MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 1 de noviembre de 2012

EL ARMA SECRETA DE LA VIRGEN MARÍA PARA DERROTAR A SATANÁS



ANALOGÍA ENTRE LA POTENCIA DEL RAYO LÁSER Y LA LLAMA DE AMOR DEL CORAZÓN INMACULADO Y DOLORIDO DE LA VIRGEN MARÍA





Ha caído en mis manos una imagen de la Santísima Virgen María, acompañada de un tríptico con un largo comentario sobre unas apariciones de la Virgen a una mujer húngara, viuda con seis hijos.
Al cabo de algún tiempo, me acordé de una noticia aparecida en todos los medios de comunicación, en donde se comentaba que los aviadores que aterrizaban en el aeropuerto de Barajas en Madrid, se quejaban de que algunos individuos se dedicaban a apuntar con un rayo láser a los aviones, lo que producía la ceguera momentánea de los pilotos, con el riesgo de que al no ver los indicadores de vuelo, en esa maniobra de aproximación a la tierra, se podía producir un desenlace fatal, causado por esta ceguera momentánea.

Pues bien, en el mensaje transmitido por la Santísima Virgen María a esta madre de familia húngara, se hace mención a una acción similar de la Madre de Dios que tiene por misión cegar con el rayo de la llama de su Inmaculado y dolorido Corazón, a Satanás para que no pueda actuar en contra de las almas, en un momento de decadencia espiritual del Pueblo Cristiano, para así cumplir las profecías que hizo la Virgen en Fátima: "Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará"; y las predicciones sobre el Reino de María. Tengo la profunda esperanza que, en este año con el Sínodo de la nueva Evangelización, la Santa Iglesia Católica sepa interpretar y poner en práctica este mensaje de la Santísima Virgen María.

COPIA DEL TRIPTICO DE LA LLAMA DE AMOR


LA SALVACIÓN DEL MUNDO POR LA LLAMA DE AMOR DEL CORAZÓN INMACULADO DE LA VIRGEN MARÍA


Viernes de dolores: Comunicación de la Santísima Virgen: “¡Hay tanto pecado en el país! ¡Ayudadme, salvemos las almas! Pongo un haz de Luz en vuestras manos. Este será la llama de Amor de mi corazón. Yo soy vuestra Madre bondadosa y amante y en unión con vosotros, os voy a salvar. San Esteban me ofreció vuestro país, y le prometí que escucharía siempre su intercesión y la de los Santos Húngaros. Un nuevo instrumento quiero poner en vuestras manos. Os pido aceptarlo con gran compresión porque mi corazón os mira con aflicción.
Hija mía, aquí te doy la Llama de Amor de mi Corazón, enciende con ella el tuyo y  ¡pásalo por lo menos a una alma!
Aquí la Santísima Virgen sollozó tanto que yo no entendía lo que tenía que hacer. Todo lo he prometido, a nombre de todos, para aliviar en algo su dolor porque mi corazón estaba también por partirse.

EL SECRETO DE LA LLAMA DE AMOR DE LA MADRE SANTÍSIMA

“La llama llena de Gracias que desde mi corazón Inmaculado os he dado, pase de corazón a corazón. Este será el Milagro cuya Luz cegará a Satanás. Es este el fuego de amor de unión. Vamos a apagar el fuego con fuego: el fuego del odio con el fuego del Amor. Esta Gracia la he alcanzado del padre Celestial por las Llagas de mi Hijo Santo”

Mientras decía esto, comprendí por una maravillosa gracia suya en que medida la voluntad de la Santísima Virgen estaba unida a la del Padre Eterno, de su Divino Hijo y de Dios Espíritu Santo. La Santísima Virgen prometió que estará con nosotros para que la pequeña Llama se propague por el mundo como un reguero de pólvora. Habló así:

“Quiero que así como mi nombre es conocido por todo el mundo, así también conozcan la Llama de Amor de mi Corazón Inmaculado que no puedo por más tiempo contener en Mí, que salta como fuerza explosiva hacia vosotros. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS.  LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO.


Los efectos de  la Gracia de su Llama de Amor.

“Escribe lo que te digo ahora: “Extiende la Llama de mi Corazón sobre todos los pueblos y naciones. No solo sobre los que viven en la Iglesia Católica sino sobre todas las almas del mundo entero que fueron señaladas con la bendita Cruz de mi Santísimo Hijo…

“…Ves, hijita mía, si se enciende la Llama de Amor de mi Corazón en la Tierra, su efecto de Gracia se derramará también sobre los moribundos. SATANÁS SE QUEDARÁ CIEGO Y CON LA AYUDA DE VUESTRA ORACIÓN - MIENTRAS ESTÉIS EN VELA DURANTE LA NOCHE – TERMINARÁ LA TERRIBLE LUCHA DE LOS MORIBUNDOS CON SATANÁS. Bajo  la suave Luz de mi Llama de Amor hasta el pecador más empedernido se convertirá porque quiero que ni una sola alma se condene”.

“Mi petición: Repartid entre vosotros las horas de la noche de manera que ningún minuto se quede sin que alguien esté velando. Mientras alguien esté velando, - haciendo referencia a mi Llama de Amor – ni un solo moribundo – lo prometo – se condenará en su contorno.
(Si son muchos los reparadores, me contentaré hasta 5 minutos por persona). Cuanto más fervorosa sea la plegaria, tanto más se cegará Satanás y el pobre moribundo cobrará nuevas fuerzas para poder decidir bien sobre su definitiva suerte”.

“Mi Llama de Amor que deseo derramar sobre vosotros en una medida cada vez mayor, quiero hacerla sentir también sobre las almas del Purgatorio.
Dentro de ocho días voy a librar del Purgatorio a los familiares difuntos de aquellas familias, que los días jueves o viernes observen la hora Santa familiar, si un miembro de la familia en día Jueves o Viernes ayuna a pan y agua.
Quien ayuna a pan y agua en día lunes, librará un alma sacerdotal del lugar de sufrimiento (no es menester pasar hambre: ¡hay que comer pan y beber agua!).

El que reza tres avemarías haciendo referencia a la Llama de Amor de mi Corazón Inmaculado, salva un alma del lugar de sufrimiento. Quien reza un Avemaría en el mes de Noviembre, libera diez almas del lugar de sufrimiento”.
Estas palabras de la Santísima Virgen resonaban en mi alma como cuando nosotras madres, amonestamos a nuestros hijos y los protegemos con un amor preocupado y temeroso.

- “YO OS URJO A TODOS”

[…] ¡No seáis tímidos! La fuerza para actuar la concedo a todos vosotros. ¡Solamente tenéis que querer! Por el efecto de la Gracia de mi llama de Amor vuestras almas se iluminarán para que vuestra decisión sea valiente. ¡Haced esto! ¡Soy Yo quien lo urjo!”

- “OS NECESITO A TODOS”

“Mi corazón arde del Amor que siento hacia vosotros. Ya no puedo contener más mi Amor, con fuerza explosiva hacia vosotros. Yo soy vuestra Madre. Quiero y puedo ayudaros, pero para eso necesito también vuestra ayuda…”.

“Debéis esforzaros para cegar a Satanás. Os necesito a todos, individual y colectivamente. No os demoréis porque Satanás se quedará ciego en la medida en que vosotros os esforcéis en conseguirlo. Para empezar os consigo una fuerza admirable para todos y para cada uno en particular. ¡La responsabilidad es grande! Pero ¡Vuestro trabajo no será en vano! Si todo el mundo permanece unido conmigo, la suave Luz de mi Llama de Amor se encenderá y prenderá fuego en toda la redondez de la Tierra.

Satanás será humillado, hecho impotente y sin poder ejercer su poderío. Solo os pido que no queráis alargar más este tiempo de preparación. No, ¡No le deis más prórrogas! ¡No os quedéis pasivos ante mi Santa causa!..”.
“A través de pocos, por los pequeños, debe comenzar esta efusión grande de Gracias que conmoverá el Mundo.
Todo el que reciba este mensaje, debe tomarlo como una invitación y nadie debe molestarse por ello o rehusarlo. Todos vosotros sois mis hijos y yo soy para todos una Madre.

¡Rogad a San José el casto esposo, Él os ayudará a buscar un lugar para mi Llama de Amor en vuestros corazones!



¿QUÉ  PODEMOS HACER PARA COLABORAR CON LA VIRGEN SANTÍSIMA?


LOS MEDIOS RECOMENDADOS:

-La Santa Misa
-La fuerza de la Preciosa sangre
-El ofrecimiento diario
-Sacrificio y Oración
-Fe y Confianza
-Visitar frecuentemente el Santísimo Sacramento del Altar.


HORA SANTA DE REPARACIÓN EN LA FAMILIA


Es la petición más apremiante de la Madre de Dios:” Hija mía, ruego que consideres los Jueves y Viernes como días especiales de Gracia y en estos dos días, ofreced a mi Sagrado Hijo una reparación muy especial. La manera de hacerla es la Hora Santa de Reparación en la familia.

Durante esta hora que pasaréis en familia, haciendo reparación, oren con diferentes oraciones (por ejemplo el santo Rosario). Cantad canciones religiosas. Comenzad vuestra oración santiguándoos cinco veces en recuerdo de las cinco Llagas de mi Hijo. Así mismo debéis terminarla. Una vez que os habéis persignado comienza la lectura espiritual. Encended una luz (por ejemplo una vela) para recordarme mi promesa.

Tened esta hora de reparación entre dos o tres porque sabéis que en donde dos o tres están reunidos en nombre de mi Hijo, Él está ahí. Acostumbraos a hacer también durante el día cinco veces la señal de la Cruz y encomendáos tal mismo tiempo a la misericordia del Padre Celestial. Eso os acercará al eterno Padre y vuestro corazón se llenará de Gracias.
“…¡Ves, hija mía, yo os elevo hacia arriba y os conduzco a la Patria eterna que mi Santo Hijo por el precio de sus inmensos dolores os ha conseguido!”.

Nunca había oído hablar así, hasta ahora a la Santísima Virgen. Su voz era llena de majestad, poder y de quien está decidido a todo. Es imposible describir con palabras con que indecible admiración y estremecimiento las he escuchado.

Y UNA ORACIÓN

La Madre de Dios pide que se difunda por todo el mundo esta oración. Dice ella: “Desde hoy, añadan a cada oración que me dirijan, la siguiente oración:

“…INUNDA TODA LA HUMANIDAD CON LAS GRACIAS DE TU LLAMA DE AMOR AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMEN.
Porque esta es la jaculatoria con la cual podéis cegar a Satanás”.
“…En la tempestad que ahora se está preparando, yo estaré en todas partes con vosotros. Yo soy vuestra Madre. Yo puedo y quiero ayudaros. En todas partes veréis encenderse la Luz chispeante de mi Llama de Amor que iluminará cielo y tierra por medio de la cual iluminaré hasta la almas dormidas y las que estén sumidas en las tinieblas”.

“Tú también eres madre. Comparto contigo mi inmenso dolor. Considera si de tus seis hijos tan solo uno se condenara ¡Qué doloroso sería para ti! ¿Y Yo? Mi tormento es que tengo que mirar ¡Cuantos hijos míos se precipitan en el infierno! ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda, hija mía!” Mientras eso me decía, me transmitió su sufrimiento desgarrador que oprimía mi corazón.

¡Cuántos de mis hijos y cuantas veces pronuncian estas palabras: “Madre Dolorosa”. Pero nadie piensa que yo hoy también estoy sufriendo, y no solo cuando acompañé a mi Santo Hijo en su Vía Crucis”.
Estas quejas de la Santísima Virgen llenan mi corazón de gran dolor y siento un deseo ardiente de que la Llama de su Amor sea conocida cuanto antes en toda la Tierra, que cuanto antes Satanás se quede ciego y no pueda arruinar ya nunca más a las almas.

 “HIJOS MÍOS LA MANO DE MI DIVINO HIJO ESTÁ PARA DESCARGAR SU GOLPE. APENAS LOGRO DETENERLA. SI INVOCÁIS EN VUESTRA AYUDA MI LLAMA DE AMOR, ¡JUNTOS SALVAREMOS AL MUNDO!

Dice el Señor Jesús: “¡Y LA SONRISA DE MI MADRE INUNDARÁ LA TIERRA!”







martes, 23 de octubre de 2012

LA ABOLICIÓN DE LA MONARQUÍA TRAS LA TOMA DE LA BASTILLA








         Esta es la verdadera historia de la toma de la Bastilla,  previa a la abolición de la Monarquía, contada por el gran historiador francés André Castelot, toma que ahora está considerada por todos los progresistas como la abolición de la terrible explotación del Pueblo por la Monarquía y por la Nobleza. Veremos como esa leyenda, es una sublime mentira, ya que la cárcel contenía solo siete prisioneros, que vivían a "cuerpo de Rey", que llevaban sus muebles a la fortaleza, y se quejaban al Rey de que los pollos no estaban lo suficientemente rellenos. 

        Los asaltantes, después de prometer a la Guardia de la cárcel, que respetarían sus vidas si no utilizaban los cañones, para poder entrar en la plaza, pasaron a cuchillo a todos los soldados, y pasearon la cabeza del Gobernador de la fortaleza, en una pica por todo Paris, olvidándose de los siete prisioneros.

             Quiero aquí denunciar la gran mentira de la justificación del crimen y la violencia, con el pretexto de la opresión del pueblo por la clase dominante, llama la atención en este escrito el escandaloso "droit de fouage", que era un impuesto que tenían que pagar los aldeanos de Draguignan en Provenza, para poder encender el fuego y calentarse, o para llevar a pastar a los animales en los campos del Señor del lugar.


        Actualmente, este impuesto que se exigía, existe disfrazado con otro nombre: El recibo de la energía que se paga a las compañías suministradoras, y toda la variedad de impuestos que hay que pagar a las corporaciones locales o estatales. Vemos pues que los nuevos Reyes; nobles y señores, se llaman ahora Jefes de Estado (Decía Louis XIV: "l´Etat c´est moi": El estado soy Yo); banqueros, compañías energéticas, o políticos de todo pelaje, que dicen defender los intereses del Pueblo y que viven pegados a su poltrona, con sueldos y prebendas de Duques, Marqueses, Condes o Barones, verdaderas sanguijuelas, que tienen al Pueblo subyugado por toda clase de impuestos. 


Nuevos señores, que son mucho más numerosos que todos los nobles feudales, pero que en vez de actuar, por la Gracia de Dios, actúan por la "gracia" del nuevo dios: "El Pueblo", y que también tienen como los Nobles su porvenir asegurado, ya que al abandonar la política, tienen asegurados unos puestos y unas pensiones vitalicias suculentas.



LA TOMA DE LA BASTILLA
(Por André Castelot)





      “La toma de la Bastilla, como así lo escribió Jacques Godechot, no ha sido un trueno en un cielo sereno. Desde hace veinte años en el mundo occidental, ciudades y medios rurales eran el teatro de motines que se renovaban sin cesar, la del 14 de julio de 1.789 de Paris no fue en modo alguno la más violenta. Pero lo que sí le ha dado a la del 14 de julio de 1.789 su carácter casi único, es su epilogo. La toma de la Bastilla ha traído consigo la capitulación del rey ante el pueblo sublevado y, menos de un mes más tarde, la caída del Antiguo Régimen, es decir del régimen feudal que era el que imperaba en Francia desde hace mil años.”

            Creemos que, primero es indispensable tomarle el pulso a la Nación francesa. Llamemos a la barra de la Historia algunos autores de los célebres cuadernos de quejas que estaban dirigidos a los Estados Generales. Empecemos por ese campesino del pueblo de Asnières del distrito de Civray.

            “Nuestros habitantes son tan pobres, escribe, que todos los años tienen que volver a comprar otra olla de hierro para poder cocinar un poco de escasa sopa, porque el alguacil les quita, en el tiempo del pago del impuesto, la que usó todo el año, y la vende, con el resto de sus míseras pertenencias para poder hacer frente al importe del impuesto de la taille, si así puede llagar a cubrir su importe.”

             Un representante del pueblo, representado en el parlamento por el Tiers-Etat, originario de Salmonville-la-Rivière – distrito de Rouen – exclama:

              “Todo se dirige y carga sobre el Tiers-Etat…En todo momento se encuentra sobrecargado, debido al nombramiento de nuevos nobles… Cuando un nuevo noble aparece, el importe del impuesto, y sus accesorios, así como los trabajos, recaen de pleno derecho sobre el Tiers-Etat.”

         Un aldeano normando de Perriers-sur-Andelle recaba:
        “En el distrito de Rouen, la cosecha se ha visto algo mermada, ha disminuido de una quinta parte sobre la cosecha normal, lo que hace que el trigo tenga un precio excesivo. Mas de la mitad de esa parroquia, no está ya en medida de poder soportar ningún impuesto, ya que no pueden ni tener el pan que necesitan.”

         “Los pobres de Draguignán, añade un aldeano de la Provenza, no tienen ni derecho de encender fuego en sus chozas, para resguardarse del frío, si no compran costosamente ese derecho a su señor, con una contribución sobre su subsistencia y la de su familia. Ese derecho inhumano existe en Brovès y es denominado derecho de fouage. Ahí, el labrador no tiene ni el derecho de alimentar a su ganado con la hierba que crece en su campo; si lo hace, se le denuncia, se le castiga con una multa que lo arruina; y el más legítimo derecho sobre su propiedad está subordinado a la voluntad arbitraria de su señor.    
  
              -Soy originario de Montousse, explica un habitante del Pirineo: solo hay un único y verdadero tirano: el fisco, que noche y día, se dedica a sustraer el oro de la corona, la plata de los báculos, el acero de las espadas, el blanco Herminio de los vestidos, el cobre de los almacenes, el hierro de los arados y el bronce de las campanas.
  
       [...] Con toda seguridad, reina un descontento general, una desigualdad general, de ahí nace un deseo también general de todo cambiar, para así poder crear un nuevo orden de cosas. ¡Ya sabemos lo que costó establecer ese programa! Conflictos entre la Asamblea y el rey, conflicto entre el Tiers-Etat y las otras dos clases privilegiadas: clero y nobleza”.

             ¿Y en Paris?
             Abramos el diario el Journal de Hardy: “Muchos panaderos están a punto de cerrar sus tiendas, otros amasan una tercera parte menos de lo normal, además, los almacenes están desabastecidos de harina y muchas personas se aprovisionan de arroz.” Las semanas antes del drama, el ambiente estaba sobrecalentado: “Me hallaba en Paris, escribe el inglés Young, y puedo aseguraros que los negocios de vendedores de panfletos progresaban de una manera increíble. Iba al palacio real para ver las nuevas publicaciones. Cada hora había una nueva. El 9 de Junio de 1.789 aparecieron trece, el día 8 dieciséis, la semana siguiente noventa y dos.”


El Rey Luis XVI, fue el que pagó todos lo excesos de Luis XIV
fue decapitado con la Reina Marie Antoinette



      En cuanto al Rey, verdadera pompa de jabón a merced del más pequeño soplo, va a volver a jugar su papel de déspota, que había abandonado desde la reunión de las tres Ordenes (Tiers-Etat, Nobleza y Clero). Presionado por la Reina, acepta la idea de un golpe de Estado. Pero para poder resistir, para poder demostrar su fuerza, para evitar de usarla, para en su caso poder disolver la Asamblea, hay que disponer de tropas que sean seguras. Los gardes-françaises y algunas unidades extranjeras que se encuentran en la capital han dado claros síntomas de sus sentimientos: están con toda seguridad a favor del pueblo. Hay que desconfiar completamente de ellas. Por eso se le da la orden al regimiento suizo de abandonar Soissons. El regimiento de Castela acuartelado en Metz y los hussards de Lauzun, con residencia en Verdun se dirigen a Paris, mientras que, el 7 de Julio, Bouillon-Infanterie, viniendo de Louviers, se encamina hacia Nanterre.

              ¿De que se componen las fuerzas del rey? Seis regimientos acampados en Paris y en sus alrededores - lo que conjuntamente representan treinta mil hombres. Con todo eso, el rey podrá exponer su fuerza.

        Mirabeau no se equivoca, y el 8 de Julio, denuncia con violencia en la tribuna de la Asamblea los “preparativos de guerra de la Corte”. A su parecer, la concentración de las tropas será capaz de sacar “a los espíritus más formales fuera de los límites de la moderación”. Predice que el pueblo cegado se precipitará “hacia excesos, cuya contemplación le haría temblar”.

          “Nada puede compararse al terror que se apoderó de la mente de todos los diputados, a la vista de las tropas y de los cañones, escribió Rivarol. Inundaron la capital y las provincias con panfletos aterradores; y pronto, solo se habló de los atentados de la autoridad en contra de la Asamblea Nacional. Se decía unas veces que el ministerio había colocado veinte barriles de pólvora bajo la Asamblea, otras veces que cien cañones con balas rojas estaban pertrechados contra sus muros de madera. 

          Se decía que París iba a ser sitiada y ya se contaban los cañones y las bombas que le estaban destinadas: hasta tal punto que el terror, en unos, sincero y en otros simulado, se apoderó muy pronto de la capital y de las provincias. Así, mientras que el rey agrupaba soldados y multiplicaba las ayudas, La Asamblea nacional, aunaba los sufragios y multiplicaba los temores. Para decirlo en una palabra, el Rey y la Asamblea se disputaban el ejército.”

              Por esa razón, la Asamblea vota una nota rogando respetuosamente al rey de alejar a las tropas de París. El texto hace además notar que esos regimientos corren el riesgo de contagiarse de la fiebre revolucionaria que reina en París: “Los soldados, próximos a los centros de la polémica, indican los diputados, pueden olvidarse de su obligación que los hizo soldados, para acordarse que la naturaleza los hizo hombres.”

              Louis XVI, para demostrarles que a el también, la naturaleza lo hizo hombre, contesta “a esa gentuza” con este rechazo:
              las tropas solo están destinadas a reprimir, o mejor a prevenir, nuevos desórdenes, para mantener el orden y el cumplimiento de las leyes, para asegurar e incluso proteger la libertad que tiene que imperar en las deliberaciones de los Etats-Generaux.
           El rey estima adecuado, el hacerles sentir a los representantes que, si se toman la justicia por su mano, puede transferirlos a la provincia. ¿Por qué no, a Compiègne, en donde el inmenso castillo podría acogerlos? Él también en ese caso estudiaría dejar Versalles.

              -Si, sin embargo, la presencia necesaria de las tropas cerca de Paris, fuera causa de algún reparo, me decidiría, a solicitud de los Etats-Generaux a transferirlas a Noyon o a Soissons y entonces, yo mismo iría a Compiègne, para poder mantener la comunicación que tiene que existir entre la Asamblea y entre mi persona.

           El 10 de Julio los acontecimientos empiezan a deteriorarse…
“El regimiento de artillería, escribe Camille Desmoulins, siguió el ejemplo de los gardes-françaises, ha forzado a los centinelas y vino a juntarse con los patriotas del Palacio Real. Al parecer, la mayoría de los patriotas siguen su ejemplo. Solo se pueden ver a gente del pueblo que se juntan con todos los militares que encuentran: ¡Vallamos, viva el Tiers-Etat! Y se los llevan a la taberna, en donde se brinda a la salud de las comunas.”

             El Rey está ahora empeñado – y ya, nada lo puede detener. Necker está en desacuerdo con las medidas militares que se tomaron y Louis XVI, acordándose de la actitud de su “principal ministro”, en el conflicto entre los tres representantes de la nación, decide su cese – lo que, según opinan algunos, es la única manera de romper las ataduras que unen al Genovés con la Izquierda de la Asamblea, es decir al desorden -  El día 11, el rey ordena a Necker de abandonar en secreto Versalles y de retirarse a Suiza.

             “Como lo explicaba tan acertadamente Rivarol, en la Corte francesa era tan poco diplomático y peligroso, separarse de Monsieur Necker, como lo hubiera sido en la Corte de Nápoles, tirar al mar la ampolla de San Genaro… Al primer rumor sobre la partida de Necker, París estuvo consternado, el Palacio Real tembló, se cerró la bolsa, se suspendieron todos los espectáculos y diez mil bandidos armados se desencadenaron por las calles. A un día de alarma, le siguió una noche aún más espantosa, ya que al dolor de haber perdido a Monsieur de Necker, se aunaba al temor que inspiraban esos bandidos. Las campanas tocaban a rebato en todas partes; se iniciaba el pillaje en varias casas. Los vendedores no se atrevían a abrir sus tiendas, los talleres estuvieron desiertos y la ciudad era ya inhabitable, cuando los burgueses, para defenderse, tomaron de golpe las armas, en vez de recurrir al Rey, ese defensor nato del Estado, que no puede negar sus tropas a las ciudades y cuyas ciudades tampoco pueden negar sus tropas al Rey. Gracias a ese levantamiento general, Paris, de inhabitable, se volvió inaccesible.”

         El domingo 12 de Julio, es mediodía. En el jardín del Palacio Real, el sol está en su cenit y al reflejarse en el espejo cóncavo, enciende la mecha del pequeño cañón, que estaba destinado a indicar cada día la hora a los Parisinos. ¡Un cañonazo que indica el comienzo a la Revolución!... La muchedumbre es muy densa. Oradores improvisados se suben a las mesas de los merenderos y arengan a la gente…

         Nuestra ruina está consumada, grita uno de ellos; fijaros lo que está ocurriendo en los Campos Elíseos: las tropas están ocupando todo el trecho que se encuentra entre la Etoile de Chaillot y las Tuilerías, están colocándose en orden de batalla. Ya hemos discutido bastante, somos más numerosos y seremos los más fuertes: ¡Tomemos las armas, que todos nuestros ciudadanos se armen!
          Los árboles se doblan por el peso de los que se han encaramado a las ramas para mejor oír la voz caliente y acobrada de Camille Desmoulins que resuena a su vez:

          ¡Ciudadanos, ya sabéis que la Nación pidió que Necker no fuera destituido, lo han echado! ¿Pueden reírse de vosotros de una manera más descarada? Después de eso se atreverán a hacer cualquier cosa ¡Y para esta noche, están planeando y quizás disponiendo otra masacre para los patriotas, como la de la Saint-Barthelemy!... ¡A las armas! ¡A las armas! Tomemos todos los escarapeles verdes, color de la esperanza. La siniestra policía está aquí. Pues bien, ¡Que me vea, que me observe bien! ¡Si, yo soy el que llama a mis hermanos a la Libertad!

            Largas aclamaciones le hacen eco.
         -He aquí mi pistola, prosigue. Por lo menos, no me cogerán vivo y sabrá morir con gloria: Solo me puede ocurrir una desgracia. ¡Es el de ver a Francia esclava!
         Se oyen gritos.
         -¡Cerraremos los teatros en señal de duelo! 
       -Amigos míos, arranquemos las hojas de los castaños, prosigue Camille Desmoulins, y hagamos con ellas unos escarapeles en señal de unión.
         -Vallamos al museo de cera, a casa de Curtius, sugiere alguno, y pidámosle la efigie de Necker. ¡Lo mostraremos por las calles!

         Se añade:
         -Un grupo se dirige hacia el famoso museo de cera.
         -Necker, yo lo tengo en mi corazón, contesta Curtius con la sencillez de la época, pero si estuviera vivo, me abriría las entrañas para poder ofrecéroslo, solo tengo su retrato, es suyo.
         Y el busto, al cual se le adjunta la efigie del duque de Orleáns, se pasea por todo Paris.
         El mariscal de Broglie habiendo sido nombrado ministro de la guerra, el barón de Besenval está al mando de las tropas que ocupan la capital. Un emisario del príncipe de Lambesc acude a él para indicarle que en Place Vendôme, trató sin éxito de dispersar a los “sublevados”: cinco o seis mil personas precedidas por dos bustos. El coronel del Royal-Allemand, pide órdenes: los manifestantes han invadido las Tuilleries y han tirado una lluvia de piedras sobre los dragones.

          -Que el príncipe desenfunde los sables, ordena Basenval, y que cargue con su regimiento para liberar a las Tuilleries.
          Así se hizo. Pero Lambesc no logró “limpiar” las Tuilleries. Se repliega hacia la plaza Louis XV. El primero, el regimiento de Salis-Samade, atraviesa el Sena con barcazas. La maniobra requiere su tiempo, por eso durante ese trasiego, la insurrección crece. Los Gardes Françaises, amotinados pactan con el pueblo y, en las avenidas, los dragones se enfrentan con una lluvia de tiros. Varios hombres son muertos o heridos – sin contar a los caballos. Paris huele a pólvora. Paris parece estar sujeta a la anarquía…

          En el transcurso de la noche, las armerías son asaltadas. “Mientras que Monsieur Necker se alejaba tranquilamente en su coche de correos, nos dice Sebastián Mercier, su despido ha producido el levantamiento más amplio y más rápido que la Historia haya nunca visto. 

        ¡Que noche, la del lunes al Marte! ¡Patrullas que se suceden y que se cruzan de quince en quince pasos! ¡Una multitud agitada por el temor, la incertidumbre  y la indignación! Un murmullo sordo acompañado por golpes que se asestaban sin razón alguna en todas las puertas y las tiendas! ¡Ese sonido triste, monótono y continuo de todas las campanas de una inmensa capital! ¡Ese sonido a rebato en medio de las tinieblas, parecía llamar a la ira y la venganza de un gran pueblo, para derribar un trono… Que noche!”

          De verdad ¡Que noche! Se incendian cuarenta barreras sobre cincuenta y cuatro, esas barreras en donde se recaudaban los impopulares derechos de entrada y que estaban unidas entre ellas por el famoso muro que, “amurallando Paris”, había hecho un “Paris murmurador”.

         El alcalde del pueblo de Belleville lo anota en su informe: “Hacia las ocho, el 13 de julio, llegó gran cantidad de gente, mal vestida, que encendió un fuego en frente de la susodicha barrera de la Courtille, y arrancaron y rompieron las tablas de las puertas de dicha barrera, así como las dos barreras contiguas, arrojado las dichas tablas en el dicho fuego, forzado las puertas de la casa contiguas a la dicha barrera, que sirve de pórtico a los empleados de los Cortijos, subieron a las estancias de la dicha casa, tirado en el fuego las dichas tablas, así como todos los colchones, madera de as camas, registros, papeles…”

          Ese mismo 13 de Julio, se crea una milicia burguesa compuesta de cuarenta y ocho mil hombres. Las campanas tocan a rebato. París se asemeja al puente de un barco en el momento de un asalto. ¡París quiere defenderse, pero para defenderse hacen falta armas!
         -Hay armas en el ayuntamiento!

         Se precipitan. Solo se encuentran trescientos sesenta fusiles, que se reparten inmediatamente por el Alcalde.     
         -¡Hay más en el arsenal! Se oye.
         -Y en los Invalides, añade alguien.
         El amanecer del 14 de julio de 1.789 comienza. Alguien - un  miembro de los Gardes-Françaises,  apedillado Labarthe – grita:
         -¡Hay armas en la Bastille!
         Un inmenso clamor le contesta:
         -A la Bastille! A la Bastille!
         Y la muchedumbre – Un millar de individuos, compuestos de Parisinos y de algunos Gardes-Françaises amotinados – toma el camino de la barriada Saint-Antoine. ¡Están seguros de encontrar armas! En efecto, treinta mil fusiles están almacenados allí.   
  
          “Se odiaba a la Bastille”, nos dice Michelet. Sin embargo ¿Es cierto que representaba aún, en la mente del pueblo, el símbolo del poder arbitrario? Louis XVI solo había enviado ahí una media de diez y nueve prisioneros cada año, entre los cuales, se encontraban muchos locos, falsificadores, encerrados ahí para protección o detenidos encerrados a petición de sus familiares. Los prisioneros recibían visitas, traían sus muebles y el Rey los vestía y los alimentaba como príncipes. Veremos a un tal Latude, quejarse de que los capones de la Bastille, no estaban lo suficientemente bien rellenos y exigir batas forradas, se le satisfizo enseguida…

            Ni uno solo de los vociferantes que suben por la calle Saint-Antoine, se imagina que va a “tomar la Bastille”. Hace años que se ha decidido de derribar esa inútil fortaleza. Hace ya mas de un siglo que cantaban:

                           ¿Para que sirve ese viejo muro en el agua,
                           será un acueducto, una tumba,
                           será una guarida de ranas? 

                           Es la Bastille según me parece,
                           ella misma es, así lo creo
                           ¡Caramba, he aquí algo que
                           haga que todos se echen a temblar!

                           Pero, amiga mía, admiremos el atino
                           De ese castillo sin guardas,
                           trata de hacer de cárcel 
                           ya que no sirve para ser una  fortaleza.

             Solo se piensa en el almacén de armas y en los cañones que coronan las grandes torres grises. ¡Los cañones! Precisamente el gobernador Jourdan de Launay acaba de retirarlos de las almenas a la solicitud de dos enviados del comité del Ayuntamiento. Los vecinos del barrio se habían en efecto quejado de tener que contemplarlos apuntando a su barrio.

             El gobernador ha incluso hecho más de lo que le pedían: Ha decidido no repeler los ataques a los edificios situados cerca de la fortaleza. ¿Retirarse sin combatir? Sus oficiales se extrañan, pero tienen que obedecer.

             La explicación nos la da Rivarol: “Quizá la historia no tenga nunca que avergonzarse al observar que el gobernador de la Bastille no quiso disparar sus cañones sobre el pueblo, que estaba agolpado del lado del Arsenal, por temor a deteriorar una casita que había mandado edificar en ese sitio y que le agradaba mucho.

           Y no menos curioso es, que en ese mismo momento, el señor de Basenval, general del cuerpo de los Suizos, se escondía para no dar órdenes a su tropa y dejaba tomar los Invalides, por miedo a que si el motín se agravara, su casa fuese sometida al pillaje, casa en donde había mandado pintar recientemente un apartamento entero y había hecho construir unos baños encantadores. ¡Esos son el tipo de  hombres que servían al rey!”

             El Señor de Launay, decidió reforzar solo  las defensas interiores. El muro del jardín se dobló, la baranda del puente levadizo se quitó para poder tirar más fácilmente a los asaltantes al foso. Se da la orden de subir en lo alto de las torres seis carros de adoquines y de hierros viejos, mientras que se bajan tres cañones del 8 para colocarlos en batería en frente de la puerta de entrada.

            M. de Launay no se inquieta. ¿No está París lleno de tropas que vendrán a socorrerle? Y además, la Bastille tiene treinta mil libras de pólvora… ¡Doscientos cincuenta barriles! Si los parisinos se acercan, bastará para alejarlos, amenazarles con hacerlo volar todo! ¡A ellos y a  la Bastille! Pero el gobernador está convencido de que no se llegará a ese extremo. ¡El pueblo no cometerá nunca la locura de atacar una fortaleza inexpugnable!

             Es medio día, el calor empieza a volverse sofocante.
             Precediendo a los asaltantes, otro enviado del ayuntamiento – o diciéndose tal – el abogado Thuriot de la Rosière, pide audiencia al gobernador. Habla con voz alta y firme “en nombre de la Nación y de la Patria”. Launay da muestra de su buena voluntad diciéndole que los cañones han sido ya apartados. Mejor aún, para demostrar sus pacificas intenciones, paneles de madera tapan ahora las aberturas.

             -Vengo a pedirle más aún, responde Thuriot: ¡No ofrezcáis resistencia en el caso de que ataquemos!
             -¿Qué me dice?, exclama Launay. ¿Me pedís que entregue la fortaleza? ¡La defenderé todo lo que pueda, mi cabeza responde de ello!
             -Me parece inútil derramar la sangre de los ciudadanos, ¡No se lucha contra la Nación!

             Launay lo repite: es muy a pesar suyo que abrirá fuego, pero no cederá. Animado por ese sentimiento, él mismo arenga a la tropa compuesta por noventa y cinco inválidos y treinta y dos soldados suizos.

             Poco a poco, la fortaleza y sus dependencias están rodeadas por los asaltantes, “la gente más rara de Paris”, dirá Mirabeau. Más allá una muchedumbre considerable de curiosos observa. Se encuentran ahí “mujeres ataviadas a la moda”, espíritus avanzados, pero el duque de Orleáns se encuentra en su pequeña mansión de Monceau, ¡En los brazos de la rubia Inés de Bufón. No tiene nada que ver con los acontecimientos y la víspera, estuvo todo el día  pescando en el río Raincy!

             Thuriot es vilipendiado cuando aparece, afirmando que la Bastille se defenderá, solo si la atacan. Los asaltantes creen que el abogado fue a buscar las llaves, por eso, un clamor inmenso se eleva de la gente decepcionada:
             -¡Queremos la Bastille!
              Se oye también:
              -¡Viva el rey!

         Dos antiguos Garde-Françaises se suben al techo de la primera barrera – una especie de cuerpo de guardia – que precede al primer puente levadizo que Launay ha mandado levantar y que se abre sobre el patio principal. La guarnición los deja maniobrar tranquilamente. Los dos hombres logran romper las cadenas a hachazos. La enorme mole se desploma con estruendo y la muchedumbre irrumpe en el patio. 

   ¿Habrán pensado algunos asaltantes que el gobernador mandó bajar el puente? Es posible… ¿Qué ocurre entonces? Se les preguntó a los asaltantes lo que querían, contará un testigo – el teniente de Flue – el grito general fue que se bajaran los puentes – Se trata de los puentes levadizos que dan acceso a la fortaleza, se les contestó que no se podía y que se retiraran, sino se dispararía. Redobló el griterío. “¡Abajo los puentes!” Entonces, se ordenó a unos treinta Inválidos, que estaban apostados en las almenas, a ambos lados de la puerta de abrir fuego.”

            Parece en efecto cierto que Launay, al ver la muchedumbre armada invadir el patio de gobierno, ordenó abrir fuego. La descarga de los mosquetes barre las filas. El motín se detiene, se interroga y refluye en desorden. La gente atiende los moribundos, retira a los heridos y un grito terrible se oye:
             -¡Traición!
             La noticia se propaga como un reguero de pólvora en la ciudad.
             -¡La Bastilla asesina a los Parisinos!
  
           Nuevos delegados del Ayuntamiento, que no han podido acceder a la fortaleza, se vuelven para informar al comandante de la milicia burguesa:

           -Hemos realizado varias señales, tanto con la mano como con los pañuelos, bajo forma de bandera blanca, para advertir a la guarnición, y consiguientemente al gobernador, nuestro carácter y nuestro cometido, que estaba además confirmada por nuestro atavío y nuestra compostura llena de confianza en medio de los peligros. No sabemos si nuestras señales han sido percibidas y comprendidas, pero los disparos no se detuvieron.

            El comandante de la milicia ordena entonces de conducir a la Bastilla seis cañones tomados en los Invalides.
            En ese momento, Hulin, antiguo sargento de los guardias, el que la víspera, había ya arengado al pueblo en el Palacio Real, llega el también al Ayuntamiento. En la plaza están formadas varias compañías de Gardes-Françaises.

           -¿No sois vosotros buenos ciudadanos, valientes Gardes-Françaises, es que no oís esos gritos? Les indica. ¿Es que no veis esos pobres desgraciados que vienen a vosotros y que os tienden los brazos? ¿Es que no oís los cañones, con los cuales ese sinvergüenza de Launay está asesinando a nuestros padres, nuestras mujeres, nuestros hijos, que se encuentran desarmados alrededor de la Bastille? ¿Dejareis que les degüellen, vosotros que tenéis cañones y que disponéis del poder? ¡Amigos míos! ¡Buena gente! ¡Gardes-Françaises! Están asesinando a los parisinos como si fueran borregos y ¿No iréis a la Bastille? ¿Y esos sargentos tan famosos, porque no se ponen a vuestro frente, para conduciros allí?

            -¡Adelante y os seguiremos! Grita alguien. Se oye un clamor inmenso:
            -¡A la Bastilla!

            El asedio vuelve a comenzar desde las cuatro. Los trescientos Gardes-Françaises, que han venido a apoyar a la insurrección, disparan contra la muralla – sin alcanzar ningún resultado. Se colocan entonces dos cañones en el patio de gobierno, en frente del segundo puente levadizo que  da acceso directo a la fortaleza. En cuanto Launay ve los preparativos, parece perder la cabeza y contesta con uno de sus cañones cargado de metralla.

             Pero, en ese preciso momento, los Inválidos levantan la culata de sus fusiles: desean rendirse. Launay quiere hacer saltar por los aires a la fortaleza, dos Invalidos se lo impiden y el gobernador decide capitular. Uno se sus oficiales – el teniente de Flue – desde una abertura del puente levadizo, logra hacerse oír:

            -¿Se le otorgará a la guarnición los honores de la guerra?
            -¡No!, ¡No!
            Launay escribe entonces esta nota: “Disponemos de veinte mil toneles de pólvora; volaremos el barrio y la guarnición si no aceptáis la rendición. De Launay. De la Bastilla, cinco de la tarde, 14 de julio de 1.789.”
           Puesto en equilibrio sobre un tablón colocado sobre el foso, Maillard – un ayudante de procurador que volveremos a encontrar en octubre en Versalles cuando el motín se transformó en revolución – se hace con la nota y va a entregarla al “estado mayor” de los asaltantes: compuesto por Hulin y de Elie – oficial del regimiento Reine-Infanterie. Estos acceden: no se le hará ningún daño a los defensores.

           -¡Bajad el puente! Vociferan otra vez los vencedores.
           “Me quedé muy sorprendido, contará el teniente de Flue, cuando un momento después, observé a cuatro Invalides que se acercaban al portón, lo abrían y bajaban el puente levadizo.”
             La turba se precipita adentro. Unos segundos después, se produce la masacre. Se mata a los oficiales, se cuelgan Invalides y Suizos. Se detiene y se arrastra al gobernador de Launay hacia el Ayuntamiento. En todo el trayecto, se le insulta y recibe varios lanzazos y heridas de espada. Gritan:

             -¡Hay que decapitarlo!
             -¡Hay que colgarlo!
             -¡Hay que atarlo a la cola de un caballo!
         -Está gravemente herido, suplica Desnot, decidiremos su suerte en el Ayuntamiento.
             -¡No, suplica Launay, dadme la muerte!

             “En ese mismo momento, contará un testigo, un particular le asesta su bayoneta en el vientre, ese golpe fue seguido por otros más, el Gobernador cae, se le arrastra hacia el arroyo. Se le asestaron varios golpes más con la bayoneta y la espada y se le remato con varios disparos de pistola.” Alguien grita:
             -¡Es un sarnoso y un monstruo que nos ha traicionado! ¡Hay que eliminarlo!

             Launay muerto, uno de los vencedores exclama:
             -¡La Nación pide su cabeza, para que la vea la gente!
             Se le entrega un sable a Desnot el cual, estando “acostumbrado a trabajar las carnes”, prefiere coger su navaja, luego se dirigen al Ayuntamiento para asesinar el representante de los mercaderes Flesselles.
             El día se terminará con una fiesta libertina. Se pasean por la ciudad las cabezas cortadas y paquetes de vísceras ensangrentadas.
             Rivarol lo explicará:
             -A eso se reduce la toma de la Bastille, tan aclamada por la población de París. Pocos riesgos, mucha atrocidad de su parte, y una gran imprevisión de Launay; eso es todo: solo se trató, en una palabra, de una toma de posesión.

       ¿Y en Versalles? ¿Como va a reaccionar el viejo “propietario”? Esa tarde, el Rey se había acostado después de haber escrito en su diario: "14, nada.” Sin embargo, esa tarde misma, unos representantes de la Asamblea habían venido, una vez más para solicitarle, que para calmar Paris, mandara retirar a las tropas que estaban acampadas en el Champ-de-Mars. Había accedido, ¿Qué riesgo corría? ¡Versalles y los alrededores de Paris, rebosan de soldados! ¡Los guardias personales, tienen puestas las botas desde hace dos días! ¡Madame de Polignac fue a ofrecer esta tarde, pastas, a los dos regimientos de alemanes que acampan en la Orangerie!              

       Los representantes, le habían comunicado también, que el pueblo se dirigía hacia la Bastille. ¡Muy bien! ¡Ya se defenderá! ¿No tenía M. de Launay sus cañones? ¡A la primera andanada los asaltantes desaparecerían! Mañana iremos a la Asamblea para disolverla. El rey se duerme tranquilamente… De repente, se le despierta con sobresalto. El gran maestre de su guarda ropa – el duque de La Rochefoucauld-Liancourt – se encuentra ahí a la cabecera de su cama:

            -Sire, han tomado la Bastille
            ¿Tomado? Pregunta Louis XVI aún poco despierto.
            -Si, Sire, por el pueblo. Han asesinado al gobernador. 
             Están paseando su cabeza en una pica por toda la ciudad.
            -¿Es una revuelta?
            -¡No, Sire, es una revolución!
  
              Pero ¿Que ocurría, mientras tanto con las “víctimas del despotismo”? Solo se acordaron de ellas por la tarde. Se tuvo que forzar las puertas de las celdas, porque los vencedores estaban paseando triunfalmente las llaves, de taberna en taberna. Se descubrieron siete prisioneros: dos locos que se mandaron enseguida a Charenton, cuatro falsificadores y el conde de Solanges, encerrado por incesto, culpable, según su tío “de crímenes atroces”. ¡Era poco importante! Se aumentó la partida añadiendo un conde de Lorges “viejo, héroe y  mártir”… ¡Que nunca existió! Lo que no impidió a Michelet de describirnos su barba llegando “hasta la cintura”.
              Mirabeau reclamará:

              -Si demasiados palacios no deshonraban a Francia, si el espectáculo más doloroso para un observador sensible, no fuese el horrendo contraste de las suntuosas mansiones de nuestros tratantes y de las miserables chozas de nuestros labradores, si hiciese falta otro monumento en la Asamblea Nacional para la imperecedera Constitución que debe proponer a la Patria, solicitaría que, en el lugar en donde la Bastille insultaba antaño a los derechos humanos, se levantara un monumento para recibir de ahora en adelante a los representantes de la Nación y que por toda inscripción, se pueda leer:
                                     
                             Bajo el reino de Louis XVI
                             Encima de las ruinas de una cárcel de estado, 
                             dedicada A las venganzas ministeriales
                             Y destruida por el pueblo de Paris
                             La asamblea Nacional de 1.789
                             Mil setecientos ochenta y nueve
                             Levantó este templo a la Libertad.


               ¡La leyenda ha empezado! “Una cárcel dedicada a las venganzas ministeriales”- ¡ Siete prisioneros!

               En cuanto a los héroes del día, los vencedores de la fortaleza, que se irán  pavoneando, revestidos de un hábito bordado con una corona mural, eran seiscientos treinta y tres, la tarde del 14. Hacia finales del mes de Julio, serán ochocientos sesenta y tres. Hecho que sorprendió al querido Lenôtre, la cifra se detuvo allí.

              ¡La verdad es bien decepcionante! Vale mejor creer en los quince cañones disparando con metralla y en el magnifico arrojo de todo el pueblo de Paris, asaltando la horrible cárcel, para salvar a las víctimas inocentes del poder arbitrario. Sigamos creyendo en la leyenda. ¡Es tan hermosa!
  



        
La "libertad" guiando al Pueblo

           
            


   

            
           
 


           






domingo, 21 de octubre de 2012

SATANÁS NO PODRÁ ATRAPAR NUNCA UNA ALMA HUMILDE NO TIENE POR DONDE AGARRARLA: LE RESBALA

El Alma del Soberbio triunfa a veces en la Tierra pero nunca en el Cielo





       Y de la misma manera que la Aurora Boreal que es el campo magnético que protege a la Tierra de las radiaciones nocivas del Sol, así la humildad del alma es la que la protege de los influjos nocivos de Satanás. En efecto, un alma siempre cae en el pecado por su Soberbia, que está estrechamente ligada al egoísmo, la envidia, y fomenta el odio y el desprecio hacia el Prójimo.

         El alma humilde nunca se rebelará contra nadie, ya que no es egoísta, no envidia a nadie, porque tiene presencia de Dios, lo que fomenta el amor y el aprecio hacia su Prójimo. No hace falta tener discernimiento de los espíritus, que es un don del Espíritu Santo para advertir la presencia de una persona soberbia, es un ser verdaderamente despreciable, ya que nunca admite las opiniones contrarias a las suyas, le gustan ser alabados y admirados por todos, de la misma manera una persona humilde, aunque quiera disimularlo, siempre se hará notar, le gusta pasar desapercibido y detesta recibir alabanzas.

Todos los grandes Santos fueron humildes, llama mucho la atención San Juan de la Cruz, que cuando se estaba muriendo en Úbeda recibió la visita de su Provincial de Andalucía, que le dijo, para consolarle de sus grandes sufrimientos, que recordarse todas las fundaciones que había realizado, a lo cual el Santo Doctor de la Iglesia, le dijo: "Cállese Padre, que no hay obra que haya hecho de la cual no me esté arrepintiendo", palabras que son estremecedoras viniendo de una persona tan humilde que siendo superior de un convento, el recibir de un hermano serios reproches e insultos, se arrodilló delante de él, besando el suelo, lo mismo que muchos años después hará santa Teresita, cuando era acusada por sus compañeras de faltas que no había cometido, se arrodillará de la misma manera que su Padre, fundador del Carmelo descalzo con Santa Teresa de Jesús.

                  

Dichos de Luz y Amor de San Juan de la Cruz



-Para enamorarse Dios del alma no pone los ojos en su grandeza, sino en la grandeza de su humildad.

-Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de conciencia, que cuantas obras puedes hacer.

-Más quiere Dios de ti el menor grado de obediencia y sujeción, que todos esos servicios que le piensas hacer.

-Tenga ordinaria memoria de la Vida Eterna, y que los que más abatidos y pobres y en menos se tienen, gozarán de más alto Señorío y Gloria de Dios.



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         En el Evangelio, vemos que a la petición de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, de que Jesús les reserve en su Reino una plaza a cada uno, a su derecha y a su izquierda, Jesús les pregunta si son capaces de beber su cáliz y recibir su bautizo, que simbolizan su terrible Pasión y su sublime Sacrificio en la Cruz, que son las señales más evidentes de su semejanza y de su pertenencia.

        Luego Jesús les aconseja de que si quieren ser grandes en los Cielos, tienen que ser pequeños en la Tierra, y aquí está uno de los actos más desconocidos e incomprendidos por la mayoría de los que se dicen Cristianos. Es la virtud de la humildad, don del Espíritu Santo, que se llama Santo temor de Dios, que es necesario tener para alcanzar toda la fuerza y las virtudes necesarias para combatir los terribles enemigos del alma: Mundo; Demonio y Carne.

         El primer enemigo, el Mundo solo se puede vencer con ese don de Dios: La Humildad, si no se tiene este escudo protector, el Mundo siempre triunfará, porqué las raíces del Pecado Original, que es un pecado de orgullo, aún subsisten en el alma de todos los mortales, y solo se destruyen con la humildad.

        El segundo enemigo, el Demonio, solo vence al alma soberbia, y no alcanza a derribar al verdadero humilde, ya que todo su tentación se basa en el orgullo, que siempre va asociado al odio, y a todo su ejército de múltiples guerreros: la gran multitud de todos los vicios y aberraciones que conllevan.

        El tercer enemigo, la sensualidad, se vence más fácilmente con la humildad, porque como lo dice la Sagrada Escritura, un abismo llama a otro abismo, y así como el abismo abisal de la Soberbia es la madre de todos los vicios, el de la Humildad es la madre de todas las Virtudes. 

       Se puede pues afirmar que la Humildad es como el escudo protector del campo magnético de la tierra que desvía todas las partículas atómicas nocivas enviadas por el sol, y que permite la orientación de los seres humanos y de los animales migratorios hacia su destino, de la misma manera, esta gran Virtud nos protege de los ataques de nuestros enemigos y nos indica el rumbo a seguir para alcanzar la Vida Eterna.

        Se puede también, por esa razón afirmar que el Infierno está lleno de almas que no han tenido esta protección porque no la han querido y la han rechazado, y el Cielo sin embargo ha recogido a todos los humildes.

    En el Sermón de las Bienaventuranzas, Jesús dice, dirigiéndose a los humildes, hijos de Dios: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Y también dirigiéndose a los soberbios, hijos de Satanás: "¡Ay de vosotros los ricos!", porque los soberbios son los ricos de corazón y los humildes los pobres de espíritu.

       Y también las palabras de Jesús: "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los Cielos", y aquí, esta afirmación no se aplica solo a los ricos pecuniarios como el rico Epulón, pero sobre todo se refiere a los soberbios.





viernes, 19 de octubre de 2012

LA OBSESIÓN DE ALGUNOS JERARCAS ECLESIÁSTICOS POR QUERER ANULAR LA TRADICIÓN CRISTIANA






SOBRE LA MISA TRIDENTINA



Aunque reconozco que la misa actual merece todos mis respetos, y que no cambia nada a lo más importante que es la Palabra y la presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía, observo que en las ceremonias actuales se ha perdido la Sacralización que había en la misa en Latín.
Los asistentes en general no se comportan de la misma manera, no hay respeto en la manera de comportarse al principio y sobre todo al final de la misa, que parece la salida de un cine o de un teatro. 
Las mujeres desde jóvenes, en su gran mayoría, vienen a la misa en verano con vestidos inmorales, sin que nadie les diga nada, cuya culpa es de ellas y también de los Párrocos de las Iglesias que no se lo impiden.
Este escrito lo he dirigido a un amigo mío que se ha pasado a la Iglesia Bautista, y que ha renegado de la Religión Católica.




            Te quiero explicar como era para mí y para muchas personas que conocí, la misa en latín. Esa misa era como la lengua de la Iglesia Católica, mi Patria espiritual, que me había enseñado de pequeño mi madre, terciaria del Carmen descalzo, era el signo de la continuidad de los cristianos desde el martirio del coliseo  Romano, que fue la semilla de nuestra Santa Fe, la que produjo  la savia necesaria para la implantación y el arraigamiento de la doctrina de Jesús. Era la lengua en la cual se perpetuaba la herencia recibida, me llegué a aprender casi todos sus sentidos, y sus sonidos me eran agradables, me podía comunicar con cualquier cristiano del mundo a través de esa lengua, pues era el lazo de unión que teníamos los Católicos en toda parte donde nos encontrábamos.

La misa actual ha suprimido todo los símbolos más sagrados: por ejemplo, cuando se recitaba el Credo y se decía "Et incarnatus est ex María Virginae", los fieles que estaban de pié se arrodillaban;  y también en la comunión y cuando el Sacerdote daba la bendición al final de la Misa. Esta "desacralización" de los sacramentos, y de la divinidad, llamada "teología de la secularización", es semejante a lo que ha traído la supuesta democracia en la vida política: Los niños en general ya no respetan a nadie, ni a sus padres, ni a los maestros, y lo que es peor, se  rebelan contra cualquier Jerarquía.

Esa Jerarquía está puesta y querida por Dios no solo en el Universo en donde todos los satélites giran alrededor de los planetas; los planetas alrededor del sol, y el sol con toda la galaxia alrededor de los misteriosos y poderosísimos agujeros negros, que como Dios, son invisibles, debido a su inmenso poderío, y se ocultan en la oscuridad de una nube, que simboliza su inacesibilidad, y además también, está puesta por Dios en los animales; en las plantas; y en toda la Creación. Toda la Creación obedece a los mandatos divinos y a las leyes puestas por el Creador, solo el hombre, desobedece y sigue las consignas de Satanás que dice: "No serviré".

Además, el latín tiene una fuerza de expresión de una contundencia tal, que no la tiene ninguna otra lengua: No es igual decir: “Credo in Unum Deum Patrem Omnipotentem” que decir: “Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso”, o en francés: “Je crois en un seul Dieu, le Père Tout Puissant. O bien “Veni Creator Spiritu” en vez de:  “Ven Creador del Espíritu” o en francés. “Viens Créateur de l´Esprit”. Cuando, de pequeño me encontraba en la misa, estaba el sacerdote de espaldas al pueblo, y por consiguiente sin distracciones posibles, como puede ser ahora observando al público y distrayéndose, o "cabreándose" por la mala actitud de algunos fieles, lo que le hace perder la concentración y el fervor necesarios para un acto tan solemne. Entonces cuando aún no conocía el sentido del latín, leía en mi bonito y ameno misal, con dibujos preciosos que te llenaban de devoción, con la traducción, en mi caso del latín al francés, fue así como aprendí el latín necesario para mas adelante entender sin ninguna ayuda su significado. 

Tú dices, que escuchando la misa en latín, la gente no entiende, pero en realidad, creo que entiende aún menos, cuando una persona de habla Castellana va al País Vasco, a Galicia o en Cataluña, y no hablemos si se desplaza al extranjero, verdadero Babel de lenguas.

             Aún hoy, después de tantos años, me alegro de recordar numerosas oraciones en latín, conozco el Pater, el Ave María, las letanías del Sto. Rosario, el Credo (recitado y cantado), conozco también varios cantos litúrgicos como el Pange Lingüa, el Te Deum, las oraciones de la misa, y el olor del incienso aún resuenan en mis oídos, y recuerdo el perfume,  con una grata armonía.

              He sentido añoranza y profundo pesar por el abandono deliberado de esa maravillosa herencia, y me ha escandalizado la actitud tan hostil hacia esa lengua de muchos sacerdotes para colmo ancianos, y ciertos feligreses, recordándome la actitud de algunos hijos que abandonan a sus ancianos padres, o por lo menos que no saben agradecer lo que han hecho por ellos, y que le faltan al respecto.

              Por eso doy gracias a Dios por el Papa Benedicto XVI, que la divina providencia nos ha dado, y ruego siempre por el, para que tenga fuerzas para combatir esa plaga de laicismo y de inmoralidad que nos invade, heredadas de la obsesión por querer anular, en vez de actualizar los ritos y las costumbres que han sido la práctica común de tantos Santos, Confesores, y Doctores de la Iglesia, como así lo ha denunciado el Exorcista del Vaticano el Padre Gabriele Amorth, en su entrevista a la revista italiana 30 Giorni..

              Por fin te diré que cuando voy a Francia, concretamente a Toulouse, Ciudad donde me crié, en la Parroquia de Saint Jean Baptiste que está en pleno centro, se celebran los domingos dos misas una en francés a las 9,30  y otra a las 10,30, en latín, con la autorización del Obispo del lugar. Pues bien, en la misa en latín, hay dos veces más gente que en la misa en francés, y en ella asisten muchos matrimonios jóvenes con niños, todos vestidos con modestia y celebrando la conmemoración de la muerte de Cristo con mucha fe y devoción.