MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 30 de octubre de 2013

YO SOY EL QUE SOY: RESUMEN DETALLADO SOBRE LA NATURALEZA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD




Aquí, en este dictado de Jesús a María Valtorta, que transcribimos a continuación, queda perfectamente retratado lo que predica la Iglesia Católica, desde el principio de su fundación hasta la hora actual, esta perspectiva solo puede ser definida y explicada por el mismo Dios, el cual, ve con meridiana claridad todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros, porque para Dios no existe nada oculto, ni pasado, ni presente ni futuro, todo es conocido, y para Él, ya ha ocurrido.


CURIOSIDADES MATEMÁTICAS SOBRE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Dios está en todas partes, y su poder es infinito, si se puede explicar matemáticamente, habría que aplicar la teoría de la relatividad de Dios que sería una fórmula muy sencilla, que explica que Dios está en toda la Creación infinita intergaláctica:
                                 
                                                                   
                                                 V= e/T

Siendo V, la velocidad
eel espacio
Tel tiempo.

Es una regla  elemental, que dice que  la velocidad es la distancia recorrida dividida por el tiempo, pero si para Dios, el tiempo es nulo ya que dijo textualmente: "Yo soy el que soy", lo que quiere decir, que para Él no existe el tiempo, entonces T=0, y por consiguiente la velocidad V es infinita, ya que sabemos que un número dividido por cero, da un resultado infinito.

Se argumentará que la distancia también es nula ya que en el Cielo, no hay distancias y Dios no tiene tamaño alguno, y las leyes matemáticas dicen que el número 0, dividido 0, da un número indeterminado, por eso se puede decir igualmente que no se puede afirmar que Dios tenga una velocidad infinita, sino que está en todos los sitios del Universo visible e invisible, en la cual las reglas matemáticas, aún que de cierta manera pueden aclararlo, son impropias para el mundo espiritual, que sin embargo también está regido por Leyes puestas por ese Ser Fabuloso que es infinito, y que por eso está en todas partes.

Lo que sí se puede saber, para demostrar esa teoría, es que muchos Santos, han tenido el don de la bilocación, que es estar en varios sitios a la vez, es decir que se han sustraído a las leyes de la naturaleza, y Dios les ha permitido aplicar unas leyes espirituales que nada tienen que ver con las leyes naturales. Por esa razón aludida, Dios puede estar en todas partes, y Satanás que también es un Espíritu puede encontrarse en todas partes, si Dios se lo permite.

Otra ley matemática que explica de cierta manera el poder infinito de Dios es la fórmula de la energía:

                                               E = 1/2. m. v2

Siendo E la energía cinética; m la masa  y v la velocidad.

Pero como v = (2.g.h) 0,5

Tenemos pues:                       E = m. g. h

    Y por eso, a Dios a quien se le denomina en la Biblia el Altísimo, por ser más alto en todos sus atributos que todo lo creado, por esa razón el término h, que es la altura en la fórmula matemática, tiene un valor infinito; la masa espiritual m que representa la suma de todas sus virtudes y perfecciones; y la fuerza de la gravedad g, que espiritualmente hablando es el Amor o sea el Espíritu Santo,  la energía E, o sea la Fuerza de Dios, también es infinita por tres razones que simbolizan las tres personas de la Santísima Trinidad: El Padre: la altura h; el Hijo la masa m, que es su infinita perfección, y la gravedad g que simboliza la fuerza infinita de atracción del Amor, que es el que mueve todas las cosas creadas por Dios.

   Este relato da igualmente una explicación precisa y contundente sobre la recreación del alma, que es el volver a nacer por la Gracia de Dios, para poder entrar en su Reino, según así lo explicó Jesús a Nicodemo.


     Y aquí quiero subrayar una falsa doctrina, inspirada por Satanás, que se está predicando insistentemente: "todos somos hijos de Dios", habría que precisar que hay que considerar a todos los hombres como Hijos de Dios, porque no se puede juzgar a nadie por la sencilla razón de que un gran pecador puede arrepentirse, y un gran religioso puede llegar a volverse un gran pecador y renegar de su Fe, por eso habría que decir en vez de todos somos Hijos de Dios, todos estamos llamados a ser Hijos de Dios. 

Error grave que anula toda la tradición Cristiana, le quita el significado al Nacimiento, Vida, Doctrina, Pasión, Muerte y gloriosa Resurrección de Jesucristo; favorece el quietismo y la muerte por inanición del alma, que se está desarrollando y deificando en su vida mortal, y que es necesario que se regenere de las secuelas del pecado Original, renaciendo a la Vida Nueva, el Reino, como lo explica Jesús más arriba. 



De los cuadernos de María Valtorta
(De Septiembre a Octubre de 1.950)

     Dice Jesús:
     Apocalipsis. (Ap 1, 4)


    "Aquel que es" es el antiguo Nombre de Dios, el nombre con el que Dios se presentó a Moisés en el monte, el nombre que Moisés le enseñó a su pueblo para que de ese modo pudiera invocar a Dios. En ese nombre se refleja toda la eternidad, la potencia, la sabiduría de Dios.

     Aquel que es: la eternidad. 

     Dios no tuvo un pasado. No tendrá un futuro. El es: el presente eterno. [...] Y entonces, nace la humildad, nace la adoración adecuada al Ser Divino que debe de ser adorado, nace la confianza, porque el hombre, la nada, el granito de polvo respeto al Todo y a todo lo creado por el Todo, se siente bajo el rayo de la protección del que, perteneciendo a la eternidad, quiso que los hombres existieran para darles su infinito amor.

     Aquel que es: la Potencia infinita.

     ¿Cuál es la persona o cosa que podría existir por sí misma? Ninguna: sin combustiones o fusión de partículas esparcidas por el firmamento no se forma un nuevo astro. [...]
Él existe por Sí mismo. No debe su existencia a cosa o persona alguna. Él existe. No tuvo necesidad de otro ser para existir [...] y si todo lo que existe - en el Cielo espiritual, en la Creación sensible, en los Infiernos - ya es testimonio de su inmenso poder, su ser que no tuvo principio de otro ser o cosa, es el inmenso testimonio de su inmenso poder.

     Aquel que es: la Sabiduría perfectísima.

     No creada, es decir, no tuvo necesidad de autoformacion ni de la formación de los maestros. Es esa Sabiduría que, cuando creó el todo, que no existía, no cometió ni siquiera un error, creando y queriendo hacerlo perfectamente. (...)

Más El que es, y que es la Sabiduría perfectísima, no cometió errores ni los comete y no debe decirse nunca que el mal y el dolor que han vuelto imperfecto lo que fue creado de modo perfecto proviene del Omnisciente, sino de los que quisieron y quieren salir de esa Ley de orden que Dios les dio a todas las cosas y a los seres vivientes. Es un orden perfecto espiritual, moral y físico, y que, si hubiera sido respetado, habría mantenido en la Tierra el estado de Paraíso terrestre y habría mantenido a los hombres que la habitan en la feliz condición de Adán y Eva antes de la culpa.

      Aquel que es:

     (...) Y para aquel que sabe leer y comprender, hay un eco de ese nombre en el nombre del Hijo de Dios hecho Hombre, en el nombre que Dios mismo impuso a su Hijo encarnado, y que el Ángel del anuncio feliz había comunicado a la Virgen Inmaculada. Y la Palabra que llevó ese Nombre a los suyos, enseñó de nuevo la Palabra verdadera: Jehová, para nombrar a Dios, para nombrar a su Santísimo Padre del cual es generado el Hijo y de los cuales procede el Espíritu Santo, que procede para generar, en el momento debido, al Cristo Salvador en el seno de la Virgen.

     Es Jesús el hijo de Dios y de la Mujer; El que, además de ser el Mesías prometido, el Redentor, es el testimonio más verdadero del Padre y de su voluntad, el testimonio de la Verdad, de la Caridad, del Reino de Dios. (...)

     El Hijo por su parte, revela al Padre; se lo revela al mundo que lo ignora y también al pequeño mundo de Israel que, aunque no le ignoraba, no conocía la verdad de amor, de misericordia, de Justicia mitigada por la caridad, que constituía su Naturaleza. Quien me ve a Mí, ve al Padre, mi Doctrina no es Mía sino del que me ha enviado, no conocéis su Palabra, más la conozco Yo, porque me ha generado. El Padre que me ha enviado no ha dejado solo a su Hijo; Él está Conmigo. Yo y el Padre somos una sola cosa".

El Hijo revela también al Espíritu Santo, mutuo Amor, beso y abrazo eterno del Padre y del Hijo, Espíritu del Espíritu de Dios. Espíritu de Verdad, Espíritu de Consuelo, Espíritu de Sabiduría, que confirmará en la fe a los creyentes y les enseñará la Sabiduría porque Él es el Teólogo de los teólogos, la Luz de los místicos, el Ojo de los contempladores, el Fuego de los que aman a Dios.

   Todas las enseñanzas y todas las obras de Cristo son testimonios del Padre y revelación del incomprensible Misterio de la Santísima Trinidad, de esa Santísima Trinidad, que hizo posible la Creación, la Redención, la Santificación del hombre, de esa Santísima Trinidad por la cual fue posible - sin destruir la primera creación, que se había corrompido - lograr recreación o nueva creación de una pareja sin mancha, de una nueva Eva, de un nuevo Adán, como medio para recrear para la Gracia y para restablecer por lo tanto, el orden violado y el fin último entre los hombres y para los hombres provenientes de Adán.

     Por voluntad del Padre, en consideración de los méritos del Hijo, y por obra del Espíritu Santo, el Hijo pudo asumir una carne humana en la Mujer Inmaculada, nueva y fiel Eva, pues el Espíritu de Dios cubrió con su sombra el Arca no realizada por manos humanas, y así se tuvo el nuevo Adán, el Vencedor, el Redentor, el Rey del Reino de los Cielos, el Reino al que son llamados los que merecen convertirse en Hijos de Dios y Co-herederos del Cielo, por haberle acogido con amor y haberle seguido en la Doctrina.










jueves, 17 de octubre de 2013

SUBLIME DICTADO DE SAN PABLO SOBRE LA REENCARNACIÓN QUE ESTÁ TAN DE MODA EN NUESTROS DÍAS

LA SATÁNICA TEORÍA DE LA REENCARNACIÓN
REFUTADA POR SAN PABLO.


LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO, UNO DE LOS DOS PILARES
DE LA IGLESIA CON SAN PEDRO


     Este testimonio del Apóstol San Pablo, una de las dos personas, con Moisés, que según San Juan de la Cruz, entrevieron la Esencia de Dios, auxiliadas por el "Brazo izquierdo de Dios", para poder entrever su "fulgor", ante el cual, los ángeles más subidos, que son los Serafines y los Querubines, tiemblan al contemplar la grandeza del "Altísimo", viene a reafirmar de una manera más contundente aún lo declarado en el escrito posterior por el Apóstol San Juan.

      Se trata de la teoría de la Reencarnación, tan presente no solo en las religiones orientales, pero también en mucha gente de nuestra civilización Cristiana, que creen firmemente en ese hecho.

    Es uno de los más importantes triunfos de Satanás, ya que el que cree en ello, refuta todas las creencias Cristianas, incluido el Evangelio, la tradición de los Santos Padres, y los Mandamientos de la Iglesia Católica.




    Dice el Apóstol San Pablo a María Valtorta:
     (11 de Enero de 1.944):

       Hasta tal punto está encarnada y enraizada en vuestra mente la teoría de la reencarnación - y más que nunca hoy, tras veinte siglos de predicación Evangélica - que parece que los antiguos paganos, a quienes yo partía el pan de la Fe, están aún vivos, o mejor, han vuelto a reencarnarse, según vuestra creencia y sus antiguas teorías sobre la resurrección y la segunda vida.

       Lo único que se reencarna en esa teoría vuestra que aparece como la herrumbre, en periodos alternados de oscuridad espiritual, pues este es el signo de un crepúsculo y no de una aurora del espiritu. ¡Sabedlo, oh vosotros que creéis ser los de espíritu más evolucionado! Tanto más baja el sol de Dios en vuestro espíritu y tanto más en la sombra que aumenta se forman larvas, se estancan las fiebres, pululan los portadores de muerte y germinan las esporas que mellan, corroen, absorben, destruyen la vida de vuestro espíritu, así como en los bosques impenetrables, densos de vida vegetal y animal, la larga noche, que dura seis meses, convierte la espesura en zonas muertas, semejantes a las de un mundo extinguido.

          ¡Necios! los muertos no regresan. Ni siquiera con un nuevo cuerpo. Hay una sola resurrección: la final.

              Vosotros, los que estáis hechos a imagen y semejanza de Dios, no sois semillas que en ciclos alternados germina y se convierte en tallo, flor, fruto, semilla, para que ésta, a su vez, se haga de nuevo tallo, flor, fruto. Vosotros sois hombres, no hierba del campo. Vosotros estáis destinados al Cielo, no al establo donde se cobija el jumento. Vosotros poseéis el Espíritu de Dios, ese Espíritu que Dios os infunde por medio de una continua generación espiritual, que corresponde a la generación humana, de una nueva carne.

           ¿Qué creéis? ¿Que tiene límites el poder generador que posee Dios, el Omnipotente, Ilimitado, Eterno  Dios nuestro? ¿Creéis que ese límite le obliga a crear no más de un determinado número de espíritus de modo que, para que tenga que continuar la vida de los hombres sobre la Tierra, tenga que obrar como el dependiente de un gran almacén, que busca entre los espíritus apiñados en los estantes el que puede volver a usar como determinada mercancía? O, mejor aún, ¿creéis que Él es como un escriba que, si debe hacer conocer un acontecimiento, saca a relucir un determinado expediente y busca un determinado rótulo, porque ha llegado la hora de volver a usar dicho material? 

             ¡Oh, necios, necios, necios! Vosotros no sois mercancía, ni pergaminos, ni semillas. Vosotros sois hombres.

              Cual semilla, el cuerpo cae en la putrefacción de la fosa, cuando su ciclo ha terminado. El espíritu vuelve a su Fuente para que se juzgue si está vivo o podrido como la carne y, de acuerdo con ello, cumpla su destino. Y de él no nacerá otro, sino para llamar a una única resurrección lo que ya le había pertenecido; y en esa resurrección, el que condujo una vida depravada, será depravado por la eternidad, con el espíritu corrompido y la corrompida carne que tuvo en su única, sola e irrepetible vida. Y el que en su vida fue "justo" resurgirá glorioso e incorruptible, elevará su carne a la gloria de su espíritu glorioso, la espiritualizará, la divinizará, pues con ella y por ella logró vencer y es justo que con ella celebre el triunfo.

                 Aquí el espíritu que poseéis os hace animales con uso de razón y obtiene la vida también para la carne que él logra vencer. En la otra vida seréis espíritus que vivificarán la carne, que ha salido victoriosa por haber permanecido sujeta al espíritu. Antes, prevalece siempre la índole animal y esta es la verdadera evolución. Más es la única. Después, de la naturaleza animal, que por la triple virtud ha sabido elevarse, se pasa a la naturaleza espiritual.

              Según como viváis en esta vida, viviréis en la segunda. Si en la primera prevaleció en vosotros la celestial, advertiréis en vosotros mismos la naturaleza de Dios, poseeréis dicha naturaleza, pues Dios será vuestro eterno Patrimonio.

       Si, en cambio, predominó el terreno, tras la muerte conoceréis la oscuridad, la desolación, el hielo, el horror, las tinieblas, todo lo que recibe el cuerpo que desciende en la fosa; con esta diferencia: que esta segunda y verdadera muerte, dura por toda la eternidad.


           ¡Oh, hermanos, herederos de Dios por voluntad de Dios! no hagáis que se pierda esta herencia por seguir la carne y la sangre y el error de vuestras mentes.

              También yo erré y fui contrario a la Verdad, perseguí a Cristo, tengo siempre presente mi pecado, aún en la gloria de este Reino, cuyas puertas abrieron mi arrepentimiento, mi fe, el martirio que sufrí por profesar mi fe en Cristo y en la vida inmortal. Más, cuando la Luz me rindió, al darse a conocer, abandoné el error para seguir la Luz.

          La Luz se dio a conocer a vosotros a través de veinte siglos de prodigios, que ni siquiera el más feroz opositor o el más obstinado podrían negar. Entonces, ¿Por qué, vosotros, los afortunados que tenéis como testimonio de esa Luz veinte siglos de manifestaciones divinas, queréis permanecer en el error?

              Yo, testigo de Cristo, os lo juro: Ni la carne ni la sangre pueden heredar el Reino de Dios; solo el espíritu lo puede heredar. Y como está escrito en el Evangelio de Jesús, nuestro Señor, los destinados a volver a casarse porque tienen una segunda vida terrena, son los hijos de este siglo (considerad, hermanos que aquí "siglo" define los que están en el mundo, es decir a los terrestres).

         Resurgirán solo los que son dignos del segundo siglo, el eterno, o sea los que, dado que ya han vivido, no pueden volver a morir y que, además, no anhelan nupcias humanas porque han obtenido la vida espiritual y se han hecho semejantes a los ángeles e hijos del Altísimo, y  para su espíritu desean un solo connubio: con Dios-Amor; un solo patrimonio: Dios; una sola morada: el Cielo; una sola vida: la Vida.

    ¡Amén, amén, amén!
    Os digo: creed para obtenerla"

           Y así pues ha venido también S. Pablo. ¡Oh, que huracán! ¡No me sorprende que con la vehemencia de su palabra haya arroyado hasta a los atenienses, ya acostumbrados a sus oradores! Si Juan es un soplo de viento perfumado de cielo. Pablo es un ciclón de todos los elementos aptos para doblegar las cumbres más altivas.


          Creo que el Cielo está cerrado. Y si todo este concierto de notas no logra penetrar en ellos (...), no sé que es lo que podría lograrlo. Desde hace muchos meses deseaba un dictado acerca de este tema. Esperé. Y me llegaron siete; si yo estuviera en el lugar de algunas personas, me sentiría como un ratón en la trampa o un pájaro en la red. Me acosaría la evidencia por todas partes.

             No esperaba que justo fuera a hablar S. Pablo.

         Ahora siento los hombros doloridos y descanso mirando con los ojos del alma la Divina Paloma de oro y sintiendo a mi lado a María. Su palabra matutina sigue cantando en mi corazón.




      



miércoles, 16 de octubre de 2013

PALABRAS DEL APÓSTOL SAN JUAN EN CONTRA DE LA REINCARNACIÓN

LA METEMPSICOSIS

El Apóstol San Juan



         La teoría de la metempsicosis, que es la reencarnación,  tan de moda en nuestros días, por la admiración hacia la mentalidad oriental, enseñada en el Budismo y el Hinduismo  es una doctrina completamente opuesta a las enseñanzas de Jesús reflejadas en el Evangelio, y al ser contrarias, sólo pueden provenir del eterno enemigo de Dios, que lucha incansablemente contra la Doctrina verdadera, para que sea denigrada y tenida como una superchería perpetrada por los hombres, cuando en realidad, proviene de Dios.

          Y aquí me permito refutar todas las religiones creadas por el hombre, sin la intervención del Verbo de Dios que es Cristo Jesús, y aquí están todas las variopintas sectas protestantes: El Luteranismo, creado por un ser irascible y voluptuoso, el Calvinismo creado por un individuo que quemó vivo a Miguel Servet por su visión personal sobre la Santísima Trinidad, Enrique VIII, el sádico asesino inglés con el Anglicanismo, y toda una lista de individuos, que al no tener el alma limpia, fueron incapaces de recibir y pregonar la Palabra de Dios.

Hablando de los Fundadores de las Grandes Comunidades religiosas, dentro de la Iglesia Católica, dice San Juan de la Cruz, al referirse a la perfección alcanzada por esos Santos, en su "Llama de Amor viva: "Pocas almas llegan a tanto como esto, pero algunos han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud  y espíritu se había de difundir  en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor a las cabezas  en las primicias del espíritu, según la mayor o la menor sucesión que habían de tener en su doctrina y espíritu" (Cant 2, 12) 

           Y desgraciadamente lo mismo ocurre en la Iglesia Católica donde existe una serie interminable de heréticos, cuando no se es católico por haber recibido el bautismo, y los Sacramentos, sino por escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios, que estos quieren reformar, volviendo a reinterpretar las Escrituras y acomodarlas a su manera de ser.

    En los cuadernos de María Valtorta, el Apóstol San Juan, condena esta creencia, en su dictado del 11 de Enero de 1.944.



    Dice Juan:

             "Por haber sido formado, penetrado, unificado con el Maestro, en mi Evangelio vive la Palabra tal como fue dicha, pues pude repetirla sin alteraciones debido a dicha fusión. Es Cristo el que habla, Juan es solo un instrumento que escribe. Igual que tú.

                  La nuestra es una suerte extraordinaria y a ella debemos ser fieles hasta en las nimiedades para no contaminar la Doctrina Divina con nuestra naturaleza de criaturas; por esta causa debemos seguir llevando una vida pura, de modo que la palabra descienda donde no hay nada impuro, donde ni siquiera la sombra de un pensamiento lo es.

                Acoger la Palabra de Dios, es acoger el Pan del Cielo. Pues es Pan del Cielo que se hace Palabra en nosotros, para convertirse en Pan para el espíritu de nuestros hermanos. Es la Eucaristía de la Palabra, no menos Santa que la Eucaristía del Altar porque el Cristo Eucarístico que viene a nosotros, nos trae su Palabra - tanto más sentida cuanto más es intensa en nosotros la vida espiritual - y el Cristo Maestro que viene a nosotros nos trae su alimento, que nos pone en condiciones de hacer de la Eucaristía, cada vez más, el Pan de Vida Eterna.

        Tu Maestro, que es también el mío, lo ha dicho: "Bienaventurados los que conservan en el corazón la Palabra de Dios". Y ha dicho también: "El que escucha mi Palabra merece la Vida Eterna", y: "Yo soy el Pan vivo que desciende del Cielo. El que se nutre de Mí no morirá y el último día, Yo lo resucitaré". Por lo tanto, el Maestro dispone un único destino para quien se nutre de Él: el Verbo del Padre y el Pan del Cielo.

    Más estas palabras no las dirijo particularmente a tí, que eres una discípula que ya vive en la Luz. Yo, luz de Cristo, hablo de Cristo, Luz del mundo, a los tenebrosos que, como aquellos que una membrana cubre las pupilas, avanzan a ciegas en la oscuridad y no saben ir por el sendero por donde pasa el Maestro, no quieren ir por él y gritar: "¡Jesús, sálvanos! ¡Danos tu Luz!".

    Si le llamaran, Él iría a ellos, permanecería en ellos y les dispensaría la bienaventurada suerte de convertirse en Hijos de Dios, nacidos por segunda vez (la única vez que se puede renacer no es en la carne que, cuando se ha extinguido, no vuelve jamás a revestir ese espíritu del que fue atavío, excepto en el último día para acompañarlo a la gloria, o a la perdición, sino en el espíritu, que uniéndose a Cristo se regenera, pues el cobijarlo Cristo en Sí como parte de su Santísimo Ser, lo une al Espíritu de Dios, o sea, de Él que nos permite renacer, no ya como hombres, sino como hijos de Dios). Si le llamaran, ellos conocerían la Luz, se alejarían de las Tinieblas y de la Mentira, porque Cristo es Verdad, porque Cristo es Luz, y Luz y Verdad es el Paráclito que Cristo dona a los "suyos"; quien recibe a Cristo, recibe en sí la Verdad y la Luz de la Divinidad Trina.

    Apartaos del eterno homicida que pereció y hace perecer porque no permaneció en la Verdad que, por su afortunado destino de ángel, había poseído desde el primer instante de su creación. Creed en Cristo, que no puede mentir porque es Dios y Dios posee la Perfección.

    Él os dice y repite: "Yo os resucitaré". Y Él, el Perfecto en la Ciencia y en la Inteligencia, ¿podría proferir palabras impropias? Él dice: "resucitaré" y no "reencarnaré". Y precisa: "en el último día"; más aún proclama: "Así como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo da la vida a quien quiere. Quien escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, posee la Vida eterna y no merece condena; al contrario, pasa de la muerte a la vida... Llegará la hora en que los muertos oigan la Voz del Hijo de Dios y quien la oiga vivirá. Llegará la hora en que todos oigan en el sepulcro la voz del Hijo de Dios y los que hicieron el bien saldrán de él hacia la resurrección de la Vida; los que se dedicaron al mal, hacia la resurrección de la muerte".

     Por eso, Él que es Verdad y Ciencia dice, repite, insiste, jura que existe una sola y única vida de la carne y una sola y única vida del espíritu. Esta vida se vive en nuestra única jornada humana y luego, solo en el último día, el mandato de Jesús-Dios, resurge para revestir el espíritu del que fuera atavío. Esta vida eterna nos es dada solamente a través de nuestra jornada única y, si durante ella matamos aunque sea una vez el espíritu, este ya no podrá reencarnarse jamás para lograr pasar, por sucesivas fases, de la muerte a la vida.

     No. El poder de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Paráclito, puede concederos la resurrección del espíritu en la Tierra mediante el milagro de la gracia o mediante la intercesión de algún "Santo" - ya sea perteneciente a la Tierra o al Cielo - o mediante vuestro deseo de resurgir. Más esto sucede solo aquí, en la Tierra, en vuestra única jornada. Cuando para vosotros se acaba el día y entráis en el sueño de la noche humana, ya no hay ninguna resurrección posible a través de nuevas fases vitales. Y si estáis muertos en cuanto al espíritu, hay solo muerte.

              Yo, discípulo de Cristo, Yo que he visto más allá de la vida, la vida futura y la resurrección final, os juro que esto es verdad.
               Liberáos de estas cadenas. De las que puede usar contra vosotros Satanás: son las más peligrosas. Dad el primer paso para decirle a Cristo:  "Vengo a Ti", y a Satanás: "Retrocede en nombre de Jesús". Acoged la primera Verdad.

               Ni siquiera podéis imaginar cuán dulce es el Señor, el buen Maestro, el Pastor Santo, con quien se dirige a Él. Os estrecha como un padre contra su pecho y os enseña, os cuida, os nutre. No digáis que le amáis. No le amáis en la verdad y por eso, no le amáis.

            La verdad está en su Evangelio. El Evangelio es el que Él confió a sus discípulos y que aún hoy confirma y explica, guiado por su bondad de Salvador. Y, tras tantos siglos transcurridos, es siempre igual, no existe otro.

            Si hubiera habido dos, o más vidas, Él lo habría dicho. No sois Parsis o Sintoístas; sois "Cristianos". Y, por lo tanto, dejad las quimeras, los errores, los engaños que Satanás prepara para arrancaros a Dios y creed en lo que ha dicho Cristo.

          Quien ama cree, quien ama poco duda. Quien no ama, acepta una doctrina adversa. La doctrina que seguís es adversa a la de Jesucristo, Verbo de Dios, Maestro nuestro, Luz del mundo. Por lo tanto, no amáis a Cristo en la Verdad".








jueves, 10 de octubre de 2013

DEDICADO A TODOS LOS ILUMINADOS Y QUE SE CREEN ESCOGIDOS POR DIOS PARA CAMBIAR LA TRADICIÓN EN REBELDÍA CONTRA LA iGLESIA CATÓLICA FUNDADA POR JESÚS




Recuerdo de Retiro espiritual 
Temed de Dios para no retroceder.
Para avanzar, amadlo (S. Agustín)


        En el Post anterior explicaba Jesús que había dos clases de personas: Las que habían recibido poca educación Religiosa, por su alejamiento de la Iglesia, o por la doctrina y el mal ejemplo de algunos pastores mediocres, que recibirán de parte de Jesús en el Juicio particular su merecido, y las que habían recibido una buena enseñanza religiosa, pero que a pesar de eso se habían alejado de Dios, porque como lo dijo San Juan en su Evangelio, habían preferido las tinieblas a la Luz, para que sus malas obras no fueran manifiestas. 

             Estas últimas personas son las que pecan contra el Espíritu Santo, y no tendrán perdón ni en este mundo, ni en el otro, son los hijos de las tinieblas, discípulos de Satanás.

        Este punto de vista de Jesús, y no me canso nunca de repetirlo, es completamente opuesto a la mentalidad actual, que predica el relativismo, y que quiere modificar, o volver a reinterpretar el Evangelio, quiere una doctrina "descafeínada", en donde no se quiere ver la diferencia abismal que existe entre el pecado y la Virtud; y en donde no se habla ni se quiere hablar, por miedo o cobardía, del Juicio final, del Cielo, del Infierno, del Reino de Satanás, e incluso se critica y se odia a los que predican la verdadera doctrina, llegando a tratarlos de retrógrados, o fanáticos de la Edad Media.
      
       Esta doctrina, tradicional, que es la que vivieron y practicaron todos los grandes Santos, los Apóstoles, los  Doctores de la Iglesia y los Mártires, así como los Profetas del Antiguo Testamento, ocasionaron en todos los tiempos, de parte del Pueblo que se había desentendido de la Verdadera Doctrina, una verdadera persecución, y un gran odio hacia ellos, de parte de esos rebeldes a la Ley de Dios.

       Conozco a cierta persona, un Catequista, que había mantenido una reunión mensual con el grupo de la Parroquia, presidida por el cura, y con la presencia de los otros catequistas, se había atrevido a comentar que no se podía amar a Dios de la misma manera que a un sádico pecador. Doctrina pura y verdadera, porque a Dios hay que amarlo con todas nuestras fuerzas, todo nuestro ser, y anteponerlo a todo. Y al prójimo, hay que amarlo como a si mismo, según está indicado en los Evangelios y el Catecismo.
         
          Pues, bien la reacción del Sacerdote y de una catequista, sobrina del Arzobispo; ¡licenciada en teología!, fue inmediata: "Es falso, ¡Hay que amarlos a los dos de la misma manera!, y aquí está reflejado en ese hecho la mentalidad herética actual: poner el hombre a la misma altura de Dios, y esto es un pecado aún más grave que el pecado de Lucifer: porque al fin y al cabo, él era el ángel más subido que había creado Dios, y la distancia entre él y Dios, aunque era infinita, era mucho menor que la distancia que existe entre el ser humano y Dios.

           Es el gran triunfo de Satanás, que se transformó de Ángel en Demonio, y que sigue arrastrando con él después de una gran multitud de ángeles del Cielo, a otra gran multitud de hombres, que ellos también se transformarán en réprobos, si no rectifican a tiempo.
           
          Solo me queda rezar con fervor todos los días de mi vida por todos mis familiares y conocidos que han abandonado a Dios, para que Dios no los abandone a ellos.

           He abierto el libro de los Cuadernos de María Valtorta al azar, y he caído en el texto siguiente de fecha del 28 de Marzo de 1.944:



            Dice Jesús:

        "Por leer el Evangelio tan distraídamente como hacéis, se os escapan demasiado verdades. Y tampoco asimiláis las grandes enseñanzas, que adaptáis a vuestro modo de ver actual.

        En tanto, debéis saber que el Evangelio no debe adaptarse a vosotros, sino que vosotros debéis adaptaros al Evangelio. El Evangelio es como es. Su enseñanza es igual en su primer siglo de vida y será igual también el el último, aún cuando ese último siglo llegase dentro de miles de millones de años. Por entonces, no sabréis vivir según el Evangelio - y en verdad, ya sabéis hacerlo muy poco - pero no por eso el Evangelio cambiará. Él os dirá siempre las mismas verdades vitales.

           Ese deseo vuestro de adaptar el Evangelio a vuestro modo de vivir es una confesión de vuestra miseria espiritual. Si tuvierais fe en las verdades eternas y en Mí, que las proclamé, os esforzaríais por vivir de modo integral el Evangelio, tal como lo hacían los primeros cristianos. Y no digáis: "Pero la vida de hoy es tal que no podemos vivir esas enseñanzas. Las admiramos pero somos demasiado deferentes de ellas como para poder seguirlas".

       También los paganos de los primeros tiempos eran diferentes, demasiado diferentes del Evangelio y, sin embargo, supieron seguirlo. Eran lujuriosos, ávidos, crápulos, crueles, escépticos, viciosos, pero supieron arrancar de si mismos todas estas mezquindades, supieron dejar al desnudo su alma, hacerla sangrar para arrancarla a los tentáculos de la vida pagana y, heridos de este modo por las ideas, en los afectos, en sus costumbres, supieron venir a Mí a decirme: "Señor, si Tú quieres puedes sanarme". Y Yo les sané. Yo cicatricé sus heroicas heridas.

             Ya que es heroísmo saber arrancar de si el mal por amor de una ley que se ha aceptado totalmente. Es heroísmo mutilarse de todo lo que es un obstáculo para seguirme. Es el heroísmo que Yo he indicado: "En verdad os digo que, para seguirme, hay que dejar la casa, los campos, las riquezas, los afectos. Más el que sepa dejar todo para venir a Mí, por el amor a mi Nombre, le será dado cien veces más en esta vida. En verdad os digo que el que se regenere al seguirme poseerá el Reino y el último día vendrá conmigo a juzgar a los hombres".
          ¡Oh, verdaderos fieles míos! Estaréis conmigo, conmigo, como una multitud fulgida y refulgente en la hora de mi triunfo, de vuestro triunfo, pues todo lo que es mío es vuestro, es de mis hijos, es de mis amados amantes, de mis bienaventurados, de mi júbilo.

         Más, ¡Oh, hombres! , hay que "regenerarse" para ser míos. Hay que regenerarse. Citando mis palabras también lo dice Juan, mi predilecto al hablar de Nicodemo, como lo dice Mateo al hablar del hombre rico. Hay que renacer. Hay que regenerarse. Hay que hacerse un alma nueva, ¡Oh, nuevos gentiles del siglo XX! Hay que hacerse un alma nueva despojándose de los compromisos y de las ideas del mundo, para abrazar mi Idea y vivirla, vivirla verdaderamente, integralmente.

    Así lo hicieron los gentiles de los primeros siglos y se convirtieron en los gloriosos Santos del Cielo y dieron civilización a la Tierra. Así tenéis que hacer vosotros si es verdad que me amáis, si es verdad que anheláis la otra Vida, si es verdad que trabajáis para civilizar la Tierra. ¡Esta Tierra que ahora es más incivil que una tribu sepultada en las florestas tierras vírgenes! ¿Por qué lo es? Porque me rechazó. El llamarse cristianos no quiere decir ser cristianos. El haber recibido un bautismo pro forma no lo significa. Ser cristianos quiere decir ser como Cristo dijo que hay que ser, como lo repite el Evangelio.

              Más vosotros leéis poco el Evangelio, lo leéis mal, le quitáis todo lo que os molesta en las grandes enseñanzas. Y ni siquiera notáis las enseñanzas más delicadas. [...]

          ¿Qué creéis, que Yo, que era tan contrario a los discursos, agregué palabras por solo el gusto de decirlo? No; Yo dije lo absolutamente necesario para llevaros a la perfección. Y si en la enseñanza evangélica está lo que puede dar la salvación a vuestra alma, en los toques más menudos está lo que puede llevaros a la perfección.

              El primer toque se refiere a los mandos; desobedecerlos significa morir para la Vida. El segundo, a los consejos; obedecerlos significa alcanzar una santidad cada vez más solícita y acercarse cada vez más a la perfección del Padre.

          En el Evangelio de Mateo está dicho: "Al multiplicarse la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará". ¡Oh, hijos!, he aquí una verdad que se medita muy poco.

         ¿De qué sufrís ahora?: sufrís de falta de amor. En el fondo, ¿Qué son las guerras? Son odio. Y, ¿qué es el odio? Es la antítesis del amor. Lo demás: Las razones políticas, el espacio vital, las fronteras injustas, una afrenta política, son excusas, solamente excusas.
       No os amáis. No os sentís hermanos. No os acordáis que provenís todos de una misma sangre, que nacéis todos del mismo modo, que morís todos del mismo modo, que todos tenéis hambre, sed, frío, sueño, del mismo modo; que todos necesitáis pan, vestidos, un techo, calor, del mismo modo. No os acordáis que Yo he dicho: "Amaos. Por el modo en que os amaréis, se comprenderá si sois mis discípulos. Amad el prójimo como a vosotros mismos".

       Creéis que estas palabras son embustes. Creéis que mi Doctrina es la de un loco. La sustituís con muchas doctrinas humanas, doctrinas pobres o malvadas según quien las creó. Más aún las más perfectas de ellas son imperfectas,  si son diferentes de las mías. Buena parte de ellas será de metal preciado, como la mítica estatua (Dan. 2, 31-45); pero la base será de fango y, al final, causará el derrumbe de toda la doctrina. Y, con el derrumbe causará la ruina de los que se habían apoyado en ella. Mi Doctrina no se derrumba. Quien se apoya en ella no se arruina; por el contrario asciende a una seguridad cada vez mayor: sube al Cielo, a la alianza de Dios en la Tierra, al goce de Dios más allá de la Tierra.

          Más la caridad no puede existir donde existe la iniquidad, porque la caridad es Dios y Dios no convive con el Mal. Por eso, el que ama el Mal odia a Dios y, al odiar a Dios, aumenta sus iniquidades y se separa cada vez más de Dios-Caridad. Este es el círculo del que no se sale y que se estrecha para torturaros.

      Los potentes y los humildes, todos habéis aumentado vuestras culpas, habéis desatendido el Evangelio, habéis escarnecido los Mandamientos, os habéis olvidado de Dios - pues no puede afirmar recordarle el que vive siguiendo la carne, el que vive siguiendo la soberbia de la mente, el que vive siguiendo los consejos de Satanás -; habéis pisoteado la familia, habéis robado, blasfemado, asesinado, dado falso testimonio, mentido, fornicado. Habéis hecho lícito lo ilícito robando aquí un puesto, una esposa, un patrimonio; robando allí, aún más arriba, el poder o la libertad nacional y habéis aumentado vuestro latrocinio con la culpa de la mentira, para justificar ante el Pueblo vuestras acciones que lo envían a la muerte. 

        ¡Habéis engañado a esas pobres gentes que no piden más que vivir tranquilas!  Y que en cambio, vosotros incitáis, con venenosas mentiras, las unas contra las otras para aseguraros un bienestar que no es lícito conseguir con el precio de la sangre, de las lágrimas, del sacrificio de Naciones enteras.


           Y aquí quedan perfectamente reflejados todos los Partidos Políticos actuales, que con el pretexto de defender al Pueblo que les ha votado, o a los cuales dicen representar, les roban y los exprimen para asegurar su bienestar personal, la de sus familiares, correligionarios y amigos, con mentiras y falsas promesas, amparándose en la autoridad, o comprando  las conciencias, y a los que podrían denunciar sus hazañas y tropelías.

      


 

  
    

martes, 1 de octubre de 2013

LA ESTREMECEDORA MUERTE DE MARÍA MAGDALENA







María Magdalena el alma enamorada de Jesús






          En el mundo de hoy, donde Satanás ha inoculado astutamente el relativismo, y ha introducido en las almas, e incluso en muchos consagrados la doctrina descafeinada,  en donde Dios aparece como un ser bonachón, insensible al pecado y a las aberraciones, aparece la figura de María Magdalena la cual, una vez muerto Jesús, se retiró en una gruta, haciendo penitencia y llorando amargamente sus pecados pasados los cuales, aunque perdonados por Jesús en su vida, seguían atormentándola porque tenía tal presencia de Dios en su alma, que veía con meridiana claridad la diferencia tan abismal que existe entre el pecado y la Virtud, que es la misma que existe entre las tinieblas y la Luz, y entre Satanás y Cristo Jesús.

              A este respeto, dice San Juan de la Cruz en sus obras, que mucha gente cree que con solo su predicación, van a convertir el mundo, y que María de Magdalá, podía haberse dedicado a evangelizar, pero prefirió retirarse en una gruta durante treinta años llorando sus pecados, ya que con este proceder, benefició más a la Humanidad que mucha gente predicando.

Cántico espiritual de San Juan de la Cruz

Que ya solo en Amar es mi ejercicio

Canción 28


                 9.  Aquí es de notar que, cuando el alma llega a este estado, todo el ejercicio de la parte espiritual y de la parte sensitiva, ahora sea en hacer, ahora en padecer, de cualquier manera que sea, siempre le causa más Amor y regalo de Dios, como hemos dicho. Y hasta el mismo ejercicio de oración y trato con Dios, que antes solía tener en otras consideraciones y modos, ya todo es ejercicio de Amor. De manera que ahora sea su trato cerca de lo temporal, ahora sea su ejercicio acerca de lo espiritual, siempre puede decir esta alma, que ya solo en Amar es mi ejercicio.

              10.  Dichosa vida, y dichoso estado, y dichosa el alma que a él llega, donde todo le es ya sustancia de Amor y regalo y deleite de desposorio, en que de veras puede la esposa decir al Divino Esposo, aquellas palabras que de puro Amor le dice en los Cantares, diciendo: “Todas las manzanas nuevas y viejas guardé para Tí (7, 13). Que es como si dijera: Amado mío, todo lo áspero y trabajoso lo quiero por Ti, y todo lo suave y sabroso lo quiero para Ti.
                    Pero el acomodado sentido de este verso es decir que el alma en este estado de desposorio espiritual, ordinariamente anda en unión de Amor de Dios, que es común y ordinaria asistencia de voluntad amorosa en Dios.


Anotación para la canción siguiente


               2.  Donde es de notar que, en tanto que el alma no llega a este estado de unión de Amor, le conviene ejercitar el Amor así en la vida activa como en la Contemplativa.
               Pero cuando ya llegase a él, no le es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios exteriores, que le puedan impedir un punto de aquella asistencia de Amor en Dios, aún que sea de gran servicio de Dios, porque es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro Amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas esas obras juntas.

               Que por eso, María Magdalena, aunque con su predicación hacía gran provecho, y lo hiciera muy grande después, por el gran deseo que tenía de agradar a su esposo y aprovechar a la Iglesia, se escondió en el desierto treinta años para entregarse de veras a este Amor.


               3. De donde, cuando alguna alma tuviera algo de este grado de solitario amor, gran agravio se le haría al alma y a la Iglesia si, aunque fuera por poco espacio, la quisiesen ocupar en cosas exteriores o activas, aunque fuesen de mucho caudal, pues Dios conjura que no la molesten en ese Amor. ¿quién se atreverá y quedará sin reprensión? Al fin, para ese fin de Amor fuimos creados.


         Y es que hoy día, más que nunca, sabiendo que las buenas obras solo se pueden hacer con la Gracia de Dios, conviene recordar lo que dijo también el Santo Doctor:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de conciencia, que todas esas obras que quieres hacer".



   De los cuadernos de María Valtorta de 1.944

        Veo una gruta pedregosa en la que hay un jergón formado por hojas secas amontonadas sobre un rústico armazón de ramas entrelazadas y atadas con juncos. ¡Debe de ser tan cómodo como un instrumento de tortura! En la gruta hay además, una piedra grande que sirve como mesa y otra más pequeña como asiento. En la zona más profunda de la gruta hay otra piedra; se trata de un fragmento saliente de la roca, que tiene una superficie bastante lisa, bruñida, no sé si este aspecto es natural o si se es el resultado de una paciente y fatigosa labor humana. En realidad parece un rústico altar, sobre el cual está apoyada una cruz hecha con dos ramas atadas con mimbres.

            Además el habitante de la gruta ha plantado una hiedra en una grieta terrosa del terreno y ha extendido sus ramos hasta abrazar y enmarcar la cruz, mientras que en dos toscos vasos, que parecen modelados en la arcilla por una mano inexperta, hay algunas flores silvestres que ha recogido en las cercanías y, justo al pié de la cruz, en una concha gigantesca, hay una pequeña planta de ciclamen silvestre, con sus hojitas lustradas y dos gemas a punto de florecer. Al pie de este altar hay un haz de ramos espinosos y un flagelo hecho con sogas anudadas. También hay una tosca tinaja con agua y nada más. 

         Por la estrecha y baja abertura se ven al fondo los montes y, dada la oscilante claridad que se entrevé aún más lejos, se diría que desde este punto se divisa el mar, pero no puedo asegurarlo. Sobre dicha abertura cuelgan ramos de yedra, madreselvas y rosales silvestres, es decir, todo el fasto vegetal de los lugares montañosos, y forman como un velo movedizo que separa el interior del exterior.

            Una mujer enjuta, que lleva un rústico vestido oscuro y, sobre este una piel de cabra que le sirve de manto, entra en la gruta apartando los ramos colgantes. Parece exhausta. Su edad es indefinible. A juzgar por su rostro ajado, se le darían muchos años, más de sesenta. A juzgar por la cabellera, aún bella, abundante, dorada, no se le darían más de cuarenta. Lleva el cabello anudado en dos trenzas que caen sobre los hombros curvos y flacos: son lo único que reluce en medio de este ambiente escuálido, habría sido hermosa, por cierto, su frente se conserve aún lisa y erguida, la nariz está bien delineada y el contorno del rostro, a pesar de estar enflaquecido por las penurias, es regular. 

              Pero sus ojos ya no brillan, están profundamente hundidos en las órbitas y cercado por dos cárdenas ojeras: son dos ojos que han vertido muchas lágrimas. Dos arrugas como dos cicatrices esculpidas desde el ángulo de los ojos y al lado de la nariz, se pierden en otra arruga, típica de los que han sufrido mucho, que desciende como un acento circunflejo, desde las fosas nasales hasta la comisura de los labios.

          Las sienes parecen hundidas y en su intensa palidez se diseñan las venas azules. Un pliegue de desaliento curva su boca de un rosa palidísimo: antaño debe de haber sido una boca espléndida, pero ahora es una boca marchita en la que la curva de los labios se asemeja a la de dos alas rotas que penden. Es una boca doliente.

            La mujer se arrastra hasta la roca que sirve de mesa y apoya en ella arándanos y fresas silvestres. Luego va hacia el altar y se arrodilla, pero está tan agotada que, al hacerlo, casi se cae y tiene que sostenerse en la piedra con una mano. Reza mirando la cruz mientras sus lágrimas descienden por el surco de las arrugas hacia los labios, que las beben. Luego deja caer la piel de cabra de modo que queda cubierta solamente con su burda túnica, y coge el flagelo y los espinos. Estrecha en torno a la cabeza y las caderas los ramos espinosos y se flagela con las cuerdas, pero está demasiado débil para lograrlo; deja caer el flagelo y, apoyándose al altar con ambas manos, dice: "¡Oh Rabí, ya no puedo, no puedo sufrir más en recuerdo de tu dolor!".

          Reconozco su voz, es María de Magdalá. Estoy en su gruta de penitente. María llora. Llama a Jesús amorosamente. Ya no puede sufrir más, pero aún puede amar. Su carne, mortificada por la penitencia ya no resiste el agobio de la flagelación, pero su corazón aún experimenta latidos de pasión y consume sus últimas fuerzas amando. Y, por eso, con la frente coronada de espinas y la cintura estrechada por ellas, ama hablándole a su Maestro en una continua profesión de amor y en un renovado acto de dolor.

       Resbala hasta quedar con la frente contra el suelo. Es la misma postura que tenía en el Calvario, frente a Jesús tendido en el regazo de su María; la misma que tenía en la casa de Jerusalén, cuando la Verónica desplegaba su velo; la misma que tenía en el huerto de José de Arimatea cuando Jesús la llamó y ella le reconoció y le adoró. Pero ahora llora porque Jesús no está.

         "Maestro mío, la vida se me escapa. ¿Tendré que morir sin volver a verte? ¿Cuándo podré deleitarme con tu Rostro? Mis pecados están frente a mí y me acusan. Tú me has perdonado y por eso creo que el Infierno no me alcanzará. Más ¡Cuanto tengo que esperar en la expiación antes de vivir en Tí! ¡Oh, buen Maestro, por el amor que me has dado, consuela mi alma! La hora de la muerte ha llegado. ¡Por tu muerte desolada en la Cruz, conforta a tu criatura! Tú me engendraste, no lo ha hecho mi madre. Tú me resucitaste más que a Lázaro, mi hermano porque él ya era bueno y no podía más que esperar la muerte en tu Limbo. Yo estaba muerta en el alma y por eso, morir quería decir morir para la eternidad. ¡Jesús en tus manos encomiendo mi espíritu! Es tuyo porque Tú lo has redimido. Como última expiación, acepto morir como Tú, la dureza de morir abandonada. Pero dame una señal que me demuestre que mi vida ha servido para expiar mi pecado".

        "¡María!". Aparece Jesús. Se diría que aparece de la rústica Cruz, pero ya no está moribundo y cubierto de llagas: ahora está tan hermoso como en la mañana de la Resurrección. Desciende del altar y va hacia la mujer arrodillada. Se inclina hacia ella. Vuelve a llamarla y, dado que ella cree que esa voz resuena porque la percibe en su espíritu y sigue con la frente contra el suelo, sin ver la luz que irradia Cristo. Él la toca posándole una mano sobre la cabeza y tomándola por el brazo para ayudarla a levantarse, como en Betania.

         Cuando ella percibe su roce y reconoce esa mano afilada, exhala un alarido, alza su rostro transfigurada por el júbilo, y vuelve a bajarlo para besar los pies de su Señor.

        "Álzate, María. Soy Yo. La vida huye, es verdad. Más Yo vengo a decirte que Cristo te espera. María no debe esperar. Todo le ha sido perdonado: tu lugar ya está listo en mi Reino. He venido a decírtelo, María. No le ordené al ángel que lo hiciera porque Yo doy cien veces más de lo que recibo y recuerdo todo lo que recibí de ti, María, revivamos juntos esa hora pasada. Acuérdate de Betanía. Era la tarde sucesiva al Sábado. Faltaban seis días para mi muerte. ¿Recuerdas tu casa? Era hermosa, envuelta en la cerca florecida de su huerto. El agua cantaba en la fuente y las primeras rosas perfumaban en torno a sus muros. Lázaro me había invitado a su cena y tú habías despojado el jardín de sus flores más bellas para adornar la mesa en donde tu Maestro iba a tomar su alimento.

        (...) Y luego llegué. Tú, más veloz que una gacela, precediste a los criados y corriste a abrir la cancela con tu grito habitual que parecía siempre el grito de una prisionera liberada. En efecto, yo era tu liberación, y tú una prisionera liberada. Los Apóstoles venían conmigo. Venían todos, también el que ya era como un miembro gangrenado del cuerpo apostólico. Pero allí estabas tú para tomar su puesto, y no sabías que, al mirar tu cabeza inclinada para besar mis pies y tu mirada sincera y llena de amor, al mirar sobre todo tu espíritu, Yo olvidaba el disgusto de tener a mi lado el traidor. Por eso te quise en el Calvario. Por eso te quise en el huerto de José. 

          Porque verte significaba estar seguro de que mi muerte no carecía de objeto y mostrarme a ti era el agradecimiento por tu fiel amor. ¡Oh María, bendita seas tu que no has traicionado nunca, que me has confirmado mi esperanza de Redentor; tu en la que vi a todos los que se salvaron por mi muerte! Mientras todos comían, tu adorabas. Me habías dado agua perfumada para mis pies cansados, besos castos y ardientes para mis manos y, aún no contenta con ello, quisiste romper el último vaso precioso que te quedaba y ungirme y ordenarme el cabello como una madre, y ungirme las manos y los pies para que todo en tu Maestro perfumara como los miembros de un Rey consagrado... Y Judas que te odiaba porque ahora eras honesta, y con tu honestidad rechazabas la avidez de los machos, te reprochó... Más Yo te defendí porque todo eso lo habías hecho por amor, un amor tan grande que su recuerdo me acompañó en la agonía, desde la tarde del Jueves hasta la hora de la nona... Ahora, por ese acto de amor que me distes en los umbrales de mi muerte, Yo vengo a devolverte amor en los umbrales de tu muerte. María, tu Maestro te ama. El está aquí para decírtelo. No temas, no te angusties con la idea de otra muerte. Tu muerte no es diferente del que derrama su sangre por Mí. 

            ¿Qué ofrece el mártir? Ofrece su vida por amor de su Dios. ¿Qué ofrece el penitente? Ofrece su vida por el amor de su Dios. ¿Qué ofrece el que ama? Ofrece su vida por el amor de su Dios. Como ves, no hay diferencia. El martirio, el amor, la penitencia, cumplen el sacrificio y lo cumplen por el mismo fin. Por lo tanto, el martirio se cumple en ti, que eres penitente y amante, como en quien perece en la arena. María, te precedo en la Gloria. Bésame la mano y reposa en paz. Reposa. Ya es tiempo para ti de reposar. Dame tus espinas. Ahora es tiempo de rosas. Reposa y espera. Te bendigo, ¡oh, bienaventurada!"

            Jesús ha obligado a María a echarse en su jergón. Y la Santa, con el rostro lavado por el llanto de su éxtasis, ha obedecido la voluntad de su Dios, y ahora parece dormir con los brazos cruzados sobre el pecho, mientras las lágrimas siguen brotando, pero su boca ríe.

         Se incorpora cuando la gruta se ilumina por un vivísimo resplandor a la llegada de un ángel; este sostiene un cáliz que apoya en el altar y luego permanece en adoración. También María, que está arrodillada junto a su mísero lecho, está en adoración. Ya no puede moverse. Sus fuerzas van disminuyendo, pero se siente feliz. El ángel coge el cáliz y le da la comunión. Luego sube otra vez al Cielo.

          Como una flor abrasada por el sol excesivo, María se dobla, se dobla con los brazos cruzados aún en el pecho y cae hundiendo el rostro en la hojarasca del jergón. 

Ha muerto. El éxtasis eucarístico ha cortado la última fibra vital.
    







jueves, 26 de septiembre de 2013

LOS DOS ESPÍRITUS DE CRISTO ESTÁN REFLEJADOS EN SU NACIMIENTO Y SU MUERTE, SON LOS QUE DAN LA VIDA ETERNA

El primer Espíritu de Jesús el Pesebre:
La pobreza espiritual



Este comentario sobre las palabras de Jesús a María Valtorta, están relacionados sobre los siete Espíritus o acciones de Dios en misión sobre toda la Tierra, tal como se puede leer en el Apocalipsis.

El primer Espíritu de Jesús proviene por el Espíritu de Pureza y el de Verdad del Padre, y simboliza las infinitas riquezas, tanto materiales, que se ven en toda la Creación, y las maravillas espirituales de Dios, las cuales para poseerlas desde esta Tierra necesitan la pobreza de Belén, pobreza no solo material pero sobre todo espiritual, ya que no es pobre el egoísta, el lujurioso el soberbio, el glotón, así como todos los que se entregan a sus vicios, bajo sus variopintas formas.

El segundo Espíritu, proviene del Espíritu de Justicia y de Bondad de Dios Padre, atributos que Cristo Jesús, se traduce en su Misericordia, que culmina en la Cruz, ya que dijo Jesús que no hay mayor Amor que el que da su Vida por los demás, como Él lo hizo para redimirnos del poder de Satanás; y además, rogó por los que le torturaron diciendo "Perdónales Padre, porque no saben lo que hacen".

Aplicando estos Espíritus, o maneras de ser de Dios, se obtiene la promesa de Jesús, que es la posesión del Espíritu Santo, y se puede poseer el séptimo Espíritu de Dios, que es el descanso de Dios en el séptimo día de la Creación: el fin de la transformación espiritual del alma, que permite alcanzar la metamorfosis al transformarnos de hijos de la carne en Hijos de Dios, es el séptimo día de la Creación: el Descanso de Dios, que es la Vida Eterna.

Es la meta soñada por toda la Humanidad desde el principio de su existencia: la inmortalidad y la dicha eternas, un lugar en donde no existe el odio, las envidias, los vicios, y donde reina solo el amor, la verdadera riqueza, la salud, la eterna juventud, y la satisfacción infinita del alma en la contemplación del Dios, siempre nuevo, e inaccesible en todas sus obras porque es infinito en sabiduría, esplendor, gloria, poder, belleza, inteligencia, justicia, bondad, y tantos otros atributos conocidos y desconocidos, que nos asombrarán a lo largo de la Eternidad, y que nos parecerá por eso paradojicamente corta.


  El segundo Espíritu de Jesús la Cruz: 
el perdón y el Sacrificio 



De los cuadernos de María Valtorta
25 de Diciembre de 1.946


    Dice Jesús:

    "Vengo y os tiendo mis brazos como a mis pastores, que fueron los primeros a quien amé en la Tierra y que seguí amando, porque ellos siguieron amándome con el corazón sencillo de aquella noche. 

      Os les doy como modelo porque quiero que me améis siguiendo el camino más fácil y seguro, el camino de la sencillez. Es también el camino de "nuestra" Teresa del Niño Jesús. Es el camino de quienes, dado que poseen la Sabiduría, intuyen que los caminos abruptos son peligrosos aún para los fuertes, mientras que los caminos sencillos son los más seguros. Nunca debe el hombre fiarse de sus fuerzas.

       Hoy puede ser muy fuerte; mañana más frágil que un junco, y hasta más frágil que un junco quebrado. El peso que puede quebrarle es precisamente el deseo de cosas grandes, complicadas, llenas de fórmulas y de programas, los métodos hiperbólicos de una escalada difícil que el hombre, por si mismo no puede emprender.

    No, este no es el modo para salvarse fácilmente. Para lograrlo, hay que tener simplemente la voluntad de amar. Es lo que sabe hacer hasta un niño. Es lo que sabe hacer hasta un pastor. Es muy fácil para Mí precipitarme y apresar a uno que me ama de modo simple, elevándole a las vertiginosas alturas de maravillosos heroísmos. Mas, ¿creéis que el júbilo de este, el paradisíaco júbilo de poseerme en el Cielo, es mayor del júbilo del que se ha santificado humildemente en la sencillez de las acciones realizadas totalmente por amor a Mí?

    ¿Creéis acaso que mis humildes pastores, aún los que murieron antes de que Yo fuera el Maestro - y que, por lo tanto, solo me adoraron en esta noche en que todos ellos estaban arrodillados ante mi pesebre, ante mi cuna, y que siguieron haciéndolo con todo su espíritu por pocos días, o quizás por años, hasta la muerte después que la saña de Herodes me separó de ellos, creéis, os digo, que mis humildes pastores, que todos ellos, tienen gloria en el Cielo y dichas menores de la que tienen los tres Sabios de Oriente, arquetipo de los sabios y de los potentes, que luego, a lo largo de los siglos, me iban a amar con ciencia? No es así. 

        Es más, os digo que, mientras muchos doctos, tras haberme amado, se perdieron por haber querido conocerme con demasiada ciencia o están purgando aún en el fuego purgativo (que les enseña a amar sin pretender analizar el amor y el Objeto del Amor) su científico y complicado culto de Mí, ese culto investido por las gélidas ráfagas de la ciencia, de todos mis pastores, los que me sirvieron como discípulos pasaron de la muerte a la Vida, y los que se extinguieron antes de que Yo subiera al Padre, pasaron de la muerte a una serena espera de Mí en el Limbo.

       Es más, os digo que, mientras entre los doce Apóstoles se perdió uno, entre los doce pastores ni siquiera uno fue privado de la aureola de los Bienaventurados. Y fue así porque, siendo simples, se saciaron y se compenetraron de mi simplicidad de Niño. Vieron y amaron solo al Hijo que le había nacido al Pueblo de Israel, amaron solo al Niño Salvador, envuelto en pañales y puesto en un pesebre; el Niño que luego vieron mamar y crecer, semejante a todos los niños, y ni la pobreza, ni las limitaciones de la infancia hicieron vacilar la fe de ellos acerca del origen divino de la Criaturita nacida en Belén de Judea, ni tampoco calcularon los beneficios que habrían podido obtener de Él, a quien la mayoría en Israel soñaba como rey y vengador en lugar de espiritual Salvador de su pueblo y del mundo. 

Amaron siempre. Amaron también a los que luego me vieron y sirvieron en medio de las aclamaciones de la multitud. Supieron amar únicamente al Salvador, Supieron seguir únicamente al Salvador. Supieron seguir a Jesús únicamente para poseer el Reino de los Cielos. No soñaron ni se desilusionaron, ni cayeron en la incredulidad, en el odio, en la venganza, como Judas de Keriot que, decepcionado en su sueño de poder, llegó al deicidio.

Sed simples. Hay dos libros que puede leer y entender todo el mundo que tenga buena voluntad, aunque sea analfabeto. Es suficiente que tenga los ojos simples de mis pastores. El pesebre de Belén, la Cruz del Gólgota: esos dos libros hablan. Dicen palabras eternas. Expresan enseñanzas frente a las cuales son algo muy limitado la sabiduría de los sabios, desde Salomón hasta el último que llegue.

Es mi nacimiento en la miseria para enseñaros el desinterés por la riqueza y los honores, para apagar en vosotros la sed de esos honores humanos tan inútiles; es mi Muerte en el dolor para enseñaros que con ello se conquista mi Reino para sí y para el prójimo y que se debe amar siempre.

Amaos y amadme y que mi Paz sea con vosotros.