Bendiciones de Dios
LAS BENDICIONES DE DIOS SON PARA LAS ALMAS HUMILDES TRAEN SIEMPRE HERMOSURA Y CRECIMIENTO EN VIRTUDES QUE CAUSAN ADMIRACIÓN |
Las bienaventuranzas se aplican siempre a las almas humildes, que espiritualmente hablando son los pobres de Espíritu, que han conseguido limpiar sus tres potencias del alma que son memoria, entendimiento y voluntad, repudiando sus apetitos animales, para que pueda entrar en ellas la Gracia de Dios, para operar la transformación de hombre viejo a Hijo de Dios.
Solo a esas almas se les puede aplicar esa transformación haciéndola apta a entrar en el Edén y comer el fruto del árbol del árbol de la vida, gracias a esa limpieza de sus sentidos que han sido acrisolados por la acción de las espadas flameantes de los Querubines que guardan el acceso del Paraíso.
Todos los que han logrado conseguir este propósito, como lo dice Jesús, tendrán hambre y sed de la Justicia de Dios, porque tendrán que vivir en medio de la gente que se burla de la actitud de esas almas que rehúyen entregarse al mundo y a sus seducciones, y por eso son despreciados, este comportamiento les produce una profunda pena porque al amar cada vez más a Dios, aman cada vez más a sus hermanos, que hablan una lengua completamente distinta a la suya.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
"¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
-¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
-¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
-¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el Cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los Profetas!".
Imprecaciones de Dios
LAS IMPRECACIONES DE DIOS SE APLICAN PARA LAS ALMAS SOBERBIAS, QUE TERMINAN SIEMPRE HACIENDO EL RIDÍCULO |
Los soberbios son los Hijos de las tinieblas, que como su padre se creen que son como Dios, que no tienen defecto alguno, explotan a los demás diciendo: "Quiero lo bueno para mí y lo malo para ti", son los que suelen triunfar en este mundo, y abandonan a Dios para conseguir sus fines porque la fortuna se obtiene siempre, ellos o sus padres por una explotación abusiva de sus hermanos.
Esos individuos son como los Fariseos, que les gustan las alabanzas y los baños de masas donde son aclamados, recibiendo en este mundo la recompensa a su labor egoísta, que les será negada en el Cielo.
Dios no se comunica nunca con los soberbios, ya que su aroma es de un hedor insoportable, pero escoge el humilde que tiene un aroma exquisito. El humilde, al contrario del soberbio, es dulce, obediente, caritativo, dispuesto a amar a todo el mundo, excusando a los pecadores, no guardando rencor a nadie, dispuesto a perdonar, porque él también se ve pecador. Por todo eso merece las bienaventuranzas de Dios.
"Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
"Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
-¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
-¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
-¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!"
Terribles palabras de Jesús que no se deseo oír ni a mis peores enemigos, la palabra ¡Ay! en lengua castellana es bastante inicua, mientras que en francés es "Malheur a vous! que traducido literalmente, quiere decir "¡Desgracia para vosotros!", lo que representa una maldición de Dios, es decir una condenación eterna en un Reino liderado por Satanás donde no existe ni Justicia, ni Paz, solo torturas eternas en unas tinieblas y desgracias sin alternancia ni descanso, en donde se ha perdido toda esperanza de rescate y de Salvación, ya que se ha rechazado en la Tierra lo único que podía evitarlo.
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