MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 2 de septiembre de 2014

RELATOS DE ALPHONSE DAUDET


EL ELIXIR DEL REVERENDO PADRE GAUCHER 






Alphonse Daudet (1840-1897)



         Comenzamos a publicar aquí los relatos del celebre escritor francés Alphonse Daudet, que escribe cuentos de su Provenza natal, en su "Cartas desde mi molino" (Lettres de mon moulin) conocidos por todos los franceses, y que relatan cuentos muy divertidos y muy bien relatados por este novelista de la época de Napoleón III.

           - Bébame esto, vecino; ya me dirá Vd. lo que le parece. 
       Y gota a gota, con el minucioso cuidado de un orfebre contando sus perlas, el cura de Graveson me sirvió dos dedos de un licor verde, dorado, chispeante, exquisito...se me encandiló el estomago. 

        - Es el elixir del Padre Gaucher, la alegría y la salud de nuestra Provenza, me dijo el buen hombre con un aire triunfante; se elabora en el convento de los Premostratenses, a dos leguas de su molino... ¿No le parece que es más valioso que todos los licores de los cartujos del mundo?...Y si supiera que graciosa es la historia de ese elixir, pero más bien, escuche.... 

       Entonces, inocentemente, sin ninguna malicia, en este comedor del presbiterio, tan cándido y tan tranquilo, con su Vía-Crucis en cuadritos y sus bonitas cortinas claras y espesas como casullas, el párroco comenzó a relatarme una historieta algo escéptica e irreverente como si fuera un cuento de Erasmo o de d´Assoucy: 

         -Hace veinte años, los Premostratenses, o más bien los Padres blancos como así les denominan nuestros provenzales, habían caído en una profunda miseria. Tenía que haber visto en ese tiempo su convento, le hubiera causado una pena muy grande. 

        El gran muro, la torre Pacôme, se desmoronaban. Alrededor del claustro lleno de hierbajos, las columnitas se agrietaban, los santos de piedra se hundían en sus nichos. No había ni una vidriera intacta, ni una puerta que aguantara. En las marquesinas, en las capillas, el viento del Ródano soplaba como en la región de la Camarga, apagando los cirios, rompiendo el plomo de las vidrieras, sacando el agua bendita de las pilas. Pero lo más triste de todo era el campanario del convento, silencioso como un palomar vacío; y los Padres, por falta de dinero para comprarse una campana, ¡tocaban a maitines con palillos de madera de almendro!... 

         ¡Pobres Padres blancos! Aún los estoy viendo, en la procesión del Corpus, desfilando tristemente con sus capas remendadas, pálidos, delgados, alimentados solo con cítricos y sandías, y detrás de ellos, Monseñor el Prior, que venía cabizbajo, avergonzado de tener que sacar a relucir su báculo descolorido y su mitra de lana blanca roída por la polilla. Las señoras de las cofradías lloraban de pena en sus localidades, y los gordos porteadores de estandartes se reían entre ellos a escondidas señalando a los pobres monjes: los estorninos están delgados cuando van en bandadas. 

       El hecho es que los desafortunados Padres blancos, habían llegado ellos mismos a preguntarse si no hubiera sido mejor echarse a volar por el mundo, e ir a buscarse la vida cada cual por su lado. 

        Pero, un día que esta seria cuestión estaba debatiéndose en el capítulo, vinieron a anunciarle al prior que el hermano Gaucher pedía ser oído en el consejo...Tiene Vd. que saber para su mejor conocimiento, que ese hermano Gaucher era el vaquero del convento: es decir que se pasaba los días merodeando de arco en arco del claustro, empujando delante de el dos vacas famélicas, que rebuscaban la hierba en las rajas del pavimento. Criado hasta los doce años por una vieja loca del país de Baux, que se apodaba tía Bebón, acogido después por los monjes, el desdichado vaquero solo pudo aprender a apacentar a sus vacas y a rezar su Pater Noster; además solo lo sabía decir en lengua provenzal, porque tenía la cerviz dura y el espíritu como una daga de plomo. Además, era ferviente cristiano, aunque algo visionario, ¡Estaba a gusto con su silicio, y disciplinándose con un robusto convencimiento, y con unos brazos!...

        Cuando apareció en la sala capitular, sencillo y rechoncho, saludando a la asamblea con la pierna echada para atrás, el prior, los canónigos, el ecónomo, todo el mundo se echó a reír. Era siempre el efecto que producía cuando hacía su aparición en cualquier sitio, con esa buena cara grisácea, con su barba de cabra y sus ojos algo alocados; por eso el hermano Gaucher no se inmutó lo más mínimo. 

     Mis reverendos, dijo de un tono bonachón, manoseando su rosario de huesos de aceitunas, tienen mucha razón al decir que son los toneles vacíos los que suenan mejor. Imagínense que a fuerza de ahondar en mi pobre cabeza, ya de por si tan hueca, creo haber encontrado la manera de sacarnos a todos de tanta miseria.

     “He aquí como. ¿Se acuerdan Vds. de tía Bebón esa buena mujer que me guardaba cuando era joven? (¡Dios se apiade de su alma, la vieja coruja! cantaba canciones bien feas después de beber.) Como les estaba diciendo pues, reverendos Padres, tía Bebón, cuando vivía, conocía las hierbas del monte tanto e incluso mejor, que un viejo mirlo de Córcega. Miren Vds., hacia el final de su vida, había creado un elixir incomparable, mezclando cinco o seis clases de hierbas que íbamos a recoger juntos en las Alpillas.

      Han pasado ya muchos años; pero yo creo que con la ayuda de San Agustín, y con el permiso de nuestro padre Prior, podría-rebuscando atentamente-volver a encontrar la composición de ese misterioso elixir. Entonces solo tendríamos que embotellarlo y venderlo bastante caro, lo que permitiría a la comunidad enriquecerse tranquilamente, como así lo han echo nuestros queridos hermanos trapenses y los de la Gran...” 

        No le dio tiempo a terminar. El prior se levantó para abrazarle. Los canónigos le cogían la mano. El ecónomo, aún más emocionado que los demás le besaba con respeto el borde raído de su capucha... Luego todos volvieron a su asiento para deliberar; y, en ese acto, el capítulo decidió confiar el ganado al hermano Thrasybule, para que el hermano Gaucher pudiese entregarse por entero a la preparación de su elixir.

      ¿Como consiguió el buen hermano volver a encontrar la receta de tía Bebón? ¿Cuantos esfuerzos tuvo que hacer? ¿Cantas vigilias le costaron? La historia no lo cuenta. Lo único seguro es que al cabo de seis meses, el elixir de los Padres blancos ya era muy popular. En todo el Condado, en todo el país de Arles, no había ni una masía, ni una granja, que no tenía en el fondo de su despensa, entre las botellas de vino cocido y los tarros de aceitunas aderezadas a la picholine, un pequeño frasco de barro oscuro, etiquetado con las armas de Provenza, con un monje en éxtasis en una etiqueta de plata. Gracias al auge de su elixir, el convento de los Premostratenses se enriqueció muy rápidamente. La torre Pacôme se volvió a levantar. El Prior tuvo una mitra nueva, la iglesia hermosas vidrieras labradas; y, entre el fino encaje del campanario, todo un regimiento de campanas y de campanillas se oyó una mañana de Pascua tintineando y carilloneando doblando a rebato. 

        En cuanto al hermano Gaucher, ese pobre hermano lego cuyas rusticidades tanto alegraban el capítulo, no se volvió nunca más a hablar de ello. A partir de ese momento, solo se conoció al reverendo Padre Gaucher, hombre sensato y de gran saber, que vivía completamente apartado de los quehaceres tan pequeños y tan variados del claustro, y estaba encerrado todo el día en su destilaría, mientras que treinta monjes batían el monte, para buscarle las hierbas aromáticas... Esa destilaría, en donde nadie, ni el mismo Prior, podían entrar, era una antigua capilla abandonada, en el extremo del jardín de los canónigos. La sencillez de los buenos padres había hecho de ello algo misterioso y formidable; y, si por ventura, un joven monje atrevido y curioso, agarrándose a las parras trepadoras, llegaba hasta el rosetón del portón, volvía a bajar deprisa al ver al Padre Gaucher, con su barba de necromante, inclinado sobre sus hornillas, el pesa-licor en las manos; luego, todo alrededor, las trompas de gres rosa, los alambiques gigantes, los serpentines de cristal, todo lleno de trastos raros que relucían embrujados con la luz roja de las vidrieras... 

      Al final del día, cuando tocaba el último Ángelus, la puerta de ese lugar misterioso se abría discretamente, y el reverendo se dirigía a la iglesia para el oficio de la noche. ¡Había que ver que acogida tenía cuando atravesaba el monasterio! Los hermanos le abrían paso. Decían: 

     - ¡Silencio!... ¡es el guardián del secreto!... 

     El ecónomo le seguía y le hablaba cabizbajo....En medio de esos halagos, el padre se iba secándose la frente, su tricornio con las alas anchas colocado hacia atrás como una aureola, mirando alrededor   suyo, satisfecho, los grandes patios plantados de naranjos, los tejados azules en donde giraban las veletas nuevas, y, en el claustro deslumbrante de blancura- entre las columnitas elegantes y floridas- , los canónigos vestidos de estreno desfilando por parejas con el rostro sereno. 

     - ¡Todo eso me lo deben a mí! pensaba el reverendo para sí; y cada vez ese pensamiento le hacía subir bocanadas de orgullo. 

     El pobre hombre fue por ello bien castigado. Ahora veréis como... 

       Imagínese que una tarde, durante el oficio, llegó a la iglesia en un estado de agitación extraordinario: todo colorado, jadeando, la capucha atravesada, y tan nervioso que al tomar el agua bendita remojó sus mangas hasta el codo. Primero se pensó que era debido a la emoción por su tardanza; pero cuando se le vio hacer grandes reverencias al órgano y a las tribunas en vez de los saludos hacia el altar mayor, atravesar la iglesia como un vendaval, deambular por el coro mas de cinco minutos para encontrar su sitial, y luego sentado, inclinarse a derecha e izquierda con una sonrisa beata, un murmullo de asombro recorrió las tres naves. Se hablaba en voz baja de breviario en breviario: 

      - ¿Que le pasa a nuestro Padre Gaucher?... ¿Que le pasa a nuestro Padre Gaucher? 

       Por dos veces el prior, impaciente, dejó caer su báculo en las losas para imponer silencio...Allá en el fondo del coro, los salmos seguían oyéndose, pero los responsos decaían... 

      De pronto, en medio del Ave vérum, tenemos a nuestro Padre Gaucher que se cae de su sitial y clama con una voz deslumbrante: 

En Paris hay un Padre Blanco, 
Patatín, patatán, tarabín, tarabánco... 

       Consternación general. Todo el mundo se levanta. Gritan: 
       - ¡Llévenselo...está endemoniado! 
   Los canónigos se santiguan, El báculo de Monseñor se agita...Pero el Padre Gaucher no ve nada, no oye nada; y dos monjes fornidos tienen que llevárselo por la puerta pequeña del coro, agitándose como un exorcizado y siguiendo cada vez más con sus patatín y sus tarabánco. 
     Al día siguiente, al amanecer, el desgraciado estaba de rodillas en el oratorio del prior, y diciendo su culpa entre un río de lágrimas: 

     -Es la culpa del elixir, Monseñor, es el elixir que me ha sorprendido, decía golpeándose el pecho. Y al verlo tan compungido, tan arrepentido, el bueno del prior estaba el mismo emocionado 

     -Vamos, vamos Padre Gaucher, cálmese, todo esto desaparecerá como el rocío bajo el sol...después de todo, el escándalo no ha sido tan grande como Vd. cree. Claro que estuvo esa canción que era un poco...¡hum! ¡hum!...En fin, esperemos que los novicios no la hayan oído...Ahora, veamos, dígame con cuidado como ocurrió el asunto...Fue al probar el elixir, no es cierto? Se le fue la mano...Si, si, lo entiendo es como el hermano Schwartz, el inventor de la pólvora: Vd. ha sido la víctima de su invento...Y dígame, mi querido amigo, ¿Es acaso necesario que tenga que probar personalmente ese terrible elixir? 

      -Desgraciadamente, sí, Monseñor...la probeta me indica bien la fuerza y el grado del alcohol, pero para el acabado, el aterciopelado, solo me fío de mi lengua... 

     -¿Ah! muy bien...Pero escúcheme que os diga...Cuando Vd. prueba el elixir por pura necesidad, ¿Le parece a Vd. bueno? ¿Encuentra Vd. placer en ello? 

   -¡Por desgracia si, Monseñor, dijo el desdichado Padre poniéndose colorado...Hace dos tardes que le encuentro un “bouquet”, un aroma!...Es sin duda alguna el demonio que me ha hecho esa jugada...Por esa razón, he decidido de ahora en adelante usar solo la probeta. Me da igual que el licor carezca de finura, y que no se vuelva ya de color perla... 

       -No se le ocurra, interrumpió con viveza el prior. No hay que exponerse a desagradar a la clientela...Todo lo que tiene que hacer de ahora en adelante, ya que está sobre aviso, es tener cuidado ...¿Veamos, que le hace falta para catar...Quince o veinte gotas, no es cierto?...Pongamos veinte gotas...El demonio tendrá que hilar muy fino para que os pille con veinte gotas...Además para prevenir cualquier incidente, os dispenso de ahora en adelante de ir a la iglesia. Diréis el oficio de la tarde en la destilaría...Y ahora váyase en paz, mi Reverendo, y sobre todo...cuente muy bien sus gotas... 

       Pero ¡Ay!, el pobre Reverendo aún contando sus gotas...estaba agarrado por el demonio, que ya no lo soltó. 

      ¡Es la destilaría que oyó los singulares oficios! 

     Por el día, aún, todo iba bien. El Padre se encontraba bastante calma: preparaba sus hornillos, sus alambiques, ordenaba sus hierbas con esmero, todas las hierbas de Provenza, finas, grises, con labores de encaje, abrasadas de perfumes y de sol...Pero por la tarde, cuando las hierbas estaban destiladas y el elixir se enfriaba en las grandes tinajas de cobre rojo, empezaba el martirio del pobre hombre. 

       -...¡Diecisiete...diez y ocho...diez y nueve...veinte!... 

      Las gotas caían del recipiente al vaso bermejo. Esas veinte, el Padre las tragaba de un sorbo, casi sin placer. Solo la veinte y unava le llamaba la atención. ¡Oh! ¡Esa veinte y unava gota! Entonces para escapar de la tentación, iba a arrodillarse en la otra punta del laboratorio y se hundía en sus paternóstres. Pero del licor aún caliente salía un tufillo cargado de aromas, que venía a merodear alrededor de él, y muy a pesar suyo lo volvía a traer a las tinajas...el licor era de un bonito verde dorado...volcado encima, las narices abiertas, el padre lo mezclaba despacio, con su agitador, y en las escamas centelleantes que agitaba el río de esmeralda, le parecía ver los ojos de tía Bebón que reían y chispeaban mirándole... 

      -¡Vamos! ¡Solo una gota más! 

     Y gota a gota, el desdichado acababa por tener su copa llena hasta arriba. Entonces, agotado, se hundía en un gran sillón, y, el cuerpo relajado, los párpados medio cerrados, degustaba su pecado a sorbos, diciéndose en voz baja con un delicioso remordimiento: 

     -¡Ah! me estoy condenando...me estoy condenando!... 

     Lo peor de todo, es que en ese elixir diabólico, volvía a encontrar por no se sabe que hechizo, todas las feas canciones de la tía Bebón: Son tres pequeñas comadres que deciden hacer un banquete...,o: La pastorcita de Maese Andrés se va al bosque solita...y siempre la ya famosa de los Padres blancos: Patatín, patatán. 

      Imagínese la confusión por la mañana, cuando sus vecinos de celda le decían con malicia: 

      ¡Ea! ¡ea! Padre Gaucher, tenía Vd. cigarras en la cabeza, ayer noche al acostarse. 

       Entonces venían las lágrimas, las desesperaciones, y el ayuno, el cilicio y la disciplina. Pero no se podía hacer nada contra el demonio del elixir; y todas las tardes a la misma hora, la posesión volvía a empezar otra vez.

       Mientras tanto los encargos llovían en la abadía, lo que parecía una bendición. Los había que venían de Nîmes, de Aix, de Avignon, de Marsella...cada vez más el convento se parecía a una bodega. Había hermanos empaquetadores, hermanos con pegatinas, otros para la facturación, otros para el transporte: el servicio divino perdía es verdad por aquí y por allá algunos tintineos de campana; pero las pobres gentes del país no perdían nada, puede creerme... 

     Pero un hermoso domingo por la mañana, mientras que el ecónomo leía en medio del capítulo su inventario de fin de año, y que los buenos de canónigos le escuchaban con brillo en los ojos y la sonrisa en los labios, he aquí que el Padre Gaucher irrumpe en medio de la asamblea gritando: 

      -Se acabó...ya no lo hago más...devolvedme mis vacas. 

    -¿Pero que le pasa, Padre Gaucher? Preguntó el Prior, que ya se suponía por donde iban los tiros. 

     -¿Que qué me pasa, Monseñor?...pasa que estoy preparándome una bonita eternidad de llamas y de pinchazos de tridente...pasa que bebo, que bebo como un desgraciado...

      -Pero le había dicho que contara sus gotas. 

     -¡Ah! ¡Claro que sí, contar mis gotas! Es por tazones que tendría que contar ahora...Si, Reverendos míos, hasta ahí he llegado. Tres tazones cada tarde...ya entienden que esto no puede seguir así...por eso, mandad hacer el elixir por quien quieran...¡Que el fuego de Dios me alcance si aún me enredo en ello! 

       Son los capitulares que ya no se reían. 

    -¡Pero desgraciado, nos va Vd. a arruinar! Gritaba el ecónomo agitando su gran libro 

      -Entonces, ¿Prefiere Vd. que me condene? 

      Entonces es cuando el Prior se levantó. 

    -Mis Reverendos, dijo extendiendo su hermosa mano blanca en donde brillaba el anillo pastoral, hay un medio para arreglarlo todo...¿Es por la noche, no es así mi querido hijo, que os tienta el demonio?... 

     -Sí, así es señor Prior, de una manera regular todas las noches... por esa razón, ahora cuando veo que se acerca la noche, tengo, mejorando lo presente, unos sudores fríos, como el burro de Capitou cuando veía acercarse el fardo. 

      -Muy bien, tranquilícese...De ahora en adelante, todas las tardes en el Oficio, recitaremos a su intención la oración de San Agustín, a la cual se le atribuye una indulgencia plenaria...Con esto pase lo que le pase, Vd. se encontrará amparado...Es la absolución durante el pecado. 

     -¡Oh, muy bien! Entonces, muchas gracias Señor Prior! Y, sin pedir nada más, el Padre Gaucher volvió a sus alambiques, más ligero que una alondra. 

       Efectivamente, a partir de ese momento, el oficiante al final de las completas, no dejaba nunca de decir: 

      -Oremos por nuestro pobre padre Gaucher, que sacrifica su alma a los intereses de la comunidad...Oremus Domine... 

       Y mientras que en todas esas capuchas blancas, inclinadas en la sombra de las naves, la oración aleteaba temblando como una pequeña brisa en la nieve, allá, en la otra punta del convento, detrás de los ventanales incandescentes de la destilería, se oía al Padre Gaucher que cantaba con fuerza: 

En París hay un Padre Blanco, 
Patatín, patatán, tarabín, tarabánco; 
En París hay un Padre blanco 
Que hace bailar a las monjitas. 
Trin, trin, trin, en un jardín. 
Que hace bailar a... 

 ...Aquí el bueno del señor cura se detuvo lleno de espanto-
¡Misericordia! ¡Si mis feligreses me oyeran!


viernes, 22 de agosto de 2014

EL TREMENDO JUICIO DE JESUCRISTO REY, PRECEDE SU TRIUNFO, PORQUE TIENE LAS LLAVES DE LA MUERTE Y DEL INFIERNO.



JESUCRISTO REY ETERNO  DEL UNIVERSO
VENCEDOR DE SATANÁS










LA ANTÍTESIS DE LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES FE, ESPERANZA Y CARIDAD



             Estas tres virtudes teologales, son la condición necesaria, para llevar el alma de cada ser humano a la Vida Eterna, son el “motor de Dios”, que es el Amor infundido por el Espíritu Santo, por la acción de Cristo Jesús, que se encarnó e inmoló, cargando con nuestros pecados, y para indicarnos personalmente como tiene que comportarse cada ser humano, para poder así llevarnos al Reino de su Padre, el Dios Todopoderoso. 

        Y Jesús se encarnó como hombre, para que en el día del Juicio, nadie le pueda objetar: "Tú no sabes lo que es ser hombre en la Tierra, y estar sometido a toda clase de tentaciones"

          Pero esas tres virtudes teologales, tienen un enemigo, cuya condición necesaria, es su motor, se trata del odio infundido por Satanás, que conduce indefectiblemente el alma a la segunda muerte: la Muerte Eterna, al reino del Príncipe Negro.

           Contra la Fe en un Dios Eterno - cuya existencia proclama el Universo entero, que es una imagen y una irrefutable prueba, que desvela su infinitud, su poderío, su inteligencia, y muchísimos otros atributos, que ningún científico nunca podrá desvelar, porque un simple razonamiento filosófico y matemático, nos dice que lo finito no podrá nunca alcanzar lo infinito. Satanás opone la fe en el mundo material, que no es eterno, porque es una imagen perecedera, o un espejismo, ya que todos los científicos del mundo están de acuerdo en afirmar que el Universo tendrá un fin: El mismo sol consume ingentes cantidades de hidrógeno, y la Humanidad entera desaparecerá en un tiempo que, comparado con la eternidad, es como una gota de agua en todos los océanos del mundo.

           Contra la Esperanza en un mundo perfecto que es armonía y belleza - en donde desaparezca lo imperfecto, que es fealdad, siempre más o menos presente en el alma de cada ser humano, por culpa de las raíces del pecado original, – Satanás opone la sed y la esperanza en el mundo material, que nunca podrá colmar el alma, ya que como está escrito, hay que creer en Dios, porque el mundo material  pasa, pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. 

           Contra la caridad, que es el amor que le debemos a Dios, por habernos creado y redimido, y por darnos la posibilidad de poseer la Vida Eterna, Satán opone, con el motor del odio, la soberbia, la envidia, la mentira, la lujuria y la impureza, y todas las mezclas de esos elementos, que solo dan infelicidad ya en este mundo y la desgracia y el horror eternos, lo que es la segunda muerte. Y esto ocurre porque, como lo vemos en todos los vicios, el alma siempre quiere más. Como lo dice San Juan de la Cruz, los apetitos son como el fuego, al cual, cuando más leña se le echa, más crece, y son aún mucho peor, ya que cuando se deja de alimentar el fuego, este se apaga, mientras que el apetito aumenta cuando carece lo que ansía, y eso lo vemos en el drogadicto, en el borracho, el lujurioso, el avaro, que siempre quieren más y más.

        



De los cuadernos de María Valtorta
(17 de Agosto de 1.943)


             Dice Jesús:

          “Cuando Yo hago decir por boca del Amado que “también los que me traspasaron me verán”, no pretendo hacer alusión a los que me traspasaron hace ahora 20 siglos.

           Cuando Yo venga, habrá llegado el tiempo del triunfo de mi Reino. Te he explicado cómo será mi Reino y como serán sus súbditos. Será el tiempo del testimonio del espíritu, la parte divina encerrada en vosotros y que os da la imagen y semejanza con Dios. Siendo así, serán las partes espirituales que serán la causa de las decisiones del juicio que separa a los malditos de los benditos. Y en los malditos estarán los que con su espíritu sacrílego, que ha buscado a la Bestia, adorado a la Bestia y prostituido con la Bestia, han traspasado a lo largo de los siglos, el Espíritu divino del Hijo de Dios, después de haber, con los jefes de la serie maldita, traspasado la Carne del Hijo del Hombre.

          (…) La hilera de los que me traspasan es numerosa como arena sobre la playa del mar. No se cuentan sus granitos.

           Todos los delitos, todos los pecados cometidos contra Mí, ahora ya inviolable para el sufrimiento humano, pero susceptible aún a las ofensas causadas a Mi Espíritu, están señaladas en los libros que recuerdan las obras de los hombres.

          Todas las traiciones después de mis beneficios, todas las abjuraciones, todos los pecados contra la Verdad, traída por Mí, todos los pecados contra el Espíritu Santo, que ha hablado por mi boca, y que por mérito Mío ha venido a iluminar la palabra del Verbo, todas esas heridas hechas a lo largo de los siglos por la raza que Yo quise salvar, a pesar de saberla tan reacia al Bien, estarán presentes en el interior de los espíritus reunidos, los cuales, en la Luz fulgurante de Mí refulgir, reconocerán lo que hicieron con su obstinada voluntad de impugnar cuanto fue dicho y hecho por Uno que no podía mentir, ni hacer obras inútiles según la Ley divina de amor.

          Los negadores del Amor son los que me han traspasado, y conmigo han herido a Aquel que me ha generado y a Aquel que procede de nuestro Amor de Padre y de Hijo. Todo Juicio es remitido al Hijo, pero el Hijo juzgará también las culpas cometidas contra el Padre y el Espíritu.

           El portador de Vida, el Viviente eterno y el Eterno Inmolado que el mundo quiso muerto, matado como se mata al delincuente que daña – mientras que Yo era el Santo que perdonaba, el Bueno, que hacía el Bien, el Poderoso que curaba, el Sabio que instruía – es Aquel que abrirá las puertas a la muerte verdadera e introducirá el cuerpo y las almas de sus homicidas. El portador de la Vida que se vive en el Cielo, cerrará las puertas del Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la muerte a la Vida.

         Yo lo haré, porque Yo, Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador y Señor vuestro, Juez eterno, tengo las llaves de la muerte y del Infierno.”
          

          


          

sábado, 9 de agosto de 2014

COMO COMENZÓ LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


Mapa de Europa antes de la primera guerra mundial



          Extraordinario relato de las causas de la Primera guerra Mundial, cuyo centenario se ha celebrado recientemente, aquí están descritas de una manera magistral, las causas provocadas por los Nacionalismos exacerbados, la soberbia de los gobernantes y su incapacidad para resolver con dignidad los problemas de los pueblos, que son siempre los que pagan las consecuencias de todos los pecados de sus gobernantes.

          La Santísima Virgen, ya había explicado a los pastorcillos de Fátima que esa guerra era fruto de los pecados de los hombres: La triple concupiscencia generada por el misterio de iniquidad, es siempre la causa de todos los males, También les dijo la Stma.Virgen, que si el mundo no se arrepentía, vendría otra guerra aún peor, que fue la segunda guerra mundial, la mayor masacre de la Humanidad.




LAS CAUSAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

(Relatada por el historiador francés André Castelot)



             El 28 de Junio de 1.914, todo el elegante Paris se reúne en el hipódromo de Longchamp. ¡Es el Grand Prix! Las damas emplumadas, el pecho rebosante y florido, lucen con orgullo sus últimos modelos. En chaquet y sombreros de copa, los señores transpiran bajo el sol. Al día siguiente, se acabará la vida parisina, y cundirá la deshonra  para los que no podrán abandonar la capital… y algunos preferirán esconderse tras sus contras cerradas antes de que adviertan su presencia. Se habla mucho del gran Modista Poiret,  que con sus modelos, acaba de terminar su gira triunfal por toda Europa; se habla de l´Otage de Claudel, que acaba de presentar Lugné-Poe, se habla también de Madame Caillaux que mató el director del diario Le Figaró, y cuyo Juicio ha sido fijado para el 20 de Julio. Se habla sobre todo de Sardanapale, el caballo del barón de Rothschild, que es el favorito para ganar el Grand Prix…

         En la tribuna oficial, los presidentes de la Cámaras y el cuerpo diplomático acogen a Poincaré y a su mujer, el Presidente de la República solo la ha desposado el año anterior, casada dos veces, la italiana Henriette Benucci, antes de ser Madame Poincaré, había tenido una existencia bastante agitada y el futuro Presidente solo había obtenido el consentimiento de su madre, prometiéndole de casarse en un ayuntamiento de Paris.

          -Tendrá lugar en Paris, le prometió y no se enterarán ni vuestros criados.
          La tercera carrera se termina… “La pureza del cielo, relatará Raymond Poincaré, la muchedumbre de los espectadores, la elegancia de los vestidos, la belleza del trazado de las carreras en su inmenso campo de verdor, todo hacía presagiar una tarde encantadora, seguía algo distraído el galopar de los caballos…”
          La cuarta carrera va a dar comienzo.

           En ese momento, un telegrama de la agencia Havas se entrega al Presidente, relatando la noticia que va a barrer todo un mundo: ese mismo día a las once de la mañana, el Archiduque heredero de Austria-Hungría, Francisco - Fernando y su esposa morganática, la duquesa de Hohenberg, han sido asesinados a tiros de revólver en las calles de Sarajevo, en Bosnia, por un estudiante nacionalista serbio Gavrielo Prinzip.

          Inmediatamente, Poincaré comunica el telegrama al conde Seczen, embajador de Austria-Hungría, que empalidece, y pide permiso al Presidente para retirarse. Los otros embajadores al no seguir el ejemplo de su colega, obligan a Poincaré a  permanecer en Longchamp. Como es de suponer, nadie se interesa ya por las hazañas del caballo Sardanapale.

          “Solo se hablaba de ese asesinato, dirá Poincaré, y de las consecuencias políticas que podían acarrear. Unos se preguntan cuál será el porvenir de la monarquía de los Habsburgos, los hijos del archiduque y de su esposa morganática habían sido excluidos anteriormente de la sucesión al trono por voluntad del archiduque; los demás temen por ver de nuevo agudizarse los problemas balcánicos. El Señor Lavhovary ministro rumano, se muestra muy preocupado, teme que ese crimen sea un pretexto de Austria para iniciar un conflicto”.

          ¿No ha anexionado Austria-Hungría, hace solo 6 años a Bosnia-Herzegovina, poblada de eslavos, que no llevan en su alma a sus nuevos amos? ¿Acaso no sueñan esos Austriacos a su pesar, de volverse Serbios? ¿Y Francisco-José no aprovecharía la ocasión para darle por fin su merecido a la turbulenta Serbia”, la cual – los Austriacos van a jurarlo - ha armado los brazos del asesino? Habría que decir de los asesinos, ya que un primer atentado – a las 10 y 25 - se había producido contra el Archiduque: una bomba escondida en un ramo de flores, había sido arrojada dentro del coche oficial, pero Francisco-Fernando había tenido la precaución de arrojar a la acera el artefacto que empezaba a echar humo - Una terrible explosión había herido gravemente a oficiales de su séquito y transeúntes, el asesino Chabinovitch – otro Serbio más – había sido él también detenido. Otros cómplices – todos pertenecían a la asociación revolucionaria, La Mano Negra – habían sido igualmente encarcelados.

          Mientras que Poincaré vuelve al Elysée, el Kaiser se enteraba de la noticia en Kiel, en donde estaba con las regatas, la nota con la noticia se tiró sobre el puente del yate en  la pitillera del almirante Muller que se arrimó lo más cerca posible del barco imperial.

          -¡Tenemos que barrer a los Serbios! Exclamó un poco más tarde.
          […] –Estamos recibiendo de Viena y de Budapest noticias muy alarmantes. La Bolsa es ahí detestable- Todos venden a brazo partido a cualquier precio. Parece que la nota que se va a entregar en Belgrado, será al contrario de lo que se cree en Francia, tan rígida y tan flagrante, que es posible que por sí sola sea capaz de provocar un conflicto.

          Poincaré, a pesar de ello se embarcaba con Viviani en el acorazado France hacia Cronstad y San Petersburgo… con el fin de asegurase del buen funcionamiento de la alianza franco-rusa, la cual según el embajador  Paleólogo, tenía que ser reforzada. El agregado militar de Austria en Rusia tenía toda la razón cuando le decía a un alto funcionario Zarista:

          _ Estamos seguros de su actitud pacifista.
          _ ¿Y eso por qué? le preguntó el Ruso.
        _Pues porque su País no está actualmente capacitado para entrar en guerra. En primer lugar vuestro armamento no está a la altura, y por otra parte, si estallara la guerra en su País, eso provocaría a corto plazo, la revolución. ¡Palabras verdaderamente proféticas! el ministro de la Guerra Soukhomlokov, un hombrecillo regordete, con su barbichuela, su largo bigote blanco, su forma en anchura, sus modales felinos y su falsedad "se parecía a un gato", creía indefectiblemente a la superioridad de la bayoneta sobre la bala de escopeta. Bárbara W. Tuchman en su apasionante Agosto 14, nos da unas cifras elocuentes sobre el Ejército ruso en 1.914. Es así como Rusia empieza sus hostilidades con 850 balas por cañón, cuando los ejércitos occidentales disponían de 2000 a 3.000. La división de infantería disponía de siete baterías de campo, cuando los alemanes tenían catorce. Todo el ejército ruso disponía de 60 baterías de artillería pesada frente a las 381 de los alemanes".

          El Ministro - entre dos tripoteras – alzaba los hombros cuando se atrevían a decirle que las tácticas habían evolucionado desde 1.887 cuando, sable en mano, había hecho sus primeras armas contra los Turcos. 

Francia conocía mal esos datos, cegada por el número aplastante de soldados los cuales – sobre el papel – podían presentar contra los imperios centrales: en total seis millones y medio. Este considerable “potencial humano" tranquilizaba, este “rodillo compresor” hacía olvidarse de consultar un mapa, una simple ojeada hubiera demostrado que, cada soldado ruso tenía que recorrer una media de 1.100 kilómetros para poder alcanzar la frontera, y que la red de los ferrocarriles - cuyo ancho era superior al de los alemanes – tenía una densidad diez veces menor  que la de los futuros enemigos de Rusia.

          Mientras que Poincaré y los soberanos rusos brindaban y proyectaban reuniones futuras para 1.915, los acontecimientos iban progresando.
           - Pero ahora se iban a precipitar.

           […] Pero el 26, Austria que desea el conflicto, rechaza la nota de disculpas de Serbia. ¿Seguirá Alemania a su aliado? Guillermo quería limitar sus instintos guerreros a dedicarse a rizar los ganchos de su bigote, a cambiarse de uniforme varias veces al día, y a montarse para trabajar en una silla de montar completa, con sus estribos, sujeta en un madero con forma de caballo… Pero no está solo.

          El Estado mayor, en su mente, ve rodar hacia la frontera sus 6.010 vagones de ferrocarril por cada cuerpo de ejército, y nada puede ya aminorar el optimismo de los políticos - ¿No se prometió acaso a Austria de luchar con ella, si una acción de castigo contra Belgrado uniría Serbia con Rusia? Julio Cambon, el embajador de Francia en Berlín, trata en vano de demostrar al secretario de Estado de los Asuntos exteriores, que Francia e Inglaterra se verán obligados a declarar la guerra. Lo que el Kaiser iba a realizar era con toda seguridad descabellado:

            No conseguiréis nada y correréis el riesgo de fracasar. Francia se defenderá mucho mejor de lo que pensáis. Inglaterra que cometió en 1.870, con Napoleón III, en la batalla de Sedan, el error de dejarnos aplastar, no lo volverá a hacer, podéis estar seguros de ello […] os vais a encontraros solos contra toda Europa, tendréis como aliado solo un Imperio carcomido.

             El interlocutor de Julio Cambon, había contestado con una risíta:
         -Ud dispone de sus propios informes, nosotros tenemos los nuestros, que son completamente distintos.
          El 28 de Julio, Austria declara la guerra a Serbia, el absurdo juego de las alianzas va a disparar la locura de los hombres.

         -Lo he previsto todo, declaró el octogenario Francisco – José.
          Todo, menos el descalabro del puzle Austriaco....

         [...] La mañana del 4 de Agosto; en Berlín - Un Berlín bajo la lluvia - el emperador, vestido de gala, su casco en la cabeza, sentado en su trono, recibía a sus diputados y declaraba:

           - Desenvainamos la espada con la conciencia limpia y las manos limpias-
          A las tres de la tarde, en el Reichstag, se reúnen los diputados. Aún desconocen la entrada de las tropas alemanas en Belgica.

             Nuestras tropas, anuncia Bethmann - Hollweg, han ocupado el Luxemburgo y están quizás ya en Bélgica (profunda emoción). A decir verdad, Francia había prometido de respetar la neutralidad bel ga, pero sabíamos que se preparaba para invadir a Bélgica... y no podíamos esperar; la necesidad hace ley.

                   A continuación, el canciller añadirá lo que el almirante Tirpitz llamó "la más grande idiotez pronunciada por un Estadista alemán" :

                 Nuestra invasión de Bélgica es contraria al derecho internacional, pero repararemos el daño causado - lo digo francamente - cuando alcancemos nuestros objetivos.
                       "Nunca olvidaré el momento en que leí ese discurso, escribirá el príncipe de Bülow, predecesor de Bethmann - Hollweg, porque he sentido muy raramente una angustia semejante.Entendí lo que la gente y los niños quieren expresar cuando dicen: "Mi corazón se detuvo". Entendí entonces que con esta declaración solemne habíamos quedado desacreditados para todos los asuntos imponderables, que por ese discurso de una estupidez incalificable, poníamos en contra nuestra a la opinión pública del mundo entero.
                 Por la tarde, Bethmann - Hollweg proseguirá con sus "estupideces" al hablar con el embajador de Inglaterra - sir Edward Goschen - y llamará "trapo de papel" la garantía de la neutralidad belga firmada por los principales Estados europeos, incluido Alemania.

       -Estaréis de vuelta antes de que empiecen a caerse las hojas de los árboles, anunciará el Kaiser a sus oficiales.
        Todos se imaginaban desayunando en el café de la Paz  el 2 de Septiembre, aniversario del desastre francés de Sedan-
      Será una tormenta violenta, pero muy corta, predecía Bethmann - Hollweg; cuento con una guerra de tres o todo lo más cuatro meses, y he organizado toda la política en ese sentido.

        En Paris los convoyes partían de la estación del Este, llevando estas palabras trazadas con tiza: "Tren de placer para Berlín". Y los movilizados gritaban: "Volveremos dentro de dos meses... "

        El que tuvo una visión más clara en estos primeros días, fue sin duda alguna el mariscal lord  Kitchener, secretario de Estado británico de la guerra, y que declaró a sus colegas:
          -Tenemos que estar preparados para enviar al frente ejércitos compuestos por millones de hombres y a mantenerlos durante varios años.
     "Nadie supo jamás, escribirá Grey, como, con que razonamiento, llegó a hacer esta predicción sobre la duración de la guerra."

            La vigilia de armas toca a su fin, Los embajadores van a encontrarse en paro. La palabra la tienen ahora los cañones- Pero el primer muerto cayó 32 horas antes de la declaración de la guerra.

           La mañana del domingo 2 de Agosto, el teniente alemán Meyer, recibía esta orden: "Pasad la frontera, y mandad observadores en la dirección de Belfort, pasando por Delle, para ver donde se encuentran agrupadas las fuerzas. "La patrulla - como así lo contará un testigo alemán - se llenó de alegría y de deseo de combatir, orgullosa de ser la primera en enseñar al enemigo, la fuerza del jinete alemán".

              En Jonchery, a doce kilómetros de la frontra, delante de la casa del Señor M. Docourt, se encontraba el pequeño destacamento del 44 regimiento de infantería: cuatro soldados a la orden de un cabo: el cabo Peugeot. Pero demos la palabra a la hija del Señor Docourt, la cual, medio siglo más tarde, me contó ella misma la escena:


          - Eran las diez de la mañana, salí de la casa para ir a buscar agua a la fuente que estaba a unos treinta metros de la casa. Repentinamente, vi a una patrulla alemana que atravesaba el campo de trigo y que se encontraba del otro lado de la carretera. Volví enseguida a mi casa gritando: "¡Socorro! ¡ Están aquí los Prusianos! los cinco soldados que estaban en nuestra casa salieron enseguida y oí al cabo Peugeot hacer la llamada reglamentaria de alto...

          

     Pero la patrulla alemana disparó. Peugeot cayó. Estaba gravemente herido pero aún tuvo fuerzas para coger el fusil y disparar; el teniente alemán fue derribado. Vi al cabo Peugeot levantarse; anduvo unos pasos titubeando hacia la casa y cayó ahí, en la entrada de la puerta, en este mismo sitio, señor, en donde nos encontramos ahora mismo.

       La sangre se derramó - la primera sangre de una de las más espantosas matanzas de la Historia.


                           
          


        

     

          

sábado, 2 de agosto de 2014

POR QUÉ LOS MÁRTIRES PERDONAN A SUS VERDUGOS EN LA TIERRA, PERO CLAMAN JUSTICIA EN EL CIELO

TODO EL QUE QUIERE, PUEDE ALCANZAR LA VIDA ETERNA
EN ESTE MUNDO


Mensaje de Misericordia de Jesucristo al mundo actual

(Confiado a Santa Faustina)


965- Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de mi misericordia. Si no adoran a Mi misericordia, morirán para siempre. Secretaria de mi misericordia, escribe, habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mí Justicia.


La Misericordia está compuesta de dos premisas:
          La Justicia: Perdono y es necesario, porque Cristo sabe que yo también soy pecador, y si yo no perdono no seré tampoco perdonado, porque cualquier pecado es una ofensa al prójimo y también a Dios.
          La bondad: Perdono, y es también necesario, porque Cristo sabe que si he sido misericordioso con los demás, Él también lo será conmigo.

En eso consiste el mensaje de Jesús a Santa Faustina: el que no quiere entrar por la Puerta de la Misericordia, es decir el que no se ha acogido a estos dos axiomas, será tratado como él mismo trató a los otros, con Justicia que exige que sea tratado como trató a los demás; y con maldad, que es como también trató a su prójimo, y a esos se aplica la maldición de Dios.

Y la mayor sorpresa de los juzgados será, como lo relata el Evangelio, descubrir que todo el mal y el bien que hicieron a sus semejantes, se lo hicieron a Dios mismo.

Quiero aquí aclarar una discusión con cierto individuo, al que yo citaba las palabras del Apocalipsis, en donde los Santos martirizados pedían a Dios Justicia. Apocalipsis 6, 9-11

"Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar a los degollados por anunciar la palabra de Dios y por haber dado el testimonio debido. Y gritaban con potente voz diciendo:
-Señor Santo y veraz, ¿Cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte sangrienta que nos dieron los habitantes de la Tierra?
Se les entregó entonces a cada uno un vestido blanco y se  les dijo: Aguardad un poco todavía. Aguardad hasta que se complete el número de vuestros compañeros y de vuestros hermanos que, como vosotros van a ser martirizados".

Pues la reacción de este individuo fue negar que esto fuera posible, y argumentaba que todos los mártires murieron perdonando a sus verdugos. Y esto me recuerda también las palabras de cierto Profesor, cuando yo estudiaba en la Facultad de Teología de Granada para ser profesor de Religión, y que criticaba nada menos que a Santo Tomás de Aquino, porque ese Doctor de la Iglesia había afirmado que una de nuestras más grandes alegrías en el Paraíso, será ver como se cumplió la Justicia de Dios hacia los condenados.

Estamos pues en presencia de dos comportamientos que a primera vista parecen contradictorios, pero que personalmente creo que son los más adecuados, y que reflejan perfectamente la mentalidad de los hombres, que es necesaria en este mundo, pero que no será así en el Santo Reino de Dios. Y este hecho resulta incomprensible para los modernos teólogos, que son los abanderados de la Teología del relativismo, como Hans Küng, Massiá o Queiruga, fieles seguidores de Satanás que les ha infundido la idea falsa de que no hay diferencia alguna entre el Pecado y la Virtud.

Dice Jesús en las obras de Mª Valtorta: 

"No seas ilusos, en el día del Juicio mi cayado de Pastor se cambiará en un cetro Real, y mi Justicia será inexorable".
"Yo redimiré a todos los hombres que se arrepientan, los impenitentes no tendrán redención".

Basta también recordar las terribles palabras de Jesús dirigidas a los condenados en el Juicio final, relatadas en los Evangelios. En donde Jesús dice textualmente:
"...Apartaos de Mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles..." (Mt 25-41)
Y, a pesar de estas palabras tan claras, que no se prestan a confusión, muchos "Teólogos" no tienen ningún reparo en afirmar, ¡Que no es Dios el  que castiga, que es el alma que se aparta de Él!
La explicación a este problema, creo sinceramente que es bien sencilla: Aún estamos en el tiempo en que el trigo y la cizaña están creciendo, y no vemos muy claro cual es el trigo y cual es la cizaña, esta última no se puede arrancar aún, ya que se puede confundir con la buena semilla plantada por Dios. Pero aquí subsiste otro problema de fondo: Mientras hay vida hay esperanza, lo que quiere decir que Dios y el hombre pueden hacer el milagro de transformar la cizaña en trigo por la Acción de la Gracia, que proviene de Dios, y el hombre con el perdón hacia su semejante, puede dar vía libre a la Misericordia, que proviene de la inmensa fuerza del Amor de Dios, que es el Espíritu Santo. 

De la misma manera, pero a la inversa, el trigo se puede transformar en cizaña por el veneno del Odio inoculado por Satanás gracias al pecado del orgullo, que abre la puerta a todos los pecados, que conducen a la muerte del alma.



Y esto es lo que explicó el Ángel Azarías a María Valtorta:


[...] Nosotros queremos de ti este completo conocimiento (el don del discernimiento de los espíritus) a fin de que produzca un mar de misericordia dulcísima en el que tu puedas purificar los ánimos de tus hermanos absolviendolos, en lo que está de tu parte, de toda culpa y pidiéndole al Dios de la Misericordia que les absuelva. 

Recuerda siempre que tu Señor y mío, te enseñó que la fuerza que consigue el perdón de Dios para un pecador, es el perdón del ofendido. 
Es un trastrueque en la petición de la Oración de Jesús Santísimo: "Padre perdónanos nuestras deudas como nosotros se las perdonamos a nuestros deudores" dice el Padrenuestro. Es la misericordia de su corazón que todo y a todos absuelve diciendo: "No son unos malvados sino unos infelices" y grita asimismo: "Padre, perdona a nuestros deudores puesto que nosotros ya les hemos perdonado todo".  

               [...] Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo."

Y esa es la verdadera explicación del porque los Mártires perdonan a sus verdugos en esta Tierra, y en el Cielo, donde se ha recolectado el trigo y la cizaña, claman Justicia. 

En este mundo, y desgraciadamente en muchos católicos, en donde se ha implantado el relativismo y en donde casi nadie se da cuenta de la gravedad del pecado, que es una ofensa grave a Dios, y un sufrimiento añadido a su cruenta Pasión, esta postura es incompresible. Dice San Juan de la Cruz en los Dichos de luz y amor:

"No sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien, porque no entiende la distancia de el bien y de el mal".

Esto, dicho hace 500 años, en donde se admiraba la Virtud, y se despreciaba el pecado, es en nuestros días, más verdadero que nunca, ya que como lo hemos dicho, el Demonio ha impuesto el relativismo en la Sociedad, y para muchos, el pecado es mejor que la Virtud. Y además, se predica también un Dios relativista que quiere igual a un Santo asceta que a un sádico pecador.
           

           
    

          

jueves, 24 de julio de 2014

DIÁLOGO DE DIOS CON LOS CONDENADOS QUE HAN ESCOGIDO LIBREMENTE SU DESTINO: EL ÁNGEL AZARÍAS OPINA SOBRE LA SOCIEDAD ACTUAL



EL JUICIO FINAL




























Extraordinario mensaje de Azarías, ángel de la Guardia de María Valtorta, que viene a confirmar la Doctrina tradicional, enseñada desde los orígenes del cristianismo por los Apóstoles, los Santos Doctores, y la Iglesia católica.

1º - El mundo ha sido creado por Dios para que el hombre lo conozca, lo venere y siga sus mandamientos; si en algún tiempo, nadie cumple con esas obligaciones, ocurriría lo que pasó en el diluvio y en Gomorra y Sodoma: el mundo sería destruido.

2º- En su gran mayoría, el mundo no obedece las Leyes de Dios, pero subsiste, porque hay Santos que sufren y oran a Dios por los pecadores y lo alaban con Santo temor de no ofenderle, y con encendido Amor.

3º - Dios antiguamente mandaba Profetas para recordar a los hombres que se apartaban de su Ley y para anunciar los acontecimientos futuros, entre ellos el más importante: La venida del Mesías para redimir a toda la Humanidad.

4º - Hoy día la misión de algunas almas, escogidas por Dios no es ese tipo de profetismo, ya que todo ha sido revelado y cumplido con la venida de Cristo Jesús, su misión consiste en recordar a la gente que se está apartando del camino recto, queriendo adaptar la Doctrina a las modas del tiempo: La Teología de la secularización, la Doctrina “descafeínada" o "light”, con un Dios que es incapaz de castigar a nadie porque todos somos hijos suyos, cuando esta filiación solo se obtiene por un cambio radical del comportamiento.

5º - Dios Todopoderoso, ha puesto el hombre en este mundo, dotándolo de libertad para escoger entre el Bien y el Mal, es decir entre Dios y Satanás, esta situación es la que transforma el alma en Hijos de la Luz, o en hijos de las Tinieblas, para ello el hombre tiene toda una vida, ya que algunos pueden resucitar unos momentos antes de comparecer ante el Juicio de Dios, debido a las oraciones de los Santos, a la acción del Cuerpo Místico de Cristo, o a alguna buena acción que haya realizado en vida, que solo Dios conoce.


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Dice Azarías:

“Las culpas de los pueblos son tales y tantas que, de no ser infinita la benignidad de Dios y su paciencia divina, hace ya tiempo que el mundo habría sido destruido como un horror del Universo; horror que tendría que desaparecer por cuanto en una Creación perfecta no deben subsistir cosas ignominiosas.

Más en el mundo, que a la sazón es ya el vestíbulo del Infierno y feudo de Satanás, existen siempre justos, raros, es cierto, como las estrellas en una noche de tempestad y como las palmeras en la inmensidad árida de los desiertos. Y como ya se echa de ver por el episodio de Abraham, Dios está dispuesto a usar de misericordia hasta con los pecadores y salvarlos del castigo si entre ellos hay justos que ruegan. Salvarlos de las desventuras materiales y morales mientras dura su vida, y darles tiempo de tornar al Señor hasta cuando llegue su ocaso - No salvarlos después de la vida si merecieron castigo, ya que en el día de Dios ya no sirven las súplicas de los justos para salvar a los que están muertos a la Gracia. 

La Justicia requiere su curso. Y si hasta con ira y descompasadamente ellos le gritan al Eterno Juez: “Tú nos odias y defraudas nuestra parte de bien”, Él les responderá justamente: “No, os dí vuestra parte, queríais gozar, gozar de las riquezas, del poder, de la lujuria y de las francachelas, conseguido todo ello a cualquier precio. Todo eso lo habéis tenido y os dejé gozarlo como queríais. La elección fue vuestra, elección que Yo respeto y os la dejo para siempre.

En mi Reino solo entran los que vivieron castos, sobrios, justos, misericordiosos, aquellos que sufrieron y lloraron, incluso por vuestra causa, y que amaron a Dios, al prójimo y hasta a vosotros que les afligíais. Marchad. ¿Acaso no decíais que era necedad dejar el gozo para el futuro y cordura gozar del presente seguro? Así os lo concedo. Pues gozásteis en el corto presente, sufrid ahora en el presente eterno”.

Los justos ruegan por los pecadores. ¡Ay si no fuese así! Al lavacro diario y perpetuo de la Sangre Divina se mezclan las plegarias y lágrimas de los justos. Y esta rociada de caridad purifica el mundo de este exceso de inmundicia que la Infinita Misericordia no podría soportar. Por eso el mundo puede subsistir por más que el ojo de Dios lo mire con una severidad que a nosotros los Ángeles, nos impresiona.

Si acaso transcurriese tan solo un día sin que en todo el Orbe se realizara una obra buena; si ocurriese que una vez algún día en que los justos se hicieran pecadores, la luz ya no iluminaría la Tierra, porque sería destruida, porque la Justicia Divina la habría eliminado de las obras creadas.

Lo que os digo puede daros la medida de cuánto sea el valor de la Justicia de los hombres a los ojos de Dios. Una de las causas de justicia es el sincero y humilde conocimiento de si mismos y de las obras de Dios en vosotros. Esta es una de las sabidurías más difíciles de encontrar en los cristianos, aun en los mejores. Una equivocada valoración de las virtudes hace que, efectivamente, para ser humildes, se hagan insinceros y, a lo mejor, hasta hipócritas, sin pensar que con ello se hacen, incluso desagradecidos.

Hay muchos que, siendo buenos, poseyendo dones particulares y sabiendo que son buenos por recibir dones especiales del Señor, por una falsa humildad dicen de sí, ser pérfidos o que carecen de esos dones que los demás reconocen en ellos.

Pues bien, aún en esto se requiere justicia, prudencia, humildad y sinceridad sumas. Prudencia en mantener oculto el don gratuitamente recibido, a fin de que su conocimiento no degenere en fanatismo de la gente, en turbación del beneficiado, en pérdida del tiempo – que, por otra parte podría ser empleado en servicio del Señor -, en tentación y tal vez de pecado de orgullo. Es de obligación no ponerse en ocasión de tentación.

El hombre, aún que sea el mayor favorecido por Dios, debe tener siempre presente que es un hombre, no debiendo por tanto preciarse de ser perfecto ni lisonjearse temerariamente de que, por más que cometa alguna imprudencia, el Señor la reparará en atención a su hijo predilecto. Está bien dirigirse al Padre, diciéndole que no nos induzca en tentación, pero es obligado comportarse de forma que se evite ponerse en peligro de tentación.

[…] La prudencia, que es siempre compañera de un reservado silencio, que no admite propaganda y oculta lo extraordinario bajo las apariencias de vida ordinaria, no debe por lo demás, degenerar nunca en falsa humildad ni en mentira.

Cuando y con quien es, por deber, necesario para vosotras, queridas almas extraordinarias debéis hablar o responder a quien puede interrogaros, no debéis por falsa modestia, decir: “Yo nada tengo pues soy la más grande pecadora, cuando por dentro, sentís que aún que seáis almas muy pequeñas, con todo por la Gracia de Dios, no sois pecadoras hasta el punto de disgustar al Señor. Eso sería mentir. Si estuvierais convencidas de serlo, el manifestarlo solo sería la humilde confesión de la culpa y miseria contenida en vosotras. 

Más si la conciencia os asegura que vuestra pequeñez no se halla manchada con culpa grave, no debéis mentir. Y sobre todo no lo debéis hacer con el secreto deseo de oír que se os diga: “No, si tú eres una santa”, para complaceros con ello. Con el espíritu rendido ante la potencia amorosa de Dios que os ama, responded sinceramente al que tiene derecho a interrogaros: “Si, el Señor ha hecho en mí estas cosas por más que yo sea pobre e imperfecta”.

No fue imperfecta María al cantar su salmo. Reconocía humildemente las grandes cosas que le había hecho Dios para que su alabanza subiese al Cielo junto con la de su pariente, prototipo de todas las almas que habrían de alabar al Señor a través de María que es el Instrumento suave y Santo de las obras del Señor y de vuestra salvación.

Tampoco es soberbio Pablo cuando dice: "Imitadme". Simplemente les dice a sus fieles que le imiten porque la Misericordia de Dios, unida a la voluntad del hombre, había hecho de él, Pablo, un retrato acabado de Cristo, Así como en otra ocasión manifestó sus culpas pasadas y confesó que, siendo ya Apóstol, le golpeó el ángel de Satanás, así también dice aquí: "Imitadme", como en otro lugar dice sinceramente haber gozado de las Revelaciones del Señor y haber sido arrebatado al tercer cielo.

[...] Igual sucede con los instrumentos de Dios. Deben resplandecer. En lo alto de su esfera especial donde Dios los colocó, separados, disgregados del resto del mundo, desconocidos por su nombre y domicilio, e ignorados tal vez durante años como tales instrumentos especiales aún después de su muerte, deben no obstante resplandecer. Y ¿Cómo? Con su santidad de vida, con su incansable trabajo acorde con los quereres de Dios, con su amor y las demás virtudes que en los momentos precisos "magnifican al Señor por las grandes cosas realizadas en ellos", pero siempre iluminan porque el Señor, al vivir en ellos de un modo total, trasluce y emana de ellos su Luz y su Santidad, y como navegantes perdidos en un mar tenebroso y agitado, los espíritus se dirigen a estos faros solitarios azotados por las tempestades del enemigo, y de los enemigos de Dios y de sus instrumentos, más fuertes y heroicos, siempre dispuestos a acoger la Luz y a irradiarla sobre los náufragos para que logren salvarse.

Las almas buscan a Dios. Muchas veces os parecerá que no lo hacen. Nada sabéis vosotros de los espirituales sufrimientos de las almas encerradas en un ser con cuerpo y sentimientos que son enemigos de Dios. Los mismos poseedores de estas almas envilecidas ni se percatan de las lágrimas de su alma obcecada y encadenada que se agita y busca la Luz desde el fondo de su cárcel de la que alguna vez intenta evadirse y buscar a Dios, aspirar un sorbo de aire celestial, saturar su alma espiritual de una Luz del Cielo y recoger palabras arcanas que llevan consigo en su secreto interior.

Palabras que, al parecer se dijeron y recogieron en vano, pero qué, a lo mejor, resurgen en el lecho de muerte venciendo en la última batalla al entregar el espíritu a Dios. Palabras que, tal vez, cierran una salida al error y al delito, palabras que alguna vez, sacan a un espíritu del abismo permitiéndole retornar al camino de Dios.

No son necesarias muchas palabras. Ninguna tal vez. Basta verse: una mirada. Vuestros ojos miran de un modo que ya no es terreno. No sois vosotros los que miráis. Es Cristo que mira a través vuestro. Miráis pero no veis al hombre que tenéis delante. Lo que veis es su alma con vuestra alma. Y así, es por mirar con el alma tras haber colmado vuestra mirada de Luz celestial, por lo que no miráis al modo de todos los demás.

Al escuchar relatos ajenos, muchas veces calláis, Más, al tiempo que vuestros labios callan, vuestra alma está amando. Y, al amar, acaricia y reconforta el alma exasperada, enferma y airada que os habla. Con todo, hablad alguna vez e intercambiad palabras banales con interlocutores banales a los que queréis ocultar vuestro secreto. Más, como una nota de canto que de cuando en cuando se escapa de una sala cerrada, llenando la calle de dulzura que la recoge el pobre consolándose con ella, así también caiga de cuando en cuando de vuestros labios una perla espiritual: chispa desprendida del fuego que os posee y que vuestro interlocutor recoge, e incluso la medita, con lo que su alma despierta, reflexiona y algunas veces decide.

Nada se pierde nunca de las obras del amor. En vosotros está el Amor y todo, por ello es activo. Si, hay muchos, demasiados que viven como enemigos de la Cruz de Cristo, su fin es la perdición, su dios el vientre y su gloria la hacen consistir en su vergüenza, solo pensando en las cosas e la Tierra. Esto es así, pero muchas veces no son sino almas salvajes o asalvajadas por un complejo de circunstancias. No saben, ni conocen y es por eso que no aman ni distinguen. Las iglesias están de sobra para ellos. ¿Qué son para ellos las iglesias? Están de más los sacerdotes. ¿Qué son para ellos los sacerdotes? Son inútiles los Sacramentos. ¿Qué son para ellos los Sacramentos?

¿Sabe por ventura el salvaje que cosa es el navío que ve cruzar delante de sus costas, o el avión que cruza el cielo? Los toma por misteriosas formas mágicas y pavorosas capaces de dañarle, y si puede, las combate. ¿Sabe acaso el antropófago que representa el hombre que, en nombre de la Cruz o de la Ciencia, se aventura a penetrar en sus tierras para llevarle la fe o para estudiar las enfermedades y curarlas? Para el antropófago no es sino la presa que hay que abatir para comerla o bien al que hay que matar como hechicero maléfico.

 ¿Sabe también el salvaje o el hombre primitivo o ignorante que cosa es el suero que el médico le quiere inocular para salvarle de determinada epidemia? Para él es tan solo veneno, venganza del hombre blanco sobre las razas inferiores y, entre los blancos de los Países civilizados, y tal vez un procedimiento usado por los gobernantes para eliminar a los más desgraciados. ¿Cuántos médicos no han sucumbido linchados por el furor desatado a causa del miedo de los salvajes y los ignorantes?

No os sorprendáis por tanto, de que los salvajes espirituales que convivan con vosotros, teman, odien, huyan o se abalancen sobre todo aquello que forma parte del espíritu y de la Iglesia y vivan en su bestial ignorancia. Son unos infelices. No acuden a las corrientes espirituales que solo contemplan por ser vistosas, pero que las rehuyen. Ahora bien, ¿Quien deja de beber de un manantial fresco que brota de la ladera de un monte? Parece tan humilde, tan privado de poder milagroso... No cabe sospechas ni prevenciones contra él y se acaba bebiendo de su frescura. Así es como penetra la Gracia inadvertidamente a donde de ningún otro medio habría penetrado.

Muchos, que eran enemigos de la Cruz y vivían para su vientre y para las cosas de la Tierra, dejan de serlo gracias a las secretas operaciones de los ocultos misioneros del mundo civil, que sois vosotros, instrumentos de Dios.

Aún hay muchos que os odian: aquellos en que reina Satanás que os odia por su conducto. Más no os preocupéis ni tengáis miedo. Decíos: "Somos ciudadanos del Cielo del que nos viene Cristo, que transforma el cuerpo de nuestra humillación en Luz que no se extinguirá". Y manteneos firmes en vuestra labor. 

Y, si ni aún entre los sacerdotes de Cristo encontráis quien os tienda la mano, como recomienda Pablo a su fiel compañero y a sus Filipenses que hagan con Síntica y Evodia, estad firmes, pensando que vuestros nombres figuran escritos en el libro de la Vida, puesto que vivís, trabajáis y morís por la Gloria de Dios y el conocimiento del Evangelio.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo".




          



          

         




viernes, 18 de julio de 2014

EL ALMA PUEDE MORIR Y RESUCITAR, EL TEMOR PRECEDE SIEMPRE AL AMOR.

EL HOMBRE TIENE QUE ESCOGER ENTRE EL AMOR Y EL ODIO
Bella imagen del ángel tenebroso, teniendo en sus manos un dragón,
que es el odio; y el ángel de Dios, teniendo en su mano
 una preciosa ave, que es el Amor



         Este discurso del Ángel Azarías es para mí - aparte de la Biblia, y sobre todo de las Palabras de Jesús en el Evangelio, con las Epístolas de los Apóstoles -, el más sublime de los que se han pronunciado, y que han sido oídos por un ser humano. Estas palabras son una verdad que "muerde" a toda la retahíla de progresistas que predican insistentemente la Doctrina "descafeínada" de los teólogos progresistas tipo Hans Kung, Massiá, Queiruga y tantos otros que son los abanderados de la teología de la secularización, del relativismo, y del inmovilismo con sus discursos anestesistas: "Dios te quiere como eres, hagas lo que hagas, Dios siempre te querrá, ¡hay que estar a gusto con sus pecados!".

          El Ángel explica claramente que cuando se odia, se corta como con un cuchillo la unión con Dios, y el alma muere y se vuelve putrefacta, solo el arrepentimiento profundo y sincero opera el Milagro de Dios, que resucita el alma, hecho que solo es posible en esta Tierra cuando el trigo aún no ha madurado y está mezclado con la cizaña sembrada por Satanás, como lo dice el Evangelio.

PALABRAS DEL ÁNGEL AZARÍAS

A MARÍA VALTORTA (23-6-1.946)


           [...] El temor de Dios preserva de las culpas y dota de vista segura al espíritu del hombre, y el espíritu que "ve" no puede dejar de creer en Dios y en sus Palabras y, de esta suerte salvarse de la muerte espiritual. Juan, el Precursor, predicaba el temor de Dios para descombrar los caminos al Cristo que venía a salvar a su pueblo. Jesús, el Salvador, predicó el amor por los caminos de la Salvación.

             El temor precede siempre al amor; y diré así, la incubación del amor es la metamorfosis del sentimiento en un grado más elevado. El temor es todavía del hombre mientras que el amor es ya del espíritu. El hombre que teme a Dios se halla, a no dudar en el buen camino siempre que su temor a Dios sea justo, es decir, que no sea un ignorante e irracional miedo de Dios, más con todo, es siempre un camino trillado por quien no han desplegado las alas para volar a un desconocimiento más alto de lo que es Dios, esto es: Misericordia y Amor. El hombre que teme sigue sintiéndose el castigado por la culpa antigua y las suyas actuales. En cambio el hombre que ama, se siente el "perdonado" por los méritos de Cristo y revestido con ellos, de modo que el Padre ya no lo ve como súbdito, sino como hijo. El temor es bueno para tener sofrenada con las riendas a la materia; más el Amor es óptimo para dotar de calor de santidad al espíritu.

       Con solo el temor, el culpable se arrepiente; más su arrepentimiento es todavía mudo y oscuro al estar sofocado, cual llama bajo el celemín, por el temor al Dios Juez. El culpable que al temor añade el Amor, suspira y su alma se encuentra ya en una luz que le ayuda a hablar al Padre y a ver su estado espiritual porque, no ya las culpas graves, pero también las veniales e imperfecciones se le presentan cual pobre capa de hierba bajo árboles altísimos y, a su vista, puede, no solo talar los árboles, más también arrancar los brotes, limpiando así el terreno para sembrar en él las virtudes gratas a Dios.

               Por tanto el culpable cuya fortaleza estriba en el amor, no solo posee el arrepentimiento perfecto - porque se arrepiente, no ya por temor al castigo, pero por la pena de haber causado pena a su Dios amado - sino que en el mismo amor tiene su absolución primera. Y en verdad, pocas veces aquel que ama con todo lo que esto es, llega a las culpas mortales. Solo un asalto imprevisto y feroz de Satanás y de la carne podrán abatirle momentáneamente. Más en general, el amor preserva de caer y cuanto más fuerte es, tanto más débil será el pecar, lo mismo en número que en gravedad, hasta ir menguando el pecado, quedan solo imperfecciones apenas aparentes en aquellos que alcanzaron el perfecto amor, es decir la Santidad.

               El Apóstol Juan, el bendito y amoroso Juan, os da en la Epístola la medida de lo que puede la caridad y las cumbres que alcanza. Y, en contraposición, os hace ver el abismo en que se precipita quien no tiene la caridad:

"Nosotros sabemos haber sido transportados de la muerte a la Vida porque amamos a los hermanos"-

                ¡De la muerte a la Vida! María, ¡que frase tan lapidaria!  El hombre, si no ama, ha muerto, es un muerto. Y si ama, el hombre, tras haber sido muerto, resucita y adquiere la Vida. ¿Como puede ser? ¡Esto es un verdadero milagro! Los pobres, los verdaderos pobres del mundo, es decir aquellos que no conocen a Dios, no pueden asimilar esa verdad y se ríen de ella, como palabras de locos. Más el que cree, el que realmente cree la comprende perfectamente.

              Dios es caridad, por eso el que ama está en Dios ¿Quien es el que da y devuelve la vida? Dios. Sea que traiga al hombre del barro y lo vivifique con el aliento divino espirando sobre la forma de creta, sea que coopere a la formación de los hombres creando un alma para el embrión animal que fue concebido en un seno, el alma: la vida del hombre que no es un bruto y que, sin esta vida de su existencia, no estaría ni materialmente vivo porque a él para estarlo, no le basta tener como los animales, la respiración en las narices sino que debe poseer esta alhaja espiritual, esta vena espiritual que le mantiene unido al Seno Santísimo de su Creador y nutrido por el que es Espíritu, Luz, Sabiduría y Amor. Y sea por fin a aquel que entregó su alma, el que la vuelva a infundir resucitándolo, es siempre el "Quiero" Divino el que hace vivir a la criatura.

    Y quiero aquí añadir unas observaciones personal: efectivamente el mono dicen que comparte el 99% de los genes del ser humano, pero el mono al no tener alma es un ser virtual, es decir un espejismo, porque para Dios que es eterno, solo lo importante es lo que es también eterno, ya que está escrito que Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza, naturalmente la mayoría de los antropólogos obcecados y soberbios, que siendo finitos quieren explicar la Creación que es infinita, consideran el mono como un ser humano y algunos están empeñados en clasificarlos en esa categoría.

           El alma humana puede por el pecado morir, pero en este mundo gracias a la Comunión de los Santos, gracias a las oraciones de los hermanos, puede lograr en esa alma abrir un resquicio para que penetre en ella la Luz divina, y lograr el arrepentimiento que es la sublimidad del amor, en ese caso Dios puede resucitar al alma muerta y devolverle la Vida, hecho que será imposible a la muerte de la persona, porque la mies estando segada no puede volver a crecer, y el trigo irá en los graneros de Dios y la cizaña al fuego eterno, como así lo explica Jesús.

           Mas la criatura  tiene una vida en su vida: su alma, y esta que, al ser inmortal, no muere por la muerte física, puede muy bien morir si, como antes he dicho, se separa del seno de su Señor. El odio, cualquiera que sea su forma y testimonio, es el cuchillo que corta la ligadura que une el Señor con el alma, una vez separada del Señor, muere.

            Por eso únicamente la caridad es la que de los muertos hace vivos. Porque sin Caridad estáis muertos. Y muertos estaban muchos, y más antes que la Caridad hecha Carne viniera a enseñar el Amor como Salud.

        Por eso puede muy bien decir el Apóstol Juan, que los verdaderos cristianos han sido trasladados de la muerte a la Vida por la Caridad que tiene su mandamiento de amar a los hermanos hasta el holocausto, dando así el ejemplo del Amor perfecto. El mandamiento del Amor, que los buenos acogen, es como el soplo de Vida inspirado al barro para hacer de él a Adán, o el Fiat que se repite en cada infusión del alma en un germen de hombre y, sobre todo, como el grito del Resucitador: "¡Yo te lo digo: levántate!" y el "¡Lázaro, ven afuera!" a los resucitados de Palestina.

              Dios, que vuelve a entrar con el Amor, devuelve la Vida a los muertos mediante el Amor. Más el que no ama continúa en la muerte, esto es en el pecado, porque el pecado en todas sus formas es odio. El hijo que no respeta a sus padres y los oprime con exigencias y egoísmos, el que daña a su prójimo con la violencia, el hurto, la calumnia y el adulterio es un homicida. Lo es igualmente al que hace morir de vergüenza o de dolor, lo mismo que quien lleva las almas a la desesperación con actos que le arrebatan la paz, la fe, el honor, la estima y el medio de trabajar, de vivir y de procurar la vida a sus familiares, como también el que con su ferocidad sanguinaria o sutiles persecuciones morales lleva a hacer desesperar de Dios y a morir odiándole, son homicidas de sus hermanos y es como si tratasen de matar a Dios en una nueva crucifixión, porque Dios está en vuestros hermanos y vuestros hermanos en Dios del que son hijos, y el homicida de sus hermanos, aquel que, material, moral o espiritualmente odia a sus hermanos, no hiere tan solo a estos sino que, a través de ellos, hiere también a Dios y, como todos los deicidas, está muerto. 

               En el Reino de Dios, no entran los muertos. El Reino de Dios se inicia en el espíritu del hombre sobre la Tierra mediante la unión de Dios y se completa en el Cielo con su plena posesión. Aquí en la Tierra, Dios en vosotros; y en el Cielo vosotros en Dios. Más Dios no entra en la putrefacción de muerte y la putrefacción de muerte no entra en el Cielo.

 En la Jerusalén Eterna, como no habrá Templos "Porque su Templo es el Señor en el que todos estaremos"; como no habrá necesidad de sol ni de luna porque su esplendor es Dios y su luminaria el Cordero; como no habrá puertas por no ser necesarias para Ella, ni Tiniebla para odiarla; así tampoco habrá en ella nada impuro y corrompido, nada muerto sino que tan solo estarán quienes hayan escrito sus nombres en el libro de la Vida, o sea en la Caridad que es la Vida. "En eso conocemos la Caridad de Dios: en que dio su Vida por nosotros".