MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 24 de octubre de 2020

LA LUCHA ENTRE LA LUZ Y LAS TINIEBLAS; ENFRENTAMIENTO DIRECTO DE JESÚS CON SATANÁS

CURACIÓN DE UN ENDEMONIADO COMPLETO
VOCACIÓN DE LA MUJER AL AMOR



EL PODERÍO DE JESÚS APLASTA EL ODIO DE BELCEÚ




Relato impresionante y detallado del exorcismo de Jesús a un endemoniado poseído como consecuencia de una entrega a todos los vicios capitales, y poseído por el Príncipe de las Tinieblas, el mismísimo Satanás, poseso que había sido llevado a Jerusalén para ser curado, pero que no había sido liberado, por la poca virtud de los Sacerdotes Judíos.

Seguía en libertad atentando contra todo ser viviente que se cruzaba en su camino, a los cuales acechaba como una serpiente oculta entre las hierbas del campo, y particularmente contra las mujeres, porque sabía que la Santísima Virgen María era la que iba a propiciar su derrota, trayendo a la Tierra el Salvador, ya que de la misma manera que Eva había salido de la costilla de Adán Jesús, hijo de Dios, tenía que salir de una Mujer, porqué el proceso de la Redención tenía que ser inversamente proporcional al de la caída en el Jardín del Edén, en donde Eva había ofrecido el fruto prohibido a Adán, y aquí María ofrece el fruto suyo: Jesús-Dios a toda la humanidad para ser redimida.

Diálogo con Jesús, en donde se demuestra como actúa Satanás, engendrando demonios de la misma manera como Jesús engendra a hijos de Dios, predicción de cómo Judas será el mismo demonio que se vengará propiciando la terrible pasión y muerte de Jesús.

De este intercambio de pareceres se ve como la actuación diabólica está permitida por Dios ya que es necesaria en un mundo donde se da licencia al bien y al mal, para que el hombre pueda escoger libremente su destino, aquí está teológicamente explicado por Jesús, como la acción demoníaca trae siempre consigo perturbación, odio y sufrimiento, al contrario de la acción de Dios que siempre trae serenidad, amor y alegría.

Sublime descripción de la vocación de la mujer para el amor hacia sus hijos y para ser la ayuda del ser humano, imagen perfecta de la Virgen María.

Nota del que transcribe: En estas palabras de Satán están resumidas todas las preguntas que se pueden presentarse acerca de la acción de Satán en el mundo. Como leemos, Satán ha sido encerrado en el reino del infierno, y sin embargo por razones de Justicia, para la nueva creación del hombre, que tiene que realizarse en el tiempo, es necesario que se de licencia al Bien y al Mal por partes iguales, en caso contrario, la salvación o la condenación del ser humano no se podría realizar porque al suprimir la acción del mal, simbolizada por Satán, y al no poder escoger entre las dos opciones, la salvación no se podría realizar y viceversa.

Teológicamente hablando, y situándonos desde un observatorio eterno, en donde no existe el tiempo tal como lo conocemos, se puede decir que el mundo material, en donde el tiempo pasa, es un mundo cuya naturaleza es un espejismo, es decir que nos encontramos en una “realidad virtual”, que es una mentira, porqué nada es inmutable y todo es ilusión: ilusión lo que vemos, porqué mañana todo será distinto, y el reloj que indica a cada instante una hora distinta, está mintiendo constantemente.

Por eso dice San Juan en su Epístola. “No améis al mundo ni lo que hay en él porque el mundo pasa, y el que lo ama desaparecerá con él, pero el que permanece en Jesús, durará para siempre”.

Satán que está en el infierno desde el punto de vista de la Eternidad, está virtualmente presente en este mundo que es mentira, porque donde está la mentira, está Satán que es el Príncipe de la mentira.

Como está condenado “In aeternam”, el odio que tiene a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, como así lo confiesa en este relato, es un odio también eterno, él quiere matar a Jesús, cegado por ese odio, creyendo que con esa muerte va a acabar con Él, pero al mismo tiempo tiene que confesar que no puede, y que siempre saldrá vencido del enfrentamiento abierto contra Dios. Como Padre del Mal, recogerá sus hijos que son toda la escoria de la humanidad, para llevarlos a su maldito Reino del horror, mientras que Jesús como Padre del Bien, recogerá toda la nata y la flor de la humanidad que son sus Hijos, para llevarlos a su Bendito Reino de la  felicidad.

La presencia de Satán en el mundo es pues necesaria, porqué sin ella no se podría producir la separación entre el Bien y del Mal, por eso Dios en su eterna Sabiduría lo permite, hasta el fin del mundo.

Pero cuando este espejismo de mundo en que vivimos desaparezca -  y en eso todos los científicos del mundo están de acuerdo, porqué a cada instante el sol para producir su fabulosa  energía, consume millones de toneladas de helio - entonces, Satán y sus hordas infernales, serán eternamente encerrados en las “oubliettes1” eternas, y la muerte y el mal habrán desaparecido ya para siempre.

1-“Oubliette”. Palabra francesa que es intraducible que viene de la palabra “oublier” (olvidar), significa “cárcel del olvido”, en los castillos feudales es donde se encerraban de por vida a los enemigos.





Del Evangelio como me ha sido revelado de Mª Valtorta (29 de septiembre de 1944)

Jesús y los suyos siguen andando por los campos. Aquí la siega de los cereales está ya terminada y los campos muestras los rastrojos resecos. Jesús camina por el margen de un sendero umbroso. Va hacia unos hombres que se han unido al grupo de los apóstoles.

 “Sí” dice uno. “Nada le cura. Está más que desquiciado. Mira es el terror de todos, especialmente de las mujeres, porqué las sigue con gestos o palabras obscenos. ¡Y ay si las echara mano!”.

“Nunca se sabe donde está” dice otro. “En los montes, en los bosques, en los surcos de los prados… aparece al improvisto como una serpiente… las mujeres tienen mucho miedo de él. Una, jovencita, murió a causa de él en pocos días por una fuerte fiebre”.

(…) “¿Y aquella vez que se recordó de que Tobías y Daniel le habían cogido por la fuerza, le habían atado y le habían llevado de nuevo a su casa? Los esperó medio sepultado entre las cañas y el barro del río y, cuando montaron en barca para la pesca o para atravesar el río, no sé bien, con su fuerza de demonio alzó la barca y la volcó. Salvaron la vida de milagro, pero todo lo que había en la barca se perdió y la misma barca salió de aquello con la quilla rota y los remos destrozados”.

“¿Pero no lo mostrasteis a los sacerdotes?”.

“Si, atado como una carga de mercancía le llevaron hasta Jerusalén…¡Qué viaje!... te digo – yo estaba – que no necesito bajar al infierno para saber lo que sucede y se dice allí. Pero no sirvió de nada…”.
¿Cómo antes?”.
“¡Peor!”.
“¡Y, sin embargo… el sacerdote!...”.

(…) “Si fuese santo, quieres decir, y no te atreves a decirlo. Yo te digo: evita de juzgar: Pero es verdad cuanto dices. ¡Es dolorosamente verdadero!...” dice Pedro.
Jesús calla y suspira. Un breve silencio embarazoso.

Luego uno se atreve a hablar de nuevo. “Si lo encontramos, ¿le curas? ¿Liberarás estas comarcas?”.
“¿Esperas que pueda hacerlo? ¿ Por qué?”.
“Porque eres Santo”.
“Santo es Dios”.
“Y Tú, que eres Hijo suyo”.
“¿Cómo puedes saberlo?”.

“¡Hombre, corre la voz! Y además somos del río y sabemos lo que hiciste hace tres lunas. ¿Quién para una crecida, si no es el Hijo de Dios?”.
“¿Y Moisés? ¿Y Josué?”.
“Obraban en nombre de Dios y su Gloria. Y podían porque eran santos. Tú los superas”.
“¿Lo vas a hacer, Maestro?”.
“Lo haré si lo encontramos”.

(…)
“¡Vete! ¡Vete! ¡Retrocede o te mato!”.
“¡Ahí está el poseso, nos ha visto! Yo me marcho”
“Yo también”.
“Y yo os sigo”.
“No temáis. Quedaos y ved”.
Jesús se muestra tan seguro que los…valientes obedecen, aunque, eso sí, se ponen detrás de Jesús. También se quedan atrás los discípulos. Jesús va delante solo y solemne, como si nada viera y oyera.

“¡Vete!”. El grito de la voz es desgarrador, tiene componentes de gruñido y aullido. Parece imposible que pueda salir de garganta humana. “¡Vete!” ¡Atrás! ¡Te mato! ¿Por qué me persigues? ¡No quiero verte!”. El poseso pega saltos, completamente desnudo, moreno, barba y pelo largos y enredados. Los mechones negros e hirsutos, llenos de hojas secas y polvo, le caen por encima de los ojos torvos, inyectados de sangre, móviles alrededor de sus órbitas; y llegan hasta la boca, abierta mientras grita y mientras emite demenciales carcajadas que parecen una pesadilla, hasta la boca que emite espuma y que sangra (porque el desquiciado se golpea la boca con una piedra puntiaguda) y dice:” Por qué no te puedo matar? ¿Quién me ata la fuerza? ¿Tú? ¿Tú?”.

Jesús le mira y sigue adelante.
El loco se revuelca por el suelo, se muerde, echa más espuma todavía, se golpea con su piedra, se pone de nuevo en pié bruscamente, apunta el índice hacia Jesús, mirándole fuera de sí, y dice: “¡Oíd! Este que viene es…”

“¡Calla, demonio de hombre! Te lo ordeno”.

“¡No! ¡No! ¡No!, no me callo, no, no me callo. ¿Qué hay entre nosotros y Tú? ¿Por qué no nos dejas tranquilos? ¿No te ha bastado habernos encerrado en el reino del infierno? ¿No te basta venir, haber venido para arrebatarnos al hombre? ¿Por qué nos impeles hasta allá abajo? ¡Déjanos vivir en nuestras presas! Tú, grande y poderoso, pasa y conquista, si puedes.

Pero déjanos a nosotros gozar y hacer daño. Para eso estamos. ¡Oh! ¡Mal…! ¡No! ¡No puedo decirlo ¡No te lo dejes decir! ¡No te lo dejes decir! ¡No puedo maldecirte! ¡Te odio! ¡Te persigo! ¡Te espero para torturarte! Te odio a Ti y a aquel de quien procedes, y odio a aquel que es vuestro Espíritu. ¡Odio el Amor, yo que soy Odio! ¡Quiero maldecirte! ¡Quiero matarte! Pero no puedo ¡No puedo! ¡No puedo todavía!

Pero te espero, Cristo, te espero. ¡Muerto te veré! ¡Oh, hora de felicidad! ¡No! ¡No felicidad! ¿Muerto Tú?  No. No muerto. ¡Y yo vencido! ¡Vencido! ¡Siempre vencido!... ¡¡¡Ah!!!”. El paroxismo toca su culmen.

(…) Jesús, después de la orden de callar, no ha vuelto a hablar. Solamente mira fijamente al poseso. Pero ahora, Jesús se detiene y alza los brazos, los extiende hacia el endemoniado, está para hablar. Los gritos se hacen verdaderamente infernales. El poseso se retuerce, da saltos a la derecha, a la izquierda, hacia arriba. Parece como si quisiera huir o arremeter, pero no puede. Está clavado allí y aparte de sus contorsiones no se le permite ningún otro movimiento. Cuando Jesús tiende sus brazos, con las manos extendidas como quien jura, el demente grita más fuerte y, después de haber mucho imprecado, reído y blasfemado, se pone a llorar y a suplicar.

“¡En el infierno, no! ¡No en el infierno! ¡No me mandes allí! Horrenda es mi vida ya aquí, en esta cárcel de hombre, porque quiero recorrer el mundo y despedazar a tus criaturas. ¡Pero allí, allí, allí! ¡No, no, no! ¡Déjame fuera!...”.

“Sal de este. Te lo mando”.
“¡No!”
“Sal”
“¡No!”
“Sal”
“¡No!”
“¡En el nombre del Dios verdadero, sal!”

“¡Oh! ¿Por qué me vences? Pero no salgo, no. Tú eres el Cristo, Hijo de Dios, pero yo soy…”.
“¿Quién eres?”.

“Yo soy Belcebú, Belcebú soy, el Amo del mundo, y no me doblego. ¡Te desafío, Cristo!”.

El poseso se inmoviliza de golpe, rígido, casi hierático, y mira fijo a Jesús con ojos fosforescentes, apenas moviendo los labios con palabras no inteligibles y haciendo, con las manos llevadas hacia los hombros, los codos flexionados, leves movimientos.

Jesús también se ha detenido. Ahora tiene los brazos recogidos sobre el pecho. Le mira. También Jesús mueve lentamente los labios. Pero no oigo ninguna palabra.

Los presentes esperan con opiniones contrarias: “¡No lo consigue!”, “¡Sí, ahora el Cristo lo consigue!”, “No". Vence el otro”, “Es bien fuerte”, “Sï”, “No”.
Jesús abre los brazos. Su rostro es un resplandor de imperio, su voz un trueno. “Sal. Por última vez. ¡Sal, Satanás! ¡Lo mando Yo!”.

“¡Aaaaah!” (Es un grito larguísimo de aflicción infinita. No lo emite así uno que sea traspasado lentamente por una espada). Y luego el grito se concreta en palabras: “Salgo, si. Me has vencido. Pero me vengaré. Tú me echas a mí, pero tienes un demonio a tu lado y en ese entraré para poseerle, invistiéndole con todos mis poderes. Y no habrá orden tuya que me lo arrebate.

En todo tiempo, en todo lugar, me engendro hijos. Yo, el autor del mal. Y como Dios se ha generado por si mismo, yo por mí mismo me genero. Me concibo en el corazón del hombre, y este me da a luz, da a luz un nuevo Satanás que es él mismo, y yo exulto, ¡exulto de tener tanta prole! Tú y los hombres, siempre encontraréis estas criaturas mías que son otros idénticos a mí. 

Voy, Cristo a tomar posesión de mi nuevo reino, como Tú quieres, y te dejo este trapo de hombre maltratado por mí. Por este que te dejo, limosna de Satanás a Ti, Dios, me tomo ahora mil, diez mil y los encontrarás cuando seas un sucio harapo de carne, arrojado como escarnio a los perros; y tomaré otros en el transcurso de los siglos, millares y millares, para hacer de ellos mi instrumento y tu tormento. ¿Crees vencer alzando tú Signo? Los míos lo echarán abajo y yo venceré… ¡Ah! ¡No, no te venzo! ¡Pero te torturo en ti y en los tuyos!...”.

Se oye un fragor como de rayo. Pero no hay ni culebrina de luz ni rumor de trueno. Solo un estallido seco y desgarrador y, mientras el poseso cae como muerto al suelo, y se queda allí, un grueso tronco que está cerca de los discípulos cae al suelo, como si a un metro de la base hubiera sido segado por una sierra de acción fulmínea. El grupo apostólico apenas si tiene tiempo de apartarse. ¿Y los lugareños?...Huyen del todo.

(…) Los Apóstoles se pegan a Jesús.
Pedro pregunta: “¿Por qué, Maestro, el espíritu inmundo ha opuesto tanta resistencia?”.
“Porque era un espíritu completo”.
“¿Qué quiere decir esta palabra?”

“Escuchadme. Hay quien se da a Satanás abriendo una puerta a un vicio capital. Hay quien se da dos veces, quién tres, quién siete. Cuando uno ha abierto el espíritu a los siete vicios, entonces entra en él un espíritu completo. Entra Satanás el príncipe negro”.

“Este hombre, joven todavía, ¿Cómo podía estar poseído por Satanás?”

“¡Oh! ¡Amigos! ¿Sabéis por que sendero viene Satanás? Tres son las vías generalmente holladas, y una no falta nunca. Tres: la carnalidad, el dinero, la soberbia de la mente. La carnalidad es la que no falta nunca. Emisaria de las otras concupiscencias, pasa sembrando veneno y todo florece con floración satánica. 

Por eso os digo: “Sed dueños de vuestra carne”. Que sea este dominio el comienzo de cualquier otro dominio, de la misma forma que esta esclavitud es el comienzo de cualquier otra. El esclavo de la lujuria se hace ladrón y tramposo, cruel, homicida, con tal de servir a su ama.

La misma sed del poder está emparentada con la carne ¿No os parece así? Así es. Meditad y veréis si me equivoco. Por la carne Satanás entró en el hombre y, feliz si puede hacerlo, por la carne entra de nuevo; el, uno y septipartito, con la proliferación de sus legiones de demonios menores”.

María de Magdalá, Tú dijiste que tenía siete demonios, Tú lo dijiste, y ciertamente eran demonios de lujuria. Y, sin embargo la liberaste con mucha facilidad”.

“Sí, Judas, es verdad”
“¿Y entonces?”.

“Y entonces – dices – mi teoría se viene abajo. No, amigo. La mujer quería ya ser liberada de su posesión. Quería. La voluntad es todo”.

“¿Por qué, Maestro, vemos que muchas mujeres están atrapadas por el demonio y – se puede decir – por ese demonio?”.

“Mira, Mateo. La mujer no es igual que el hombre ni en su formación ni en las reacciones a la culpa original. El hombre tiene otras metas para su deseo, mejor o peor.

La mujer tiene otra meta: el amor. El hombre tiene otra formación. La mujer tiene esta, sensible, aún más perfecta porqué está destinada a la generación. Tú sabes que toda perfección genera un aumento de sensibilidad. Un oído perfecto oye aquello que pasa desapercibido a otro oído menos perfecto, y goza en ello. Y así el ojo, el paladar y el olfato. La mujer debía haber sido la dulzura de Dios en la Tierra; debía haber sido el amor, la encarnación de este fuego que mueve Aquel que es, la manifestación, el testimonio de este amor. 

Dios por eso, la había dotado de un espíritu supraeminentemente sensible, para que, madre un día, supiera y pudiera, abrirle a sus hijos, los ojos del corazón a Dios y a sus semejantes, de la misma forma que el hombre habría abierto los ojos de la mente a sus hijos para la inteligencia y la acción. Reflexiona sobre el imperativo de Dios a si mismo: “Hagámosle a Adán una compañera”.

Dios-bondad no podía sino querer hacer una buena compañera a Adán. Quien es bueno ama. La compañera de Adán debía por tanto, ser capaz de amar para acabar de hacer dichoso el día de Adán en el Jardín feliz. Debía ser tan capaz de amar, que fuera segunda, colaboradora y sustituta de Dios en amar al hombre, su criatura de forma que, incluso en las horas en que la Divinidad no se revelaba a su criatura con su voz de amor, el hombre no se sintiera infeliz por falta de amor. 

Satanás sabía que existía esta perfección. Muchas cosas sabe Satanás. Es él que habla en los labios de los pitones, diciendo mentiras entremezcladas con verdades. Y dice estas verdades que él odia porqué es Mentira, solo – tenedlo presente vosotros y los futuros – para seducirlos con la quimera de que no es la tiniebla que habla sino la Luz.

Satanás astuto tortuoso y cruel, se introdujo en esta perfección y ahí mordió, y ahí dejó su veneno. La perfección de la mujer en el amar se hizo así instrumento de Satanás para dominar a la mujer y al hombre y propagar el mal…”.

“¿Pero y nuestras madres, entonces?”

“Juan, ¿Temes por ellas? No todas las mujeres sirven de instrumento a Satanás. Perfectas en el sentimiento, son siempre extremas en la acción: ángeles si quieren ser de Dios, demonios, si quieren ser de Satanás. Las mujeres santas, y tu madre entre ellas, quieren ser de Dios, y son ángeles”.

“¿No te parece injusto el castigo de la mujer, Maestro? También el hombre pecó”.

“¿Y el premio, entonces? Está escrito que por la mujer volverá al mundo el Bien y será vencido Satanás”.

“No juzguéis nunca las obras de Dios. Esto lo primero. Pensad más bien que, como por la mujer entró el mal, por la Mujer es justo que entre el bien en el Mundo. Debe de ser anulada una página escrita por Satanás. Y lo hará el llanto de una Mujer. Y, puesto que Satanás gritará eternamente sus voces, he aquí que una voz de Mujer cantará para cubrir esas voces”.

“¿Cuándo?”.

“En verdad, os digo que su voz ya ha descendido de los Cielos donde eternamente cantaba su Aleluya”.

“¿Será más grande que Judit?”.
“¡Más grande que cualquier otra mujer!”.
“¿Qué hará? ¿Qué será lo que hará?”.

“Invertirá a Eva y su ternario pecado. Obediencia absoluta. Pureza absoluta. Humildad absoluta. Sobre esta base se erguirá, regia y victoriosa…”.

“¿Pero es tu Madre, Jesús, la más grande por haberte engendrado?”.

“Grande es quien hace la voluntad de Dios. Y María por esto es grande. Todo otro mérito viene de Dios. Y María por esto es grande. Pero éste es todo suyo, y bendita sea por ello”.

Y todo termina.

Dice Jesús:

“Has visto a un “poseso” de Satanás. Muchas respuestas hay en mis palabras. No tanto para ti; más bien para otros. ¿Les servirán? No. A aquellos a quienes más necesidad tienen de ellas no les servirán. Descansa en mi Paz”.









PALABRAS DE JESÚS A SUS APÓSTOLES SOBRE LA MUERTE, QUE ES NUESTRO DESTINO FINAL





Para lograr la Vida eterna que es lo más importante para las almas, es necesario cumplir algunos preceptos, que nos aseguran la condición necesaria y suficiente que es obtener la filiación divina. Satanás que es un Arcángel, ha conservado toda su inteligencia y su voluntad que emplea para el mal con una fuerza extraordinaria que le hace obrar, movido por el odio y la envidia para llevar el mayor número posible de almas a su maldito reino. y tiene más seguidores que el mismo Jesucristo, a pesar de que no ha perdido ni un pelo de su rabo en la batalla para conseguirlo, al contrario de nuestro Salvador, que se ha sacrificado con una vida pobre y humilde, despreciado por sus conciudadanos y toda la Jerarquía de los Escribas y Fariseos, condenado a muerte por ellos y dejándose despojar de todo lo que tenía, y entregar su vida después de una dolorosa pasión. 

Satanás ha conseguido en nuestros días un gran triunfo, inoculandolo a los Prelados, que él no existe y que Dios no puede mandar a un hijo suyo al Infierno, es increíble que haya gente que ha estudiado teología, y que se haya dejado convencer de esa mentira tan flagrante que contradice la Tradición y las enseñanzas de todos los Santos, que son los faros que ha puesto Jesús para recordar y alumbrar sus enseñanzas.

Primera regla: No debemos presentarnos ante Dios a la hora de la muerte con odio y rencor hacia nadie, por muy mal que se hayan portado con nosotros, como esta condición es prácticamente imposible de llevar a cabo para las personas que han arruinado nuestra vida o la de nuestros hijos, siendo muy ricos para así aumentar aún más su fortuna, Jesús enseña a María Valtorta, que hay que decir: yo le perdono, pero remito a Dios Padre ese perdón con la seguridad absoluta que ese malhechor será juzgado por Dios, y que recibirá su merecido por un Ser infinitamente Justo.

Esto es lo que hizo Jesús en la Cruz: dijo: Padre, "perdónales porque no saben lo que hacen". Ya sabemos lo que ocurrió con esos judíos: Roma destruyó el Templo de Jerusalén, saqueando todas sus pertenencias, y el Pueblo deicidio fue esclavizado, masacrado y deportado, hecho que se denomina diáspora, y que había predicho Jesús a las mujeres que lloraban cuando llevaba la Cruz a cuestas para ir al suplicio. Además ese Pueblo sufrió horribles persecuciones a lo largo de la historia, la última y más atroz, fue en la segunda guerra mundial de manos de los nazis.

Segunda regla: No podemos presentarnos ante Dios sin haberle amado con todas nuestras fuerzas, nuestra alma y nuestro espíritu, Dice San Juan de la Cruz que le debemos importante reconocimiento por habernos creado, y eterno Amor por habernos redimido, amor que al ser verdadero trae consigo amor de misericordia para los pecadores y amor unitivo para los justos, como lo explica San Pío de Pietrelcina. 



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA (1.945)

[...] Estamos frente a la muerte. Yo lo estoy. Otros también lo están ¿Quienes? ¿Quieres saber quien, Pedro? Todos. La muerte avanza hora a hora y aferra a quien menos se lo espera. Pero es que incluso aquellos que tienen mucha vida que tejer, hora a hora están frente a la muerte, pues que el tiempo es un relámpago frente a la eternidad y en la hora de la muerte hasta la vida más larga se reduce a nada, y las acciones de lejanos decenios, hasta los de la primera edad, vuelven en masa para decir: "Mira: ayer hacías esto".

    ¡Ayer! ¡Siempre es ayer cuando uno se muere! ¡Y siempre es polvo el honor y el oro que tanto anheló la criatura! ¡Pierde todo sabor el fruto por el que se perdió el juicio! ¿La mujer? ¿La bolsa? ¿El poder? ¿La ciencia? ¿Qué queda? ¡Nada! Solo la conciencia y el juicio de Dios, juicio al que la conciencia va pobre de riquezas, desnuda de humanas protecciones, cargada solo de sus obras.

    "Tomen su sangre y tiñan con ella las jambas y arquitrabe y el Ángel no arremeterá a su paso, contra las casas en que esté el signo de la sangre". Tomad mi Sangre. Ponedla no en las piedras muertas sino en el corazón muerto. Es la nueva circuncisión. Y Yo me circuncido por todo el mundo. 

    No sacrifico la parte inútil, sino que quebranto mi magnífica, pura, sana virilidad, completamente la sacrifico y de los miembros mutilados, de las venas abiertas, tomo mi Sangre y trazo sobre la Humanidad anillos de salvación, anillos de eterno desposorio con el Dios que está en los Cielos, con el Padre que espera, y digo: Mira, ahora no puedes rechazarlos porque rechazarías tu Sangre".
"Y Moisés dijo: "...y luego sumergid un manojo en la sangre y asperjad con sangre las jambas´". ¿No basta entonces la Sangre? No basta. 

A mi Sangre debe unirse vuestro arrepentimiento. Sin el arrepentimiento amargo y saludable, inútilmente Yo para vosotros moriré.






jueves, 22 de octubre de 2020

JESÚS HA VENIDO A TRAER EN ESTE MUNDO UN ENFRENTAMIENTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL, CONTRARIO AL RELATIVISMO Y AL QUIETISMO DE HOY.



Yo he venido a traer fuego sobre la tierra






Lucas 12,49-53.

Jesús dijo a sus discípulos: 

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. 

De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

Si estas palabras que dijo Jesús no estuvieran escritas en los Evangelios, y si hoy día, con la mentalidad quietista y relativista que impera en el mundo, algún creyente las pronunciara, sería recriminado por toda la jerarquía Católica, tratándole de hereje y fanático.

En un sermón un sacerdote, en una misa se aventuró a decir que antiguamente, Yahvé había grabado en la Piedra, y entregado a Moisés las tablas de la Ley, llenas de deberes y de obligaciones, pero que ahora ha venido Jesucristo, y ha predicado bendiciones en el sermón de la montaña. Al final de la misa, entré a hablar con él y le recordé que, además de las bienaventuranzas, Jesús  había pronunciado también las terribles imprecaciones, que en lengua española dicen ¡Ay de vosotros!, que parece una leve reprimenda, pero ese ¡Ay!, en lengua francesa se dice: "Malheur a vous!", que traducido literalmente quiere decir: ¡Que la desgracia caiga sobre vosotros!, es decir que es una maldición.

El Antiguo Testamento tenía unas leyes que no podían predicar el comportamiento que tenían que tener los hijos de Dios por la sencilla razón de que la perfección que quiere Dios, no se podía predicar con palabras, ya que el día del Juicio, una persona le podía objetar a Dios: "No sabes lo que es vivir en un mundo en donde existe una lucha tremenda para poder sobrevivir". Por eso, Dios mandó a su único Hijo Jesucristo, para demostrar como tiene que ser el comportamiento de las almas, en las situaciones más difíciles, para alcanzar la perfección.

El Mesías tan prometido, ha dado sus frutos, lo proclaman toda la legión de Mártires y Santos que han seguido las enseñanzas de Jesús, y que han logrado transformar un mundo pagano en un mundo Cristiano, consiguiéndolo pagando muchas veces con su sacrificio y martirio, que es la guerra a los cuales se refiere Jesús en el Evangelio.

Esa división que ha venido a desear Jesús, que es el fuego que ha venido a traer, es la condición necesaria y suficiente que tiene que tener cada creyente, que es la lucha entre la Luz y las Tinieblas, entre la virtud y el pecado, y la del hombre viejo, que tiene que morir para que pueda renacer a la Vida del Espíritu, siendo con la medida y posibilidad de cada uno, verdaderos imitadores de Cristo, es decir entregándole todo su amor y el sacrificio de su vida, que es llevar la cruz que Dios nos manda a cada uno. 

El alma que ha apostado todo para seguir a Jesús, y así poder alcanzar la Vida eterna, tendrá que enfrentarse siempre a Satanás que le saldrá al encuentro, ya que habiendo recibido la maldición de Dios, no soporta que haya gente que consiga el fabuloso premio que ha perdido. Por esa razón todos los que dicen que el demonio no existe y que es una invención para dominar a los fieles, demuestran que son unos relativistas que no quieren luchar para alcanzar la salvación.




miércoles, 21 de octubre de 2020

EL HIJO DE DIOS HA PROMETIDO QUE ESTARÁ CON NOSOTROS HASTA EL FIN DEL MUNDO, LO HACE A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA FUNDADA POR ÉL.


El Espíritu Santo sigue derramándose sobre todos los que
aman a Jesús y cumplen con sus mandamientos.



La acción de Dios en el alma de los que le buscan, se asemeja a la educación que hay que darles a los niños para transformarlos en seres adultos, responsables y buenos ciudadanos. Igual que un niño necesita a su padre y a su madre y a un profesor preparado para poder ejercer la enseñanza adecuada, que le permita desarrollarse e incorporarse en el mundo cuando alcance la edad adulta, de la misma manera, el alma necesita la acción de Dios, y de la Virgen María, su Padre y Madre espirituales, y la de una institución espiritual: la Santa Iglesia Católica, verdadero Instituto de Enseñanza y formación divinas, fundada por el mismo Jesús.


Cuando el Sublime Redentor volvió a su Santo Reino, no nos abandonó, sino que dejó a su Santa Iglesia Católica y a su representante: El Santo Padre, y sus acólitos, que son los encargados de velar no solo por la educación, pero también por el sustento espiritual del alma a través de los Sacramentos, para que se encarguen de la enseñanza y de la salvaguardia de sus hijos, y consigan la vocación carismática, que les permitirá alcanzar la Vida y la felicidad eternas.

La mentalidad absurda es la que oímos de ciertos individuos que dicen que creen en Jesús, pero que no creen en la Iglesia. Esta actitud de ciertos individuos que se dicen católicos y que se toman por iluminados y las multitudinarias y ridículas sectas Protestantes, es de una mentalidad tan insensata, que se transforma en un desprecio hacia la figura de Jesús-Dios.

En efecto: el Salvador, Creador del Universo, es infinito en cuanto a su poder, sabiduría e inteligencia, y que por su terrible Pasión y muerte, redimió a toda la humanidad, entregándose bajo el poder de Satán y de sus secuaces, para lograr el rescate y la Redención de la Humanidad, es pues completamente absurdo, afirmar, que se desentendió completamente de esa Humanidad, que le costó sangre, sudor y lágrimas, dejando una Iglesia y unos embajadores, sin poderes, e incapaces de asegurar la continuidad y la eficacia de su Sacrificio.

Dijo Jesús-Dios: "Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos", y de una manera mística y oculta siempre está escondido en nuestras almas, animándolas con sus maravillosos premios, que son las visitas que encienden y reconfortan el alma, y con sus ausencias que son los tormentos necesarios para acrecentar el deseo del alma enamorada. 

Por eso dijo San Juan de la Cruz en la Llama de Amor Viva (Canción 2, 13):

    (...) "Lo cual acaece así, porque estando estas almas purificadas y puestas en Dios, lo que a su corruptible carne es causa de dolor y tormento, en el espíritu fuerte y sano le es dulce y sabroso; y así es cosa maravillosa sentir el dolor en el sabor. La cual maravilla dejó bien de ver Job en sus llagas cuando dijo a Dios: "¡Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas!"(10,16); porque maravilla grande es y cosa digna de la abundancia de la suavidad y "Dulzura que tiene Dios escondida para los que le temen” (Ps 30, 20), hacer gozar tanto más sabor y deleite cuanto más dolor y tormento se siente"

Estos sentimientos son los que embargaron a los Santos y a los Mártires, y que dejaron atónitos a los Romanos, cuando presenciaron en el Coliseo el martirio de los primeros cristianos, exterminados por las fieras salvajes entre cantos de alabanza. 
Esta actitud sobrehumana, fue también la que propició la rápida conversión de los paganos, y la extensión de la religión Católica por el mundo entero.





martes, 20 de octubre de 2020

PUBLICADO EN ACIPRENSA: EL SUPERIOR GENERAL DE LOS JESUITAS QUE DIJO QUE SATANÁS ERA UNA FIGURA SIMBÓLICA.








   La clásica afirmación de los hijos de las tinieblas: el Demonio no existe


       En el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta, aparece una pregunta similar a esta de Judas de Keriot a Jesús, el Apóstol traidor le decía también que, por esa razón no creía en el Demonio ni en el Infierno, porque todo obedecía a los designios de Dios. Jesús lo tomo aparte para que los otros Apóstoles no lo oyeran, y le dijo: "¡No ves ni sientes a Satanás porque lo tienes dentro!".

        La explicación a estas afirmaciones es muy sencilla, y si no fuera porque esas objeciones, las han leído personas que pueden tener alguna duda sobre la Doctrina de la Santa Iglesia Católica no valdría la pena ni rebatirlas, ya que la persona que las emite, es una criatura que, como a Judas, solo le interesa el pecado y odia a la Virtud, como Judas que era ladrón, como lo dice el Evangelio, y que además fue el que vendió a Jesús por 30 monedas y lo traicionó con un beso para señalarlo a sus verdugos. Conocemos su final: Se ahorcó.


Cuando vinieron a prender a Jesus, dijo: "Mi Reino no es de este mundo, si lo fuera, mi Padre mandaría una legión de Ángeles para protegerme".

El mundo es pues un campo de batalla donde impera la libertad absoluta del ser humano, pudiendo escoger entre las dos opciones: El bien que es la Luz de Dios, y el mal que son las tinieblas de Satanás.

Es la única manera que existe para separar los dos componentes Bien-Mal, para eso ni Dios ni Satanás pueden imponer sus criterios. Se puede luego decir que de la misma manera que Satán tienta el alma para inducirla al pecado que la llevará a su maldito reino del horror, Dios tienta al alma para llevarla a su Santo y bienaventurado Reino de la Paz y de la felicidad.


Naturalmente, estas circunstancias hacen pensar a la gente que se deja inducir por Satanás, que Dios no puede acabar con él, y lo ponen en cuanto a poder a la altura de Dios, tremendo error porque Dios es Infinito en cuanto a poder y gloria, y Satanás es un ser creado por él, por orgullo queriéndose poner a su altura, que como Judas se ha rebelado contra su Dios.


Lo que diferencia un tentador de otro, es que Satanás tienta al hombre invitándole al hedonismo, al poder y la riqueza en este mundo que es una ilusión, porque está y ya no estará. para eso utiliza toda su astucia y su labor incansable, la fuerza que le mueve es el odio hacia Dios, que lo ha maldecido. Dios tienta al hombre por todo lo opuesto: la renuncia al mundo, la pobreza espiritual, para alcanzar el reino Eterno de la paz y felicidad, que no está en la Tierra, pero que estará para siempre: La felicidad eterna, Dios para atraernos solo lo mueve la infinita fuerza del Espíritu Santo: el Amor, un Amor tan grande que ha entregado su Vida después de una dolorosa Pasión.


El Juicio está dictado en las Escrituras, y avalado por los dos testigos que están en presencia de Dios: La Razón y la Conciencia puestas por Dios en cada hombre, que se representan en la visión de Dios del Profeta Ezequiel, y relatados por Juan en el Apocalipsis. El Juicio es el Siguiente: Cristo, la Luz ha venido al mundo creado por Él, y los suyos no han querido recibirlo para que no sean manifiestas sus malas obras.


Y el Juicio es severo: La Vida o la muerte eternas, un Juicio justo, porque el pecado es un daño a nuestro Prójimo y un daño a Dios que lo ha creado, y ese Dios, Dueño, y Creador de todo, no puede admitir en su casa la Soberbia y el vicio, que se ha forjado el pecador empedernido que ha escogido libremente su camino.




Del Evangelio como me ha sido revelado 
de María Valtorta


          Diálogo de Judas con Jesús:



        [...] “¿Pero existe verdaderamente el Infierno?” pregunta Judas Iscariote.
“¿Pero que dices?” le preguntan escandalizados los compañeros.
“Digo: ¿existe verdaderamente? Yo – y hay otros, no soy sólo yo – no lo creo”.
“¡Pagano!”, gritan con horror.
“No. Israelita. Somos muchos en Israel los que no creemos en ciertas patrañas”.
“¿Pero entonces, ¿Cómo puedes creer en el Paraíso?, ¿y en la Justicia de Dios?, ¿Dónde metes a los pecadores?, como explicas a Satanás?” gritan muchos.
“Digo lo que pienso. Se me ha echado en cara hace poco que soy un embustero. Os demuestro que soy sincero, aunque esto os haga escandalizaros de mí y me haga odioso ante vuestros ojos. Además no soy el único en Israel que cree esto, desde que Israel ha progresado en el saber, en contacto con helenistas y romanos. Y el Maestro, el único cuyo juicio respeto, y que protege a los griegos y es visiblemente amigo de los romanos, no puede censurarnos ni a mí ni a Israel…

Yo parto de este concepto filosófico: si Dios controla todo, todo lo que hacemos es por su voluntad; por tanto, nos debe premiar a todos de una única forma, porque no somos sino autómatas, movidos por Él. Somos seres desprovistos de voluntad. Lo dice también el Maestro. Dice: “La voluntad del Altísimo. La voluntad del Padre”. Esa es la única voluntad. 

Y es tan infinita que aplasta y anula la voluntad limitada de los humanos. Por tanto, Dios hace tanto el Bien como el Mal, porqué nos los impone, aunque parezcan hechos por nosotros. Y, por tanto, no nos castigará por el mal, y así quedará su justicia, porqué nuestras culpas no serán voluntarias, sino impuestas por quien quiere que las hagamos para que en la Tierra haya bien y mal. 

El malo es el medio de expiación de los menos malos. Y él sufre el no poder ser considerado bueno, expiando así su parte de culpa. Jesús ha dicho que el infierno está sobre la tierra y en el corazón de los hombres. Yo no pienso en Satanás. No existe. Tiempo ha, lo creía. Pero ya, desde hace algún tiempo estoy seguro de que todo es una patraña. Y creer de esta forma es llegar a la paz”.

Judas exhibe estas… teorías con un engreimiento tan formidable, que los otros se quedan atónitos…
Jesús guarda silencio. Y Judas le incita: “¿No tengo razón, Maestro?”.

“No”. El “no” es tan seco, que parece un estallido.

“Pues a pesar de todo, yo… no siento a Satanás y no admito el libre albedrío, el Mal. Y todos los Saduceos están conmigo y, muchos otros en Israel o de fuera de Israel. No. Satanás no existe”.

Jesús le mira. Una mirada tan compleja, que no se puede analizar: de Juez, de Médico, de persona afligida, asombrada… hay de todo en esa mirada…

Judas, ya lanzado, termina: “Será que he superado el terror de los hombres hacia Satanás porque soy mejor que los demás, más perfecto”.
Y Jesús guarda silencio. Y él le pincha: “¡Pero habla! ¿Porqué no siento terror de él?”. Jesús calla. “¿No respondes, Maestro? ¿Por qué? ¿Tienes miedo?”.

“No. Soy la Caridad. Y la Caridad retiene su Juicio hasta que no se ve obligada a emitirlo… Déjame y retírate” dice, terminando, porqué Judas intenta abrazarle; y termina, susurrando, estrechado a la fuerza entre los brazos del blasfemo: “¡Me horrorizas! ¡No ves ni sientes a Satanás porque forma unidad contigo! ¡Márchate, diablo!”.

Judas, con verdadero descaro, le besa y ríe, como si el Maestro le hubiera hecho en secreto algún elogio.
Vuelve donde los otros, que se han detenido horrorizados, y dice: “¿Os dais cuenta? Yo sé abrir el corazón al Maestro. Y le hago feliz porqué me abro a Él y de Él recibo la lección correspondiente. ¡Vosotros, por el contrario!... Jamás os atrevéis a hablar. Porqué sois soberbios. ¡Oh, yo seré el que sepa más de Él! Y podré hablar…


Dice Jesús:


“La figura de Judas ha sido demasiado alterada durante siglos; y últimamente, del todo desfigurada. Ciertas escuelas han hecho de él casi una apoteosis; la del segundo e indispensable artífice de la Redención. Y otros muchos piensan que cedió ante un imprevisto, feroz asalto del tentador. No. Toda caída tiene premisas en el tiempo. Cuanto más grave es la caída, más preparación tiene. Los preliminares explican el hecho. Uno no se hunde, ni asciende, al improviso. Ni en el bien ni en el mal. Largos e insidiosos son los factores que cooperan a los descensos; pacientes y santos, los que cooperan a subir. Y el desventurado drama de Judas os puede proporcionar muchas enseñanzas para salvaros y conocer todo de Dios y sus misericordias, para salvar y perdonar a aquellos que bajan al Abismo.

No se llega al delirio satánico, en que has visto que se debatí­a Judas después del delito, si uno no está enteramente corrompido por hálitos infernales, interiorizados voluptuosamente durante años. Cuando uno lleva a cabo incluso un delito, pero ha sido arrastrado a él por un imprevisto acontecimiento que obnubila la razón, sufre, pero sabe expiar; porque aún algunas partes del corazón están inmunes al veneno infernal.

El mundo que niega a Satanás, porque lo tiene tan dentro de si­ que ya no se da cuenta de su presencia, que le ha interiorizado de forma que ha venido a ser parte del yo, a ese mundo le muestro que Satanás existe. Eterno e inmutable en el método usado para hacer de vosotros sus víctimas. Basta ahora. Tú permanece con mi Paz”.



lunes, 19 de octubre de 2020

PALABRAS DEL PAPA BENEDICTO XVI EN EL ÁNGELUS DEL 26 DE AGOSTO


El gran Teólogo Papa Benedicto XVI  




Muchísimas veces, me pregunté cual hubiera sido mi fe y mi comportamiento, si hubiera sido Judío, y si hubiera vivido en los tiempos de la aparición de Jesús en mi Patria, Israel.

Si hubiera sido un Judío practicante, habría conocido los libros del Pentateuco, en donde se relata no solo la Creación, pero toda la historia de Israel, desde los Jueces, hasta los Reyes, y los Profetas. Y hubiera leído como mi Patria, había sido muchas veces fiel a los mandamientos de Yahveh, por lo cual gozaba de paz y prosperidad, y muchas otras veces, se había olvidado de sus leyes, y había caído en la aberración, y en la idolatría, por lo cual Yahveh la había castigado con la Invasión de los pueblos paganos, que los masacraban y deportaban.

También estaría enterado de que todos los Profetas y los Fariseos, los Escribas y los Sacerdotes actuales pregonaban, que era la Venida de un Mesías que iba a restablecer la supremacía de Israel, como en los tiempos de Salomón, y que iba a vencer a todos sus enemigos, y proclamar un Reino invencible y soberano, que sometería bajo su poder a todas las otras Naciones. 

Esa creencia era no solo conocida, ya que estaba anunciada por todos los Profetas, pero también estaba deseada, debida a la cruenta y despreciada ocupación romana, pueblo pagano por excelencia que creía y adoraba a una multitud de dioses del Olimpo, todo eso era una  dificultad añadida para creer en Jesús, ya que Él no era partidario de oponerse a los invasores por la fuerza, como así había ocurrido en la historia de Israel. 


En estos comentarios de Benedicto XVI dichas antes de su renuncia, hallamos explicada esa dificultad para poder entender las palabras espirituales que los Fariseos no podían comprender, porque eran seres puramente "animales", y sobre todo soberbios, porque no poseían el don de Dios que ilumina a las almas.


Aquí está pues demostrado que las Sagradas Escrituras no se pueden entender sin una gracia especial de Dios, lo que hace que el que no tenga virtud, en especial la humildad, no pueda comprender el lenguaje espiritual, aunque conozca perfectamente la Biblia. Este es el drama de los Protestantes, y de muchos teólogos Católicos modernos, que saben hebreo, griego y latín, del tipo de Hans Kung, de Queiruga o del Jesuita Masiá, pero que por su soberbia nunca podrán interpretar y comprender el lenguaje espiritual de las Sagradas Escrituras.


Otra cosa que impedía a los Fariseos y a los Doctores de la Ley Judía, creer en Jesús, era su nacionalismo exacerbado, así hemos visto en el país Vasco español, ciertos Obispos, negar ceremonias de funerales a las víctimas del terrorismo, y celebrarlas para los asesinos. Era el caso de un cierto Obispo vasco llamado Monseñor Setién.


Se puede pues afirmar que Jesús fue condenado por los nacionalistas Judíos, que no soportaban un Mesías que toleraba la ocupación romana en Israel. Desgraciadamente para ellos, fueron duramente castigados, esto les costó la destrucción de Jerusalén y del Templo, la masacre de gran parte del Pueblo y la diáspora. Dios paga a los pecadores con la misma manera, al no querer reconocer a Jesús por su nacionalismo exacerbado, les fue quitada su Nación de la cual estaban tan orgullosos.




Palabras del Papa emérito Benedicto XVI: La marca del Diablo

"Los domingos pasados meditamos el discurso sobre el “Pan de Vida” que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm después de alimentar a miles de personas con cinco panes y dos peces. Hoy, el Evangelio nos presenta la reacción de los discípulos a ese discurso, una reacción que Cristo mismo, de manera consciente, provocó. Ante todo, el evangelista Juan – que se hallaba presente junto a los demás Apóstoles – refiere que “muchos de sus discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él” (Jn 6, 66) ¿por qué? porque no creyeron en las palabras de Jesús que decía: “Yo soy el pan vivo bajado del Cielo, el que coma mi carne y beba mi sangre vivirá para siempre"(Jn 6, 51-54) ciertamente, palabras en ese momento difícilmente aceptables, muy difícilmente compresibles. 


Esta revelación – como he dicho – les resultaba incomprensible, porque la entendían en sentido material, mientras que en esas palabras se anunciaba el misterio Pascual de Jesús, en la que Él se entregarí­a para la salvación del mundo. La nueva presencia en la sagrada Eucaristía.

Al ver que muchos de sus discí­pulos se iban, Jesús se dirigió a los Apóstoles diciendo: "¿También vosotros queréis marcharos?”. Como en otros casos, es Pedro quien responde en nombre de los otros: “Señor, ¿a quién iremos? – también nosotros podemos reflexionar. ¿a quién iremos? – Tú tienes palabras de vida eterna: nosotros hemos creí­do y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 68- 69) (…)

Por último, Jesús sabí­a que incluso entre los doce Apóstoles, habí­a uno que no creí­a: Judas. También Judas pudo haberse ido, como lo hicieron muchos discí­pulos; es más también tenía que haberse ido si hubiera sido honrado. En cambio, se quedó con Jesús. Se quedó, no por fe, no por amor, sino con la secreta intención de vengarse del Maestro.

¿Por qué? porque Judas se sentía traicionado por Jesús, y decidió que a su vez lo iba a traicionar. Judas era un Zelote, y querí­a un Mesías triunfante, que guiase una revuelta contra los romanos. Jesús había defraudado esas expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su culpa más grande fue la falsedad, que es la marca del Diablo. Por eso Jesús dijo a los Doce: “Uno de vosotros es un Diablo” (Jn 6, 70).

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a creer en Jesús, como San Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos".





jueves, 15 de octubre de 2020

LA HUMILDAD ES LA MADRE DE TODAS LAS VIRTUDES, ABRE LA PUERTA AL AMOR DE DIOS AL ALMA Y DEL ALMA A DIOS.



Visión de Santa Teresa de Ávila de Jesús atado a la
 columna para ser flagelado 




Solo el alma humilde es capaz de amar a Dios y al prójimo, porque ve la diferencia abismal que existe entre el pecado y la Virtud que es la diferencia que existe entre Dios y Satanás. Un Relativista es incapaz de amar ni a Jesús ni a su prójimo. Es entonces cuando una alma humilde puede verse pecadora y pedir perdón a Dios, como está representado en esta antigua imagen de Santa Teresa de Jesús al contemplar a Cristo atado en la columna.




COMENTARIOS SOBRE LOS ESCRITOS DE SANTA TERESA DE JESÚS



“Pues tornando a lo que decía, de pensar a Cristo a la columna, es bueno discurrir un rato, y pensar las penas que allí tuvo, y por qué las tuvo, y quién es el que las tuvo, y el amor con que las pasó […]. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe, y pida; humíllese, y regalase con él, y acuérdese que no merecía estar allí” (Vida 13,22). 

La verdadera humildad es la madre de todas las virtudes, porque solo el que posee esta virtud, es capaz de amar a los demás, ya que solo siendo de esa condición se puede amar a Dios y al prójimo, que son las condiciones necesarias y suficientes para pasar del hombre viejo, nacido de la carne al hombre vuelto a nacer del Espíritu, para así lograr obtener la naturaleza de hijos de Dios.
El que es soberbio, no puede amar a los demás ya que los que tienen ese siniestro vicio, heredado de su Padre Lucifer, están ciegos y por eso no ven diferencia alguna entre el pecado y la virtud, son los relativistas actuales.

Sin una gracia o mejor dicho, un milagro de Dios les es imposible poder ver ya que son ciegos espirituales, por muy inteligentes que sean, no pueden entonces comprender a que ha venido Jesucristo a padecer en este mundo, porque les es imposible amar a la Virtud, que es una cualidad que desconocen por la sencilla razón de que al no tenerla, no pueden creer en ella, es como si a un ciego de nacimiento se le quisiera explicar los que son los colores, por mucho que se le hablara nunca llegarían ni a sospechar. 

Es lo que les ocurrió a los Fariseos antiguos, y a los relativistas modernos, que nunca podrán comprender para que ha venido Jesús, ya que no comprenden lo que es la Redención, como les ocurrió a los Fariseos.

“Fuime, estando así, a una ermita bien apartada, que las hay en este monasterio, y estando en una, adonde está Cristo a la columna, suplicándole me hiciese esta merced, oí que me hablaba una voz muy suave, como metida en un silbo. Yo me espelucé toda, que me hizo temor, y quisiera entender lo que me decía, mas no pude, que pasó muy en breve (Vida 39,3).

En ese hablar de Jesús al alma, que no se produce ni en el terremoto, ni en el fragor del trueno, ni en el huracán del viento, Dios se comunica como lo dice el Profeta, y como lo explica tan bien San Juan de la Cruz en el "silbo del aire amoroso", que infunden el alma un conocimiento espiritual que es ininteligible para el hombre ya que es una comunicación entre dos espíritus: el Espíritu de Dios y el alma, son lenguajes místicos que no se pueden explicar con palabras. 

 “¿Qué poseísteis, Señor mío, sino trabajos y dolores y deshonras, y aun no tuvisteis sino un madero en que pasar el trabajoso trago de la muerte? En fin, Dios mío, que los que quisiéremos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar la herencia, no nos conviene huir del padecer” (Fundaciones 10,11).

Esa transformación de hombre viejo a hombre espiritual causa en el alma un trastorno que es como lo que ocurre en la obra de un escultor, que tiene que entallar la imagen, pulirla, lijarla y pintarla, es el padecer del alma que como lo dice el santo Doctor S. Juan de la Cruz, es proporcional al grado de imperfección de la misma y al grado de gloria a la cual Dios la quiere levantar

“Pues tornando a lo que decía, gran fundamento es el comenzar con determinación de llevar camino de cruz desde el principio y no los desear, pues el mismo Señor mostró este camino de perfección diciendo: Toma tu cruz y sígueme (…) Los contemplativos han de llevar levantada la bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les dieren sin dar ninguno; porque su oficio es padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no la dejar de las manos por peligros en que se vean, ni que vean en él la flaqueza en padecer” (Vida 15, 13).


Solo la humildad, como explica Santa Teresa de Jesús puede hacer que el alma soporte con resignación, todas las pruebas y sufrimientos que es la Cruz que manda Jesús a las almas. Los Soberbios como el mal ladrón en la crucifixión, se rebelarán contra ella, muy al contrario el humilde como san Dimas, alabará a Jesús y orará para que se acuerde de él, que se ve pecador, en su Reino celestial.






miércoles, 14 de octubre de 2020

LOS HIJOS DE LA LUZ Y LOS DE LAS TINIEBLAS HABLAN UN LENGUAJE DISTINTO


Santa Teresa de Jesús: veo, Señor, ni sé cómo es estrecho el 
camino que lleva a Vos (Mt 7, 14). Camino real veo que es, 
que no senda; camino que quien de verdad 
se pone en él va más seguro.





Este extraordinario relato de Jesús a María Valtorta, solo lo comprenderán los que se han apartado del mundo para buscar a Dios, no solo en los monasterios, pero también en el mundo.
Estas almas y sus vecinos mundanos hablan un lenguaje distinto, ellas ponen el más allá como meta de su vida y los otros, ponen los bienes de este mundo como prioridad absoluta.

Por esa razón ha existido, existe y existirá una diferencia flagrante entre unos y otros, Santa Teresa de Jesús decía por esa razón que compadecía a las personas creyentes que tenían que convivir con los hedonistas y vividores de este mundo, sabiendo que los no creyentes, muchas veces emplean la mentira y el engaño para conseguir sus fines.

Además como está escrito en la Biblia, el creyente molesta al hedonista porque aún que no se meta con él, su conducta es una denuncia flagrante de su egoísmo y de los medios ilícitos que emplea para conseguir sus fines, por eso dijo Jesús que si a Él lo han odiado, el mundo también nos odiará, y que si fuéramos del mundo éste nos amaría, pero como no somos del mundo, seremos odiados.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA

Hechos 7, 3.
Dice Jesús:

“Las almas por las que tengo predilección, reciben la orden que recibió Abrahán: “Vete de tu patria y de junto a tus parientes y ven a la tierra que te mostraré”.
Es una afirmación real y a la vez metafórica. Es real porque en verdad, el que se consagra a Mí se convierte en un extranjero y en un desconocido para sus mismos parientes.
Es un desconocido, debido a su nueva personalidad. Es un extranjero porque entre él y sus parientes es como si surgiera un diafragma, como si creara una singular Babel, porque él va más allá, hacia la tierra que Dios  le indica y los demás se quedan dónde estaban, y aunque aún estén cerca, ya no pueden entenderse porque él ahora habla la lengua de esa tierra y ha adquirido sus costumbres, mientras los otros siguen pensando, actuando, hablando de modo habitual. Esto no provoca burlas, pero causa en cambio un gran dolor, un gran estupor.

El que Dios ha llamado a la nueva tierra es el que siente particularmente ese dolor. Él quisiera que los que ama le siguiesen, porque ha comprendido que esa tierra es un lugar de elevación. Quisiera que los demás lo comprendieran así, para poder hacerles enamorar las bellezas que va descubriendo.
Pero los otros se sorprenden de su cambio, y lo definen “manía”, o bien egoísmo, desamor, extrañezas. No es nada de eso, es un Amor perfecto, tanto hacia sí mismo como hacia sus seres queridos, amor que da e intenta dar para los demás el bien que recibe para sí mismo. No es extrañeza, sino por el contrario, es una regla perfecta, pues él, por su excepcional conducta, se encuentra precisamente en la regla del Hijo de Dios: Obediencia absoluta a la voz de Dios, superior a cualquier voz de la sangre, de intereses; de respeto humanos.

La herida no se sana ni puede sanarse, porque el elegido para la “nueva tierra” conserva en su lado más material la sensibilidad común a los hijos del hombre y por eso, sufre continuamente al ver que los que más tendrían que entenderlo le acusan de desamor, y al tener que rechazarles, aunque se le destroce el corazón, para encaminarse por el camino que Dios le señala. Por eso su herida está siempre abierta y en ella está clavado el amor de los suyos que, por amarles le torturan; su propio amor, que al no ser comprendido, se retuerce en la llaga con la imperiosa voluntad de Aquel a quien ama con todo su ser. Por lo tanto, es una herida de Amor, en la que está Dios, ya que Dios está donde hay caridad.

Me permito aquí hacer un comentario para aclarar ciertos predicadores, que pintan al Santo como una persona que ha alcanzado la felicidad y la tranquilidad, siempre en paz y contento hacia todo el mundo, incluso hacia los grandes pecadores que se dirigen al horrible precipicio de la perdición eterna, porque nunca llegarán a comprender estas palabras de Jesús. 

“Ven a la Tierra que te mostraré”: Dios no se la muestra antes. Le dice “Ven”. El premio que consiste en la vista de esta Tierra será concedido al que obedezca sin proponerse conocer lo que le espera. Dios dice solamente: “Ven”. Y él va, sin preguntar nada.

En la Tierra bendita, el sol no se pone nunca, no reinan los áspides y los escorpiones ni los animales salvajes, no se conocen tormentas ni escarchas y la primavera es eterna, todos los seres tienen abundante alimento sobrenatural, los troncos destilan miel y brota leche de las fuentes, la armonía es luz y la luz armonía, sus habitantes son felices como las flores en una serena mañana de Abril y ríen con júbilo perenne, que refleja la serena risa de su Señor. Pero el ingreso en esta tierra bendita es muy enmarañado y espinoso: en su entrada hay guijarros y zarzas, lianas y estrechos pasajes por precipicios y torrentes tumultuosos, tenebrosos virajes y zonas azotadas por vientos borrascosos.

En lo alto hay una sola estrella: Yo; Yo que debo ser Luz, calor, voz, esperanza, consuelo, fe, guía para el heroico caminante, Yo solo. ¡Ay de aquel que no mira continuamente hacia Mí!

En cambio, el que persevera ve que, tras los guijarros y zarzas, sigue un camino más llano, a cuyas orillas se asoman algunas flores; ve que, más allá de las lianas que en la entrada desgarraban como cables de hierro erizados de espinas, hay bordes suaves, que no son un estorbo sino una ayuda; ve que se hacen más anchos los pasajes, menos pavorosos los senderos, más seguro, más amplio, más luminoso, más cálido, más sereno el camino en su incesante ascensión. Hacia el final, el alma no camina, vuela. Vuela. Penetra como un dardo de amor en la Tierra que ha conquistado. El Cielo es suyo.

Me permito aquí hacer un inciso con las palabras de Santa Teresa de Jesús que decía: "veo, Señor, ni sé cómo es estrecho el camino que lleva a Vos (Mt 7, 14). Camino real veo que es, que no senda; camino que quien de verdad se pone en él va más seguro".

Más, ¡cuánta generosidad se necesita! Hay que darlo todo, María; hay que darlo sin recibir nada, “ni siquiera donde posar el pie” (Gen 8,9). No hay que pretender nada, porque no prometo nada cuando digo: “Ven”. No prometo nada humano. Prometo la eternidad sobrehumana.

Esto es lo que debes esforzarte en entender y aceptar y junto contigo, deben hacerlo todos los que son iguales a ti, porque mi elección os ha consagrado en el claustro o en el mundo. También deben hacerlo los que, por ser mejores – aunque no han sido llamados a un camino de perfección especial, aunque no sean soldados de la perfección aconsejada y no impuesta – se preguntan porque su vida no transcurre plácidamente también en el bienestar terrenal.

Yo no miento ni he mentido jamás, He prometido y prometo daros la Vida y lo que es inherente a la Vida. Es lo necesario y os lo doy. El resto es lo superfluo porque está destinado a lo perecedero. Os lo doy porque soy bueno, tan bueno que hasta lo soy con la abeja a la que concedo por lecho el cáliz de una flor montana y por alimento la microscópica gota de polen contenida en esta. Del mismo modo, os doy a vosotros, los que pereceréis lo que necesita lo perecedero: alimento, vestidos, morada. Más os invito a tender hacia lo más alto: al espíritu y a lo que es propio del espíritu.

Que el que me ama más, intente comprenderme más. Que proceda desnudo, hambriento, carente de lo que pertenece a esta jornada terrena, pero saciado, rico, ataviado con realeza por lo que se refiere al Día eterno.

Ve en paz”.



domingo, 11 de octubre de 2020

PARÁBOLA DE LOS INVITADOS A LA BODA; EL TERRIBLE DRAMA DE LOS ATEOS Y AGNÓSTICOS


La desgracia de los Réprobos: Han rechazado a Jesús ofrecido
 por la Stma. Virgen María, el único que podía salvarlos. 


En el mundo en que vivimos, existe una cantidad nada despreciable de almas que se llaman ateas, y otras que se creen aún más listas y se proclaman agnósticas, ambas están ya juzgadas y halladas culpables, porque niegan un axioma tan evidente, que el que no lo admite, se aparta automáticamente de la irrefutable verdad: cada cosa que existe tiene que tener a un Creador. Esta realidad solo se ve en los seres humanos, en todas las regiones del globo, incluso en los salvajes, se venera siempre a un ser o varios seres superiores que han creado el mundo.
Nunca se ha visto al chimpancé, que es la criatura que genéticamente es la más parecida a los humanos hasta el punto que algunos "científicos" quieren incluirla en esa categoría, adorar a un ser superior

A la luz de las Escrituras, palabra de Dios, podemos ver claramente la causa de estas actitudes de los seres humanos, y sobre todo cual es el juicio de Dios sobre estas desgraciadas criaturas. Y las llamo desgraciadas porque, como dice Jesús han venido a este mundo y "...son como esos muchachos que, sentados en la plaza, cantan a los otros esta copla: "os hemos tocado la flauta y no habéis danzado, hemos entonado lamentos y no habéis hecho duelo" (Mat. 11, 16). 

Y lo más grave: para ellos, la terrible Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesús-Dios habrá sido en vano, lo que fue la más terrible de las amarguras que le recordó Satanás al Redentor a la hora de su Pasión, y que solo fue aliviada por el cáliz ofrecido por el Ángel de la compasión, en Getsemaní, cáliz que contenía a todos los creyentes que iban a ser redimidos, y eternamente agradecidos, gracias a su sublime Sacrificio. El juicio es el siguiente: 

"Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas eran hechas por Él, y sin él no se ha hecho nada de cuanto ha sido hecho. Y la vida era la Luz de los hombres. Y la Luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no le acogieron" (Juan 1, 1-5)

Este juicio está también muy bien aclarado en la parábola de los invitados a la boda, en donde unos se excusaron por no poder asistir: "El Reino de los Cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas a su hijo. Envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero esos no quisieron venir. De nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: Decid a los invitados: Mi comida está preparada; los becerros y cebones muertos; todo está listo, venid a las bodas. Pero ellos, desdeñosos se fueron, quien a su campo, quien a su negocio. Otros agarrando a los Siervos, los ultrajaron y les dieron muerte."(Mat 22, 2-6)

Otro Evangelista (Lucas 14 - 15, 24), relata con más detalle: se excusaban porque tenían que ir a comprar un campo y tenían que ir a verlo, lo que simboliza la Fe en las cosas terrenas. Otros se excusaron porqué habían ido a comprar cinco pares de bueyes, y tenían que ir a probarlos, lo que simboliza su Esperanza en las cosas de este mundo (los cinco sentidos corporales: vista, oído, tacto, gusto y olfato, están simbolizados por los cinco bueyes). Y los últimos porque iban a casarse, lo que simboliza su Amor al mundo.

Terminaremos con las palabras del Apóstol San Juan que dice: 

"No améis al mundo ni las cosas de este mundo. Si alguno ama el mundo, no está en él la caridad del Padre, porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que proviene del mundo. Y el mundo con sus concupiscencias pasa; pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre." (1 San Juan 2, 15-17) 

Y también con las palabras de Jesús-Dios: 

"El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará." (Mat 10, 38)