MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 20 de enero de 2013

ORACION A LA AUGUSTA REINA DEL CIELO (INDULGENCIA DE SAN PIO X)


A LA AUGUSTA REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA

ORACIÓN CON 300 DÍAS DE INDULGENCIA
SAN PIO X , 8 - 6 - 1.908





El simbolismo de la Virgen María



¡Augusta Reina de los Cielos y Maestra de los Ángeles!
Vos que habéis recibido de Dios el poder de aplastar la cabeza del dragón infernal, os pedimos humildemente que enviéis las legiones celestiales para qué bajo vuestras órdenes, persigan a los espíritus malignos, los combatan por todas partes, repriman su audacia y los precipiten al abismo.
¿Quién como Dios? - ¡Nadie como Dios!
¡Oh Buena y cariñosa Madre!
Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza.
¡Oh divina Madre!, enviad los Santos Ángeles para defendernos
y rechazar muy lejos de nosotros el cruel enemigo.
Santos Ángeles y Arcángeles,
defendednos y guardadnos.

Esta hermosa flor, simboliza la Santísima Virgen María, que está representando la Reina de todas las flores, por sus pétalos de color rosa que sobresalen como la llama de amor de su Corazón Inmaculado, y su corola que es su Corazón dolorido, donde destacan sus virtudes en amarillo, que sobresalen como una hermosa corona de Reina, pero también lleno de heridas, que están representadas por los puntos amarillos sobre el fondo negro, que dan testimonio de todos los terribles sufrimientos pasados y presentes por causa de todos los pecados del mundo y que, como las heridas de un guerrero, testimonian su papel de Corredentora y Madre del Género Humano.

En el libro de Gabriele Amorth, exorcista del Vaticano, titulado "El último exorcista", se puede leer que San Pio X, escuchó la horrible voz de Satanás hablando con el Señor, el cual le daba permiso para actuar con más libertad y poder en el mundo. Comenta el Padre Amorth, que desconoce la razón.
La única explicación, que parece la más acertada, es que Dios lo ha permitido por razones de Justicia, ya que en este mundo donde existe la libertad del ser humano para escoger entre el Bien y el Mal, si el mal triunfa, es una victoria de Satanás, y tiene pues que tener también más poder.
Al Revés, si el Bien triunfa sobre el mal, Dios tiene más poder y entonces el Demonio tiene que retirarse.

El caso es que San Pio X, horrorizado  por lo que oyó, ordenó que después de cada misa se recitara la Oración a San Miguel Arcángel:

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha,
 sé nuestro amparo contra la adversidad y acechanzas de 
Satán y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, 
arroja al Infierno con el Divino poder, a Satán
 y a los otros malos espíritus, que andan dispersos 
por el mundo para la perdición de las almas. 
Amen

¡Esta oración fue anulada por el último Concilio, según lo comenta el Padre Amorth, en un momento que, según lo que creo, es de una mucho mayor degradación de la Humanidad, y por consiguiente una mayor presencia de Satanás!

Esta oración a la Augusta Madre de Dios, con Indulgencia de 300 días, fue también creada por el Papa Leon XIII  para luchar contra la acción de Satanás en el mundo.

Página para descargar libros gratis.
www.ArcadelaAlianza.net

La Santísima Virgen María, para poder contrarrestar esta acción ha querido, a través de una viuda húngara con seis hijos, que se de a conocer al mundo, la llama de amor de su Inmaculado y dolorido Corazón que ciega a Satanás, y que borra el pecado.
Esto esta detallado en este Blog en los escritos que están actualmente en los puestos 1º y 2º de los favoritos, y titulados:

"El arma secreta de la Virgen María para derrotar a Satanás"
 y  "El Amor es vencedor del odio"

Las indulgencias inagotable tesoro de la Iglesia:

http://el-ultra.blogspot.com.es/2016/05/las-indulgencias-tesoro-inagotable-para.html


viernes, 18 de enero de 2013

LA MANO DE DIOS PADRE ENTREGA AL MUNDO LA LUZ DE SU DIVINO HIJO JESÚS, CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO.



El pulsar y la nebulosa llamada "La mano de Dios"

Dice Jesús:

"Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la Luz" (Lc 8-16)

Esta nebulosa de la vía láctea, llamada la mano de Dios, que se encuentra a 17.000 años luz está formado por el pulsar PSR B 1509-58 de solo 20 km de diámetro, que está en el centro de la imagen y que gira completamente siete veces por segundo, creando una colosal dinamo eléctrica con una fuerza electro-magnética 15 billones de veces más potente que la de la Tierra.

Este potentísimo electro-imán, simboliza la fuerza del Espíritu Santo, que se mantiene unido a la mano de Dios Padre y que genera a su Divino Hijo Jesucristo, Luz que ilumina al Universo, proclamando: 

"Tu eres mi Hijo el amado, en Ti me complazco" (Mc 1-11).

Esta imagen de la Santísima Trinidad: El Padre, que es la inmensa fuerza de la mano, unida por el pulsar, que es la fabulosa fuerza electro-magnética del Espíritu Santo, el cual sale del Padre, genera y sostiene a Jesucristo, que es la potentísima Luz de las estrellas del firmamento, constituye el Cuerpo Místico de la Santísima Trinidad, que es el que da vida, y genera la divina Gracia, que da energía y calor, que es el Amor que sustenta a todas las almas, para así atraerlas a sí, y fundirlas a su vez con esa poderosa atracción en su Seno, que es el Reino infinito y eterno de Dios.

Y como todo lo creado por Dios, tiene un fin que ignoramos, ya que toda la misión y finalidad del sistema galáctico es un misterio que solo conoceremos en el Reino de Dios, porque es seguro que toda esa fabulosa energía del firmamento tiene una misión no solo para los millones de mundos habitados que nunca podremos alcanzar, pero también tiene una influencia misteriosa en nuestro mundo, siendo una de ellas la de guiar en las noches el camino a los hombres, no solo el camino material, pero seguramente también el camino espiritual, como ocurrió con los Reyes Magos, que se guiaron materialmente, para asistir al nacimiento del Hijo de Dios.

Y es que el Universo, tiene misterios que nunca podrán ser conocidos, ni siquiera sospechados, a pesar de todos los astrónomos, los matemáticos y los "sabios", porque la inmensidad de Dios, cuya imagen es el firmamento compuesto por miles de millones de galaxias, cada una de ellas con miles de millones de estrellas y de planetas, no podrá nunca ser conocido, porque el hombre es finito y Dios y el Universo hecho a imagen y semejanza suya, es infinito.

Y esto es lo que dice San Juan de la Cruz que ocurre con Dios, afirmando que los Ángeles que mejor lo conocen, porque están más cerca de Él, ya que son son los más plenamente iluminados, como son los Querubines y los Serafines, son los que mejor se dan cuenta de la distancia tan grande que les falta para conocer plenamente a Dios. 

Bienaventurados los que logran adentrarse en el conocimiento de Dios, que en este mundo está al alcance de unos pocos, que a la inversa de lo que ocurre en el mundo, donde triunfan los más materialistas, los que logran alcanzar a Dios son los más espirituales.

Teniendo en cuenta que Dios nunca se comunica con los soberbios y los egoístas que son la clase de personas más comunes, aunque estén dotadas de gran inteligencia y de una grandísima ciencia, porque estos defectos son la huella que ha dejado en todos nosotros el pecado original, la única manera de alcanzar la tan deseada unión con la divinidad, es morir al hombre viejo, y volver a renacer con la mentalidad de un niño que no conoce estas lacras.

He leído en los dictados de Jesús a María Valtorta, que Dios corta inmediatamente toda comunicación espiritual con los soberbios, lo que es la muerte del alma, pero con los egoístas, también la va cortando poco a poco. Puedo afirmar que en mi larga vida, he conocido muchas personas que han sido muy espirituales, y dotadas de grandes dones de inteligencia y sabiduría, que han sido víctimas de estas desgracias, uno era un modelo de Virtud, que traducía las palabras del exorcista que era un lenguaje desconocido, y que fue alabado públicamente por el Sacerdote, hasta que después fue desahuciado por él, ya que la traducción era errónea, el exorcista me dijo que se había pasado al budismo. Esta persona se olvidó de lo que dijo Dios Padre hablando de Jesús:

"Tu eres mi hijo el amado en Ti me complazco" (Mc 1, 11), ¡No dijo en Buda me complazco!

Conocí igualmente a una persona que me era muy querida, que en mi juventud me había iniciado en el misticismo, lo admiraba porque interpretaba las escrituras de una manera increíble, pero se fue encerrando en su "Sabiduría", y a pesar de ser muy inteligente, por no querer compartir sus dones con lo demás, se fue apartando del prójimo, y por lo tanto de Dios. A esta persona, por la cual rezo todos los días, se aplican estas palabras de Jesús:

"Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la Luz" (Lc 8-16)









lunes, 14 de enero de 2013

EL PERDÓN DE DIOS HACIA LOS PECADORES, SU NATURALEZA Y CUAL DEBE DE SER EL COMPORTAMIENTO DEL ALMA


LA GRANDEZA DE LA MISERICORDIA DE DIOS CON LOS PECADORES ARREPENTIDOS


EL CUARTO DE BAÑO DEL ALMA



Siempre me ha admirado la sublime Misericordia y perdón de Dios, en lo que se refiere al pecado, por horrible que sea, siempre que exista el sincero arrepentimiento, y es una maravilla tan grande que se asemeja a la Resurrección  de un cuerpo muerto y putrefacto como así lo estaba, en el caso de la resurrección de Lázaro.

 Esta Misericordia, que es el perdón de los pecados, es de una grandeza tan grande, que Satán, el eterno enemigo de Dios, conocedor de la importancia del Sacramento de la Penitencia, lucha incansablemente para inculcar en las almas la convicción de que el pecado cometido nunca será olvidado por Dios, para así entorpecer la acción de la Gracia, que para que tenga efecto, tiene que producirse en un corazón semejante al de un niño, que confía ciegamente en el amor y cariño de su Padre. 

Satán sabe que un corazón que desconfía de Dios es un obstáculo para la acción de la Gracia, y puede con su acción, aislar poco a poco el alma de Dios, algo así como cuando una fiera ataca a una cría de búfalo, para así poder evitar el enfrentamiento directo con la madre y así poder devorarla.

Porque ese es lo que busca incansablemente Satanás: apartar el alma de Dios para poder apoderarse de ella y arrancársela, alejándola de su protección que es su divina Gracia.

Y en eso consiste su labor y el de sus siniestros ministros: intentar crear los escrúpulos en  todas las almas, haciéndoles creer que están desahuciadas por Dios, y así llevarlas a la desesperación, porque les ha pintado a Dios como un verdugo que los tiene condenados, y llevándolos cuando puede al suicidio y al odio no solo hacia Dios, pero también hacia sus hermanos, porque si es verdad lo que dice San Pablo, que el que dice que ama a Dios que no ve, y que dice que no ama al prójimo que ve, es un embustero, también es verdad que el que no ama a Dios que no ve, también aborrece al prójimo que ve.


Y a ese respecto, recuerdo siempre un relato que me dejó la “carne de gallina”, y que cada vez que lo recuerdo, tengo dificultad en contener las lágrimas.
Una persona decía que veía y hablaba con el Sagrado Corazón de Jesús, una amiga suya completamente incrédula le dijo:
-“Vamos a ver si es verdad: ayer me confesé de un grave pecado, pregúntale al Sagrado Corazón de Jesús cual ha sido ese pecado, si me lo dices creeré que ves y hablas con Dios.
-“Muy bien, cuando lo vea le preguntaré”

Al cabo de algún tiempo, la amiga le preguntó:

-“¿Que te ha dicho el Sagrado corazón acerca de mi pecado?”
-“¡Me ha dicho que no se acuerda de nada!”


Estoy convencido que si esa persona hubiera confesado ese grave pecado sin arrepentimiento o con odio y rencor hacia otra persona, el Sagrado corazón de Jesús le hubiera dicho a la vidente, con todos los detalles cual había sido ese pecado tan grave, pero quizá no le hubiera dicho el por qué no le había  perdonado: Es el pecado contra el Espíritu Santo, que no se puede perdonar sencillamente porque la persona que lo comete no es capaz de perdonar a los demás. O también lo que ocurría con los Fariseos del tiempo de Jesús que veían milagros de Misericordia de Jesús y decían que lo hacía con el poder de Satanás.

Y aquí hay que recordar la famosa Parábola de Jesús sobre la persona a la cual un acreedor le había perdonado una deuda fabulosa, era un deudor suyo, que no tenía con que pagar, pero esa persona a su vez no perdonó una pequeña deuda a uno de sus deudores, lo que provocó la condena del acreedor que le hizo devolver hasta el último céntimo de su deuda.

Y los comentarios de S. Juan de la Cruz sobre el perdón de Dios a los pecadores en el Cántico espiritual (C 33,1)

“Para más inteligencia de lo dicho y de lo que sigue es de saber que la mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma, es a saber: limpiarla, agraciarla, enriquecerla y alumbrarla, así como el sol cuando envía sus rayos, que enjuga y calienta y hermosea y resplandece. Y después que Dios pone en el alma estos tres bienes postreros, por cuanto por ellos le es el alma muy agradable, nunca más se acuerda de la fealdad y del pecado que antes tenía, según lo dice por Ezequiel (18, 22); y así habiéndole quitado una vez ese pecado y fealdad, nunca más le da en cara por ella, ni por eso le deja de hacer más mercedes, pues que Él no juzga dos veces una cosa (Nab 1, 9).

Pero aún que Dios se olvide de la maldad y pecado después de perdonado una vez, no por eso le conviene al alma echar en olvido sus pecados primeros, diciendo el Sabio: Del pecado perdonado no quieras estar sin miedo (Eccli 5,5). Y eso por tres cosas: la primera, por tener siempre ocasión de no presumir; la segunda, para tener materia de siempre agradecer; la tercera, para que le sirva de más confiar para más recibir, porque si, estando en pecado, recibió de Dios tanto bien, puesta en amor Dios y fuera de pecado, ¿Cuánto mayores mercedes podrá esperar?    


miércoles, 9 de enero de 2013

EL HORRIBLE PECADO DEL ABANDONO DE LOS HIJOS A SUS PROGENITORES


El matrimonio de ancianos abandonados por sus hijos



En enero de 2.013, apareció en los medios de comunicación la noticia de que la Policía encontró sentados en el banco de una parada de autobús a un matrimonio  de ancianos, aterrados de frío, que llevaban mucho tiempo sin comer.

Tenía el hombre 84 años y la mujer 82, estaban desfallecidos y muy tristes. Debido a su permanencia tan prolongada en ese lugar, la gente indagó para ver cual era la causa de esta situación. Los dos ancianos confesaron con dolor que sus hijos los habían echado de la casa donde vivían.

Los hijos salieron en la televisión y afirmaron que la convivencia con sus padres era insoportable, y que además se habían marchado de la casa por su propia ,voluntad, naturalmente nadie los creyó, eran dos ancianos de un aspecto venerable, y los hijos tenían un aspecto deplorable. Estoy convencido que si esos ancianos hubiesen sido ricos en el sentido de poder dar en herencia una buena fortuna, o si hubieran disfrutado de una buena pensión, esos hijos ingratos nunca los hubieran echado de la calle. 

Menos mal que la justicia humana aún tiene un rastro de la Justicia divina, porque los hijos fueron encarcelados por abandono y falta de asistencia, en cuanto a los padres, fueron llevados a una residencia de ancianos del Estado.

Y esto, desde el punto de vista espiritual es lo que está pasando hoy día con mucha gente que ha abandonado a Dios y a la Santísima Virgen María, ambos progenitores del renacer del alma inmortal. Es  lo que vemos con estos hijos ingratos y desalmados, que no quieren cumplir con uno de los mandamientos  de la Ley de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre, y que además, y esto es mucho más grave, incumplen el primer mandamiento que es amar a Dios sobre todas las cosas, y por supuesto al prójimo como a uno mismo.

Y esto también ocurre, como lo he leído, con el abandono de parte de más de los dos tercios de la humanidad de las almas que han echado de su corazón a Dios, que los ha creado dotándolos con una alma inmortal, y con Jesús que los ha redimido con la corredentora, la Virgen María que ha sido declarada por Jesús en la Cruz Madre de la Humanidad.

El pecado contra los padres que los criaron, los alimentaron, se ocuparon de su salud y de su bienestar material, cuando eran niños, y a veces espiritual (no sé si fue este el caso), es un pecado gravísimo que de por sí ya pide un castigo que ya en este mundo se les aplica de parte de los Jueces, y de parte de Dios, que promete en la Biblia, larga vida en este mundo a los que cuidan de sus padres.

El pecado del abandono de Dios, es decir el incumplimiento del primer y más importante mandamiento, que está antes que el mandamiento de no matarás, es aún muchísimo más grave, ya que como lo dice San Juan de la Cruz, a Dios tenemos que tenerle un profundo agradecimiento por habernos creado y un infinito amor por habernos rescatado del botín de Satanás, que es la humanidad entera, por el pecado de Adán y Eva.

El haber rechazado a Dios Padre, Dios Hijo y por consiguiente Dios Espíritu Santo, atrae por si solo la condena más terrorífica: Al abandonar al sumo Creador, y al Rescatador que pagó con su terrible pasión y muerte en la Cruz el precio del rescate, el alma eterna del pecador queda en poder de Satanás, y será esclava del siniestro Príncipe negro para toda la eternidad.

Los únicos responsables de esta situación son estas almas, que con su libre albedrío han escogido el camino de la perdición, habiendo rechazado a sus verdaderos Padres: Su Creador, su Redentor y su Madre espiritual, que también intentaron por todos los medios, sin éxito alguno, darle lo mejor para sus almas: La Vida Eterna.



viernes, 4 de enero de 2013

EL SUFRIMIENTO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO ES DEBIDO A HABER ENTREVISTO EL REINO DE DIOS Y EL DE NO PODER ENTRAR EN ÉL POR CULPA DEL PECADO


¿QUIEN SINO DIOS PUEDE HABER CREADO
ESTA MARAVILLOSA FLOR?





La Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María




           Señor Dios, si como dice S. Juan de la Cruz: “toda la belleza del mundo, comparada con la belleza de Dios, es suma fealdad”, entonces ¿Como será esa belleza tuya, que dicen que si la pudiésemos ver aún que sea un segundo, pasaríamos mil agonías solo para poder verla otra vez?.

          ¿Cómo será tu Santo Reino, que dicen que si lo pudiésemos ver con nuestros ojos mortales, nos moriríamos de amor?
¿Cómo será el sufrimiento de las almas del Purgatorio que pudieron ver ese Cielo en el Juicio particular a la hora de la muerte?

        ¡Será un sufrimiento agridulce intensísimo, mezclado con la dulzura del saber que algún día lo poseerán!

       Solo nosotros con nuestras oraciones, nuestros sacrificios y nuestras misas, podemos acortar esta estancia necesaria para destruir la inmundicia que el pecado ha dejado impreso en su alma inmortal.

      Aquí está relatado por Jesús, el misterio del Purgatorio: Como y porqué sufren las almas del Purgatorio.



http://el-ultra.blogspot.com.es/2014/06/como-es-el-purgatorio.html


jueves, 3 de enero de 2013

¿POR QUÉ TE JACTAS DE HACER EL MAL? (Salmo 52)




Pero, desgraciado ¿No ves que estas margaritas buscan, adoran e imitan al sol, 
 que para ellas es la imagen de Dios?





¿Por qué te jactas de hacer el mal?
El amor de Dios dura para siempre.
Todo el día estás planeando crímenes,
tu lengua es una navaja afilada, artífice de engaños.
Prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez;
te gustan las palabras dañinas, lengua embustera.
Por eso Dios te destruirá para siempre,
te aventará, te arrancará de su tienda,
te extirpará de la tierra de los vivos.



          Aquí está descrita tu perversidad, enemigo de Dios, tú que has recibido de Él todo lo que tienes: La vida, la comida, la familia, y hasta el aire que respiras, a pesar de que Dios te manda a ti, ingrato pecador los mismos problemas y pruebas que al más justo de los creyentes, "haciendo Dios caer su lluvia sobre los buenos y los malos".

        Pero si sigues en tu malvada condición, que tiene un límite que Dios no te permitirá traspasar, sabrás lo que es el inmenso poder de Dios, y “te extirpará de la tierra de los vivos”





Al verlo, los justos temerán y se reirán de él, diciendo:
“Este hombre no buscó su fortaleza en Dios.
Sino que confió en sus grandes riquezas,
y se jactó de sus crímenes”


       Al ver a Jesús en su inmensa Gloria, que ha cambiado su cayado de Pastor, por su cetro de Rey inexorable, los justos, se regocijarán, al comprobar la recompensa que les ha merecido  su santo temor de Dios.

     Y se alegrarán al ver que no han seguido el camino del insensato, que no ha querido guardar los mandamientos de Dios, a pesar de todos los dones que Él le ha dado, siendo el más grande de ellos su gran paciencia y cariño para que, como lo dice San Juan de la Cruz, con su Amor, lo atraiga a la Luz, y con su terrible sacrificio de la Cruz, se apiade, se arrepienta y cambie de vida.




Pero yo, como un olivo verde en la casa de Dios,
confío en el amor de Dios por siempre jamás.
Te daré gracias siempre, porque has actuado,
y proclamaré ante tus fieles que tu nombre es magnífico.


        Pero yo, el verdadero hijo de Dios seré como un árbol fecundo en el Reino de Dios, porque confié siempre con santo temor, y siempre me guardé de ofenderle con mis pecados.

         Por eso siempre te agradeceré tanto las alegrías que me has prodigado, como las pruebas y las preocupaciones, que me han servido para no apartarme del camino recto, y siempre proclamaré ante los fieles tu gran misericordia, cuando me cogiste de la mano para levantarme, cuando había caído herido, y cuando me volviste a encaminar por el camino recto, cuando me desviaba hacia el precipicio, atraído por las falsas promesas del Ángel tenebroso y de sus siniestros ministros: El espejismo del mundo, y de la carne.

           Por eso siempre, como el buen ladrón, reconoceré que todos mis sufrimientos son debidos a mis errores y a mis pecados, y proclamaré que mi castigo en mi cruz es merecido, pero el Tuyo no, porqué nunca has cometido pecado alguno, bien al contrario has pasado por este mundo haciendo el Bien.

            Por eso te diré: “Señor, acuérdate de Mí, ahora que estás en tu Santo Reino”.


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domingo, 30 de diciembre de 2012

EXTRAORDINARIA MISERICORDIA DE JESÚS EN ESTE MUNDO PARA CON LOS PECADORES, PORQUE AÚN PUEDEN CONVERTIRSE MIENTRAS VIVEN.


La Predicación de Jesús 


      Extraordinario relato, en donde se ve la perfección de Jesús y el incansable esfuerzo de llevar a la salvación incluso a los que iban a ser sus verdugos, ofreciéndoles por anticipado su perdón para conseguir convertirlos y así, apartarlos de la condenación eterna, postura que ha conducido a muchos Pastores a creer que Jesús se comportará de esa manera en el día del Juicio, lo que es un error tremendo, ya que Jesús se comporta de esa manera en la Tierra, precisamente para que con la conversión, no pueda aplicar su Justicia que será entonces inexorable.

En efecto, el arrepentimiento y la conversión de las almas se aplican solo en esta tierra, debido a la Gracia santificante, obtenida en este mundo, que no es el Reino de Dios, por los méritos de su tremenda Pasión, y por la acción de la comunión de todos los Santos.

En el día del Juicio, es decir en el otro mundo, en el Reino de Dios, esa gracia no puede actuar, el alma se queda petrificada al comparecer ante el Creador a rendir cuentas, de la misma manera que la espiga del trigo, al llegar a su maduración, y al haber sido segado, no puede ya ni crecer, ni menguar.

En este pasaje del Poema del hombre-Dios. Jesús le demuestra a Pedro como es la inconstancia del hombre, como un justo puede ir por el mal camino y como un pecador puede volver a Dios:


“¡Simón mío! no jures nunca sobre el futuro de un hombre. Es la cosa más incierta que hay. Ningún elemento presente en el momento del juramento puede ser fianza de juramento seguro. Hay delincuentes que se hacen santos, y hay justos, o que tienen apariencia de justos, que se hacen delincuentes” le responde Jesús.





Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta
El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén
y en el barrio de Ofel.


(...) (Jesús y los apóstoles) salen del Templo, que hormiguea de gente, para sumergirse en el tráfico de las calles en donde todos se mueven presurosos, atareados en los últimos preparativos pascuales; y los que llevan con retraso buscan afanosamente una habitación, un vestíbulo, un sitio cualquiera y, transformándolo en cenáculo, poder comer el cordero.

En medio de ese gentío que se agolpa, es fácil así encontrarse y no reconocerse, en ese gentío que se agolpa, agitado continuamente en donde desfilan ante los ojos fisionomías de todas las edades y de todas las regiones, en donde hay israelitas y donde la sangre pura de Israel ha contraído por mezclas de sangre o simplemente por mimetismo, semejanzas con otras razas.

Y así, se ven hebreos que parecen egipcios, y otros, que por sus labios salientes, de narices chatas y de ángulo facial, parecen cruces con nubienses; otros que, por las caras afiladas, pequeñas, de extremidades gráciles, de miradas perspicaces, delatan su procedencia de las colonias griegas por su mezcla con griegos; mientras que otros, hombres altos y fuertes, de rostros pronunciados, revelan claramente su procedencia latina; también hay muchos que nosotros llamaríamos circasianos o persas, con rastros de ojos mongólicos o indios: con rostros blanquísimos los primeros, y de rostros aceitunados los segundos.

¡Un bonito caleidoscopio de caras y vestidos! Los ojos se cansan tanto, que al final miran sin ver. Pero lo que a uno le pasa desapercibido, otro lo observa. Es, pues comprensible que lo que le pasa desapercibido al Maestro, siempre un poco absorto dentro de sí, cuando no le hacen preguntas y le dejan en paz, lo note uno u otro de los que están con Él. Los Apóstoles que están más cerca de Jesús, comentan unos con otros lo que ven, cuchicheando entre ellos unas observaciones… muy humanas, respecto a las personas señaladas.

Jesús capta uno de esos comentarios incisivos sobre un discípulo que pasa raudo fingiendo no verlos: “¿A quién decís esas palabras?”, pregunta.

“A ese mochuelo” dice Santiago de Zebedeo mientras le señala. “Ha hecho como si no nos veía. Y no es el único que lo hace. Pero cuando quería curarse y te buscaba, ¡ah, entonces si que sabía vernos! ¡A ver si le viene la pústula maligna!”.

“¡¡Santiago!! ¿Con estos sentimientos estás a mi lado y te preparas a comer el cordero? Verdaderamente, tú eres más incoherente que él. Él se ha separado con franqueza, cuando ha sentido que no podía hacer lo que Yo decía. Tú te quedas, pero no haces lo que Yo digo.

¿No eres entonces más pecador que él?” Santiago se pone colorado hasta la congestión, y se retira detrás de los compañeros, avergonzado.

“¡Es que duele que actúen así, Maestro!, dice Juan, para ayudar a su hermano que ha sido corregido. “Nuestro amor se rebela al ver su desamor…”.

“Sí, ya. ¿Y pensáis que los vais a llevar al amor de esta forma? Desaires, malas palabras, insultos nunca han llevado a un rival o a uno que piense de forma distinta al punto a donde se quería llevar. 

Son la dulzura, la paciencia, la caridad – perseverantes a pesar de todas las negativas - , las que al final consiguen. Yo comprendo vuestro corazón, que sufre al no verme amado, y lo compadezco. Pero querría percibiros, veros más sobrenaturales en vuestras acciones y en vuestros medios para hacer que me amen. ¡Ánimo, Santiago, ven aquí! No he hablado para avergonzarte. Comprendámonos, amémonos al menos entre nosotros, amigos míos… ¡Que ya hay mucha incomprensión y dolor para el Hijo del hombre!”.

Santiago, tranquilizado, vuelve junto a Jesús. Andan un rato en silencio. Luego Tomás interviene bruscamente con una fuerte exclamación: “¡Pero es una verdadera vergüenza!”. 
“¿El qué?” pregunta Jesús.
“¡Pues la vileza de muchos! Maestro, ¿no ves cuantos fingen que no te conocen!”.

“¿Y qué?, ¿Cambiará acaso, su modo de actuar una iota de lo que está escrito acerca de Mí? No. Sólo para ellos se cambia lo que se podría escribir. Porque en los libros eternos se podría decir de ellos: “Los discípulos buenos”, y se escribirá: “Los que no fueron buenos, aquellos para quienes fue nada la venida del Mesías”.

Palabra tremenda, ¿sabéis? Peor que la de: “Adán, con Eva pecó”. Porque Yo puedo anular aquel pecado. Pero no podré anular este de renegar del Verbo Salvador… vamos a torcer por esta parte. Yo me detengo con los hermanos, con Simón Pedro y Santiago en el barrio de Ofel. Judas de Simón se quedará también. Pero Simón Zelote, Juan y Tomás irán al Getsemaní por las bolsas…”.
“Sí, así no se le atravesará el cordero a Jonás” dice Pedro todavía inquieto. Los otros ríen…
“¡Tranquilo, tranquilo! No te asombres de que tenga miedo. Mañana podrías tener miedo tú”.

“¿Yo, Maestro? Es más fácil que el mar de Galilea se transforme en vino que no que tenga miedo yo” afirma Pedro con seguridad.
“Sin embargo… la otra noche… Simón… no parecías muy valiente en la escalera del palacio de Cusa” muerde Judas de Keriot, sin mucha ironía pero… siempre con el sarcasmo suficiente como para pinchar a Pedro.

“¡Estaba agitado porque… temía por el Señor! No por otra cosa”.

“¡Bien! ¡bien! Esperemos que no tengamos nunca… miedo a quedar mal nosotros, ¿eh? Responde Judas de Keriot dándole una palmada en el hombro, protector y maligno… En otros momentos su modo de actuar habría desencadenado una reacción. Pero Pedro, desde la noche anterior, vive en estado de… admiración por Judas y le soporta todo.

Jesús dice: “Felipe y Natanael con Andrés y Mateo que se adelanten al palacio de Lázaro, para avisar que estamos llegando”.

Se separan estos últimos, y los otros siguen con Jesús. Los discípulos, menos Esteban e Isaac, van con los Apóstoles que han sido enviados al palacio.

En el barrio de Ofel, una nueva separación. Los encargados de ir al Getsemaní se encaminan, rápidos, junto con Isaac. Esteban se queda con Jesús, los hijos de Alfeo, Pedro, Santiago y Judas Iscariote; y, para no estar parados en el cruce, prosiguen lentamente en la misma dirección de los que van al Getsemaní. Van precisamente por la callecilla que será recorrida por Jesús entre sus torturadores la noche del Jueves Santo. Ahora, que ya es mediodía, está vacía de gente. Después de pocos pasos, hay una pequeña placecita, con una fuente sombreada por una higuera que abre sus tiernas hojas sobre la balsa de agua quieta.

“Ahí está Samuel de Analía” dice Santiago de Alfeo, que debe conocerlo bien. El joven está para entrar en casa con el cordero… Va cargado también con otros alimentos.

“Se ocupa de la cena pascual también para su pariente” observa Judas de Alfeo.
“¿Pero ahora, se ha establecido aquí? ¿No estaba fuera?” dice Pedro.
“Sí. Se ha establecido aquí. Se dice que tiene relaciones con la hija de Cleofás, el fabricante de sandalias. Tiene mucho dinero esa mujer…”.
“¡Ah! ¿Y por qué dice entonces, que Analía le ha abandonado?” pregunta Judas Iscariote. “¡Es una mentira!”.“El hombre se sirve fácilmente de la mentira. Y no sabe que haciéndolo se mete por el camino del mal. Basta el primer paso, un paso, para no poderse ya liberar… Es como el ajonje… es un laberinto…. Una armadita. Una armadita en bajada…” dice Jesús a Judas de Keriot.

“¡Qué pena! ¡Parecía tan bueno este hombre el año pasado!” dice Santiago de Zebedeo.

“Sí. Yo creía que imitaría a su prometida en cuanto a entregarse totalmente a Ti, siendo así una pareja de esposos ángeles y siervos tuyos. ¡Vamos, que lo habría jurado!...” dice Pedro.

“¡Simón mío! no jures nunca sobre el futuro de un hombre. Es la cosa más incierta que hay. Ningún elemento presente en el momento del juramento puede ser fianza de juramento seguro. Hay delincuentes que se hacen santos, y hay justos, o que tienen apariencia de justos, que se hacen delincuentes” le responde Jesús.

Samuel, entretanto, después de entrar en su casa, ha vuelto a salir por ir por agua a la fuente… y ve a Jesús. Le mira con visible desprecio y lanza un insulto.; sí, ciertamente es un insulto, pero es en hebreo y no lo entiendo.

Judas Iscariote se lanza repentinamente hacia delante, le coge por un brazo y lo sacude como si fuera un árbol del que se quisiera hacer caer la fruta madura: “¿Así hablas al Maestro, pecador? ¡Abajo! ¡De rodillas! ¡Inmediatamente! ¡Pídele perdón, lengua sucia de inmundicia de cerdo! ¡Abajo! ¡O te destrozo!”. Es terrible este Judas con esta violencia repentina. Su rostro se altera terriblemente. Inútilmente Jesús trata de calmarle. Hasta que no ve al blasfemo arrodillado en la tierra fangosa que hay alrededor de la fuente, no afloja la presión.

“Perdón” dice entre dientes el desgraciado, que debe sentirse torturado por la tenaza de los dedos de Judas. Pero lo dice mal. Sólo porque se ve forzado.

Jesús responde: “No guardo rencor. Tú sí, a pesar de lo que dices. La palabra es inútil si no está acompañada del movimiento del corazón. Tú, en el corazón, blasfemas contra mí todavía. Y con doble culpa porque me acusas y me odias por un motivo que tu conciencia, en lo hondo, te dice que no es verdad, y porque tú eres el único que ha faltado, no Analía, ni tampoco Yo. Pero te lo perdono todo. Ve y trata de volver a ser honesto y grato a Dios. Déjale Judas”.

“Me marcho. ¡Pero te odio! Me has pervertido a Analía y te odio…”.
“De todas formas, te consuelas con Rebeca, la hija del fabricante de sandalias; y te consolabas con ella ya desde cuando Analía era tu prometida y, estando enferma, pensaba sólo en ti…”.

“Me veía ya sin mujer… eso pensaba… y me buscaba esposa… Ahora he vuelto a Rebeca porque… porque… Analía no me acepta” dice Samuel disculpándose, al ver descubiertos sus enjuagues.

Judas Iscariote termina: “…y porque Rebeca es muy rica. Fea como una sandalia destaconada… y vieja como una suela perdida en un sendero… pero rica, eso sí, rica…”, y ríe sarcásticamente mientras el otro huye.

“¿Cómo lo sabes? pregunta Pedro.
“¡Es fácil saber donde hay vírgenes y dinero!”.
“¡Bien! ¿Vamos por esa calle estrecha, Maestro? Esta plaza es un horno de pan. Allí hay sombra y ventilación” suplica Pedro, que está sudando.

Y caminan, despacio porque esperan a los otros de regreso. La pequeña calle está desierta.

Una mujer se separa de la puerta y viene a postrarse a los pies de Jesús llorando.
“¿Qué te pasa?”.
“¡Maestro!... ¿Ya te has purificado?”.
“Sí. ¿Por qué lo preguntas?”.

“Porque quería decirte… Pero no te puedes acercar a él. Es todo podredumbre… el médico dice que está infectado. Después de la Pascua, voy a llamar al Sacerdote… e… Hinnón le recibirá. No me culpes, yo no lo sabía… Trabajó durante muchos meses en Joppe y me volvió así, diciendo que se había herido. Usé bálsamos y lavados con aromas… Pero no aprovechaban. Consulté a un herbolario. Me dio polvos para la sangre… Separé a los hijos… separé la cama… porque… me empezaba a dar cuenta. 

Empeoró. Llamé al médico. Me dijo: “Mujer, tu sabes tu deber y yo el mío. Esto es herida de lujuria. Sepárale de ti; yo le separaré del Pueblo; el Sacerdote, de Israel. Tenía que haber reflexionado cuando ofendía a Dios, te ofendía a Ti y se ofendía a sí mismo. Ahora que pague”. Obtuve el silencio suyo hasta el día siguiente de los Ázimos. Pero, si Tú tuvieras piedad del pecador, y de mí, que todavía le amo, y de los cinco niños inocentes…”.

“¿Qué quieres que te haga? ¿No crees que quien ha pecado es justo que expíe?”.
“¡Sí, Señor! ¿Pero Tú eres el Mesías viviente!”. Toda la fe de que una mujer es capaz, está presente en la voz, en la mirada, en el gesto de la mujer arrodillada con los brazos extendidos hacia el Salvador:

“¿Y él, que tiene en su corazón?”.
“Humillación… ¿Qué otra cosa podría tener, Señor?”.
“¡Sería suficiente un movimiento sobrenatural de arrepentimiento, de justicia, para obtener piedad!...”.
“¿Justicia?”.

“Si. Decir: “He pecado… Mi pecado merece esto y mucho más, y a los que he ofendido les pido misericordia”.
“Yo ya se la he dado. Tú, Dios, dásela. No puedo decirte: entra… ya ves que no lo toco ni siquiera yo... Pero, si quieres, le llamo y le digo que hable desde la terraza”.
“Si”.

La mujer mete la cabeza dentro de la puerta de casa y llama fuerte: “¡Jacob! ¡Jacob! Sube al tejado. Asómate, no temas “.
El hombre, pasados unos momentos, se asoma por el antepecho de la terraza. Una cara amarillenta; hinchada; vendados el cuello y una mano… Una ruina tábida de hombre… mira con los ojos aguosos propios del enfermo de innobles enfermedades. Pregunta: "¿Quién me requiere?”.

“¡Jacob, está aquí el Salvador!...”. La mujer no dice nada más, pero parece como si quisiera hipnotizar al enfermo, infundirle su pensamiento…
El hombre, sea porque siente este pensamiento de ella, o sea por un pensamiento espontáneo, extiende los brazos y dice: “¡Libérame! ¡Creo en Ti! ¡Es horrible morir así!”.
“Es horrible faltar al propio deber. ¿No pensabas en esta, ni en los hijos?”.

“Piedad, Señor… por ellos, por mí… ¡Perdón! ¡Perdón!” y se deja caer encima del murete, llorando. Las manos vendadas, sobresalen con todo el brazo, descubierto ahora por haberse subido la manga, con manchas por las ya próximas pústulas, hinchado, repelente… El hombre, así como está, parece una marioneta macabra, un cadáver arrojado allí, ya próximo a la descomposición: de pena y náusea al mismo tiempo.

La mujer llora, todavía en el polvo del suelo, de rodillas.
Jesús parece esperar aún una palabra… qué por fin, baja entre sollozos: “¡Elevo mi dolor a Ti, contrito de corazón! Dame al menos la promesa de que ellos no pasarán hambre… y luego, me marcharé, resignado a expiar. ¡Y salva mi alma, Salvador bendito! ¡Al menos mi alma! ¡Al menos mi alma!”.

“Sí. Te curo. Por los inocentes. Para darte la ocasión de mostrarte justo. ¿Comprendes? Recuerda que el Salvador te ha curado. Dios, por el modo en que respondas a esta gracia, te absolverá de tus pecados. Adiós. La paz a ti, mujer”. Y se marcha, casi corriendo, al encuentro de los que regresan de Getsemaní. Ni siquiera los gritos del hombre, que siente y ve que se está curando, le detienen, ni tampoco los de la mujer…“Vamos a torcer por esta callejuela, para no pasar otra vez por allí” dice Jesús, después de haberse reunido con los otros.

Entran por una callejuela miserable, tan estrecha que a duras penas dos pasan de lado y, si viene por ella un burro con albardas, no queda otra solución que aplastarse contra la pared como un sello. Hay penumbra, por los tejados que casi se tocan, y soledad, silencio y mal olor. Van en fila, como si fueran frailes, hasta el final de la miserable callejuela, Luego, en una placecita llena de muchachos, se reúnen otra vez en grupo.

“¿Por qué has dicho esas palabras a aquel hombre? No las usas nunca…” pregunta curioso Pedro.
“Porque aquel hombre será uno de mis enemigos. Y este pecado agravará al que ya tiene”.

“¡¿Y le has curado!?” preguntan todos estupefactos.
“Sí, por los pequeñuelos inocentes”.
“¡Mmm! Volverá a enfermar…”.
“No. De la vida del cuerpo, después del susto y el sufrimiento pasados, tendrá cuidado, no volverá a enfermar”.
“Pero dices que pecará contra Ti. Yo le quitaba la vida”.

“Tú eres un hombre pecador, Simón de Jonás”.
“Y Tú, demasiado bueno, Jesús de Nazaret” replica Pedro.

Los absorbe una calle central y ya no veo nada más.

Nota de María Valtorta:

¡Reconozco tanto al hombre curado como a Samuel. El primero es el qué en la Pasión, golpea con una piedra a Jesús en la cabeza. Reconozco más que a él, a su mujer, doliente ahora como entonces; y la casa que tiene una puerta "sui generis", alta, sobre tres peldaños. Y lo mismo, con la máscara de odio que lo transforma, reconozco en Samuel, al joven que mata a su madre de una patada, para poder ir a golpear el Maestro con un garrote!


sábado, 29 de diciembre de 2012

CASI TODOS LOS SUFRIMIENTOS Y LAS PREOCUPACIONES DE NUESTRA VIDA SON DEBIDOS A LA FALTA DE HUMILDAD Y LA FALTA DE UNIÓN CON CRISTO JESÚS



                             Jesús cargado con nuestros pecados




NO PREOCUPARSE  POR “LO QUE DIRÁN”, ES HACER  PRUEBA DE GRAN HUMILDAD, Y ALEJA DE NOSOTROS EL TERRIBLE  PECADO DE SATANÁS: LA SOBERBIA


Todas las preocupaciones humanas, vienen casi siempre por falta de humildad y de confianza en Dios, como lo dijo S. Juan de la Cruz en sus dichos de Luz y Amor:

“No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada y que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta”.

Y de esto tenemos sobrados ejemplos en la vida y obras de los grandes Santos: al Santo Cura de Ars le llegó un día un escrito de los Párrocos de los pueblos vecinos -  envidiosos por la gran afluencia de público que acudía a su Parroquia -, y dirigida al Obispo del Lugar, en el cual solicitaban que se le relevara de su puesto por su gran ignorancia religiosa que podía ser un peligro para la fe. El Santo ni se inmutó, estampó su firma en el escrito dando su aprobación a esta misiva dirigida contra su persona.

En otra ocasión, le llegó una carta anónima de un Párroco vecino, que el reconoció al observar su letra, pidiéndole que dimita por su ignorancia, ya que lo habían echado en cierta ocasión del seminario por su dificultad en aprender el latín. El Santo se dirigió a él diciéndole que era el único que le comprendía que le ayudara para que el Obispo le quite su Parroquia para ir a llorar sus pecados en el Monasterio de los Trapenses. Naturalmente, el autor de la carta al reconocer su santidad vino personalmente a pedirle perdón.

El mismo San Juan de la Cruz, al escuchar toda la lluvia de  improperios que le propinaba cierto fraile de su Orden, que él había reformado con Santa Teresa, comentó: “Este hermano si que me conoce muy bien”.

Por esta razón, uno de los consejos que  daba en sus escritos para combatir la soberbia, era procurar con su actitud, que la gente hablara mal de uno mismo.





De los cuadernos de Mª Valtorta  11-6-1.943.

Dice Jesús:

[…] Tienes tanta pena, ¡pobre alma! Pero Yo quiero aliviar tu pena, no “quitar” tu pena. Sino aliviarla. Aliviarla consolándote y aliviarla ayudándote a levantarla bien en alto para que sea totalmente meritoria. Si me escuchas verás que la herida duele menos.

María no seas una que no sabe hacer fructificar las monedas que Yo le doy. Cada acontecimiento de vuestra jornada de hombres es una moneda que Dios os confía para que la hagáis fructificar para la Vida Eterna. Sírvete de la nueva moneda que Yo te doy de manera que obtengas el cien por cien. ¿De qué modo?

Con la resignación en primer lugar, aceptando beber este cáliz sin volver para otro lado la cabeza evitando acercar los labios al amarguísimo borde.

Con gratitud siempre, hacia Mí que te doy con el conocimiento justo como Yo solo lo puedo tener, de hacerte el bien, o sea de hacer por ti un nuevo acto de amor.

Con confianza. Yo te ayudaré a llevar la nueva cruz y las otras que de esta brotarán. ¿No estás contenta de tenerme por Cirineo, Yo, tu Jesús que te ama?

Con visión superior sobre todo. Sí, no envilezcas el oro de esta cruz ensuciándolo con maquinaciones humanas. Y, ¿qué te importa que el mundo no te comprenda, ni siquiera en tus sentimientos más selectos? ¿Y qué? ¿Te preocupas porque te juzgan fría, egoísta, sin amor hacia tu madre? ¿Y qué? ¿Te afliges por un pobre juicio humano? No, María. Lo malo sería que Yo te juzgara culpable contra los mandamientos de la Ley Divina y humana por tu actuar hacia tu madre. Pero de los demás, no te preocupes.

Y mírame a Mí una vez más. ¿Acaso no fui Yo escarnecido por el insulto de que era blasfemador, un rebelde al Dios de Abraham, un poseído, un hijo sin corazón? Ningún discípulo es más que el Maestro, María, y cada discípulo debe por eso igualarme en las ofensas que recibe y en las obras que cumple.

De las ofensas se ocupan los demás, los cuales “no saben lo que hacen y lo que dicen”. Por eso, perdónales. De las obras ocúpate tú, continuando tu camino y levantando muy en alto tu espíritu hasta donde las piedras de la difamación, de la corta vista humana, no puedan llegar. Soy Yo quien ve y juzga  y quien te premia y bendice. Los demás son polvo que cae.

Ve en paz, María. Ves que te toco para quitar de tu cabeza la corona espinosa. Hoy la llevaré Yo por ti, y no busques más otros corazones aparte del mío para consolar tu sufrir. Aunque recorrieses toda la Tierra no encontrarías a nadie que te entendiera con verdad y justicia como lo puede hacer Jesús, tu Maestro y Amigo.

Ve en paz. Te doy mi Paz.”

[…] Todo el bien que vosotros hacéis, aunque sea muy vasto, es una pequeñez insignificante si se compara con el infinito Bien que es Dios, e incluso vuestras obras más perfectas, de una perfección humana, están llenas de errores a los ojos de Dios. Pero si las ofrecéis unidas a mis méritos, entonces toman las características que agradan a Dios, ganando en perfección, en extensión, y llegan a ser capaces de redención.

Es necesario saber hacerlo todo en Mí e imitándome a Mí y en mi Nombre. Entonces mi Padre ve en vuestras obras mi signo y la semejanza conmigo y las bendice y hace fructificar. Por una humildad equivocada no debes nunca decir: “Yo no puedo hacer esto”. Yo lo he dicho: “Haréis las mismas obras que hago Yo”. Así es porque permaneciendo en Mí con vuestra buena voluntad, os hacéis pequeños Cristos capaces de seguirme a Mí, Cristo verdadero, en todas las vicisitudes de la vida”.