MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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lunes, 13 de febrero de 2017

EXTRAORDINARIO DISCURSO DEL PADRE WILLIE EN LA MISA DEL 12/02/2017: DIOS NO QUIERE LA CIRCUNCISIÓN DE LA CARNE, PERO SÍ LA DEL CORAZÓN














En este extraordinario sermón en la Parroquia de Santa Bernardita de San Juan de Puerto Rico, están explicadas las causas de la decadencia de la Iglesia Católica, en lo que se refiere a la mentalidad actual,  por qué los jóvenes han dejado de lado a la Iglesia, y por qué muchos  creen que la Religión solo consiste en asistir a  misa una vez por semana, pero que fuera de la Iglesia, llevan una vida mediocre, desentendiéndose no solo de los problemas materiales, pero lo que es más grave, de los problemas espirituales de su prójimo.

El Sacerdote se pregunta como puede ser que si un hijo tiene un cáncer, sus padres recorren medio mundo para poder salvarlo, pero quedan indiferentes a una enfermedad espiritual que es peor que el cáncer, ya que este puede provocar la muerte del cuerpo, mientras que el pecado mortal puede provocar la muerte del alma que es lo que se llama la segunda muerte, el Infierno eterno, la peor desgracia que le puede ocurrir a un ser humano.

Existe una clara y auténtica denuncia a la mentalidad de la Iglesia, que ha pensado que para atraer a los fieles, solo había que predicar las normas, como lo hacían los Fariseos y los Escribas, y no se ha enseñado que, como lo dice San Pablo a María Valtorta, la verdadera circuncisión es una circuncisión del corazón, es decir un cambio total no solo de los fieles, pero también de los Sacerdotes. En vista de la situación actual, se da muerte otra vez a Cristo en los Corazones, como lo hicieron los Fariseos, que se fijaban solo en las normas externas, y por eso no pudieron ver a Jesús como el Mesías esperado, y creyeron hacer un bien crucificando a Jesús-Dios.





Dictado de San Pablo a María Valtorta (17/1/1.948)

San Pablo a los Romanos, cap.2º, del v. 17 al 29

Dice el Autor Santísimo:

    “La observancia de los preceptos de la Ley es verdadera circuncisión hasta para los incircuncisos y en el tiempo actual absolución aún para los que no son de la Ley. Dice Pablo: “No es verdadero judío el que permanece como tal, ni es circuncisión la que se manifiesta en la carne, sino que es judío aquel que lo es en su interior, y es circuncisión la de su corazón, la que es según el espíritu y no según la letra, siendo esta la que recibirá premio de Dios”.

    “Circuncidad vuestro corazón” es palabra muy antigua. Es el precepto divino. Porque es en vano conocer la Ley según la palabra si después no se la conoce y practica consecuentemente según el espíritu. Esta es la única circuncisión verdadera.

   ¿Qué hace llevar vestido talar – digo talar para identificar el de los hijos de la Ley – si después el que los lleva no es hijo de la Ley sino esclavo del sentido, del mundo y del demonio? También los mimos y comediantes se ponen vestidos de rey, de sacerdote, de guerrero, de menestral o de campesino sin que por eso lleguen a ser reyes, sacerdotes, guerreros, menestrales o campesinos. Terminada la escena, echado el telón, se despojan de los vestidos tomados para la representación y se ponen los suyos. Su corazón no cambia de lo que es, por haber representado la magnanimidad de un rey, la santidad de un sacerdote, el valor de un guerrero, los sentimientos de un menestral o de un campesino. Ellos continúan siendo lo que son: justos si justos, por más que hayan representado a la perfección el papel de malvados, y monstruos de maldad por más que hayan representado perfectamente a un santo.

      Muchos, demasiados por más que, por la ley que aparentan servir, parecen a los ojos del mundo circuncisos – o decapitados más bien por la triple concupiscencia – a los ojos de Dios y de los habitantes del Cielo aparecen con sus serpientes vivas en el corazón. Estos no, no pueden decirse circundados en el corazón, antes a su naturaleza no mutilada por la triple concupiscencia, patrimonio del pecado heredado de Adán por todos los hombres, añaden otra serpiente más: la de la hipocresía, la de la traición que hacen a sus semejantes mostrándose ante ellos como en verdad no son y creyendo hacerlo igualmente con Dios como si pudieran engañar a Dios con el polvo dorado que lanzan al aire para que el mundo les admire.

     Polvo. Dios no acepta polvo de oro. Lo que acepta es oro puro, macizo, precioso. La verdadera caridad. La verdadera caridad que es obediencia a la Ley, y por ello, circuncisión del corazón que se desprende de la triple concupiscencia para ser realmente hijo de la Ley y por tanto, hijo de Dios.
   
     Y Yo os digo que si el Padre Santísimo sabe aún ser todo misericordia para los de buena voluntad sojuzgados traidoramente por Satanás, por la carne y por el mundo, sin su consentimiento y sin buscar ellos voluntariamente la tentación, es en cambio, todo rigor para los hipócritas, y tanto más lo es cuando más uno, bien por ser Sacerdote, Religioso o Profeta de Dios, Voz de Dios, discípulo de Dios, se halla en condición, ya por gracia de estado o por don sapiencial extraordinario, de ser más perfecto que la masa, tiene el deber de ser perfecto, no solo por reconocimiento a Dios que le eligió Sacerdote, Religioso o Profeta suyo (voz), más también para no ser escándalo para los pequeños de la grey.

       Digo escándalo. Muchos son los escándalos que se dan en el mundo y la masa apenas si se conmueve un instante por ellos mientras dura el rumor del escándalo. A veces, sobre todo en momentos de general relajación de los valores morales – no hablo ya de los espirituales sino simplemente de los morales – ni siquiera se conmueve por ellos…

       Más se dan escándalos que hieren la emoción sincera de los justos y hasta la de los indiferentes, haciendo a veces a los justos disgustados y escarnecedores de los indiferentes. No hay para qué decir lo que son ciertos escándalos, en manos de los enemigos de Dios y de su Iglesia. Son como palanca aplicada a un bloque, como mina bajo un edificio, como agujero en una barca. Estos escándalos ponen en serio peligro a la Fe y a la Iglesia. Muere por ello la Fe en muchos corazones y la Iglesia sufre rudos golpes de importancia incalculable.

      Así, pues cuando se suceden los escándalos, viene a ser como un alargarse de círculos nudosos en un lago turbado por un lanzamiento de piedras. Una sola piedra provoca una serie de círculos que al fin se extinguen muriendo en la arena. Más si las piedras se suceden y estas son cada vez mayores hasta llegar a ser el desplome completo de la ladera de un monte, los círculos entonces se cambian a olas encontradas y estas en acometidas de agua contra las riberas produciendo estragos.

     Así es con los escándalos de quienes “llevan nombres de Judíos, descansan en la Ley y se glorían en Dios”… y sobre todo, de ser “ministros de Dios”, no siendo lámparas para los que buscan la luz, guías para los que están ciegos, ni maestros verdaderos para los pequeños de la grey, antes, confusión, crepúsculo, desorden y negación. Si, Negación, porque enseñan a los demás pero no a si mismos”, porque su vida está llena de las culpas o debilidades que reprochan a sus corderos. Ellos con su vida de pastores-ídolos, de pastores mercenarios, deshonran a Dios conculcando la Ley que conocen y predican.

    “Y por su culpa, el nombre de Dios es vituperado entre las gentes”. Si. Vituperado. Porque los enemigos de Dios presentan al desprecio de los pueblos a los siervos de Dios, harto pecadores o también demasiado imperfectos, perezosos, tibios, desprovistos de fe verdadera. Ciertamente, hay más fe en los corderos que en la mayoría de los pastores que de su ministerio han hecho un oficio, más que una misión regia. Si. Vituperado. Porque, invirtiendo la observación que los gentiles de los primeros siglos hacían sobre los Sacerdotes Católicos y que motivó su conversión a Cristo: “Mirad como se aman entre si y que perfectos son sus Sacerdotes”, ahora los más, aún entre los Católicos fervorosos, dicen, o se lo dicen a sí mismos dentro de su corazón: “¡Mira como son los Sacerdotes! peores que nosotros. 

     Si de verdad fueran ministros de Dios, Dios no permitiría esos escándalos”. Y concluyen: “Por eso creo, (o comienzo a creer) que no existe ese Dios que predican, que no hay una segunda vida, que no existen los sacramentos…”. Y ya tenemos aquí la muerte de la Fe, de la Gracia y de la Vida.     
   
    Pero existe Dios que toma a los gentiles, a esos a quien los orgullosos ministros de Dios – orgullosos y pecadores, escándalo para sus pequeños corderos – desprecian, combaten y persiguen porque no les parece a ellos, orgullosos e imperfectos pastores-ídolos que un cordero haya de saber lo que ellos no saben y que lo halla de saber directamente de Dios, cuya Voz Santísima esos pastores-ídolos no merecen oír; porque no les parece justo así mismo que un cordero pueda ser “Voz de Dios” y continuar así la Revelación.

      Toma a los gentiles. Llamemos así a quienes no son ministros de Dios, no son los “depositarios de la Revelación y de la Sabiduría”, no son aquellos que “cierran la puerta del Reino a los pequeños, no entran ellos ni dejan entrar a los demás”. A estos, a quienes los doctos desprecian, persiguen y condenan, los toma y los pone en medio de las turbas que no ven, no saben y no creen muy distintamente, y los hace “nuncios” suyos, del modo como aparece expresado en el salmo profético sobre el cual tan inútilmente se cansan los doctores : “Tiene la palabra mi Señor. Afortunados anunciadores (los profetas y los ángeles) gritan: “milicia numerosa”. S, 67.

    Esta “milicia numerosa” prometida por Dios a través de los profetas y de los espíritus a los asediados por los enemigos de Dios y sus hijos, semejante a “lluvia benéfica sobre la heredad del Señor” – lluvia que restaura, voz que fortalece, palabra de buena nueva que consuela – es el de las “voces”. De las “voces” que siempre hablarán en nombre de Dios, de ese Dios que – lo prometió y no falta a su palabra – dará su Palabra, su siempre Buena Nueva a los continuadores de Cristo, Verbo y Maestro eterno.

      Las voces: las que están sobre el monte, sobre el monte de Dios, monte pingüe, el de las múltiples cimas, sobre el que el Señor se complace en estar rodeado de sus siervos ocultos solo por Él conocidos en lo que son y amado por ellos del modo como solo ellos, llenos de Él, saben amar. Las voces. Los que forman el coche triunfal de Dios, esplendente de Caridad.


Y ¿os sorprendéis de que existan “Voces” y que ellas sean numerosas? ¿Acaso no lo dice el Salmo, oscuro para los doctos, aunque no para Mí? ¿No dice tal vez, que “son millares los exultantes y el Señor está en medio de ellos”? Son las voces de los profetas de todos los tiempos; son esas almas que son voces de Dios, sino con la palabra, si con su ejemplo; son los Santos, los elegidos de la Tierra; almas ya paradisíacas esparcidas por la Tierra para dar testimonio de Dios; son los “pequeños Benjamines en el éxtasis del alma”. En vano los atropellan las fieras del cañal y las manadas de toros querrían quitar de en medio a estos que se hallan probados como la plata.








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