Dirá Jesús a los que no han comprendido que la religión exige un renacer a una vida nueva, cambiando su corazón egoísta heredado del pecado original por un corazón compasivo y misericordioso, transformado por la predicación y el ejemplo suyo, la víctima perfecta y sin mancha que es el único que puede mandar el Espíritu Santo para realizar esa transformación.
No todo el que dice Señor, señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: "Jamás os conocí. Apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad" (Mat 7, 22-23).
Ese tipo de individuos que son los que describe Jesús, son sin duda alguna los relativistas que no ven la diferencia que existe entre el pecado y la virtud, los quietistas, que predican insistentemente "Dios te quiere como eres", o "haga lo que hagas Dios siempre te querrá", y que al ser todos hijos de Dios, el infierno está vacío porque un Padre no puede mandar allí a sus hijos, como me dijo el Señor Arzobispo. Son gente que han estado en contacto directo con la Liturgia de la Iglesia, ya que profetizaron en su nombre, echaron demonios (que solo lo pueden hacer los sacerdotes autorizados por su Obispo), y hasta hicieron milagros, que sin duda alguna eran solo "trucos de magia" para colmar su soberbia, y recibir "baños de multitudes", utilizando el Poder del maligno, pero eran lo contrario de lo que hacía Jesús que eran curaciones milagrosas de cuerpo y de alma, ya que siempre producían un incremento de fe para los beneficiarios, al contrario esos individuos solo hacían hechos extraordinarios que no aportaban ningún bien para las almas.
Ese es el más terrible de las desgracias que les puede ocurrir a un alma: Creer que por tener un cargo importante en la Iglesia, y haber estado siempre convencido que su salvación estaba asegurada, y no conocieron nunca el Santo temor de ofender a Dios. En la Vida de todos los Santos ninguno de ellos estaba convencido de tener la salvación asegurada, y eso era uno de sus mayores sufrimientos, como le ocurría al santo Padre Pío de Pietrelcina, que decía que todos los grandes sufrimientos que padecía los soportaría con gusto si estuviera seguro de que Dios estaba contento con su comportamiento.
San Juan de la Cruz dice en sus escritos, citando las escrituras que nadie sabe si es digno de Amor o de desprecio a los ojos de Dios, solamente cuando las almas han ascendido por la escala mística a uno de los más altos grados, cuando entra en éxtasis con Dios, es cuando entonces puede tener seguridad de su salvación.
Ese tipo de individuos que son los que describe Jesús, son sin duda alguna los relativistas que no ven la diferencia que existe entre el pecado y la virtud, los quietistas, que predican insistentemente "Dios te quiere como eres", o "haga lo que hagas Dios siempre te querrá", y que al ser todos hijos de Dios, el infierno está vacío porque un Padre no puede mandar allí a sus hijos, como me dijo el Señor Arzobispo. Son gente que han estado en contacto directo con la Liturgia de la Iglesia, ya que profetizaron en su nombre, echaron demonios (que solo lo pueden hacer los sacerdotes autorizados por su Obispo), y hasta hicieron milagros, que sin duda alguna eran solo "trucos de magia" para colmar su soberbia, y recibir "baños de multitudes", utilizando el Poder del maligno, pero eran lo contrario de lo que hacía Jesús que eran curaciones milagrosas de cuerpo y de alma, ya que siempre producían un incremento de fe para los beneficiarios, al contrario esos individuos solo hacían hechos extraordinarios que no aportaban ningún bien para las almas.
Ese es el más terrible de las desgracias que les puede ocurrir a un alma: Creer que por tener un cargo importante en la Iglesia, y haber estado siempre convencido que su salvación estaba asegurada, y no conocieron nunca el Santo temor de ofender a Dios. En la Vida de todos los Santos ninguno de ellos estaba convencido de tener la salvación asegurada, y eso era uno de sus mayores sufrimientos, como le ocurría al santo Padre Pío de Pietrelcina, que decía que todos los grandes sufrimientos que padecía los soportaría con gusto si estuviera seguro de que Dios estaba contento con su comportamiento.
San Juan de la Cruz dice en sus escritos, citando las escrituras que nadie sabe si es digno de Amor o de desprecio a los ojos de Dios, solamente cuando las almas han ascendido por la escala mística a uno de los más altos grados, cuando entra en éxtasis con Dios, es cuando entonces puede tener seguridad de su salvación.
REFLEXIONES DEL LIBRO DEL AZARÍAS, EL ÁNGEL
DE LA GUARDIA DE MARÍA VALTORTA
[…] ¡Oh!, no es frecuentando los lugares de oración cómo el hombre se santifica sino con toda la vida. Vosotros llamáis impropiamente “practicar” a lo que tan solo es “frecuentar”. Frecuenta quien marcha corrientemente a un lugar, y practica el que pone por obra lo que en aquel lugar se le enseñó o aprendió. Más, ¡cuántos escribas o fariseos ven los ángeles desde el altar entre los que van una o más veces al día en los lugares de oración! ¡Cuántos!
Es preciso poner en práctica las enseñanzas, y hacer que estas y los Sacramentos fructifiquen, no por ser alabados en la Tierra y ocupar un buen puesto en el Cielo, sino por el súper espiritual deseo de honrar de este modo al Señor y de no gozar imperfectamente del alimento que Él suministra a vuestro espíritu. Es entonces cuando, verdaderamente, con la humildad y caridad de vuestras intenciones, la leche espiritual que es sinceridad, puede obrar en vosotros haciéndoos crecer en robustez.
Cualquiera meneará la cabeza diciendo: “El que es asiduo a las prácticas de piedad no puede pecar”.
¡Oh Las fornicaciones de la falsa piedad son más numerosas de lo que se cree! Muchas almas, parecidas a muchos conyugues libidinosos, hacen una doble vida, cesando una de ellas en el dintel de la Iglesia. Una vez fuera de ella, marchan a los amores adúlteros con la carne, el egoísmo y las concupiscencias. Después de alimentarse con el Bondadoso, son crueles con sus hermanos: tras purificarse con la Sangre caritativa derramada por todos, son anti caritativos mostrando sus egoísmos feroces; y habiéndose instruido con la palabra, realizan actos contrarios a las enseñanzas de la misma.
Y, ¿no cabe llamarlos adúlteros a estos tales? ¿No se les puede llamar embusteros? Cuando menos: mariposas disfructuosas o bien ociosos y zumbadores moscones, que pierden el tiempo en curiosidades vanas y en vagabundeos de sensualidad espiritual; mientras que el verdadero enamorado de la leche espiritual permanece unido a este alimento, no queriendo cosa que le distraiga de él, antes va en su busca y, cual abeja laboriosa, produce después dulces licores con el.
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