MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 30 de enero de 2016

RELATO DEL EVANGELIO DE HOY; ENSEÑANZAS DE JESÚS, DEL POEMA DEL HOMBRE-DIOS DE MARÍA VALTORTA


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Uno de los milagros más grandes de Jesús
La tempestad calmada




Este es uno de los milagros más extraordinarios y estremecedores de Jesús, que da testimonio de su Divinidad, porque solo Dios puede con su poder infinito mandar callar al viento para que enmudezca, y aplacar al mar enfurecido por la tormenta que iba a engullir la embarcación donde estaban Jesús y sus discípulos.


Este relato contiene una extraordinaria enseñanza: Jesús, aunque parezca dormido ante los peligros de la Vida, y las acechanzas de Satán, está perfectamente enterado de todos los acontecimientos, y solo espera nuestra llamada suplicante para defendernos del peligro, por grave y peligroso que sea. Como Dios, Jesús es invencible y puede hacer posible, para los que tienen fe en Él, los acontecimientos que parecen insolubles.

 Y aquí me permito otra opinión personal: Siempre me pregunté: ¿Por qué el hombre solo se acuerda de Dios cuando tiene necesidades?, cumpliendo así el famoso proverbio castellano, que dice: “Solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”. ¿Por qué el hombre no se acuerda de Dios, cuando es feliz y dichoso, dándole constantes gracias por ser tan Bueno, con él?
           Sobre todo ¿Por qué no se da constantemente gracias a Dios, en este mundo en donde se ve tanta desdicha, sabiendo que lo que se tiene en la tierra es un bien perecedero, que no tiene nada que ver con el Bien eterno, que solo se encuentra en el Santo Reino de Dios? A ese respecto, Adán y Eva eran en eso menos culpables, ya que antes del pecado, estaban en un mundo donde no existía aún el sufrimiento, debido a las desgracias, al hambre, a la injusticia y la muerte, y al ser inocentes no podían saber la terrible consecuencia de sus actos, por eso merecieron un Redentor.


Al contrario de Lucifer y sus ángeles, eran seres mucho más inteligentes y por eso sabían las consecuencias del mal, pero al estar cegados por la Soberbia, cuyo fruto es el odio, y al querer ser semejantes a Dios, no merecieron a un posible Redentor.







PARA EL EVANGELIO DE HOY 28 DE ENERO  DE 2.017


          Ahora que todos duermen les voy a expresar mi alegría. He “visto” el Evangelio de hoy.

          Tenga en cuenta que esta mañana, mientras lo leía, me he dicho a mí misma: “Este es un episodio evangélico que no veré nunca porque se presta poco a una visión”. Sin embargo, cuando menos me lo esperaba, ha venido a llenarme de alegría.

                 Cuanto sigue es lo que he visto.
          Una barca de vela, ni demasiado grande ni demasiado pequeña, una barca de pesca en la que se pueden mover cómodamente cinco o seis personas, surca las aguas de un hermoso lago de color azul intenso.

              Jesús duerme en la popa. Va vestido de blanco, como de costumbre. Tiene la cabeza reclinada sobre el brazo izquierdo; debajo del brazo y la cabeza, ha colocado su manto azul-gris doblado varias veces. Está sentado, no echado, en el fondo de la barca; su cabeza apoya sobre esa porción de entablado que está en el extremo de la popa (no sé como la llaman los marineros). Duerme plácidamente. Se le ve cansado. Está sereno.

          Pedro guía el timón. Andrés se ocupa de las velas. Juan con otros dos que no conozco está poniendo en orden maromas y redes en el fondo de la barca, como si tuvieran ocasión de prepararse para la pesca (quizás nocturna). Yo diría que el día se encamina al atardecer, pues el sol desciende ya hacia occidente. Todos los discípulos se han subido las túnicas, de forma que, sujetas con el cinturón, están abolsadas a la altura de la cintura, para así estar más libres de movimientos y poder desplazarse mejor sobre la barca, salvando remos, cestas y redes, sin que las túnicas estorben; todos se han quitado el manto.

          Veo que el cielo se oscurece y el sol se esconde detrás de unos nubarrones de tormenta que han aparecido de improviso detrás del pináculo de una colina. El viento les empuja velozmente hacia el lago. Por el momento, el viento está alto y el barco se mantiene sereno; eso sí, adquiere una tonalidad más oscura y su superficie se frunce: no son todavía olas, pero empieza a agitarse el agua.

          Pedro y Andrés observan el cielo y el lago, y organizan las maniobras para acercarse a la orilla. Pero, he aquí que el viento se abate sobre el lago y en pocos minutos todo bulle y espuma. Olas que se embisten mutuamente, que chocan contra la barquilla, levantándola, bajándola, girándola en todas las direcciones, impidiendo las maniobras del timón, como el viento la de la vela, que ha de ser arriada.

          Jesús sigue durmiendo. No le despiertan ni los pasos, ni las azogadas voces de los discípulos, ni el silbar del viento; ni siquiera los latigazos de las olas contra los costados y la proa. Sus cabellos ondean al viento. Le alcanza alguna salpicadura del agua. Pero Él duerme. Juan saca de debajo de un entablado su manto y, desde la proa corre a la popa, y le tapa; le cubre con delicado amor.

          La tempestad se hace cada vez más amenazadora. El lago está tan negro, que parece que en él se haya derramado tinta; estriado por la espuma de las olas. La barca traga agua. El viento la va empujando cada vez más mar adentro. Los discípulos ya sudan haciendo las maniobras y achicando por la borda el agua vertida adentro por las olas. Pero no sirve de nada; se ven chapoteando ya en el agua, hasta la mitad de las piernas, y la barca se hace cada vez más pesada.
          Pedro pierde la calma y la paciencia. Deja a su hermano el timón, y bamboleándose, se llega a Jesús y le menea vigorosamente.
      Jesús se despierta y levanta la cabeza.

Me permito aquí hacer un inciso, para explicar cómo se debe obrar ante una situación de gravísimo peligro: Primero es necesario arropar a Jesús, como lo ha hecho Juan, lo que significa darle amor, y adorarle más que nunca cuando hay peligro. Luego hay que pedir insistentemente con la oración y mucha humildad ayuda a Jesús, porque Él siempre responde, es lo que hace Pedro, cabeza de la Iglesia, meneando y despertando a Jesús que estaba aparentemente dormido.

            “¡Sálvanos, Maestro que perecemos!” grita Pedro (tiene que gritar para ser oído).

Jesús mira a su discípulo fijamente, mira a los demás y luego al lago. “¿Tienes fe en que os puedo salvar?”.

          “Rápido, Maestro” grita Pedro, mientras una verdadera montaña de agua originada en el centro del lago, se precipita contra la pequeña barca; tan alta y espantosa que parece una verdadera tromba de agua. Los discípulos, que la ven venir se arrodillan y se agarran dónde pueden y como pueden, convencidos que ha llegado el final.

          Jesús se alza. Está erguido sobre el entablado de la barca: figura blanca sobre el color lívido de la tempestad. Extiende los brazos sobre la enfurecida ola y dice al viento: “¡Detente y calla!”, y al agua: “¡Cálmate, lo quiero!”.

          Y la tromba se disuelve en espuma, que cae inocua: un último bramido que se transforma en susurro; y también el viento, transformándose en suspiro su último silbido. Sobre el lago pacificado vuelve el cielo despejado, la esperanza y la fe, al corazón de los discípulos.

          Es imposible describir con palabras la Majestad de Jesús: hay que verla par entenderla. Me deleito con ella en mi interior, pues todavía tengo su presencia, y pienso en cuán plácido era el sueño de Jesús y tan potente su imperio sobre el viento y las olas.

             Jesús dice luego:

          “No te voy a comentar el Evangelio en el sentido en que lo hacen todos. Voy a ilustrarte los preliminares del pasaje evangélico.
           ¿Por qué dormía Yo? ¿No sabía acaso que la borrasca estaba llegando? Sí, lo sabía. Yo solo lo sabía. Y entonces ¿Por qué dormía?

          Los apóstoles eran hombres, María; animados sí de buena voluntad, pero todavía muy “hombres”.  El hombre se cree siempre capaz de todo. Y si se da el caso de que realmente sea hábil, se envanece y se llena de apego por su “habilidad”.

          Pedro, Andrés, Santiago y Juan eran buenos pescadores y, por tanto, se creían insuperables en las maniobras marineras. Yo, para ellos, era un gran “rabí”, pero no valía nada como marinero. Por ello, me creían incapaz de ayudarles, y cuando subían a la barca para atravesar el Mar de Galilea, me rogaban que estuviera sentado porque no era capaz de nada más. También lo hacían por afecto, porque no querían darme trabajos físicos, si bien el apego a sus capacidades era el elemento más importante.

          María, Yo solo me manifiesto en casos excepcionales. Generalmente os dejo libres y espero. Aquel día, cansado como estaba y habiéndome solicitado que descansara, o sea que les dejase actuar a ellos – a ellos que tan duchos eran – me puse a dormir… y a constatar como el hombre “es hombre” y quiere actuar por sí solo, y no percibe que Dios solo quiere ayudarle. Veía en esos “sordos espirituales”, a todos los sordos y ciegos del espíritu que durante siglos y siglos acarrearían su propia ruina por querer “actuar por sí solos”, teniéndome a Mí, abierto a sus necesidades, en espera de su llamada pidiendo ayuda.

          Cuando Pedro gritó “¡Sálvanos!”, mi amargura se disipó como una piedra por su propio peso.

          Yo no soy “hombre”, soy el Dios-Hombre. No actúo como vosotros, que, cuando uno ha rechazado vuestro consejo o ayuda, y luego le veis en problemas, aunque no seáis tan malos que os alegréis de ello, si lo sois siempre en cuanto que os lo quedáis mirando desdeñosamente y con indiferencia – y no os conmovéis ante su grito que pide ayuda – con grave ademán que significa: “¿No me has aceptado cuando te quería ayudar? ¡Pués ahora arréglatelas solo!”. No, Yo soy Jesús, soy Salvador, y salvo, María, salvo siempre, en cuanto se me invoca.

           Más vosotros, bienquistos hombres, podríais objetar: “¿Y por qué permites que se formen tempestades en el individuo o en la colectividad?”.

          Si con mi poder destruyese el Mal (del tipo que fuera), acabaríais creyéndoos autores del Bien – que en realidad es un don Mío – y no os volveríais a acordar jamás de Mí, jamás.

           Tenéis necesidad, bienquistos hijos, del dolor para acordaros de que tenéis un padre, como el hijo pródigo, que se acordó de que lo tenía cuando pasó hambre. Las desventuras sirven para convenceros de vuestra nada, de vuestra insipiencia – causa de tantos errores – y de vuestra maldad – causa de tantos lutos y dolores - , de vuestras culpas  - causa de castigo que vosotros mismos os proporcionáis – y de mi existencia, potencia y bondad.

          Eso es lo que os dice el evangelio de hoy, “vuestro” evangelio de la hora presente, pobres hijos míos. Llamadme. Jesús duerme sólo porque está angustiado de ver vuestro desamor hacia Él. Llamadme y acudiré”.

        




jueves, 28 de enero de 2016

PALABRAS DE JESÚS EXPLICANDO LAS PROFECÍA DE DANIEL SOBRE EL FINAL DE LOS TIEMPOS


CUADRO DE VELÁZQUEZ: CRISTO JESÚS EN LA CRUZ 


Hermoso sermón del Santo Cura de Ars, uno de los más grandes Santos de la Iglesia Católica, Patrón de los Sacerdotes del mundo entero, sobre el respeto humano, que hoy más que nunca, es común a demasiadas almas, que temen declararse creyentes ante la Sociedad actual que es de un ateísmo tal que se mofa de los creyentes.

Dijo Jesús: "El que se avergüence de mí ante los hombres, yo me avergonzaré de él ante mi Padre".

Breve explicación dictada por Jesús a María Valtorta, en donde se describe cuales son los signos que indicarán el final de los tiempos; la persecución que suprimirá el sacrificio perpetuo, así como su duración, la conversión de los Judíos, lo que desatará la furia de Satán, la venida del Arcángel Miguel, que  surgirá para salvaguardar el Reino de Dios, y derrotar a Satanás.



De los Cuadernos de María Valtorta (Daniel 12.)

Dice Jesús.:

“El Arcángel que derrotó a Lucifer y que guarda mi Reino y los hijos del mismo, será el que surgirá como signo celeste en el tiempo último. Será el tiempo en que Israel se unirá con la Roma de Cristo y ya no habrá más dos ramos del pueblo de Dios, o sea el bendito y el maldito por culpa de su deicidio, sino un único tronco, llamado de Cristo porque vive en Mí.

Entonces, dado que se habrá completado el número de los salvados vendrá la resurrección de la carne y los muertos, que yacen en los infinitos cementerios, en los desiertos, en los mares, donde quiera que repose uno que fue un hombre, se alzarán para venir a Mí, el Juez supremo, como la multitud dormida a la que despierta el toque del clarín que llama a asamblea.

¡Como te derramarás jubilosamente sobre mis bienaventurados ese día, oh Luz, Tú que eres un atributo mío y que harás relucir como estrellas a los que conocieron la sabiduría y enseñaron y vivieron la Justicia!

El último periodo – tres años y seis meses – será el más tremendo de los vividos por el hombre y en él Satanás, a través de su hijo, consumido por un supremo rencor – porque ya no existirá la división entre los dos ramos del pueblo de Dios, la división que fue causa de tantos males materiales, morales y espirituales -, empleará sus perfectas, pero también últimas astucias, para dañar, arruinar, matar a Cristo en los corazones y matar los corazones destinados a Cristo.

Los sabios comprenderán la artimaña de Satanás, las innumerables artimañas de Satanás, porque el que posee la verdadera Sabiduría está iluminado, y, por su fidelidad a la Gracia se volverán puros e indudables como el fuego, dignos de ser elegidos para el Cielo. Los impíos seguirán el Mal y practicarán el mal, pues no comprenden el Bien, dado que por espontánea voluntad colmaron su corazón de Mal.

Entonces vendrá el tiempo en que la Iglesia, mancillada más que nunca, ya no podrá celebrar el Sacrificio perpetuo y la abominable desolación se alzará en el Lugar Santo y en los lugares santos, tal como han dicho los profetas y como he repetido Yo, que nunca erro.
Dice Daniel: “Esta abominable desolación durará 1290 días. Bienaventurado el que espera y llega a 1335”.

Esto quiere decir que en los tres años y seis meses que precederán el fin, se reservará un breve tiempo para que los fieles se reúnan con el fin de escuchar la última Palabra, que resonará en el espíritu de cada uno de ellos como invitación al Cielo, mientras Miguel con sus ángeles vencerá a Satanás y a sus demonios.

“Bienaventurado el que espera y llega a 1335 días”, quiere decir: “Bienaventurado el que persevere hasta el fin”, pues será salvado.

A ti te digo: “Ve hasta el plazo establecido (De tu tiempo de vida en la Tierra) y tendrás sosiego, y permanecerás en tu suerte hasta el fin de los días”.  


miércoles, 27 de enero de 2016

PALABRAS Y MILAGROS DE JESÚS EN ARBELA: LAS CAUSAS DE LAS ENFERMEDADES

Jesús es un Dios compasivo y misericordioso

   

En este mundo, en donde está mezclado el Bien y el Mal, ya que no se ha producido aún la separación de estos dos componentes, tienen que convivir los sufrimientos de los Justos con los de los pecadores. Pero los sufrimientos a los Justos, como en el caso de Job, son siempre cruces para expiar todos los pecados de la humanidad, a ejemplo de Jesús, y también para santificar aún más las almas de los buenos, mientras que el sufrimiento de los pecadores son castigo a sus malas acciones, pero también están mandados por la Providencia divina, para tratar de llevar a esas almas perdidas por el camino recto.


El sufrimiento producido por las enfermedades o las desgracias, son un catalizador, que en este mundo precipita a los dos componentes: Bien y Mal: el que acepta la prueba sin acritud, alcanza la Salvación, y el que la soporta sin resignación, o rebeldía contra Dios, alcanza la perdición. Es lo que ocurrió en el Calvario, con Jesús en la Cruz, San Dimas, que obtuvo la Promesa del Paraíso esa misma tarde, y el mal ladrón que se mofó y rebeló contra Jesús.




El sentido de las enfermedades y la insidia de los Fariseos

(Del Poema del Hombre Dios de María Valtorta)


Dice Jesús:

¿Cuándo vuelve a su patria un pueblo? Cuando regresa a las tierras de sus padres. Yo vengo a conduciros de nuevo a las Tierras del Padre vuestro, al Reino del Padre. Puedo hacerlo porque para hacer esto, he sido enviado. Vengo por tanto a conduciros al Reino de Dios. Es pues justo, equipararos con los que con Zorobabel regresaron a Jerusalén, la ciudad del Señor; y es justo hacer con vosotros como hiciera Esdras, el escriba, con el pueblo recogido de nuevo dentro de los muros sagrados. Porqué, reconstruir una Ciudad, dedicándola al Señor, y no reconstruir las almas, cada una semejante a una pequeña ciudad de Dios, es necedad sin igual.

¿Cómo reconstruir estas pequeñas ciudades espirituales, por muchas razones derruidas? ¿Qué materiales se habrán de usar para hacerlas sólidas, hermosas, duraderas? Los materiales están en los preceptos del Señor. Los diez mandamientos. Vosotros los sabéis porqué Felipe, hijo vuestro y discípulo Mío, os los ha recordado. Los dos Santos entre los preceptos santos: “Ama a Dios con todo tu ser, ama al prójimo como a ti mismo”, son el compendio de la Ley. Y estos preceptos predico Yo, porqué con ellos, segura es la conquista del Reino de Dios. En el amor, uno encuentra la fuerza de conservarse santo, o de venir a serlo, la fuerza del perdón, la fuerza de las virtudes heroicas: todo lo encuentra en el amor.

No es el miedo lo que salva: El miedo al juicio de Dios, a las sanciones de los hombres, a las enfermedades. El miedo nunca es constructivo, antes bien agita, disgrega, desencaja, quebranta. El miedo lleva a la desesperación, lleva solo a la astucia, para ocultar las malas acciones; lleva solo a temer, cuando ya el temor es inútil cuando el mal está  en nosotros. ¿Quién se preocupa, mientras está sano de ser prudente, por piedad hacia su cuerpo? Nadie. Pero en cuanto el primer escalofrío de fiebre culebrea por las venas, o una mancha hace pensar en enfermedades impuras, en ese momento, viene el miedo, como tormento que se agrega a la enfermedad, como fuerza disgregadora en un cuerpo al que ya la enfermedad disgrega.

El amor, por el contrario construye. El amor edifica, da solidez, mantiene la cohesión, preserva. El amor porta esperanza en Dios; aleja de las malas acciones; conduce hacia la prudencia hacia el propio cuerpo, que no es el centro del universo (como lo creen y le hacen los egoístas, los falsos amantes de sí mismos, porqué aman solo una parte, la menos noble, con perjuicio de la parte inmortal y santa), pero qué, en todo caso, debe ser conservado sano, hasta que Dios no decida lo contrario, para ser útiles a nosotros mismos, a la familia, a la propia ciudad, a la Nación toda.

Es inevitable que vengan las enfermedades, y no se puede decir que toda enfermedad sea prueba de vicio o castigo. Existen enfermedades santas, enviadas por el Señor a sus justos, para que en el mundo, que de si mismo hace el todo y el medio del gozo, haya santos como rehenes de guerra para salvación de los demás, los cuales pagan personalmente para expiar con su sufrimiento la dosis de culpa que diariamente acumula y que acabaría cayendo sobre la humanidad, sepultándola bajo su maldición.


¿Recordáis el anciano Moisés orando mientras que Josué combatía en nombre del Señor? Tenéis que pensar que quien sufre con santidad presenta la mayor batalla al más feroz guerrero que habita en el Mundo, celado bajo la apariencia de hombres y de Pueblos, a Satanás, el Torturador, el origen de todo mal; y combate por todos los demás hombres. ¡Más, cuanta diferencia entre estas santas enfermedades que Dios manda y las enviadas por el vicio a causa de un pecaminoso amor por la carnalidad! Las primeras, son pruebas de la voluntad benéfica de Dios; las segundas, pruebas de la corrupción satánica.

Así pues, es necesario amar par alcanzar la santidad, porqué el amor crea, preserva, santifica.

Yo también, anunciándoos esta verdad, os digo, como Nehemías y Esdras: “Este día está consagrado al Señor Dios nuestro. No guardéis luto, no lloréis”. Porque todo luto cesa cuando se vive el día del Señor. La muerte suspende su aspereza, pues de la pérdida de un hijo, del marido, de un padre o una madre o un hermano, se transforma en una separación transitoria y limitada: transitoria porqué con nuestra muerte cesa; limitada, porqué se limita al cuerpo, a lo sensible.


El alma nada pierde con la muerte del familiar perecido. Es más, de las dos partes, ahora una sola está limitada en su libertad, la nuestra, que todavía permanecemos con el alma encerrada en la carne; la otra parte, la que ha pasado a la segunda vida, goza de la libertad y del poder de velar por nosotros y de obtener para nosotros mucho más que cuando nos amaba en la cárcel de su cuerpo.

Os digo como Nehemías y Esdras: “Id a comer pingües carnes y a beber dulce vino, y enviad raciones a quien no tiene, porqué es día consagrado al Señor, y en este día, ninguno debe sufrir. No os entristezcáis, porqué el gozo del Señor, que está entre vosotros, es la fuerza de quien recibe la Gracia del Señor Altísimo en su ciudad y en su corazón”.

Ya no podéis celebrar los Tabernáculos. Su tiempo ha pasado. Alzad, eso sí, tabernáculos espirituales en vuestros corazones. Subid al monte, es decir, ascended hacia la Perfección. Coged ramas de olivo, mirto, palma, encina, hisopo, de los más bellos árboles. Ramas de las virtudes: paz, pureza, heroísmo mortificación, fortaleza, esperanza, justicia… todas, todas las virtudes. Adornad vuestro espíritu celebrando la fiesta del Señor. Sus Tabernáculos os esperan. Los suyos, Tabernáculos hermosos, santos, eternos, abiertos a todos aquellos que viven en el Señor. Y, conmigo, hoy, proponeos hacer penitencia del pasado, proponeos empezar una vida nueva.

No tengáis miedo del Señor. Os llama porqué os ama. No temáis, sois sus hijos como cualquiera de Israel. También para vosotros ha hecho la Creación y el Cielo, y suscitó a Abrahán y a Moisés, abrió el mar, creó la nube que guiaba, bajó del Cielo para dar la Ley, abrió las nubes para que soltaran el maná, hizo fecundas a las rocas para que dieran agua. Y ahora, ¡Sí!, ahora también para vosotros, envía el vivo Pan del Cielo para vuestra hambre, la verdadera Vid y la Fuente de la Vida Eterna para vuestra sed. Y, por mi boca, os dice: “Entrad. Tomad posesión de la Tierra que Yo, alzando mi mano, os entrego”. Mi tierra espiritual: El Reino de los Cielos”.

La multitud intercambia palabras entusiastas.
Luego… los enfermos. Muchos. Jesús los manda colocarse en dos filas. Mientras se lleva esto a cabo, pregunta a Felipe de Arbela: “¿Porqué no los has curado tú?”.
“Para que tengan lo que yo tuve: la curación por medio de Ti”.
Jesús pasa bendiciendo, uno a uno a los enfermos, y se repite el mismo prodigio de ciegos que recobran la vista, sordos que oyen, mudos que hablan, tullidos que se enderezan, fiebres y estados de debilidad que desaparecen.
Las curaciones han quedado concluidas. Al final, después del último enfermo, están los dos fariseos que habían ido a Bosrá y otros dos.

“Paz a ti, Maestro. ¿A nosotros, no nos dices nada?”.
“He hablado para todos”.
“Pero nosotros no tenemos necesidad de esas palabras. Somos los santos de Israel”.
“A vosotros, que sois maestros os digo: comentad entre vosotros el capítulo que sigue, el noveno del segundo de Esdras, recordando cuántas veces Dios ha tenido Misericordia con vosotros hasta el presente: y, dándoos golpes de pecho, repetid, como si fuera una oración, la conclusión del capítulo”.
“Bien has dicho, bien has dicho, Maestro. ¿Y tus discípulos lo hacen?”.

“Si, es lo primero que exijo”.
“¿Todos? ¿Incluso los homicidas que hay en tus filas?”.
“¿Os hiede el olor de la sangre?”.
“Es voz que clama al Cielo”.
“Pues entonces, no imitéis nunca a quienes la derraman”.
“¡No somos asesinos!”.
Jesús clava en ellos sus ojos taladrándoles con su mirada.

No se atrevan a decir nada durante un rato. Pero se ponen en la cola del grupo que vuelve a la casa de Felipe, el cual se siente obligado a invitarlos a entrar y a participar en el banquete. “¡Con mucho gusto, con mucho gusto! Así estaremos más tiempo con el Maestro” dicen, haciendo enormes reverencias.

Pero una vez dentro de la casa parecen sabuesos… Miran, ojean, hacen preguntas astutas a la servidumbre, incluso a la viejecita, que me parece atraída por Jesús, como el hierro por un imán. Más ella responde enseguida. “Ayer he visto solo a estos. Vosotros soñáis. Los he acompañado hasta aquí, y el único Juan era ese muchacho rubio y bueno como un ángel”. Los Fariseos fulminan a la abuelita con un improperio y se vuelven hacia otra parte....




martes, 26 de enero de 2016

LA CULPA DE LA CRISIS GENERALIZADA, LA TIENEN LAS LEYES CONTRARIAS A LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS.

Muy poca gente se acuerda de Dios, aún sabiendo que estamos de paso en la Tierra,
 y que existe la Eternidad, que el mundo tiene un Creador, y que habrá un premio
 y un castigo, porque lo tienen grabado en su conciencia puesta por Dios.






Estamos asistiendo a una crisis económica del todos los Países, incluso lo que parecía imposible: la economía de los Países más desarrollados.
Para una persona que haya leído la Biblia, en el libro de los reyes, en donde se describen la historia de los reyes de Israel, el juicio de Dios es siempre el mismo:
Los reyes que eran fieles a los mandamientos de Yahvé, gozaban con su Pueblo de una prosperidad y de una paz absolutas, los reyes que se apartaban de esos mandamientos, se veían sometidos a grandes sufrimientos, provocados por la invasión de los enemigos, la esclavitud y las deportaciones.
Lo mismo en cierta medida, es lo que está ocurriendo actualmente, para la gran mayoría de la sociedad actual, no solo se olvidan de los mandamientos de la Ley de Dios, grabados en la conciencia de cada ser, y recordados por su Santa Iglesia, pero además legislan y se burlan de dichos mandamientos.
Y a este respeto, basta recordar la monstruosa ley del aborto que está vigente en casi todos los estados actuales, en donde se desmiembra a un ser vivo en las entrañas de su madre, lo que provoca una cantidad de muertes inocentes, que en comparación de del holocausto judío, este último parece una menudez.
Luego está lo peor: La mofa y la persecución amplificada por todos los medios mediáticos de las Leyes de Dios, la ridiculización de todo lo que huele a sus mandamientos, la exaltación de las aberraciones morales, que antes ocurrían ocultas en las alcantarillas como las ratas.
Una cosa es segura con un gobierno así, lo que causa un disgusto no solo a la más elemental  ética natural, pero que sobre todo es una ofensa gravísima a la ley de Cristo, hechos desgraciadamente silenciados o por lo menos relativizados por una gran parte de la Jerarquía Religiosa de tendencia quietista y relativista, por eso es imposible que haya paz en el mundo.
Sin ser pájaro de mal agüero, veremos no una guerra mundial, pero terrorismo, paro, miseria y hambre, sublevaciones de la Sociedad contra la pobreza, y todo ello por el abandono de los mandamientos de Dios.
Desgraciadamente, siempre pagan justos por inocentes, la única solución sería tener la valentía suficiente para enfrentarse por lo menos pacificamente, contra las leyes inmorales de los gobiernos, no solo del Pueblo pero sobre todo la Jerarquía, aunque cueste sufrimientos e incomodidades.

11.8.11

EL REY EL MENDIGO Y EL LABRADOR. EL QUE SIGUE LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA, HALLARÁ LA VIDA, LA JUSTICIA Y LA HONRA (Prov. 21-21)


EL ALMA QUE QUIERE QUE DIOS SE LE ENTREGUE TODO, SE HA DE ENTREGAR TODA,
SIN DEJAR NADA PARA SÍ . (S. Juan de la Cruz: Dichos de Luz y amor)






             Hace ya muchos años, en la predicación de la Santa Misa, el Sacerdote de nuestra Parroquia, ya muerto hace unos 5 años, que era un alma muy espiritual y ejemplar, nos relató esta historia, que nos emocionó en extremo a toda mi familia y a mí, y que aquí reproduzco con alguna modificación.

            Había un Gran Rey que buscaba a un Ministro, para ocupar un alto cargo. Como era muy piadoso, quería que cumpliese a rajatabla el primer Mandamiento, que era el tema del Evangelio de la Misa: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo"

           Convocó pues a todos sus súbditos, para que acudieran al Palacio Real y poder así escoger el mismo a la persona más adecuada para ese puesto.

            Acudieron al Palacio, con sus espléndidas carrozas, todos los grandes Duques, Marqueses, Condes y ricos terratenientes, ataviados con sus mejores galas.

       Un humilde labrador, se dijo: "Yo no tengo ninguna posibilidad de acceder a ese puesto tan importante, no obstante, venderé mis pocos ahorros que he acumulado en toda mi vida de duro trabajo, y de esa manera, podré comprar una vestimenta adecuada para asistir a tan grandiosa Ceremonia, y admirar la Majestad del gran Rey y de los nobles Pretendientes.

           Al llegar al Castillo, que estaba asentado en lo alto de un monte, se hallaba al borde del camino, un pobre mendigo, que pedía limosna, pero todos los pretendientes pasaron ante él, haciendo caso omiso a sus súplicas.

           El mendigo estaba tiritando, por el frío tan grande que hacía, y el labrador, al verlo, sintió compasión de él, y se dijo: "Como a mi no me escogerán, le daré a ese pobre mendigo mi ropa, y yo me vestiré con sus andrajos, y si me dejan entrar, me pondré en el Palacio en un sitio en donde nadie me vea, para poder admirar la espléndida Ceremonia”.

         El labrador llegó al Palacio así vestido, temiendo que no lo dejaran entrar, pero muy extrañado, vio que los guardias no le impidieron el paso, sino, muy al contrario, le dejaron entrar, con incluso más reverencia que a los demás ricos convidados.

          CUAL NO FUE LA SORPRESA DEL LABRADOR AL RECONOCER AL MENDIGO EN EL REY, CON LOS MISMOS VESTIDOS QUE LE HABÍA REGALADO AL BORDE DEL CAMINO.

      MUCHO MAYOR FUE SU SORPRESA AL SENTIRSE LLAMADO, LLENO DE CONFUSIÓN, POR EL MISMO REY, CON TODOS LOS HONORES, DELANTE DE TODA LA CORTE Y LOS PRETENDIENTES, PARA OCUPAR EL CARGO DE MINISTRO DEL  REY.

INTERPRETACIÓN:

           Este relato recuerda de una manera muy concreta lo que va a suceder a toda la Humanidad en el Juicio final. el Cargo de Ministro simboliza la Salvación Eterna, y los pretendientes son todos los seres humanos. Aquí vemos que no entrarán ni los más nobles, ni los más ricos, que simbolizan a los soberbios, sin embargo vemos que los más humildes, los que tienen la virtud de la caridad, que nunca tienen los soberbios, serán los herederos del Reino, en donde ocuparán los cargos más relevantes. 

          Otra cosa importantísima es cuando recordamos las palabras del Juicio final, en donde Jesús-Dios y supremo Juez se encarna en los pobres y desheredados, lo que se descubre de una manera muy sorprendente en la transformación del mendigo en el Rey. También este relato nos recuerda la Parábola del buen samaritano, y la de los invitados a la cena, en donde se recomienda que nos coloquemos en las últimas plazas, para ser ascendidos a los primeros puestos.

¡Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porqué suyo es el Reino de los Cielos! (Mt - 5,3) 




CONDICIONES PARA ACCEDER AL REINO DE DIOS:

         1º/ Hay que tener una humildad tal, que evite sentirse siempre superior a los demás (Los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos), y eso es siempre la actitud de todos los Santos.

      2º/ Hay que tener una compasión tal, que el amor nos haga decir a la vista de los necesitados: "Quiero lo Bueno para ti que sufres, y lo malo para mí", lo contrario del egoísmo que dice: "Quiero lo bueno para mí y lo malo para ti", porqué obrando así, mi Señor siempre me amparará y le agradaré, porque estaré obrando de acuerdo con su condición y sus mandamientos.

      3º/ Hay que admirar a nuestro Señor Jesús, y amarlo, sin ningún interés, temiendo en todo momento de desagradarlo, lo que ayudará a mantenernos siempre precavidos, para no pecar y no ofenderle, este es uno de los dones del Espíritu Santo: El Santo temor de Dios,  el que han tenido todos los Grandes Santos, y así el Santo franciscano Padre Pío, decía que soportaría con agrado todas las grandes cruces que el Señor le mandaba, si pudiera prescindir de la mayor cruz, que para él era saber si su conducta agradaba o no a Dios. 

          4º/ También, no hay nunca envidiar ni odiar a los demás, dejando la Justicia en manos de Dios, que vendrá a dar a cada cual su merecido y en este mundo, mientras vivamos este comportamiento es uno de los más difíciles, por la sencilla razón de que el demonio, siempre nos presentará enemigos de lo más difícil de perdonar a causa de todas las injusticias y maldades que por su culpa nos acosarán.


GLORIA PATRIS ET FILIO ET SPIRITU SANCTO. SICUT ERAT 
IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER ET IN 
SAECULA SAECULORUM
AMEN

domingo, 24 de enero de 2016

EL INFINITO PODER DE LA HUMILDE ORACIÓN, ES EL ARMA MÁS PODEROSA PORQUE ACTIVA LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO, LA FUERZA DE DIOS.

Dice la Stma. Virgen María, dirigiéndose a Dios con el pañuelo
en la mano: Pues me hicísteis tal favor que me elijisteis por Madre,
os ruego a vos como Padre que perdonéis al pecador.
(Pintura del Siglo XIV)



La Santísima Virgen de Fátima dijo a los Pastorcillos: “¡Cuanta gente se condena, porque no hay nadie que rece por ellos!”, Por eso recomendó rezar en cada misterio del Rosario: "Oh, Jesús, preservarnos del fuego del Infierno, llevad todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas de vuestra Misericordia".

Y ese es el inmenso poder del Amor, que es el medio más eficaz para conseguir la salvación de las más atroces de todas las condenas: la muerte del alma, la condenación eterna, es el arma de Dios Todopoderoso, que derrota estrepitosamente a Satanás, poniéndolo en fuga, amor que para que sea verdadero y eficaz, tiene que  provenir de un alma humilde y obediente, ya que el que dice que ama a Dios, y no tiene esos atributos es un solemne embustero.

Dios es el ser más Misericordioso, que podamos imaginar, basta un gesto de humildad y de arrepentimiento, para que un alma se salve, lo que deja impotente a Dios es la soberbia, que es el pecado contra el Espíritu, que dijo Jesús que nunca será perdonado ni en la Tierra ni en el Cielo, y es que el pecado contra el Espíritu es precisamente el pecado contra el Amor que es el Espíritu Santo, es la Soberbia de Satanás que dijo: "No serviré", lo contrario de la Stma. Virgen María que dijo al Arcángel Gabriel: "Hágase en Mí según tu palabra".
  

He leído que una mujer dedicada a la prostitución, se tiró desde un tren en marcha en las vías de otro tren que venía en sentido contrario, diciendo: "Así no ofenderé nunca más a Dios", cuentan que se apareció a un alma y que le dijo que por esta frase alcanzó la Vida Eterna.


DEL EVANGELIO TAL COMO ME HA SIDO REVELADO DE Mª VALTORTA.



Dice Jesús a Pedro que se quejaba de la paciencia que tenía con Judas:

           “Efectivamente, saber callar es una gran Virtud. Pero debes saber que, el prever más o menos exactamente el futuro de un corazón no dispensa a nadie de perseverar hasta el final para apartarlo de la ruina. 

        No caigas tu también en el fatalismo de los Fariseos que sostienen que lo que está destinado debe cumplirse y nada impide el cumplimiento de lo que está destinado; razón por la cual avalan también sus culpas y avalarán el último acto de su odio hacia Mí.

          Muchas veces Dios está esperando el sacrificio de un corazón – que supera sus náuseas y sentimientos de desdén, sus antipatías, incluso justificadas - para arrancar a un espíritu del pantano en que se está hundiendo.

        Si, y os lo digo. Muchas veces Dios (El Omnipotente, el Todo) espera a que una criatura (una nada) haga o no haga un sacrificio, una oración para signar o no signar la condena de un espíritu.

         Nunca es tarde, nunca es demasiado tarde para intentar salvar un alma. Yo os daré prueba de ello. Incluso a las puertas de la muerte, cuando tanto el pecador como el justo que por el se aflige, están próximos a dejar la Tierra para ir al primer Juicio de Dios, siempre es posible salvar y ser salvados. Entre la copa y los labios, dice el proverbio, siempre hay lugar para la muerte.

        Y Yo digo: entre la extrema agonía y la muerte hay siempre tiempo para obtener un perdón, para uno mismo o para aquellos que queremos sean perdonados” (Pág. 135)

sábado, 23 de enero de 2016

LA SANTIDAD CONSISTE EN LA OBEDIENCIA QUE ES FRUTO DE LA HUMILDAD Y ATRAE LA GRACIA DE DIOS, QUE TRANSFORMA LAS ALMAS PECADORAS EN SANTAS Y LAS CAPACITA PARA PODER ENTRAR EN EL REINO DE LOS CIELOS

Vosotros los Santos os colocáis el áureo cordón de la caridad y  lleváis las almas
  a lo alto, a lo alto, al Cielo, a Dios. 




Quiero aquí insistir en estas palabras del Ángel Azarías, que desarmarán a muchos católicos que se creen que cumpliendo con los Sacramentos, a pesar de no ponerlos en práctica, se imaginan que ya tienen la Vida Eterna. 

Ese es también el gran error de la mayoría de los Protestantes, que se creen que al leer y conocer la Biblia, apoyándose en las Palabras de Jesús que dice: "El que cree en mí aunque muera, yo lo resucitaré en el último día", no comprenden, en su ceguera espiritual que creer en Jesús es poner en práctica todos sus mandamientos.

"Estar bautizados, confirmados, absueltos y haber comulgado, poco es, si tales dones resultan inertes; y, en cambio, es todo, si la buena voluntad de la criatura hace que sean activos los dones recibidos a través de los Sacramentos, convirtiendo en realidad eterna la esperanza que alegra el destierro de los llamados por Dios al gran pueblo de Dios". 




Dice el Ángel Azarías, Ángel de la Guardia
 de María Valtorta: 
(Azarías:  de la palabra Hebréa Harzayáh, que significa: Dios socorre)




          “Tanto en las grandes como en las pequeñas cosas, siempre te trata Dios con misericordia, exigiendo de ti únicamente la obediencia. Porqué como consecuencia de la obediencia, viene una vida sin mancha voluntaria y una conducta ajustada a la Ley del Señor y a su querer. Dios Santísimo, nada que no sea el bien de sus hijos puede querer y por eso el que obedece a su querer, practica el bien en la medida de su capacidad y Dios se conforma con esa proporción por ser equivalente a la totalidad de cuanto la criatura le puede dar. 

             Y aún reporta un nuevo fruto la obediencia: el de unir estrechamente con Dios. Dichoso aquellos que pueden decir lo que Jesucristo a quien le reconvenía: “Yo siempre hice y hago lo que quiere el Altísimo”. La obediencia, al unir estrechamente con Dios, y casi fusionar con Él mediante la identificación en el querer – pues Dios quiere el bien de la criatura y esta, a su vez, el bien que Dios quiere de ella – hace efectivamente que descienda Dios con su amor a habitar en quien le ama puesto que la obediencia es amor.

          Y entonces, como el que predomina es siempre el más fuerte, - y aquí el más fuerte es Dios – sucede que quien opera es Dios, poseedor absoluto del espíritu fiel; y la criatura al hallarse tan penetrada y dominada por el Divino y en lo Divino, no realiza ya acciones propias sino divinas, que, por ser tales, no pueden ser sino acciones santas, privadas de contagios diabólicos, como así lo pide la Oración en su invocación. 

        Esta unión absoluta, esta total donación a Dios, este anularse en Dios, despojándose del yo, para ser absorbidos en Dios – el yo es material y no se puede con él penetrar en el Señor que es puro Espíritu – predispone a esa unión, donación, humildad, caridad, paciencia y mansedumbre que Pablo asegura ser esenciales para poder ser verdaderos cristianos, unidos a Cristo, unidos a Dios y unidos al Espíritu con el vínculo de la paz entre hermanos y de la caridad en sus dos ramas que se extienden: una al cielo para abrazar el trono de Dios y la otra en la Tierra para acariciar al prójimo. 

              Entonces es cuando realmente formáis un solo cuerpo y un solo espíritu, todos unidos en el Señor, con una sola fe, un solo bautismo y un solo Padre que está sobre todos y en todo, especialmente en los miembros del cuerpo de Cristo, miembros vivientes en los que viven y vivifican realmente las gracias infusas. 

      Estar bautizados, confirmados, absueltos y haber comulgado, poco es, si tales dones resultan inertes; y, en cambio, es todo, si la buena voluntad de la criatura hace que sean activos los dones recibidos a través de los Sacramentos, convirtiendo en realidad eterna la esperanza que alegra el destierro de los llamados por Dios al gran pueblo de Dios. 

          ¡La buena voluntad! ¡Que arma tan poderosa para vencer! Como dice el Gradual, el Señor mira a sus hijos desde el Cielo y los ve animados al buen deseo de servirle, aunque incapaces de hacerlo perfectamente. Ahora bien, ¿acaso se desanimará Dios por vuestra incapacidad de obrar con perfección? ¿O por ventura dirá: “Por mucho que hagan, no podrán entrar aquí, a mi Paraíso, en el que tan solo entran las cosas perfectas y las criaturas perfectas, puesto que ellos son imperfectos, como también son imperfectos todos sus actos?”. 

           ¡Oh!, no. Aquel Dios, que con una palabra creó los Cielos, reuniendo las moléculas de los gases y formó los astros y la Tierra; y, agrupando las diversas partes esparcidas por el cosmos, hizo la masa sólida que es vuestro mundo, las otras ardientes que son los astros y las líquidas que son los mares, cosas todas ellas que, a partir de entonces constituyen el Universo, ¿no podrá tal vez hacer obras perfectas con vuestras acciones deformes e imperfectas, es cierto, pero realizadas con buena voluntad? 

             (…) Todo lo podéis con solo que viváis como hijos con vuestro Padre que es Dios Altísimo, llegando a hablarle como a un amigo paternal, atreviéndoos a pedirle que anule el ya inminente castigo contra los perjuros que le ofenden y dé cumplimiento a esos deseos atrevidos que os brotan del corazón a impulsos de vuestro encendido amor. 

          (…) ¡Oh vosotros, amadores, que hacéis vuestros los deseos de Dios hacia vosotros, sois los sublimes locos en el seguimiento del Divino Jesús, loco de amor hasta la muerte de Cruz! Sois los locos de la sublime locura del amor y del sacrificio. ¡Lanzaos! ¡No temáis! El mundo, si aún ha de obtener misericordia, necesita de santos locos como vosotros. 

         Y de vosotros tienen así mismo necesidad las almas si todavía se han de salvar. Ellas, las más, ya no saben salvarse a si mismas. Se encuentran con las alas rotas, desgarradas, quemadas. Se arrastran y caen a tierra. Vuestro sacrificio, vuestra locura de amor, les devuelven alas y pupilas, tornando a ellas el deseo de lo alto, y, resurgiendo buscan a Dios, abren las alas… 

             Es vuestra sed de amor, es vuestro inexhausto desear lo que Dios quiere y vuestro cumplir lo que Dios desea, lo que las arrastra al Cielo. La carne, el mundo y el demonio es el lazo que las retiene. Vosotros quemáis ese pesado lazo, colocáis en su cuello el áureo cordón de la caridad y las lleváis con vosotros a lo alto, a lo alto, al Cielo, a Dios. 

        Loado sea el Amor que inspira y alabado el Amor que opera. Sean alabados el Amor que salva y el Dios inspirador de las acciones de los Santos. Alabanzas a los Santos que cooperan con Cristo y ¡al Amor, al Amor, al Amor! 


                  Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”




viernes, 22 de enero de 2016

LA UNIÓN DE LOS CRISTIANOS, SOLO SE PUEDE LLEVAR A CABO CON LA IGLESIA ORTODOXA.


Hermosa imagen Copta Ortodoxa de Jesús el sublime  Corredentor
y de la Stma. Virgen Marí,a Madre de Dios y Madre nuestra


La Iglesia Ortodoxa tuvo que tolerar para su desgracia, la presencia de Satanás: la doctrina comunista, que persiguiendo a los cristianos, y prohibiendo toda manifestación religiosa, con horribles persecuciones, no solo no logró sus propósitos, pero además hizo revivir la fe de un modo imparable, como así lo había profetizado la Stma. Virgen María: "Por fin, mi Inmaculado corazón triunfará". 

Deseo y rezo fervorosamente para que esta Iglesia se una a la Iglesia Católica Romana, y me alegro de que rompiendo la tradición de hace más de 1.000 años, el Patriarca Ortodoxo haya asistido a la Ceremonia de entronización del nuevo Papa Francisco.
Lo que es importante es que la Iglesia Ortodoxa no fue fundada por ningún hombre del tipo del renegado Lutero, que se casó con una monja renegada; de Calvino que mandó quemar vivo a Miguel Servet por su particular visión sobre la Santísima Trinidad, del sanguinario Enrique VIII, o de otra multitud de sectas fundadas por "iluminados" que se creían enviados por Dios, y estaban solo movidos por Satanás con su odio, su interés y su orgullo, y que repitieron las palabras del Príncipe negro: "No serviré".

La Iglesia Ortodoxa y la Romana, fueron ambas fundadas no por un hombre pero sí por un Hombre-Dios: Jesucristo, Rey de Reyes y Señor del Universo, hubo una separación desde el Imperio romano, cuando se escindió en dos por la Invasión de Roma por los Bárbaros, y luego vino la Invasión de Constantinopla por los Turcos, pero ambas sobrevivieron, y tienen cada una los mismos Sacramentos, no veo objeción alguna para que ambas Iglesias se unifiquen, las Iglesias Católicas Romana y Ortodoxa.



Las dos interpretaciones de la Trinidad
que son perfectamente compatibles.


Focio entonces, remueve la vieja rivalidad Roma-Constantinopla, la cual reviste convenientemente con el vistoso ropaje dogmático. 

Esta vez el debate se cierne sobre el “filioque” (literalmente “y el hijo”) con el que, al añadirlo al Credo, el Papa habría incurrido, según Focio, en herejía. 

La cuestión del “filioque” es una vieja cuestión suscitada, en una nueva manifestación de Cesaropapismo, por el Emperador Carlomagno, según la cual, el Espíritu Santo procede del Padre filioque, esto es, “y” del Hijo, según sostiene Roma; en tanto que Constantinopla sostiene que el Espíritu Santo procede “ex Patre per Filium”, esto es, del Padre “por” el Hijo.



Creo sinceramente que estas dos interpretaciones del Credo, están perfectamente justificadas.

En cuanto a las acción del Santo Espíritu sobre las almas de los Hijos de Dios, está clarísimo que el Espíritu Santo interviene "Ex Patre per Filium", ya que es Cristo el que por su predicación, por su ejemplo y por su doloroso Rescate del Género Humano, es el que permite su acción que se produjo en el Cenáculo, estando ya Jesús muerto en la Cruz y resucitado; por eso dijo algo así como: "Os conviene que yo me vaya, porqué entonces, vendrá el Espíritu de la Verdad, que os iluminará y os hará comprender el significado de mis palabras, de mi vida y de mi muerte".

En cuanto a la esencia de la Santísima Trinidad, ya que cada una de las tres personas son absolutamente iguales, se puede decir que el Espíritu Santo procede del Padre filioque (y del hijo), de la misma manera se puede decir que El Padre procede del Espíritu Santo filioque o que el Hijo procede del Espíritu Santo "Patriloque".

Quiera Dios que esa señal de esperanza del Patriarca en su visita a Roma se transforme en un acuerdo que llegue a restablecer el Cristianismo como a sus orígenes.

En cuanto a toda la variopinta de sectas Protestantes, no veo como puede acontecer una unión con individuos que han renegado de su fe por la acción de la soberbia y del orgullo, es decir de Satanás, sectas que con su odio a la Santísima Virgen María, dispensadora de todas las Gracias y Corredentora, causa un impedimento insuperable para que exista una comunión plena.







DIJO LA Stma VIRGEN DE FÁTIMA A LOS PASTORCILLOS: "POR FIN, MI INMACULADO CORAZÓN TRIUNFARÁ"


UNA DE LAS BASÍLICAS MÁS HERMOSAS DE LA CRISTIANDAD:
LA CATEDRAL DE SAN BASILIO



San Basilio dice: “Los que son amigos de Cristo no soportan oír que la Madre de Dios cesó alguna vez de ser virgen” (Hom. In s. Christi generationem n.5).

La promesa de la Stma.Virgen de Fátima a los pastorcillos, pidiendo la Consagración de Rusia al Inmaculado corazón de María, ha dado sus frutos, se cumplió lo que dijo: "Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará". Además de evitar una espantosa conflagración mundial, que hubiera sido la aniquilación de la Humanidad, con la guerra atómica, El imperio marxista se ha derrumbado, y ahora no solo hay libertad de cultos, pero Rusia ha pasado de ser una Nación atea, y perseguidora de la Fé, a restablecer una jerarquía de la Iglesia Ortodoxa, que no tiene parangón alguno con los Países llamados democráticos de Europa y de América.

En todas las ceremonias nacionales, siempre está presente un Pope Ortodoxo, y la Iglesia ha alcanzado la consideración que tenía desde antes de la revolución bolchevique.
Las leyes en cuanto a la moral se han vuelto a aplicar, y estamos asistiendo a un hecho increíble: Todas las personas de ideología marxista, que antes eran admiradores de la U.R.S.S., ahora están despreciando a Rusia, siendo ahora su "bestia negra", como lo era antes EE. UU.

Cuando la crisis griega, que estuvo a punto de que ese País abandonara la Unión Europea, para unirse con Rusia del punto de vista económico, aprovechando de que ambos profesaban la Religión Ortodoxa, asistí en la T.V. a un diálogo entre marxistas, que me dejó atónito, y que demuestra hasta que punto la Izquierda solo se rige por el odio hacia la Religión, lo que es más importante para ellos que la economía, y que es prioridad absoluta en todas sus conversaciones.

Decía un habitual izquierdista de la Sexta: "¡No podemos permitir que Grecia se una a Rusia, porque en ese País no está autorizado el matrimonio homosexual!"(sic).