MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 23 de diciembre de 2016

EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS, EL HECHO MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

EL TESORO MÁS GRANDE DE DIOS ES LA
ADMIRACIÓN DE LOS ÁNGELES 




NUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SUPREMO JUEZ, EL QUE TIENE LAS LLAVES DEL CIELO Y DEL HADES, EL QUE DARÁ PREMIO Y CASTIGO A LOS HOMBRES DE TODA CONDICIÓN.

Aquí está relatada con detalles sorprendentes, y dignos de toda fe, la Venida de Dios al mundo, en el sitio más humilde que uno pueda imaginar: un establo ocupado por dos animales: un burro y un buey, que como los pastores y más adelante los Reyes magos, se estremecen ante la gran claridad que se produce en el momento del nacimiento del hijo de Dios, y parecen rendirle gloria por todos los animales de la Creación. 




Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta


Continúa mi visión del interior de este pobre refugio de piedra en que han encontrado amparo, unidos María y José en la suerte, a unos animales.

El fueguecillo se adormila junto a su guardián. María levanta lentamente la cabeza de su yacija y mira. Ve que José tiene la cabeza reclinada sobre el pecho como si estuviera meditando… será – piensa – que el cansancio ha sobrepujado su buena voluntad de permanecer despierto , y sonríe bondadosa; luego con menos ruido del que puede hacer una mariposa posándose en una rosa, se sienta, para después arrodillarse. Ora con una sonrisa beata en su rostro. Ora con los brazos extendidos casi en cruz, con las palmas hacia arriba y hacia delante… y no parece cansarse en esa posición violenta. Luego se postra con el rostro contra el heno, adentrándose aún más en su oración; y la oración es larga.

José sale bruscamente de su sueño; ve mortecino el fuego y casi oscuro el establo. Echa un puñado de tamujo muy fino. La llama vuelve a chispear. Y va añadiendo ramitas cada vez más gruesas; en efecto, el frío debe de ser punzante, el frío de esa noche invernal, serena, que penetra por todas las partes de esas ruinas. El pobre José, estando como está cerca de la puerta – llamemos así a la abertura a la que hace de cortina su manto -, debe estar congelado. Acerca las manos a la llama, se quita las sandalias, acerca también los pies; así se calienta. Luego, cuando el fuego ha adquirido ya viveza y su luz es segura, se vuelve; no ve nada, ni siquiera la blancura del velo de María  que antes dibujaba una línea clara obre el heno oscuro. Se pone en pie y se acerca despacio a la yacija.

“¿No duermes, María?” pregunta.
Lo pregunta tres veces, hasta que Ella torna en sí y responde: “Estoy orando”.
“¿No necesitas nada?”.
“No, José”
“Trata de dormir un poco, de descansar al menos”.
“Lo intentaré, pero la oración no me cansa”.
“Hasta luego, María”.
“Hasta luego, José”.
María vuelve a su posición de antes. José, para no ceder otra vez al sueño, se pone de rodillas junto al fuego, y ora. Ora con las manos caídas en el rostro; de vez en cuando las separa para alimentar el fuego, y luego vuelve a su ferviente oración. Menos el ruido del crepitar de la leña y el del asno, que de tanto en tanto pega con una pezuña en el suelo, no se oye nada.

Un inicio de Luna se insinúa a través de una grieta de la techumbre, parece un hilo de incorpórea plata que buscase a María. Se alarga a medida que la Luna va elevándose en el cielo y, por fin, la alcanza. Ya está sobre la cabeza de la orante, nimbándosela de candor.

María levanta la cabeza como por una llamada celeste  y se yergue hasta quedar de nuevo de rodillas. ¡Oh, qué hermoso es este momento! Ella levanta la cabeza, que parece resplandecer bajo la luz blanca de la Luna, y una sonrisa no humana la transfigura. ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué siente? Solo Ella podría decir lo que vio, oyó y sintió en la hora fúlgida de su Maternidad. Yo solo veo que en torno a Ella la luz aumente, aumenta, aumenta; parece descender del Cielo, parece provenir de las pobres cosas que están a su alrededor, parece, sobre todo, que proviene de Ella.

Su vestido, azul oscuro, parece ahora de un delicado celeste de miosota; sus manos, su rostro, parecen volverse azulinas, como los de uno que estuviera puesto en el foco de un inmenso zafiro pálido. Este color, que me recuerda, a pesar de ser más tenue, el que veo en las visiones del santo Paraíso, y también el que ví en la visión de la venida de los Magos, se va extendiendo progresivamente sobre las cosas, y las viste, las purifica, las hace espléndidas.

El cuerpo de María despide cada vez más luz, absorbe la de la Luna, parece como si Ella atrajera hacia sí la que le puede venir del Cielo. Ahora es Ella la depositaria de la Luz, la que debe dar esa Luz al mundo. Y esta beatífica, incontenible, inmensurable, eterna, divina Luz que de un momento a otro va a ser dada, se anuncia con un alba, un lucero de la mañana, un oro de átomos de Luz que aumenta, aumenta como una marea, sube, sube como incienso, baja como una riada, se extiende como un velo…

La techumbre, llena de grietas, de telas de araña, de cascotes que sobresalen y están en equilibrio por un milagro de estática, esa techumbre negra, ahumada repelente, parece la bóveda de una sala regia. Los pedruscos son bloques de plata; las grietas, reflejos de ópalo; las telas de araña, preciosísimos baldaquines engastados de plata y diamantes. Un voluminoso lagarto, aletargado entre dos bloques de piedra, parece un collar de esmeraldas olvidado allí por una reina; y un racimo de murciélagos en letargo, una lámpara de ónix de gran valor. Ya no es hierba el heno que pende del pesebre más alto, es una multitud de hilos de plata pura que oscilan temblorosos en el aire con la gracia de una cabellera suelta.

La madera oscura del pesebre de abajo parece un bloque de plata bruñida. Las paredes están recubiertas por un brocado en que el recamo perlino del relieve oculta el candor de las seda. Y el suelo… ¿Qué es ahora el suelo? Es un cristal encendido por una luz blanca; los salientes parecen rosas de luz arrojadas al suelo como obsequio; los hoyos, cálices valiosos de cuyo interior ascenderían aromas y perfumes.

La Luz aumenta cada vez más. El ojo no la resiste. En ella desaparece, como absorbida por una cortina de incandescencia, la Virgen… y emerge la Madre.

Sí. Cuando mi vista de nuevo puede resistir la Luz, veo a María con su Hijo recién nacido en los brazos. Es un Niñito rosado y regordete, que gesticula, con unas manitas del tamaño de un capullo de rosa; que menea sus piececitos, tan pequeños que cabrían en el corazón de una rosa; que emite vagidos con su vocecita trémula, de corderito recién nacido, abriendo una boquita que parece una menuda fresa del bosque, y mostrando una lengüecita temblorosa contra el rosado paladar; que menea su cabecita, tan rubia que parece casi desprovista de cabellos, una cabecita redonda, que su Mamá sostiene en la cavidad de una de sus manos, mirando a su Niño, adorándole, llorando y riendo al mismo tiempo… 

Y se inclina para besarlo, no en la inocente cabeza, sino en el centro del pecho, sobre ese corazoncito que palpita, que palpita por nosotros… en donde un día se abrirá la Herida. Su Mamá se la está curando anticipadamente, con su beso inmaculado.

El buey se ha despertado por el resplandor, se levanta haciendo mucho ruido con las pezuñas, y muge. El asno vuelve la cabeza y rebuzna. Es la Luz la que los saca del sueño, pero me seduce la idea de pensar que hayan querido saludar a su Creador, por ellos mismos y por todos los animales.

Y José, que casi en rapto, estaba orando tan intensamente que era ajeno a cuanto le rodeaba, también torna en sí, y por entre los dedos apretados contra el rostro, ve filtrarse la extraña Luz. Se descubre el rostro, levanta la cabeza, se vuelve. El buey, que está en pié, oculta a María, pero ella llama: “José, ven”.

José acude. Cuando ve, se detiene, como fulminado de reverencia, y está casi para caer de rodillas en ese mismo lugar; pero María insiste: “Ven, José” y, apoyando la mano izquierda en el heno y teniendo con la derecha estrechado contra su corazón al Infante, se alza y se dirige hacia José, quien, por su parte, se mueve azarado por el contraste entre su deseo de ir y el temor a ser irreverente.
Cerca de la cama para el ganado, los dos esposos se encuentran, y se miran llorando con beatitud.

“Ven, que ofrecemos a Jesús al Padre” dice María. José se pone de rodillas. Ella, erguida, entre dos troncos sustentantes, alza a su criatura en sus brazos y dice: “Heme aquí – por Él, ¡Oh Dios!, te digo esto - , heme aquí para hacer tu Voluntad. Y con Él yo, María, y José, mi Esposo. He aquí a tus Siervos, Señor, para hacer siempre, en todo momento y en todo lo que suceda, Tu voluntad, para gloria tuya y por amor a Ti”.

Luego, María se inclina hacia José y, ofreciéndole el Infante le dice: “Toma, José”.
“¿Yo? ¿A mí? ¡Oh, no! ¡No soy digno!”. José se siente profundamente turbado, anonadado ante la idea de deber tocar a Dios.
Pero María insiste sonriendo: “Bien digno de ello eres tú, y nadie lo es más que tú, y por eso el altísimo te ha elegido. Toma José, tenlo mientras yo busco su ropita”.

José, rojo como una púrpura, alarga los brazos y toma ese copito de carne que grita de frío; una vez que lo tiene entre sus brazos, no persiste en la intención de mantenerlo separado de sí por respeto, sino que lo estrecha contra su corazón rompiendo a llorar fuertemente: “¡Oh! ¡Señor! ¡Dios mío!”; y se inclina para besar los piececitos. 

Los siente fríos y entonces se sienta en el suelo y le recoge en su regazo, y con su indumento marón y con las manos, trata de cubrirle, calentarle, defendérlo del frío de la noche. Quisiera acercarse al fuego, pero allí se siente esa corriente de aire que entra por la puerta. Mejor quedarse donde está o, mejor todavía, entre los dos animales, que hacen de escudo al aire y dan calor. Y se pone entre el buey y el asno dando espalda a la puerta, con su cuerpo hacia el Recién Nacido  para hacer de su pecho una hornacina, cuyas paredes laterales son: una cabeza gris, con largas orejas, un hocico grande, blanco, con unos ojos húmedos, buenos y un morro que exhala vapor.

María ha abierto el baúlillo, y ha sacado unos pañales y unas fajas, ha ido al fuego y las ha calentado. Ahora se acerca a José y envuelve al Niño en esos pañales calentitos, y con un velo, le cubre la cabeza. “¿Dónde le ponemos ahora?”, pregunta.

José mira a su alrededor, piensa… “Mira – dice - , corremos un poco más para acá los dos animales y la paja, y bajamos ese heno de allí arriba, y le ponemos a Él allí dentro. La madera del borde le resguardará del aire, el heno será su almohada, el buey con su aliento le calentará un poquito. Mejor el buey. Es más paciente y tranquilo”. Y se pone manos a la obra, mientras María acuna al Niño estrechándolo contra su corazón, con su carrillo sobre la cabecita para darle calor.

José reaviva el fuego, sin ahorrar leña, para hacer una buena hoguera, y se pone a calentar el heno, de forma que, según lo va secando, para que no se enfríe, se lo va metiendo en el pecho; luego, cuando ya tiene suficiente para un colchoncito para el Infante, va al pesebre y lo dispone como una cunita. “Ya está” dice. “Ahora sería necesario una manta, porque el heno pica; y además para taparle…”.

“Coge mi manto” dice María.
“Vas a tener frío”.
“¡Oh, no tiene importancia! La manta es demasiado áspera; el manto, sin embargo, es suave y caliente. Yo no tengo frío en absoluto. ¡Lo importante es que Él  no sufra más!”.

José coge el amplio manto de suave lana azul oscura y lo dispone doblado encima de la paja, y deja un borde colgando fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador está preparado.

Su Madre, con dulce paso ondeante, le lleva al pesebre, en él le coloca, y le tapa con la parte del manto que había quedado fuera y con ella arropa también la cabecita desnuda, que se hunde en el heno, protegida apenas por el fino velo de María. Queda solo destapada la caríta, del tamaño de un puño de hombre, y los Dos, inclinados hacia el pesebre le miran con beatitud mientras duerme su primer sueño; en efecto, el calorcito de los paños y de la paja le ha calmado el llanto y le ha hecho conciliar el sueño al dulce Jesús.





lunes, 19 de diciembre de 2016

. CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ: LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS ALMAS


Las virtudes del alma son como las flores agitadas
por el Espíritu Santo








Cántico espiritual de San Juan de la Cruz

Detente, cierzo muero;
ven, austro que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.





DETENTE CIERZO MUERTO.


El cierzo es un viento frío y seco, y marchita las flores. Y porque la sequedad espiritual hace este mismo efecto en el alma donde mora, la llama "cierzo"; y "muerto", porque apaga y mata la suavidad y jugo espiritual, por el efecto que hace, la llama "cierzo muerto", y deseando la esposa conservarse en la suavidad de su amor, dice a la sequedad que se detenga; lo cual se da a entender que este dicho es cuidado de hacer obras que la detengan, conservando y guardando el alma de las ocasiones.


VEN, AUSTRO QUE RECUERDA LOS AMORES.

El austro es otro viento que vulgarmente se llama ábrego. Este es aire apacible, causa lluvias, y hace germinar las hierbas y plantas y abrir las flores, y derramar su olor; tiene los efectos contrarios al cierzo, y así por este aire entiende aquí el alma al Espíritu Santo, al cual dice que recuerda los amores, porque, cuando este divino aire embiste en el alma, de tal manera la inflama toda y regala y aviva y recuerda la voluntad y levanta los apetitos que antes estaban caídos y dormidos al amor de Dios, que se puede bien decir que recuerda los amores de Él y de ella.

ASPIRA POR MI HUERTO.

[...] Pero algunas veces, hace Dios tales mercedes al alma esposa, que aspirando con su Espíritu divino por este florido huerto de ella, abre todos esos cogollos de virtudes y descubre estas especias aromáticas de dones y perfecciones y riquezas del alma, y abriendo el tesoro y el caudal interior, descubre toda la hermosura de ella; y entonces es cosa admirable de ver y suave de sentir las riquezas de los dones que se descubren al alma y la hermosura de estas flores de virtudes ya todas abiertas, y darle cada una de sí el olor de santidad que pertenece. Y esto llama correr los olores de su huerto cuando en el verso siguiente dice:


Y CORRAN SUS OLORES


Los cuales son en tanta abundancia algunas veces, que el alma le parece estar vestida en deleites y bañada en gloria inestimable; tanto, que no solo ella lo siente de dentro, pero aún suele redundar tanto de fuera, que lo notan los que saben advertir, y les parece estar la tal alma como un delicioso jardín, lleno de deleite y riquezas de Dios. Y no solo cuando estas flores están abiertas se echa de ver esto en estas santas almas, pero ordinariamente traen en sí un no se qué de grandeza y dignidad que causa detenimiento y respeto a los demás por el efecto sobrenatural que se difunde en el sujeto de la próxima y familiar comunicación con Dios, como se escribe en el Éxodo de Moisés, que no podían mirar en su rostro por la gloria y honra que quedaba en su persona por haber tratado cara a cara con Dios.[...]




jueves, 15 de diciembre de 2016

LA UNION CON LAS IGLESIAS LLAMADAS CRISTIANAS, SOLO ES POSIBLE CON LA IGLESIA ORTODOXA


Hermosa imagen Copta Ortodoxa del Sublime Redentor y de su Madre
y Madre Nuestra, Corredentora de la Humanidad




          Post publicado en el 2.013, que tiene hoy más vigencia que nunca por la entrevista del Papa Francisco con S. S. Kirilio en la Habana en el día de ayer (12-02-2.016), y cuyo mérito me atrevo a atribuir a la Stma. Virgen María, que dijo en Fátima al final de la primera guerra mundial: Si se consagra Rusia a mi Inmaculado Corazón, "Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará". 

         La Iglesia Ortodoxa tuvo que tolerar muy a pesar suyo, la presencia de Satanás: la doctrina comunista, que persiguiendo a los cristianos, y prohibiendo toda manifestación religiosa, con horribles persecuciones, no solo no logró sus propósitos, pero además hizo revivir la fe de un modo imparable, en la Iglesia Ortodoxa. Deseo ardientemente que esta Iglesia se esté acercando a la Iglesia Católica Romana, y me alegro de que rompiendo la tradición de hace más de 1.000 años, el Patriarca Ortodoxo haya asistido a la ceremonia de entronización del nuevo Papa Francisco.


        Lo que es importante es que la Iglesia Ortodoxa no fue fundada  por ningún hombre del tipo del renegado Lutero, que se casó con una monja renegada, de Calvino que mandó quemar vivo a Miguel Servet por su particular visión sobre la Santísima Trinidad, del sanguinario Enrique VIII, o de otra multitud de sectas fundadas por "iluminados" que se creían enviados por Dios, y estaban solo movidos por Satanás con su odio, su interés y su orgullo, y que repitieron las palabras del Príncipe negro: "No serviré".

       La Iglesia Ortodoxa y la Romana, fueron ambas fundadas no por un hombre pero sí por un Hombre-Dios: Jesucristo, Rey de Reyes y Señor del Universo, hubo una separación desde el Imperio romano, cuando se escindió en dos por la Invasión de Roma por los Bárbaros, y luego vino la Invasión de Constantinopla por los Turcos, pero ambas sobrevivieron, y tienen cada una los mismos Sacramentos, no veo objeción alguna para que ambas Iglesias se unifiquen, las Iglesias Católicas Romana y  Ortodoxa. 


Las dos interpretaciones de la Trinidad
que son perfectamente compatibles.

     Focio entonces, remueve la vieja rivalidad Roma-Constantinopla, la cual reviste convenientemente con el vistoso ropaje dogmático. 

        Esta vez el debate se cierne sobre el“filioque” (literalmente “y el hijo”) con el que, al añadirlo al Credo, el Papa habría incurrido, según Focio, en herejía. 

       La cuestión del “filioque” es una vieja cuestión suscitada, en una nueva manifestación de Cesaropapismo, por el Emperador Carlomagno, según la cual, el Espíritu Santo procede del Padre filioque, esto es, “y” del Hijo, según sostiene Roma; en tanto que Constantinopla sostiene que el Espíritu Santo procede “ex Patre per Filium”, esto es, del Padre “por” el Hijo.

        Creo sinceramente que estas dos interpretaciones del Credo, están perfectamente justificadas.

       En cuanto a las acción del Santo Espíritu sobre las almas de los Hijos de Dios, está clarísimo que el Espíritu Santo interviene "Ex Patre per Filium", ya que es Cristo el que por su predicación, por su ejemplo y por su doloroso Rescate del Género Humano, es el que permite su acción que se produjo en el Cenáculo, estando ya Jesús muerto en la Cruz; por eso dijo algo así cómo: "Os conviene que yo me vaya, porque entonces, vendrá el Espíritu de la Verdad, que os iluminará y os hará comprender el significado de mi vida y de mi muerte".

       En cuanto a la esencia de la Santísima Trinidad, ya que cada una de las tres personas son absolutamente iguales, se puede decir que el Espíritu Santo procede del Padre filioque (y del hijo), de la misma manera se puede decir que El Padre procede del Espíritu Santo filioque o que el Hijo procede del Espíritu Santo "Patriloque".

         Quiera Dios que esa señal de esperanza del Patriarca en su visita a Roma se transforme en un acuerdo que llegue a restablecer el Cristianismo como a sus orígenes.

        En cuanto a toda la variopinta de sectas Protestantes, no veo cómo puede acontecer una unión con individuos que han renegado de su fe por la acción de la soberbia y del orgullo, es decir de Satanás, sectas que con su odio al Papa, nombrado por Jesús su legítimo representante en la Tierra, y con su desprecio a la Santísima Virgen María, tesorera y medianera de todas las Gracias, Corredentora y Madre de Dios y de toda la Humanidad, causa un impedimento insuperable para que exista una comunión plena.





CONFIRMACIÓN DE LA SANTIDAD DE SAN JUAN DE LA CRUZ POR EL ÁNGEL DE LA GUARDIA DE MARÍA VALTORTA


Preguntó Jesús pintado en el Cuadro con la Cruz
a cuestas: Juan ¿Qué quieres por tus servicios?



En este retrato anónimo de San Juan de la Cruz, se ve reflejada la mirada fija hacia Dios, que fue el lema de su Vida, que consistió siempre en contemplar y fusionarse con la Divinidad, hecho que no solo supo adoctrinar, pero sobre todo aplicar a su vida de una manera plena y continua. Por esa razón, su mensaje es en nuestra época más vigente que nunca, época en la cual el proceso de secularización, que se dedica insistentemente a predicar una doctrina "descafeinada", con unos sacrificios "lights", y ahuyentando de las almas el Santo temor de Dios.

Cuentan en el libro de su vida que, estaba tan absorto en Dios, cuando era Prior del Convento de Segovia, donde está enterrado, que cuando lo venían a buscar, estando recluido en una ermita en el jardín del convento, para atender y resolver un asunto del mundo, tenía que golpearse los nudillos de las manos, contra una pared para volver en sí, por esa razón tenía los nudillos "descalabrados".


Santa Teresita del Niño Jesús, monja carmelita de estrecha clausura, por su amor y sus sacrificios a favor de los misioneros, mereció el título de “Patrona de las misiones” que le otorgó el Papa Pío XI.

María Valtorta, seglar, encerrada en su cuartito de enferma y clavada a su lecho desde el año 1.933 al 1.961, trató de imitarla en la oración, en el celo y en los sufrimientos, siendo escuchada. Y así, por diversas cartas de Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas misioneras, hemos llegado a saber de un modo continuo que los escritos valtortianos  van esparciendo abundante Luz y provocando un gran fervor en las tierras de misión.

Tanto es así, que la primera traducción parcial (Vida de Jesús extractada de los diez volúmenes de “Il Poema del” Huomo-Dio”) fue hecha en Japonés y publicada en Tokio en la Navidad de 1.971 (381 páginas) a cargo del P. Juan Escobar O.F.M.




DEL LIBRO DE AZARÍAS
Dictado a María Valtorta del 24/11/1.946


            Dice Azarías, su ángel de la Guardia:

En la oración de la Misa propia de San Juan de la Cruz, aparece compendiada en pocas palabras la doctrina precisa para ser perfectos cristianos: negarse a si mismos y amar la Cruz. El santo Doctor y Reformador del Carmelo, es grande en el Cielo por haber sabido hacer estas dos cosas de un modo perfecto.

Bien poco hubiera sido el haber reformado las antiguas constituciones. También los jefes de las Naciones reforman las constituciones de sus Estados, más pocos de ellos son santos. Como también los dueños de una hacienda reforman los usos y costumbres del trabajo, pero pocos de ellos son santos.

E igualmente poco, o bien menos que nada, y más aún motivo de condena hubiera sido para San Juan de la Cruz el haber escrito tratados de mística, si a las palabras no hubieran correspondido sus actos. También los escritores llenan páginas morales para abrillantar la figura del personaje o personajes de sus libros, pero después, en su vida diaria, llevan una vida que es el polo opuesto de la tesis moral que mantuvieron en su libro. No fue el suyo el perfume de su vida, que exhala con palabras la convicción de la mente que se fija en el papel, sino tan solo una obra maestra escrita para obtener de ella aplauso y ganancia. Son, por lo tanto, histriones y nada más.

Si San Juan de la Cruz hubiera escrito aquellos tratados de mística únicamente para demostrar su capacidad de escritor y después hubiera sido un tibio, un tibio nada más, habría firmado de su mano la propia condena a una pena más o menos larga, ya que la Justicia habríale preguntado: “¿Por qué has sido hipócrita? A ti no te vale la excusa de falta de conocimiento que disculpa a los ignorantes. Has conocido el Amor y lo has descrito sin que después te hayas abrasado en él. Ve, por tanto, a aprender a amar y a ser sincero”.

Pero San Juan de la Cruz se reformó heroicamente a si mismo antes que a los demás y practicó la perfección que describía para legar un código de perfección a las almas. Por esto es grande y por esto es Santo.

Y, por lo mismo, cada uno de los cristianos puede llegar a ser santo, negándose a si mismo, es decir, cambiando el yo humano a un yo espiritual perfecto y amando la Cruz. Sin la imitación del Divino Crucificado, no es posible la reforma de uno mismo y sin el amor a la Cruz no se puede llegar a termino la transformación del yo, por cuanto, reformar el yo equivale a laborar la planta rebelde de la humanidad a base de cortes y cauteríos, y no una, sino cien y mil veces, ya que ella es planta rebelde que de los mismos puntos de las amputaciones echa nuevos retoños o rechaza los injertos que la fuerzan a cambiar su naturaleza y a estar sujeta al querer del más alto, esto es: el espíritu.

En cuanto acabo de decirte referente al Santo conmemorado hoy, ¿acaso no está tratado ya en lo que dice la Epístola? Esta Epístola escrita muchos siglos antes de la venida de San Juan de la Cruz, ilustra las virtudes del cristiano, e indica las vías a seguir para alcanzar las virtudes siempre conforme a una línea, puesto que la Verdad no cambia. Ella es lo que es hoy, como lo fue hace veinte siglos y lo será en el último día. Tan solo existe un camino para llegar al Cielo: el del vencimiento de si mismos y el del amor a la cruz. Camino que es, como dice Pablo: sabiduría e inteligencia espiritual, junto con el conocimiento de la voluntad de Dios.

Conocimiento de esta divina Voluntad que os propone e, incluso, os impone a fin de poderos dar gloria y gozo, sabiduría e inteligencia espirituales que se desarrollan vigorosas con la renuncia de todo aquello que desagrada al espíritu y con la meditación amorosa del Modelo Divino que se negó a Si mismo hasta la muerte de Cruz y que se os permite “conduciros de la manera digna de Dios”, hasta el punto de agradarle en todo haciendo actos que tienen como fruto la vida eterna más allá de la vida y, como sello y sostén la virtud. ¡Oh vida gozosa y activa de quienes saben negarse a si mismos y amar la cruz!

Es semejante a un fecundo día de primavera en que todo contribuye a que se abran las flores en las plantas y a fecundarlas para que no resulte baldía la floración. Una acción da paso a otra y de un sacrificio redunda un perfeccionamiento. De un latido de amor nace un amor al sacrificio. De un amor al sacrificio, un acto de amor. De un acto de amor, un impulso a la mayor renuncia y a una más grande imitación al Divino Crucificado. Es toda una cadena en la que los eslabones se sueldan unos con otros cada vez más robustos, cada vez más en la luz, en el alto, hacia Dios, hacia la Patria y hacia el gozo. Y el artífice de su perfección da gracias a Dios Padre por “haberle hecho digno de participar en la suerte de los santos” que aquí viven en la Luz y gozan de ella en el Cielo, libres de las seducciones de las Tinieblas, ya que estas no encuentran donde afianzarse para dañar en el corazón, que amputó en si todos los puntos de los que pudiera valerse el Gran Enemigo para penetrar y demoler.

¡Ánimo María, hasta el aniquilamiento absoluto de la criatura a fin de que triunfe la causa de Dios y aumente su Gloria con otros muchos espíritus sobre los que la Sangre de Cristo aguarda a caer para redimir y perdonar!

Ten presente que las pequeñas voces, que son siempre almas víctimas, son al mismo tiempo pequeños Moisés. Y el destino de los Moisés es orar sobre el monte al tiempo que los atletas de Dios combaten contra los enemigos del Señor por su Gloria.

La Gloria de Dios deriva del conocimiento del mismo. Donde hay ignorancia de Dios, no puede estar su Gloria, ya que la ignorancia combate al Señor ya que no lo conoce y al no conocerlo, no le ama ni le importan sus palabras. Vive por tanto en el pecado más por ignorancia que por voluntad de pecar.

Ayuda con cuanto eres a los atletas que combaten a Satanás, a la ignorancia, las herejías y la tibieza. Jesús Santísimo, que es tu Amor, está esperando de ti una ofrenda de almas.

Pequeña voz, pequeña hostia, sé también una pequeña misionera, sosteniendo a los misioneros con tus sacrificios. A Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.






miércoles, 14 de diciembre de 2016

DEL CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ. LA FUSIÓN DEL ALMA CON LA DIVINIDAD POR LA ACCIÓN DEL AMOR DEL ESPÍRITU SANTO







LA INFINITA HERMOSURA DE DIOS 

Maravillosas palabras de San Juan de la Cruz, el Doctor místico, que nadie pronunció jamás y que nadie tampoco nunca pronunciará en este mundo, porqué el Doctor místico ha sabido describir como nadie la transformación “matutina y vespertina” del alma esposa con su Esposo Dios, que es la “fusión” del alma redimida por Jesús y purificada por la acción del Espíritu Santo en la noche activa y pasiva del Sentido y la terrible noche oscura activa y pasiva del Espíritu. 

Y aquí se puede entender el por qué, Cuando Dios se le apareció y le preguntó: "Juan, ¿que quieres por tus servicios?, el Santo le contestó: "¡ Señor padecer y ser despreciado por vuestro amor !", petición que fue cumplida por la Divinidad en su vida, en donde fue apresado por los Carmelitas Calzados y encerrado 9 meses en una celda en Toledo, saliendo los Viernes para ser azotado ante la Comunidad, por haber querido reformar la Orden, fundando los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa. Padeció hasta el día de su muerte con terribles sufrimientos por su enfermedad y desatendido por el Prior del Convento de Úbeda donde murió.


(Del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz) 
Canción 35 

Esposa 
Gocémonos, Amado 
y vamos a ver en tu hermosura 
al monte o al collado, 
do mana el agua pura; 
entremos más adentro en la espesura 


Ya que está hecha la perfecta unión entre el alma y Dios, quiérese emplear el alma y ejercitar en las propiedades que tiene el amor. Y así ella es la que habla en esta canción con el Esposo, pidiéndole tres cosas que son propias del amor; la primera querer recibir el gozo y sabor de el amor, y esa le pide cuando dice: “Gocémonos, Amado”; la segunda es desear hacerse semejante al Amado, y esta le pide cuando dice: “Gocémonos Amado: “Vámonos a ver en tu hermosura”; y la tercera es escudriñar y saber las cosas y secretos de el mismo Amado, y esta le pide cuando dice: “Entremos más adentro en la espesura”. Síguese el verso: 

Gocémonos Amado 

Es a saber, en la comunicación de dulzura de amor, no solo en la que tenemos en la ordinaria junta y unión de los dos, más en la que redunda en el ejercicio de amar afectiva y actualmente, ahora interiormente con la voluntad en actos de afición, ahora exteriormente haciendo obras al servicio del Amado. Porque (como habemos dicho) eso tiene el amor donde hizo asiento, que siempre se quiere andar saboreando en sus gozos y dulzuras que son del ejercicio de amar interior y exteriormente (como habemos dicho), todo lo cual hace por hacerse más semejante al Amado. Y así dice luego: 


Y vamonos a ver en tu hermosura 

Que quiere decir: Hagamos de manera que por medio de este ejercicio de amor ya dicho, lleguemos a vernos en tu hermosura, esto es, que seamos semejantes en hermosura, y sea tu hermosura de manera que, mirando el uno al otro, se parezca a ti en tu hermosura, y se vea en tu hermosura, lo cual será transformándome a mi en tu hermosura; y así te veré a ti en tu hermosura, y tu te verás en mi en tu hermosura, y yo me veré en ti en tu hermosura; y así parezca yo tú en tu hermosura, y parezcas tú yo en tu hermosura, y mi hermosura sea tu hermosura, y tu hermosura mi hermosura, y seré yo tú en tu hermosura, y serás tu yo en tu hermosura, porque tu hermosura misma será mi hermosura. 

Esta es la adopción de los hijos de Dios, que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por San Juan (17,10) al eterno Padre, diciendo: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt; que quiere decir: Padre, todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías; El por esencia, por ser Hijo natural, nosotros por participación, por ser hijos adoptivos; y así lo dijo Él no solo por sí, que era la cabeza, sino por todo su cuerpo místico, que es la Iglesia. 


Al monte o al collado 

Eso es, a la noticia matutinal que llaman los teólogos, que es conocimiento en el Verbo Divino, que aquí entiende por el “monte”- porque el Verbo es altísima sabiduría esencial de Dios- ; o vámonos a la noticia vespertina, que es la sabiduría de Dios en sus criaturas y obras y admirables ordenaciones, la cual aquí es significado por el “collado”, el cual es más bajo que el monte.
En decir pues, el alma: “Vámonos a ver a tu hermosura al monte”, es decir: “aseméjame e infórmame en la hermosura de la Sabiduría divina, que (como decimos) es el Hijo de Dios; y en decir: “o vámonos al collado”, es pedir la informe también de su sabiduría y misterios en sus criaturas y obras, que también es hermosura en que se desea el alma ver ilustrada. 
No puede verse en la hermosura de Dios el alma y parecerse a Él en ella si no es transformándose en la Sabiduría de Dios, en lo que de arriba se ve y se posee. Por eso desea ir “al monte o al collado”, 


Do mana el agua pura

Quiere decir: donde se da la noticia y Sabiduría de Dios - que aquí llama “agua pura”- al entendimiento, limpia y desnuda de accidentes y fantasías, y clara sin tinieblas de ignorancias. Este apetito tiene siempre el alma de entender clara y puramente las verdades divinas; y cuanto más ama, más adentro de ellas apetece entrar. Y por eso pide lo tercero diciendo: 


Entremos más adentro en la espesura. 

En la espesura de las maravillosas obras y profundos juicios, cuya multitud es tanta, y de tantas diferencias que se puede llamar “espesura”, porque en ellos hay sabiduría abundante y tan llena de misterios, que no solo la podemos llamar espesa, mas aún cuajada, según lo dice David (Ps 67, 16), diciendo: Mons Dei, mons pinguis, mons coagulatus, mons pinguis; que quiere decir: El monte de Dios es monte grueso y monte cuajado. Y esta espesura de Sabiduría y ciencia de Dios, es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa della, siempre puede entrar más adentro, por cuanto es inmensa y sus riquezas incomprehensibles, según exclama san Pablo (Rom 11,33), diciendo: ¡Oh alteza de riquezas de sabiduría y ciencia de Dios, cuán incomprehensibles son sus juicios, e incomprehensibles sus vías! 

Pero el alma en esta espesura e incomprehensibilidad de juicios y vías desea entrar, porque muere en deseo de entrar en el conocimiento de ellos muy adentro; porque el conocer en ellos es deleite inestimable que excede todo sentido. De donde hablando David de el sabor de ellos, dijo así (Ps 18, 10-12): Iudicie Domini vera, iustificata in semitipsa, diserabilia super aurum el lapidem pretiosum multum, dulciora super mel et favum; nam et servus tuus dilexit ea; que quiere decir: Los juicios de Dios son verdaderos y en si mismo, tienen justicia; son más deseables y codiciados que el oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto que tu siervo los amó y guardó. 

Y por eso, en gran manera desea el alma engolfarse en estos juicios, y conocer más adentro en ellos; y a trueque desto le sería grande consuelo y alegría entrar por todos los aprietos y trabajos de el mundo, y por aquello que le pudiese ser medio para esto, por dificultoso y penoso que fuese. 

Y así se entiende también en este verso la espesura y los trabajos y tribulaciones, en la cual desea el alma también entrar cuando dice: “Entremos más adentro en la espesura”, es a saber, de trabajos y aprietos, por cuanto son medio para entrar en la espesura de la deleitable sabiduría de Dios; porque el más puro padecer trae y acarrea más puro entender, y por consiguiente, más puro y subido gozar por ser de más adentro. Por tanto, no se contentando con cualquier manera de padecer, dice: “Entremos más adentro en la espesura”. 

De donde Job (6,8), deseando este padecer, dijo: “Quis det ut veniat peticio mea, et quod expecto tributa mihi Deus? Et quit coepit, ipse me conterat, solvat manum suam, et succidat me? Et haec mihi sit consolatio, et affliget me dolore, non parcat mihi? Que quiere decir: ¿Quien dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que espero, y el que me comenzó ése me desmenuce y desate su mano y me acabe, y tenga yo esta consolación, que afligiéndome con dolor no me perdone ni dé alivio? 

¡Oh si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura de Sabiduría y riquezas de Dios, sino es entrando en la espesura de el padecer de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo! ¡Y como el alma que de veras desea Sabiduría, desea primero de veras entrar más adentro en la espesura de la Cruz, que es el camino de la vida por que pocos entran!

Porque deseando entrar en espesura de Sabiduría y riquezas y regalos de Dios es de todos; más desear entrar en la espesura de trabajos y dolores por el Hijo de Dios es de pocos, así como muchos se querrían ver en el término sin pasar por el camino y medio a él.










martes, 13 de diciembre de 2016

VENGA A NOSOTROS TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO, DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA



JESÚS NOS AMÓ DE TAL MANERA, QUE NOS DEJÓ SU
 PRESENCIA REAL EN LA SAGRADA EUCARISTÍA,
Y EN EL CORAZÓN DE LOS QUE LE AMAN 



De la Sociedad francesa "Les Amis de Maria Valtorta"

El Padre Mariano Cordoví, muere bruscamente. Supervisor del Santo Oficio, era el principal opositor a la Obra de María Valtorta, poco después se le aparece triste en el Purgatorio, Jesús dice: "Permanecerá ahí por una larga temporada por el único motivo de haber combatido en contra de Mí, de ti y de la Obra, actuando en contra de la Sabiduría, la Caridad y la Justicia".

En 1.952 Monseñor Giovanni Pepe, está obligado a dimitir de su cargo por haber puesto al índice los libros que hablaban del Padre Pío y las Obras de María Valtorta, sin la autorización del Papa Pío XII que había dicho: "Publíquense, el que las lea comprenderá".





REFLEXIONES DE JESÚS A SUS APÓSTOLES, DESPUÉS DE RESUCITADO.

(Del Poema del Hombre-Dios del Tomo 10 de María Valtorta)


[...] Ya veis que significa tener a Dios cerca, pero no tenerlo en vosotros; qué significa el tener la palabra de Dios, pero no tener la práctica real de esa Palabra. Los mayores delitos se han llevado a cabo por este tener a Dios cerca, pero no tenerlo en el corazón, por este tener conocimiento de la palabra pero no la obediencia a ella. ¡Todo! Todo por esto. La cerrazón y los desmanes, el deicidio, la traición, las torturas, la muerte del inocente y de su Caín, todo ha venido por eso. Y, en realidad, ¿A quien amé tanto como a Judas? pero él no me tuvo a Mí-Dios en su corazón, y es el condenado deicida, el infinitamente culpable como israelita y como discípulo, como suicida y como deicida, además de por sus siete vicios capitales y todos sus otros pecados.

Ahora podéis tener en vosotros el Reino de Dios con más facilidad, porque Yo os he obtenido con mi muerte. Con mi dolor os he comprado de nuevo. Recordarlo. Y que nadie pisotee la Gracia, porque ha costado la Vida y la Sangre de todo un Dios. Esté pues el Reino de Dios en vosotros, oh hombres, por la Gracia; tanto en la Tierra respecto a la Iglesia, como en el Cielo respecto al pueblo de los Bienaventurados que, habiendo vivido con Dios en su corazón, unidos al Cuerpo de que Cristo es la Cabeza, unidos a la Vid de que cada cristiano es un sarmiento, merecen descansar en el Reino de Aquel por quien todas las cosas han sido hechas: Yo, quien os habla, que me he entregado a Mí mismo a la Voluntad de mi Padre para que todo pudiera cumplirse.

Por lo qué, sin hipocresía, puedo enseñaros que ha de decirse: "Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo". Y hasta los terruños y la hierba, las flores y las piedras de Palestina, y mis carnes heridas, y todo un pueblo, pueden decir cómo he hecho la voluntad de mi Padre.

Haced lo que he hecho Yo, hasta el extremo, hasta la muerte de Cruz, si así lo quiere Dios. Porque, recordad esto, Yo lo he hecho y no hay discípulo que merezca más misericordia que Yo; y, a pesar de ello, Yo he encarnado el mayor de los dolores, a pesar de ello, he obedecido con perpetuas renuncias. Vosotros lo sabéis. Y más lo comprenderéis en el futuro, cuando os asemejéis a Mí, bebiendo un sorbo de mi Cáliz... Traed constantemente a vuestra mente, este pensamiento: "Por su obediencia al Padre, Él nos ha salvado". Y, si queréis ser salvadores, haced lo que Yo he hecho. Quien conocerá la cruz, quien la tortura de los tiranos, quien la tortura del Amor, del destierro del Cielo al que tendrá hasta la más anciana edad antes de subir a Él. Bueno, pues que en todo se haga aquello que Dios quiera.

 Pensad que un suplicio de muerte o un suplicio de vida - cuando en realidad quisierais morir para ir a donde Yo estaré - son iguales ante los ojos de Dios si se viven con alegre obediencia: Son su Voluntad, por tanto, son santos. 

"Danos hoy nuestro pan de cada día". Día tras día, hora tras hora. Es fe, es amor, es obediencia, es humildad, es esperanza el pedir el pan de un día y aceptarlo como es: hoy dulce, mañana amargo, mucho, poco, con especias o con ceniza. Siempre es justo, así como es. Lo da Dios, que es Padre; por lo tanto, es bueno.

En otro momento os hablaré del otro Pan - saludable sería comerlo todos los días - y de orar al Padre para que lo mantenga. Porque, ¡Ay del día y de los lugares en que faltara por voluntad de hombres! Ahora - ya veis cuánto -los hombres son poderosos en sus obras de tinieblas. Orad al Padre para que defienda su Pan y os lo dé. Cuanto más lo dé, más querrán las tinieblas ahogar la Luz y la Vida, como hicieron en la Parasceve. La segunda Parasceve no tendría resurrección. Recordad esto todos. 

El Verbo ya no podrá ser matado, pero sí se podrá dar muerte a su Doctrina y se podría ahogar en demasiados la libertad y la voluntad de amarle. Más entonces, Vida y Luz también terminarían para los hombres. ¡Ay de aquel día!. Os sirva de ejemplo el Templo. Recordad que he dicho: "Es el gran Cadáver". [...]

En este último párrafo, se hace alusión a la Sagrada Eucaristía, y a la persecución hacia el cuerpo místico de Cristo, tal como se está cumpliendo en nuestros días con las persecuciones hacia los cristianos, no solo en los Países de tradición religiosa, con las leyes que van contra el Evangelio de Jesús y su Iglesia fundada por Él, pero también en los Países paganos con los que son martirizados por ser cristianos.









sábado, 10 de diciembre de 2016

DISCURSO ECUMÉNICO DE JESÚS A SUS DISCÍPULOS DESPUÉS DE RESUCITADO. LA REDENCIÓN DE JESÚS ES UNIVERSAL.


El Sagrado Corazón de Jesús ha sido traspasado 
para toda la Humanidad

Existen hoy día numerosos nuevos Fariseos que son contrarios al Ecumenismo de la Iglesia Católica, que es el esfuerzo realizado para que todos los creyentes de buena fe, de cualquier religión, puedan llegar a alcanzar una convivencia y evitar así el fanatismo religioso que ha producido a lo largo de la historia, enfrentamientos, como las terribles guerras de Religión de la Edad Media, que produjeron sangrientas matanzas y asesinatos en nombre de Dios, y que muchos hoy día, fomentan criticando al Papa Francisco, y a sus predecesores, que están intentado esa convivencia.  

Son como los Fariseos, que se creían los elegidos por Yavé, y que despreciaron el Hijo de Dios, diciendo que estaba endemoniado porque se juntaba con los pecadores, no para convivir con ellos, sino para tratar de convertirlos, ya que como lo dijo, no ha venido para salvar a los justos, pero si a los pecadores, ya que son los enfermos que necesitan el médico y no las personas sanas.

Hoy día estos nuevos Fariseos son los rigoristas y antireformistas, que como ellos  se toman por los elegidos, los cuales, olvidándose de que la Iglesia ha sido fundada por Jesús y que la ha hecho invencible para las fuerzas del mal, gracias a su divino poder, critican abiertamente el Papa llamándole Anticristo, de la misma manera que Jesús fue odiado por los Judíos, por acercarse a los pecadores diciendo que obraba milagros con el poder de Belcebú.




Tomo 10 del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta


(…) No faltan los justos en ninguna Nación ni Religión. Dios observa las obras de los hombres, no sus palabras. Y si ve que un gentil, por justicia de corazón, hace naturalmente lo que la Ley del Sinaí manda,  ¿Por qué debería considerarlo abyecto? ¿No es aún más meritorio el que un hombre que no conoce el mandato de Dios de no hacer esto o aquello porque está mal, se imponga por sí mismo un imperativo de no hacer lo que su razón le dice que no es bueno, y lo siga fielmente?...¿No es esto mayor respeto al mérito relativo de aquel que, conociendo a Dios, fin del hombre, y conociendo la Ley, que permite conseguir este fin, haga continuos compromisos y cálculos para adaptar el imperativo perfecto a la  voluntad corrompida? ¿Qué os parece, creéis que Dios aprecia las escapatorias que Israel ha puesto a la obediencia para no tener que sacrificar mucho su concupiscencia?

¿Qué os parece? ¿Creéis que cuando salga de este mundo un gentil, justo ante Dios por haber seguido la recta ley que su conciencia le impuso, Dios lo va a juzgar como demonio? Os digo que Dios juzgará  las acciones de los hombres, y el Cristo, Juez de todas las gentes, premiará a aquellos en quien el deseo del alma tuvo voz de íntima ley, para llegar al fin último del hombre, que es unirse de nuevo con su Creador, con el Dios desconocido para los paganos pero sentido como verdadero y santo, más allá del escenario pintado de los falsos Olimpos.

Es más, tened vosotros cuidado de no ser vosotros escándalo para los gentiles. Ya demasiadas veces ha sido mancillado el nombre de Dios entre los gentiles por las obras de los hijos del Pueblo de Dios. No intentéis quereros tesoreros absolutos de mis dones y méritos. Yo he muerto por Judíos y gentiles. Mi Reino será de todas las gentes. No abuséis de la paciencia con que Dios os ha tratado hasta este momento, diciéndoos a vosotros mismos: “A nosotros todo nos está permitido”.



No. Os lo digo. Ya no existe ese o aquel pueblo, existe Mi Pueblo. Y en él, tienen el mismo valor los vasos que se han gastado en el servicio del Templo, pero no de Dios, serán arrinconados y, en vez de ellos, sobre el altar, serán colocados los que ahora no conocen ni incienso, ni aceite ni vino ni bálsamo, pero están deseosos de llenarse de esto y de ser usados para la gloria de Dios (...)






miércoles, 7 de diciembre de 2016

LA TRANSFIGURACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, CUANDO JESÚS CORRE EL VELO DE SU HUMILDAD

María, poderosísima Protectora; otorgad para mí,
por Jesús, la Corona inmortal. 

Hoy 8 de Diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima virgen María, Reina del Cielo y de la Tierra, vencedora de Satanás, Corredentora de toda la Humanidad, obra Maestra de la Santísima Trinidad, que estuvo en su Corazón Ab aeterno.




DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO
DE MARÍA VALTORTA

LA TRANSFIGURACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA



Dice Jesús....

[...] "Bien, ven Simón. He querido que estuvierais aquí, para daros a conocer a María. Muchos de vosotros conocéis a la "madre" María; algunos a la "esposa" María. Pero ninguno conoce a la "virgen" María. Os la quiero dar a conocer en este jardín en flor, al cual vuestro corazón viene, con el deseo, en los momentos de lejanía forzada, como a un lugar de reposo, durante las fatigas del apostolado.

He oído lo que decíais, apóstoles, discípulos y parientes; he oído vuestras impresiones, vuestros recuerdos, vuestras afirmaciones acerca de mi Madre. Quiero transfiguraros todo esto - cargado de admiración, pero todavía muy humano - en conocimiento sobrenatural. Porque mi Madre antes de Mí, debe de ser transfigurada ante los ojos de los más merecedores, para ser mostrada cual Ella es. Veis a una mujer. Una mujer que por su santidad os parece distinta de las demás, y que veis en realidad como un alma envuelta en la carne, como todas sus hermanas de sexo. pero ahora quiero descubriros el alma de mi Madre, su verdadera y eterna belleza.

Ven aquí, Madre mía. No te ruborices. No te eches hacia atrás atemorizada, dulce paloma de Dios Tu Hijo es la Palabra de Dios, y puede hablar de ti y de tu misterio, de tus misterios, ¡oh sublime Misterio de Dios! Vamos a sentarnos aquí, bajo esta ligera sombra de árboles en flor, junto a la casa, junto a tu habitación santa. ¡Así! Vamos a descorrer esta cortina ondeante. Que salgan olas de santidad y de Paraíso de esta habitación virginal para saturarnos de ti a todos...  Sí. A mí también, y quede perfumado de ti, Virgen perfecta, para poder soportar los hedores del mundo, para, teniendo saturada la pupila de tu Candor, poder ver candor... Venid aquí, Margziam, Juan, Esteban y vosotras, discípulas, poneos bien de frente a la puerta abierta de la morada casta, de la que es Casta entre todas las mujeres. Y detrás, vosotros, amigos míos. Y aquí a mi lado, tú, amada Madre mía. 

Pero antes he dicho:"la eterna belleza del alma de mi Madre". Soy la Palabra y por eso sé hacer uso de la palabra sin error. He dicho eterna, no inmortal. Y no lo he dicho sin una finalidad. Inmortal es quién, habiendo nacido, ya no muere. Así el alma de los justos es inmortal en el Cielo, el alma de los pecadores es inmortal en el Infierno; porque el alma, una vez creada, ya no muere sino a la Gracia. Pero el alma tiene vida, existe desde el momento que Dios la piensa. La crea el pensamiento de Dios. El alma de mi Madre desde siempre es pensada por Dios. Por lo tanto es eterna en su Belleza, en la cual Dios ha vertido todas las perfecciones para recibir de ella delicia y confortación.

Está escrito en el libro de nuestro antepasado Salomón, que te antevió, por lo tanto, puede ser llamado profeta tuyo: 

"Dios me poseyó al principio de sus obras, desde el mismo principio, antes de la Creación. Ab aeterno fuí establecida, al principio antes de que fuera hecha la Tierra. No existían todavía los abismos y yo había sido ya concebida. No manaban aún las fuentes de las aguas, no habían aún sido asentadas las montañas sobre su pesada mole y yo ya existía. Antes de las colinas había sido dada la luz. Él no había hecho todavía la Tierra, ni los ríos, ni los fundamentos del mundo, y yo ya existía. Cuando preparaba los cielos y el Cielo, estaba presente. Cuando con ley inviolable cerró debajo de la bóveda el abismo, cuando afianzó en lo alto la bóveda celeste y colgó de ella las fuentes de las aguas, cuando fijó al mar sus confines y dictó a las aguas la ley de no superarlos, mientras echaba los cimientos de la Tierra, yo estaba con Él, jugaba en su presencia continuamente. Jugaba en el orbe".

¡Sí, oh Madre de la que Dios, el Inmenso, el Sublime, el Virgen, el Increado, estaba grávido, y te llevaba como el dulcísimo de su seno, exultando al sentirse agitarte dentro de Él, dándole las sonrisas con las que hizo la Creación! Tú, a la que dio a luz el dolor para darte al mundo, alma suavísima, nacida del Virgen para ser la "Virgen", Perfección de la Creación, Luz del Paraíso, Consejo de Dios, el cual, mirándote, pudo perdonar la Culpa, porque solo Tú, tú sola, sabes amar como no sabe hacerlo toda la Humanidad junta. ¡En Ti, el perdón de Dios! En ti, la Medicina de Dios! ¡En ti, la Salud del mundo, Madre del Amor encarnado y del Redentor concedido!

¡Oh, el alma de mi Madre! ¡Fundida en el Amor con el Padre, te miraba dentro de Mí, oh alma de mi Madre!... Tu esplendor, tu oración, la idea de que tú me llevaras, eran eterno consuelo de mi destino de dolor y de experiencias inhumanas, de lo que significa para el Dios perfectísimo el mundo corrompido. ¡Gracias Madre! He venido ya saturado de tus consuelos, he descendido sintiéndote solo a Ti, tu perfume, tu canto, tu amor... ¡Alegría, alegría mía!
Pero oíd, vosotros que ahora sabéis que una sola es la mujer en la que no hay mancha, una sola la Criatura que no cuesta heridas al Redentor, oíd la segunda transfiguración de María, la Elegida de Dios.

ESTAS FLORES SIMBOLIZAN LAS VIRTUDES
DE LA Stma. VIRGEN MARÍA




Era una tarde serena de Adar. Estaban en flor los árboles en el jardín silencioso. María, desposada con José había cogido un rama del árbol florecido, para sustituir a la otra que había en su habitación. Hacía poco que María había venido a Nazaret, tomada del Templo para adornar una casa de santos. Y, con el alma tripartita (entre el Templo, la casa y el Cielo), miraba la rama florida pensando que con una parecida a esa, florida en modo insólito, una rama cortada en pleno invierno en este huertezuelo, que había echado flores como en primavera delante del Arca del Señor - quizás le había dado calor el Sol-Dios radiante en el lugar de su gloria - Dios le había expresado su voluntad... 

Y pensaba también que el día de la boda, José le había llevado otras flores, aunque no como esa primera, que tenía escrito en sus pétalos ligeros: "Te quiero unida a José"... Muchas cosas pensaba... Y pensando subió a Dios. Las manos se movían diligentes entre la rueca y el huso, e hilaban un hilo más delgado que un cabello de su joven cabeza...

El alma tejía un tapiz de amor, yendo diligente, como la lanzadera del telar, de la tierra al Cielo; de las necesidades de la casa, de su esposo, a las del alma, de Dios. Y cantaba y oraba. El tapiz se formaba en el místico telar, se desenrollaba desde la Tierra al Cielo, subía para perderse arriba... ¿Formado con qué? Con los hilos finos, perfectos, fuertes, de sus virtudes, con el veloz hilo de la lanzadera que ella creía suya, y que sin embargo era de Dios: la lanzadera de la voluntad de Dios en la cual estaba arrollada la voluntad de la pequeña, Grande Virgen de Israel, la Desconocida para el mundo, la Conocida de Dios; su voluntad arrollada, hecha una con la voluntad del Señor. 

Y el tapiz se adornaba con flores de amor, de pureza, con palmas de paz, de gloria con violetas, jazmines... Todas las virtudes florecían en el tapiz del amor que la Virgen de Dios extendía, invitante, desde la tierra hasta el Cielo. Y, no bastando el tapiz, lanzaba su corazón cantando: "Venga mi Amado a su jardín y coma el fruto de sus árboles frutales... Baje mi Amado a su Jardín, a la era de los aromas. a halagarse en los jardines, a recoger lirios. ¡Yo soy de mi Amado, y mi Amado es mío; Él, que se halaga entre los lirios!". (Cant 5, 1; 6, 2-3; 4, 1 y 11-12; 8, 6-7).

Y, desde lejanías infinitas, entre torrentes de Luz, venía una voz cual ningún oído humano puede oír, ni garganta humana formar. Decía: "¡Cuán hermosa eres, amiga mía! ¡Qué hermosa!... Miel gotean tus labios... ¡Un jardín cerrado eres tú, una fuente sellada, oh hermana, esposa mía!..." , y las dos voces se unían para cantar la eterna verdad: "El amor es más fuerte que la muerte. Nada puede extinguir o ahogar nuestro amor". La Virgen se transfiguraba así... así... así... mientras descendía Gabriel y la reclamaba, con su llamear, a la Tierra; uníale de nuevo el espíritu al cuerpo, para que ella pudiera oír y comprender la demanda de Aquel que la había llamado "Hermana" pero que la quería "Esposa".

Pues bien, allí tuvo lugar el Misterio... Y una púdica, la más púdica entre todas las mujeres, Aquella que ni siquiera conocía el estímulo instintivo de la carne, se turbó ante el ángel de Dios, porque un ángel turba la humildad y la verecundia de la Virgen; y sólo se calmó, oyéndole hablar; y creyó; y dijo la palabra por la que el amor "de Ella y de Él" se hizo Carne y vencerá a la Muerte, y no habrá agua que pueda apagarla ni maldad que puede sumergirle... ".
Jesús se inclina dulcemente hacia María, que ha caído a sus pies, casi extática, al rememorar la lejana hora, iluminada con una luz especial que parece exhalar del alma; y le pregunta quedo: "¿Cual fue, ¡Purísima!, tu respuesta a aquel que te aseguraba que viniendo a ser madre de Dios, no perderías tu perfecta Virginidad?".

Y María, casi en sueño, lentamente, sonriendo, con los ojos dilatados por un feliz llanto: "He aquí a la Sierva del Señor! Hágase en mi según tu Palabra" y reclina, adorando, la cabeza en las rodillas de su Hijo.

Jesús la cubre con su manto, celándola así a los ojos de todos, y dice: y se cumplió. Y se cumplirá hasta el final. Hasta sus otras transfiguraciones. Ella será siempre la "Sierva de Dios". Hará siempre lo que diga "la Palabra". ¡Esta es mi Madre! Bueno es que empecéis a conocerla en toda su santa Figura... ¡Madre! ¡Madre! Alza tu cara, Amada... llama a tus devotos a esta Tierra en que por ahora estamos... " dice mientras destapa a María, después de un rato en que no se ha oído ningún sonido aparte del zumbido de las abejas y el gorgoteo de la fuentecilla.

María levanta la cara, cubierta de llanto, y susurra: "¿Por qué me has hecho esto, Hijo? Los secretos del Rey son sagrados... ".

"Pero el Rey los puede revelar cuando quiere. Madre, lo he hecho para que se comprenda lo que dijo el Profeta: "Una mujer abarcará al hombre" (Jer 31, 22), y lo otro del otro Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz a un Hijo"( Isaías 7, 14). Y también para que ellos, que se horrorizan por demasiadas cosas del Verbo de Dios, que consideran humillantes, tengan como contrapeso otras muchas cosas que los confirmen en el gozo de ser "míos". Así, no se volverán a escandalizar, y conquistarán así también el Cielo... Ahora los que tengan que ir a las casas hospitalarias, que vayan. Yo me quedo aquí con las mujeres y Margziam. Que mañana, al alba, estén aquí todos los hombres; quiero llevaros a un lugar cercano. Luego regresaremos para saludar a las discípulas. Después volveremos a Cafarnaúm y reuniremos a otros discípulos para enviarlos detrás de ellas"...







domingo, 4 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN MÍSTICA SOBRE EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, QUE SIGUE PRESENTE EN LA EUCARISTÍA


El sagrado corazón de Jesús, que se ha encarnado
para que nadie le pueda decir el día del Juicio:
"Tú no sabes lo que es ser hombre"




La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados.
(Catecismo de la Iglesia Católica, 2669)

Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "Es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).
(Catecismo de la Iglesia Católica, 478)


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JESÚS SIGUE PRESENTE EN MEDIO DE NOSOTROS

Escrito está, que Dios creó el hombre a su imagen y semejanza, y tiene pues que haber una correspondencia absoluta entre el hombre y su Creador, pero esa correspondencia entre un ser material y un Ente espiritual, no puede ser nunca una fotocopia perfecta, existe un significado místico en toda la creación y entre su Creador, de la misma manera que existe una relación entre un pintor y el cuadro que pintó, un experto en arte es capaz de ver de quien es un cuadro, y también en ese cuadro que es el universo, se puede analizar el carácter y la grandeza de Dios, el "Pintor" que lo creó.

Y así, toda la Creación es un libro abierto que, para el que sabe leerlo, que es por definición el contemplativo, puede entrever a Dios, por ese don de discernimiento que le infunde, que hace decir: “Bienaventurado el que ve a Dios en todo lo creado”, es un don que Dios mismo comunica al místico, palabra que quiere decir “enamorado”, y que se  da en el que cumple el primer mandamiento, que es amar a Dios sobre todas las cosas, ya que para amar hay que conocer, y ese conocimiento solo se adquiere por el amor, ya que como lo dice San Juan de la Cruz, 

“El Amor verdadero tiene por misión desear y profundizar en las cosas del Amado” 

Y el que ama de verdad, como lo promete Jesús, la Santísima Trinidad morará en él, y le infundirá la gracia infusa de las virtudes y del discernimiento. Pero sin embargo, el que carece de Amor verdadero, nunca podrá discernir, aunque estudie y tenga un doctorado, y sepa hebreo, griego o latín. Y por eso dijo Nuestro Señor: 

"Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos. Si, Padre así te ha parecido bien". (Mt 11-25,27).

Y este proceder de Dios es una cosa admirable y sorprendente, porque si hubiera que conocer lenguas y tener un doctorado para conocerle, le sería mucho más fácil acceder al Reino de los Cielos a los ricos y a los pudientes, mientras que los pobres podrían quedar marginados.

En lo que se refiere a la Eucaristía, que es uno de los misterios más grandes de nuestra Religión, y por ello, ya que como lo dijo San Pablo, las cosas más altas de Dios son las cosas más insensatas para el mundo, por eso se entiende lo que le ocurrió con Jesús, cuando dijo: 

“El que no come mi Cuerpo y no bebe mi Sangre, no puede ser discípulo Mío”.

fueron esas palabras las que hicieron abandonarle a la mayoría de sus discípulos, como así está escrito en el Evangelio.

Materialmente hablando, la sangre humana compuesta esencialmente por los glóbulos rojos que se multiplican en los huesos, tienen por misión llevar oxígeno a todo el cuerpo tomándolo de los pulmones y a su vez, eliminar el anhídrido carbónico. Los glóbulos blancos, que también se forman en los huesos, tienen igualmente por misión luchar contra toda clase de germenes nocivos que puedan infectar al cuerpo humano. Las plaquetas son las que tienen por misión coagular la sangre y taponar la herida que se pueda producir en los vasos sanguíneos.

Los alimentos se distribuyen en todo el cuerpo a través del plasma que se encuentra en la sangre en donde flotan todos los elementos que dan vida, eliminan las infecciones y previenen los accidentes.

Por fin, todo el torrente sanguíneo es impulsado en todos los rincones del cuerpo por el corazón que es el motor que da energía y vida al organismo, en donde no llega la sangre se produce una gangrena y el miembro afectado se corrompe y no solo muere, pero llega a gangrenar todos los otros miembros, transmitiéndole la muerte.



JESÚS SIGUE ALIMENTANDO A LAS ALMAS EN LA SAGRADA EUCARISTÍA


La analogía con la Sagrada Eucaristía, es ahora bien evidente: el Amor de Dios al hombre que es la respuesta a la entrega del alma a Dios, es el Sagrado Corazón que mueve en el alma la Sangre de Jesús, necesaria para su alimento, que es la que le da la vida, la nutre y elimina las impurezas del pecado, como lo hacen los glóbulos rojos y los leucocitos, que se reproducen en los huesos del esqueleto humano, huesos que simbolizan la Santa Fe del alma a su Creador, y también repara las heridas del pecado, como así lo hacen las plaquetas de la sangre humana.

Se ve pues claramente, la analogía entre el Cuerpo de Jesús: su Sagrado Corazón, y su Divina Sangre que es la condición necesaria para sustentar el alma en esta vida, hasta la entrada en el Reino de Dios, y se comprende igualmente el porque dijo Jesús: 

“Yo os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no bebéis su Sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre, vive en Mí y Yo en él. 

El Padre que me ha enviado posee la Vida y Yo vivo en Él. Así también el que me come vivirá por Mí. Este es el Pan que ha bajado del Cielo; no como el pan que comieron vuestros antepasados. Ellos murieron, pero el que coma de este Pan, vivirá para siempre "  (Jn 6, 53 - 58)

Este Cuerpo y Sangre de Jesús es el Sacrificio perpetuo que se rememora en la Santa Misa, y que sustenta no solo a las almas, y les asegura la Vida Eterna, permitiendo la Resurrección del último día, pero también es el que mantiene el Universo Entero. El día que no se pueda celebrar el Santo Sacrificio, será el fin del Mundo, como así lo dice el Profeta Daniel y el "Faro" de la Iglesia el gran San Pablo.



Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su Gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.