Los verdaderos ministros de Jesús, son los Sacerdotes, las almas escogidas por Él, son como las estrellas del Universo, para iluminar al mundo e indicarle el camino de la Salvación, tendrían que ser los Generales de lo ejércitos de la Iglesia Militante, barrera que Dios ha puesto, para contener a las tenebrosas hordas satánicas que están en constante lucha contra Dios, para el combate espiritual contra los espíritus tenebrosos.
Dios los revistió con armas poderosas: Pueden hacer bajar a Dios del Cielo con la divina Eucaristía, para fortalecer a las almas, pueden sanar las almas borrándole sus pecados, y restablecer así las debilitadas y enfermas, tienen el poder de exorcizar, echando a los demonios que se han hospedado en el cuerpo de algunas almas, pueden prepararlas suministrarles el viático que les fortalecerá para el encuentro con Dios.
Por eso, está escrito en el Apocalipsis de San Juan, que al final de los tiempos, el dragón barrerá con su cola la tercera parte de las estrellas del Cielo, que iluminan el Universo, porqué sabe que, una vez derribadas, le será más fácil adentrarse en la Ciudad Santa y atacar a los fieles indefensos, que serían como soldados sin generales.
Es lo que ha empezado ya a ocurrir en el Mundo en que vivimos, y esto es la señal precursora de la venida del Antecristo, que está preparándose para presentar batalla al Ejército de Dios.
Es lo que ha empezado ya a ocurrir en el Mundo en que vivimos, y esto es la señal precursora de la venida del Antecristo, que está preparándose para presentar batalla al Ejército de Dios.
DISCURSO DE JESÚS PARA SUS DISCÍPULOS
Del Evangelio tal como me ha sido revelado
Dice Jesús:
(…) Os he comparado a una luz. El que enciende en la noche una lámpara en una casa, ¿Dónde la pone?: ¿en un agujero de debajo del horno?, ¿en la cueva que usa como bodega?, ¿cerrada dentro de un arquibanco?, ¿única y simplemente sofocada bajo el celemín? No, porqué sería inútil encenderla. Por el contrario, la lámpara se coloca sobre una repisa, o se cuelga en su soporte, para que, estando en un punto alto, dé a luz a toda la habitación y a los que en ella están, Ahora bien, precisamente por el hecho de que lo que ocupa un lugar elevado debe recordar a Dios y dar luz, debe de estar a la altura de su función.
Vosotros debéis
recordar al Dios verdadero. Preocuparos pues de que no anide en vosotros al
septipartito paganismo, porqué de ser así, vendríais a ser lugares elevados
profanados, con sagrados bosquecillos dedicados a un dios, y arrastrareis en
vuestro paganismo a los que os mirasen como a templos de Dios. Debéis ser portadores
de la Luz de Dios; ahora bien, una mecha sucia, o no embebida de aceite,
produce humo y no da luz, emana mal olor y no ilumina. Una luz celada tras un
cuarzo sucio no crea ese primoroso resplandor, ese juego de reflejos en el
brillante mineral, sino que languidece tras el velo de negro humo que hace
opaca a la diamantina protección.
La Luz de Dios resplandece en donde la
voluntad se muestra solícita en limpiar a diario, quitando las escorias que el
mismo trabajo produce con sus contactos, reacciones y desilusiones. La Luz de
Dios resplandece en donde la mecha está empapada de abundante líquido de oración y caridad.
La Luz de Dios se multiplica en múltiples resplandores – como infinitas son las perfecciones de Dios, cada una de las cuales suscita en el santo una virtud ejercitada heroicamente – si el siervo de Dios conserva limpio del negro hollín de toda humeante mala pasión, el cuarzo invulnerable de su alma; cuarzo invulnerable, ¡invulnerable! (La voz de Jesús truena en este final, retumbando en el anfiteatro natural).
La Luz de Dios se multiplica en múltiples resplandores – como infinitas son las perfecciones de Dios, cada una de las cuales suscita en el santo una virtud ejercitada heroicamente – si el siervo de Dios conserva limpio del negro hollín de toda humeante mala pasión, el cuarzo invulnerable de su alma; cuarzo invulnerable, ¡invulnerable! (La voz de Jesús truena en este final, retumbando en el anfiteatro natural).
Solo Dios tiene el derecho y el poder de
incidir trazos sobre ese cristal, de escribir en él su Santísimo Nombre con el
diamante de su Voluntad; viniendo su Nombre, así, a ser ornamento determinante
de una más viva refracción de sobrenaturales bellezas sobre el cuarzo purísimo.
Más, si el necio siervo del Señor, perdiendo el control de sí mismo y
distrayéndose de su misión – entera y
únicamente sobrenatural -, se deja incidir falsas decoraciones – rayones,
no incisiones - , misteriosas y satánicas claves grabadas por la zarpa de fuego
de Satanás… entonces, no, entonces la admirable lámpara deja de resplandecer
con hermosura y permanente integridad; se raja y se rompe y sofoca la llama con
los restos del cristal fragmentado; o, si no se raja queda en ella, al menos
una intrínseca red de signos, en los cuales el hollín
se deposita y se introduce, ejerciendo acción corrosiva.
¡Desdichados, tres veces desdichados esos
pastores que pierden la caridad, que se niegan a subir día tras día, para
conducir a zonas elevadas al rebaño, que para subir, espera a que emprendan su
ascesis: Yo descargaré mi mano sobre ellos, los derrocaré de su puesto y
apagaré del todo su humo!
¡Desdichados, tres veces desdichados esos
maestros que repudian la Sabiduría para saturarse de una ciencia no pocas veces
contraria, siempre soberbia, alguna vez satánica; porque los hace hombres!
Pensad – escuchad esto y conservarlo – que
si los hombres tienen como destino hacerse como Dios (con la santificación, que
hace del hombre un hijo de Dios), el maestro, el sacerdote, debería tener ya
desde este mundo sólo el aspecto de hijo
de Dios, de criatura resuelta toda en alma y perfección; debería tener, digo, para llevar a Dios a sus discípulos. ¡Anatema
a los maestros de sobrenatural doctrina
que se transforman en ídolos de humano saber!
¡Desdichados, siete veces desdichados, mis
sacerdotes muertos al espíritu, aquellos que son con su insipidez, con su
tibieza de carne medio muerta, con su sueño lleno de alucinaciones de todo lo
que no es el Dios uno y trino, y de cálculos de todo lo que no es sobrehumano
deseo de aumentar las riquezas de los corazones y de Dios, conducen una vida
mezquina, humana, abúlica arrastrando hacia sus almas muertas a quienes,
considerándoles “vida”, los siguen!
¡Maldición divina sobre los corruptores de
mi pequeño, amado rebaño! Os pediré justificación, ¡Oh incumplidores siervos
del Señor! De todo el tiempo que habéis tenido, de cada una de las horas, de
cada contingencia, de todas las consecuencias; a vosotros os la pediré, no a
los que perecen por vuestra indolencia… y exigiré castigo.
Recordad estas palabras. Ahora marchaos. Yo
voy a subir hasta la cima (del monte). Dormid si queréis. Mañana el Pastor
abrirá para el rebaño los pastos de la verdad”.
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