MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 23 de octubre de 2012

LA ABOLICIÓN DE LA MONARQUÍA TRAS LA TOMA DE LA BASTILLA








         Esta es la verdadera historia de la toma de la Bastilla,  previa a la abolición de la Monarquía, contada por el gran historiador francés André Castelot, toma que ahora está considerada por todos los progresistas como la abolición de la terrible explotación del Pueblo por la Monarquía y por la Nobleza. Veremos como esa leyenda, es una sublime mentira, ya que la cárcel contenía solo siete prisioneros, que vivían a "cuerpo de Rey", que llevaban sus muebles a la fortaleza, y se quejaban al Rey de que los pollos no estaban lo suficientemente rellenos. 

        Los asaltantes, después de prometer a la Guardia de la cárcel, que respetarían sus vidas si no utilizaban los cañones, para poder entrar en la plaza, pasaron a cuchillo a todos los soldados, y pasearon la cabeza del Gobernador de la fortaleza, en una pica por todo Paris, olvidándose de los siete prisioneros.

             Quiero aquí denunciar la gran mentira de la justificación del crimen y la violencia, con el pretexto de la opresión del pueblo por la clase dominante, llama la atención en este escrito el escandaloso "droit de fouage", que era un impuesto que tenían que pagar los aldeanos de Draguignan en Provenza, para poder encender el fuego y calentarse, o para llevar a pastar a los animales en los campos del Señor del lugar.


        Actualmente, este impuesto que se exigía, existe disfrazado con otro nombre: El recibo de la energía que se paga a las compañías suministradoras, y toda la variedad de impuestos que hay que pagar a las corporaciones locales o estatales. Vemos pues que los nuevos Reyes; nobles y señores, se llaman ahora Jefes de Estado (Decía Louis XIV: "l´Etat c´est moi": El estado soy Yo); banqueros, compañías energéticas, o políticos de todo pelaje, que dicen defender los intereses del Pueblo y que viven pegados a su poltrona, con sueldos y prebendas de Duques, Marqueses, Condes o Barones, verdaderas sanguijuelas, que tienen al Pueblo subyugado por toda clase de impuestos. 


Nuevos señores, que son mucho más numerosos que todos los nobles feudales, pero que en vez de actuar, por la Gracia de Dios, actúan por la "gracia" del nuevo dios: "El Pueblo", y que también tienen como los Nobles su porvenir asegurado, ya que al abandonar la política, tienen asegurados unos puestos y unas pensiones vitalicias suculentas.



LA TOMA DE LA BASTILLA
(Por André Castelot)





      “La toma de la Bastilla, como así lo escribió Jacques Godechot, no ha sido un trueno en un cielo sereno. Desde hace veinte años en el mundo occidental, ciudades y medios rurales eran el teatro de motines que se renovaban sin cesar, la del 14 de julio de 1.789 de Paris no fue en modo alguno la más violenta. Pero lo que sí le ha dado a la del 14 de julio de 1.789 su carácter casi único, es su epilogo. La toma de la Bastilla ha traído consigo la capitulación del rey ante el pueblo sublevado y, menos de un mes más tarde, la caída del Antiguo Régimen, es decir del régimen feudal que era el que imperaba en Francia desde hace mil años.”

            Creemos que, primero es indispensable tomarle el pulso a la Nación francesa. Llamemos a la barra de la Historia algunos autores de los célebres cuadernos de quejas que estaban dirigidos a los Estados Generales. Empecemos por ese campesino del pueblo de Asnières del distrito de Civray.

            “Nuestros habitantes son tan pobres, escribe, que todos los años tienen que volver a comprar otra olla de hierro para poder cocinar un poco de escasa sopa, porque el alguacil les quita, en el tiempo del pago del impuesto, la que usó todo el año, y la vende, con el resto de sus míseras pertenencias para poder hacer frente al importe del impuesto de la taille, si así puede llagar a cubrir su importe.”

             Un representante del pueblo, representado en el parlamento por el Tiers-Etat, originario de Salmonville-la-Rivière – distrito de Rouen – exclama:

              “Todo se dirige y carga sobre el Tiers-Etat…En todo momento se encuentra sobrecargado, debido al nombramiento de nuevos nobles… Cuando un nuevo noble aparece, el importe del impuesto, y sus accesorios, así como los trabajos, recaen de pleno derecho sobre el Tiers-Etat.”

         Un aldeano normando de Perriers-sur-Andelle recaba:
        “En el distrito de Rouen, la cosecha se ha visto algo mermada, ha disminuido de una quinta parte sobre la cosecha normal, lo que hace que el trigo tenga un precio excesivo. Mas de la mitad de esa parroquia, no está ya en medida de poder soportar ningún impuesto, ya que no pueden ni tener el pan que necesitan.”

         “Los pobres de Draguignán, añade un aldeano de la Provenza, no tienen ni derecho de encender fuego en sus chozas, para resguardarse del frío, si no compran costosamente ese derecho a su señor, con una contribución sobre su subsistencia y la de su familia. Ese derecho inhumano existe en Brovès y es denominado derecho de fouage. Ahí, el labrador no tiene ni el derecho de alimentar a su ganado con la hierba que crece en su campo; si lo hace, se le denuncia, se le castiga con una multa que lo arruina; y el más legítimo derecho sobre su propiedad está subordinado a la voluntad arbitraria de su señor.    
  
              -Soy originario de Montousse, explica un habitante del Pirineo: solo hay un único y verdadero tirano: el fisco, que noche y día, se dedica a sustraer el oro de la corona, la plata de los báculos, el acero de las espadas, el blanco Herminio de los vestidos, el cobre de los almacenes, el hierro de los arados y el bronce de las campanas.
  
       [...] Con toda seguridad, reina un descontento general, una desigualdad general, de ahí nace un deseo también general de todo cambiar, para así poder crear un nuevo orden de cosas. ¡Ya sabemos lo que costó establecer ese programa! Conflictos entre la Asamblea y el rey, conflicto entre el Tiers-Etat y las otras dos clases privilegiadas: clero y nobleza”.

             ¿Y en Paris?
             Abramos el diario el Journal de Hardy: “Muchos panaderos están a punto de cerrar sus tiendas, otros amasan una tercera parte menos de lo normal, además, los almacenes están desabastecidos de harina y muchas personas se aprovisionan de arroz.” Las semanas antes del drama, el ambiente estaba sobrecalentado: “Me hallaba en Paris, escribe el inglés Young, y puedo aseguraros que los negocios de vendedores de panfletos progresaban de una manera increíble. Iba al palacio real para ver las nuevas publicaciones. Cada hora había una nueva. El 9 de Junio de 1.789 aparecieron trece, el día 8 dieciséis, la semana siguiente noventa y dos.”


El Rey Luis XVI, fue el que pagó todos lo excesos de Luis XIV
fue decapitado con la Reina Marie Antoinette



      En cuanto al Rey, verdadera pompa de jabón a merced del más pequeño soplo, va a volver a jugar su papel de déspota, que había abandonado desde la reunión de las tres Ordenes (Tiers-Etat, Nobleza y Clero). Presionado por la Reina, acepta la idea de un golpe de Estado. Pero para poder resistir, para poder demostrar su fuerza, para evitar de usarla, para en su caso poder disolver la Asamblea, hay que disponer de tropas que sean seguras. Los gardes-françaises y algunas unidades extranjeras que se encuentran en la capital han dado claros síntomas de sus sentimientos: están con toda seguridad a favor del pueblo. Hay que desconfiar completamente de ellas. Por eso se le da la orden al regimiento suizo de abandonar Soissons. El regimiento de Castela acuartelado en Metz y los hussards de Lauzun, con residencia en Verdun se dirigen a Paris, mientras que, el 7 de Julio, Bouillon-Infanterie, viniendo de Louviers, se encamina hacia Nanterre.

              ¿De que se componen las fuerzas del rey? Seis regimientos acampados en Paris y en sus alrededores - lo que conjuntamente representan treinta mil hombres. Con todo eso, el rey podrá exponer su fuerza.

        Mirabeau no se equivoca, y el 8 de Julio, denuncia con violencia en la tribuna de la Asamblea los “preparativos de guerra de la Corte”. A su parecer, la concentración de las tropas será capaz de sacar “a los espíritus más formales fuera de los límites de la moderación”. Predice que el pueblo cegado se precipitará “hacia excesos, cuya contemplación le haría temblar”.

          “Nada puede compararse al terror que se apoderó de la mente de todos los diputados, a la vista de las tropas y de los cañones, escribió Rivarol. Inundaron la capital y las provincias con panfletos aterradores; y pronto, solo se habló de los atentados de la autoridad en contra de la Asamblea Nacional. Se decía unas veces que el ministerio había colocado veinte barriles de pólvora bajo la Asamblea, otras veces que cien cañones con balas rojas estaban pertrechados contra sus muros de madera. 

          Se decía que París iba a ser sitiada y ya se contaban los cañones y las bombas que le estaban destinadas: hasta tal punto que el terror, en unos, sincero y en otros simulado, se apoderó muy pronto de la capital y de las provincias. Así, mientras que el rey agrupaba soldados y multiplicaba las ayudas, La Asamblea nacional, aunaba los sufragios y multiplicaba los temores. Para decirlo en una palabra, el Rey y la Asamblea se disputaban el ejército.”

              Por esa razón, la Asamblea vota una nota rogando respetuosamente al rey de alejar a las tropas de París. El texto hace además notar que esos regimientos corren el riesgo de contagiarse de la fiebre revolucionaria que reina en París: “Los soldados, próximos a los centros de la polémica, indican los diputados, pueden olvidarse de su obligación que los hizo soldados, para acordarse que la naturaleza los hizo hombres.”

              Louis XVI, para demostrarles que a el también, la naturaleza lo hizo hombre, contesta “a esa gentuza” con este rechazo:
              las tropas solo están destinadas a reprimir, o mejor a prevenir, nuevos desórdenes, para mantener el orden y el cumplimiento de las leyes, para asegurar e incluso proteger la libertad que tiene que imperar en las deliberaciones de los Etats-Generaux.
           El rey estima adecuado, el hacerles sentir a los representantes que, si se toman la justicia por su mano, puede transferirlos a la provincia. ¿Por qué no, a Compiègne, en donde el inmenso castillo podría acogerlos? Él también en ese caso estudiaría dejar Versalles.

              -Si, sin embargo, la presencia necesaria de las tropas cerca de Paris, fuera causa de algún reparo, me decidiría, a solicitud de los Etats-Generaux a transferirlas a Noyon o a Soissons y entonces, yo mismo iría a Compiègne, para poder mantener la comunicación que tiene que existir entre la Asamblea y entre mi persona.

           El 10 de Julio los acontecimientos empiezan a deteriorarse…
“El regimiento de artillería, escribe Camille Desmoulins, siguió el ejemplo de los gardes-françaises, ha forzado a los centinelas y vino a juntarse con los patriotas del Palacio Real. Al parecer, la mayoría de los patriotas siguen su ejemplo. Solo se pueden ver a gente del pueblo que se juntan con todos los militares que encuentran: ¡Vallamos, viva el Tiers-Etat! Y se los llevan a la taberna, en donde se brinda a la salud de las comunas.”

             El Rey está ahora empeñado – y ya, nada lo puede detener. Necker está en desacuerdo con las medidas militares que se tomaron y Louis XVI, acordándose de la actitud de su “principal ministro”, en el conflicto entre los tres representantes de la nación, decide su cese – lo que, según opinan algunos, es la única manera de romper las ataduras que unen al Genovés con la Izquierda de la Asamblea, es decir al desorden -  El día 11, el rey ordena a Necker de abandonar en secreto Versalles y de retirarse a Suiza.

             “Como lo explicaba tan acertadamente Rivarol, en la Corte francesa era tan poco diplomático y peligroso, separarse de Monsieur Necker, como lo hubiera sido en la Corte de Nápoles, tirar al mar la ampolla de San Genaro… Al primer rumor sobre la partida de Necker, París estuvo consternado, el Palacio Real tembló, se cerró la bolsa, se suspendieron todos los espectáculos y diez mil bandidos armados se desencadenaron por las calles. A un día de alarma, le siguió una noche aún más espantosa, ya que al dolor de haber perdido a Monsieur de Necker, se aunaba al temor que inspiraban esos bandidos. Las campanas tocaban a rebato en todas partes; se iniciaba el pillaje en varias casas. Los vendedores no se atrevían a abrir sus tiendas, los talleres estuvieron desiertos y la ciudad era ya inhabitable, cuando los burgueses, para defenderse, tomaron de golpe las armas, en vez de recurrir al Rey, ese defensor nato del Estado, que no puede negar sus tropas a las ciudades y cuyas ciudades tampoco pueden negar sus tropas al Rey. Gracias a ese levantamiento general, Paris, de inhabitable, se volvió inaccesible.”

         El domingo 12 de Julio, es mediodía. En el jardín del Palacio Real, el sol está en su cenit y al reflejarse en el espejo cóncavo, enciende la mecha del pequeño cañón, que estaba destinado a indicar cada día la hora a los Parisinos. ¡Un cañonazo que indica el comienzo a la Revolución!... La muchedumbre es muy densa. Oradores improvisados se suben a las mesas de los merenderos y arengan a la gente…

         Nuestra ruina está consumada, grita uno de ellos; fijaros lo que está ocurriendo en los Campos Elíseos: las tropas están ocupando todo el trecho que se encuentra entre la Etoile de Chaillot y las Tuilerías, están colocándose en orden de batalla. Ya hemos discutido bastante, somos más numerosos y seremos los más fuertes: ¡Tomemos las armas, que todos nuestros ciudadanos se armen!
          Los árboles se doblan por el peso de los que se han encaramado a las ramas para mejor oír la voz caliente y acobrada de Camille Desmoulins que resuena a su vez:

          ¡Ciudadanos, ya sabéis que la Nación pidió que Necker no fuera destituido, lo han echado! ¿Pueden reírse de vosotros de una manera más descarada? Después de eso se atreverán a hacer cualquier cosa ¡Y para esta noche, están planeando y quizás disponiendo otra masacre para los patriotas, como la de la Saint-Barthelemy!... ¡A las armas! ¡A las armas! Tomemos todos los escarapeles verdes, color de la esperanza. La siniestra policía está aquí. Pues bien, ¡Que me vea, que me observe bien! ¡Si, yo soy el que llama a mis hermanos a la Libertad!

            Largas aclamaciones le hacen eco.
         -He aquí mi pistola, prosigue. Por lo menos, no me cogerán vivo y sabrá morir con gloria: Solo me puede ocurrir una desgracia. ¡Es el de ver a Francia esclava!
         Se oyen gritos.
         -¡Cerraremos los teatros en señal de duelo! 
       -Amigos míos, arranquemos las hojas de los castaños, prosigue Camille Desmoulins, y hagamos con ellas unos escarapeles en señal de unión.
         -Vallamos al museo de cera, a casa de Curtius, sugiere alguno, y pidámosle la efigie de Necker. ¡Lo mostraremos por las calles!

         Se añade:
         -Un grupo se dirige hacia el famoso museo de cera.
         -Necker, yo lo tengo en mi corazón, contesta Curtius con la sencillez de la época, pero si estuviera vivo, me abriría las entrañas para poder ofrecéroslo, solo tengo su retrato, es suyo.
         Y el busto, al cual se le adjunta la efigie del duque de Orleáns, se pasea por todo Paris.
         El mariscal de Broglie habiendo sido nombrado ministro de la guerra, el barón de Besenval está al mando de las tropas que ocupan la capital. Un emisario del príncipe de Lambesc acude a él para indicarle que en Place Vendôme, trató sin éxito de dispersar a los “sublevados”: cinco o seis mil personas precedidas por dos bustos. El coronel del Royal-Allemand, pide órdenes: los manifestantes han invadido las Tuilleries y han tirado una lluvia de piedras sobre los dragones.

          -Que el príncipe desenfunde los sables, ordena Basenval, y que cargue con su regimiento para liberar a las Tuilleries.
          Así se hizo. Pero Lambesc no logró “limpiar” las Tuilleries. Se repliega hacia la plaza Louis XV. El primero, el regimiento de Salis-Samade, atraviesa el Sena con barcazas. La maniobra requiere su tiempo, por eso durante ese trasiego, la insurrección crece. Los Gardes Françaises, amotinados pactan con el pueblo y, en las avenidas, los dragones se enfrentan con una lluvia de tiros. Varios hombres son muertos o heridos – sin contar a los caballos. Paris huele a pólvora. Paris parece estar sujeta a la anarquía…

          En el transcurso de la noche, las armerías son asaltadas. “Mientras que Monsieur Necker se alejaba tranquilamente en su coche de correos, nos dice Sebastián Mercier, su despido ha producido el levantamiento más amplio y más rápido que la Historia haya nunca visto. 

        ¡Que noche, la del lunes al Marte! ¡Patrullas que se suceden y que se cruzan de quince en quince pasos! ¡Una multitud agitada por el temor, la incertidumbre  y la indignación! Un murmullo sordo acompañado por golpes que se asestaban sin razón alguna en todas las puertas y las tiendas! ¡Ese sonido triste, monótono y continuo de todas las campanas de una inmensa capital! ¡Ese sonido a rebato en medio de las tinieblas, parecía llamar a la ira y la venganza de un gran pueblo, para derribar un trono… Que noche!”

          De verdad ¡Que noche! Se incendian cuarenta barreras sobre cincuenta y cuatro, esas barreras en donde se recaudaban los impopulares derechos de entrada y que estaban unidas entre ellas por el famoso muro que, “amurallando Paris”, había hecho un “Paris murmurador”.

         El alcalde del pueblo de Belleville lo anota en su informe: “Hacia las ocho, el 13 de julio, llegó gran cantidad de gente, mal vestida, que encendió un fuego en frente de la susodicha barrera de la Courtille, y arrancaron y rompieron las tablas de las puertas de dicha barrera, así como las dos barreras contiguas, arrojado las dichas tablas en el dicho fuego, forzado las puertas de la casa contiguas a la dicha barrera, que sirve de pórtico a los empleados de los Cortijos, subieron a las estancias de la dicha casa, tirado en el fuego las dichas tablas, así como todos los colchones, madera de as camas, registros, papeles…”

          Ese mismo 13 de Julio, se crea una milicia burguesa compuesta de cuarenta y ocho mil hombres. Las campanas tocan a rebato. París se asemeja al puente de un barco en el momento de un asalto. ¡París quiere defenderse, pero para defenderse hacen falta armas!
         -Hay armas en el ayuntamiento!

         Se precipitan. Solo se encuentran trescientos sesenta fusiles, que se reparten inmediatamente por el Alcalde.     
         -¡Hay más en el arsenal! Se oye.
         -Y en los Invalides, añade alguien.
         El amanecer del 14 de julio de 1.789 comienza. Alguien - un  miembro de los Gardes-Françaises,  apedillado Labarthe – grita:
         -¡Hay armas en la Bastille!
         Un inmenso clamor le contesta:
         -A la Bastille! A la Bastille!
         Y la muchedumbre – Un millar de individuos, compuestos de Parisinos y de algunos Gardes-Françaises amotinados – toma el camino de la barriada Saint-Antoine. ¡Están seguros de encontrar armas! En efecto, treinta mil fusiles están almacenados allí.   
  
          “Se odiaba a la Bastille”, nos dice Michelet. Sin embargo ¿Es cierto que representaba aún, en la mente del pueblo, el símbolo del poder arbitrario? Louis XVI solo había enviado ahí una media de diez y nueve prisioneros cada año, entre los cuales, se encontraban muchos locos, falsificadores, encerrados ahí para protección o detenidos encerrados a petición de sus familiares. Los prisioneros recibían visitas, traían sus muebles y el Rey los vestía y los alimentaba como príncipes. Veremos a un tal Latude, quejarse de que los capones de la Bastille, no estaban lo suficientemente bien rellenos y exigir batas forradas, se le satisfizo enseguida…

            Ni uno solo de los vociferantes que suben por la calle Saint-Antoine, se imagina que va a “tomar la Bastille”. Hace años que se ha decidido de derribar esa inútil fortaleza. Hace ya mas de un siglo que cantaban:

                           ¿Para que sirve ese viejo muro en el agua,
                           será un acueducto, una tumba,
                           será una guarida de ranas? 

                           Es la Bastille según me parece,
                           ella misma es, así lo creo
                           ¡Caramba, he aquí algo que
                           haga que todos se echen a temblar!

                           Pero, amiga mía, admiremos el atino
                           De ese castillo sin guardas,
                           trata de hacer de cárcel 
                           ya que no sirve para ser una  fortaleza.

             Solo se piensa en el almacén de armas y en los cañones que coronan las grandes torres grises. ¡Los cañones! Precisamente el gobernador Jourdan de Launay acaba de retirarlos de las almenas a la solicitud de dos enviados del comité del Ayuntamiento. Los vecinos del barrio se habían en efecto quejado de tener que contemplarlos apuntando a su barrio.

             El gobernador ha incluso hecho más de lo que le pedían: Ha decidido no repeler los ataques a los edificios situados cerca de la fortaleza. ¿Retirarse sin combatir? Sus oficiales se extrañan, pero tienen que obedecer.

             La explicación nos la da Rivarol: “Quizá la historia no tenga nunca que avergonzarse al observar que el gobernador de la Bastille no quiso disparar sus cañones sobre el pueblo, que estaba agolpado del lado del Arsenal, por temor a deteriorar una casita que había mandado edificar en ese sitio y que le agradaba mucho.

           Y no menos curioso es, que en ese mismo momento, el señor de Basenval, general del cuerpo de los Suizos, se escondía para no dar órdenes a su tropa y dejaba tomar los Invalides, por miedo a que si el motín se agravara, su casa fuese sometida al pillaje, casa en donde había mandado pintar recientemente un apartamento entero y había hecho construir unos baños encantadores. ¡Esos son el tipo de  hombres que servían al rey!”

             El Señor de Launay, decidió reforzar solo  las defensas interiores. El muro del jardín se dobló, la baranda del puente levadizo se quitó para poder tirar más fácilmente a los asaltantes al foso. Se da la orden de subir en lo alto de las torres seis carros de adoquines y de hierros viejos, mientras que se bajan tres cañones del 8 para colocarlos en batería en frente de la puerta de entrada.

            M. de Launay no se inquieta. ¿No está París lleno de tropas que vendrán a socorrerle? Y además, la Bastille tiene treinta mil libras de pólvora… ¡Doscientos cincuenta barriles! Si los parisinos se acercan, bastará para alejarlos, amenazarles con hacerlo volar todo! ¡A ellos y a  la Bastille! Pero el gobernador está convencido de que no se llegará a ese extremo. ¡El pueblo no cometerá nunca la locura de atacar una fortaleza inexpugnable!

             Es medio día, el calor empieza a volverse sofocante.
             Precediendo a los asaltantes, otro enviado del ayuntamiento – o diciéndose tal – el abogado Thuriot de la Rosière, pide audiencia al gobernador. Habla con voz alta y firme “en nombre de la Nación y de la Patria”. Launay da muestra de su buena voluntad diciéndole que los cañones han sido ya apartados. Mejor aún, para demostrar sus pacificas intenciones, paneles de madera tapan ahora las aberturas.

             -Vengo a pedirle más aún, responde Thuriot: ¡No ofrezcáis resistencia en el caso de que ataquemos!
             -¿Qué me dice?, exclama Launay. ¿Me pedís que entregue la fortaleza? ¡La defenderé todo lo que pueda, mi cabeza responde de ello!
             -Me parece inútil derramar la sangre de los ciudadanos, ¡No se lucha contra la Nación!

             Launay lo repite: es muy a pesar suyo que abrirá fuego, pero no cederá. Animado por ese sentimiento, él mismo arenga a la tropa compuesta por noventa y cinco inválidos y treinta y dos soldados suizos.

             Poco a poco, la fortaleza y sus dependencias están rodeadas por los asaltantes, “la gente más rara de Paris”, dirá Mirabeau. Más allá una muchedumbre considerable de curiosos observa. Se encuentran ahí “mujeres ataviadas a la moda”, espíritus avanzados, pero el duque de Orleáns se encuentra en su pequeña mansión de Monceau, ¡En los brazos de la rubia Inés de Bufón. No tiene nada que ver con los acontecimientos y la víspera, estuvo todo el día  pescando en el río Raincy!

             Thuriot es vilipendiado cuando aparece, afirmando que la Bastille se defenderá, solo si la atacan. Los asaltantes creen que el abogado fue a buscar las llaves, por eso, un clamor inmenso se eleva de la gente decepcionada:
             -¡Queremos la Bastille!
              Se oye también:
              -¡Viva el rey!

         Dos antiguos Garde-Françaises se suben al techo de la primera barrera – una especie de cuerpo de guardia – que precede al primer puente levadizo que Launay ha mandado levantar y que se abre sobre el patio principal. La guarnición los deja maniobrar tranquilamente. Los dos hombres logran romper las cadenas a hachazos. La enorme mole se desploma con estruendo y la muchedumbre irrumpe en el patio. 

   ¿Habrán pensado algunos asaltantes que el gobernador mandó bajar el puente? Es posible… ¿Qué ocurre entonces? Se les preguntó a los asaltantes lo que querían, contará un testigo – el teniente de Flue – el grito general fue que se bajaran los puentes – Se trata de los puentes levadizos que dan acceso a la fortaleza, se les contestó que no se podía y que se retiraran, sino se dispararía. Redobló el griterío. “¡Abajo los puentes!” Entonces, se ordenó a unos treinta Inválidos, que estaban apostados en las almenas, a ambos lados de la puerta de abrir fuego.”

            Parece en efecto cierto que Launay, al ver la muchedumbre armada invadir el patio de gobierno, ordenó abrir fuego. La descarga de los mosquetes barre las filas. El motín se detiene, se interroga y refluye en desorden. La gente atiende los moribundos, retira a los heridos y un grito terrible se oye:
             -¡Traición!
             La noticia se propaga como un reguero de pólvora en la ciudad.
             -¡La Bastilla asesina a los Parisinos!
  
           Nuevos delegados del Ayuntamiento, que no han podido acceder a la fortaleza, se vuelven para informar al comandante de la milicia burguesa:

           -Hemos realizado varias señales, tanto con la mano como con los pañuelos, bajo forma de bandera blanca, para advertir a la guarnición, y consiguientemente al gobernador, nuestro carácter y nuestro cometido, que estaba además confirmada por nuestro atavío y nuestra compostura llena de confianza en medio de los peligros. No sabemos si nuestras señales han sido percibidas y comprendidas, pero los disparos no se detuvieron.

            El comandante de la milicia ordena entonces de conducir a la Bastilla seis cañones tomados en los Invalides.
            En ese momento, Hulin, antiguo sargento de los guardias, el que la víspera, había ya arengado al pueblo en el Palacio Real, llega el también al Ayuntamiento. En la plaza están formadas varias compañías de Gardes-Françaises.

           -¿No sois vosotros buenos ciudadanos, valientes Gardes-Françaises, es que no oís esos gritos? Les indica. ¿Es que no veis esos pobres desgraciados que vienen a vosotros y que os tienden los brazos? ¿Es que no oís los cañones, con los cuales ese sinvergüenza de Launay está asesinando a nuestros padres, nuestras mujeres, nuestros hijos, que se encuentran desarmados alrededor de la Bastille? ¿Dejareis que les degüellen, vosotros que tenéis cañones y que disponéis del poder? ¡Amigos míos! ¡Buena gente! ¡Gardes-Françaises! Están asesinando a los parisinos como si fueran borregos y ¿No iréis a la Bastille? ¿Y esos sargentos tan famosos, porque no se ponen a vuestro frente, para conduciros allí?

            -¡Adelante y os seguiremos! Grita alguien. Se oye un clamor inmenso:
            -¡A la Bastilla!

            El asedio vuelve a comenzar desde las cuatro. Los trescientos Gardes-Françaises, que han venido a apoyar a la insurrección, disparan contra la muralla – sin alcanzar ningún resultado. Se colocan entonces dos cañones en el patio de gobierno, en frente del segundo puente levadizo que  da acceso directo a la fortaleza. En cuanto Launay ve los preparativos, parece perder la cabeza y contesta con uno de sus cañones cargado de metralla.

             Pero, en ese preciso momento, los Inválidos levantan la culata de sus fusiles: desean rendirse. Launay quiere hacer saltar por los aires a la fortaleza, dos Invalidos se lo impiden y el gobernador decide capitular. Uno se sus oficiales – el teniente de Flue – desde una abertura del puente levadizo, logra hacerse oír:

            -¿Se le otorgará a la guarnición los honores de la guerra?
            -¡No!, ¡No!
            Launay escribe entonces esta nota: “Disponemos de veinte mil toneles de pólvora; volaremos el barrio y la guarnición si no aceptáis la rendición. De Launay. De la Bastilla, cinco de la tarde, 14 de julio de 1.789.”
           Puesto en equilibrio sobre un tablón colocado sobre el foso, Maillard – un ayudante de procurador que volveremos a encontrar en octubre en Versalles cuando el motín se transformó en revolución – se hace con la nota y va a entregarla al “estado mayor” de los asaltantes: compuesto por Hulin y de Elie – oficial del regimiento Reine-Infanterie. Estos acceden: no se le hará ningún daño a los defensores.

           -¡Bajad el puente! Vociferan otra vez los vencedores.
           “Me quedé muy sorprendido, contará el teniente de Flue, cuando un momento después, observé a cuatro Invalides que se acercaban al portón, lo abrían y bajaban el puente levadizo.”
             La turba se precipita adentro. Unos segundos después, se produce la masacre. Se mata a los oficiales, se cuelgan Invalides y Suizos. Se detiene y se arrastra al gobernador de Launay hacia el Ayuntamiento. En todo el trayecto, se le insulta y recibe varios lanzazos y heridas de espada. Gritan:

             -¡Hay que decapitarlo!
             -¡Hay que colgarlo!
             -¡Hay que atarlo a la cola de un caballo!
         -Está gravemente herido, suplica Desnot, decidiremos su suerte en el Ayuntamiento.
             -¡No, suplica Launay, dadme la muerte!

             “En ese mismo momento, contará un testigo, un particular le asesta su bayoneta en el vientre, ese golpe fue seguido por otros más, el Gobernador cae, se le arrastra hacia el arroyo. Se le asestaron varios golpes más con la bayoneta y la espada y se le remato con varios disparos de pistola.” Alguien grita:
             -¡Es un sarnoso y un monstruo que nos ha traicionado! ¡Hay que eliminarlo!

             Launay muerto, uno de los vencedores exclama:
             -¡La Nación pide su cabeza, para que la vea la gente!
             Se le entrega un sable a Desnot el cual, estando “acostumbrado a trabajar las carnes”, prefiere coger su navaja, luego se dirigen al Ayuntamiento para asesinar el representante de los mercaderes Flesselles.
             El día se terminará con una fiesta libertina. Se pasean por la ciudad las cabezas cortadas y paquetes de vísceras ensangrentadas.
             Rivarol lo explicará:
             -A eso se reduce la toma de la Bastille, tan aclamada por la población de París. Pocos riesgos, mucha atrocidad de su parte, y una gran imprevisión de Launay; eso es todo: solo se trató, en una palabra, de una toma de posesión.

       ¿Y en Versalles? ¿Como va a reaccionar el viejo “propietario”? Esa tarde, el Rey se había acostado después de haber escrito en su diario: "14, nada.” Sin embargo, esa tarde misma, unos representantes de la Asamblea habían venido, una vez más para solicitarle, que para calmar Paris, mandara retirar a las tropas que estaban acampadas en el Champ-de-Mars. Había accedido, ¿Qué riesgo corría? ¡Versalles y los alrededores de Paris, rebosan de soldados! ¡Los guardias personales, tienen puestas las botas desde hace dos días! ¡Madame de Polignac fue a ofrecer esta tarde, pastas, a los dos regimientos de alemanes que acampan en la Orangerie!              

       Los representantes, le habían comunicado también, que el pueblo se dirigía hacia la Bastille. ¡Muy bien! ¡Ya se defenderá! ¿No tenía M. de Launay sus cañones? ¡A la primera andanada los asaltantes desaparecerían! Mañana iremos a la Asamblea para disolverla. El rey se duerme tranquilamente… De repente, se le despierta con sobresalto. El gran maestre de su guarda ropa – el duque de La Rochefoucauld-Liancourt – se encuentra ahí a la cabecera de su cama:

            -Sire, han tomado la Bastille
            ¿Tomado? Pregunta Louis XVI aún poco despierto.
            -Si, Sire, por el pueblo. Han asesinado al gobernador. 
             Están paseando su cabeza en una pica por toda la ciudad.
            -¿Es una revuelta?
            -¡No, Sire, es una revolución!
  
              Pero ¿Que ocurría, mientras tanto con las “víctimas del despotismo”? Solo se acordaron de ellas por la tarde. Se tuvo que forzar las puertas de las celdas, porque los vencedores estaban paseando triunfalmente las llaves, de taberna en taberna. Se descubrieron siete prisioneros: dos locos que se mandaron enseguida a Charenton, cuatro falsificadores y el conde de Solanges, encerrado por incesto, culpable, según su tío “de crímenes atroces”. ¡Era poco importante! Se aumentó la partida añadiendo un conde de Lorges “viejo, héroe y  mártir”… ¡Que nunca existió! Lo que no impidió a Michelet de describirnos su barba llegando “hasta la cintura”.
              Mirabeau reclamará:

              -Si demasiados palacios no deshonraban a Francia, si el espectáculo más doloroso para un observador sensible, no fuese el horrendo contraste de las suntuosas mansiones de nuestros tratantes y de las miserables chozas de nuestros labradores, si hiciese falta otro monumento en la Asamblea Nacional para la imperecedera Constitución que debe proponer a la Patria, solicitaría que, en el lugar en donde la Bastille insultaba antaño a los derechos humanos, se levantara un monumento para recibir de ahora en adelante a los representantes de la Nación y que por toda inscripción, se pueda leer:
                                     
                             Bajo el reino de Louis XVI
                             Encima de las ruinas de una cárcel de estado, 
                             dedicada A las venganzas ministeriales
                             Y destruida por el pueblo de Paris
                             La asamblea Nacional de 1.789
                             Mil setecientos ochenta y nueve
                             Levantó este templo a la Libertad.


               ¡La leyenda ha empezado! “Una cárcel dedicada a las venganzas ministeriales”- ¡ Siete prisioneros!

               En cuanto a los héroes del día, los vencedores de la fortaleza, que se irán  pavoneando, revestidos de un hábito bordado con una corona mural, eran seiscientos treinta y tres, la tarde del 14. Hacia finales del mes de Julio, serán ochocientos sesenta y tres. Hecho que sorprendió al querido Lenôtre, la cifra se detuvo allí.

              ¡La verdad es bien decepcionante! Vale mejor creer en los quince cañones disparando con metralla y en el magnifico arrojo de todo el pueblo de Paris, asaltando la horrible cárcel, para salvar a las víctimas inocentes del poder arbitrario. Sigamos creyendo en la leyenda. ¡Es tan hermosa!
  



        
La "libertad" guiando al Pueblo

           
            


   

            
           
 


           






domingo, 21 de octubre de 2012

SATANÁS NO PODRÁ ATRAPAR NUNCA UNA ALMA HUMILDE NO TIENE POR DONDE AGARRARLA: LE RESBALA

El Alma del Soberbio triunfa a veces en la Tierra pero nunca en el Cielo





       Y de la misma manera que la Aurora Boreal que es el campo magnético que protege a la Tierra de las radiaciones nocivas del Sol, así la humildad del alma es la que la protege de los influjos nocivos de Satanás. En efecto, un alma siempre cae en el pecado por su Soberbia, que está estrechamente ligada al egoísmo, la envidia, y fomenta el odio y el desprecio hacia el Prójimo.

         El alma humilde nunca se rebelará contra nadie, ya que no es egoísta, no envidia a nadie, porque tiene presencia de Dios, lo que fomenta el amor y el aprecio hacia su Prójimo. No hace falta tener discernimiento de los espíritus, que es un don del Espíritu Santo para advertir la presencia de una persona soberbia, es un ser verdaderamente despreciable, ya que nunca admite las opiniones contrarias a las suyas, le gustan ser alabados y admirados por todos, de la misma manera una persona humilde, aunque quiera disimularlo, siempre se hará notar, le gusta pasar desapercibido y detesta recibir alabanzas.

Todos los grandes Santos fueron humildes, llama mucho la atención San Juan de la Cruz, que cuando se estaba muriendo en Úbeda recibió la visita de su Provincial de Andalucía, que le dijo, para consolarle de sus grandes sufrimientos, que recordarse todas las fundaciones que había realizado, a lo cual el Santo Doctor de la Iglesia, le dijo: "Cállese Padre, que no hay obra que haya hecho de la cual no me esté arrepintiendo", palabras que son estremecedoras viniendo de una persona tan humilde que siendo superior de un convento, el recibir de un hermano serios reproches e insultos, se arrodilló delante de él, besando el suelo, lo mismo que muchos años después hará santa Teresita, cuando era acusada por sus compañeras de faltas que no había cometido, se arrodillará de la misma manera que su Padre, fundador del Carmelo descalzo con Santa Teresa de Jesús.

                  

Dichos de Luz y Amor de San Juan de la Cruz



-Para enamorarse Dios del alma no pone los ojos en su grandeza, sino en la grandeza de su humildad.

-Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de conciencia, que cuantas obras puedes hacer.

-Más quiere Dios de ti el menor grado de obediencia y sujeción, que todos esos servicios que le piensas hacer.

-Tenga ordinaria memoria de la Vida Eterna, y que los que más abatidos y pobres y en menos se tienen, gozarán de más alto Señorío y Gloria de Dios.



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         En el Evangelio, vemos que a la petición de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, de que Jesús les reserve en su Reino una plaza a cada uno, a su derecha y a su izquierda, Jesús les pregunta si son capaces de beber su cáliz y recibir su bautizo, que simbolizan su terrible Pasión y su sublime Sacrificio en la Cruz, que son las señales más evidentes de su semejanza y de su pertenencia.

        Luego Jesús les aconseja de que si quieren ser grandes en los Cielos, tienen que ser pequeños en la Tierra, y aquí está uno de los actos más desconocidos e incomprendidos por la mayoría de los que se dicen Cristianos. Es la virtud de la humildad, don del Espíritu Santo, que se llama Santo temor de Dios, que es necesario tener para alcanzar toda la fuerza y las virtudes necesarias para combatir los terribles enemigos del alma: Mundo; Demonio y Carne.

         El primer enemigo, el Mundo solo se puede vencer con ese don de Dios: La Humildad, si no se tiene este escudo protector, el Mundo siempre triunfará, porqué las raíces del Pecado Original, que es un pecado de orgullo, aún subsisten en el alma de todos los mortales, y solo se destruyen con la humildad.

        El segundo enemigo, el Demonio, solo vence al alma soberbia, y no alcanza a derribar al verdadero humilde, ya que todo su tentación se basa en el orgullo, que siempre va asociado al odio, y a todo su ejército de múltiples guerreros: la gran multitud de todos los vicios y aberraciones que conllevan.

        El tercer enemigo, la sensualidad, se vence más fácilmente con la humildad, porque como lo dice la Sagrada Escritura, un abismo llama a otro abismo, y así como el abismo abisal de la Soberbia es la madre de todos los vicios, el de la Humildad es la madre de todas las Virtudes. 

       Se puede pues afirmar que la Humildad es como el escudo protector del campo magnético de la tierra que desvía todas las partículas atómicas nocivas enviadas por el sol, y que permite la orientación de los seres humanos y de los animales migratorios hacia su destino, de la misma manera, esta gran Virtud nos protege de los ataques de nuestros enemigos y nos indica el rumbo a seguir para alcanzar la Vida Eterna.

        Se puede también, por esa razón afirmar que el Infierno está lleno de almas que no han tenido esta protección porque no la han querido y la han rechazado, y el Cielo sin embargo ha recogido a todos los humildes.

    En el Sermón de las Bienaventuranzas, Jesús dice, dirigiéndose a los humildes, hijos de Dios: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Y también dirigiéndose a los soberbios, hijos de Satanás: "¡Ay de vosotros los ricos!", porque los soberbios son los ricos de corazón y los humildes los pobres de espíritu.

       Y también las palabras de Jesús: "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los Cielos", y aquí, esta afirmación no se aplica solo a los ricos pecuniarios como el rico Epulón, pero sobre todo se refiere a los soberbios.





viernes, 19 de octubre de 2012

LA OBSESIÓN DE ALGUNOS JERARCAS ECLESIÁSTICOS POR QUERER ANULAR LA TRADICIÓN CRISTIANA






SOBRE LA MISA TRIDENTINA



Aunque reconozco que la misa actual merece todos mis respetos, y que no cambia nada a lo más importante que es la Palabra y la presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía, observo que en las ceremonias actuales se ha perdido la Sacralización que había en la misa en Latín.
Los asistentes en general no se comportan de la misma manera, no hay respeto en la manera de comportarse al principio y sobre todo al final de la misa, que parece la salida de un cine o de un teatro. 
Las mujeres desde jóvenes, en su gran mayoría, vienen a la misa en verano con vestidos inmorales, sin que nadie les diga nada, cuya culpa es de ellas y también de los Párrocos de las Iglesias que no se lo impiden.
Este escrito lo he dirigido a un amigo mío que se ha pasado a la Iglesia Bautista, y que ha renegado de la Religión Católica.




            Te quiero explicar como era para mí y para muchas personas que conocí, la misa en latín. Esa misa era como la lengua de la Iglesia Católica, mi Patria espiritual, que me había enseñado de pequeño mi madre, terciaria del Carmen descalzo, era el signo de la continuidad de los cristianos desde el martirio del coliseo  Romano, que fue la semilla de nuestra Santa Fe, la que produjo  la savia necesaria para la implantación y el arraigamiento de la doctrina de Jesús. Era la lengua en la cual se perpetuaba la herencia recibida, me llegué a aprender casi todos sus sentidos, y sus sonidos me eran agradables, me podía comunicar con cualquier cristiano del mundo a través de esa lengua, pues era el lazo de unión que teníamos los Católicos en toda parte donde nos encontrábamos.

La misa actual ha suprimido todo los símbolos más sagrados: por ejemplo, cuando se recitaba el Credo y se decía "Et incarnatus est ex María Virginae", los fieles que estaban de pié se arrodillaban;  y también en la comunión y cuando el Sacerdote daba la bendición al final de la Misa. Esta "desacralización" de los sacramentos, y de la divinidad, llamada "teología de la secularización", es semejante a lo que ha traído la supuesta democracia en la vida política: Los niños en general ya no respetan a nadie, ni a sus padres, ni a los maestros, y lo que es peor, se  rebelan contra cualquier Jerarquía.

Esa Jerarquía está puesta y querida por Dios no solo en el Universo en donde todos los satélites giran alrededor de los planetas; los planetas alrededor del sol, y el sol con toda la galaxia alrededor de los misteriosos y poderosísimos agujeros negros, que como Dios, son invisibles, debido a su inmenso poderío, y se ocultan en la oscuridad de una nube, que simboliza su inacesibilidad, y además también, está puesta por Dios en los animales; en las plantas; y en toda la Creación. Toda la Creación obedece a los mandatos divinos y a las leyes puestas por el Creador, solo el hombre, desobedece y sigue las consignas de Satanás que dice: "No serviré".

Además, el latín tiene una fuerza de expresión de una contundencia tal, que no la tiene ninguna otra lengua: No es igual decir: “Credo in Unum Deum Patrem Omnipotentem” que decir: “Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso”, o en francés: “Je crois en un seul Dieu, le Père Tout Puissant. O bien “Veni Creator Spiritu” en vez de:  “Ven Creador del Espíritu” o en francés. “Viens Créateur de l´Esprit”. Cuando, de pequeño me encontraba en la misa, estaba el sacerdote de espaldas al pueblo, y por consiguiente sin distracciones posibles, como puede ser ahora observando al público y distrayéndose, o "cabreándose" por la mala actitud de algunos fieles, lo que le hace perder la concentración y el fervor necesarios para un acto tan solemne. Entonces cuando aún no conocía el sentido del latín, leía en mi bonito y ameno misal, con dibujos preciosos que te llenaban de devoción, con la traducción, en mi caso del latín al francés, fue así como aprendí el latín necesario para mas adelante entender sin ninguna ayuda su significado. 

Tú dices, que escuchando la misa en latín, la gente no entiende, pero en realidad, creo que entiende aún menos, cuando una persona de habla Castellana va al País Vasco, a Galicia o en Cataluña, y no hablemos si se desplaza al extranjero, verdadero Babel de lenguas.

             Aún hoy, después de tantos años, me alegro de recordar numerosas oraciones en latín, conozco el Pater, el Ave María, las letanías del Sto. Rosario, el Credo (recitado y cantado), conozco también varios cantos litúrgicos como el Pange Lingüa, el Te Deum, las oraciones de la misa, y el olor del incienso aún resuenan en mis oídos, y recuerdo el perfume,  con una grata armonía.

              He sentido añoranza y profundo pesar por el abandono deliberado de esa maravillosa herencia, y me ha escandalizado la actitud tan hostil hacia esa lengua de muchos sacerdotes para colmo ancianos, y ciertos feligreses, recordándome la actitud de algunos hijos que abandonan a sus ancianos padres, o por lo menos que no saben agradecer lo que han hecho por ellos, y que le faltan al respecto.

              Por eso doy gracias a Dios por el Papa Benedicto XVI, que la divina providencia nos ha dado, y ruego siempre por el, para que tenga fuerzas para combatir esa plaga de laicismo y de inmoralidad que nos invade, heredadas de la obsesión por querer anular, en vez de actualizar los ritos y las costumbres que han sido la práctica común de tantos Santos, Confesores, y Doctores de la Iglesia, como así lo ha denunciado el Exorcista del Vaticano el Padre Gabriele Amorth, en su entrevista a la revista italiana 30 Giorni..

              Por fin te diré que cuando voy a Francia, concretamente a Toulouse, Ciudad donde me crié, en la Parroquia de Saint Jean Baptiste que está en pleno centro, se celebran los domingos dos misas una en francés a las 9,30  y otra a las 10,30, en latín, con la autorización del Obispo del lugar. Pues bien, en la misa en latín, hay dos veces más gente que en la misa en francés, y en ella asisten muchos matrimonios jóvenes con niños, todos vestidos con modestia y celebrando la conmemoración de la muerte de Cristo con mucha fe y devoción.




lunes, 15 de octubre de 2012

LOS MÁS GRANDES MÍSTICOS: SAN JUAN DE LA CRUZ Y SANTA TERESA DE JESÚS

Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los más grandes Místicos, Reformadores del Carmelo




La Transverberación de Santa Teresa de Jesús




        Hoy, traigo a la portada de este escrito, la famosa estatua de Bernini sobre el milagro de la Transverberación, espléndida obra de arte barroca, que se encuentra en Roma, y que recuerda el fenómeno místico, que tuvo lugar cuando la Santa invocó al Espíritu Santo, cantando el himno "Veni Creator Spiritus".

         Santa Teresa cuenta en el libro de su Vida, como un Ángel, al estar su corazón como "encasquillado" por el fuego del Amor que sentía, y que le llagaba el alma, se le apareció y le traspasó el corazón con un dardo de fuego, agitándolo para  atizar ese corazón abrasado.


           Dice la Santa que esta acción le produzco un deleite en el alma, de una intensidad tal, que se reflejó en su cuerpo material, por la unión intrínseca que existe entre el alma y el cuerpo, que es como la unión Trinitaria, de Dios Padre con su divino Hijo, producida y atizada por la acción del Santo Espíritu.

         Y aquí se entiende desde el punto de vista místico, la verdad de lo que está escrito en el Génesis: que Dios Uno y Trino creó el hombre a su imagen y semejanza. También se entienden las palabras de Jesús que dijo que al hombre se le puede perdonar todos los pecados, menos el pecado contra el Espíritu Santo, porque su acción, es  necesaria para completar ese gran misterio Trinitario, que es la recreación del ser humano, transformándolo no solo en la imagen de Dios, pero sobre todo en otro Dios por participación. 


         Sin esta acción del Santo Espíritu, el hombre no puede entrar en el Reino de Dios, algunos pocos ya lo consiguen en la Tierra, con estos fenómenos místicos, otros en el Purgatorio, escuela de Amor, y otros no lo conseguirán nunca, ya que el Espíritu Santo que es el Amor de Dios, ha sido sustituido por el espíritu de Satán, que es el odio, acción que lo ha transformado en otro Demonio, fiel imagen de su padre tenebroso.

         Este hecho extraordinario, que creo que se conoce que ocurrió solo en esa gran Santa, lo que se comprobó al observar su corazón traspasado por el dardo del Serafín, después de muerta, lo describe en su Obra, la llama de Amor viva, el Gran San Juan de la Cruz, como si fuera un fenómeno de los más normales. y así como Santa Teresa confiesa que desconoce la categoría de ese Ángel, San Juan de la Cruz dice: A veces, cuando el alma está llagada de Amor, estando en oración acaece, que se presenta un Serafín, que aviva el fuego del incendio de Amor del alma, atizando el corazón con un dardo inflamado, ¡como si fuera un acontecimiento de los más normales!


Llama de Amor viva de San Juan de la Cruz
Canción Nº 2

¡Oh dichosa llaga, hecha por quien no sabe sino sanar! ¡Oh venturosa y muy dichosa llaga, pues no fuiste hecha sino para regalo, y la calidad de tu dolencia es regalo y deleite de tu alma llagada! Grande eres, ¡oh deleitable llaga!, porque es grande tu regalo, pues el fuego de amor es infinito, que según tu capacidad y grandeza te regala. ¡Oh pues, regalada llaga, y tanto más subidamente regalada, cuanto más en el infinito centro de la sustancia del alma tocó el cauterío, abrasando todo lo que se pudo abrasar, para regalar todo lo que se pudo regalar! este cauterío y esta llaga podemos entender que es en el más alto grado que en este estado puede ser; porque hay otras muchas maneras que tiene Dios de cauterizar al alma que ni llegan aquí ni son como ésta, porque ésta es toque solo de la Divinidad en el alma, sin forma ni figura alguna intelectual  ni imaginaria.

Pero otra manera de cauterizar el alma con forma intelectual suele haber muy subida, y es en esa manera: acaecerá que, estando el alma inflamada de amor de Dios, aunque no esté tan calificada como aquí hemos dicho  (pero harto conviene que lo esté para lo que aquí quiero decir), que sienta embestir en ella un Serafín con una flecha o dardo enarbolado encendidísimo en fuego de amor, traspasando a esta alma que ya está encendida como ascua, o como mejor decir, como llama, y cauterízala subidamente; y entonces en este cauterizar traspasándolo con aquella saeta apresúrase la llama del alma y sube de punto con vehemencia, al modo de un encendido horno o fragua cuando la hornaegan o trabucan el fuego y afervoran la llama; y entonces, al herir de este encendido dardo, siente la llaga el alma en deleite sobremanera, porque, demás de ser ella toda removida en gran suavidad al trabucamiento y mocion impetuosa causada por aquel serafín, en que siente grande ardor y derretimiento de amor, siente la herida fina y la yerba con que vivamente iba templando el hierro como una viva punta en la sustancia del espíritu, como en el corazón del alma traspasado.

Y en este íntimo punto de la herida, que parece quedar en la mitad del corazón del espíritu, que es donde se siente lo fino del deleite, ¿quién podrá hablar como conviene? Porque siente el alma allí como un grano de mostaza muy mínimo, vivísimo y encendidísimo, el cual de sí, envía en la circunferencia un vivo y encendido fuego de amor; el cual fuego, naciendo de la sustancia y virtud de aquel punto vivo donde está la sustancia y la virtud de la yerba, se siente difundir sutilmente por todas las espirituales y sustanciales venas del alma según su potencia y fuego, en lo cual siente ella convalecer y crecer tanto el ardor, y en ese ardor, afinarse tanto el amor, que parecen en ella mares de amor amoroso que llega a lo alto y bajo de las máquinas, llenándolo todo de amor ; en el cual parece al alma, que todo el Universo es un mar de amor en que ella está engolfada, no echando de ver ni término ni fin donde se acabe ese amor, sintiendo en sí, como habemos dicho, el vivo punto y centro del amor.

Y de lo que aquí goza el alma, no hay más que decir sino que allí siente cuán bien comparado está en el Evangelio el Reino de los Cielos al grano de mostaza, que, por su gran calor, aunque tan pequeño, crece en árbol grande (Mt 13, 31), pues que el alma se ve hecha como un inmenso fuego de amor que nace de aquel punto encendido del corazón del espíritu.

Pocas almas llegan a tanto como esto, más algunas han llegado, mayormente la de aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor a las cabezas a las primicias del Espíritu, según la mayor o menor sucesión que habían de tener en su Doctrina y Espíritu.

Volvamos pues a la obra que hace aquel Serafín, que verdaderamente es llagar y herir interiormente en el espíritu. Y así, si alguna vez da Dios licencia para que salga algún efecto afuera en el sentido corporal, al modo que hirió dentro, sale la herida y la llaga afuera; como acaeció cuando el Serafín hirió a San Francisco, que llagándole el alma de Amor en las cinco llagas, también salía en aquella manera el efecto de ellas al cuerpo, imprimiéndolas también en él y llagándola como también las había impreso en su alma, llagándola de amor. 

Porque Dios, ordinariamente ninguna merced hace al cuerpo que primero y principalmente no la haga en el alma; y entonces, cuando mayor es el deleite y fuerza de amor que causa la llaga dentro del alma, tanto mayor es el de fuera en la llaga del cuerpo, y creciendo uno, crece el otro.

Lo cual acaece así porque estando estas almas purificadas, y puestas en Dios, lo que a su corruptible carne es causa de dolor y tormento, en el espíritu fuerte y sano le es dulce y sabroso, y así es cosa maravillosa sentir crecer el dolor en el sabor. La cual maravilla echó  de ver bien Job en sus llagas, cuando dijo a Dios: Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas (10,16), porque maravilla grande es y cosa digna de la abundancia de la suavidad y dulzura que tiene Dios escondida para los que le temen (Ps 30,20), hacer gozar tanto más sabor y deleite cuanto más dolor y tormento se siente.

Pero cuando el llagar es solamente en el alma, sin que se comunique fuera puede ser el deleite más intenso y más subido; porque, como la carne tenga enfrenado el espíritu, cuando los bienes espirituales del se comunican también a ella, tira el la rienda y enfrena la boca a este ligero caballo del Espíritu y apágale su gran brío, porque si él usa de su fuerza la rienda se ha de romper, pero hasta que ella se rompa, no deja de tenerle oprimido de su libertad, porque, como el Sabio dice, el cuerpo corruptible agrava el alma, y la terrena habitación oprime el sentido espiritual que de suyo comprende muchas cosas (Sap 9,15)

          Parece aquí que el Santo místico, Doctor de la Iglesia, da a entender, que todos esos misterios del alma, como son la Transverberación, y los Estigmas, son hechos que ocurren a las almas ya totalmente purificadas por la famosa noche activa del espíritu.


          El Santo describe tan bien estos fenómenos místicos, que no hay duda de que no solo los conoce, sino que los ha vivido, y aquí aporta un dato impresionante: existen Santos en los cuales, no se ha producido estos milagros, porqué tienen tan reforzado el espíritu y muy refrenada la parte sensitiva del cuerpo material, que esto logra impedir que estas llagas del alma abrasada, se puedan traspasar al cuerpo, y entonces esa unión mística con Dios no se traspone al exterior sino solo se queda en lo más íntimo del alma. 

[...] Pero otra cosa es cuando del espíritu se deriva efecto espiritual en el sentido, porque cuando es así, antes puede acaecer de mucho espíritu, como se ha dado a entender en lo que habemos dicho de las llagas, que de la fuerza interior salen afuera; y como en San Pablo, que, de los grandes sentimientos que tenía de Cristo en el alma, le redundaba en el cuerpo, según él da a entender a los de Galacia, diciendo: "Yo, en mi cuerpo, traigo las heridas de mi Señor Jesús" (Gal 6,17)

          Parece aquí que en este caso, ha acaecido en el alma la purificación total y ha atravesado también la noche pasiva del Espíritu, y la llaga de amor se transmite entonces al cuerpo material, no a través de ese cuerpo, sino a través del sentido inmaterial, como en el caso de San Pablo, y probablemente también, en el caso de San Juan de la Cruz, por qué ¿Quien puede describir tan perfectamente todos esos efectos misteriosos, sino  el que los ha sentido y saboreado en su propio ser?









sábado, 13 de octubre de 2012

EXPLICACION Y ACLARACIONES SOBRE EL ESTADO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO





      La devoción a las almas del Purgatorio, que antiguamente estaba muy arraigada, parece estar hoy día en desuso, sin embargo como lo podemos ver en este escrito, es una de las prácticas más importantes y queridas por Dios. A este respeto, he tenido la experiencia personal de un familiar, muerto en temprana edad, que dejó a marido y dos hijos aún  jóvenes y que se me apareció en sueños. 

Le pregunté: “¿Estás en el Cielo?”, por toda respuesta se puso a llorar, con lo cual comprendí que necesitaba oraciones. Luego me dio un consejo porqué conocía el resentimiento que tenía hacia ciertos parientes: “Perdona a esos que te han hecho mal, porqué son hermanos tuyos”, a lo cual le contesté: “Yo ya les he perdonado”, Bastante tiempo después se me apareció otra vez, y le pregunté lo mismo, y me contestó con una sonrisa, sin mediar palabra alguna.

        En otra ocasión fui a hacer un retiro espiritual con mi hijo al Monasterio de Yuste, de los frailes Jerónimos, pasamos cerca de un cementerio de soldados alemanes de la segunda guerra mundial, que estaba cerca de ese monasterio, le dije a mi hijo: Vamos a rezar por las almas de esos soldados que están en el Purgatorio. A la noche, estando en mi celda durmiendo, sentí por un largo momento la presencia del Demonio, no pudiendo despertarme, lo  que me causó un gran terror,  que ya conocía de sobra por haberme ocurrido en muchísimas ocasiones. Comprendí que Satán estaba disgustado por la envidia que le causaba el hecho de que un alma alcanzara la Felicidad Eterna.




LAS ALMAS DEL PURGATORIO, LAS GRANDES OLVIDADAS



(Del Evangelio como me había sido revelado de Mª Valtorta)

[…] “En mi Iglesia habrá siempre sacerdotes, doctores, profetas, exorcistas, confesores, obradores de milagros, inspirados; todo lo que ella requiere para que las gentes reciban de ella lo necesario. El Cielo, la Iglesia triunfante, no dejará sola a la Iglesia docente, y esta socorrerá a la Iglesia militante. No son tres cuerpos, son un solo cuerpo. No hay división entre ellas, sino comunión de amor y de fin: amar la Caridad, gozar de la Caridad en el Cielo, su Reino. Por eso, también la Iglesia militante deberá, con amor, aportar sufragios a una parte suya que, destinada ya a la triunfante, todavía se encuentra excluida de ésta por razón de la satisfactoria reparación de las faltas absueltas, pero no expiadas enteramente hasta la perfecta divina Justicia.

         En el Cuerpo místico, todo se debe hacer en el Amor y por el Amor, porque el amor es la sangre que por él circula. Socorred a los hermanos que purgan. De la misma manera que dije que las obras de misericordia corporales os conquistan un premio en el Cielo, también he dicho que os lo conquistan las espirituales. Y en verdad os digo que el sufragio para los difuntos, para que entren en la paz, es una gran obra de misericordia, por la cual Dios os bendecirá y os estarán agradecidos los beneficiarios del sufragio.

Os digo que, cuando, en el día de la resurrección de la carne, estéis todos congregados ante Cristo Juez, aquellos a quien bendeciré estarán los que tuvieron amor por los hermanos purgantes ofreciendo y orando por su paz.

        Ninguna buena acción quedará sin su fruto, y muchos resplandecerán vivamente en el Cielo sin haber predicado, ni administrado, ni realizado viajes apostólicos, sin haber abrazado especiales estados, sino solamente por haber orado y sufrido por haber dado paz a los purgantes, por llevar a la conversión a los mortales. También estas personas, sacerdotes a quienes el mundo desconoce, apóstoles desconocidos, víctimas que solo Dios ve, recibirán el premio de los jornaleros del Señor, pues habrán hecho de su vida un perpetuo sacrificio de amor por los hermanos y por la gloria de Dios.

        En verdad os digo que a la Vida Eterna se llega por muchos caminos, y uno de ellos es este, y muy apreciado por mi Corazón.



De los cuadernos de María Valtorta (17-10-1.943)

         Todo gira alrededor del Amor, María, excepto para los verdaderos “muertos”: los condenados. Para estos “muertos”, también ha muerto el Amor. Pero para los tres Reinos – el que tiene el peso de la gravedad: la Tierra; aquel en el que está abolido el peso de la materia, pero no el del alma cargada por el pecado: el Purgatorio; y en fin, aquellos cuyos habitantes comparten con el Padre su naturaleza espiritual que les libera de todo peso – el motor es el amor. Amando sobre la Tierra es como trabajáis para el Cielo. Amando en el Purgatorio es como conquistáis el Cielo, que en la vida no habéis sabido merecer. Amando en el Paraíso es como gozáis el Cielo.

         Lo único que hace un alma cuando está en el Purgatorio es amar, pensar, arrepentirse a la Luz del Amor que esas llamas han encendido para ellas, que ya son Dios, pero que, para su castigo, le esconden a Dios.

        Esto es el tormento. El alma recuerda la Visión de Dios que tuvo en el Juicio particular. Se lleva consigo ese recuerdo y, dado que el haber solo entrevisto a Dios es un gozo que supera todo lo creado, el alma está ansiosa de volver a gustar ese gozo. Ese recuerdo de Dios, y ese rayo de Luz que le revistió, cuando compareció ante Él, hacen que el alma “vea” la importancia que realmente tienen las faltas cometidas contra su Bien, y este “ver”, junto a la idea de que por esas faltas se ha impedido voluntariamente, durante años o siglos, la posesión del Cielo y la unión con Dios, constituye su pena purgante.

        El tormento de los purgantes es el amor y la certeza de haber ofendido al Amor. Un alma, cuanto más ha faltado en la vida, tanto más está cegado como por cataratas espirituales que le hacen más difícil conocer y alcanzar ese perfecto arrepentimiento de amor que es el primer coeficiente para su purgación y entrada en el Reino de Dios. Cuanto más un alma lo ha oprimido por la culpa, tanto más pesado y tardío se hace vivir el Amor. A medida que se limpia por poder del Amor, se acelera su resurrección al Amor y, por consiguiente, su conquista del Amor que se completa en el momento en que, terminada la expiación y alcanzada la perfección del amor, es admitida en la Ciudad de Dios 1.

        Hay que orar mucho para que estas almas, que sufren para alcanzar la Alegría, sean rápidas en alcanzar el Amor perfecto que les absuelve y une conmigo. Vuestras oraciones, vuestros sufragios, son nuevos aumentos de fuego de amor. Aumentan el ardor. Pero - ¡oh! ¡bienaventurado tormento! – también aumentan la capacidad de amar. Aceleran el proceso de purgación. Alzan las almas sumergidas en ese fuego a grados cada vez más altos. Las llevan a los umbrales de la Luz. Abren las puertas de la Luz, en fin, e introducen el alma en el cielo.


        A cada una de estas operaciones,  provocadas por vuestra caridad hacia quien os precedió en la segunda vida, corresponde la sorpresa de la caridad hacia vosotros. Caridad de Dios que os agradece el que proveáis por sus hijos penantes, caridad de los penantes que os agradecen el que os afanéis por introducirles en el gozo de Dios.

     Vuestros seres queridos nunca os amaron tanto como después de la muerte de la Tierra, porque su amor ya está impregnado de la Luz de Dios y a esta Luz comprenden cómo les amáis y como deberían haberos amado. 

          Ya no pueden deciros palabras que invoquen perdón y den amor. Pero me las dicen a Mí para vosotros. Yo os traigo esas palabras de vuestros difuntos, que ahora os saben ver y amar como se debe. Os las traigo junto con su petición de amor y de bendición, que ya es válida desde el Purgatorio porque ya está animada por la inflamada Caridad que les quema y purifica. Perfectamente válida, además, desde el momento en que, liberados, salgan a vuestro encuentro a los umbrales de la Vida o se reúnan con vosotros en ella, si les hubierais precedido en el reino del Amor.

         Fíate de Mí, María. Yo trabajo por ti y tus seres  queridos. Conforta tu espíritu. Vengo para darte la Alegría. Confía en Mí”.


BREVE MEDITACIÓN SOBRE ESTAS ACLARACIONES DE JESÚS SOBRE EL PURGATORIO


        1 - En esta maravillosa descripción de las tribulaciones de las almas en el Purgatorio, que solo puede describir la Divinidad, aparece la explicación sorprendente, de un hecho que ya era conocido, pero que no se lograba entender:

         Las almas que más tiempo están en el Purgatorio son las que menos se han dado cuenta de la gravedad de las ofensas hechas a Dios, las que tienen las “cataratas espirituales” producidas por su ceguera espiritual ante el pecado, y que le impiden distinguir entre el Vicio y la Virtud, entre el mal y el Bien, es decir entre Dios y Satán, son los que están predicando incansablemente, como un “mantra” brahmánico, el refrán de “Dios te quiere como eres”, o “Dios ama a todos por igual”, y el Infierno no existe, porque un Padre no puede mandar ahí a sus hijos (A ese efecto, recuerdo las palabras que le pronunciaba constantemente el Demonio al Santo Cura de Ars: “Aún no has muerto; aún te puedo coger”, o las palabras de Santa Teresa de Jesús, a la hora de su muerte: “Por fin, ahora soy hija de la Iglesia”).

         Pero estos falsos Pastores, al creer el axioma de que todos somos Hijos de Dios, y que el Infierno y el Demonio no existen, predicando incansablemente una Doctrina descafeinada, y el Dios relativista, hacen inútil la terrible Pasión y muerte de Jesús, el Martirio la Santísima Virgen María y de todos los Santos; La gracia de Dios y los Sacramentos de la Iglesia, ya que si todos somos hijos de Dios, ¿para qué sirven los Sacramentos?, ¿para qué Satán se afana incansablemente en hacernos pecar?. 

          Y es que se creen, como los Protestantes, que solo por la Pasión y muerte de Jesús, estamos todos rescatados y somos todos hijos suyos, ignorando para su conveniencia y la tranquilidad de su conciencia perversa, que, como lo dijo Jesús a Nicodemo, tenemos que renacer a una Vida nueva, para poder entrar en el Reino de los Cielos.

        Algunas personas se creen que solo con ir a Misa y cumplir con las recomendaciones del culto, tienen la Vida Eterna asegurada, Jesús dice a este respeto: 






De los cuadernos de Mª  Valtorta 
(18-10-1.947)


        “En verdad te digo que, quienes están muchas horas en la Iglesia, repitiendo palabras con el alma ausente, y quien está en la casa, en su oficina, en su negocio, en su ocupación, amándome a Mí y el prójimo por Mí, permaneciendo unido a Mí, quien reza, es el segundo y es a él a quien bendigo, mientras que el primero solo está cumpliendo un precepto hipócrita que Yo condeno y desecho”.

           He leído al respeto, no se en que pasaje de estos libros, que dice Jesús que hay oraciones que aburren hasta el Ángel de la Guardia de ciertas almas.

          Y aquí son de recordar las palabras de Jesús dirigidas a los Fariseos, que se creían que la religión solo consistía en cumplir con los deberes externos de la Ley: Las abluciones de las manos antes de la comida, teniendo las manos del alma manchadas de podredumbre; el descanso absoluto del Sábado, el pago del impuesto del comino y de la menta, y un largo repertorio de recomendaciones externas.

“Las prostitutas y los publicanos os precederán en el Reino de los Cielos”.





ORACIÓN PODEROSA QUE SE OFRECE PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO Y PARA LAS
 QUE ESTÁN EN PECADO MORTAL


 Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima Sangre de
Vuestro Amadísimo Hijo Jesús, junto con todas las misas
que se celebran hoy día en todo el mundo,
por las benditas almas del Purgatorio,
por los pecadores en todas partes,
por los pecadores en la Iglesia Universal.
Para los pecadores de nuestra familia 
y de nuestro hogar
Amén.





PROMESA EXTRAORDINARIA DE CRISTO


          El Salvador aseguró a Santa Gertrudis la Magna, religiosa cisterciense del Monasterio de Helfta en Eisleben (Alemania), a finales del siglo XIII, que esta oración liberaría a mil almas del Purgatoria cada vez que se ofreciese, extendiéndose también la promesa a la conversión y salvación de las que todavía pertenecen a la Iglesia militante en la Tierra.





CONSIDERACIONES IMPORTANTES


       Se recomienda encarecidamente su rezo diario, pues es incalculable el bien que podemos hacer a las almas si se recita varias veces, consiguiéndose además la salvación de miles de almas, dentro y fuera de la Iglesia, y en la propia familia.

           Medítese en la inmensa gloria que alcanzará quien lo hiciere así, en las gracias que obtendrá, en los pecadores que salvará, en las ánimas que liberará, en la ayuda y protección continua de estos desde el Cielo etc., etc…

         Piénselo bien cada uno, y comience ya desde hoy mismo su rezo, mientras hay tiempo, pues todo pasa, y pasa pronto. Y el tiempo no vuelve jamás. No mueras con las manos vacías de buenas obras.

Con licencia eclesiástica 
(Se autoriza su reimpresión y difusión).