Fotografía de Santa Teresa tomada en la Iglesia de las Carmelitas descalzas de Granada, |
Jesús se apareció a una vidente y le confesó que las mujeres que más le amaron, aparte de la Virgen María, fueron en su vida María Magdalena y después Santa Teresa de Jesús. Está demostrado que murió de Amor, alcanzando el último grado de la Escala mística de según San Bernardo Santo Tomás, como lo explica tan bien San Juan de la Cruz.
En el último de los diez peldaños de esta escala, la unión mística es tan fuerte que el alma tiene que ver a su divino Esposo o morir.
El décimo y último grado de esta escala secreta de amor hace al alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de la clara visión de Dios que luego posee inmediatamente el alma que, habiendo llegado en esta vida al nono grado, sale de la carne. Porque estos (pocos que son), por cuanto ya por el amor están purgadísimos, no entran en el purgatorio. De donde San Mateo dice: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (5, 8). Y, como decimos, esta visión es la causa de la similitud total del alma con Dios, porque así lo afirma San Juan diciendo. "Sabemos que seremos semejante a Él"; no porque el alma se hará tan capaz como Dios, porque esto es imposible, sino por todo lo que ella es, se hará semejante a Dios; por lo cual se llamará y será Dios por participación.
Oración a Santa Teresa de Jesús
de San Alfonso de Ligorio
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como
una llama resplandeciente en el paraíso,
obtén para mi también, te lo ruego, un destello
de ese mismo fuego ardiente y santo,
que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo
era verle adorado por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos
y afectos sean dirigidos siempre a hacer la voluntad
de Dios, la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
y afectos sean dirigidos siempre a hacer la voluntad
de Dios, la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque solo Él es digno de ser amado
y obedecido por siempre.
y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.
Amén.
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