El matrimonio de ancianos abandonados por sus hijos |
En enero de 2.013, apareció en los medios de comunicación la noticia
de que la Policía encontró sentados en el banco de una parada de autobús a un
matrimonio de ancianos, aterrados de
frío, que llevaban mucho tiempo sin comer.
Tenía el hombre 84 años y la mujer 82, estaban desfallecidos
y muy tristes. Debido a su permanencia tan prolongada en ese lugar, la gente
indagó para ver cual era la causa de esta situación. Los dos ancianos
confesaron con dolor que sus hijos los habían echado de la casa donde vivían.
Los hijos salieron en la televisión y afirmaron que la
convivencia con sus padres era insoportable, y que además se habían marchado de
la casa por su propia ,voluntad, naturalmente nadie los creyó, eran dos ancianos de un
aspecto venerable, y los hijos tenían un aspecto deplorable. Estoy convencido
que si esos ancianos hubiesen sido ricos en el sentido de poder dar en herencia
una buena fortuna, o si hubieran disfrutado de una buena pensión, esos hijos
ingratos nunca los hubieran echado de la calle.
Menos mal que la justicia humana aún tiene un rastro de la Justicia divina, porque los hijos fueron encarcelados por abandono y falta de asistencia, en cuanto a los padres, fueron llevados a una residencia de ancianos del Estado.
Menos mal que la justicia humana aún tiene un rastro de la Justicia divina, porque los hijos fueron encarcelados por abandono y falta de asistencia, en cuanto a los padres, fueron llevados a una residencia de ancianos del Estado.
Y esto, desde el punto de vista espiritual es lo que está
pasando hoy día con mucha gente que ha abandonado a Dios y a la Santísima Virgen María, ambos progenitores del renacer del alma
inmortal. Es lo que vemos con estos hijos ingratos y desalmados, que no quieren cumplir con uno de
los mandamientos de la Ley de Dios:
Honrarás a tu Padre y a tu Madre, y que además, y esto es mucho más grave,
incumplen el primer mandamiento que es amar a Dios sobre todas las cosas, y por
supuesto al prójimo como a uno mismo.
Y esto también ocurre, como lo he leído, con el abandono de parte de más de los dos
tercios de la humanidad de las almas que han echado de su corazón a Dios, que los ha creado dotándolos con una alma inmortal, y con Jesús que los ha
redimido con la corredentora, la Virgen María que ha sido declarada por Jesús en
la Cruz Madre de la Humanidad.
El pecado contra los padres que los criaron, los
alimentaron, se ocuparon de su salud y de su bienestar material, cuando eran niños, y a veces
espiritual (no sé si fue este el caso), es un pecado gravísimo que de por sí ya
pide un castigo que ya en este mundo se les aplica de parte de los Jueces, y de parte de Dios, que promete en la Biblia, larga vida en este mundo a los que cuidan de sus padres.
El pecado del abandono de Dios, es decir el incumplimiento
del primer y más importante mandamiento, que está antes que el mandamiento de
no matarás, es aún muchísimo más grave, ya que como lo dice San Juan de la Cruz, a Dios tenemos que tenerle un profundo agradecimiento por habernos creado y un infinito amor por habernos rescatado del botín de Satanás, que es la
humanidad entera, por el pecado de Adán y Eva.
El haber rechazado a Dios Padre, Dios Hijo y por
consiguiente Dios Espíritu Santo, atrae por si solo la condena más terrorífica:
Al abandonar al sumo Creador, y al Rescatador que pagó con su terrible pasión y muerte en la Cruz el precio del rescate, el alma eterna del pecador queda en
poder de Satanás, y será esclava del siniestro Príncipe negro para toda la eternidad.
Los únicos responsables de esta situación son estas almas, que con
su libre albedrío han escogido el camino de la perdición, habiendo rechazado a sus
verdaderos Padres: Su Creador, su Redentor y su Madre espiritual, que también
intentaron por todos los medios, sin éxito alguno, darle lo mejor para sus almas: La Vida Eterna.
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