MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 12 de febrero de 2015

EL PATRÓN DE LOS SACERDOTES DEL MUNDO ENTERO

Sobre la vida del santo Cura de Ars

Lo que más me impactó sobre la vida del santo Cura de Ars









El cuerpo incorrupto del Santo Curo de Ars.



           Sirvan estos relatos de la vida de San Juan-María Vianney, el Santo cura de Ars, como desagravio de lo que ocurrió en la Parroquia del mismo nombre de Granada. Es increíble como Satanás, aún después de su muerte ocurrida después de más de 250 años, intenta desacreditar la imagen del que fue declarado Patrón de los Sacerdotes del mundo entero, uno de los más grandes Santos de la Iglesia Católica.


           Del extenso volumen sobre la vida del santo cura de Ars, Patrón de todos los Sacerdotes del mundo entero, escrita magistralmente por Monseñor Francis Trochú, y que consta en un libro de 664 páginas, se me quedaron grabadas varios pasajes que me impactaron sobremanera, pasajes que voy a intentar rememorar.

          Lo que más me llamó la atención es como, por la acción del Espíritu Santo, un personaje de una inteligencia mediocre, ya que era prácticamente el último de la clase del Seminario, del cual se llegó a expulsarle por su incapacidad de aprender latín, se llegó a transformar en un Santo de una capacidad teológica tal, que algunas personas lo quieren comparar con el mismísimo San Juan de la Cruz. 

         Y creo que esa transformación, solo se puede explicar por la acción del Espíritu Santo, y viene a contradecir lo que muchos piensan, los cuales poniendo la teología al nivel de cualquier otra Ciencia se creen que se puede acceder a conocer mejor a Dios a través de conocimientos intelectuales, como ocurre con cualquier otra ciencia como la Medicina o la Ingeniería. 

        Y aquí me vienen a la mente las palabras de nuestro Salvador, el cual afirmó: "Te doy gracias Padre, porqué has querido revelar estas cosas a los humildes y las has ocultado a los sabios". Y esa manera de proceder del Padre de las lumbres, es para mí algo maravilloso porqué si no fuera así, solo entrarían en el Reino los inteligentes y los cultos, cualidades que la mayoría de las veces, solo se obtienen gracias al nivel social, y quedan vedadas a los pobres y a los indigentes. 

         Recuerdo también que San Juan de la Cruz afirmó que el que se une a Dios místicamente, recibe la Ciencia infusa del conocimiento de las cosas de Dios, por esa razón, el Cántico Espiritual, obra maestra de la mística, la dedicó el Santo doctor a la Carmelita Ana de Jesús, que fue la monja que introdujo el Carmelo en Francia, y en Bélgica, diciéndole: "Aún que carezca Ud. de conocimientos escolásticos, esta obra la entenderá por su experiencia mística y por su unión con la Divinidad". 

         Pero volviendo al santo Cura de Ars: una de las virtudes que más destacan es su grandísima humildad, condición necesaria y suficiente para obtener la Gracia de dios, ya que su Majestad no puede comunicarse con los soberbios. 

          Cuando su fama comenzaba a extenderse por las Parroquias vecinas, empujados por la soberbia, los otros Párrocos se reunieron para mandar una carta al Obispo del lugar diciendo que por su gran ignorancia y falta de preparación teológica, el Cura de Ars tenía que ser cesado, ya que inducía a sus parroquianos a practicar una doctrina contraria a la moral Cristiana. Esa carta, con las firmas de los Párrocos, cayó en manos del Santo. Este, como se reconocía indigno de su ministerio, apoyó con su misma firma la solicitud, ¡Diciendo que quería ir a llorar su pobre vida en el Monasterio Trapense!. 

         En otra ocasión recibió una carta anónima de otro Párroco, en la cual se le indicaba su incapacidad, debida a su bajo nivel teológico, para desempeñar su cargo, el Santo reconoció la letra del Párroco, y le escribió diciéndole que solo él lo había comprendido, y que le ayudara para convencer al Obispo que lo trasladara a la trapa. Naturalmente, el Sacerdote al ver esa humildad que no podía ser fingida, vino a pedirle perdón y se convirtió en uno de sus más firmes defensores. 

        Otra cosa que llama la atención era su grado de penitencia: en cierta ocasión fue a predicar un retiro en un pueblo vecino y se alojó en casa de una anciana viuda, al final del retiro, el Obispo fue a visitarla para pagarle los gastos de manutención que había producido el Sacerdote, la viuda dijo que no había hecho ningún gasto, y que no se le debía nada.

        Todos se preguntaron cómo había sobrevivido estos días, hasta que la criada declaró que al llegar, le había pedido que le preparara una olla de patatas hervidas, de las cuales se había alimentado durante su estancia. 

         A un Sacerdote de una Parroquia vecina, que se quejaba de la falta de devoción de sus fieles, el Santo le preguntó: "¿Ha ayunado, hace Ud. penitencia y ofrece Ud. sacrificios para sus feligreses?". 

        Para una alma espiritual, la Santidad de una persona se descubre, como lo dice San juan de la Cruz, por sus actitudes, sus ademanes y sus gestos, y la verdadera humildad, aunque se quiera, no se puede ocultar. Esto es lo que ocurría con el Santo Cura de Ars. 

        Vemos que muchas almas se convertían solo al contemplarlo: en cierta ocasión, un ateo asistió a una misa celebrada por el Santo: al observarlo celebrar con el rito lionés, con las manos levantadas mucho tiempo al cielo, después de la consagración, al verlo, en la acción de gracias después de la misa, arrodillado un largo rato en el suelo ante el altar, ajeno a todo lo que le rodeaba, le causó tal impresión que se convirtió en el acto.

          En otra ocasión, un ateo empedernido, que vino a Ars solo a acompañar una devota, tuvo la ocasión de hablar con el Santo, éste le enseñó un crucifijo vertiendo abundantes lágrimas, lo que provocó una conversión inmediata. 

      Por fin terminaré con otras dos anécdotas importantísimas:

       - Contra la mentalidad relativista que impera hoy día: la del dios-merengue, que dice que por la gran misericordia de Dios, el infierno está vacío: el Santo Cura pasaba noches enteras delante del Santísimo, llorando, para que no se condenara ninguno de sus feligreses.

      - Contra la indiferencia del dios-bombón ante el pecado: en cierta ocasión un joven confesó todos sus pecados de juventud, el santo Cura, después de oírlo pasó un largo rato llorando, este le preguntó: 


"¿Padre, porqué llora Ud?, a lo cual le contestó: "hijo mío lloro por todos los pecados que has cometido y que tú no has sabido llorar".






miércoles, 11 de febrero de 2015

SAN PÍO DE PIETRELCINA, ¿QUÉ ES EL SANTO TEMOR DE DIOS?







VIDA DE SAN PÍO DE PIETRELCINA 

Por Elías Cabodevilla Garde, Capuchino.


  
Imposible presentar la lista completa de los sufrimientos del Padre Pío. Enumeremos sus múltiples y muy numerosas enfermedades: "No te entiendo, no sé que hacer contigo", le dijo el médico cuando el joven capuchino no había aún cumplido los 25 años: sus continuos ayunos; su trabajo extenuante en el confesionario; sus largas vigilias de oración por la noche; y sobre todo las "llagas" de las manos, pies y costado: "¿Qué creéis, que Jesús me las ha dado para simple condecoración o qué?", respondió al que le preguntaba si le producían dolor y molestias. Pero más dolorosos que los físicos fueron sus sufrimientos morales, (...) las calumnias gravísimas contra su persona y su ministerio; las "violentas y asiduas" tentaciones contra la fe, la esperanza y la pureza; y, sobre todo, el fenómeno místico de la noche oscura, que le acompañó durante casi toda su vida y le llevó a escribir:

       "Preferiría llevar mil cruces y hasta me sería dulce y llevadera toda cruz, si no tuviese esa prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no al Señor en mis obras".




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PALABRAS DE SAN AGUSTÍN

  Dice esta antigua y bonita  imagen francesa de un recuerdo de Retiro espiritual, citando las palabras de San Agustín: 

    "Temed a Dios, para no retroceder. Para avanzar, amadlo".




Temed a Dios, para no retroceder
Para avanzar, Amadle

(San Agustín)
     
         Y eso es lo que ocurre cuando no hay temor de Dios, se retrocede porque ya no se tiene miedo de ofenderle, el alma se transforma de relativista en "quietista", y el peligro es latente, ya que el astuto Satanás le dice al alma: "Eres hijo de Dios, Él te perdonará, puedes permitirte esto y aquello, su gracia te sacará siempre de ahí" y como es un embustero, el mismo se contradice cuando susurra a las almas: "Nunca alcanzarás la Salvación, acuérdate de ese pecado, y de este y de aquel. Es lo contrario de lo que dice al pecador: "hagas lo que hagas, Dios te querrá siempre, tienes que estar a gusto con tus pecados". Eso es lo que predican hoy día muchos relativistas, que transforman la sagrada Religión en una "barra libre", donde todo está permitido.

        Y es que el demonio sabe sobradamente que el alma que se entrega al pecado y al vicio, se vuelve ciega, porque al alejarse la gracia de Dios por culpa del pecado, él tiene las de ganar. Y también sabe que el alma que ha probado la dulzura del amor de Dios, la tiene siempre perdida.






















martes, 10 de febrero de 2015

VISITA DEL PAPA A MADRID EL DÍA DE LA JMC.

COMO ENCONTRAR A JESÚS



Fotografía de Maika Ber




           El día de la Visita del Papa a Madrid con motivo de la JMJ, se le hizo una pregunta (solo recuerdo esta), que el Papa no pudo contestar a causa de la tormenta.

       Un chico preguntó algo así, ¿Como encontrar a Jesús?, diciendo que el lo buscaba, pero no daba con Él, y que no obtenía respuesta a sus numerosas preguntas.

        A este respeto, quiero recordar las palabras de San Agustín, que decía que buscaba también él a Jesús y que no lo encontraba porqué estaba escondido en su corazón, y que es allí donde había que buscarlo.

         la misma manera, el gran S. Juan de la Cruz, dice igualmente que Jesús-Dios está en un lugar escondido en nuestro corazón, y añade que la persona que lo encuentre, yá que está en un lugar escondido, el día que lo haya encontrado, se encuentrará necesariamente él también escondido.

         Esta manera de estar escondido significa sin duda alguna, estar apartado del mundo, en el sentido de lo que el mundo nos ofrece, en cuanto a seducciones y promesas de felicidad, que son necesariamente falsas porqué prescinden de la comunión con Dios.

       Se puede pues sin duda alguna, afirmar que ese chico y todos los que buscan a Jesús y no lo encuentran, es porqué no están escondidos en el sentido de estar apartados del mundo y sus falsas promesas de felicidad.

     A este respeto,Jesús afirmó: "No se pueden servir a dos Señores: A Dios y el dinero (O lo que es similar el mundo), porqué al servir a uno despreciaréis al otro, y naturalmente el que está en el mundo siguiendo sus seducciones, nunca encontrará a Jesús, ni la verdadera felicidad.

        El gran S. Juan de la Cruz dice también que una vez que el alma ha encontrado a Jesús, se produce la unión mística del alma con Él, y Jesús le transmite al alma una sabiduría mística tal que, aún que la persona fuera una ignorante o iletrada, queda iluminada de una manera tal, que tiene una sabiduría mucho mayor que la de un grán teólogo, que sabe Griego o Latín y que ha estudiado durante años la teólogía, pero que no tiene unión mística con Jesús.

        Y esto es claramente patente en uno de los más grandes Santos de la Iglesia Católica: El Santo cura de Ars, patrón de los Sacerdotes del mundo entero, que fue rechazado del seminario por su ignorancia, y al final de su vida había gente que venía desde París en diligencia y esperaba tres días para confesarse con él. Se vio al final de su vida, Obispos escuchando sus sermones con lágrimas en los ojos.

     Esta manera de proceder de Jesús-Dios es para mí, algo maravilloso, se ve que cualquier pobre o ignorante, puede acceder a los más altos conocimientos místicos, si no fuera así, solo los ricos que tienen más facilidad para los estudios, llegarían a acceder al conocimiento del Reino de los Cielos. El mismo Santo Tomás de Aquino, decía que aprendió mucho más en el Sagrario que en todos sus estudios.

     Y aquí habría muchísimo que comentar, sobre todo hacia ciertas personas que porqué tienen un doctorado teológico, se imaginan que saben más que otros que consideran iletrados.

      Además el camino para encontrar a Jesús, solo lo encuentran las personas humildes, y nunca se puede acceder a Dios a través de la soberbia, que es el pecado de Satanás, que este si que sabía teología, ya que era el Arcángel más subido de la Creación.



lunes, 9 de febrero de 2015

SUFRIMIENTOS DE JESÚS POR MARÍA, LA CORREDENTORA, MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS DE DIOS; ALABANZAS DE JESÚS A SU MADRE, A LA CUAL NO LE NIEGA NADA DE LO QUE LE PIDE

EL DOLOR DE MARÍA PARA DAR A LUZ A LAS ALMAS



Del Poema del hombre-Dios de María Valtorta 
(14 de Febrero de 1.944)

             
Dice Jesús:

       “No he olvidado tampoco este dolor de María, mi Madre. Haber tenido que lacerarla con la expectativa de mi sufrimiento, haber debido verla llorar. Por eso no le niego nada. Ella me lo dio todo. Por eso yo le doy todo. Sufrió todo el dolor, le doy toda la alegría. Quisiera que, cuando penséis en María, meditarais en esta agonía suya, que duró treinta y tres años y culminó al pié de la Cruz. 

          La sufrió por vosotros; por vosotros las burlas de la gente, que la consideraba madre de un loco; por vosotros las críticas de los parientes y de las personas de importancia; por vosotros mi aparente desaprobación: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que hacen la voluntad de Dios”. Y, ¿quién más que ella lo hacía? Y una voluntad tremenda, que le imponía la tortura de ver martirizar al Hijo, Por vosotros la fatiga de ir de acá para allá, a donde Yo estaba; por vosotros, los sacrificios: desde dejar su casita y mezclarse con las muchedumbres, al de dejar su pequeña patria por el tumulto de Jerusalén; por vosotros el deber estar en contacto con aquel que guardaba dentro de su corazón la traición; por vosotros el dolor de oír que me acusaban de posesión diabólica, de herejía. Todo, todo por vosotros.

      No sabéis cuanto he amado a mi Madre. No reflexionáis en cuán sensible a los afectos era el corazón del Hijo de María. Y creéis que mi tortura fue puramente física, al máximo añadís la tortura espiritual del abandono final del Padre.


         No, hijos. También experimenté los afectos del hombre sufrí por ver sufrir a mi Madre, por tener que llevarla como mansa cordera al suplicio, por tener que lacerarla con una cadena de despedidas en Nazaret, antes de la Evangelización; esta que os he mostrado y que precede a mi Pasión, ya inminente; aquella, antes de la Cena, cuando ya la Pasión está desarrollándose con la traición de Judas Iscariote, aquella, atroz en el Calvario.


       Sufrí por verme escarnecido, odiado, calumniado, rodeado de malsanas curiosidades que no evolucionaban hacia el Bien, sino hacia el mal. Sufrí por todas las falsedades que tuve que oír o ver activas a mi lado: las de los fariseos hipócritas, que me llamaban Maestro y me hacían preguntas, no por fe en mi inteligencia sino para tenderme trampas; las de aquellos a quienes había favorecido y se volvieron acusadores míos en el Sanedrín y en el Pretorio; aquella, premeditada, larga, sutil de Judas, que me había vendido y continuaba fingiéndose discípulo; que me señaló a los verdugos con el signo del amor. Sufrí por la falsedad de Pedro, atrapado por el miedo humano.


        ¡Cuanta falsedad, y cuan repelente para mí, que soy Verdad! ¡Cuanta, también ahora, respeto a mí! Decís que me amáis pero no me amáis. Tenéis mi Nombre en los labios, y en el corazón adoráis a Satanás y seguís una ley contraria a la mía. Sufrí al pensar que en relación al valor infinito de mi Sacrificio – el Sacrificio de un Dios – demasiado pocos se salvarían.


        A TODOS – DIGO: A TODOS – LOS QUE A LO LARGO DE LOS SIGLOS SOBRE LA TIERRA PREFERIRÁN LA MUERTE A LA VIDA ETERNA, HACIENDO VANO MI SACRIFICIO, LOS TUVE PRESENTES. Y CON ESTA COGNICIÓN FUI A AFRONTAR LA MUERTE.

        Ya ves pequeño Juan *, que tu Jesús y la Madre suya sufrieron agudamente en su yo moral. Y largamente. Paciencia, pues si es que debes sufrir: “Ningún discípulo es más que el Maestro”, lo dije.

Mañana hablaré de los dolores del Espíritu. Ahora descansa. La paz sea contigo”.
     *: Pequeño Juan: es el apodo de Jesús a María Valtorta.








viernes, 6 de febrero de 2015

DISCURSO DE JESÚS A SUS DISCÍPULOS Y A LOS PASTORES:.LA EXIGENCIA DE JESÚS: DIOS NO QUIERE EN SU REINO A GENTE IRASCIBLE, GLOTONA, O ENVIDIOSA


Y ESO ES PORQUÉ EL MUNDO  ES UN ESPEJISMO, QUE ESTÁ Y YA
 NO ESTARÁ Y QUE FUE CREADO PARA QUE EL HOMBRE 
ALCANCE UN MUNDO NUEVO, PERFECTO Y ETERNO


     Jesús es un Dios exigente, que pide completa entrega y dedicación a sus discípulos, de una mentalidad completamente opuesta a la que nos transmite hoy día ciertos "maestrillos quietistas", que nos lo pintan como el dios "merengue", y que se creen que por el mero hecho del Sacrificio cruento de Jesús en la Cruz, ya estamos todos redimidos, sin que haya prácticamente ninguna aportación, ningún sacrificio, ni ninguna renuncia por nuestra parte. Y que Dios es incapaz de condenar a nadie porqué todos somos hijos suyos.

      Esta actitud de “quietismo”, tan común en nuestros días es el gran triunfo de Satán, que nos ha llevado al relativismo actual, en donde ya nada es pecado porqué todo es fruto de unas circunstancias atenuantes.
     
     El Aborto: Con el pretexto de la salud mental de la mujer, se ejecutan millones de criaturas completamente inocentes, pudiéndolas darlas en adopción, lo que termina con la vida del ser humano y del alma de la progenitora cuando no se arrepiente, y que de todas maneras queda marcada para siempre, para el gran regocijo de Satanás.

       El Divorcio exprés: sufre las consecuencias el conjugue más pobre, no solo desde el punto de vista material pero sobre todo espiritual, abocados al adulterio, con unos hijos que son los que menos tienen la culpa, completamente destrozados, y enseñados con el ejemplo, a ser unos seres parecidos a sus padres.

    El matrimonio homosexual: Aberración antinatural condenada por Dios en el Deuteronomio: “No te unirás con hombre como con mujer”, agravado con la autorización para adoptar niños, y así educarlos semejantes a sus "padres".

          La Eutanasia: Que es disponer de la vida de un ser humano que es un don de Dios, que solo Él puede dar y quitar, las consecuencias naturalmente las sufren los más débiles, que son siempre los más pobres.

       Todo ello, es el hedonismo que busca afanosamente el placer y  la comodidad, acciones opuestas a las enseñanzas de Jesús y de su Santa Iglesia, y digo Santa porqué algunos de sus miembros, aunque vistan hábito talar, o sean Jerarquía, no pertenecen a esta Iglesia de Jesús por la sencilla razón de que practican y predican una doctrina contraria al Evangelio, como lo veremos más abajo en el discurso de Jesús.

       “Si en algún tiempo, hermano mío, alguno te predicara doctrina de anchura y más alivio, no la creas ni la abraces, aunque te la confirme con milagros, sino penitencia y más penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quieres llegar a la posesión de Cristo, lo busques sin la Cruz”.
(Palabras de San Juan de la Cruz a un compañero que le reprochaba su austeridad).

        Ya vemos los frutos de esa mentalidad, que son sufrimientos y dolores atroces, siempre dirigidos a los más débiles, y propiciados por los gobiernos actuales, que con tal de recabar votos para mantenerse en el poder, votan leyes que favorecen a los hedonistas, los cuales siendo mayoría, siempre los apoyarán.




DISCURSO DE JESÚS PARA SUS DISCÍPULOS
(Del Poema del Hombre-Dios)

          (...) Os he comparado a una luz. El que enciende en la noche una lámpara en una casa, ¿Dónde la pone?: ¿en un agujero de debajo del horno?, ¿en la cueva que usa como bodega?, ¿cerrada dentro de un arquibanco?, ¿única y simplemente sofocada bajo el celemín? No, porqué sería inútil encenderla. Por el contrario, la lámpara se coloca sobre una repisa, o se cuelga en su soporte, para que, estando en un punto alto, dé a luz a toda la habitación y a los que en ella están, Ahora bien, precisamente por el hecho de que lo que ocupa un lugar elevado debe recordar a Dios y dar luz, debe de estar a la altura de su función.

        Vosotros debéis recordar al Dios verdadero. Preocuparos pues de que no anide en vosotros el septipartito paganismo, porqué de ser así, vendríais a ser lugares elevados profanados, con sagrados bosquecillos dedicados a un dios, y arrastrareis en vuestro paganismo a los que os mirasen como a templos de Dios. Debéis ser portadores de la Luz de Dios; ahora bien, una mecha sucia, o no embebida de aceite, produce humo y no da luz, emana mal olor y no ilumina. Una luz celada tras un cuarzo sucio no crea ese primoroso resplandor, ese juego de reflejos en el brillante mineral, sino que languidece tras el velo de negro humo que hace opaca a la diamantina protección.

          La Luz de Dios resplandece en donde la voluntad se muestra solícita en limpiar a diario, quitando las escorias que el mismo trabajo produce con sus contactos, reacciones y desilusiones. La Luz de Dios resplandece en donde la mecha está empapada de abundante líquido de oración y caridad. La Luz de Dios se multiplica en múltiples resplandores – como infinitas son las perfecciones de Dios, cada una de las cuales suscita en el santo una virtud ejercitada heroicamente – si el siervo de Dios conserva limpio del negro hollín de toda humeante mala pasión, el cuarzo invulnerable de su alma; cuarzo invulnerable, ¡invulnerable! (La voz de Jesús truena en este final, retumbando en el anfiteatro natural).

          Solo Dios tiene el derecho y el poder de incidir trazos sobre ese cristal, de escribir en él su Santísimo Nombre con el diamante de su Voluntad; viniendo su Nombre, así, a ser ornamento determinante de una más viva refracción de sobrenaturales bellezas sobre el cuarzo purísimo. Más, si el necio siervo del Señor, perdiendo el control de sí mismo y distrayéndose de su misión – entera y únicamente sobrenatural -, se deja incidir falsas decoraciones – rayones, no incisiones - , misteriosas y satánicas claves grabadas por la zarpa de fuego de Satanás… entonces, no, entonces la admirable lámpara deja de resplandecer con hermosura y permanente integridad; se raja y se rompe y sofoca la llama con los restos del cristal fragmentado; o, si no se raja queda en ella, al menos una intrínseca red de signos de inequivocada naturaleza en los cuales el hollín se deposita y se introduce, ejerciendo acción corrosiva.

           ¡Desdichados, tres veces desdichados esos pastores que pierden la caridad, que se niegan a subir día tras día, para conducir a zonas elevadas al rebaño, que para subir, espera a que emprendan su ascesis: Yo descargaré mi mano sobre ellos, los derrocaré de su puesto y apagaré del todo su humo!

        ¡Desdichados, tres veces desdichados esos maestros que repudian la Sabiduría para saturarse de una ciencia no pocas veces contraria, siempre soberbia, alguna vez satánica; porque los hace hombres!

            Pensad – escuchad esto y conservarlo – que si los hombres tienen como destino hacerse como Dios (con la santificación, que hace del hombre un hijo de Dios), el maestro, el sacerdote, debería tener ya desde este mundo sólo el aspecto de hijo de Dios, de criatura resuelta toda en alma y perfección; debería tener, digo, para llevar a Dios a sus discípulos. ¡Anatema a los maestros de sobrenatural doctrina que se transforman en ídolos de humano saber! ¡Desdichados, siete veces desdichados, mis sacerdotes muertos al espíritu, aquellos que son con su insipidez, con su tibieza de carne medio muerta, con su sueño lleno de alucinaciones de todo lo que no es el Dios uno y trino, y de cálculos de todo lo que no es sobrehumano deseo de aumentar las riquezas de los corazones y de Dios, conducen una vida mezquina, humana, abúlica, arrastrando hacia sus almas muertas a quienes, considerándoles “vida”, los siguen!

        ¡Maldición divina sobre los corruptores de mi pequeño, amado rebaño! Os pediré justificación, ¡Oh incumplidores siervos del Señor! De todo el tiempo que habéis tenido, de cada una de las horas, de cada contingencia, de todas las consecuencias; a vosotros os la pediré, no a los que perecen por vuestra indolencia… y exigiré castigo.

        Recordad estas palabras. Ahora marchaos. Yo voy a subir hasta la cima (del monte). Dormid si queréis. Mañana el Pastor abrirá para el rebaño los pastos de la verdad”.



miércoles, 4 de febrero de 2015

PARA LOS TEÓLOGOS QUE SON COMO "EL MAESTRO CIRUELA, QUE NO SABÍA ESCRIBIR Y QUE MONTÓ UNA ESCUELA"


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Hans Küng
Doctor por la Universidad de la UNED
La masonería premia a Hans Küng



      
          
















       Advertencia para los Progresistas, para los de la “Teología de la Liberación, y de la Secularización", los "Hans Künguistas", "Los Massianistas", los "Corruguistas", los que se toman por elegidos y escogidos para reformar a la Iglesia Católica, que son los nuevos luteranos; para los relativistas, y sus acólitos: los "abortistas” y los “quietistas”, y en general para los "eunucos espirituales".

        Para todos los que dicen que hay que mirar las señales de los tiempos, y que quieren cambiar las Leyes de Dios, anteponiendo la mentalidad del pueblo, como si la Religión fuera una vulgar democracia, en donde manda la mayoría, queriendo quitar toda autoridad al Papa y a la Doctrina tradicional de los Santos Padres, como el actual Obispo de Amberes, y tantas otras Jerarquías, para adaptarlo todo a las modas de hoy, inspiradas por Satanás y su "iglesia", la masonería, eternos enemigos de Dios y de su Iglesia.


     Siempre me he he preguntado como puede ser que estos individuos, hayan llegado a deformarse y rebelarse contra la Santa e indestructible Iglesia Católica Apostólica y Romana, fundada por Jesús sobre Pedro y sus sucesores. Iglesia que conocen a la perfección, en todas las Escrituras del Antiguo, y del Nuevo Testamento, ya que han sido formados durante muchos años en los seminarios, han sido teólogos que han enseñado en su cátedra de teología, han escrito muchos libros, y conocen a la perfección la Sagrada Tradición de los Santos Padres, así como sus enseñanzas, su ejemplo y su humildad, que los hacía fieles seguidores de Roma. 



Es el caso de Lutero, que predicaba abiertamente contra el Papa, tratándolo de Anticristo, y renegando abiertamente de las promesas  de su consagración como monje agustino. La única explicación que se puede ver a esta situación, es el pecado de Lucifer y de nuestros primeros padres: La soberbia, que hace que la persona más inteligente, se vuelva ciega para opinar sobre las cosas de Dios, ya que la gracia se comunica solo a los humildes, y no tiene cabida en el corazón de los soberbios.



En esa misma época, San Juan de la Cruz, escribía los más grandes tratados místicos de la historia de la Cristiandad, explicando con muchos detalles lo que siente el alma en contacto con la Divinidad. Al principio de sus escritos, decía:


[...] "Y por tanto, para decir algo de esta noche oscura, no fiaré ni de experiencia, ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engañar, más no dejándome ayudar en lo que pudiere de estas dos cosas, me aprovecharé para todo lo que en el fervor divino hubiere de decir - a lo menos para lo más importante y oscuro de entender - de la divina Escritura, por la cual, guiándonos no podremos errar, pues el que en ella habla es el Espíritu Santo. Y si yo en ella errare por no entender bien así como lo que en ella o sin ella dijere, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la Santa Madre Iglesia Católica, porque en tal caso me sujeto y resigno no solo a su mandato, sino a cualquiera que en mejor razón de ello juzgara".

         En la historia de la vida de Santa Teresa de Jesús, recuerdo haber leído que vio un sacerdote, en el momento de la elevación, con dos demonios, uno a cada lado, con sus cuernos apuntando al cuello del celebrante, mirando ambos a la Sagrada forma con terror. También leí que vio, fuera de una Iglesia, en un entierro, demonios jugando con el cadáver de un hombre que estaba en el féretro, ese hombre dice que llevó una vida que parecía normal. Dijo la Santa: "Si hacen eso con su cuerpo, ¿Qué no harán con su alma?"


       En las apariciones de Fátima, una de las videntes le preguntó por tres niñas muertes en su pueblo, le contestó la Virgen que dos de ellas estaban en el Cielo, y que la tercera ¡permanecería en el Purgatorio hasta el fin del mundo!



      Y me pregunto: ¿que ocurrirá con esos "teólogos", que no solo se engañan a ellos mismos, pero que arrastran con ellos a gran cantidad de gente? Lo único que se puede hacer es rezar por ellos, no olvidemos que la Santísima Virgen María, también dijo en Fátima:


           "¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que reza por ellos!".
Y también pidió incluir estas oraciones en el Santo Rosario:


           María, Madre de Gracia, de Piedad y de Misericordia, en la vida y la muerte, favorecenos, Señora. Amen.
        ¡Oh Jesús, perdonádnos nuestros pecados, preservádnos del fuego del Infierno, llevad todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas de vuestra Misericordia.




ADVERTENCIA A LOS QUIETISTAS Y RELATIVISTAS
DEL POEMA DEL HOMBRE DIOS DE MARÍA VALTORTA (Tomo 8)        


 Dice Jesús:
         No queráis consideraros y creeros más inteligentes que los humildes, que se doblegan ante la Verdad depositada desde hace siglos en mi Iglesia, por el solo hecho de que sois unos soberbios, que buscáis en la desobediencia permisos para vuestros ilícitos instintos. Volved a la Disciplina varias veces secular y permaneced en ella: Desde Moisés hasta Cristo, desde Cristo a vosotros, desde vosotros hasta el último día, es esa y no otra.

      ¿Esa ciencia es, vuestra? No. La Ciencia está en Mí, y en Mi Doctrina, y la sabiduría del hombre está en obedecerme. ¿Es curiosidad sin peligro? No. Es contagio cuyas consecuencias sufrís luego. Fuera Satanás, si queréis tener a Cristo. Soy el Bueno, y no desciendo a connivencia con el espíritu del Mal. O Yo, o él. Elegid.

       Es el tenebroso, el menospreciador, el rastrero reptil maldito, es el oprobio y el horror. Desde hace muchos siglos, sus obras atormentan al hombre, y las señales y frutos de ellos, están ante las mentes de los hombres.




       


martes, 3 de febrero de 2015

SAN PABLO ES EL FARO DE LA IGLESIA, PERMANECE FIRME ANTE LAS EMBESTIDAS DEL MAR, AL CUAL DIOS LE PUSO UN LÍMITE, Y LE DIJO. "HASTA AQUÍ SE ROMPERÁ EL ORGULLO DE TUS OLAS"


SAN PABLO ESTÁ PUESTO POR DIOS COMO FARO QUE
 ILUMINA LA IGLESIA PASADA, PRESENTE Y FUTURA


Un gran Teólogo, que escribió muchos libros, profesor en la Facultad de Teología de Granada, hoy fallecido (R.I.P), decía en una revista editada por la Compañía a la que pertenecía, que San Pablo tenía una visión "vetero-testamentaria" de la Religión, es decir que ese gran Teólogo predicaba lo que está tan de moda en nuestros días: El Relativismo, que hace que no haya diferencia entre el pecado, que es una nueva ofensa a Dios, y que reiterado, y  sin arrepentimiento, hace que Dios retire su divina Gracia.

Le escribí una larga carta, que no tuvo repuesta, con una pregunta: "Entre la visión de San Pablo, puesto por Dios como Faro de la Iglesia pasada, presente y futura, y la interpretación personal suya, fruto de la mentalidad actual, ¿Con cual hay que quedarse?

De la llama de Amor viva de 
San Juan de la Cruz


         Dios está como el sol sobre las almas para comunicarse con ellas. Conténtense los que las guían a disponerlas para esto según la perfección evangélica, que es la desnudez y vacío del sentido y espíritu; y no quieran entrometerse en edificar, que este oficio es solo del Padre de las lumbres, de donde desciende toda dávida buena y perfecta (Iac 1, 17). Porque si el Señor, como dice David, no edifica la casa, en vano trabaja el que la edifica (Ps 125, 11). 





LECCIONES SOBRE LA EPÍSTOLA DE S. PABLO 
A LOS ROMANOS (7, 1-13)

(Dictado a María Valtorta del 28/2/1.948)



               Dice el Autor Divinísimo:

        “Es verdad firme que los primeros Padres, además de la Gracia santificante y de la inocencia, recibieron otros dones de su Creador al tiempo de su creación, y eran estos: La integridad, esto es, la perfecta subordinación del sentido a la razón, la ciencia proporcionada a su estado, la inmortalidad y la inmunidad de todo dolor y miseria.
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         Este don de ciencia, del modo que regula el amor de la criatura con su Creador, regula también el de la criatura con la criatura, con la esposa, su semejante en primer lugar, teniendo para ella un amor sin desorden de lujuria, ese amor ardiente de los inocentes con el que solo los lujuriosos y corrompidos se creen incapaces de amar.

          ¡Oh, ceguera causada por los fermentos de la corrupción! Los inocentes, los castos, esos son los que saben amar y amar de verdad. Amar los tres órdenes que hay en el hombre y con los tres órdenes que hay en él; pero comenzando del más alto y dando al más bajo – el natural – esa ternura virginal que se refleja en el más ardiente amor materno y en el más ardiente amor filial. 

           Esto es, en esos dos únicos amores desprovistos de atractivo sensual; amor del alma, amor de criatura-hijo hacia el vivo tabernáculo que le llevó; amor de criatura-madre hacia el testimonio vivo de su cualidad de procreadora, gloria de la mujer, que por las penas y el sacrificio de la maternidad, se eleva de mujer a cooperadora de Dios, “obteniendo un hombre con el concurso de Dios”. (Génesis cap. 4, v. 1).

         Debería haber regulado también el amor del hombre hacia las criaturas nacidas de su amor santo con Eva. Más Adán y Eva no llegaron a ese amor santo, porqué – aún antes de que “el hueso de los huesos de Adán y la carne de su carne, por la que el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, les floreciese un hijo del modo como una planta besada por el sol, y no por otro alguno, nacen flores y fruto – el desorden había corrompido con su veneno el amor santo de los Progenitores que quisieron conocer más de cuanto erales justo y suficiente que conociesen, por lo que dijo la Justicia: “Tengamos cuenta de que no vaya el hombre ahora a extender la mano y coja también del árbol de la Vida, coma de él y viva eternamente”.

          Esta frase deja perplejos a muchos y a otros muchos, sírveles para presentar al Buenísimo y Generoso como un avaro cruel. Sírveles también para negar una de las verdades religiosas: la correspondencia a uno de los dones de Dios a los primeros padres esto es, la inmortalidad.

      El don, para que sea don, ha de ser dado. Dios había dado inmortalidad al igual de los otros dones entre los que estaba el de una ciencia proporcionada a la condición del hombre. No toda la ciencia, puesto que solo Dios es sapientísimo. E igualmente había dado inmortalidad, más no eternidad, puesto que solo Dios es eterno.

         El hombre había de nacer, ser procreado por el hombre creado por Dios y ya no morir, sino pasar del paraíso terrenal al celestial y gozar allí de perfecto conocimiento de Dios.

       Más el hombre abusó. Prefirió no haber recibido don alguno gratuito. Quiso toda la Ciencia sin reflexionar que hasta de las cosas buenas, se ha de usar con medida proporcionada a la propia capacidad y que únicamente el Inmenso y Perfectísimo puede conocer todo sin peligro, puesto que su Infinita Perfección puede conocer todo el mal, sin recibir de él turbación alguna corruptora.

         Dios sufre por el mal que ve, más el sufrimiento es por lo que el mismo produce en vosotros, no por Él, ya que se encuentra muy por encima de cuanto pueda el mal intentar, y ni aún el obstinado y astuto poder que tiene por nombre Satán puede causar menoscabo a su Perfección.

       Es en vosotros como Satán ofende a Dios. Más si vosotros os mantuvierais fuertes, no habría manera de que Satán ofendiese a Dios por medio vuestro. Si pensáis en esto, vosotros que amáis a Dios más o menos intensamente, no pecaríais jamás, porque ninguno de cuantos os gloriáis de cristianos-católicos querríais sentiros cómplices de Satanás en ofender a Dios.

      Y sin embargo, lo hacéis. Es que jamás reflexionáis en lo astuto que es Satanás y tan rapaz que no se contenta con tentaros y venceros, sino que más que a vosotros, mira a mofarse de Dios, a arrebatarle las almas, a ridiculizar y destruir el Sacrificio de Cristo, haciéndolo inútil para muchos de vosotros y para otros muchos, capaz a penas de evitarles la condenación.

       Satán lo sabe muy bien, tiene contadas todas las lágrimas, todas las gotas de sangre del Hijo del Hombre, en cada lágrima, en cada gota ha visto el verdadero nombre, el verdadero motivo de las mismas: la indiferencia inerte de un católico por esas lágrimas, la perdición de un católico por las gotas de la Sangre divina. Sabe cuál fue la causa del dolor que arrancó lágrimas y sudor purpúreo a Cristo, su Adversario Divino, Adversario desde el momento de su rebelión, Adversario eterno y vencedor eterno para millones de espíritus, a los que Cristo dona y donó el Cielo.
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       El Decálogo con su parte positiva: “harás” y su parte negativa: “No harás”, crea el pecado con todas sus consecuencias. Porque se peca al saber que se peca, y así, el hombre, después de la Ley, ya no tuvo excusa para decirse a sí mismo: “No sabía que pecaba”.

      El Decálogo es Piedad, castigo y prueba. Como “prueba” era también el árbol que se erguía en medio del Edén. Sin prueba no se puede formar juicio del hombre y está dicho que Dios prueba al hombre como el orfebre prueba el oro en el crisol”.

       Solo las virtudes fuertes y sobre todo la caridad, se acomodan a las disposiciones negativas de la Ley. Porqué, generalmente, el hombre, por insinuación satánica y por estímulos latentes, apetece lo que está prohibido. Por lo que son verdaderos héroes los que aplastan el sentido y las tentaciones bajo el peso de su fuerte amor y no alargan con avidez sus manos al fruto prohibido.

           Y estos son los verdaderos cristianos que no hacen mal uso de los infinitos méritos de Cristo, de la Gracia obtenida por su medio, y sarmientos silvestres injertados a la verdadera Vid, dan para Dios frutos copiosos de virtudes activas y están ciertos por ello, de alcanzar la Vida Eterna.

          Estos son los verdaderos cristianos en los que se encuentran vivos los dones del Espíritu Santo, al que completa Jesús comunicando a los hombres en gracia de Dios la Ciencia, ese gran don perdido con el pecado de Adán, la Ciencia sin la cual, la Ley dada para ser “Vida”, puede resultar “muerte”.

         Porque el hombre que no posee la Ciencia proporcionada a su estado, no ama ordenadamente a Dios ni a las criaturas, cualesquiera que ellas sean; cae en las diferentes idolatrías, en la triple concupiscencia; desfigura la misma religión con un conjunto híbrido de prácticas pecaminosas cuando no – siendo así que el cristiano recibe con el Bautismo el don infinito de la Gracia – de prácticas farisaicas condenadas por el Verbo Divino; no se conoce a si mismo y por eso hace de su placer un obsequio al querer divino; altera en sí la imagen y semejanza de Dios, los dones recibidos para su bien, los vuelve a emplear para hacer y hacerse el mal; si hace limosnas, no las hace por misericordia con los pobres sino para ser alabado por ellas; si escruta los misterios de la creación, lo hace por recibir gloria de los hombres, más no por dar gloria al Creador. 

De esta suerte, sus acciones pierden su perfume que las hace santas a los ojos de Dios y él tiene en la Tierra su bien fugaz, mientras que el “hielo y rechinar de dientes”, como decía el Verbo le aguardan allí donde no cuentan las apariencias sino la verdad de las acciones humanas.

         Y, si no obstante de haber hecho mal aquel bien que podía llevar a cabo, elude por la misericordia de Dios el hielo y la tortura del infierno, larga permanencia le aguarda en la escuela del Purgatorio, en donde aprenderá la verdadera caridad que no es “herejía de las obras”, el azote de vuestros días, pues son muchos los que se afanan a servir a Cristo con un bullir de prácticas y actos exteriores tan sólo, que dejan a los buenos como estaban o escandalizados tal vez, y no sirven para mejorar a los malos ni convertirlos.

       La verdadera caridad es, por tanto, el ejemplo de una vida profunda y conscientemente cristiana en todo. La verdadera caridad es aquella que Jesús quería de Marta, afanada con exceso en tributar honores externos al Hijo de Dios. (Luc 10, 38-42)

        El vivir de este siglo no admite la contemplación del modo que muchos lo entienden. Más Dios no bendice la sola acción. El quiere que se complementen la vida activa y la contemplativa y que las obras no se reduzcan a simple fragor, agitación y aún a discusión con los enemigos, que no sean “herejía” sino religión, esto es, trabajo que equivale a plegaria por el continuo ofrecimiento de los propios actos a Dios, realizándolos todos únicamente a su Gloria y así, la plegaria sea trabajo. Trabajo continuo sobre si mismo, tallándose cada vez más conforme al Modelo Jesucristo y modelando a los demás con el ejemplo.

           En vano se afanan los hombres si Dios no bendice sus actos. Y ¿Cómo queréis que Dios esté con vosotros bendiciéndoos y triunféis en vuestras empresas si en ellas no actúa el don de Ciencia por el que el hombre se conduce en todos sus actos guiado por un fin santo y no por la propia gloria?”.



lunes, 2 de febrero de 2015

EL NIÑO NECESITA A SU MADRE, COMO EL ALMA NECESITA A LA IGLESIA CATÓLICA

DEL LIBRO DEL ÁNGEL AZARÍAS
Dictado a Mª Valtorta del 29/12/1.946


LA IGLESIA CATÓLICA, CON SUS SACRAMENTOS
 ES LA QUE  LLEVA  LAS ALMAS  AL CIELO

         


 Dice el Angel Azarías:

    “La palabra de Dios es siempre Juicio y está puesta permanentemente como piedra de contraste ante los hombres. Según sea su metal, así son diversas las reacciones y según sean las reacciones, así es también el Juicio de Dios.

         La palabra de Dios, que bajó por primera vez a medianoche en tiempo de la ira, para ser castigo inexorable contra los conculcadores de los siervos de Dios y por segunda vez, a media noche, en el tiempo de la misericordia para ser potentísimo Amor salvífico, continua siendo a través de los siglos, juicio y piedra de contraste de los hombres. Castigo inexorable para quienes se burlan de ella y por su causa persiguen a los que permanecen fieles a la misma. Y por lo contrario, Amor potentísimo que salva y amaestra para los que, con buena voluntad, van en busca de esta palabra y la aman como a esposa muy querida de su espíritu, de la que jamás se apartan por encontrar en ella todas sus delicias.

       El descenso de la Palabra sobreviene generalmente en el silencio de las horas íntimas, cuando el hombre se encuentra dentro de si mismo, recordando sus actos, estos actos que realizó durante el día con el deseo humilde de obedecer al Señor en sus preceptos de santidad y de doble amor, o con descarado desprecio de Dios, de la moral y del Amor.

           Con dulce y prolongado coloquio del Espíritu Divino con el espíritu del hombre, o con un fulgurante grito de Dios al pecador, la Palabra de Dios, desciende a las horas más impensables eligiendo el momento en que el yo se encuentra solo consigo mismo. Y canta el Amor o ruge la ira, dulce como caricia o temerosa cual chasquido de saeta, promesa de una más grande beatitud o advertencia de un rayo tremendo de Dios, Y, por más que amenace, por más que aterre, es siempre misericordia. Aterra queriendo levantar de nuevo. Fulmina para purificar y ciega para dar visión.

       Los caminos de Damasco se repiten para infinidad de criaturas. Y dichosos aquellos que supieron alzarse sobre si mismos con la materia reducida a cenizas por la misericordia de Dios, con sus ojos cerrados a las vanidades del mundo, dispuesto a transformarse de enemigos en siervos de Dios y tanto más dispuestos cuanto más les hace Dios ver lo que han de sufrir por su Nombre.

     Y dichosos igualmente aquellos que, habiendo sido siempre amigos de Dios, no se ensoberbecen por la palabra que les ama, antes, con humildad, la obedecen en cuanto les ordena y aconseja y, sin cálculo alguno ni avaricia, la ponen en práctica y la difunden movidos únicamente por el amor, el honor y la gloria de Dios.

    Son dichosos todos ellos, los mismos que caminan hacia la perfección siguiendo la marcha constante de su buena voluntad que aquellos que lo hacen mediante una intervención milagrosa de Dios que les anonada, cuando van por el camino del mal a fin de hacerlos retornar por el camino del Bien, mediante la Palabra, cambiándoles de niños que eran a adultos, dispuestos a recibir la herencia paterna cual corresponde a hijos inteligentes, dignos de llevar tal nombre.

      El estar bautizados y ser cristianos por la virtud del Santo Bautismo, habiendo nacido por el a la Luz y perteneciendo a la gran Sociedad de los “vivientes”, es una gran cosa. Más no basta. Bastaría, es cierto si en la infancia espiritual el alma se presentase a Dios reclamada por Él. Nada más se requeriría entonces para formar parte del gozoso Reino de los Cielos. Pero, como todo aquel que nace de mujer, crece en edad, debe asimismo, a semejanza del Primogénito de todos los nacidos y de todos los “vivientes”,crecer igualmente en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres.

        La Santa Iglesia, Esposa de Cristo y Madre por tanto, Madre fecunda de sus nacidos, vela y administra los tesoros de su Esposo. Los infinitos tesoros que Cristo acumuló y que con su sacrificio hízolos fuente perenne de Gracia y de Salvación. Y, de esta suerte, las almas pueden crecer y nutrirse, crecer y robustecerse, crecer y alcanzar la edad adulta en la que, de niños que aún no pueden hacerse cargo de la herencia paterna, llegan a ser herederos que toman posesión de los Bienes del Padre.

        La Iglesia ofrece al lactante y al chiquitín el alimento que debe tomar. Ahora bien, si este lo rechaza o lo recibe con náuseas, si prefiere mezclarlo con otros alimentos o sustituirlo sin más, en vano la Madre Iglesia, le ofrecerá los alimentos que hacen del chiquitín un adulto espiritual, uno que “vive y que “ve”, ya que tiene en si la Vida y la Luz como amigas. El niño en tal caso no crecerá sino que morirá o, cuanto menos, quedará estancado en el infantilismo que, si bien no es culpa, tampoco es santidad heroica y así, mediante una larga expiación, deberá alcanzar la edad perfecta en medio de los fuegos purgativos y misericordiosos. El niño, entonces, el espíritu perezoso, apático y desganado no pasará, a la hora de su muerte, de niño a heredero sino que deberá sufrir por largo tiempo para reparar sus tibiezas, egoísmos y ligerezas hasta alcanzar la edad perfecta.

          “En tanto que el heredero es niño, por más que sea dueño de todo, en nada difiere del siervo y permanece bajo tutores y cuidadores hasta el tiempo fijado por el padre”. He aquí contenida en las palabras precedentes la advertencia de que el hombre, siempre niño en la perfección, respeto a la Infinita Perfección, está obligado a permanecer en la tutela y en la obediencia de su Madre la Santa Iglesia, la cual como es, perfecta en las cosas del Espíritu, sabe como conducirle, con que alimentos nutrirle y con que medicamentos curarle para defenderlo de los venenos del pecado original, de la carne, del Mundo y de Satanás. Por más que se borre la mancha, el fomes no desaparece y Satanás sopla en el fuego rastrero del fomes para que, además de serpentear causando quemaduras molestas, se avive produciendo llama que abrase y destruya. 

         La Santa Iglesia esparce sus bálsamos, sus crismas, sus aguas y la Sangre Divina de Cristo para calmar las tempestades, apagar las llamas, medicinar las quemaduras, hacer incombustible el espíritu para que no sea pasto de las llamas y reconforta con el Cuerpo y la Sangre vivificantes de Jesús Santísimo, al que se ve exhausto de fuerzas por su lucha contra los repetidos asaltos de Satanás y de la carne.

         Por eso, al tomar el alimento que ofrece la Santa Iglesia Romana. Única, católica y Universal, es, si se quiere vivir y llegar a ser herederos del Reino del Padre, un deber más que una necesidad. Por lo que así no lo hace, acudiendo de continuo a sus tesoros, se expone imprudentemente a los desfallecimientos y a la muerte. Y, asimismo el que asegura no ser necesario todo esto y que la Santa Iglesia es una institución inútil de la que no necesitaron las almas que supieron hacerse espirituales, se expresa de un modo satánico y por su boca habla aquel que odia a la Iglesia en la misma medida que a Cristo, al que, aún antes de que existiese el hombre, se negó a rendirle adoración.

         No podéis, os es imposible llegar a ser espirituales sin los auxilios del Espíritu de Dios que os vienen a través de los Sacramentos de la Iglesia.

      No podéis, no podéis en manera alguna conservaros espirituales, si es que por la Gracia de Dios y mediante los alimentos que la Madre Iglesia os ofrece llegasteis a serlo, si no continuáis viviendo en Ella, con Ella y de lo que la misma os proporciona.

          ¡Ojala pudieseis permanecer sumergidos como están los peces en la pecera, en la fuente de siete brazos, sin jamás salir de ella, para que así os vierais libres del mordisco de Satanás! Aquel que dice: “Dios está conmigo y, por tanto, ya no tengo necesidad de la Iglesia”, por este solo pensamiento soberbio, se aparta de la Iglesia y de la Vida y a los ojos de Dios aparece manchado con la baba de la infernal Serpiente.

         Tanto más creceréis en Sabiduría y en Gracia, cuanto más viváis obedeciendo y amando a la Santa Iglesia de Cristo. Tanta mayor robustez viril de los fuertes alcanzaréis cuanto más succionéis la Vida de sus santos pechos. Y tanto más estaréis en Dios y con Dios, y tanto más estará Dios con vosotros, cuanto más estéis en la Santa Iglesia Romana, Católica y Apostólica por cuyo cuerpo circula la Sangre Santísima de Jesús, Señor mío y vuestro. 

          ¡Ay de quien de Ella se aparta! ¡Ay, tres veces ay, de quien hace que otros se aparten de la Iglesia! ¡Ay de quien, poniendo a prueba las almas o seduciéndolas, las tienta para que se aparten o relajen sus contactos con ella diciendo: “No acudáis a la fuente ni al granero porque, si es verdad que estáis con Dios y Dios con vosotras, nada importa que dejéis de nutriros con los alimentos eclesiásticos”; o bien: “Mientras Dios esté con vosotras, podéis muy bien dejar de hacer eso”!

         Nunca hasta ahora llegó la orden ni el consejo, procedente de la Palabra de prescindir de la Iglesia ni de sus Jerarquías. Y nunca tal sucederá, pues es una Institución eterna contra la que ni Satanás podrá conseguir la victoria. Y por más que ahora, la violencia del Infierno y la avalancha de las herejías y de los pecados del mundo parezcan quererla atropellar, todo ello no pasará de ser un rudo golpe que la hará tambalear y sufrir, pero del que saldrá más hermosa, resultando de biso brillante sus vestidos a los que tantas cosas empolvaron y de púrpura su manto de perseguida. Lágrimas y sangre son necesarias para blanquear el biso y empurpurar el manto de la excelsa Esposa de Cristo que no ha de morir.

        Tras la oscuridad viene la Luz. Siempre es así: en la creación del mundo, en el despuntar del día, pasada la noche, y en el sucederse de las épocas y de las eras. La propia corrupción produce de la muerte elementos de vida. De las oscuras fosas de los comentarios se desprenden llamitas danzantes, recogidas, pudiendo suministrar luz y calor. Hasta en los periodos espirituales más tristes en los que, al parecer, la Muerte haya de apagar la Vida, las Tinieblas vencer a la Luz y la materia aniquilar al espíritu, la Vida, la Luz y el Espíritu vienen a quedar vencedores. 

         Resultan atropellados y quedan ocultos, como sucede con el grano lanzado al surco y cubierto de estiércol durante los tristes meses del invierno. Parece quedar despreciado ese grano sepultado bajo capas de polvo y entre el hedor del estiércol. Parece perdido para el sol y el sol para él. Más, precisamente por estar allá abajo mortificado, apretado y oprimido por el polvo, puede echar raíces y no ser ya granito ligero que el viandante puede triturar con el pie, el viento desplazar a cualquier lugar y el pajarillo engullir, antes llegar a ser una planta estable, galana, útil, prospera, multiplicada de valor y de poder, benéfica y triunfante, bajo el sol de los meses más bellos.

         La Luz parece oscurecerse y llegar la Muerte. La corrupción inunda y anega con sus densas ondas. No temáis. Es lo que se necesita para despertar a los adormecidos y hacerles desear las voces de lo alto. La lucha es útil para mantener fuerte el atleta. Las náuseas de la corrupción hacen desear lo que es puro. Las tinieblas impelen a buscar la Luz y el materialismo, llevado a límites pavorosos, engendra impulsos hacia la espiritualidad.

         La humanidad, prendida como una pelota por Satanás, pues habíase adormilado en la neblina de épocas sin luchas religiosas y lanzada con escarnio al fango, por la propia reacción del golpe saldrá rebotada a lo alto. Llegará la era del Espíritu tras esta de materialismo. La era de la Luz retornará después del materialismo actual. La era de la Vida retornará después del oscurantismo actual. La era de la Vida sucederá a la casi mortal agonía. Surgirá la era de Dios para prestar fortaleza en la lucha postrera. Y, por último, la era de Dios reinará después de la de Satanás.

         ¡En pié, Cristianos, con la plenitud de vuestra caridad por Dios, por la Iglesia, por el prójimo y por vosotros! Dios Padre os envió a su Hijo, y Hermano vuestro por la Madre, a fin de que fuera vuestro Maestro y Redentor y vosotros fueseis hijos de Dios. Y, al ser hijos, Dios infundió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones y así El grita por vosotros:” ¡Abba! ¡Padre!

        El hombre, aún el más perfecto, nunca sabría rogar con esa amorosa violencia que obtiene el milagro, todos los milagros. Y entonces, he aquí que el Espíritu de Dios ruega en vosotros para vosotros a fin de obtener cuanto os es útil y necesario, y que por santo, sirve para santificaros. Es siempre el Espíritu del señor el que, encerrado en los corazones de los fieles, suplica y grita con gemidos inenarrables: “¡Abba! ¡Padre!”.

         Y lo dice por vosotros: ¿De que teméis, pues, cuando podéis llamar “Padre” a Dios? ¿Cuándo el mismo espíritu de Dios lo dice por vosotros, confesando que podéis llamaros hijos del Padre y que sois hijos de Dios? ¿Cuándo el mismo Espíritu al que Dios ama infinitamente, siendo una misma cosa con Él, ruega y clama por vosotros?

       Arriba, pues, y no temáis por las cosas que suceden. No temáis. No sois siervos que pueden ser desposeídos de un momento a otro y carecen del derecho a los bienes del Padre de familia sino que sois hijos, nacidos a la verdadera Vida por los méritos de Cristo y conservados en ella por estos mismos méritos que la Esposa de Cristo maternalmente os ofrece. 

      Sois hijos, y por ello, no puede seros arrebatada la herencia paterna que, igualmente tampoco puede ser desbaratada, ya que el Reino de Los Cielos es intangible a los elementos disgregadores que en la Tierra, a falta de coraza, dañan y menoscaban. Los rayos de Satanás y las desencadenadas hordas de los ensatanados, las lúgubres hordas del negro Príncipe rebelde, no alcanzan las luminosas playas en las que es completo el gozo de los Santos, donde la Paz se perfecciona y donde es tan sublime la Caridad que solo más allá de la Vida conoceréis su magnitud y su super beatífica dulzura.

       Este gozar, este permanecer en paz, esta posesión de la Caridad es ya dicha de los verdaderos siervos de Dios aquí donde os encontráis y que yo, Ángel del Señor, os la auguro cada vez más perfecta; dicha que allí os aguarda. Vuestra es. Es de quienes, contra todo y contra todos, saben llegar a ser y continuar siendo hijos de Dios.




Gloria al Padre; al Hijo y al Espíritu Santo”.