MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 5 de febrero de 2017

EL ARMISTICIO DEL 8 DE NOVIEMBRE DE 1.918 El final de una tragedia (Del historiador francés André Castelot)


EUROPA ANTES DEL ARMISTICIO DE 1.918


   
Europa después de la primera guerra mundial





      Relato detallado de la Rendición alemana de la primera guerra mundial, que fue de parte de los franceses que representaban a los aliados, una tremenda humillación para los vencidos, lo que provocó la venganza de los alemanes, 20 años más tarde, con la ascensión de Hitler al poder.

      El Mariscal francés Foch Generalísimo, que trató de una manera humillante a su interlocutor alemán Erzberger, obligado por de las fuerzas aliadas, dijo:  “¡Esto no es un tratado de paz, es un intermedio de 20 años!”

       En el año  1.939, año de mi venida al mundo, terminada la guerra civil española, estando ya mi padre, oficial de la Armada Republicana, Comisario Político de la base de lanchas torpederas de Pormán (Cartagena) exiliado en Francia, comenzó la segunda guerra mundial, como así lo predijo la Santísima Virgen en Fátima a los pastorcillos: hablando de la primera guerra mundial dijo: “Esta guerra se está terminando, si el mundo no se arrepiente y deja de ofender a Dios, vendrá otra peor, pero si se consagra Rusia a mi Inmaculado Corazón, esta se convertirá, y por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará, profecías que se cumplieron a raja tabla.

          



LA RENDICIÓN DE ALEMANIA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

             Al alba del  7 de Noviembre de 1.918 – una mañana fría y húmeda – el médico-capitán Artaud fue a buscar al capitán Lhuilier, comandante de un batallón del 171 R.I. cuyo puesto de mando estaba instalado en primera línea de fuego, no lejos de la carretera de  la Capelle a Chimay. Venía a comunicarle que ya no quedaban camilleros: todos habían muerto, estaban heridos, o hechos prisioneros. Ambos se miraron angustiados.

          En ese preciso momento llegó un sobre del Estado Mayor Lhuilier lo abrió y leyó:
         -“Los parlamentarios que vienen a pedir el armisticio se presentarán por la carretera de la Capelle a partir de las ocho. Tomen inmediatamente todas las disposiciones para facilitar su entrada en las líneas francesas.”
         Lhuilier levantó la cabeza, sus ojos brillaban, su corazón latía con fuerza. Por fin, la voz quebrada por la emoción, expresó:
         -“Artaud, de ahora en adelante ya no necesitaréis más camilleros.”

          Esa misma noche, a la una y veinticinco de la madrugada, el comandante Riedinger – nombrado poco después general – ordena mandar el telegrama siguiente:
          El mariscal Foch al alto mando alemán: Si los apoderados alemanes desean encontrarse con el mariscal Foch para solicitar un armisticio, tendrán que presentarse en la primera línea francesa por la carretera Chimay, Fourmies, La Capelle. Se darán las órdenes para recibirlos y conducirlos al lugar fijado para  el encuentro.”
          El cuartel general alemán - entonces situado en Spa – capta a las dos y treinta el mensaje de la torre Eiffel. Por la mañana, Hindenburg se lo remite al secretario de Estado Mathias Erzberger que acaba de llegar en tren de Berlin. El que han escogido para presidir la delegación alemana para las conversaciones del armisticio  es un hombrecillo rechoncho, de cara redonda, cuya nariz estaba cabalgada por unos anteojos, era de presencia mediocre. Diputado del Reichstag, ministro de Hacienda del Imperio, fogoso beligerante, es el hombre de esta declaración, que le perseguirá hasta ese día de 1.921 en que será asesinado:
    
          “No tenemos que preocuparnos por atentar en contra del derecho de los pueblos, ni de violar las leyes de la hospitalidad.”
         Se quedó pasmado, el día 6 al mediodía, cuando se enteró de que lo habían escogido por el gobierno Imperial para entregar la suerte de su País en las manos de los vencedores. Antes, como sus colegas del ministerio, oyó al general Groener “primer Comandante general”, describir la situación en estos términos:
         -En resumen, hay que reconocer que la situación militar se ha deteriorado. Si nuestro ejército no está aún derrotado, es debido a la valentía y a la fidelidad al deber que impera aún en la masa de las tropas.
         La opinión del mariscal Hindenburg, como la mía también, es esta: el peor enemigo contra el cual el ejército tiene que luchar es la falta de ánimo debida a la influencia del interior, es el bolchevismo amenazante. La resistencia que el ejército puede oponer a nuestros enemigos exteriores solo puede ser muy limitada, debido a su superioridad numérica y la amenaza de parte de Austria-Hungría. No podemos indicar de una manera precisa cuanto puede durar esta resistencia, ya que depende solo, de la presión interior, y de otra parte de las medidas tomadas en el ejército, así como del estado moral y material de nuestras tropas.

          Este estado moral, empezaba a ser seriamente conmovido. Desde un mes, desde el 6 de Octubre, día en el cual el canciller Max de Bade había solicitado a Wilson la firma de un armisticio, las tropas alemanas habían sido hostigadas por la contra ofensiva aliada. Los ejércitos del mariscal Hindenburg retrocedían sin cesar. El final era aún más evidente debido a un vendaval de revueltas que soplaba contra todo el imperio alemán.
          En Kiel, los marinos – este mismo 5 de noviembre – se habían amotinado. La revolución que iba a obligar al Kaiser, cuatro días más tarde, a abdicar, había comenzado. “Nadie la detendrá, escribió Hindenburg. Solo será por casualidad si el general Groener, cuando vuelva al Cuartel General, pueda escapar de las manos de los revolucionarios. La fiebre empezaba a sacudir a todo el cuerpo de nuestro pueblo.”

          Solo el consejo de Estado, presidido por el príncipe de Bade, no siente subir esa fiebre. El día 7, se le ve discutir acaladoramente – e interminablemente – sobre la oportunidad del voto de las mujeres, mientras que el Imperio Alemán se encuentra en plena descomposición…
          Ese mismo día en Spa, el mariscal Hindenburg recibe a Herzberger, y le declara:
         -¡Es la primera vez en toda la Historia que los políticos y no los militares pactan un armisticio!
          Esta anomalía parece sorprenderle más que el desastre de su ejército, pero se somete “ya que el Cuartel General no puede dar directivas políticas.”

          -Id con Dios, añadió, ¡Y tratad de conseguir lo máximo que se pueda para nuestra Patria!



         Al mediodía, el secretario de Estado sube en el primero de los cinco coches puestos a su disposición. Va con él el Teniente-General von Winterfeld, antiguo agregado militar en Paris, el embajador conde Oberndorf, un intérprete, el capitán von Heldorff y un dactilógrafo, el doctor Blauert.
           “ Acabábamos de dejar Spa, contará el ministro, cuando tuvimos un accidente con mi vehículo. Al tomar una curva, se precipitó contra una casa. El auto que nos seguía,  colisionó con el mío. A pesar del choque, no ocurrió nada grave, proseguimos el viaje en los coches que quedaban. El viaje fue muy lento, debido a la retirada de las tropas alemanas que se batían en retirada. Al atardecer, llegamos hacia las seis a Chimay en donde el general alemán me mandó decir que era imposible proseguir por ese camino.
       - “Para asegurar  la retirada del ejército alemán, las carreteras han sido cortadas por árboles.”
       “Insistí para seguir con el viaje. Un destacamento de pontoneros limpió el terreno de árboles y de minas… “
        
          En el mismo momento una escena análoga tenía lugar en las líneas francesas. El comandante de Bourbon-Busset escogido para recibir a los parlamentarios, se apresura él también para llegar a la cita de La Capelle. Los alemanes, relatará, al batirse en retirada, habían dinamitado los cruces de carretera para tratar de contener nuestro avance. Mi vehículo se detuvo ante un enorme socavón que cortaba el camino.
On los faros encendidos para taparlo, me dijo riendo:
         “Mi comandante, supongo que no intentará seguir adelante, necesitamos aún varias horas de trabajo.
          “Pero tengo que pasar adelante, ahora verá Ud. como lo consigo.
          “Llamé entonces a los pontoneros, y enseñándoles la orden recibida:
           “Tengo que ir a buscar a los parlamentarios alemanes que tienen que firmar el armisticio; si no puedo pasar, eso retrasará el final de la guerra. ¡Apañarosla! “
          Dos grandes traviesas se colocaron con entusiasma debajo del chásis del coche, veinte pontoneros levantaron el coche, el cual en esa camilla improvisada, cruzó sin dificultad el embudo.
          Hacia las 17 horas, aparece un oficial alemán a caballo, llevando una bandera blanca y precedido de un cornetista: es un teniente del Estado Mayor, en un caballo ajetreado como para una ceremonia y cuya grupa está adornada con un magnífico damero que deja atónicos a los soldados embarrados… Viene para advertir del retraso de los apoderados que solo llegarán por la noche. Es efectivamente hacia las ocho que se oye a lo lejos la llamada de alto el fuego. Enseguida, renqueando sobre la carretera hundida, aparece el convoy alemán con los faros encendidos, atravesando la noche lluviosa y la niebla, se detiene en la prime línea del frente. Cada coche enarbola una bandera blanca, confeccionada con las sábanas de la Señora Keller, una residente de Fourmies. El capitán Lhuillier, se adelanta, sube en el primer vehículo, el cabo-cornete Sellier ocupa el lugar del cornete alemán y al toque de firmes, y del refrán del regimiento, el convoy se aleja despacio hacia La Capelle. Las calles, escribirá Erzberger, llevaban aún indicaciones en alemán. Se podía leer en grandes letras en un imponente monumento: Kaiserliche Kreis. La bandera tricolor francesa ondeaba encima.”

          El convoy se detiene delante de un chalet en donde está esperando el comandante de Bourbon-Busset. El general von Winterfeld, muy abierto, presenta sus compañeros a los oficiales. Erzberger deja estupefactos a todos los asistentes por su aspecto desenvuelto: “Parece un viajero que por una pequeña avería, aprovecha para estirar las piernas.” Varios automóviles franceses acuden. Acompañados por oficiales, los Alemanes se colocan y el convoy arranca despacio hacia San Quintín.

            En el presbiterio de Homblieres, se sirve un frugal almuerzo. “Después de una hora de parada, relata Erzberger, continuamos nuestro viaje por Chauny que estaba completamente destruido. No había ni una casa en pie. Era una colección de ruinas. Bajo la luna,  paredes en ruina tomaban formas  espectrales. No había ningún ser viviente alrededor.”
           El convoy arranca otra vez y de pronto, se para en campo raso.
           ¿En dónde estamos?, pregunta Erzberger.
           En Terñier, contesta el comandante de Bourbon-Busset.
           ¡Pero si no hay ninguna casa!
           Efectivamente, había aquí una ciudad. Ha sido sistemáticamente destruida por los soldados alemanes en el repliegue de 1.917, y como lo puede comprobar, no hay ni rastro de casa alguna.
           Erzberger se queda mudo. Unos minutos más tarde, -  en la estación o mejor dicho en su antiguo emplazamiento - se sube en el antiguo coche-salón de Napoleón III, y se repone de sus emociones tomando una copa de coñac. El tren arranca. ¿A dónde nos dirigimos?
          Se niegan a indicárselas.


           El 8 de Noviembre a las siete de la mañana, en una de las ramas de la espiga ferroviaria de selección de vagones, en el medio del bosque de Compiegne, en el cruce de Rethondes, el general Weygand esperaba la llegada del tren alemán. Estaba situado en la ventana del vagón-oficina del Estado Mayor del mariscal Foch, un vagón-restaurante de la compañía de los Wagons-lits. De pronto – me lo contó en ese mismo lugar, cuando lo entrevisté un día entero para un reportaje con Alain Decaux para la televisión – el general vio, moviéndose a través de los árboles, una pequeña luz roja. Es el tren de los apoderados, el cual, lentamente dirigido en marcha atrás, entra en la otra rama de la espiga. Emocionado, se dirigió  al coche contiguo en donde está la habitación de Foch.
          Señor Mariscal, le dije despertándole: “aquí está Alemania y su fortuna.”
          La cita se fijó para las nueve
          Los estaba esperando delante de la puerta del vagón, añade el general Weygand, y los vi llegar en fila india sobre el camino empedrado entre los dos trenes. Los precedí hasta la habitación que utilizábamos como oficina.
         
          “En el salón, escribirá por su parte Erzberger, se había instalado una gran mesa, con cuatro sitios de cada lado. Un poco más tarde apareció el mariscal Foch; era un hombre pequeño, con rasgos enérgicos, y que a primera vista delataba que estaba acostumbrado a mandar. ”
          De un lado de la mesa se colocan el generalísimo, con  el general Weygand  a su izquierda, el almirante sir Rosslyn Wemyss a su derecha, luego el almirante Hope. A los pequeños lados de la mesa se colocan dos intérpretes el oficial-intérprete Leperche y el capitán von Helidorff. La voz de Foch resuena:
            ¿Cuál es el objeto de su visita?
            La delegación, responde Erzberger, ha venido para recibir las proposiciones de las potencias aliadas con el fin de lograr un armisticio.
            No tengo ninguna proposición para ofrecer.
             El conde Oberndorff  interviene entonces proponiendo:
             La palabra “condición” convendría quizás mejor…
             No tengo ninguna condición para ofrecer, contesta el mariscal con impaciencia.
             Hemos venido, replica Erzberger, con referencia a la última nota del presidente Wilson  que informa que el mariscal Foch está “autorizado para dar a conocer las condiciones del armisticio”.
             Estoy efectivamente autorizado a daros a conocer las condiciones si pedís un armisticio. ¿Solicitáis un armisticio?
              Es de un tono brusco que Foch  pronunció esas últimas palabras. Con unámina voz y “rapídamente”,  Erzbeterger y Oberndorff contestan:
             Sí, pedimos la conclusión de un armisticio.
             A la orden de Foch el general Weygand se levanta, y con voz tranquila, lee tranquilamente las condiciones que obligan a los Alemanes a retroceder hasta la línea derecha del Rhin, a entregar toda su flota y a un importante material.
               Caballeros, concluye Foch al terminar la lectura , os dejo el texto tenéis setenta y dos horas para contestar…
              La entrega de gran número de cañones y de ametralladoras aterroriza a Erzberger:
             “Pero entonces, ¡estamos perdido ¿Cómo entonces vamos a poder defendernos del bolchevismo?
              El mariscal hace un gesto evasivo, eso no es de su incumbencia.

              Pero, dice Erzberger con insistencia, no se dan cuenta de que anulándonos todos los medios de defensa contra el bolchevismo, nos destruyen y se destruyen también a sí mismos; les ocurrirá a vosotras también.
             Winterfeld interviene entonces:
             Las condiciones del armisticio que acabamos de conocer necesitan por nuestra parte un examen exhaustivo. Dado que queremos llegar a un acuerdo, ese examen se hará lo más rápidamente posible. Sin embargo, tomará cierto tiempo, sobre todo porque será indispensable de considerar la opinión de nuestro gobierno y del alto mando militar. En esas condiciones, pedimos que el mariscal Foch tenga a bien de consentir, que se fije inmediatamente y en todo el frente una suspensión provisional de alto el fuego.
               El alto el fuego, contesta Foch, solo se puede ordenar después de la firma del armisticio.
               La última solicitud de Erzberger – que los plazos se amplíen de 72 a 82 horas – es igualmente rechazada. Si el 11 de noviembre a las once, los Alemanes no han firmado el acuerdo, la guerra continuará hasta la capitulación del Reich.

               La entrevista ha terminado.
               El capitán von Helldorff debe marcharse inmediatamente para llevar esas condiciones al gobierno alemán. “Se le hizo entrega de algunos bocadillos, me relató el general Riedinger – que era entonces comandante del 11º despacho del estado mayor de Foch. Pero su coche tardaba en llegar, y el capitán desayunó en el tren con sus compañeros. Cuando partió, me pidió si podía “a pesar de todo” llevarse su comida fría. Naturalmente, accedí a ello…

          Y von Helldorff, con sus bocadillos en una mano; el texto de las condiciones del armisticio en la otra, vuelve a dirigirse a La Capelle. Le cuesta mucho atravesar la línea de combate, ya que el duelo de artillería se reanudó y sus compatriotas lo acogen con tiros de fusil. Se toca la corneta, un avión con una bandera blanca sobrevuela las líneas, harán falta varias horas para que los alemanes tengan a bien interrumpir sus cañonazos…
            Von Helldorf llega a Alemania en plena anarquía. A las ocho de la tarde, ese 8 de noviembre, el príncipe de Bade telefoneó al Kaiser:
          “Tu abdicación se ha vuelto imprescindible para cumplir hasta el final tu misión de emperador de la paz… Puede tener un efecto decisivo para las negociaciones y quitará argumentos a los que desean el Acuerdo… Las tropas ya no son seguras. En colonia, el consejo de obreros y soldados ha tomado el poder. A Brunswick, la bandera roja ondea en el castillo. En Munich, se proclamó la República. En Schwerin tiene su sede un consejo de obreros y de soldados. Vamos derechos a la guerra civil. La situación es insostenible. Si no se lleva a cabo la abdicación hoy mismo, mi colaboración se hace imposible… La hora extrema ha llegado. Te aconsejo como pariente y como príncipe alemán.”
          Paro, el “emperador de la paz” trató de retrasar el asunto, sin embargo estará obligado a ello por “el pariente y príncipe alemán” el cual “dimisiona” a su primo, el día 9, a las once y treinta. Guillermo II, solo le queda partir al exilio.

          El día 10, los diarios de Paris aparecen en toda la portada con ese  titular: El Kaiser ha abdicado.
          Erzberger y Oberndorff que se pasean delante de su vagón – El señor Augusto Petit, maquinista del tren del mariscal, me ha contado este hecho pintoresco – ven uno de los empleados leyendo el diario y le piden que se lo venda.
          Es mío, contestó el ferroviario con orgullo, rechazando la oferta…
     
          Ese mismo día, como cada tarde, ambos trenes van cada uno a por agua a la pequeña estación de Rethondes.
           Estábamos cenando en el andén, me contó el general de Mierry – entonces capitán – cuando se acercó el jefe de la estación vino para pedir a un oficial que vaya al teléfono. Paris llamaba al estado mayor del mariscal. Fui, y  me dictaron el texto que acababa de recibir la torre Eiffel:

“El gobierno alemán acepta las condiciones del armisticio que le han impuesto el 8 de noviembre.
Firmado: El canciller del Imperio.”

          La sesión empezó a las dos y cuarto de la mañana, relata Erzberger. Traté de obtener nuevos atenuantes a cada artículo. Insistí para que se disminuyan los efectivos de las fuerzas de ocupación, ya que Foch me había dicho que colocaría cincuenta divisiones  en la ladera izquierda del Rhin. Fue el artículo 26, que se refería a la continuación del bloqueo, lo que provocó los debates más acalorados. La lucha duró más de una hora. Expliqué como este artículo era continuar una de las acciones primordiales de la guerra, una política que había consistido para Inglaterra a llevar la hambruna a Alemania. Indiqué que eran las mujeres y los niños que eran los que más sufrirían en el bloqueo.
            “¡Ese procedimiento no es nada fair!” terminó diciendo el ministro.
             Al almirante Wemyss, le sienta muy mal el asunto:
             “¿Nada fair? ¡Recuerde que habéis hundido nuestros barcos, sin hacer ninguna distinción!
              Al final, Erzberger tiene, en parte, alguna concesión. Los Aliados se comprometen a abastecer a Alemania mientras dure el armisticio. Por otra parte, se le dejan a Alemania cinco mil ametralladoras, además de las permitidas.

             Son las cinco y cuarto cuando se puede firmar el acuerdo.  Sin embargo se decide admitir las cinco como hora oficial. De esa manera la llamada para el alto el fuego podrá oírse a las once de la mañana – el texto decía, efectivamente, que los combates tenían que terminar “seis horas después de la firma”, “Para ganar un tiempo muy importante, añade el general MIerry, se empezará a redactar el texto por el final.”
             La prisa hizo que el papel carbón para la copia de la máquina de escribir, se colocó al revés, lo que hizo que la copia se reproducía en el dorso del original.
            A las cinco y veinte los apoderados pudieron firmar su firma sobre la última hoja que se refería al armisticio y de su nulidad si las clausulas no se cumplían.”
             Todos se levantan.

         
          


        


         
          


     


         
         


    
          
       
         



sábado, 4 de febrero de 2017

DIALOGO DE MARÍA VALTORTA CON SU MADRE EN EL PURGATORIO: ¡OH! ¡SI SUPIERAS DE QUE MODO SE EXPÍA AQUÍ LO QUE SE HA HECHO SUFRIR AL PRÓJIMO!


Retrato de la gran mística italiana
María Valtorta


     María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos estaba plenamente aceptada por San Juan Pablo II, Gallegra, la madre Inés del Stmo. Sacramento y Luigi Novarese, según he leído en la Asociación francesa "Las amis de Maria Valtorta".

      En este escrito de María Valtorta, aparece un diálogo con su madre que se encontraba en el Purgatorio, persona que cuando vivía, según lo que leí, aparece como una madre dura de corazón y autoritaria, que tenía en poca consideración a su hija que estaba en la cama con parálisis y grandes sufrimientos por su enfermedad cardíaca y respiratoria.

    Este diálogo es, bajo mi punto de vista, de una gran transcendencia porque muestra como el alma, para poder entrar en el Paraíso, que es la unión mística del alma con Dios, según lo explica tan bien San Juan de la Cruz, tiene que depurarse, eliminando completamente todas sus imperfecciones, ya que Dios, la sublime perfección no se puede unir con un alma manchada por el pecado, que es una tara que afea y ensucia el alma.

         El pecado es siempre un impedimento para la unión con la Divinidad y la gente espiritual, ya en este mundo, se da cuenta de la gran diferencia que existe entre Dios y su alma, lo que le causa una tremenda molestia y sufrimiento, ya que la presencia de Dios en el alma ilumina sus miserias de una manera tan clara que, al verse tan diferente de su Creador, se siente tan miserable que se ve incapaz de unirse con la Divinidad, lo que le consume de tal manera y le amarga tanto la vida, que esa sensación le es más molesta que todos los otros padecimientos físicos o las adversidades del mundo.


        Ese sufrimiento, es como una espada de Damoclés, que no se puede quitar nunca de encima y que han padecido todos los místicos, es para algunas personas un verdadero Purgatorio en la Tierra, y tiene el maravilloso efecto de generar en el alma que lo padece, un estado de humildad tan grande, que como lo dice San Juan de la Cruz, no se puede disimular. Está muy bien descrito por lo que sentía el gran Santo de los tiempos modernos: el Padre Pío de Pietrelcina, en el libro sobre su vida del Padre capuchino Elías Cabodevilla Garde, podemos leer:


(...) Pero más dolorosos que los físicos fueron sus sufrimientos morales: Ante todo, "las llagas", que le causaban, como confesó a su Director espiritual, "una confusión y una humillación indescriptible e insostenible"; las visitas médicas para examinar sus llagas, impuestas por las autoridades eclesiásticas de la Orden capuchina; su aislamiento de los fieles y la prohibición, durante más de dos años, de todo ministerio sacerdotal, a excepción de la Misa que, como ya se ha indicado en otro lugar, debía celebrar en privado; las calumnias gravísimas sobre su persona y su ministerio; las "violentas y asiduas" tentaciones contra la fe, la esperanza y la pureza; y sobre todo, el fenómeno místico de "la noche oscura", que le acompañó durante casi toda su vida y le llevó a escribir: 

"Preferiría llevar mil cruces y hasta me sería dulce y llevadera toda Cruz, si no tuviese esta prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no el Señor en mis obras".


          Y aquí en la situación de estas almas tan probadas, el sufrimiento mayor, que se añade a todas las persecuciones de parte de sus tres enemigos naturales que son el Mundo, el demonio y la carne, es la tremenda duda de saber si para Dios es digno de amor o de desprecio, esto es lo que afirma San Juan de la Cruz: “No es posible saber si uno es digno de Amor o de desprecio a los ojos de Dios”.

        
Es lo que explica tan bien en los terribles padecimientos que siente el alma en la Noche oscura, en donde a pesar de todos los discursos sobre la bondad de Dios, se ve rechazada por Él, como si estuviera condenada por sus pecados, que a cualquier persona mediocre le parecen simples imperfecciones, pero que a estas almas, debido a la fuerte presencia de Dios, que alumbra intensamente todas sus imperfecciones para que quede completamente limpia y pura y así sea capaz de ser “fagocitada” por Dios, ya que Dios no puede fusionarse con ninguna imperfección por mínima que sea.
        
          Y este estado de cosas es prácticamente imposible de aprehender por las almas mediocres que no han llegado ni siquiera a sospecharlas, aunque sean grandes teólogos, muy al contrario, esta Doctrina es para ellos pura herejía, ya que predican y siguen con una Doctrina relativista, en donde ya nada es pecado, y en donde Dios quiere a todo el mundo por igual, lo mismo a un sádico pecador que al más grande asceta.

Y desgraciadamente, lo peor es que muchos de esos individuos, muchas veces pertenecientes a la alta Jerarquía, tachan a estas almas que han subido tan alto, como almas enfermas, alejadas de Dios o engañadas por el Demonio. Es lo que ha ocurrido siempre con todos los grandes Santos, desde los grandes místicos como San Juan de la Cruz, que al final de su vida fue perseguido incansablemente por sus hermanos de Comunidad, siendo azotado públicamente durante 9 meses en su cárcel de Toledo, llegando a citar las palabras del Cantar de los Cantares:

“Mis hermanos se enzarzaron conmigo, y me pusieron a guardar las viñas, ¡Y mi propia viña no la guardé!” (Cant 1-6).

Lo que se podría traducir por: “mis compañeros me maltrataron y me ordenaron ocuparme de los cosas del mundo, cuando yo las había abandonado para ocuparme de las cosas de Dios.” También ocurrió con Santa Teresa de Ávila, tratada de “monja inquieta y andariega”. Y más recientemente, como Santa Teresita, que fue despreciada y maltratada por su Comunidad; como el Padre Pío de Pietrelcina, acusado de tener relaciones sexuales con mujeres devotas, y al cual se le prohibió decir misa en público, y que fue tratado de farsante por sus “falsos estigmas”, acusado por los Purpurados del Santo Oficio, que dieron la orden de trasladarlo de Comunidad.



DIÁLOGO DE MARÍA VALTORTA CON SU MADRE
EN EL PURGATORIO 
(16 de Mayo de 1.944)


          Veo a mi Mamá.


      ¡Es mi Mamá! Demuestra una apacible tristeza. Su rostro está más sereno, ya no tiene la cerúlea palidez de las primeras apariciones; es el rostro de sus mejores horas y aún más sereno, como suavizado por el reflejo de un alma nutrida de paz… Pero está triste. Me mira con amorosa piedad. Es la mirada que muchas veces yo hubiera deseado que me dirigiera mientras era mi Mamá en la Tierra, una mirada que recibí muy raramente y que, de todos modos, era más débil que la de ahora. Me mira… Parece que sufre… Pero ya no se encuentra lejos de mí, en zonas ultraterrenas, como en las primeras apariciones. 


       Está justo aquí, hacia los pies de mi cama y mira a su alrededor, no sé si lo hace por curiosidad o para saludar a sus cosas, que ve en torno a mí. Sonríe a su retrato, colocado cerca de mí, sonríe a su Dolorosa, a mi miniatura, y luego mira a su Jesús que tengo colocado en la cabecera del lecho; su mirada es tan indeleble que no logro describirla. Parece que reza y adora y que se humilla pidiendo perdón… Parece que sufre.

           Pienso que está triste porque hace dos meses que no logro hacerle decir una Santa Misa de sufragio. Antes, desde diciembre, hasta marzo se había calmado, o me parecía que se había calmado, porque ni la veía ni la sentía como si la Santa Misa mensual le hubiera dado alivio. Le digo: “Tienes razón, mamá. ¡Pero si supieras como me encuentro! De un momento a otro dejarán de ocuparse de mí…”

        Baja la cabeza con gesto de negación…
      Prosigo: “No sé a quién dirigirme para asegurarme que te den alivio con el Santo Sacrificio…”
      Responde: “Yo lo sé, nosotros aquí, lo sabemos. Pero no sufro por mí, sufro por ti. ¡Pobre María, la nunca comprendida, la nunca amada, la nunca feliz!... No lo eres ni siquiera ahora que estás tan enferma y tan necesitada de ayuda. ¡Cuántas culpas tenemos que reprocharnos todos a tu respecto!”.

“No sufras, mamá. Sabes que estoy acostumbrada a este estado… “. No digo más porque comprendo que mis palabras serían numerosos reproches por los recuerdos del pasado, de su pasado y del mío…

Responde: “No puedo dejar de sufrir, porque ahora entiendo. Estamos sumergidos en un baño ardiente y luminoso de amor expiativo, y por eso vemos, conocemos y aprendemos ahora, aquí a amar a nuestro Dios y a nuestro prójimo, que en la vida amamos poco y amamos mal. Los sufrimientos del prójimo aumentan nuestra expiación, porque al caer el egoísmo, sabemos amar y sufrir con él y por él. Pero no te aflijas por eso. Esto nos sirve para llegar más rápidamente al Paraíso. Ten paciencia, María. Solo Dios te ama. Pero te ama muchísimo. Y ahora te ama también muchísimo tu mamá, que aún no puede darte todo lo que quería para reparar.

Ya ha terminado el primer periodo: el del remordimiento… y ahora estoy en el del amor activo. Pero todavía no puedo hacer más que rezar por ti. Más, quédate tranquila. Tú ya sabes amar y por eso estás protegida por el Amor. Yo aprendo a conocer en cada instante de la eternidad.. Conociendo cada vez más, cada vez más aprendo a amar. Cuando sepa amar como nos ha sido ordenado, terminará la expiación y entonces, podré mucho más. Aquí, como en la Tierra, el Paraíso y el poder se obtienen amando. No llores, chiquilina (ese era el diminutivo con que me llamaba mamá en mi niñez y también cuando ya era grande, en los rarísimos momentos en que se encontraba cariñosa).

El mal corresponde a los otros. Ellos deben llorar porque hacen el mal. ¡Oh! Si supieras de que modo se expía aquí lo que se ha hecho sufrir al prójimo. Todos ellos lo sufrirán. Es justo que así sea porque no tienen piedad de la criatura ni del medio usado por Dios. ¡Tendríamos que ser muy buenos mientras que se pueda serlo! 

Sé paciente y ofrece a Dios tu paciencia como sufragio por tu mamá. Es la ofrenda mejor porque está hecha por ti, solo por ti. Lo que me alivia son tus ofrendas, tus sacrificios porque, entre todos los seres vivientes fue a ti en que en mayor grado negué mi amor… Peppino ya no está entre los vivos… Adiós Mario…” (ese es otro nombre con que me llamaba mamá, porque hubiera preferido tener un hijo en vez de una hija, y me llamaba “Mario” como para consolarse de haber dado a luz a una niña…). Un fresco beso me roza la mejilla mientras la visión va ofuscándose… hasta desaparecer totalmente.

La llamo: “¡Mamá! ¡Mamá! ¡Dime!... ¿Ahora puedes hablar, mientras antes no podías hacerlo, porque estás más purificada? ¡Dímelo!...” pero se fue sin responderme. También quería preguntarle: “¿En diciembre, cuándo estabas tan angustiada y me llamabas con esa voz llorosa, lo hacías porque veías lo que se me preparaba?”. Y además, quería decirle “Por qué papá no viene nunca? ¿Acaso no está en paz, o por lo contrario lo está, de modo tan definitivo, que obra desde el Paraíso sin necesidad de venir?”. Pero no me dio tiempo para estas preguntas. Me quedo con mis interrogantes, pero al mismo tiempo, siento un plácido consuelo…

(Nota de las diez de la mañana). Me he quedado tan serena que tras una noche de continuo sufrimiento que me ha impedido dormir en absoluto, me adormezco dulcemente con el rosario entre las manos porque, después de haber dicho los cien “Requiem” por mamá, había empezado a rezar el Rosario. 





         

jueves, 2 de febrero de 2017

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO





PARA ENTRAR EN EL CIELO, HACEN FALTA COMO MÁXIMO TREINTA Y UN BILLETES COMO ESTE, EDITADOS POR LA BANCA DEL VATICANO, POR ORDEN DEL PAPA PIO X EN 1.906.


300 días de indulgencia cada vez que se dice esta oración.
Indulgencia plenaria por recitarla cada mes (Dado por el Papa Pio X, el 5 de Junio de 1.906).

El "Santo y seña" es:



SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO.







lunes, 30 de enero de 2017

LA GRAVEDAD DEL PECADO ORIGINAL SOLO SE PUEDE COMPRENDER CON EL PRECIO DEL RESCATE PAGADO POR JESÚS

ECCE HOMO, TALLA DE MADERA  POLICROMADA
 DEL CRISTO DE PEDRO DE MENA
(Monasterio de las descalzas Reales de Madrid)




SOLO EL VERDADERO AMOR DE LAS ALMAS A JESÚS, TENDRÁ MÁS FUERZA QUE TODAS LAS MISIONES Y LAS PREDICACIONES. POR ESO JESÚS SE PRESENTO Y SE DEJÓ TORTURAR Y MATAR ANTE LOS JUDÍOS PARA PEDIR AMOR Y COMPASIÓN, QUE SON LA PRUEBA IRREFUTABLE DE QUE LAS ALMAS SON HIJAS DE DIOS.




          La principal característica de los Hijos de Dios, es que han de tener misericordia no solo de Jesús, que nos dio a conocer a Dios con sus tremendos sacrificios, y su muerte en la Cruz, pero también por todos los que sufren. Esta cualidad la han tenido todos los Santos. Siempre me ha emocionado la actitud de San Vicente de Paul, cuando fue nombrado capellán de las galeras del rey de Francia: ¡le causó tal impresión, que quiso ponerse en lugar de los galeotes! 

Esta compasión común a los hijos de Dios, es lo opuesto a los hijos de las tinieblas, que no solo no tienen compasión por los desamparados, pero que además son los causantes de todos los sufrimientos a los más débiles, atacando como las fieras salvajes a los más pequeños, enfermos o ancianos que no se pueden defender. Este hecho explica de una manera tajante la existencia del Cielo en donde van los misericordiosos hijos de Dios, y la del Infierno, reservado a los hijos de las Tinieblas. Estos son evidencias tan claras que condenan a los relativistas tan de moda en nuestros días, que no ven diferencia alguna entre el pecado y la virtud, es decir entre el bien y el mal.

Y estos hechos nos enseñan la infinita distancia que existe entre el Bien y el Mal, de la misma manera que Jesús dijo que en el Cielo hay muchas estancias, en el infierno tienen que haber muchas moradas, desde los que han matado a una persona, hasta los que como Hitler o Stalin, y otros verdugos han matado a millones de seres indefensos.

Como lo dijo San Juan de la Cruz en sus dichos de luz y amor, "no sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien, porque no entiende la distancia entre el bien y el mal".

Cuando el alma es más espiritual, más nota esa distancia, por eso los que predican:"Dios te quiere como eres", o "Hagas lo que hagas Dios te querrá", sin saber explicar que para que eso ocurra tiene que haber un arrepentimiento proporcional a la culpa, no tienen presencia alguna de Dios y están espiritualmente ciegos, porque no pueden ver lo sublime y bello que es la Virtud y lo espantoso y horroroso que es el pecado 




domingo, 22 de enero de 2017

¿POR QUÉ DIOS NO ESCUCHA SIEMPRE LAS ORACIONES? ¿COMO HA DE SER LA VERDADERA ORACIÓN?

Claude Manet: La oración del Ángelus 




Hay ciertas almas que se creen que recitando largas plegarias, sin tener el comportamiento adecuado ante Dios (hecho que ellos desconocen), ya han cumplido, pero desgraciadamente, estas oraciones, como lo dice Jesús, aburren hasta su Ángel de la Guardia, que pide con fervor a Dios, que transforme esa alma para que aprenda a dialogar con Dios.


La verdadera oración no es solo sonido repetido de palabras, también lo es cuando en todas las cosas se ve a Dios. Se puede sentir a Dios, amarle y reverenciarle en el trabajo, por muy humilde que sea, en la contemplación de la naturaleza, desde una planta, hasta las estrellas del cielo, y de todo lo que nos rodea en las cosas creadas. La verdadera oración no viene del alma, viene de Dios, que es el que la impulsa, el que la ilumina, y también sabe recompensar el alma con ese don suyo, que hace que esté tocada por la divinidad, para darle entonces una alegría y una suavidad, que enciende el alma en amor y agradecimiento, para impulsarla cada vez más hacia la perfección.

La verdadera oración, ha de hacerse con humildad, ya que Dios no escucha a los soberbios, tiene que ser una oración de solicitud de clemencia para el alma orante, que siempre se ve cada vez más pecadora cuando más se acerca a Dios.

Y esta oración es verdadera, cuando se pide  para el prójimo que Dios ha puesto en nuestro camino, sobre todo en el caso de que sea ateo, ya que entonces es cuando esa alma está en un grave peligro, y como un enfermo grave, necesita más atención y medicación, que es la verdadera oración que Dios quiere, cumpliendo así el primer precepto que es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. 

Cuanto más escondida sea, más valdrá a los ojos de Dios, porque será una oración de humildad, para que no la vean los demás. Esa oración tiene que pedir a Dios las fuerzas necesarias para alcanzar la Vida Eterna, pero nunca para alcanzar bienes materiales, según el consejo que nos dio Jesús: “Buscad el Reino de los Cielos y todo lo demás se os dará por añadidura”.

Esta actitud que nos pide Jesús es para refutar la excusa de muchos que en el Juicio le dirían a Dios: ¿Como quieres que nos hayamos dedicado a buscar el Reino de los Cielos, con todos los problemas que hemos tenido nosotros para procurarnos el alimento, el vestido y el cuidado de nuestros hijos?, por eso Jesús se encarnó y nació en un establo, llevando una vida de Apostolado, llena de pruebas y privaciones, no teniendo donde reclinar la cabeza, dedicándose a hacer el bien, y proclamando la Verdad, lo que le valió las torturas y la muerte.




DEL POEMA DEL HOMBRE DIOS DE MARÍA VALTORTA

Dice Jesús:

[…] Oid cómo debéis orar (con los labios, con el trabajo, con la totalidad de vosotros mismos): debéis orar por el impulso de un corazón amante de Dios, a quien se siente Padre; de un corazón que siempre tiene presente quien es el Creador y quien la criatura, y que se presente con amor reverente en frente de Dios, siempre, ya ore, ya comercie, ya camine, ya descanse, ya logre un beneficio o se le propone a otros.

He dicho “por impulso del corazón”: esta es la primera y esencial cualidad; porque todo viene del corazón, y como es el corazón, tal es la mente, la palabra, la mirada, la acción. El hombre justo extrae el bien de su corazón de justo. Cuanto más bien extrae, más bien encuentra, porque el bien realizado genera un nuevo bien, de la misma forma que la sangre se renueva en el círculo de las venas para volver al corazón enriquecida de elementos siempre nuevos, extraídos del oxígeno que ha absorbido y de la sustancia de los alimentos que ha asimilado.

Por el contrario, el perverso, de su tenebroso corazón henchido de fraude y venenos, solo puede extraer fraude y veneno que aumentan cada vez más, corroborado por las culpas que se van acumulando (en el bueno son las bendiciones de Dios, las que confirman, y también se acumulan). Creed, igualmente, que la exuberancia del corazón rebosa a través de los labios y se revela en las acciones. 

Haceos un corazón humilde y puro, amoroso, confiado, sincero. Amad a Dios con el púdico amor que siente una virgen hacia su prometido. En verdad, os digo que toda alma es virgen prometida al Eterno Amante, a Dios nuestro Señor; esta Tierra es el tiempo del noviazgo, tiempo en que el ángel custodio, otorgado a cada hombre es espiritual paraninfo, y todas las horas y las contingencias de la vida son otras tantas doncellas que preparan el ajuar nupcial; la hora de la muerte es la hora de la boda, es entonces cuando viene el conocimiento, el abrazo, la fusión, es entonces cuando, vestida ya de esposa cumplida, el alma puede alzar su velo y echarse en brazos de su Dios, sin que, por amar así a su Esposo, pueda inducir a otros al escándalo.

Pero por ahora, ¡oh, almas sacrificadas aún en el vínculo del noviazgo con Dios!, cuándo queráis hablar con vuestro Prometido, entrad en la paz de vuestra casa (sobre todo la paz de vuestra morada interior) y hablad, como ángeles de carne acompañados por sus ángeles custodios; hablad a vuestro Padre en el secreto de vuestro corazón y de vuestra estancia interior; dejad afuera todo lo que es mundo: el frenesí de ser notados, de edificar; los escrúpulos de las largas oraciones sobresaturadas de palabras, pero monótonas, tibias, mortecinas en cuanto al amor.

¡Por favor, liberaos de prevenciones cuando oréis! En verdad, hay algunos que derrochan horas y horas repitiendo solo con los labios un monólogo – un verdadero soliloquio porque ni siquiera el ángel custodio lo escucha, porque es un gran rumor vano que el ángel trata de remediar abismándose en ardiente oración en favor de este hombre necio, que le ha sido encomendado. – En verdad, hay algunos que no utilizarían de forma distinta esas horas, aunque Dios se les apareciese y les dijese: “La salud del mundo depende de que dejes esas palabras sin alma para ir simplemente a sacar agua de un pozo y verterla por la tierra, por amor a Mí y a tus semejantes”. 

En verdad, hay algunos que consideran más valioso su monólogo que el acto cortés de recibir en modo acogedor una visita, o que el acto caritativo de socorrer a un necesitado: son almas que han caído en la idolatría de la oración.

La oración es acción de amor. Ahora bien, se puede amar tanto orando como haciendo pan, tanto meditando como asistiendo a un enfermo, tanto realizando un peregrinaje al Templo como atendiendo a la familia, tanto sacrificando a un cordero como sacrificando nuestros deseos – justos – de recogernos en el Señor. Basta que uno colme todo su ser y todas sus acciones en el Amor. ¡No tengáis miedo! El Padre lo ve todo. El Padre comprende. El Padre escucha. El Padre concede. 

¡Cuántas gracias se reciben, por un solo, verdadero, perfecto suspiro de amor; cuanta abundancia, por un sacrificio íntimo, hecho con amor! No seáis como los gentiles, Dios no necesita que le digáis lo que tiene que hacer “porque lo necesitáis”. Eso pueden decírselo los paganos a los ídolos, que no pueden comprender, pero no vosotros a Dios, al verdadero, espiritual Dios, que no es solo Dios y Rey, pero que además es vuestro Padre y sabe, antes de que se lo pidáis, lo que necesitáis.

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe, el que busca encuentra, a quien llame se le abrirá. Cuando vuestro hijo os tiende su manita diciéndoos: “Padre, tengo hambre”, ¿Acaso le dais una piedra?, ¿le dais una serpiente si os pide un pez? No; es más, no solo le dais el pan y el pescado, sino que además le dais una caricia y le bendecís, pues a un padre le resulta agradable alimentar a un hijo y verle sonreír feliz. 

Pues si vosotros, que tenéis un corazón imperfecto, sabéis dar buenos dones a vuestros hijos, solo por el amor natural, que también lo posee el animal hacia su prole, ¡Cuánto más, vuestro Padre que está en los Cielos concederá a quienes se lo pidan las cosas buenas y necesarias para su bien! ¡No tengáis miedo de pedir, ni tampoco de no obtener!

Pero quiero poneros en guardia contra un fácil error: entre los creyentes hay paganos cuya religión es un amasijo de supersticiones y fe, un edificio profanado en el que han echado raíces hierbas parásitas de todo tipo, hasta el punto de que este se va desmoronando y al final, se derrumba; son paganos de la religión verdadera, débiles en la fe y en el Amor, que sienten que su fe muere cuando no se ven escuchados. Pues bien, no hagáis como ellos. 

Sucede que pedís para un momento dado, y os parece justo hacerlo – la verdad es que para ese momento no sería injusta tampoco la gracia pedida – pero la vida no termina en ese momento y lo que hoy es bueno puede no serlo mañana, (pero vosotros conociendo solo el presente – lo cual es también una gracia de Dios – esto lo desconocéis). Sin embargo Dios conoce también el futuro, y muchas veces no satisface una oración vuestra, para ahorraros una pena mayor.

En este año de vida pública, más de una vez, he oído corazones que referían haberse quejado de cuanto habían sufrido cuando no se habían visto escuchados por Dios, pero que luego, habían reconocido que ello significó un bien porque la gracia en cuestión les habría impedido alcanzar posteriormente a Dios. A otros les he oído decir – y decirme a Mí – Señor ¿por qué no respondes a mi súplica?; con todos lo haces, ¿por qué conmigo no? 

Y no obstante, a pesar del dolor que me producía el sufrimiento que veía, he tenido que decir: “No puedo”, porque haber condescendido a su petición, habría significado poner un estorbo a su vuelo hacia la vida perfecta. Incluso el Padre a veces dice: “¡No puedo!”; no porque no pueda cumplir inmediatamente ese acto, sino porque no quiere hacerlo, dado que conoce las consecuencias que se seguirían.


En la vida del Santo Cura de Ars, escrita por Monseñor Trochú, se lee, que hacía múltiples milagros a personas con graves enfermedades, por humildad les decía que fueran al altar de Santa Filomena, y que les dijera que les curara, los enfermos quedaban curados, pero por humildad, conseguía que el milagro no se lo atribuyesen a él.

Cuenta que una vez vino desde París una mujer ciega, el Santo le dijo: "Se puede curar su dolencia, pero su salvación eterna no estaría asegurada, sin embargo si se queda ciega obtendrá la Vida Eterna", la mujer se volvió a París resignada.



martes, 17 de enero de 2017

LOS DOS LIBROS DE JESÚS SON LA POBREZA DE BELÉN Y LA MISERICORDIA REDENTORA DE LA CRUZ


El primer libro de Jesús es el espíritu de Pobreza en este mundo
y es necesario para poseer la verdadera riqueza en el Cielo




Este comentario sobre las palabras de Jesús a María Valtorta, están relacionados sobre los siete Espíritus o acciones de Dios en misión sobre toda la Tierra, tal como se puede leer en el Apocalipsis.

El primer Espíritu de Jesús proviene por el Espíritu de Pureza y el de Verdad del Padre, y simboliza las infinitas riquezas, tanto materiales, que se ven en toda la Creación, y las maravillas espirituales de Dios, las cuales para poseerlas desde esta Tierra necesitan la pobreza de Belén, pobreza no solo material pero sobre todo espiritual, ya que no es pobre el egoísta, el lujurioso el soberbio, el glotón, así como todos los que se entregan a sus vicios, bajo sus variopintas formas.

El segundo Espíritu, proviene del Espíritu de Justicia y de Bondad de Dios Padre, atributos que Cristo Jesús, se traduce en su Misericordia, que culmina en la Cruz, ya que dijo Jesús que no hay mayor Amor que el que da su Vida por los demás, como Él lo hizo para redimirnos del poder de Satanás; y además, rogó por los que le torturaron diciendo "Perdónales Padre, porque no saben lo que hacen".

Aplicando estos Espíritus, o maneras de ser de Dios, se obtiene la promesa de Jesús, que es la posesión del Espíritu Santo, y se puede poseer el séptimo Espíritu de Dios, que es el descanso de Dios en el séptimo día de la Creación: el fin de la transformación espiritual del alma, que permite alcanzar la metamorfosis al transformarnos de hijos de la carne en Hijos de Dios, es el séptimo día de la Creación: el Descanso de Dios, que es la Vida Eterna.

Es la meta soñada por toda la Humanidad desde el principio de su existencia: la inmortalidad y la dicha eternas, un lugar en donde no existe el odio, las envidias, los vicios, y donde reina solo el amor, la verdadera riqueza, la salud, la eterna juventud, y la satisfacción infinita del alma en la contemplación del Dios, siempre nuevo, e inaccesible en todas sus obras porque es infinito en sabiduría, esplendor, gloria, poder, belleza, inteligencia, justicia, bondad, y tantos otros atributos conocidos y desconocidos, que nos asombrarán a lo largo de la Eternidad, y que nos parecerá por eso paradojicamente corta.


  El segundo libro de Jesús es la Cruz, y la Misericordia
necesarias para obtener la Vida Eterna



De los cuadernos de María Valtorta
25 de Diciembre de 1.946


    Dice Jesús:

    "Vengo y os tiendo mis brazos como a mis pastores, que fueron los primeros a quien amé en la Tierra y que seguí amando, porque ellos siguieron amándome con el corazón sencillo de aquella noche. 

      Os les doy como modelo porque quiero que me améis siguiendo el camino más fácil y seguro, el camino de la sencillez. Es también el camino de "nuestra" Teresa del Niño Jesús. Es el camino de quienes, dado que poseen la Sabiduría, intuyen que los caminos abruptos son peligrosos aún para los fuertes, mientras que los caminos sencillos son los más seguros. Nunca debe el hombre fiarse de sus fuerzas.

       Hoy puede ser muy fuerte; mañana más frágil que un junco, y hasta más frágil que un junco quebrado. El peso que puede quebrarle es precisamente el deseo de cosas grandes, complicadas, llenas de fórmulas y de programas, los métodos hiperbólicos de una escalada difícil que el hombre, por si mismo no puede emprender.

    No, este no es el modo para salvarse fácilmente. Para lograrlo, hay que tener simplemente la voluntad de amar. Es lo que sabe hacer hasta un niño. Es lo que sabe hacer hasta un pastor. Es muy fácil para Mí precipitarme y apresar a uno que me ama de modo simple, elevándole a las vertiginosas alturas de maravillosos heroísmos. Mas, ¿creéis que el júbilo de este, el paradisíaco júbilo de poseerme en el Cielo, es mayor del júbilo del que se ha santificado humildemente en la sencillez de las acciones realizadas totalmente por amor a Mí?



    ¿Creéis acaso que mis humildes pastores, aún los que murieron antes de que Yo fuera el Maestro - y que, por lo tanto, solo me adoraron en esta noche en que todos ellos estaban arrodillados ante mi pesebre, ante mi cuna, y que siguieron haciéndolo con todo su espíritu por pocos días, o quizás por años, hasta la muerte después que la saña de Herodes me separó de ellos, creéis, os digo, que mis humildes pastores, que todos ellos, tienen gloria en el Cielo y dichas menores de la que tienen los tres Sabios de Oriente, arquetipo de los sabios y de los potentes, que luego, a lo largo de los siglos, me iban a amar con ciencia? No es así. 

        Es más, os digo que, mientras muchos doctos, tras haberme amado, se perdieron por haber querido conocerme con demasiada ciencia o están purgando aún en el fuego purgativo (que les enseña a amar sin pretender analizar el amor y el Objeto del Amor) su científico y complicado culto de Mí, ese culto investido por las gélidas ráfagas de la ciencia, de todos mis pastores, los que me sirvieron como discípulos pasaron de la muerte a la Vida, y los que se extinguieron antes de que Yo subiera al Padre, pasaron de la muerte a una serena espera de Mí en el Limbo.

       Es más, os digo que, mientras entre los doce Apóstoles se perdió uno, entre los doce pastores ni siquiera uno fue privado de la aureola de los Bienaventurados. Y fue así porque, siendo simples, se saciaron y se compenetraron de mi simplicidad de Niño. Vieron y amaron solo al Hijo que le había nacido al Pueblo de Israel, amaron solo al Niño Salvador, envuelto en pañales y puesto en un pesebre; el Niño que luego vieron mamar y crecer, semejante a todos los niños, y ni la pobreza, ni las limitaciones de la infancia hicieron vacilar la fe de ellos acerca del origen divino de la Criaturita nacida en Belén de Judea, ni tampoco calcularon los beneficios que habrían podido obtener de Él, a quien la mayoría en Israel soñaba como rey y vengador en lugar de espiritual Salvador de su pueblo y del mundo. 

Amaron siempre. Amaron también a los que luego me vieron y sirvieron en medio de las aclamaciones de la multitud. Supieron amar únicamente al Salvador, Supieron seguir únicamente al Salvador. Supieron seguir a Jesús únicamente para poseer el Reino de los Cielos. No soñaron ni se desilusionaron, ni cayeron en la incredulidad, en el odio, en la venganza, como Judas de Keriot que, decepcionado en su sueño de poder, llegó al deicidio.

Sed simples. Hay dos libros que puede leer y entender todo el mundo que tenga buena voluntad, aunque sea analfabeto. Es suficiente que tenga los ojos simples de mis pastores. El pesebre de Belén, la Cruz del Gólgota: esos dos libros hablan. Dicen palabras eternas. Expresan enseñanzas frente a las cuales son algo muy limitado la sabiduría de los sabios, desde Salomón hasta el último que llegue.

Es mi nacimiento en la miseria para enseñaros el desinterés por la riqueza y los honores, para apagar en vosotros la sed de esos honores humanos tan inútiles; es mi Muerte en el dolor para enseñaros que con ello se conquista mi Reino para sí y para el prójimo y que se debe amar siempre.

Amaos y amadme y que mi Paz sea con vosotros.