. 


         Debe de ser en esta ocasión el Padre Pedro de la Purificación o el Padre Gabriel Bautista, porque el exorcizante le dice que no tema, puesto que es sacerdote. Mientras tanto, la monja grita desesperada contra fray Juan. “¿A mí, a mí, frailecillo? ¿No tengo yo siervos?” El Santo pone una cruz sobre ella y continúa exorcizándola. La endemoniada arroja la cruz contra el suelo; pero fray Juan le manda cogerla y besarla, y ella obedece, aunque bramando.

         En otra ocasión le dice que traduzca aquellas palabras del Evangelio de San Juan: Verbum caro Factum est el habitavit in nobis. “El Hijo de Dios se hizo hombre y vivió con vosotros”, traduce rápidamente la monja. “¡Mientes! – Replica fray Juan -: las palabras no dicen “con vosotros” sino “con nosotros”. “Es como digo – repone la monja -, porque no se hizo hombre para vivir con nosotros, sino para vivir con vosotros” No hay duda, es Lucifer el que habla por boca de la joven y desventurada monjita.

        A esta labor de conjuros acompaña otra menos espectacular, pero mas necesaria, de instrucción y convencimiento de la endemoniada. La inveterada posesión ha llenado aquel espíritu, tras la capa de sabiduría asombrosa, sobre las santas Escrituras, de graves errores de orden moral, que fray Juan de la Cruz tiene que ir deshaciendo. Tal es el estado de posesión diabólica en que se encuentra la infeliz, ¡que llora porque hay quien ama a Dios!

          El santo vicario de la Encarnación no se cansa. Semana tras semana, a fuerza de ayunos y oraciones, de subidas y bajadas, logra ir apaciguando a  aquella pobre criatura. Pero el demonio intenta el desquite. Un día se presentan en el torno dos descalzos, que dicen ser fray Juan de la Cruz y su compañero; visten el mismo hábito, tienen idéntica figura, el mismo tono de voz que ellos. Vienen, como de costumbre, a hablar con la posesa. La tornera avisa a la monja, y esta va al confesionario. Cuando sale, está desesperada. La madre superiora lo advierte y pregunta que ha pasado. “Fray Juan me ha dicho lo contrario que otras veces”, responde la infeliz.

           Toma la priora una pluma, escribe un billete al confesor de la Encarnación y se lo remite. Leído por fray Juan, le dice este a fray Juan de los Apóstoles: “Vamos a las monjas”; y suben los dos al convento de Gracia. Las agustinas respiran al verlo. Deshace este el embuste del demonio, que había tomado su hábito y figura, y vuelve a conjurar a la posesa.    

          Al fin, después de meses de exorcismos, logra arrancar al diablo la cédula y dejar libre a la monja, que queda rendida, como salida de una pesadilla larga y atormentadora. Las religiosas del convento de Gracia, conservaron durante muchos años el recuerdo de la santa y benéfica intervención del joven descalzo en su comunidad.

        Fray Juan vuelve a su vida oculta en la casita próxima a la Encarnación, pero el hecho portentoso llena los ámbitos de la ciudad y se comenta en todas partes. Se habla de él sobre todo en el convento de la Encarnación. Las Carmelitas deben de estar orgullosas de las maravillas que hace su confesor. Hasta Santa Teresa, que está aquí, le falta tiempo para publicar fuera el portento realizado, y se lo escribe a la priora de Medina: “Ahí os envío el santo fray Juan de la Cruz, que ha hecho Dios merced de darle gracia para echar los demonios de las personas que los tienen. Ahora acaba de sacar aquí, en Ávila, de una persona tres legiones de demonios, y a cada uno mandó, en virtud de Dios le dijesen su nombre, y al punto obedecieron.

         No será, sin embargo el único caso. Conocemos otro, muy singular también, referido por un testigo de vista, el padre Pedro de la Purificación, que acompaña a San Juan en el momento de realizarlo. Es otra monja posesa. Se ignora la Orden y el convento a quien pertenece. En cambio sabemos que se realiza la víspera de la Santísima Trinidad.

     Es cerca de mediodía cuando llega San Juan con su compañero. Los exorcismos comienzan a la una, pero el demonio se resiste, y se llega a la hora de vísperas sin haber conseguido expulsarlo. Las monjas advierten que es hora de ir al coro. El Santo suspende el conjuro y asiste con su compañero y las religiosas al divino oficio. Allí está también la endemoniada.

           Entonan solemnemente el “Deus in audiutorium deum intende” de las vísperas de Trinidad, cuando el coro canta el “Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto”, la posesa que ocupa su sitial correspondiente, da media vuelta en el aire y se queda suspendida en posición inversa, con la cabeza hacia abajo y los pies hacia arriba. Las monjas, asustadas, suspenden el canto. Fray Juan se adelanta al medio del coro y dice en voz alta: “En virtud de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, cuya fiesta estamos celebrando, te mando vuelvas esta monja a su lugar”. La monja da la vuelta, adquiere la posición normal y torna a la silla coral que le corresponde. Terminadas las vísperas, continúan los exorcismos hasta que la monja queda libre.

           El demonio busca el desquite como puede. Intenta derribar su virtud como en las tentaciones y asaltos que lanza contra su pureza. Cuando no puede otra cosa, se venga atormentándolo físicamente. Fray Francisco de los Apóstoles, su compañero en esta época, le encuentra un día en su huertecillo que tiene la casita en donde habita cerca de la Encarnación. Fray Juan está pálido, más descolorido que de costumbre, y le pregunta la causa. 

           “Me han tratado los demonios tan mal – viene a contestarle -, que no sé como he quedado con vida.” Fray Francisco no se extraña. El sabe que algunas noches le quita la ropa de la tarima estando fray Juan ya acostado; que le deja en túnica interior con aquel frío terrible de las noches invernales de Ávila; que lo maltrata y atormenta sin piedad, Todo inútil. Fray Juan seguirá arrebatándole de entre las garras sus mejores presas. Aún serán muchas las veces que Lucifer bramará, impotente, en presencia del frailecillo.

           A raíz de estos acontecimientos hace fray Juan un viaje a Medina del Campo. Hay allí una monja descalza, Isabel de San Jerónimo, afectada por extraña enfermedad. Nadie la entiende. Las religiosas terminan por achacar sus rarezas a mal espíritu y la dan por endemoniada. Así se lo escribe la madre Inés de Jesús, priora del convento, a Santa Teresa, que lo es de la Encarnación. 

           La Reformadora da por bueno el dictamen de las monjas de Medina y les envía a fray Juan, al mismo tiempo que escribe a la madre Inés: “Mi hija, me pesa de la enfermedad que tiene la hermana Isabel de San Jerónimo. Ahí les envío el Santo fray Juan de la Cruz, que le ha hecho Dios merced de darle gracia de echar los demonios. Y allá va fray Juan a realizar el conjuro.


        Pero pronto se convence  de que no hay tal posesión diabólica. La confiesa, le lee los Evangelios y termina diciendo a las religiosas: “Esta hermana no tiene demonio, sino falta de juicio”. Era, sencillamente una neurasténica.






sábado, 17 de noviembre de 2012

PLEGARIA POR LA RUINA ECONÓMICA Y MORAL ORACIÓN ENCONTRADA EN EL BANCO DE UNA IGLESIA


ORACIÓN POR ESPAÑA

Nota: Estas reflexiones y oraciones se han transcrito  de una fotocopia hallada en el banco de una Basílica.




Notre Dame de Lourdes




¡Oh María Inmaculada, Patrona de España, velad por España, Nación mariana por excelencia, Tierra consagrada a María, rogad por España, salvad a España, embestida por todas las fuerzas del mal y por los políticos anticlericales que con su odio ciego, la están acosando y atacando sin piedad!

Estos, cuanto más culpables, más necesitan de vuestra poderosa intercesión. Basta una súplica a vuestro Divino y Todopoderoso Jesús, terror de Satán, Jesús que reposa en vuestros brazos, y España será salvada.

¡Oh Jesús, Corazón Divino oculto en el Santísimo Sacramento, tan amado por los españoles de buena voluntad, y tan odiado por los hijos de las tinieblas, tan amado por María Inmaculada, salvad a España, arrancádla de las manos de Satanás, que quiere destrozarla, porqué extendió el Reinado de la Cruz por todo el mundo!

¡Que se vea palpablemente tu Soberana Protección, porque su Pueblo confía en Aquella que aplasta la cabeza del infernal dragón, te pedimos para que sean desbaratados sus perversos planes!

¡Oh Jesús Sacramentado! ¡Oh, María Inmaculada!, velad, velad por España, salvad a esta Nación tan Vuestra, de todos los peligros que puedan amenazar su fe, su tranquilidad y su orden, como así lo desea tu Divino Hijo.


         LOS SITIOS MÁS ARDIENTES DEL INFIERNO ESTÁN RESERVADOS PARA QUIENES, EN MOMENTOS DE CRISIS MORAL Y ATEA, GUARDAN NEUTRALIDAD, SILENCIO Y PERMANECEN INACTIVOS.

(Fin de la fotocopia)



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REFLEXIÓN PERSONAL



       Esta es la herencia política española: desastre moral y económico, que siempre van estrechamente unidos; leyes aprobadas, en connivencia con los progresistas, la masonería y el marxismo trasnochado, que aún no ha abolido el nuevo gobierno:  
                                                                                                 
-Memoria Histórica, que ha resucitado el odio de la guerra civil entre los españoles.
-Píldora del día después, que dijeron, mintiendo, que no era abortista.
-Despenalización del Aborto.
-Ley del divorcio exprés, que perjudica siempre al más débil de los esposos, y sobre todo a los hijos.
-Equiparación del matrimonio homosexual con el tradicional, con derecho de adopción de niños, que serán los gran perjudicados, teniendo que sufrir la mofa de sus compañeros de estudio.
-Educación para la Ciudadanía, obligatoria en las escuelas,para tratar de abolir la herencia Cristiana, e imponer el ateísmo.
-Adoctrinamiento de la Sociedad para aprobar la eutanasia activa.
-Promiscuidad sexual, con consentimiento de las relaciones sexuales para niñas de 13 años, a pesar de la negativa de los padres, a los cuales se les quita toda autoridad, para entregársela al Estado.

     -Denigración en todos los Medias de todo lo Religioso, representado como algo del pasado y propio de fanáticos.

Y para colmo: El Cardenal, que se ha reunido en un coloquio público con el desastroso político Zapatero, que arruinó moralmente y económicamente el País, intercambiando grandes elogios, y hablando de futilidades.

Es el pastor que se reúne con el lobo, con el diálogo siguiente:

-“Es Ud. un lobo educado y elegante, ¡respeto sus modales y su dedicación por las ovejas!”.

-“Es Ud. un pastor atento y complaciente, agradezco sus modales y su proceder tan diferente de los otros pastores de la Edad Media, que atacaban con odio y ensañamiento a los lobos que tachaban de crueles y sanguinarios”.

-“Es que todos somos hijos de Dios, y Él nos ama a todos por igual, a santos y a pecadores, de la misma manera, yo le amo a Ud, hermano lobo, le respeto y tiene todo mi afecto”.

-“Hermano pastor, le agradezco que no ponga prohibiciones a sus ovejas, y que les deje plena libertad para que puedan entregarse a mí, tenga por seguro de que conmigo serán felices, porque vivirán libres, disfrutando en las verdes praderas, llenas de preciosas flores silvestres, y yo sabré cuidarlas y educarlas”.

Y el “E(x)merito” Cardenal, que declaró públicamente en la T.V. autonómica andaluza, gobernada por Socialistas y Comunistas; que "tendríamos que “mimar” a los políticos, sean del color político que sean" (sic).
Y esto, a pesar de saber que muchos de ellos se han repartido el dinero destinado a los parados.
Seguramente por esas declaraciones, fue condecorado y aplaudido públicamente por la Autonomía.

Todo esto, me recuerda lo que oí que dijeron unos atracadores a la policía que los detuvo “in fraganti", y que apareció en la Prensa.

-“¿Por qué nos detienen?, ¡Ustedes hagan su trabajo y déjennos a nosotros hacer el nuestro!”.








jueves, 15 de noviembre de 2012

COMO HA DE SER LA NUEVA EVANGELIZACIÓN IMPULSADA POR EL SÍNODO


EL CORRIMIENTO DE TIERRAS DE OLIVARES





El 19 de Abril de 1.986, estando trabajando como Ingeniero de Caminos en la Diputación Provincial de Granada, ocurrió un acontecimiento sorprendente, que voy a tratar de comparar con la situación religiosa actual: la DECRISTIANIZACIÓN de la Sociedad.

En ese pueblo, de la Provincia de Granada, de una orografía muy accidentada, situado en un profundo valle, por el cual discurre  el  río Velillas,  entre altas cumbres, una de ellas, situada en el margen derecho del río, empezó a deslizarse, amenazando con sepultar el pueblo. Una una lengua de tierra  de un kilómetro de largo y de una anchura entre 75 y 350 metros se movía a una velocidad increíble.

Inmediatamente, el Presidente de la diputación, mandó a todo el equipo de topografía para hacer un seguimiento del corrimiento.
En vista de que ese corrimiento era imparable, ya que las medidas topográficas indicaban movimientos de más de un metro a la hora, y en vista de que ya muchos olivos centenarios estaban ya tumbados, con desplazamientos de 25 metros, y de que varias casas de la ladera estaban desplazadas, se mandó a toda la maquinaria pesada de obras públicas de Andalucía, que empezara a excavar para evitar que la montaña que avanzaba inexorablemente, llegara a sepultar el pueblo, y a  crear un embalse al atravesar el cauce del río, ya que se había colocado un entubamiento metálico para crear un túnel para que pasara el río, pero el empuje de las tierras lo había aplastado. 

Desgraciadamente, toda la maquinaria pesada como retroexcavadoras gigantes, que no paraban día y noche de cargar un ejército de camiones, que descargaban la tierra en un llano a la salida del pueblo, creando una nueva montaña de tierra, eran incapaces de impedir la amenaza que se avecinaba: el enterramiento y la aniquilación de todo el pueblo de Olivares, y la creación de un lago natural, a causa de la presa de tierra que se estaba formando al cortar la lengua de tierra el cauce del río.

En vista de que todos los medios materiales eran incapaces de detener el avance del monte, el Presidente convocó en el Pueblo a todos los Ingenieros de Caminos, y los Arquitectos de la Diputación, e igualmente  acudieron desde Madrid varios catedráticos de Geología. Acudieron igualmente todas las fuerzas de seguridad de la Provincia, como la guardia civil y protección civil, así como, naturalmente todos los reporteros y periodistas de Andalucía.

Como ocurre siempre cuando se convoca una comisión de expertos, las conclusiones fueron dispares y contradictorias, Se habló de crear un canal en la margen izquierda del río, para desviar  su cauce, del lado opuesto al corrimiento, los militares propusieron dinamitar el puente que cruzaba el río aguas arriba del pueblo para facilitar su desagüe, pero nadie aportaba soluciones para detener el avance imparable de la montaña.
En cierto momento, el Presidente mandó a un ayudante que llamara a los “especialistas”, que estábamos reunidos en la planta baja, para que emitieran sus conclusiones:
-“Dice el Presidente que los técnicos suban a hablar con él, para que emitan sus dictámenes”
-“Aquí no hay técnicos, contestó airado un catedrático, somos todos catedráticos y titulados superiores”

En vista de esta situación, apareció el Presidente y dijo:
“Que no se entere la Prensa de que no tenéis ni la menor idea de cómo solucionar el problema”(sic)

El problema se solucionó por fin, cuando un humilde agricultor del pueblo, afirmó que en la explanada que había en lo alto de la montaña, había un manantial de agua que se infiltraba, lo que producía la lubricación entre la montaña arcillosa y la roca subterránea en la cual descansaba. Una vez desviada el agua del manantial. La montaña se detuvo y el pueblo volvió a la normalidad.

ANALOGÍA CON LA CRISIS ACTUAL:

-El pueblo de Olivares: El Pueblo de Dios
-El Corrimiento de tierras: El castigo por la impiedad y la relajación provocadas por Satanás y sus secuaces..
-La Comisión de Catedráticos; Ingenieros y Arquitectos: Los Cardenales,  Arzobispos y Obispos
-La maquinaria pesada: La predicación para la nueva Evangelización.


EL CONSEJO DEL HUMILDE AGRICULTOR:

Las advertencias que trasmite siempre la Santísima Virgen María, a los más humildes: Los pastorcillos de Fátima, Santa Bernardita:

Oración; sacrificio, amor y santo temor de Dios, que es el único medio que existe para la santificación de las almas, solo así se puede cortar el manantial producido por Satanás, para sepultar a las almas, que es la relajación general.

Esta amenaza provocada por la decristianización, nunca se podrá evitar con  la predicación de la doctrina “descafeinada”, y del dios “merengue”, que es incapaz de mandar a nadie al Infierno, porque todos somos hijos suyos, lo que propicia el olvido de la Ley de Dios, y  atrae el castigo divino.




lunes, 12 de noviembre de 2012

ANÁLISIS DE LAS DESVIACIONES DE LOS SACERDOTES RESPONSABLES DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA;







          Tremendo Juicio de Jesús para las almas consagradas, que tenían que ser los faros que alumbran a las almas que les confió Jesús, pero que sin embargo están pendientes de otros menesteres, y muchas veces entorpecen el camino de la Salvación, y son un obstáculo para los fieles. Son los que abandonan, como desertores el combate que tienen que mantener contra los enemigos de las almas y de Dios, ocupándose de satisfacer lo que les gusta y lo que le gusta a la mayoría del pueblo, y alejándose de la Ley de Dios, que siempre, como lo dijo San Pablo, es una locura para el mundo, y al revés, lo más subido para el mundo es una locura para Dios.

          Y así, en el curso de la Historia se ha  comprobado, como la Iglesia en cuanto a cierta Jerarquía, se ha empeñado en adaptarse a las modas de los hombres, pero casi nunca ha tenido la suficiente valentía para insistir en una doctrina que era contraria a la mentalidad mayoritaria de la Sociedad. Y no hablemos de los nuevos teólogos, que trataron de imponer su doctrina, primero con la Teología de la liberación, ya que era la moda, debido a la fascinación de la gente por las ideas marxistas, y una vez que se demostró que eran una falacia, ahora se empeñan en una nueva moda: La teología de la secularización y de la desacralización, con sus nuevos teólogos que son los abanderados de la nueva moda, y siempre, como lo dice Jesús, con sus seguidores sacerdotales, que quieren a toda costa aparecer como los precursores de la “nueva evangelización”.

         Cuentan en el libro de la vida del Santo cura de Ars, como transformó un pueblo con una Iglesia prácticamente vacía de fieles, en un lugar de peregrinaje en donde los fieles hacían cola durante varios días para poder confesarse.

En cierta ocasión, un sacerdote vecino le confesó que en su pueblo, la gente no tenía devoción, a lo cual el Santo cura le preguntó: ¿Ha ayunado Ud?, ¿ha hecho penitencia?

          Y está claro, que ya que el ministro de Dios no puede dar lo que no tiene, por eso la Evangelización, tiene que empezar por su santificación, en caso contrario, ocurrirá lo que dijo Jesús: “Corréis cielo y tierra para hacer un prosélito, y cuando lo conseguís, hacéis de él un ser más imperfecto que vosotros mismos”

           Cuantos ejemplos que he vivido personalmente, podría aquí relatar, pero quiero también aquí destacar a ciertos sacerdotes que me han causado una sublime admiración, y aquí no hay que tener discernimiento de los espíritus, para reconocer su Santidad, basta, como así lo dice S. Juan de la Cruz, ver su actitud en la celebración de la Santa Misa, en su manera de comportarse, en el respecto ante el Santísimo, ya que como lo dice el Santo, la humildad es imposible ocultarla aunque se quiera.

          Luego están sus palabras en la homilía, que diferencia entre algunos que son capaces de hablar y hablar, para no decir nada, o incluso palabras heréticas, y el verdadero espíritu poseído por la Divinidad, que dice palabras que te llenan de alegría y de admiración, a eso se refería Jesús cuando decía: “Mis ovejas reconocen mi voz; no escuchan la voz de los extraños”.




LAS ALMAS CONSAGRADAS: ACERTADA Y GRAVE ACUSACIÓN A LOS SACERDOTES NEGLIGENTES Y ALABANZA A LOS SACERDOTES SANTOS.
(De los cuadernos de Mª Valtorta 27-1-1.944)


Dice Jesús:

  Es doloroso dictar, escribir, leer estas páginas. Pero es la Verdad y hay que decirla. Escribe. Es para los sacerdotes.

Se acusa mucho a los fieles de ser poco fieles y muy tibios, se acusa mucho a los hombres de no tener caridad, ni pureza, ni despego de las riquezas, ni espíritu de fe. Más así como los hijos, salvo raras excepciones, son como los padres (no tanto por las enseñanzas sino por el ejemplo), también los fieles son, salvo las excepciones siempre presentes. Tal como los forman los sacerdotes, no tanto con las palabras sino por el ejemplo.

Las iglesias, esparcidas en medio de las casas de los hombres deberían ser como un faro y un centro de purificación, de ellas debería emanar una luz dulce y potente, penetrante y atrayente, que como sucede con la luz del día, penetrara a pesar de todas las barreras en los corazones.

[...] Del mismo modo, si de las iglesias esparcidas entre las casas se difundiera una “luz” igual a la que Yo os he indicado con vuestro signo ¡oh sacerdotes, a quienes denomino “luz del mundo” (Mt. 5-14,16) (¡os llamé así cuando os creé !), aún en los corazones más cerrados penetraría una hebra, un punto, un polvillo de luz, lo suficiente para engendrar en los corazones hambre de luz, de “esa Luz”.

Más ¿cuántas son las iglesias de las que emana una luz tan viva que es capaz de forzar las puertas cerradas de los corazones y penetrar en ellos para llevarlos a Dios, a Dios que es Luz?, más cuantos sois vosotros, los párrocos y clérigos; vosotros lo sacerdotes y monjes; vosotros, todos los que Yo he designado para que fuerais portadores de Mí hasta los corazones, cuántos de vosotros, las almas de la Iglesia, estáis inflamados por la Caridad hasta tal punto que lográis romper el hielo de las almas y llevar al corazón de los hombres el amor de Dios y el amor a Dios, que es Caridad?

Los dolores de los hombres son diversos de los vuestros. O al menos, los vuestros deberían ser diversos, porque tendrían que consistir en las penas provocadas por el celo hacia vuestro Señor Dios, que no es amado lo bastante; provocadas por los fieles que se pierden; por los pecadores que no se convierten. Solo estos, no otros, deberían ser vuestros dolores porque al llamaros, no os asigné una mansión, una mesa, una fortuna, una familia, sino una cruz, mi Cruz, ésa en la que perecí desnudo, ésa e la que expiré solo, esa en la que subí despojado de todo, despojado hasta de mi pobreza, que era riqueza comparada con mi miseria de ajusticiado al que solo le queda el patíbulo hecho con poca madera y tres clavos, y un puñado de espinas entrelazadas formando una corona. Esto lo recuerdo para decirles a todos – y a vosotros en particular – que las almas se salvan con el sacrificio, con la generosidad en el sacrificio llevado hasta el despojo total, absoluto de los afectos, de las comodidades, de lo necesario de la vida.

En cambio, los hombres acosados por sus dolores - ¡Y sólo Yo sé cuántos son! -, tendrían que poder mirar hacia su Iglesia como una madre en cuyo regazo se va a llorar y a escuchar palabras de consuelo, tras haberle narrado las propias angustias, con la certeza de ser escuchados y comprendidos. En los momentos en que los envuelven las tinieblas  - provocadas por tantas cosas no siempre originadas en su voluntad, sino impuestas por voluntad ajena, por un complejo de circunstancias que les inducen a creer en el error o a dudar de Dios – los hombres tendrían que encontraros a vosotros, los portadores de luz, de mi Luz; a vosotros los piadosos como el samaritano; a vosotros que sois maestros como vuestro Maestro; a vosotros que sois padres como vuestro Padre.

La Tierra, corrompida por tantas cosas, fermenta como un cuerpo que se pudre y contamina las almas con su hedor de pecado. Mas si las Iglesias esparcidas por las casas fueran incensarios en los que un sacerdote vive ardiendo y se inflama amando, el hedor del mundo quedaría equilibrado por el perfume de Dios, que emana del corazón de los sacerdotes que viven en total “fusión” con Dios, anulados en Dios hasta ser únicamente semejantes a Mí. Dios, que estoy en el Sacramento a disposición del hombre en todo momento, sin desfallecimientos, sin soberbias; entonces, los corazones se purificarían.

Los sacerdotes que son así, es decir perfectos, son como el sol. Aspiran las almas hacia el cielo como si fueran gotas de agua y las purifican en la atmósfera celeste para ser luego como nubes que se disuelven lentamente en benéfico rocío, de noche, recatadamente, para llevar refrigerio a las heridas y las quemazones de los corazones, pobres flores heridas por tantas cosas.

         Aspiran, atraen a sí: para ello es necesario tener una fuerza muy grande. Solo el amor vivísimo hacia el Señor y hacia los hermanos puede dárosla. Si lo queréis, permaneciendo firmes en  Dios y en lo alto, muy en lo alto respeto a la Tierra, vosotros podéis atraer las almas hacia vosotros, o sea a Dios, en quien vivís. Es una operación que requiere generosidad y constancia. Hasta un parpadear puede servir para este fin.

 Todas vuestras acciones deben proponerse esta meta. Hay miradas que pueden convertir un corazón, si en tales miradas resplandece Dios.

     Disolverse: sacrificarse, de todas las maneras, recatadamente, llevando a las almas abrasadas al refrigerio celeste, que se difunde tan dulcemente que ellas no saben cuando les ha llegado, aunque se encuentran regadas por él. Tal como lo hace el rocío que, silencioso y púdico, desciende mientras que todo reposa: los hombres, los animales y las flores; limpia el aire de las impurezas del día, sacia la sed de los tallos y las frondas y los cubre de perlas.

Sacrificio, más y más sacrificio, ¡oh, sacerdotes! Plegaria, más y más plegaria, ¡oh, pastores!

Os he llamado pastores. No os he llamado “solitarios” ni tampoco “capitanes”. El solitario vive por su cuenta. El capitán marcha a la cabeza de los suyos. En cambio, el “pastor” está en medio de su rebaño y lo guarda. No se aísla porque el rebaño se dispersaría. No camina a la cabeza de él, porque las ovejas distraídas quedarían rezagadas en el camino y a la merced de los lobos y los ladrones.

Si no es un enajenado, el pastor vive en medio de su rebaño, lo llama, lo reúne, va incansablemente de un extremo al otro del mismo, lo precede en los puntos difíciles, es el primero en tantear las dificultades, las allana en lo posible, se afana en hacer seguros los tramos dificultosos, luego permanece en el punto más arduo para controlar el paso de sus ovejillas y si ve alguna temerosa o débil, se la pone sobre los hombros y la lleva más allá del punto peligroso; si aparece el lobo, no huye; al contrario, se arroja sobre él, poniéndose delante de sus ovejas, y las defiende, aún a costa de morir para salvarlas. 

Se inmola por ellas, para saciar el hambre de la fiera, de tal modo que esta no sienta la necesidad de devorar. ¡Cuántas fieras acechan a las almas! El Pastor no pierde tiempo en inútiles diálogos con los que pasan, no se distrae con cosas que no le competen. Se ocupa de su rebaño y nada más.

     Ahora poned atención. ¿No parece estar leyendo el capítulo 8º de Ezequiel?


   Primer ídolo: los celos.

Tendríais que ser caridad, ¿no es verdad? Tendríais que ser caridad para inducir a otros a la caridad. Y en cambio, ¿qué sois? Tenéis celos el uno del otro. Os ofendéis si un laico os critica. Más, ¿no os criticáis recíprocamente, y a menudo injustamente? El superior critica a los inferiores. El inferior critica a los superiores. Tenéis celos si uno de vosotros se destaca, si uno de vosotros tiene éxito, si uno de vosotros se enriquece. Es más, esto, que tendría que horrorizaros, es lo que más os apetece. ¿Acaso era rico Yo, el Sacerdote eterno? Sed perfectos y os notarán y alabarán, aún cuando tendría que interesaros solo la alabanza de vuestro Dios. Sed perfectos y alcanzaréis el único fin digno de vuestro hábito: el de llevar almas a Dios.

Segundo ídolo o mejor, numerosos ídolos: Las diversas herejías que en vosotros sustituyen el culto que deberíais practicar

También vosotros, como los setenta ancianos que nombra Ezequiel, incensáis a los ídolos, cada uno al que prefiere. Y lo hacéis en la oscuridad, esperando que el ojo de los hombres no os vea. Pero  os ven. Y los escandalizáis. Porque los fieles, y los hombres en general, son como los niños, que aunque parezca que no os observan, no pierden nunca de vista ni de oídos a los mayores.

Más, ¿es que no sabéis que, aun cuando el hombre no os viera, Dios os ve? Y entonces ¿Por qué esparcís vuestro incienso ante el poder del oro o ante el poder del hombre?¿Es que acaso no veo desde lo alto de mi Trono que demasiados sacerdotes míos ocupan el tiempo – ese tiempo que Yo les otorgo para que lo empleen en la propia misión sacerdotal – dedicándose a tratos humanos, aptos para aumentar su bienestar? Si, lo veo ¿Es que acaso no observo – y, al hacerlo, mi corazón siente un profundo disgusto – que demasiados sacerdotes míos abjuran mi Ley para obedecer a la ley de los hombres desgraciados, porque así esperan obtener honores y ganancias?  Sí, lo veo.

¡Oh, sacerdotes politicastros! ¡Sois los miembros del Sanedrín de hoy! Mas, recordad cual fue el final del Sanedrín, precisamente por obra de aquéllos a cuyos pies habían prosternado su conciencia y violado mi Ley. Y no os digo nada más. Todo esto acaeció por parte de los hombres. Lo demás os llegará después, por el Juez Eterno y Justo.

Tercer ídolo: la sensualidad.

Sí, veo también esto. Y no agrego nada más por respeto hacia mi “portavoz”. Mas, que cada uno de vosotros se examine para comprobar si en lugar de las únicas criaturas femeninas que le es permitido a un sacerdote recordar con amor – es decir, mi Madre y la propia -, no existe una diosa pagana. Recordad que me tocáis, que me recibís. Nada más. No pongáis al purísimo en contacto con una carne manchada por la lujuria.


Cuarto ídolo: la adoración de Oriente.

Las sectas. Sí, también veo esto ¿Y no tendría que mirar con desdén a muchos de vosotros y dirigir a muchos las invectivas que dirigí a los fariseos y a los doctores de mi época? ¿Y no tendría que suscitar “luces” entre los laicos que me aman como muchos de vosotros no me aman, por piedad hacia las almas que dejáis en el hielo, en la oscuridad, en la impureza, hacia las almas para las que no sois un camino hacia Dios, sino un sendero que lleva hacia abajo? 

¿Cómo osáis repetir mi Palabra y predicar mi Ley cuando dicha Palabra y dicha Ley son una condena para vosotros? El que es puro que sea aún más puro y el que no es puro, que se purifique.

La humanidad se encuentra ante una gran encrucijada. De allí parten dos caminos: uno sube y llega a Dios; el otro baja y conduce a Satanás. En la encrucijada hay una piedra. Sois vosotros. Si hacéis de vosotros un baluarte y un estímulo hacia el primer camino, Satanás no irrumpirá y las almas serán impulsadas hacia Dios. Más si sois vosotros los primeros en rodar por la pendiente de Satanás, arrastraréis a la humanidad, con anticipación, hacia los horrores del Anticristo.

Y si este debe venir, ¡ay de los que anticipan su venida y la prolongan! Porque él dejará de existir a la hora eterna fijada y cuanto más largo será el tiempo de su permanencia, mayor será el número de las almas que se perderán. Más recordáoslo: ni siquiera una de ellas dejará de ser vengada, pues si vuestro Dios ve hasta el pájaro que muere, ¿Cómo puede no ver un alma que muere? A sus asesinos, quienesquiera que sean, exigiré la razón y decretaré mi condena”.







viernes, 9 de noviembre de 2012

SUBLIME DISCURSO DE JESÚS A LAS ALMAS CONSAGRADAS


Reunión de los Obispos con el Papa Benedicto



           Los Sacerdotes son las estrellas del Cielo, puestos por Dios para iluminar las tinieblas de la noche y marcar el rumbo que han de seguir los fieles para orientarse hacia el Camino que lleva a la Vida Eterna. Son las estrellas que guían a los navegantes de noche para llegar a buen Puerto. 

        Muchas de esas estrellas ya no alumbran porque el Dragón Infernal ha barrido con su cola la tercera parte de estas estrellas, ya que sabe que así, muchas almas incautas se quedarán desorientadas, y así le será mucho más fácil llevarlas a su rebaño. 





Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta

(Advertencia a los Queiruganos; Massiánicos; Künguistas, relativistas y progresistas, Teólogos de la Secularización; y los que se creen elegidos e iluminados)


              Dice Jesús:

         (...) Vosotros sois un grupo de personas, pero formáis un núcleo, o sea, una sola cosa. Por tanto, sois un complejo que se forma como ente, y que debe de ser estudiado en sus características singulares, más o menos buenas, para formarle, amalgamarle, quitarle las aristas, enriquecer sus lados poliédricos y hacer de él una única cosa perfecta. Por tanto, Yo os estudio incluso cuando dormís.

¿Qué sois vosotros? ¿Qué tenéis que llegar a ser? Vosotros sois la sal de la Tierra; tales debéis llegar a ser; sal de la Tierra. Con la sal se preservan las carnes de la corrupción y no solo la carne, sino muchos otros alimentos. Pero, ¿acaso podría la sal salar si no fuera salada? Yo quiero salar al mundo con vosotros, para sazonarlo de sabor celeste. Pero, ¿Cómo podréis salar si perdéis el sabor?

¿Que os hace perder el sabor celeste? Lo que es humano. El agua del mar, del verdadero mar, no es buena para beber de lo salada que es ¿no es verdad? Y a pesar de todo, si uno coge una copa de agua de mar y la echa en una hidria de agua dulce, puede beber, porque el agua de mar está tan diluida que ha perdido su acritud. La humanidad es como el agua dulce que se mezcla con vuestra salinidad celeste. Aún más; suponiendo que se pueda derivar un río del mar e introducirlo en el agua de este lago, ¿acaso podríais volver a encontrar ese hilo de agua salada? No. Habría quedado perdido entre tanta agua dulce. Esto sucede con vosotros cuando hundís vuestra misión, mejor dicho, la sumergís en mucha humanidad.

Sois hombres. Sí. Lo sé. Pero ¿y quien soy Yo? Yo soy aquel que tiene consigo toda la fuerza. Y ¿qué hago Yo? Os comunico esta fuerza puesto que os he llamado. Pero ¿para qué sirve esta fuerza que os comunico si la desparramáis bajo avalanchas de sentido y de sentimientos humanos?

Vosotros sois, debéis ser, la luz del mundo. Os he elegido: Yo, Luz de Dios, entre los hombres, para continuar iluminando al Mundo una vez que he vuelto al Padre. Pero ¿Podréis iluminar si no sois más que unos candiles apagados o humeantes? No. Es más, con vuestro humo – peor es el humo vagaroso que la absoluta muerte de una mecha – entenebreceríais ese vestigio de luz que aún pueden tener los corazones, ¡Oh, desdichados aquellos que buscando a Dios, se dirijan a los Apóstoles y en vez de luz obtengan humo! Sacarán de ello escándalo y muerte. Ahora bien, los Apóstoles indignos recibirán maldición y castigo.

“¡Habéis sido llamados para grandes cosas, pero al mismo tiempo, tenéis un grande, tremendo compromiso! Acordaos de que a aquel a quien más se le da más está obligado a dar. Y a vosotros se os da el máximo, en instrucción y en don. Sois instruidos por Mí, Verbo de Dios, y recibís de Dios el don de ser los “discípulos”, o sea, los continuadores del Hijo de Dios. Quisiera que esta elección vuestra fuera siempre objeto de vuestra meditación, y que continuarais escrutándoos y sopesándoos… y si uno siente que es apto para ser fiel – no quiero ni siquiera decir: “si uno no se siente más que pecador e impenitente”, digo solo: “si uno se siente apto para ser sólo un fiel” – pero no siente en sí el nervio del Apóstol, que se retire.

El mundo, para sus amantes, es muy vasto, bonito, suficiente, vario. Ofrece todas las flores y todos los frutos aptos para el vientre y para el sentido. Yo no ofrezco más que una cosa: La Santidad.

Esta, en la Tierra es la cosa más angosta, pobre, abrupta, espinosa, perseguida que hay. En el Cielo su angostura se vuelve inmensidad; su pobreza, riqueza; su espinosidad, alfombra florida; su escabrosidad, sendero liso y suave; su persecución, paz y beatitud. Pero aquí, ser Santo supone un esfuerzo  heroico. Yo no os ofrezco más que esto.

¿Queréis permanecer conmigo? ¿No os sentís capaces  de hacerlo? ¡Oh, no os miréis asombrados o apenados! Aún muchas veces me oiréis hacer esta pregunta, cuando la oigáis, pensar que mi corazón al hacerlo llora, porque se siente herido ante vuestra sordera ante la vocación. Examinaos entonces, y luego juzgad con honestidad y sinceridad y decidid. Decidid para no ser réprobos. Decid: “Maestro, amigos, me doy cuenta de que no estoy hecho para este camino. Os doy un beso de despedida y os digo: Rogad por mi”. Mejor es esto que  traicionar. Mejor esto…

¿Qué decís? ¿A quien traicionar? ¿A quien? A mí. A mi Causa, o sea a la causa de Dios, porque Yo soy uno con el Padre, y con vosotros. Si, os traicionaríais. Traicionaríais vuestra alma, dándosela a Satanás. ¿Queréis seguir siendo hebreos? Pues Yo no os fuerzo a cambiar. Pero no traicionéis. No traicionéis a vuestra alma, al Cristo y a Dios. Os juro que ni Yo ni mis fieles os criticarán, como tampoco os señalarán con el dedo para desprecio de las turbas fieles. Hace poco un hermano vuestro ha dicho una gran palabra: “Nuestras llagas y las de los que amamos, uno trata de mantenerlas escondidas”. Pues bien, quien se separase sería una llaga, una gangrena que, nacida en nuestro organismo apostólico, se desprendería por necrosis completa, dejando un signo doloroso que con todo cuidado mantendríamos escondido.

        No, no lloréis, vosotros los mejores, no lloréis. Yo no os guardo rencor, ni soy intransigente por veros tan lentos. Os acabo de tomar y no puedo pretender que seáis perfectos. Pero ni siquiera lo pretenderé dentro de unos años, después de decir cien y doscientos veces la misma cosa...Es más, escuchad: pasados unos años, seréis, por lo menos algunos, menos ardorosos que ahora que sois neófitos.

          La vida es así...la humanidad es así...Pierde el ímpetu después del arranque inicial.

        Pero, (Jesús se levanta improvisamente) os juro que Yo venceré. Depurados por natural selección, fortificados por una mixtura sobrenatural, vosotros, los mejores, seréis mis héroes, los héroes del Cristo, los héroes del Cielo.

          El poder de los Césares será polvo respecto a la realeza de vuestro Sacerdocio.

    Vosotros, pescadores de Galilea, vosotros, ignotos Judíos, vosotros, números entre la masa de los hombres presentes, seréis más conocidos, aclamados, venerados, que César y que todos los Césares que tuvo y que tendrá la Tierra.

          Vosotros, conocidos, vosotros benditos en un próximo futuro y en el más remoto de los siglos, hasta el fin del Mundo.
        Para este sublime destino os elijo, a vosotros que sois honestos en la Voluntad, y para que seáis capaces de él, os doy las líneas esenciales de vuestro carácter de Apóstoles.

      Estad siempre vigilantes y preparados. Vuestros lomos estén siempre ceñidos, y vuestras lámparas encendidas, como es propio de quienes de un momento a otro tienen que partir o acudir al encuentro de uno que llega. Y la verdad, es que vosotros sois, seréis, hasta que la muerte os detenga, los incansables peregrinos que van en busca de los errantes; y hasta que la muerte la apague, vuestra lámpara debe ser mantenida alta y encendida para indicar el camino a los extraviados que van hacia el redil de Cristo.

      Tenéis que ser fieles al Dueño que os ha colocado en cabeza para este servicio. Será premiado aquel siervo que el Dueño encuentre siempre vigilante y la muerte sorprenda en estado de Gracia.

        No podéis, no debéis decir: "Soy joven. Tengo tiempo de hacer esto o aquello y luego pensar en el Dueño, en la muerte, en mi alma". Mueren tanto los jóvenes como los viejos, los fuertes como los débiles, y viejos y jóvenes, fuertes y débiles están igualmente sujetos al asalto de la tentación.

          Tened en cuenta que el alma puede morir antes que el cuerpo y podéis llevar en vuestro caminar, sin saberlo, un alma putrefacta. ¡Es tan insensible el morir de un alma! Como la muerte de una flor, sin un grito, sin una convulsión...inclina solo su llama como corola cansada y se apaga.

        Después, mucho después, alguna vez, inmediatamente después otras veces, el cuerpo advierte que lleva dentro un cadáver verminoso, y se vuelve loco de espanto y se mata por huir de ese connubio... ¡Oh, no huye! Cae exactamente con su alma verminosa sobre un bullir de sierpes en la Gehena.

      No seáis deshonestos como intermediarios o leguleyos que se ponen de parte de dos clientes opuestos.

      No seáis falsos como los politicastros que llaman "amigo" a este o a aquel, y luego son enemigos de ambos.   

      No penséis actuar de dos modos. De Dios nadie se burla. A Dios no se le engaña. Comportaos con los hombres como os portáis con Dios, porque una ofensa a los hombres es como si hubiera sido hecha a Dios. Desead ser vistos por Dios como deseáis ser vistos por los hombres.

       Sed humildes. No podéis acusar a vuestro Maestro de no serlo. Haced como hago Yo. Humildes, dulces, pacientes. El mundo se conquista con eso, no con violencia y fuerza.

    Sed fuertes y violentos contra vuestros vicios, eso sí, arrancadlos de raíz, a costa incluso de dejaros desgarrados pedazos de corazón. 

      Hace unos días os he dicho que vigiléis las miradas, más no lo sabéis hacer. Os digo: Sería mejor que os quedarais ciegos arrancándoos los ojos inmoderados que acabar siendo lujuriosos.

        Sed sinceros. Yo soy Verdad en las cosas excelsas y en las humanas. Deseo que también vosotros seáis auténticos. ¿Por qué andarse con engaños conmigo o con los hermanos o con el prójimo? ¿Por qué jugar con engaño? ¡Tan orgullosos como sois y no tenéis el orgullo de decir: “Quiero que no me puedan considerar mentiroso”?

         Y sed auténticos con Dios. ¿Creéis que le engañáis con formas de oraciones largas y vistosas? ¡Pobres hijos! ¡Dios ve el corazón!

        Haced el bien castamente. Me refiero también a la limosna. Un Publicano ha sabido hacerlo antes de su conversión. ¿Y vosotros, no vais a saber hacerlo? Si, te alabo Mateo por la casta limosna semanal de la que solo Yo y el Padre sabíamos que era tuya. Y te cito como ejemplo. Esto también es castidad, amigos (…)

    El acto bueno es virgen cuando resulta exento de connubio con pensamiento de alabanza y de estima, o exento de soberbia.

        Sed fieles esposos de vuestra vocación a Dios. No podéis servir a dos señores. El lecho nupcial no puede acoger a dos esposas contemporáneamente. Dios y Satanás no pueden compartir vuestros amorosos abrazos. El hombre no puede, como tampoco lo pueden ni Dios ni Satanás, compartir un triple abrazo en antítesis entre los tres que se lo dan.

         Manteneos al margen del hambre de oro, como de hambre de carne, como de hambre de poder. Satanás os ofrece esto. ¡Oh, sus falaces riquezas! Honores, éxito, poder, abundancias: mercados obscenos cuya moneda es vuestra alma.

        Contentáos con lo poco. Dios os da lo necesario. Basta. Esto os lo garantiza, de la misma forma que se lo garantiza al ave del cielo y vosotros  valéis mucho más que los pájaros. Más Dios quiere de vosotros confianza y morigeración. Si tenéis confianza, no os defraudará; si tenéis morigeración, su don diario os bastará.

      No seáis paganos, siendo de nombre, de Dios. Paganos son aquellos que, más que a Dios, aman el oro y el poder para aparecer como semidioses. Sed Santos y seréis semejantes a Dios eternamente.

       No seáis intransigentes. Todos sois pecadores; por tanto, quered ser con los demás como querríais que los demás fueran con vosotros, o sea, llenos de compasión y perdón.

       No juzguéis ¡Oh, no juzguéis! Ya veis – a pesar de que hace poco estáis conmigo – cuantas veces, siendo inocente, he sido ilícitamente mal juzgado y acusado de pecados inexistentes. El mal juicio es ofensa, y solo los verdaderos santos no devuelven ofensa por ofensa. Por tanto, absteneos de ofender por no ser ofendidos. Así no faltaréis ni a la caridad, ni a la santa, amable, suave humildad. La enemiga de Satanás junto con la castidad.

       Perdonad, perdonad siempre. Decid: “Perdono, Padre, para que Tu perdones mis infinitos pecados”.

      Haceos mejores cada hora que pase, con paciencia, con firmeza, con heroicidad. ¿Quién puede deciros que llegar a ser buenos no sea penoso? Es más, os digo: es el mayor de todos los esfuerzos. Pero el premio es el Cielo; por tanto, merece la pena consumirse en este esfuerzo.

      “Y amad, ¡Oh, ¿Qué palabra debería decir para induciros al Amor?! No existe ninguna que sea adecuada para convertiros a él, ¡Oh, pobres hombres a los que Satanás azuza! Entonces, he aquí que Yo digo: “Padre, acelera la hora del lavacro. Esta tierra está seca. Este rebaño tuyo está enfermo. Más hay un rocío que puede aplacar la aridez y limpiar. Abre, abre su fuente. Ábreme a Mí, ábreme. Padre, Yo ardo por hacer Tu deseo, que es el Mío y el del Amor Eterno. ¡Padre!, ¡Padre!, ¡Padre! Dirige tu mirada sobre tu Cordero y sé Tú su Sacrificador”.

     Jesús se manifiesta verdaderamente inspirado. Erguido en pié, con los brazos extendidos en cruz, el rostro hacia el cielo, con el azul del lago detrás, con su vestido de lino, parece un Arcángel orante.

      Se me anula la visión en el momento de este acto suyo.