MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 24 de septiembre de 2016

HAY QUE QUERER SER COMO DIOS POR AMOR,COMO UN NIÑO QUE QUIERE SER COMO SU PADRE, Y NO POR SOBERBIA, COMO LO HIZO LUCIFER.

Expulsó al hombre y puso delante del jardíndel Edén 
un Querubín, que blandía flameante 
espada para guardar el camino del
árbol de la vida (Gen 3, 24)




La única cosa segura que hay en este mundo es que todos moriremos algún día, y que somos más o menos pecadores, todo lo demás hay que ponerlo en duda, aunque venga alguien a convencernos de lo contrario, y lo confirme con milagros. Dios nos dará la Vida Eterna si lo amamos, y le pedimos perdón, entonces, nunca nos abandonará; ya que nunca abandona a los que le quieren, muy al contrario, como una madre, siempre nos cuida y nos protege.

La gente se condena cuando deja de amarlo, y se aparta de Él, aún así, en este mundo siempre espera que volvamos, y está dispuesto a perdonarnos si nos arrepentimos, como el padre del hijo pródigo de la parábola. El único peligro de las ovejas es apartarse del Pastor, porque sin su protección, el lobo se apodera de ellas. Lo mismo ocurre con las almas, fuera de la protección del Hijo de Dios, el Demonio tiene las de ganar, por eso intenta por todos los medios romper el lazo de unión que une el alma con Dios, que es el Amor, y muchas veces lo consigue porque Dios deja libertad absoluta a las  almas, las cuales se apartan de Dios cuando son Orgullosas, Desobedientes, Irreflexivas y Ociosas. (O.D.I.O.)

Solo el Amor a Jesús nos dará la Vida Eterna, porque crea un lazo que nos mantiene firmemente unido a Él, que es Todopoderoso. Para que ese Amor sea imperecedero, las almas tienen que ser Amables, Maleables, Obedientes y Razonables. (A.M.O.R ).

Tanto Lucifer y sus ángeles, como los justos quieren ser semejantes a Dios, pero los primeros lo hacen con soberbia y O.D.I.O. y los segundos con humildad y A.M.O.R. 



Del Ángel Azarías (19/1/1.947)


[…] La concupiscencia de ser semejante a Dios, no porque el deseo provenga del conocimiento de vuestra condición y del amor, que os muevan a conseguir una protección que os haga dioses, sino del orgullo, es la misma concupiscencia de Lucifer. Y como toma la forma y la violencia del Rebelde, toma igualmente su tenacidad.

Os dijo vuestro Maestro santísimo: “sed perfectos como mi Padre”. Por eso no es culpa sino obediencia tender a esa perfección que os asemeja a vuestro Padre. Ahora bien, la perfección comporta justicia y en la justicia hay únicamente amor. En la justicia y en el amor hay siempre humildad y sabiduría, y en la humildad y sabiduría, el deseo de ser semejantes a Dios, que no ha de confundirse con el orgullo ni la ignorancia de quererlo ser en poder y en infinitud, afín de hacer las mismas cosas que Él hace y aún mayores, superándolo, dominándole y destronándole, diciendo: “Yo soy”, como trató de hacerlo Lucifer y como lo dijo, sino que permanece puro y todo amor, nada más que amor, Amor que mueve a los hijos a imitar al Padre y al Hermano divinos para ser perfección en la bondad y en la caridad. En eso y no en la sed de hacer las obras estupendas que hace Dios, Creador y Señor del Cielo y de la Tierra.

[…] Hay otros pecados, precisamente con el pecado de concupiscencia espiritual, que se encuentran (¿cómo no?) entre las filas de los católicos que se creen fervorosos, y lo son a su manera. Lo son más con el injusto fervor y con el desordenado amor. En tiempo de Jesús nuestro Señor, ellos estarían en las filas de los Fariseos. Actualmente se encuentran entre los desordenados en religión.

¡Y son tantos…! Son todos aquellos que – lo son únicamente porque no dejan pasar un día sin ir a la Iglesia, respetan la abstinencia y el ayuno a toda costa, hasta el punto incluso de desatender al marido, a la mujer o a los hijos y, de este modo, fomentar en ellos la libertad, que en un buen católico, debería ser el cuidado de impedir que surja; o, faltando a la caridad con un enfermo, se olvidan que la asistencia al que está enfermo es, por la misericordia practicada, rito de honor y de amor hacia Dios que se oculta en el propio enfermo – son aquellos que, porque hacen esto, tienen para su alma una religión desordenada.

Desordenada por ser egoísta. Desordenada por su sed de alabanzas de los hombres que ven su fervor (exterior) y su diaria oración (externa). Más Dios penetra el fondo de los corazones y de las cosas. Ve el verdadero móvil de tantas prácticas, al igual que las consecuencias de las mismas, todas ellas exteriores. Y no las aprueba, porque Dios es Amor y Orden y quiere, por tanto, orden y amor en todas las cosas.

jueves, 22 de septiembre de 2016

EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES, ENTENEBRECIDO POR EL OLVIDO DE DIOS, TRAERÁ CONSIGO EL FIN DEL MUNDO






Todo hombre ha conocido a Dios, ya que su alma ve a través de sus cinco sentidos corporales, analizando todas las maravillas de la Creación, hecha a imagen y semejanza suya. en donde se ha comprobado en el Cosmos que Dios es infinito, y que obedece a todas las leyes impuestas por Él, y en donde se puede ver también en toda su variedad de criaturas que están dotadas del instinto de conservación y de reproducción, que les hace cuidar con esmero y diligencia a su descendencia.

Vivimos en el mundo, en donde se puede apreciar la sublime belleza de todo lo creado tanto en el mundo vegetal como animal, y podemos conocer también a Dios a través de la conciencia, que todo hombre tiene grabada, ya que Dios habla a través de ella, no con palabras humanas, pero con sentimientos, ya que es Él que nos llena de alegría cuando hacemos una obra buena, y que nos llena de amargos remordimientos cuando obramos el mal.

Estos dos testigos de Dios que son nuestra razón y nuestra conciencia, son los dos testigos del Apocalipsis, que la humanidad perversa, liderada por el Anticristo matará al final de los tiempos, y expondrá en las plazas públicas, que es en el mundo entero, lo que desatará la ira de Dios, que mandará a sus Ángeles para destruir a la Bestia, y acabar con la humanidad corrompida como en el tiempo del Diluvio, como está relatado en el libro del Apocalipsis. (Ap 11, 7-14)

La muerte de esos dos testigos, acarreará consigo el fin del mundo, ya que no puede haber una segunda encarnación e inmolación de Cristo, porque la primera fue rechazada por los tres enemigos de Dios: mundo, Carne y Demonio, que es el que dirige los ejércitos de la Bestia en su última lucha contra Dios, lucha que sabe perdida, pero que quiere morir matando, arrastrando consigo a la mayor cantidad posible de almas.


Epístola de San Pablo a los Romanos 1, 21-32


Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. 

Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.


Salmo 90 (89)

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, 
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”. 
Porque mil años son ante tus ojos 
como el día de ayer, que ya pasó, 
como una vigilia de la noche. 
Tú los arrebatas, y son como un sueño, 
como la hierba que brota de mañana: 
por la mañana brota y florece, 
y por la tarde se seca y se marchita. 
Enséñanos a calcular nuestros años, 
para que nuestro corazón alcance la sabiduría. 
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? 
Ten compasión de tus servidores. 
Sácianos en seguida con tu amor, 
y cantaremos felices toda nuestra vida. 
Que descienda hasta nosotros 
la bondad del Señor; 
que el Señor, nuestro Dios, 
haga prosperar la obra de nuestras manos. 






miércoles, 21 de septiembre de 2016

CONTESTACIÓN DE JESÚS AL PRÍNCIPE NEGRO EL MARTES SANTO, ANTES DE SU MUERTE EN LA CRUZ


Estatua del Ángel caído, en la 
Casa de Campo de Madrid.


Discurso de Jesús unos días antes de su Pasión, en el cual contesta a las amenazas de Satanás cuando exorcizó al endemoniado completo. En esas amenazas, el Príncipe negro afirmaba que se vengaría, profetizando su pasión y muerte, y que entraría en Judas para traicionarlo. En aquella ocasión, Jesús no contestó a esas insinuaciones, ahora a unas días de su Pasión y muerte, reta a Satán y le contesta declarando que saldrá Victorioso, a pesar de su muerte libremente entregada, que además servirá para redimir a toda la Humanidad que había sido vencida y esclavizada por el Demonio en el Jardín del Edén.


Describe igualmente como va a ser muerto por el hombre, con terribles sufrimientos, no solo materiales, pero sobre todo por el abandono de su Padre en esta hora de la expiación, solo tendrá el consuelo que le aportó el Ángel de la Misericordia: el cáliz en donde están disueltos los nombres de todos los redimidos por su sacrificio con las lágrimas de los ángeles. Este consuelo, fue otorgado por Justicia por su Padre, para contrarrestar la visión que le presentó Satanás, en donde le mostraba la inutilidad de su tremendo Sacrificio y la vista de todas las almas para las cuales su Pasión y Muerte habían de ser inútiles.


        Este terrible sufrimiento de Cristo, fue también posible por la presencia del Espíritu Santo, como Él mismo lo confiesa en este discurso, acción que fue confirmada por el Ángel Azarías a María Valtorta. Sin su presencia, que simboliza la fuerza del Amor, que mueve el Universo entero, Jesús no habría podido resistir tan horrible tormento.


Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta:


            Dice Jesús:

          (…) “Para llevar a cabo el fin del mundo solo haría falta un pensamiento de Dios, y todo volvería a la nada. Por eso, podría ser que ese pomar tuviera que esperar poco. Pero las cosas sucederán como Yo he dicho. Por tanto, transcurrirán siglos entre ese y aquel, o sea el definitivo triunfo de Cristo” explica Jesús.

    “¿Y entonces? ¿Cuándo será?”
   “¡Yo sé cuando será!” dice Juan, y llora. “Yo sé cuando será. ¡Será después de tu muerte y tu resurrección!...”, y Juan le abraza fuertemente.
  “¿Y lloras si va a resucitar?” dice con mofa Judas Iscariote.

  “Lloro porque antes debe morir. No te burles de mí, demonio. Yo comprendo. Y no puedo pensar en esta hora”.
 “Maestro, me ha llamado demonio. Ha pecado contra el compañero.
 “Judas; ¿sabes que no lo mereces? Pues entonces no te resientas por su culpa. A mí también me han llamado “demonio”, y todavía me lo llamarán”.
 “Pero Tú tienes dicho que quien insulta a un hermano es culpab…”.

 “Silencio. Ante la muerte que se acaben por fin estas odiosas acusaciones, disputas y mentiras. No turbéis a quien está muriendo”.
 “Perdóname Jesús, susurra Juan. “Con el sonido de su risa, he sentido que se me revolvía algo dentro…y no he podido contenerme”: Juan está abrazado todo, pecho contra pecho a Jesús, y le llora en su corazón.
   “No llores, te comprendo. Déjame hablar”.

   Pero Juan no se despega de Jesús, ni siquiera cuando Él se sienta en una gruesa raíz saliente. Se queda, pasandole un brazo por la espalda y otro alrededor del pecho y con la cabeza apoyada en un hombro, y llora quedo. Solo se ve brillar a la luz de la luna, las lágrimas de su llanto, que caen en la túnica purpúrea de Jesús y parecen rubíes; gotas de pálida sangre heridas por una luz.

    “Hoy me habéis oído hablar a Judíos y Gentiles. No os debe asombrar pues el que os diga: “De mi boca salieron siempre palabras de justicia, y no serán revocadas”; o el que os diga, también con Isaías, hablando de los Gentiles que vendrán a mí después de ser elevado de la Tierra: “Ante mí se doblará toda rodilla, por mí y en mí jurará toda lengua”. Y tampoco dudaréis, habiendo visto como actúan los judíos, que es fácil decir, sin temor a equivocarse, que serán conducidos a mi presencia, y avergonzados, todos los que se oponen a Mí.

   Mi Padre no me ha hecho siervo suyo solo para que haga revivir a las tríbus de Jacob y para convertir a lo que queda de Israel, el resto; sino que ha hecho don de mí, como Luz para las Naciones para que sea “El Salvador” de toda la Tierra. Por este motivo, en estos 33 años de exilio del Cielo y del Seno del Padre, he crecido siempre en Gracia y Sabiduría ante Dios y ante los hombres, alcanzando la edad perfecta, y en estos tres últimos años, después de poner incandescentes mi alma y mi mente en el fuego del Amor, y templarlos con el hielo de la penitencia, he hecho de mi boca “como una espada cortante”.

   “El Padre Santo que es mío y vuestro, hasta este momento me ha custodiado bajo la sombra de su mano, porque todavía no había llegado la hora de la Expiación. Ahora me deja, y la flecha elegida, la flecha de su divina aljaba, tras haber herido para salvar (herido a los hombres para abrir brecha en los corazones para la Palabra y Luz de Dios), ahora se dirige, rápida y segura a herir la Segunda Persona, al Expiador, al Obediente que obedece por todo. Adán desobediente…Y, como guerrero alcanzado, caigo, diciendo por demasiados: “en vano me he fatigado, sin razón, sin obtener nada. He consumido mis fuerzas por nada”.

     ¡Pero… no! ¡No, por el Señor eterno que no hace nunca nada sin objetivo! ¡Atrás Satanás, que quieres que ceda al desánimo y tentarme a la desobediencia! En el alfa y omega de mi ministerio, viniste y vienes. Pues bien, aquí estoy. Me pongo en pié de guerra – realmente se levanta – me mido contigo. Y, me lo juro a mí mismo, te venceré. No es orgullo decir esto, es verdad. El Hijo del hombre será vencido en su carne por el hombre, el gusano miserable que muerde y envenena desde su corrompido fango, pero el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Inefable Triada, no será vencido por Satanás.

      Tú eres el odio. Y eres poderoso en tu acto de odio y de tentación. Pero conmigo habrá una fuerza poderosa que escapa a tu acción, porque no puedes alcanzarla ni mirarla. ¡El Amor está conmigo!

     Sé cual es esa desconocida tortura que me espera. No la que os diré mañana, para que sepáis que nada de lo que por Mí se hacía o se movía, que nada de lo que se formaba en vuestro corazón, me era desconocido. No, la otra tortura…la que no le viene al Hijo del Hombre ni de lanzas ni de palos, ni de burlas y golpes, sino de Dios mismo, y que será conocida solo por pocos en lo que de atroz tendrá, y aceptada como posible por menos todavía. 

   Pero en esa tortura en que dos serán los principales agentes: Dios con su ausencia y tú, Demonio, con tu presencia, la Victima tendrá consigo el Amor, el Amor que vive en la Víctima, fuerza primera de su resistencia a la prueba, y el Amor en el Consolador espiritual, que ya bate sus alas de oro por el ansia de bajar a enjugar mis sudores, y que ya recoge todas las lágrimas de los Ángeles en el celeste cáliz y diluye en él la miel de los nombres de mis redimidos, de los que me aman, para calmar con esa bebida la gran sed del Torturado, y su amargura sin límites.

     Y tú, demonio serás derrotado. Un día, saliendo de un poseído, me dijiste: “Espero a vencerte cuando seas un harapo de carne sangrante”. Pero yo te respondo: “No me tendrás. Yo venzo. Mi fatiga fue Santa, mi causa está en manos de mi Padre, que defiende las Obras  de su Hijo, y no permitirá que ceda el Espíritu mío”.

    Padre, ya desde ahora te digo para esa hora atroz: “En tus manos abandono mi Espíritu”.

  Juan, no me dejes… Vosotros marchaos. La Paz del Señor esté donde no es huésped Satanás. Adiós”.

   Todo termina.





martes, 20 de septiembre de 2016

DURÍSIMO ENFRENTAMIENTO ENTRE JESÚS, PRÍNCIPE DE LA PAZ CON EL PRÍNCIPE NEGRO, QUE HABÍA POSEÍDO A UN "ESPÍRITU COMPLETO"









Durísimo enfrentamiento entre Jesús el Príncipe de la Paz, y Belcebú, el Príncipe negro, que había poseído un hombre porque se había entregado a todos los vicios de una manera "completa", es decir que se había entregado a los siete pecados capitales, por eso al liberarle, Jesús le dice: "Sé continente", en este episodio Jesús ha querido demostrar la dificultad que se presenta para exorcizar ese tipo de almas, ese hombre se había llevado a Jerusalén para presentarlo a los sacerdotes del Templo, que no habían lograr exorcizarlo, y que volvió aún peor que antes.

Jesús explica a Judas que María Magdalena, había conseguido librarse de los siete demonios, con mucha más facilidad porque ella había querido liberarse, habiendo asistido con el Padre Fortea a muchos exorcismos, me he dado cuenta de como el demonio se resiste, el mismo Padre Fortea afirma en su libro "Summa Daemoniaca", que a un mal Sacerdote logrará exorcizar por el poder que ha conferido Jesús a su Iglesia, pero que le costará más trabajo que a un sacerdote Santo.  

A este respeto, he leído en algunos libros de Teología que un Santo puede quedar poseído, creo sinceramente que es un grave error, Jesús explica aquí que la fuerza de la posesión diabólica es proporcional a la gravedad de los pecados, y que tres son los caminos para dar entrada al Demonio: la carne, que nunca falta, el dinero y la soberbia. San Juan de la Cruz dice en sus dichos de luz y amor que "El alma que está unida con Dios, el demonio la teme como al mismo Dios". 

Habiendo citado este texto a un exorcista que creía que un Santo podía quedar poseído, me contestó que Santa Catalina de Siena, en algunos momentos, tenía muestras de estar poseída. Creo que es un grave error, San Juan de la Cruz explica que muchos Santos, tienen ataques terribles del Demonio por razones de Justicia de Dios, ya que al tener grandes éxtasis y arrobamientos, Dios permite al maligno que se desquite atacando a esos Santos, como le pasó a él mismo, a Santa Teresa, al Padre Pío, y a muchos otros que tienen contactos místicos con Dios. 








LUCHA DIRECTA ENTRE LA LUZ Y LAS TINIEBLAS
(Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta 29-9-1.945)


            Jesús y los suyos siguen estando en los campos. Aquí la siega de los cereales está ya terminada y los campos muestran los rastrojos resecos. Jesús camina por el margen de un sendero umbroso. Va hablando con unos hombres que se han unido al grupo de Apóstoles.
          "Sí", dice uno, "Nada le cura. Está más que desquiciado. Mira, es el terror de todos, especialmente de las mujeres, porque las sigue con gestos o palabras obscenos. ¡Y ay si les echara mano!".
          "Nunca se sabe donde está", dice otro. "En los montes, en los bosques, en los surcos de los prados... aparece de improviso como una serpiente... las mujeres tienen mucho miedo de él. Una, jovencita, murió a causa de él en pocos días por una fuerte fiebre".

          El otro día, mi cuñado había ido al lugar donde había preparado para sí y los suyos el sepulcro, porque se le había muerto el padre de su mujer, para aprestar todo para la sepultura, pero tuvo que huir, porque dentro estaba el poseso, desnudo y gritando, como siempre, y le amenazaba lanzándole piedras... Le siguió hasta el pueblo y luego volvió al sepulcro, y ha tenido que sepultar al muerto en mi sepulcro".

              (...)"¿Pero, no le mostrasteis a los sacerdotes?".
           "Sí. Atado como una carga de mercancía le llevaron hasta Jerusalén... ¡Qué viaje! ¡Qué viaje!... Te digo - yo estaba - que no necesito bajar al infierno para ver lo que sucede y se dice allí. Pero no sirvió de nada... ".
            "¿Como antes?".
            "¡Peor!".
            "¡Y, sin embargo... el sacerdote!... ".
            "Sí, ya,, pero... Se necesitaría... ".
            "¿Qué?, continua... ".

            Silencio.
             "Habla, pues. No temas. No te voy a acusar".
        "Bien... Estaba diciendo.... pero no quiero pecar... estaba diciendo... pero no quiero pecar... estaba diciendo... que sí... el sacerdote lo podía conseguir si... si... ".
            "Si fuese santo, quieres decir, y no te atreves a decirlo. Yo te digo: evita el juzgar. Pero es verdad cuanto dices. ¡Es dolorosamente verdadero!... " dice Pedro.
            Jesús calla y suspira. Un breve silencio embarazoso.

           Luego uno se atreve a hablar de nuevo. "Si le encontramos, ¿le curas? ¿Liberas estas comarcas?".
            "¿Esperas que pueda hacerlo? ¿Por qué?".
            "Porque eres Santo".
            "Santo es Dios".
            "Y Tú, que eres Hijo suyo".
            "¿Cómo puedes saberlo?".
           "¡Hombre, corre la voz! Y además somos del río y sabemos lo que hiciste hace tres lunas. ¿Quién para una crecida, si no es el Hijo de Dios?"
             "¿Y Moisés? ¿Y Josué?".
        "Obraban en nombre de Dios y para su gloria. Y podían porque eran santos. Tú los superas".
              "¿Lo vas a hacer, Maestro?".
              "Lo haré, si lo encontramos".

          Prosiguen. El calor, que aumenta, los induce a dejar el camino y a buscar alivio en una espesura de árboles que hay en la orilla del río, que ya no está agitado como cuando la crecida, sino que, aunque todavía baje rico en aguas, las tiene quietas y azules, llenas de resplandor bajo el sol.
             El sendero se ensancha y muestra en el fondo una blancura de casas. Debe de ser un pueblo que se va haciendo cada vez más cercano. En las márgenes, construcciones pequeñas, blanquísimas y sin más aberturas que en una pared. Parte están abiertas; la mayoría, sin embargo, cerradas herméticamente. En los alrededores de ellas, no hay nadie. Están diseminadas en un terreno yermo y agreste; parece abandonado. Solo yerbajos y pedruscos.

             "¡Vete! ¡Vete! ¡Retrocede o te mato!".
             "¡Ahí está el poseso y nos ha visto! Yo me marcho".
             "Yo también".
             "Y yo os sigo".
             "No temáis. Quedaos y ved".
          Jesús se muestra tan seguro que los... valientes obedecen, aunque, eso sí,  se ponen detrás de Jesús. También se quedan atrás los discípulos. Jesús va adelante solo y solemne, como si nada viera ni oyera..
          "¡Vete!". El grito de la voz es desgarrador, tiene componentes de gruñido y aullido. Parece imposible que pueda salir de garganta humana.
            "¡Vete! ¡Atrás! ¡Te mato! ¿Por qué me persigues? ¡No quiero verte!".
             El poseso pega saltos, completamente desnudo, moreno, pelo y barba largos y enredados. Los mechones negros e hirsutos, llenos de hojas secas y polvo, le caen por encima de los ojos torvos, inyectados de sangre, móviles alrededor de sus órbitas; y llegan hasta la boca abierta, mientras grita y mientras emite demenciales carcajadas que parecen una pesadilla, hasta la boca que emite espuma y que sangra, porque el desquiciado se golpea la boca con una piedra puntiaguda y dice: "¿Por qué no te puedo matar? ¿Quién me ata la fuerza? ¿Tú? ¿Tú?".

                 Jesús le mira y sigue adelante.
            El poseso se revuelca por el suelo, se muerde, echa más espuma todavía, se golpea con su piedra, se pone de nuevo en pie bruscamente, apunta el índice hacia Jesús, mirándole fuera de sí, y dice: ¡Oíd! ¡Oíd! Este que viene es.... ".
               "¡Calla, demonio del hombre! Te lo ordeno".

            "¡No! ¡No! ¡No! No me callo, no, no me callo. ¿Qué hay entre nosotros y Tú? ¿Por qué no nos dejas tranquilos? ¿No te ha bastado encerrarnos en el reino del infierno? ¿no te basta venir, haber venido para arrebatarnos al hombre? ¿Por qué nos impeles hasta allá abajo? ¡Déjanos vivir en nuestras presas! Tú, Grande y Poderoso pasa, y conquista si puedes. Pero déjanos a nosotros gozar y hacer daño. Para eso estamos. ¡Oh!  ¡Mal...! ¡No! ¡No puedo decirlo! ¡No te lo dejes decir! ¡No puedo maldecirte! ¡Te odio! ¡ Te persigo! ¡Te espero para torturarte! Te odio a Ti y a Aquel de quien procedes, y odio aquel que es vuestro Espíritu. ¡Odio al Amor, ya que soy Odio! ¡Quiero maldecirte! ¡Quiero matarte! Pero no puedo ¡No puedo! ¡No puedo todavía! Pero te espero, Cristo te espero. ¡Muerto te veré! ¡Oh, hora de felicidad! ¡No! ¡No felicidad! ¿Muerto Tú? No. No muerto. ¡Y yo vencido! ¡Vencido! ¡Siempre vencido!... ¡¡¡Ah!!!...". El paroxismo toca su culmen.

            Jesús sigue andando hacia el poseso, teniéndole bajo el rayo de sus ojos magnéticos. Ahora Jesús está completamente solo. Apóstoles y lugareños, se han quedado atrás. Estos, detrás de los Apóstoles; los Apóstoles, separados de Jesús unos treinta metros al menos.
            Algunos habitantes del pueblo que parece muy poblado y también rico, han salido, atraídos por los gritos; están observando la escena, preparados también para huir como el otro grupo. Así, la escena se desarrolla de esta manera: en el centro el poseso y Jesús, ya a pocos metros uno del otro; detrás de Jesús, a la izquierda, apóstoles y lugareños, a la derecha, detrás del poseso, los habitantes del pueblo.

            Jesús, después de la orden de callar, no ha vuelto a hablar, solamente mira fijo al poseso. pero ahora Jesús se detiene y alza los brazos, los extiende hacia el endemoniado, está para hablar. Los gritos se hacen verdaderamente infernales. el poseso se retuerce, da saltos a la derecha, a la izquierda, hacia arriba. Parece como si quisiera huir o arremeter, pero no puede. Está clavado allí y aparte de sus contorsiones no se le permite ningún otro movimiento. Cuando Jesús estira los brazos, con las manos extendidas como quien jura, el demente grita más fuerte, y después de haber increpado, reído y blasfemado, se pone a llorar y a suplicar.

           "¡En el infierno, no! ¡no en el infierno! ¡no me mandes allí!. Horrenda es mi vida ya aquí, en esta cárcel de hombre, porque quiero recorrer el mundo y despedazar a tus criaturas. Pero ¡allí! ¡allí! ¡allí! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Déjame fuera!...".
            "Sal de este, te lo mando"
            "¡No!".
            "¡Sal!".
            "¡No!".
            "¡Sal!".
            "¡No!".
            "¡En el nombre del Dios Verdadero, sal!".
        "¡Oh! ¿Por qué me vences? Pero no salgo, no. Tu eres el Cristo, Hijo de Dios, pero yo soy... ".
             "¿Quien eres?".
            "Yo soy Belcebú, Belcebú soy, el Amo del mundo, y no me doblego, ¡Te desafío Cristo!".

            El poseso se inmoviliza de golpe, rígido casi hierático, y mira fijo a Jesús con ojos fosforescentes, apenas moviendo los labios con palabras ininteligibles y haciendo, con las manos llevadas hasta los hombros, los codos flexionados, leves movimientos.

        Jesús también se ha detenido. Ahora tiene los brazos recogidos sobre el pecho. Le mira. También Jesús mueve levemente los labios. Pero no oigo ninguna palabra.
            Los presentes esperan con opiniones contrarias: "¡No lo consigue!", "Sí, ahora Cristo lo consigue", "No. Vence el otro", "Es bien fuerte", "Sí", "No".
             Jesús abre los brazos. Su rostro es un resplandor de imperio, su voz un trueno. "Sal. Por última vez. ¡Sal, Satanás! ¡Lo mando Yo!".

             "¡Aaaaah" es un grito larguísimo, de aflicción infinita. No lo emite así uno que sea traspasado lentamente por una espada. Y luego el grito se concreta en palabras: 
             "Salgo, sí. Me has vencido. Pero me vengaré. Tú me echas a mí, pero tienes un demonio a tu lado y en ese entraré para poseerle, invistiendole con todos mis poderes. Y no habrá orden tuya que me le arrebate. En todo tiempo, en todo lugar, me engendro hijos. Yo, el autor del Mal. Y como Dios se ha generado por si mismo, yo por mi mismo me genero. Me concibo en el corazón del hombre, y este me da a luz, da a luz un nuevo Satanás que es él mismo, y yo exulto, ¡exulto de tener tanta prole! 

Tú y los hombres, siempre encontraréis estas criaturas mías que son otros idénticos a mí. Voy, Cristo a tomar posesión de mi nuevo reino, como Tú quieres, y te dejo ese trapo de hombre maltratado por mí. Por este que te dejo, limosna de satanás a Ti, Dios, me tomo ahora mil, diez mil y los encontrarás cuando seas un sucio harapo de carne, arrojado como escarnio a los perros; y tomaré otros, en el transcurso de los siglos, millares y millares, para hacer de ellos mi instrumento y tu tormento.

             ¿Crees vencer alzando tu Signo? Los míos lo echarán abajo y yo venceré... ¡Ah! ¡No, no te venzo! ¡Pero te torturo en Ti y en los tuyos!...".
            [...] Pero Jesús, que se ha agachado a tomar la mano del hombre caído, se vuelve, y dice: "¡Venid. No temáis!". Temerosa, la gente se acerca. "Está curado. Traed una túnica". Uno sale a la carrera.
         El hombre vuelve en sí poco a poco. Abre los ojos y encuentra la mirada de Jesús. Se sienta. Con la mano libre se seca el sudor, la sangre y la baba, se echa hacia atrás el pelo, se observa. Se ve desnudo delante de tanta gente y se avergüenza. Se acurruca y pregunta: "¿Qué ha sido? ¿Quien eres? ¿Por qué estoy aquí desnudo?".
              "Nada, amigo. Ahora te traerán ropa y volverás a tu casa".
              "¿De donde vengo? ¿Y tú de dónde vienes?. Habla con voz de enfermo, cansada y blanda.
                "Vengo del mar de Galilea".
              "¿Y como me conoces? ¿Por qué me socorres? ¿Como te llamas?".

                Llegan algunos hombres con una túnica. Se la ofrecen al hombre que ha recibido el milagro, y llega una pobre vieja llorando y aprieta el curado contra su corazón.
                  "¡Hijo mío!"
                  "¿Mamá! ¿Por qué me has dejado tanto tiempo?".
                La anciana llora más fuerte y le besa y acaricia. Quizás iba a decir otras palabras, pero Jesús la domina con sus ojos, y le inspira otras, más compasivas: "¡Has estado muy enfermo, hijo mío! Alaba a Dios que te ha curado, y a su Mesías, que ha obrado en el nombre de Dios".
                  "¿Este? ¿Como se llama?"
                  "Jesús de Galilea. Pero su nombre es Bondad. Besale las manos, hijo; dile que te perdone por cuanto has hecho o dicho.... Cierto que has hablado estando... ".
              "Sí, ha hablado estando con fiebre" dice Jesús para detener las palabras imprudentes. "Pero no era él el que hablaba, y Yo no soy severo con él. Sé bueno ahora. Sé continente". Jesús recalca la palabra. El hombre baja la cabeza confundido.
              
             Pero lo que Jesús ahorra, no lo ahorran los ciudadanos ricos que ahora ya están cerca. Entre ellos están los indefinibles fariseos. "¡Te ha ido bien! ¡Suerte la tuya, que has encontrado a este, amo de los demonios!".
               "¿Endemoniado yo?". El hombre está aterrorizado.
        La vieja reacciona: "¡Malditos! ¡Sin piedad ni respeto! ¡Víboras odiosas y crueles! Y tú también, inútil ministro de la sinagoga. ¿Amo de los demonios el Santo?".
             "¿Y quien quieres que pueda tener poder sobre ellos si no su rey y padre?".
               "¡Sacrílegos! ¡Blasfemos! ¡M... !".

             "Silencio, mujer. Sé feliz con tu hijo. No impreques. A Mí no me causa preocupación ni afrenta. Id en paz todos. A los buenos, mi bendición. Vamos, amigos".
               "¿Puedo seguirte?". Es el curado el que habla.
            "No. Quédate. Sé testimonio Mío y alegría para tu madre. Ve".
           Y, entre gritos y aplausos y cuchicheos de burla, Jesús atraviesa parte de la Ciudad para luego entrar de nuevo en las sombras de los árboles que están a lo largo del río.
              Los apóstoles se pegan a Él. Pedro pregunta: "¿Por qué, Maestro el espíritu inmundo ha opuesto tanta resistencia?".
                 "Porque era un espíritu completo".
                 "¿Qué quiere decir esta palabra?".
            "Escuchadme: Hay quien se da a Satanás abriendo una puerta a un vicio capital. Hay quien se da dos veces. quién tres, quien siete. Cuando uno ha abierto el espíritu a los siete vicios, entonces entra en él un espíritu completo. Entra Satanás el príncipe negro".
                  "Ese hombre, joven todavía ¿Como podía estar poseído por Satanás?".
                    "¡Oh! ¡amigos! ¿Sabéis por qué sendero viene Satanás? Tres son las vías generalmente holladas, y una no falta nunca. Tres: la carnalidad, el dinero, la soberbia de la mente. La carnalidad es la que no falta nunca. Emisaria de las otras concupiscencias, pasa sembrando su veneno y todo florece con floración satánica. Por eso os digo: "Sed dueños de vuestra carne". Que sea este dominio el comienzo de cualquier otro dominio, de la misma forma que esta esclavitud es el comienzo de cualquier otra. El esclavo de la lujuria se hace ladrón y tramposo, cruel, homicida, con tal de servir a su ama. La misma sed de poder está emparentada con la carne.

 ¿No os parece así? Así es. Meditad y ved si me equivoco. Por la carne Satanás entró en el hombre, y feliz si puede hacerlo, por la carne entra de nuevo; él, uno y septipartito, con la proliferación de sus legiones de demonios menores".
           María de Magdalá, Tú lo dijiste, y ciertamente eran demonios de lujuria. Y, sin embargo la liberaste con mucha facilidad".
                 "Sí, Judas, es verdad".
                 "Y entonces?".
                "Y entonces - dices - mi teoría se viene abajo. No, amigo. La mujer quería ya ser liberada de su posesión. Quería. La voluntad es todo".

lunes, 19 de septiembre de 2016

SAN PABLO ES EL FARO DE LA IGLESIA PASADA, PRESENTE Y FUTURA, A PESAR DE LA MENTALIDAD RELATIVISTA DE HOY


SAN PABLO ESTÁ PUESTO POR DIOS COMO FARO QUE
 ILUMINA LA IGLESIA PASADA, PRESENTE Y FUTURA

Un gran Teólogo, que escribió muchos libros, profesor en la Facultad de Teología de Granada, hoy fallecido (R.I.P), decía en una revista editada por la Compañía a la que pertenecía, que San Pablo tenía una visión "vetero-testamentaria" de la Religión, es decir que ese gran Teólogo predicaba lo que está tan de moda en nuestros días: El Relativismo, que hace que no haya diferencia entre el pecado, que es una nueva ofensa a Dios, y que reiterado, y  sin arrepentimiento, hace que Dios retire su divina Gracia.

Le escribí una larga carta, que no tuvo repuesta, con una pregunta: "Entre la visión de San Pablo, puesto por Dios como Faro de la Iglesia pasada, presente y futura, y la interpretación personal suya, fruto de la mentalidad actual, ¿Con cual hay que quedarse?

De la llama de Amor viva de 
San Juan de la Cruz


         Dios está como el sol sobre las almas para comunicarse con ellas. Conténtense los que las guían a disponerlas para esto según la perfección evangélica, que es la desnudez y vacío del sentido y espíritu; y no quieran entrometerse en edificar, que este oficio es solo del Padre de las lumbres, de donde desciende toda dávida buena y perfecta (Iac 1, 17). Porque si el Señor, como dice David, no edifica la casa, en vano trabaja el que la edifica (Ps 125, 11). 




LECCIONES SOBRE LA EPÍSTOLA DE S. PABLO 
A LOS ROMANOS (7, 1-13)

(Dictado a María Valtorta del 28/2/1.948)



               Dice el Autor Divinísimo:

        “Es verdad firme que los primeros Padres, además de la Gracia santificante y de la inocencia, recibieron otros dones de su Creador al tiempo de su creación, y eran estos: La integridad, esto es, la perfecta subordinación del sentido a la razón, la ciencia proporcionada a su estado, la inmortalidad y la inmunidad de todo dolor y miseria.
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         Este don de ciencia, del modo que regula el amor de la criatura con su Creador, regula también el de la criatura con la criatura, con la esposa, su semejante en primer lugar, teniendo para ella un amor sin desorden de lujuria, ese amor ardiente de los inocentes con el que solo los lujuriosos y corrompidos se creen incapaces de amar.

          ¡Oh, ceguera causada por los fermentos de la corrupción! Los inocentes, los castos, esos son los que saben amar y amar de verdad. Amar los tres órdenes que hay en el hombre y con los tres órdenes que hay en él; pero comenzando del más alto y dando al más bajo – el natural – esa ternura virginal que se refleja en el más ardiente amor materno y en el más ardiente amor filial. 

           Esto es, en esos dos únicos amores desprovistos de atractivo sensual; amor del alma, amor de criatura-hijo hacia el vivo tabernáculo que le llevó; amor de criatura-madre hacia el testimonio vivo de su cualidad de procreadora, gloria de la mujer, que por las penas y el sacrificio de la maternidad, se eleva de mujer a cooperadora de Dios, “obteniendo un hombre con el concurso de Dios”. (Génesis cap. 4, v. 1).

         Debería haber regulado también el amor del hombre hacia las criaturas nacidas de su amor santo con Eva. Más Adán y Eva no llegaron a ese amor santo, porqué – aún antes de que “el hueso de los huesos de Adán y la carne de su carne, por la que el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, les floreciese un hijo del modo como una planta besada por el sol, y no por otro alguno, nacen flores y fruto – el desorden había corrompido con su veneno el amor santo de los Progenitores que quisieron conocer más de cuanto erales justo y suficiente que conociesen, por lo que dijo la Justicia: “Tengamos cuenta de que no vaya el hombre ahora a extender la mano y coja también del árbol de la Vida, coma de él y viva eternamente”.

          Esta frase deja perplejos a muchos y a otros muchos, sírveles para presentar al Buenísimo y Generoso como un avaro cruel. Sírveles también para negar una de las verdades religiosas: la correspondencia a uno de los dones de Dios a los primeros padres esto es, la inmortalidad.

      El don, para que sea don, ha de ser dado. Dios había dado inmortalidad al igual de los otros dones entre los que estaba el de una ciencia proporcionada a la condición del hombre. No toda la ciencia, puesto que solo Dios es sapientísimo. E igualmente había dado inmortalidad, más no eternidad, puesto que solo Dios es eterno.

         El hombre había de nacer, ser procreado por el hombre creado por Dios y ya no morir, sino pasar del paraíso terrenal al celestial y gozar allí de perfecto conocimiento de Dios.

       Más el hombre abusó. Prefirió no haber recibido don alguno gratuito. Quiso toda la Ciencia sin reflexionar que hasta de las cosas buenas, se ha de usar con medida proporcionada a la propia capacidad y que únicamente el Inmenso y Perfectísimo puede conocer todo sin peligro, puesto que su Infinita Perfección puede conocer todo el mal, sin recibir de él turbación alguna corruptora.

         Dios sufre por el mal que ve, más el sufrimiento es por lo que el mismo produce en vosotros, no por Él, ya que se encuentra muy por encima de cuanto pueda el mal intentar, y ni aún el obstinado y astuto poder que tiene por nombre Satán puede causar menoscabo a su Perfección.

       Es en vosotros como Satán ofende a Dios. Más si vosotros os mantuvierais fuertes, no habría manera de que Satán ofendiese a Dios por medio vuestro. Si pensáis en esto, vosotros que amáis a Dios más o menos intensamente, no pecaríais jamás, porque ninguno de cuantos os gloriáis de cristianos-católicos querríais sentiros cómplices de Satanás en ofender a Dios.

      Y sin embargo, lo hacéis. Es que jamás reflexionáis en lo astuto que es Satanás y tan rapaz que no se contenta con tentaros y venceros, sino que más que a vosotros, mira a mofarse de Dios, a arrebatarle las almas, a ridiculizar y destruir el Sacrificio de Cristo, haciéndolo inútil para muchos de vosotros y para otros muchos, capaz a penas de evitarles la condenación.

       Satán lo sabe muy bien, tiene contadas todas las lágrimas, todas las gotas de sangre del Hijo del Hombre, en cada lágrima, en cada gota ha visto el verdadero nombre, el verdadero motivo de las mismas: la indiferencia inerte de un católico por esas lágrimas, la perdición de un católico por las gotas de la Sangre divina. Sabe cuál fue la causa del dolor que arrancó lágrimas y sudor purpúreo a Cristo, su Adversario Divino, Adversario desde el momento de su rebelión, Adversario eterno y vencedor eterno para millones de espíritus, a los que Cristo dona y donó el Cielo.
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       El Decálogo con su parte positiva: “harás” y su parte negativa: “No harás”, crea el pecado con todas sus consecuencias. Porque se peca al saber que se peca, y así, el hombre, después de la Ley, ya no tuvo excusa para decirse a sí mismo: “No sabía que pecaba”.

      El Decálogo es Piedad, castigo y prueba. Como “prueba” era también el árbol que se erguía en medio del Edén. Sin prueba no se puede formar juicio del hombre y está dicho que Dios prueba al hombre como el orfebre prueba el oro en el crisol”.

       Solo las virtudes fuertes y sobre todo la caridad, se acomodan a las disposiciones negativas de la Ley. Porqué, generalmente, el hombre, por insinuación satánica y por estímulos latentes, apetece lo que está prohibido. Por lo que son verdaderos héroes los que aplastan el sentido y las tentaciones bajo el peso de su fuerte amor y no alargan con avidez sus manos al fruto prohibido.

           Y estos son los verdaderos cristianos que no hacen mal uso de los infinitos méritos de Cristo, de la Gracia obtenida por su medio, y sarmientos silvestres injertados a la verdadera Vid, dan para Dios frutos copiosos de virtudes activas y están ciertos por ello, de alcanzar la Vida Eterna.

          Estos son los verdaderos cristianos en los que se encuentran vivos los dones del Espíritu Santo, al que completa Jesús comunicando a los hombres en gracia de Dios la Ciencia, ese gran don perdido con el pecado de Adán, la Ciencia sin la cual, la Ley dada para ser “Vida”, puede resultar “muerte”.

         Porque el hombre que no posee la Ciencia proporcionada a su estado, no ama ordenadamente a Dios ni a las criaturas, cualesquiera que ellas sean; cae en las diferentes idolatrías, en la triple concupiscencia; desfigura la misma religión con un conjunto híbrido de prácticas pecaminosas cuando no – siendo así que el cristiano recibe con el Bautismo el don infinito de la Gracia – de prácticas farisaicas condenadas por el Verbo Divino; no se conoce a si mismo y por eso hace de su placer un obsequio al querer divino; altera en sí la imagen y semejanza de Dios, los dones recibidos para su bien, los vuelve a emplear para hacer y hacerse el mal; si hace limosnas, no las hace por misericordia con los pobres sino para ser alabado por ellas; si escruta los misterios de la creación, lo hace por recibir gloria de los hombres, más no por dar gloria al Creador. 

De esta suerte, sus acciones pierden su perfume que las hace santas a los ojos de Dios y él tiene en la Tierra su bien fugaz, mientras que el “hielo y rechinar de dientes”, como decía el Verbo le aguardan allí donde no cuentan las apariencias sino la verdad de las acciones humanas.

         Y, si no obstante de haber hecho mal aquel bien que podía llevar a cabo, elude por la misericordia de Dios el hielo y la tortura del infierno, larga permanencia le aguarda en la escuela del Purgatorio, en donde aprenderá la verdadera caridad que no es “herejía de las obras”, el azote de vuestros días, pues son muchos los que se afanan a servir a Cristo con un bullir de prácticas y actos exteriores tan sólo, que dejan a los buenos como estaban o escandalizados tal vez, y no sirven para mejorar a los malos ni convertirlos.

       La verdadera caridad es, por tanto, el ejemplo de una vida profunda y conscientemente cristiana en todo. La verdadera caridad es aquella que Jesús quería de Marta, afanada con exceso en tributar honores externos al Hijo de Dios. (Luc 10, 38-42)

        El vivir de este siglo no admite la contemplación del modo que muchos lo entienden. Más Dios no bendice la sola acción. El quiere que se complementen la vida activa y la contemplativa y que las obras no se reduzcan a simple fragor, agitación y aún a discusión con los enemigos, que no sean “herejía” sino religión, esto es, trabajo que equivale a plegaria por el continuo ofrecimiento de los propios actos a Dios, realizándolos todos únicamente a su Gloria y así, la plegaria sea trabajo. Trabajo continuo sobre si mismo, tallándose cada vez más conforme al Modelo Jesucristo y modelando a los demás con el ejemplo.

           En vano se afanan los hombres si Dios no bendice sus actos. Y ¿Cómo queréis que Dios esté con vosotros bendiciéndoos y triunféis en vuestras empresas si en ellas no actúa el don de Ciencia por el que el hombre se conduce en todos sus actos guiado por un fin santo y no por la propia gloria?”.

jueves, 15 de septiembre de 2016

¿QUÉ ES LA GRACIA DE DIOS? ES EL ALIMENTO ESPIRITUAL DEL ALMA, SIN ELLA EL ALMA SE DEBILITA Y MUERE

LAS TRES POTENCIAS DEL ALMA CAPTANDO Y
FILTRANDO LA GRACIA DE DIOS




PARA ESO HEMOS NACIDO Y SE HA CREADO EL MUNDO: 
PARA LLEGAR A CONOCER Y AMAR A DIOS.

LAS TRES POTENCIAS DEL ALMA, TIENEN QUE ESTAR PREPARADAS
  PARA PODER LOGRARLO.

La fotografía de esta bella y extraña flor, recuerda como el alma humana tiene una corola parecida a una antena parabólica, que capta la gracia de Dios para trasmitirla a sus tres potencias: Memoria, Entendimiento y Voluntad, que como lo dice San Juan de la Cruz, tienen que vaciarse del todo para poder recibirla, y así hacer el alma apta para renacer y alcanzar la Salvación Eterna, como lo dijo Jesús a Nicodemo.


Satanás, el eterno e incansable enemigo de Dios lo sabe, por eso, también emite y envía señales falsas, y si el alma no es precavida - careciendo del santo temor de Dios, es decir si la soberbia la invade - el alma caerá en el error, dejándose engañar, y se apartará de Dios. 

Y eso es lo que ocurre con la innumerable retahíla de sectas protestantes, y también de teólogos y consagrados, que se han apartado de la Santa Iglesia Católica, fuera de la cual no hay seguridad alguna, como lo dijo Jesús al fundar su Santa Iglesia Católica: "Las puertas del Infierno no prevalecerán en ella".


Al analizar la corola de esta flor, se puede ver, como así ocurre en las antenas que quieren captar las posibles señales extraterrestres, como todas las ondas van dirigidas a un receptor central que recoge todas la información, y la filtra a través de un bulbo esférico, que es la Iglesia Católica heredera de la promesa de Dios, la cual distingue la verdadera señal, descartando la señal falsa que es nociva para el alma.





DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA

           Dice Jesús:



          [...] Recuerda solamente esto: 
        La Gracia es poseer al Padre, vivir en el Padre; la Gracia es poseer al Hijo, gozar de los méritos infinitos del Hijo; la Gracia es poseer el Espíritu Santo, disfrutar de sus siete dones. La Gracia, en fin, es poseernos a Nosotros, Dios Uno y Trino, y tener alrededor de vuestra persona mortal, las legiones de Ángeles que nos adoran en vosotros.

        Un alma  que pierde la Gracia, lo pierde todo. Inútilmente para ella, el Padre la ha creado, inútilmente para ella, el Hijo la ha redimido, inútilmente para ella el Espíritu Santo le ha infundido sus dones, inútilmente para ella están los Sacramentos. Está muerta. Rama podrida que bajo la acción corrosiva del pecado se separa y cae del árbol vital y termina de corromperse en el barro. Si un alma supiera conservarse como es después del Bautismo y después de la Confirmación, esto es, cuando ella está embebida literalmente de la Gracia, aquella alma sería poco menor a Dios. Y que esto te lo diga todo.
          Cuando leéis los prodigios de mis Santos os sorprendéis. Pero, querida mía, no hay nada de asombroso. Mis Santos eran criaturas que poseían la Gracia, eran dioses, por esto, porqué la Gracia os deifica. ¿Acaso no dije Yo en mi Evangelio que los míos harán los mismos Prodigios que Yo hago? Pero para ser míos, es necesario vivir de Mi Vida, esto es, de la Vida de la Gracia.

        No todas las almas en gracia poseen la Gracia en la misma medida. No porque Nosotros se la infundamos en medida distinta, sino porque de distinta manera la sabéis conservar entre vosotros. El pecado mortal destruye la Gracia, el pecado venial la resquebraja, las imperfecciones la debilitan.

      Hay almas, no del todo malas que languidecen en una tisis espiritual porque, con su inercia, que las empuja a cometer continuas imperfecciones, enflaquecen cada vez mas la Gracia, haciéndola un hilo debilísimo, una llamita languideciente. Mientras debía de ser un fuego, un incendio vivo, bello, purificador.

El mundo se derrumba porque se derrumba la Gracia en casi la totalidad de las almas, y en las demás languidece.
         La Gracia da frutos distintos, según esté más o menos viva en vuestro corazón. Una tierra es más fértil cuando más rica es de elementos y beneficiada por el sol, por el agua, por las corrientes aéreas. Hay tierras secas, estériles, que inútilmente están regadas por el agua, calentadas por el sol, agitadas por los vientos. Lo mismo es en las almas. Hay almas que con cada ocasión se cargan de elementos vitales y por ello logran disfrutar al cien por cien los efectos de la Gracia.
       Los elementos vitales son: vivir según mi Ley, castos, misericordiosos, humildes, amorosos de Dios y del prójimo; es vivir de oración “viva”. Entonces la Gracia crece, florece, echa raíces profundas y se eleva en árbol de vida eterna. Entonces el Espíritu Santo, como un sol, inunda con sus siete rayos, de sus siete dones; entonces Yo, Hijo, os penetro con la lluvia divina de mi Sangre; entonces el Padre os mira con complacencia viendo en vosotros su semejanza; entonces María os acaricia estrechándoos contra su seno en el que me ha llevado a Mí como a sus hijitos menores pero queridos, queridos por su Corazón; entonces los nueve coros angélicos hacen corona a vuestra alma, templo de Dios y cantan el “Gloria” sublime; entonces vuestra muerte es Vida y vuestra Vida  es Bienaventuranza en mi Reino”.



TREMENDAS PALABRAS DE JESÚS PARA LOS RELATIVISTAS, QUE QUIEREN APARECER COMO LLAMADOS Y ELEGIDOS PARA REFORMAR LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA CATÓLICA

LA SANTA IGLESIA CATÓLICA, RESISTIRÁ A TODOS LOS
EMBATES DEL MUNDO PORQUE ES INVENCIBLE

Desde su fundación por Jesús, la Santa Iglesia Católica, ha tenido que enfrentarse a sus enemigos, liderados por Satanás que ha sido vencido por la Cruz, pero que, aprovechando la libertad que impera en el mundo, quiere "morir matando", llevándose con él el mayor número posible de almas para su rebaño infernal, para así vengarse de Dios.

La Iglesia tuvo que enfrentarse antiguamente a enemigos externos como el Imperio romano, y a la hora de evangelizar en el mundo a tantas religiones, sectas e idolatrías, que estaban establecidas en cada País. Fue una tarea harta difícil que costó mucha sangre, sudor y lágrimas a tantos santos y predicadores, pero que al final dio sus frutos ya que el Cristianismo se ha difundido en la mayoría de los Países del mundo.

Sabiendo que el martirio y el sacrificio, con el ejemplo de los cristianos, es en realidad una semilla que da frutos en abundancia, Satanás intenta, y muchas veces consigue entrar dentro de la Iglesia, lo que ha hecho decir a Pablo VI: "El humo de Satanás se ha introducido en el Vaticano". Han surgido una serie de Teólogos, Sacerdotes y laicos, que se dedican a predicar una doctrina adulterada y relativista, en donde se quiere eliminar todas las enseñanzas de los Santos Padres, el Santo temor de Dios, pintando un Dios insensible al pecado, que en realidad es una ofensa, y una herida a su Divinidad, y una alabanza a Satanás.

Como así lo explica San Juan de la Cruz, el demonio nunca tienta bajo el aspecto del mal, porque sabe que el mal conocido nunca será admitido, por eso predica un dios relativista que no ve diferencia alguna entre el pecado y la virtud, y más aún, afirmando que si existe el mal en el mundo, es lícito porque Dios lo permite, y que siendo todos hijos de Dios, el Infierno está vacío porque un Padre no puede mandar ahí a un hijo suyo, (lo que es falso porque como lo dijo Jesús a Nicodemo, para entrar en el Cielo, hay que volver a nacer, y exterminar el hombre viejo). 

Todo lo que han dicho y vivido los Santos, dicen que era de otra época y que hoy día, hay que volver a reinterpretar los Evangelios, y adaptarlos al mundo en que vivimos, lo que también es falso porque es el mundo que tiene que adaptarse a Dios, y no Dios al mundo. 



DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO DE MARÍA VALTORTA

Dice Jesús:

[...] Hoy al amanecer se me ha hecho la observación de que, si todo viene de la voluntad divina, también esta quiere el error de los hombres. Es un error, un error además muy difundido. ¿Puede, acaso, un padre querer que el hijo se haga merecedor de condena? No, no puede. Y, a pesar de ello, vemos en las familias que algunos hijos se hacen tales. Incluso teniendo un padre justo que les señala el bien que hay que hacer y el mal que hay que evitar: ninguna persona recta acusará a ese padre de haber estimulado al hijo al mal.

Dios es el Padre, los hombres son los hijos. Dios señala el bien, y dice: “Mira, te pongo en esta circunstancia para tu bien”; o también, cuando el Maligno y los hombres que le siguen procuran desgracias a los hombres, Dios dice: “Mira, en esta hora penosa, actúa así, de forma que este mal sirva para eterno bien”. Os aconseja, pero no os fuerza. Pues bien, entonces, si uno, aun conociendo lo que sería la voluntad de Dios, prefiere hacer todo lo contrario, ¿se puede decir que tal cosa contraria es voluntad de Dios? No, no se puede.

Amad la voluntad de Dios, amadla más que a la vuestra, y seguidla contra las seducciones y los poderes de las fuerzas del mundo, de la carne y del demonio. También estas cosas tienen su voluntad, más en verdad os digo que bien infeliz es quien ante ellas se doblega.

Me llamáis Mesías y Señor. Decís que me amáis y me entonáis alabanzas. Me seguís, y tal cosa parece amor. Y, sin embargo, en verdad os digo que no todos de entre vosotros entrarán conmigo en el Reino de los Cielos. Incluso entre mis más próximos y antiguos discípulos habrá quien no entre, porque muchos harán su voluntad o de la carne, el mundo o el demonio; no la de mi Padre. No quien me dice: “¡Señor!, ¡Señor! Entrará en el reino de los Cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del padre Mío; solo éstos entrarán en el Reino de Dios.

LLEGARÁ UN DÍA EN QUE YO, QUIEN OS ESTÁ HABLANDO, TRAS HABER SIDO PASTOR, SERÉ JUEZ. NO OS CONFIÉIS ILUSAMENTE EN MI ASPECTO ACTUAL. AHORA MI CAYADO CONGREGA A TODAS LAS ALMAS DISPERSAS Y SE MUESTRA DULCE PARA CONDUCIROS A LOS PASTOS DE LA VERDAD; ENTONCES, EL CAYADO SERÁ SUSTITUIDO POR EL CETRO DEL JUEZ REY Y MUY DISTINTA SERÁ MI POTENCIA. ENTONCES SEPARARÉ, NO CON DULZURA, SINO CON JUSTICIA INEXORABLE, LAS OVEJAS QUE SE ALIMENTAN DE VERDAD DE AQUELLAS OTRAS QUE MEZCLARON VERDAD Y ERROR O SE NUTRIERON SOLO DE ERROR. 

UNA PRIMERA VEZ Y LUEGO OTRA HARÉ ESTO. ¡AY DE AQUELLOS QUE ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA COMPARECENCIA ANTE EL JUEZ NO SE HAYAN PURGADO, NO PUEDAN PURGARSE DE LOS VENENOS! LA TERCERA CATEGORÍA NO SE PURGARÁ. NINGUNA PENA PODRÍA PURGARLA. HA QUERIDO SOLO EL ERROR, EN EL ERROR PERMANEZCA.

Pues en ese momento habrá incluso, entre estos, quien gima: “¿Cómo es esto, Señor? ¿No hemos profetizado en tu nombre, no hemos arrojado demonios y realizado muchos prodigios en tu nombre?”. Pero Yo, en ese momento, muy claramente les diré: “Sí, habéis osado revestiros de mi Nombre para aparecer como no erais; habéis querido hacer pasar por vida en Jesús vuestro satanismo. El fruto de vuestras obras os acusa. ¿Dónde están los salvados por vosotros? ¿Dónde se cumplieron vuestras profecías? ¿A que llevaron vuestros exorcismos? ¿Quién fue el cómplice de vuestros prodigios? ¡Oh, si muy potente es muy Enemigo, pero no está por encima de Mí. Os ayudó, sí, para aumentar su botín; por obra vuestra se ensanchó el círculo de los que fueron arrastrados a la herejía. Realizasteis prodigios, sí, incluso aparentemente mayores que los de los verdaderos siervos de Dios, que no son histriones que dejan estupefactos a las muchedumbres, sino que son humildad y obediencia que dejan estupefactos a los ángeles. 

Mis siervos verdaderos, con sus inmolaciones, no crean fantasmas, sino que los cancelan de los corazones; ellos, mis verdaderos siervos, no se imponen a los hombres, sino que muestran a Dios a los corazones de los hombres; lo único que hacen es cumplir la voluntad del Padre y llevan a otros a cumplirla (de la misma forma que una ola impulsa a la que precede y atrae a la que la sigue), sin colocarse en un trono para decir: “Mirad”. Ellos, mis siervos verdaderos hacen lo que Yo digo, sin pensar sino en hacerlo, y sus obras llevan ese signo mío de paz inconfundible, de mansedumbre, de orden. Por tanto, puedo deciros: “Estos son mis siervos, a vosotros no os conozco, Alejaos de Mí, vosotros, obradores de iniquidad”.

Esto diré entonces. Tremenda palabra será. Estad atentos a no merecérosla. Id por el camino seguro de la obediencia – aunque sea penoso – hacia la gloria del Reino de los Cielos.
Ahora gozáos vuestro reposo del sábado alabando a Dios con todo vuestro ser. La paz sea con todos vosotros”.
Y Jesús bendice a la muchedumbre antes de que esta se disperse en busca de sombra, hablando en grupos, comentando las palabras oídas.

Con Jesús se quedan los Apóstoles y el escriba Juan, que no habla, pero medita profundamente, escudriñando todos los gestos de Jesús.Concluye así el ciclo del monte.