MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 29 de diciembre de 2017

DIOS HA MARCADO EN CADA ALMA AL CREARLA, DOS TESTIGOS QUE SON SU CONCIENCIA Y SU RAZÓN, AMBAS ESTÁN UNIDAS A DIOS HASTA EL JUICIO FINAL..

MAPA DE LA RADIACIÓN DE FONDO DEL UNIVERSO
OCASIONADA POR EL BIG BANG



La razón que dice que la Creación es obra de un ser Supremo, y la Conciencia que nos dice que no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros, son los dos testigos vistos como dos olivos al lado del Candelabro de los siete brazos de la Visión de Ezequiel y que en la actualidad, preludio del fin de los tiempos, están representados en el Apocalipsis, como muertos al final de los tiempos, causando alegría a la gente para que pueda engolfarse en sus apetitos, pero que resucitarán cuando Dios vuelva, causando el terror de esos pobres desgraciados.
  


 COMENTARIOS DEL EVANGELIO DE SAN JUAN


Juan 10, 31-42.

Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?". Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios". Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?   

     En este Evangelio, Jesús llama dioses a los que siguen los mandamientos de Dios, es también lo que dice San Juan, que seremos como dioses porque veremos a Jesús tal cual es. En estos escritos de los Cuadernos de María Valtorta, Jesús explica como y por qué, las almas serán dioses, si cumplen la orden de Dios: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial".
         

     Está escrito que Dios creó el Universo y el hombre a imagen y semejanza Suya. En este momento, se ha visto en el telescopio de microondas del Polo Sur, el eco del "Big Bang" que es el nacimiento del Universo, que provenía de un flujo que suministraba todos los elementos necesarios para la futura creación de todas las galaxias; su equilibro en el Universo infinito, gracias a los agujeros negros, que son la tremenda fuerza, que los mantiene y dirige, como ocurre con el motor de cualquier elemento en movimiento.

          Se sabe sin lugar a dudas, que todo proviene de una fuente extraordinaria, inexplicable del punto de vista científico, situada en un punto concentrado, que, a una velocidad muy superior a la Luz, suministró en una pequeñísima cantidad de tiempo una cantidad prácticamente ilimitada de partículas atómicas, para que se unieran entre sí, en miles de millones de año, y formaran todo el Universo conocido y desconocido.

          Sabemos que el alma humana, es inmortal, lo que la diferencia de los animales, y de toda la Creación material que tuvo su origen en el “Big Bang”; también está dotada con todos los elementos necesarios para su desarrollo material, son la Gracia de Dios necesaria y suficiente para recrearla, ya que si el alma en sus inicios, tiene grabado el sello del Creador en su conciencia, que es como se explica tan bien en este relato, el alma tiene que formarse y prepararse para su destino, ello es lo que le permite alcanzar la Vida eterna, y ser coheredera del Reino de Dios, es su libre albedrío, que es quien admite o rechaza la Gracia para poder ser Hijo de Dios, o hijo de las Tinieblas.

         El alma espiritual, se diferencia de la creación animal y material, que solo obedece por instinto y sin ningún mérito propio a las leyes impuestas por Dios, ya que no tiene ese libre albedrío, por eso esa Creación material está abocada a su desaparición dentro de miles de millones de año.

         *Acabo de ver por la Televisión un programa científico en el cual se explica que el "Big Bang", se produjo en millonésimas de segundos con velocidades muy superiores a las de la luz, es decir con medios que escapan completamente a todas las leyes físicas y matemáticas, eso se llama "Milagro"; ¡Pero ningún científico quiere hablar de Dios!







De los cuadernos de María Valtorta 28-1-1.947



            Dice Jesús:

           Volver al Origen, presentarse ante el Juez Jesús, no significa ir a un lugar determinado ni tampoco ir al pie del trono eterno. En realidad, estas son formas para ayudar vuestro pensamientoEl alma que abandona la carne que ha animado, se encuentra inmediatamente frente a la Divinidad que la juzga, sin necesidad de ascender y presentarse en los umbrales del Reino bienaventurado. Es verdad fundamental que Dios está en el Cielo, en la Tierra y en todo lugar. Y, por lo tanto, el encuentro se produce en cualquier lugar. La Divinidad colma de Sí todo lo Creado. Por lo tanto está presente en todo lugar de la Creación. Quien juzga soy Yo, más siendo inseparable del Padre y del Espíritu Santo, omnipresentes en todo lugar.

          El juicio es rápido, así como fue rápida toda la Creación, que ocupó solo un milésimo de la más pequeña de vuestras unidades de tiempo. Más en el átomo del instante creativo, el alma tiene tiempo de entrever el Santísimo origen que la crea y de llevarse el recuerdo de Él para que sea instintiva religión y guía en la busca de la fe, de la esperanza, de la caridad que, si observáis bien, son confusamente como germenes informes también en las religiones menos perfectas (la fe en una divinidad, la esperanza de un premio otorgado por dicha divinidad, el amor hacia ella). 

          Y esta última observación de Jesús, da a entender el por qué todos los pueblos de todas las civilizaciones, y de los salvajes, tienen en sí la noción de que existe una o varias divinidades, al ser un germen informe, que es como un gen implantado por Dios en el alma en ese instante de su creación.

     Por eso también la gran mayoría de los científicos y paleontólogos, "ateos como cabras", se permiten decir que nuestra Religión Católica fue copiada de una religión anterior, ya que son incapaces de pensar que el Creador ha puesto ese germen en todas las almas, son pues como lo dice el refrán, como el Maestro Ciruela, "que no sabía leer y fundó una escuela".
       
      Del mismo modo, en el átomo del juicio particular, el espíritu tiene tiempo de comprender lo que no quiso comprender en la vida terrenal, lo que odió como enemigo o burló o negó como vana mentira, o al que sirvió con un desapego que exige reparación, y tiene tiempo de llevar consigo el recuerdo al lugar de expiación o de condena eterna, para suscitar llamas de amor por la eterna Belleza, o torturas punitivas debidas a la desazón por el Bien perdido, un Bien que la conciencia inteligente les reprochará haber querido perder voluntariamente. Y junto con sus pecados, lo recordará, pero será terrible, porque no podrán contemplarlo.


     La creación del alma y el juicio particular son los dos átomos de instantes en la que el alma de los hijos del hombre, conocen intelectualmente a Dios en la medida que es justo y suficiente darles un agente para tender al propio Bien, que han entrevisto apenas, pero que ha quedado impreso en la substancia que, por ser inteligente, libre, simple, espiritual, comprende prontamente, tiene libre voluntad, deseos simples y movimientos o inclinación, o apetito si preferís, para reunirse con medio del Amor con Aquel de donde proviene, y para lograr su fin, cuya Belleza ya intuye, o para separarse de Él, con odio perfecto y alcanzar al que es su infame rey, conservando en el recuerdo de ese odio un tormento, el mayor de los tormentos infernales, una desesperación, una maldición indescriptibles .


      […] He dicho "sed perfectos” para liberar el espíritu de los antiguos de esa sensación de temor que les impedía acariciar la idea de ser dignos de semejar al Padre, a su Padre. Hacía demasiados siglos que el Altísimo era para ellos el Dios terrible y, ante la tremenda Inmensidad de Dios, el amor, la esperanza y la fe quedaban sobrecogidas. Más ya había llegado el tiempo de la Misericordia, del Perdón, de la Paz, de la Amistad, del vínculo filial con Dios. Por lo tanto, he ahí la orden de perfección ilimitada: “Sed perfectos como el Padre”. Y con tal orden, también la implícita seguridad que impulsa a osar “porque, con tal que lo deseéis, podéis llegar a serlo”.


         […] Y el hecho de que la mayor parte de las almas vive de un modo tal que parece desmentir mi afirmación, no niega lo que Yo digo, sino que es la demostración de la enorme perversión del hombre en sus afectos y deseos, debida a sus alianzas con el Mal. En verdad son muchos los que sofocan con el dogal de los vicios y los pecados la propia alma, tras haberla hecho esclava de Satanás, de quien se han vuelto aliados. La ahorcan definitivamente para no seguir oyéndola gritar y llorar al recordar que el Mal no es lícito y que existe el castigo para quien lo practica. 

       Estos son los que, de hijos de Dios, se vuelven criaturas-hombre por la pérdida de la Gracia y que luego de hombre pasan a ser demonios, pues el hombre, apartado del Bien, es como una enredadera que se trepa al Mal para sostenerse. Donde no existe la Ley sobrenatural, difícilmente existe la ley moral y si existe es siempre imperfecta. Y donde la Ley moral es imperfecta o está ausente, vive de modo total o parcial la triple concupiscencia.

          Más si parece que la mayor parte de las almas cambia con su modo de actuar el natural recuerdo y deseo de Dios y la propia voluntad de tender hacia un fin gozoso, hay que recordar que en el hombre existe la criatura carnal y la espiritual y que el hombre posee el libre albedrío que siempre está al servicio de la parte más fuerte. Ahora bien, si uno va debilitando las almas por culpa de los vicios y los pecados, es seguro que el alma se volverá débil y que, al mismo tiempo, se fortificará la parte animal, que avasallará la más débil hasta matarla. Más no por ello podrá negarse que el alma ha sido creada con capacidad para recordar y desear naturalmente su fin.



DIFERENCIA ENTRE LAS CRIATURAS TOCADAS POR
LA GRACIA DE DIOS Y LAS PAGANAS


La índole del alma es la índole espiritual. Por eso el alma tiene deseos espirituales, aunque en los que no están regenerados por el Bautismo y que, por lo tanto están privados de la Gracia, tiene solo deseos conforme al reino espiritual de donde proviene y en donde siente que instintivamente que está el espíritu Supremo. En cambio en las almas vueltas a la Gracia por la regeneración del Bautismo y mantenidas y robustecidas en dicha Gracia por los demás Sacramentos, la atracción del alma a su fin se produce divinamente, pues la Gracia – es decir, nuevamente Dios - atrae hacia sí a los hijos dilectos, se los acerca cada vez más, los coloca cada vez más en la Luz a medida que van ascendiendo gradualmente, en la espiritualidad, de modo que la separación disminuye y la vista es cada vez más intensa, el conocimiento más vasto, la comprensión más amplia, el amor más perfecto, hasta llegar a la contemplación, que es ya unión y fusión de la criatura con su Creador, un acto temporáneo e imborrable y transformador, porque el abrazo del Fuego de la Divinidad que encierra a su criatura extasiada imprime un carácter nuevo a estos seres vivientes, que ya están separados de su condición humana y espiritualizados en Serafines, y que son doctos en la Sabiduría que Dios les otorga al darse a ellos como ellos a Él.

          […] Las almas recuerdan ¿Por qué lo hacen? Porque Dios, así como le dio a Adán la esperanza de una Redención, de esa Redención, a fin de mitigar contemporáneamente el rigor de la condena, del mismo modo le dejó el recuerdo del tiempo feliz para que le confortara en el dolor del exilio y para que fuera para los hijos de Adán el estímulo santo de amar al que para ellos era el Desconocido.

        Y no solo eso, pues, al crear las almas, Dios no privó a los hijos de los hombres de esa natural inclinación hacia la Divinidad que, por si sola puede ayudar a alcanzar el fin por el cual ha sido creado el hombre: amar al Señor, al Dios Omnipotente y Omnipresente, cuyo Todo incorpóreo colma el infinito y a quien el hombre siente, más o menos exactamente, y ve en todo lo que le rodea, le penetra y le asombra. En los salvajes se tratará del fragor del rayo o del duradero esplendor de la aurora boreal; para los idólatras consistirá en la potencia del león o en la vida anfibia del caimán; para los creyentes en las religiones reveladas, aunque no perfectas, en las manifestaciones naturales consideradas como acciones o manifestaciones de cada dios.

         En el ciudadano pensador o científico, en los fenómenos celestes o en el admirable organismo de los cuerpos; en el creyente, además que en la Doctrina, en la vida misma del alma, que se manifiesta con sus luces y con los latidos que corresponden a otros latidos, aún más ardientes, de un Amor eterno que la ama; en la maravilla del nacimiento y en el misterio de la muerte de una parte de lo humano mientras que la otra vive una vida más verdadera.

     Pero en todos los casos y en todas las cosas, el hombre siente una Presencia invisible y potente, tanto si la niega – y al negarla ya admite su existencia, pues se niega sólo lo que existe y que sabe que otros muchos creen – como si la odia y con su odio confiesa que Ella existe, como si la ama y con su amor proclama que la cree real y que un día espera no ya creer (en Ella) sino gozar en Ella.

          Dios hizo lo siguiente: dejó en el hombre la inclinación hacia el Bien supremo. ¿Y no es esto recuerdo? ¿Os parece que no podía hacerlo justamente Él, que es Omnipotente y que desde hace milenios gobierna la Creación sin esfuerzo ni cansancios y que sin un instante de pausa, crea almas, juzga almas, conoce al instante todas las acciones de las mismas, o mejor, las pre-conoce, pues el Pasado, el Presente y Futuro son un existir único ante su Pensamiento, las sigue en su desarrollo, las juzga sin confusiones ni errores y juzga las almas, que tras su orden, abandonan la carne a la que se las había mandado y vuelven al mundo ultraterrenal ya supercreadas, recreadas o, quizás deba decir, destruidas por la libre voluntad del albedrío?

          Pero a vosotros, que cogéis siempre el sentido material de las palabras y no el sentido de las mismas, esta expresión os haría reaccionar como ante un anatema. Entonces diré: almas feas, deformes, mutiladas y desviadas porque han borrado voluntariamente el recuerdo del Divino. Porque, más que cualquier lección que se pueda aprender en todo tipo de escuelas, precisamente es este recuerdo el que le enseña al alma a perseverar en las virtudes, por amor del propio Dios y por la esperanza de llegar a poseérle un día, más allá de la vida, en la Vida sin fin.

          […] Amadme a Mí más que a la ciencia. Bendecidme a Mí y no a vuestro saber. Y amad también al “niño” que tomé para colocarlo entre vosotros. Y, junto conmigo, bendecid al Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque una vez más se ha revelado a un ser pequeño en vez de haberse revelado a los sabios.   
                                                   
      […] Yo os lo digo: El Señor no muestra su Reino a los doctos sino a los que están iluminados por la Gracia y viven en el amor; y solo Dios elige, coge y posa en la cumbre del monte, donde el Cielo está tan cerca que el espíritu puede gritar, ardiendo, las palabras que debían ser el grito de todos los hombres: “He aquí a mi Dios. ¡Le veo! ¡Le siento! ¡Le conozco! Estoy devorado y recreado por el Amor.
     
        Pequeño Juan, también puedes recordarles que el hombre tiene un ángel como custodio y que este espíritu no está inerte junto al hombre sobre el cual refleja las luces que él mismo, por ser ángel, reverbera al adorar la infinita Luz. Quédate en paz, alma mía”.



miércoles, 27 de diciembre de 2017

HOY 19 DE DICIEMBRE DE 2.017 FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA, QUE HA VENIDO AL MUNDO PARA DERROTAR A SATANÁS, Y LLEVAR AL REINO DE DIOS A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD

IMAGEN COPTA ORTODOXA
LA SAGRADA FAMILIA



Esta preciosa imagen de la Sagrada Familia, con la Santísima Virgen María y San José, rodeando a Jesús el Hijo de Dios, delante de la Cruz, y la corona de espinas, todo coronado por el Espíritu Santo, simboliza todas las enseñanzas de las Escrituras.

Todos los Profetas anunciaban la venía del Mesías, que iba a devolver a la humanidad degradada por culpa del pecado original, la inocencia perdida, pecado que trajo toda su retahíla de secuelas, que son los sufrimientos y la muerte, se transmitió primero a Eva y Adán, que se rebelaron contra Dios, al decir "Non serviam", como Lucifer que quiso ser semejante a Dios, y luego a toda su descendencia, fue pues una derrota de Dios, que destruía todo lo que Él había creado para poder ser hijos y herederos suyos, ya que en un Reino puro y perfecto, no puede entrar nada impuro o imperfecto, es lo que Jesús afirmó en la Parábola de los invitados a la Boda, de la cual se expulsó el que no tenía una vestidura adecuada. 

Pero el Espíritu Santo, corazón de la Santísima Trinidad, Amor y fuerza de la misma, ya sabía como tenía que actuar para transformar esa primera derrota en una Victoria definitiva contra los rebeldes. Fue la Creación de la Criatura más perfecta de la Creación, que es la Virgen María, la Inmaculada, cuya fiesta la Santa Iglesia Católica celebra el primer día del año. Fue un instrumento perfecto, ya que además de Inmaculada, era humilde y obediente, se hizo la Esclava del Señor, cuando Eva se quiso hacer semejante a Dios.

En el Apocalipsis está relatada como el Dragón infernal quiso arrastrarla con un río de agua, que salió de su boca, que simboliza la mentira para tratar de vencerla, pero la tierra, que simboliza la verdad, se abrió y hundió ese río en el abismo. La mujer, vestida de Luz, símbolo de la Pureza y la verdad, es Madre de toda la humanidad, ya que estaba coronada con 12 estrellas, que son las 12 tríbus de Israel, y los doce Apóstoles de la nueva alianza, se retiró al desierto, por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo (Ap 12, 16).

Creo sinceramente que ese último medio tiempo ha pasado ya, y la Santísima Virgen María está actuando para la batalla final contra Satanás, al que va a  derrotar definitivamente. 




DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(Diciembre de 1.950)

Dice el Espíritu Santo:

[...] Y la infinita Misericordia, por piedad hacia los míseros hombres, arrasados por la tormenta de sangre, de fuego, de persecución, de muerte, hará resplandecer sobre el mar de sangre y de horror, la Pura estrella del Mar, o sea María, que será la precursora de Cristo en su última venida. Por eso estos nuevos evangelizadores, evangelizarán a María, que en verdad, fue dejada demasiado en la sombra por los Evangelistas y por todos los Apóstoles y Discípulos, mientras que un conocimiento más amplio acerca de Ella, habría instruido a muchos y evitado muchas caídas, porque Ella es Corredentora y Maestra. Es Maestra de vida pura, humilde, fiel, prudente, piadosa, pía, en la casa y entre las gentes de su tiempo. Ha sido Maestra siempre, en los siglos, digna de ser conocida cuanto más el mundo desciende hacia el lodo y las tinieblas, para que, imitándola cada vez más, se pueda volver a conducir el mundo hacia lo que no es lodo y tinieblas.

Los tiempos que avanzan serán tiempos no solo de guerra material, pero sobre todo de guerra entre la materialidad y el espíritu. El  Anticristo intentará arrastrar a las criaturas racionales hacia el pantano de una vida bestial. Cristo intentará impedir esta abjuración no solo de la religión, sino hasta de la misma razón, abriendo horizontes nuevos y vías iluminadas por luces espirituales, suscitando en todo aquel que no lo rechace abiertamente un potente despertar del espíritu, despertar ayudado por estos nuevos evangelizadores no solo de Cristo sino también de la Madre de Dios.
Alzarán el estandarte de María. llevarán a María. Y María que ya una vez fue causa y fuente - indirecta pero siempre potente - de la redención del hombre, lo será nuevamente, porque ella es la santa Adversaria del pérfido Adversario, y su talón está destinado a aplastar perpetuamente el dragón infernal, así como la Sabiduría, que ha establecido su sede en Ella, está destinada a vencer las herejías que corrompen las almas y los intelectos.
En este tiempo, cuya venida es inevitable, las tinieblas lucharán contra la Luz, la bestialidad con el espíritu, el satanismo contra los hijos supervivientes de Dios, babilonia contra la Jerusalén celestial; en ese tiempo, las lujurias de Babilonia, las triples lijurias, desbordarán como aguas fétidas e incontenibles, y se infiltrarán por doquier, hasta en la casa de Dios, como ocurrió y como está dicho que ocurrirá de nuevo; en ese tiempo de abierta separación entre los hijos de Dios, y los hijos de satanás, en que los hijos de Dios alcanzarán una potencia espiritual nunca alcanzada hasta entonces, y los de satanás una potencia maligna tan vasta que ninguna mente puede imaginar como será en realidad, vendrá la nueva evangelización, la nueva evangelización total que, por ahora, manifiesta sus primeros y contrarios albores.

Esta evangelización obrará grandes milagros de conversión y de perfección y también grandes conatos de odio satánico  contra Cristo y la Mujer. Más ambos, no podrán ser alcanzados por sus enemigos. No sería conveniente ni útil que lo fuera. No se puede causar una ofensa suprema a Dios, hiriendo a los dos que le son más queridos: el Hijo y la Madre, que ya en su tiempo sufrieron todas las ofensas más dolorosas y odiosas pero que ahora, ya glorificados desde hace siglos, no podrían ser ofendidos sin que cayera el inmediato y horrendo castigo divino sobre los ofensores.

Por eso, en el momento justo y de la manera justa se realizará la extrema evangelización con medios nuevos y los que estén ansiosos de Luz y de Vida las tendrán de modo pleno, perfecto, otorgadas con un medio conocido solo por los Donadores, por Jesús y María. Solo los que hayan elegido para si mismos fango y tinieblas, herejía y odio hacia Dios y María, es decir, los que estén muertos ya antes de ser muertos, los espíritus podridos, los espíritus vendidos a satanás y a sus siervos, o sea los precursores del Anticristo y éste mismo, tendrán fango y tinieblas, tormento y odio eternos, como es justo que sea, cuando venga el que debe venir.




viernes, 22 de diciembre de 2017

SI POR UNA MUJER ENTRÓ EN EL MUNDO LA MUERTE, POR LA VIRGEN MARÍA ENTRÓ LA VIDA. SUBLIME EXPLICACIÓN DE COMO MARÍA DERROTÓ A LUCIFER Y REDIMIÓ A LA MUJER


EL TESORO MÁS GRANDE DE DIOS ES LA
ADMIRACIÓN DE LOS ÁNGELES 




HA NACIDO NUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SUPREMO JUEZ, EL QUE TIENE LAS LLAVES DEL CIELO Y DEL HADES, EL QUE DARÁ PREMIO Y CASTIGO A LOS HOMBRES DE TODA CONDICIÓN.


Sublime relato literario y místico de María Valtorta sobre el nacimiento del Hijo de Dios, nunca relatado en la historia de la Cristiandad, con la descripción de la gruta sombría, que se iluminó poco a poco primero por la luz de un rayo de luna, y después por la Luz emanada de María y amplificada por Jesús, Luz del mundo. Luz que transformó la bóveda de la cueva en el techo de plata de un Palacio, los murciélagos aletargados en una magnífica lámpara de ónice, y una salamandra en el collar de esmeralda de una Reina. La paja del pesebre en hilos de plata, el suelo de la gruta en una alfombra con vasos de flores y un aroma celestial.  

Fabuloso discurso de María que explica cómo con sus virtudes de humildad, pobreza y resignación, redimió a la mujer, poniendo bajo sus pies el pecado de Eva que era soberbia, avaricia, lujuria y rebelión, lo que era también poner bajo sus pies a Lucifer vencedor de la mujer, que ahora era vencido por otra mujer: María la Madre de Dios y Madre de la humanidad, la cual ha restituido a la mujer su primera nobleza, que tenía antes del pecado original.


Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta

I/ RELATO DEL NACIMIENTO DE JESÚS

Continúa mi visión del interior de este pobre refugio de piedra en que han encontrado amparo, unidos María y José en la suerte, a unos animales.

El fueguecillo se adormila junto a su guardián. María levanta lentamente la cabeza de su yacija y mira. Ve que José tiene la cabeza reclinada sobre el pecho como si estuviera meditando… será – piensa – que el cansancio ha sobrepujado su buena voluntad de permanecer despierto, y sonríe bondadosa; luego con menos ruido del que puede hacer una mariposa posándose en una rosa, se sienta, para después arrodillarse. Ora con una sonrisa beata en su rostro. Ora con los brazos extendidos casi en cruz, con las palmas hacia arriba y hacia delante… y no parece cansarse en esa posición violenta. Luego se postra con el rostro contra el heno, adentrándose aún más en su oración; y la oración es larga.

José sale bruscamente de su sueño; ve mortecino el fuego y casi oscuro el establo. Echa un puñado de tamujo muy fino. La llama vuelve a chispear. Y va añadiendo ramitas cada vez más gruesas; en efecto, el frío debe de ser punzante, el frío de esa noche invernal, serena, que penetra por todas las partes de esas ruinas. El pobre José, estando como está cerca de la puerta - llamemos así a la abertura a la que hace de cortina su manto -, debe estar congelado. Acerca las manos a la llama, se quita las sandalias, acerca también los pies; así se calienta. Luego, cuando el fuego ha adquirido ya viveza y su luz es segura, se vuelve; no ve nada, ni siquiera la blancura del velo de María  que antes dibujaba una línea clara obre el heno oscuro. Se pone en pie y se acerca despacio a la yacija.

“¿No duermes, María?” pregunta.
Lo pregunta tres veces, hasta que Ella torna en sí y responde: “Estoy orando”.
“¿No necesitas nada?”.
“No, José”
“Trata de dormir un poco, de descansar al menos”.
“Lo intentaré, pero la oración no me cansa”.
“Hasta luego, María”.
“Hasta luego, José”.

María vuelve a su posición de antes. José, para no ceder otra vez al sueño, se pone de rodillas junto al fuego, y ora. Ora con las manos caídas en el rostro; de vez en cuando las separa para alimentar el fuego, y luego vuelve a su ferviente oración. Menos el ruido del crepitar de la leña y el del asno, que de tanto en tanto pega con una pezuña en el suelo, no se oye nada.

Un inicio de Luna se insinúa a través de una grieta de la techumbre, parece un hilo de incorpórea plata que buscase a María. Se alarga a medida que la Luna va elevándose en el cielo y, por fin, la alcanza. Ya está sobre la cabeza de la orante, nimbándosela de candor.

María levanta la cabeza como por una llamada celeste  y se yergue hasta quedar de nuevo de rodillas. ¡Oh, qué hermoso es este momento! Ella levanta la cabeza, que parece resplandecer bajo la luz blanca de la Luna, y una sonrisa no humana la transfigura. ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué siente? Solo Ella podría decir lo que vio, oyó y sintió en la hora fúlgida de su Maternidad. Yo solo veo que en torno a Ella la luz aumente, aumenta, aumenta; parece descender del Cielo, parece provenir de las pobres cosas que están a su alrededor, parece, sobre todo, que proviene de Ella.

Su vestido, azul oscuro, parece ahora de un delicado celeste de miosota; sus manos, su rostro, parecen volverse azulinas, como los de uno que estuviera puesto en el foco de un inmenso zafiro pálido. Este color, que me recuerda, a pesar de ser más tenue, el que veo en las visiones del santo Paraíso, y también el que vi en la visión de la venida de los Magos, se va extendiendo progresivamente sobre las cosas, y las viste, las purifica, las hace espléndidas.

El cuerpo de María despide cada vez más luz, absorbe la de la Luna, parece como si Ella atrajera hacia sí la que le puede venir del Cielo. Ahora es Ella la depositaria de la Luz, la que debe dar esa Luz al mundo. Y esta beatífica, incontenible, inmensurable, eterna, divina Luz que de un momento a otro va a ser dada, se anuncia con un alba, un lucero de la mañana, un oro de átomos de Luz que aumenta, aumenta como una marea, sube, sube como incienso, baja como una riada, se extiende como un velo…

La techumbre, llena de grietas, de telas de araña, de cascotes que sobresalen y están en equilibrio por un milagro de estática, esa techumbre negra, ahumada repelente, parece la bóveda de una sala regia. Los pedruscos son bloques de plata; las grietas, reflejos de ópalo; las telas de araña, preciosísimos baldaquines engastados de plata y diamantes. Un voluminoso lagarto, aletargado entre dos bloques de piedra, parece un collar de esmeraldas olvidado allí por una reina; y un racimo de murciélagos en letargo, una lámpara de ónice de gran valor. Ya no es hierba el heno que pende del pesebre más alto, es una multitud de hilos de plata pura que oscilan temblorosos en el aire con la gracia de una cabellera suelta.

La madera oscura del pesebre de abajo parece un bloque de plata bruñida. Las paredes están recubiertas por un brocado en que el recamo perlino del relieve oculta el candor de las seda. Y el suelo… ¿Qué es ahora el suelo? Es un cristal encendido por una luz blanca; los salientes parecen rosas de luz arrojadas al suelo como obsequio; los hoyos, cálices valiosos de cuyo interior ascenderían aromas y perfumes.

La Luz aumenta cada vez más. El ojo no la resiste. En ella desaparece, como absorbida por una cortina de incandescencia, la Virgen… y emerge la Madre.

Sí. Cuando mi vista de nuevo puede resistir la Luz, veo a María con su Hijo recién nacido en los brazos. Es un Niñito rosado y regordete, que gesticula, con unas manitas del tamaño de un capullo de rosa; que menea sus piececitos, tan pequeños que cabrían en el corazón de una rosa; que emite vagidos con su vocecita trémula, de corderito recién nacido, abriendo una boquita que parece una menuda fresa del bosque, y mostrando una lengüecita temblorosa contra el rosado paladar; que menea su cabecita, tan rubia que parece casi desprovista de cabellos, una cabecita redonda, que su Mamá sostiene en la cavidad de una de sus manos, mirando a su Niño, adorándole, llorando y riendo al mismo tiempo… 

Y se inclina para besarlo, no en la inocente cabeza, sino en el centro del pecho, sobre ese corazoncito que palpita, que palpita por nosotros… en donde un día se abrirá la Herida. Su Mamá se la está curando anticipadamente, con su beso inmaculado.

El buey se ha despertado por el resplandor, se levanta haciendo mucho ruido con las pezuñas, y muge. El asno vuelve la cabeza y rebuzna. Es la Luz la que los saca del sueño, pero me seduce la idea de pensar que hayan querido saludar a su Creador, por ellos mismos y por todos los animales.

Y José, que casi en rapto, estaba orando tan intensamente que era ajeno a cuanto le rodeaba, también torna en sí, y por entre los dedos apretados contra el rostro, ve filtrarse la extraña Luz. Se descubre el rostro, levanta la cabeza, se vuelve. El buey, que está en pié, oculta a María, pero ella llama: “José, ven”.

José acude. Cuando ve, se detiene, como fulminado de reverencia, y está casi para caer de rodillas en ese mismo lugar; pero María insiste: “Ven, José” y, apoyando la mano izquierda en el heno y teniendo con la derecha estrechado contra su corazón al Infante, se alza y se dirige hacia José, quien, por su parte, se mueve azarado por el contraste entre su deseo de ir y el temor a ser irreverente.
Cerca de la cama para el ganado, los dos esposos se encuentran, y se miran llorando con beatitud.

“Ven, que ofrecemos a Jesús al Padre” dice María. José se pone de rodillas. Ella, erguida, entre dos troncos sustentantes, alza a su criatura en sus brazos y dice: “Heme aquí – por Él, ¡Oh Dios!, te digo esto - , heme aquí para hacer tu Voluntad. Y con Él Yo, María, y José, mi Esposo. He aquí a tus Siervos, Señor, para hacer siempre, en todo momento y en todo lo que suceda, Tu voluntad, para gloria tuya y por amor a Ti”.

Luego, María se inclina hacia José y, ofreciéndole el Infante le dice: “Toma, José”.
“¿Yo? ¿A mí? ¡Oh, no! ¡No soy digno!”. José se siente profundamente turbado, anonadado ante la idea de deber tocar a Dios.
Pero María insiste sonriendo: “Bien digno de ello eres tú, y nadie lo es más que tú, y por eso el Altísimo te ha elegido. Toma José, tenlo mientras yo busco su ropita”.

José, rojo como una púrpura, alarga los brazos y toma ese copito de carne que grita de frío; una vez que lo tiene entre sus brazos, no persiste en la intención de mantenerlo separado de sí por respeto, sino que lo estrecha contra su corazón rompiendo a llorar fuertemente: “¡Oh! ¡Señor! ¡Dios mío!”; y se inclina para besar los piececitos. 

Los siente fríos y entonces se sienta en el suelo y le recoge en su regazo, y con su indumento marrón y con las manos, trata de cubrirle, calentarle, defenderlo del frío de la noche. Quisiera acercarse al fuego, pero allí se siente esa corriente de aire que entra por la puerta. Mejor quedarse donde está o, mejor todavía, entre los dos animales, que hacen de escudo al aire y dan calor. Y se pone entre el buey y el asno dando espalda a la puerta, con su cuerpo hacia el Recién Nacido  para hacer de su pecho una hornacina, cuyas paredes laterales son: una cabeza gris, con largas orejas, un hocico grande, blanco, con unos ojos húmedos, buenos y un morro que exhala vapor.

María ha abierto el baúlillo, y ha sacado unos pañales y unas fajas, ha ido al fuego y las ha calentado. Ahora se acerca a José y envuelve al Niño en esos pañales calentitos, y con un velo, le cubre la cabeza. “¿Dónde le ponemos ahora?”, pregunta.

José mira a su alrededor, piensa… “Mira – dice - , corremos un poco más para acá los dos animales y la paja, y bajamos ese heno de allí arriba, y le ponemos a Él allí dentro. La madera del borde le resguardará del aire, el heno será su almohada, el buey con su aliento le calentará un poquito. Mejor el buey. Es más paciente y tranquilo”. Y se pone manos a la obra, mientras María acuna al Niño estrechándolo contra su corazón, con su carrillo sobre la cabecita para darle calor.

José reaviva el fuego, sin ahorrar leña, para hacer una buena hoguera, y se pone a calentar el heno, de forma que, según lo va secando, para que no se enfríe, se lo va metiendo en el pecho; luego, cuando ya tiene suficiente para un colchoncito para el Infante, va al pesebre y lo dispone como una cunita. “Ya está” dice. “Ahora sería necesario una manta, porque el heno pica; y además para taparle…”.

“Coge mi manto” dice María.
“Vas a tener frío”.
“¡Oh, no tiene importancia! La manta es demasiado áspera; el manto, sin embargo, es suave y caliente. Yo no tengo frío en absoluto. ¡Lo importante es que Él  no sufra más!”.

José coge el amplio manto de suave lana azul oscura y lo dispone doblado encima de la paja, y deja un borde colgando fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador está preparado.

Su Madre, con dulce paso ondeante, le lleva al pesebre, en él le coloca, y le tapa con la parte del manto que había quedado fuera y con ella arropa también la cabecita desnuda, que se hunde en el heno, protegida apenas por el fino velo de María. Queda solo destapada la carita, del tamaño de un puño de hombre, y los Dos, inclinados hacia el pesebre le miran con beatitud mientras duerme su primer sueño; en efecto, el calorcito de los paños y de la paja le ha calmado el llanto y le ha hecho conciliar el sueño al dulce Jesús.


II/ MARÍA EXPLICA COMO REDIMIÓ A LA MUJER QUE HABÍA SIDO DERROTADA POR LUCIFER.

Ningún gran orador, ningún Doctor de la Iglesia había sido capaz de explicar de una manera tan contundente, como La Santísima Virgen María ha logrado redimir a Eva, como madre material de la Humanidad, logrando ser Madre Espiritual del Género humano, y derrotando a Lucifer, haciéndose digna de traer a la Tierra el Hombre-Dios, siendo por eso Madre de Dios, hecho que nunca podrán comprender las multitudes de sectas protestantes, que como los antiguos Fariseos se creen elegidos por Dios para reformar a la santa Iglesia Católica fundada por Cristo.

“Te había prometido que Él vendrá a traerte su paz. ¿Te acuerdas de la paz que tenías durante los días de Navidad, cuando me veías con mi Niño? Entonces era tu tiempo de paz, ahora es tu tiempo de sufrimiento. Pera ya sabes que es en el sufrimiento donde se conquista la paz y toda la gracia para nosotros y para el prójimo. Jesús-Hombre tornó a ser Jesús-Dios después del tremendo sufrimiento de la Pasión; tornó a ser Paz, Paz en el Cielo del que había venido y desde el cual, ahora, derrama su Paz sobre aquellos que en el mundo le aman. Más durante las horas de la Pasión, Él, Paz del mundo, fue privado de esta paz. No habría sufrido si la hubiera tenido, y debía sufrir plenamente.

Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, más se trataba solo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porqué el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerle estéril en sus raíces.

Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo.

Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respeto a Dios; ésta  deben tributársela al Altísimo todas las Criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme de manera alguna? Incluso José que era justo, me había acusado en su corazón. Los demás, que no eran justos, habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras, había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad.

Y estas fueron sólo las primeras de las infinitas humillaciones que mi vida de Madre de Jesús  y del género humano me procuraron. Humillaciones de Pobreza; la humillación de quien debe abandonar su tierra; humillaciones a causa de las reprensiones de los familiares y de las amistades que, desconociendo la verdad, juzgaban débil mi forma de ser Madre respeto a mi Jesús, cuando empezaba a ser ya un Hombre; humillaciones durante los tres años de su Ministerio; crueles humillaciones en el momento del Calvario; humillaciones hasta en el tener que reconocer que no tenía con qué comprar ni sitio ni perfumes para enterrar a mi Hijo.

Vencí la avaricia de los Progenitores renunciando con antelación a mi hijo.

Una madre no renuncia nunca a su hijo, si no se ve obligada a ello. Ya sea la Patria, o el amor de una esposa, o el mismo Dios quienes piden al hijo a su corazón, ella se resiste a la separación. Es natural que sea así. El hijo crece dentro de nosotros, y el vínculo de su persona con la nuestra jamás queda completamente roto. A pesar de que el conducto del vital ombligo haya sido cortado, siempre permanece un nervio que nace en el corazón de la madre (un nervio espiritual, más vivo y sensible que un nervio físico) y arraiga en el corazón del hijo, y que siente como si le estiraran hasta el límite de lo soportable, si el amor de Dios o de una criatura, o las exigencias de la Patria alejan al hijo de la madre; y que se rompe, lacerando el corazón, si la muerte arranca el hijo a su madre.

Yo renuncié desde el momento que lo tuve, a mi Hijo. A Dios se lo dí, a vosotros os lo dí. Me despojé del Fruto de mi vientre para dar reparación al hurto de Eva del fruto de Dios.

Vencí la glotonería, tanto del saber como del gozar, aceptando saber únicamente lo que Dios quería que supiera, sin preguntarme a mí misma, sin preguntarle a Él, más de cuanto se me dijera.

Creí sin indagar. Vencí la gula del gustar porqué me negué todo deleite del sentido. Mi carne la puse debajo de las plantas de mis pies. Puse la carne, instrumento de Satanás, y con ella el mismísimo Satanás, bajo mi calcañar para hacerme así un escalón para acercarme al Cielo. ¡El Cielo!... Mi meta. Donde estaba Dios. Mi única hambre. Hambre que no es gula sino necesidad bendecida por Dios, por este Dios que quiere que sintamos apetito de Él.

Vencí la lujuria, que es la gula llevada a la exacerbación.

En efecto, todo vicio no refrenado conduce a un vicio mayor. Y la gula de Eva, ya de por sí, digna de condena, la condujo a la lujuria; efectivamente, no le bastó ya el satisfacerse sola sino que quiso portar su delito a una refinada intensidad; así conoció la lujuria y se hizo maestra de ella para su compañero. Yo invertí los términos y, en vez de descender, siempre subí; en vez de hacer bajar, atraí siempre hacia arriba; y de mi compañero, que era un hombre honesto, hice un ángel.

Es ese momento en que poseía a Dios, y con Él sus riquezas infinitas, me apresuré a despojarme de todo ello, diciendo: “Que por Él se haga tu voluntad y que Él la haga”. Casto es aquel que controla no sólo su carne, sino también los afectos y los pensamientos. Yo tenía que ser la Casta para anular a la impudicia de la carne, del corazón y de la mente. Me mantuve comedida sin decir ni siquiera de mi Hijo, que en la Tierra era sólo Mío, como en el Cielo era solo de Dios: “Es Mío y para Mí lo quiero”.

Y a pesar de todo no era suficiente  para que la mujer pudiera poseer la Paz  que Eva había perdido. Esa Paz os la procuré al pié de la Cruz, viendo morir a Aquel que tú has visto nacer. Y, cuando me sentí arrancar las entrañas ante el grito de mi hijo, quedé vacía de toda feminidad de connotación humana: ya no carne, sino Ángel. María la virgen desposada con el Espíritu, murió en ese momento; quedó la Madre de la Gracia, la que os generó la Gracia desde su tormento y os la dio. La hembra, a la que había vuelto a consagrar mujer la noche de Navidad, a los pies de la Cruz conquistó los medios para venir a ser Criatura del Cielo.

Esto hice Yo por vosotras, negándome toda satisfacción, incluso las satisfacciones santas. De vosotras, reducidas por Eva a hembras no superioras a las compañeras de los animales, he hecho – basta con que lo queráis – las santas de Dios. Por vosotras subí y, como a José os elevé. La roca del Calvario es mi Monte de los Olivos. Ese fue mi impulso para llevar al Cielo, santificada de nuevo, el alma de la mujer, junto con mi carne, glorificada por haber llevado al Verbo de Dios y anulado en Mí hasta el último vestigio de Eva, la última raíz de aquel árbol de las cuatro ramas venenosas, aquel árbol que tenía hincada su raíz en el sentido y que había arrastrado a la humanidad a la caída, y que hasta el final de los siglos y hasta la última mujer os morderá las entrañas. 

Desde allí, donde ahora resplandezco, envuelta en el rayo del Amor, os llamo y os indico cual es la Medicina para venceros a vosotras mismas: La Gracia de mi Señor y la Sangre de mi Hijo. 

Y tú, voz Mía, haz descansar a tu alma con la Luz de esta alborada de Jesús para tener fuerza en las futuras crucifixiones que no te van a ser evitadas, porque te queremos aquí, y aquí se viene a través del dolor; porque te queremos aquí, y más alto se viene cuanto mayor ha sido la pena sobrellevada para obtener Gracia para el mundo.

Ve en Paz, Yo estoy contigo”.





jueves, 21 de diciembre de 2017

EMOCIONANTE VILLANCICO DE NAVIDAD QUE RECUERDA LA PASIÓN DE CRISTO "TU CARÍTA DIVINA", CANTADO POR MARÍA JOSÉ SANTIAGO





Estremecedor Villancico de Navidad,  que recuerda que Jesús ha nacido para rescatar a la Humanidad de las garras de Satanás, que había logrado derrotar a Dios por el pecado de Adán. ha venido como Víctima expiatoria por los pecados pasados, presentes y futuros de todas las almas.


Dios Padre sabía que el sacrificio de su Hijo habría de ser vano para mucha gente, a pesar de esto, lo ha mandado a la Tierra ,sabiendo que no había otro camino para derrotar a Satanás, y para extender su Reino que antes de la Venida de Cristo estaba en Israel, y ahora se ha extendido a toda la Tierra.

Jesús y María, nuestros Padres espirituales, han venido a este mundo como seres "extraterrestres", ya que el primero era Dios y la segunda era una Criatura sin pecado original, han querido tomar el lugar de Adán y Eva, que fueron derrotados por Satanás, para recobrar nuestra filiación divina perdida por el pecado, y para que los que escuchan su Palabra, y la pongan en práctica, renazcan a la Vida de la Gracia para así recobrar el Paraíso perdido.

Al meditar la vida de nuestros Redentores, vemos los sacrificios y los sufrimientos tan grandes que han tenido que pagar por nuestro rescate, lo que demuestra la gravedad del pecado, que hoy día muchos relativistas y quietistas quieren poner en plan de igualdad con la Virtud, e incluso de superioridad, como lo hacen hoy día los políticos con sus leyes que van en contra de la Ley de Dios, que es el pecado de Lucifer, que quería ponerse en el lugar de Dios, lo que hizo que se transformara de Arcángel en Demonio.






lunes, 18 de diciembre de 2017

Novenario Misas de Aguinaldo "La Luz Despunta En La Oscuridad" 18 de di...



CONTRA LA DICTADURA DEL FEMINISMO, TAN DE VOGA EN NUESTRA ÉPOCA. SOLEMNE DISCURSO DEL PADRE WILLIE DE PUERTO RICO SOBRE SAN JOSÉ, EL MODELO DE LA CABEZA DE FAMILIA CATÓLICA, OBEDIENTE SIN RESERVAS A LAS PALABRAS DE DIOS.

SAN JOSÉ PATRONO DE LA IGLESIA CATÓLICA Y DE LOS MORIBUNDOS, YA QUE MURIÓ CON LA ASISTENCIA DE JESÚS Y LA VIRGEN MARÍA

















martes, 12 de diciembre de 2017

¿POR QUÉ JESÚS SE DEJÓ MARTIRIZAR, Y NO FULMINÓ A LOS QUE LE TORTURABAN?


SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE PATRONA DE
 HISPANOAMÉRICA Y DE FILIPINAS



En este dictado de Jesús a María Valtorta, la gran mística italiana, se me ha aclarado una duda que siempre he tenido. ¿Cómo Jesús el Todopoderoso ha podido soportar todos los ultrajes que ha recibido de parte de los Fariseos y los Escribas, que eran los teólogos de su época, que para colmo conocían las profecías, habían leído las escrituras, y nunca llegaron a comprender su significado. Jesús explica de una manera clara que la mayoría de la gente que clamaba a Pilato que lo crucificaran, no eran los verdaderos responsables.
Los responsables estaban como siempre ocultos, por eso Jesús no podía fulminar a sus torturadores y a los que prefirieron Barrabás a Jesús, ya que había venido, y sigue viviendo en nuestro mundo como Salvador y Redentor, muchos de los que lo habían repudiado y pedían su muerte se convirtieron, Jesús explica que si los hubiera fulminado, se hubieran condenado por toda la eternidad.
Jesús explica que se sigue hoy día haciendo lo mismo, si  castigara a todos los que pecan, que somos todos nosotros, pecado que es una traición, y una herida a Dios, no veríamos nunca el perdón que casi siempre ocurre por todas las pruebas y la acción de Dios para que volvamos por el buen camino, por eso Dios da toda una vida para convertirnos, en la Parábola de los viñadores, vemos que unos trabajaron todo el día y los últimos solo una hora, pero todos tuvieron el mismo salario: la Vida eterna.
Dice Jesús al final del dictado:
¡Oh, hombres!, he aquí el motivo por el cual Yo me hice torturar hasta morir, sin fulminar a nadie. Porque os he amado como sólo Yo podía amar.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(Dictado del 16-5-1.944)

En las últimas horas de la tarde, cuando ya las sombras de la extenuación descienden sobre mí, mi Jesús me obliga a escribir lo siguiente:

Dice Jesús:
“Has dicho el rosario meditándolo. Y me has visto en los primeros cuatro cuadros de los misterios dolorosos. No te he hecho ver la crucifixión porque estabas demasiado agotada. Me has vuelto a ver otra vez en el huerto, en la flagelación, en la coronación y en el cuadro del “Ecce Homo” que es presentado a la rugiente multitud; después me has visto llevando el peso de la Cruz.
Ahora responderé – y no solo a ti, sino a todos – a una pregunta que me dirigía muy a menudo. Queréis saber porque Yo, siendo Dios, no hice cenizas, con un milagro de mi poder divino a mis acusadores y a mis verdugos. ¡Preguntáis por qué! Pues porque Yo soy redentor y no justiciero.

Desde el momento del huerto en adelante y hasta el de la muerte, habría podido abatir - en cualquier instante que lo hubiera querido – al traidor, a los que me capturaron, a los acusadores, a los torturadores, a los blasfemos, a los que me crucificaron, a todos. Me lo pedían cuando estaba en la Cruz: “Que Él, que ha salvado a tantos, baje de la Cruz y se salve”. En efecto, habría podido hacerlo pues ya mucha Sangre había sido derramada y, por lo tanto, habría sido suficiente para redimir a los hombres pasados y a los futuros, en tanto que los del presente habrían mordido el polvo, aterrorizados por el milagro, aniquilados por mi poder y arrojados al abismo por la eternidad.

Más, si les hubiera fulminado con mi poder, ¡Cuántos habrían muerto con el pecado de deicidio, entre los muchos miles que se agitaban tumultuosamente y que se habían convertido en asesinos de un Inocente, por una de esas improvisas locuras de la multitud y por el fenómeno de delincuencia colectiva que siempre se produce bajo el impulso de un especial fermento de los sentimientos, ¡instigados por los verdaderos culpables y los verdaderos asesinos, que ocultos en la sombra, excitan a las multitudes para cumplir sus propios fines! El Eterno quería que fueran condenados solo los verdaderos malvados y que los pervertidos se salvaran, una vez que la Redención – cumplida hasta el Sacrificio extremo – hubiera depurado su conciencia, liberándola de los venenos que la hacían delirar.

¡Oh, pobres hombres!, hay momentos en que estáis verdaderamente locos. Y mi milagro consiste en curar vuestra locura moral.

Por ejemplo si Yo, ¡oh, pobre María! Te hubiera quitado la vida cuando me lo pedías a gritos hace un mes, ¿te habría hecho un bien? No, te hubiera hecho daño. Ahora sí  podría quitarte la vida, y no obraría contrariamente al diseño de misericordia que he tenido siempre para ti. Ahora está curado el delirio desencadenado por crueles acontecimientos humanos, por no decir satánicos, porque, como he dicho siempre, esta no es una guerra entre hombres, sino una guerra de satanás contra los espíritus. Y no son las únicas víctimas las que perecen en las batallas o bajo los escombros de una casa. También son víctimas de la lucha de Satanás contra los espíritus, los que pierden la fe, la esperanza, la caridad y que, por lo tanto, no pierden la vida de una hora mortal, sino la Vida eterna, pues mueren para la Gracia de Dios. Las víctimas son sobre todo ellos.

Ahora estás curada, has vencido a Satanás. Más lo has vencido porque te he dado tiempo para volver a alzarte tras el ataque imprevisto y atroz, tras el ataque imprevisto y burlón del enemigo contra tu espíritu.
Te acometió como ese león del que habla Pablo, y te maltrató. Pero al final, huyó porque tú, con el resto de tus fuerzas – apenas vestigios – y con el residuo de tu voz – apenas un soplo – alzaste la Cruz y repetiste mi Nombre. Repetiste casi atontada y solo por costumbre, ese gesto que desde hace años, era la expresión de tu amor. Más tenía que pasar tiempo antes de que pudieras recobrarte, reconstruirte a ti misma, dado que el que te odia te había hecho jirones. Las resurrecciones siempre requieren tiempo y te habían golpeado tanto, que eras casi una muerta.

Más, la parte más santa de tu espíritu, ese punto tuyo del que habla mi Madre, nunca ha sido afectada. No podía serlo, María. Esa parte es mía. Es mía, solo tu voluntad podía quitármela. Pero tú no lo harás nunca. Lo sé. Y justamente esa parte, como un imán que atrae hacia sí las partículas dispersas, ha atraído y reunido de nuevo lo que Satanás, exasperado por el odio hacia Mí y hacia ti, había destrozado.

¡Pobre de ti, si entonces te hubiera golpeado! ¡Cuán separados estaríamos aún Yo y tú! Tú no quieres la separación y tampoco la quiero Yo. Quiero que la muerte sea el momento de la Vida para ti, sin la languidez de la espera.
Ven. Avanza. Estoy aquí. Besa mis llagas, de las que desciende la Vida para ti. Las abrí para darte esta Vida, así como las abrí para muchos. Para muchísimos más.

He aquí mis triunfos de la hora de la Pasión. Éstos son los que fueron salvados por mi Piedad antes que por mi Sangre. La piedad los dejó vivir para permitir que la Sangre obrara y los sanara.

¡Oh, hombres!, he aquí el motivo por el cual Yo me hice torturar hasta morir, sin fulminar a nadie. Porque os he amado como sólo Yo podía amar.
Ahora descansa. Ve en paz”.
















martes, 5 de diciembre de 2017

EL PODER DE LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA ES LO QUE MANTIENE EL EQUILIBRO DEL MUNDO





LA ORACIÓN DE LAS ALMAS HUMILDES,  CON LA CONTEMPLACIÓN DE JESÚS,
SON LAS ARMAS  MÁS PODEROSAS  CONTRA LAS INSIDIAS
DE SATANÁS, DEL MUNDO Y DE LA CARNE



La oración para que sea eficaz, debe de cumplir ciertas condiciones, en caso contrario será una oración que no dará los frutos esperados.
-Tiene que ser una llamada hecha con el conocimiento perfecto de quien somos y quien es la persona a quien nos dirigimos.
-Somos todos más o menos pecadores es decir, que hemos ofendido, y estamos ofendiendo por error u omisión, en más o menos medida a Dios, por eso, es esencial reconocer este hecho, y hablar con Dios de una manera humilde y con santo temor, que es un don del Espíritu Santo, temor no quiere decir terror, quiere decir que al considerarse como una persona imperfecta, tenemos que pedir con amor suplicante con el alma arrepentida y profunda humildad.

-Nos dirigimos al Ser supremo, Dios Todopoderoso, eterno y Perfecto, de una Sabiduría infinita, que conoce todas nuestras imperfecciones, incluso las faltas más ocultas, al cual como lo dice San Juan de la Cruz, le debemos agradecimiento por habernos creado, y amor eterno por habernos redimido.

La diferencia entre un creyente y un ateo es de una asombrosa, el creyente sabe que está en este mundo de paso, y que existe un mundo mejor en donde ya no hay mentira, odio, rencor, dolor, pena, muerte, enfermedades y vejez, y que todas las desgracias son consecuencia del pecado de Adán.

El ateo cree que este mundo está aquí para disfrutarlo, y que todos los medios son lícitos para conseguirlo, ya que después de la muerte ya no hay nada y todo termina. Como el lujo y el placer de los cinco sentidos corporales, son bienes escasos, a la fuerza el que quiere conseguir esa gula material y espiritual, tiene que pisotear a los demás, y provocar la desgracia de sus semejantes más débiles.

El creyente, con la ayuda de Dios, obtenida por una perfecta oración, y sobre todo una profunda humildad, puede conseguir, y consigue de Dios restablecer el equilibrio, y evita que castigue con más severidad a los que incumplen su Ley. El día que no existan estas almas que rezan por sus hermanos, y que piden perdón a Dios por sus pecados y los de la humanidad, la Tierra no tendrá razón de existir, es lo que ocurrió con el diluvio y con Sodoma y Gomorra,  y es lo que ocurrirá con la venida del Anticristo, será la intervención directa de Dios para destruir este mundo, y sepultar eternamente a Satanás y a todos sus seguidores en las Tinieblas.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(16 de Marzo de 1.944)

Jesús me dice que escriba también esas palabras sobre la función de ciertas almas en el mundo. Lo hago aunque, por estar tan débil y atormentada, me da vueltas la cabeza como una perinola.
¿Has comprendido ahora el por qué de los conventos de clausura y su razón de ser?
No todos tienen tiempo de rezar, visto que están tan empeñados en la vida activa. Es verdad que la actividad honesta es ya plegaria y por eso, los que rezan mientras trabajan están justificados. Más son muchas las necesidades del hombre, y son muchos los hombres que no rezan en absoluto. Los que viven en el claustro, rezan por todos los que no quieren o no pueden rezar, de modo que cada día aporte ese número de homenajes que requiere la Divinidad (pensad que en el Cielo no existen pausas para el gloria a Dios). Le rezan a Dios para honrarle, le rezan para aplacarle, le rezan para impetrarle. Son los brazos que están alzados sobre los que combaten, y piden para todos.

Tú, en tu casa, eres la pequeña enclaustrada que reza por todos. Más tu caridad debe ser vasta como el mundo. Más aún debe de ser vasta como toda la Creación, debe invadir también el Cielo. O mejor, debe comenzar con él. Rezar para elevar alabanzas y ofrecer reparaciones a Dios, que es insultado por tantos seres.

-Rezar por quien no reza.
-Rezar por la Iglesia.
-Rezar por el Sacerdocio que, si no vuelve a ostentar el esplendor de un mártir como Lorenzo, os hará cada vez más propensos a la idolatría.
-Rezar por la sociedad humana, para que venga a Dios si quiere salvarse.
-Rezar por la Patria, para que goce de paz y bien.
-Rezar por quien sufre, por quien tiene hambre, por quien no tiene un techo.
-Rezar por quien duda y se siente aferrar por la desesperación.
-Rezar, rezar, rezar.
-Por último rezar por ti.

No tengáis temor. Si vosotros que rezáis por todos, si no rezáis por vosotros, rezo Yo por vosotros al Padre.  Quedaos tranquilos.

Las almas que oran en el mundo, las que saben convertir su enfermedad, no en un ocio forzado, sino en una actividad santa, son las pequeñas clausuras que Yo desparramo en el mundo como flores, para ayudar a las grandes clausuras y para aplacar al Padre y llevar alivio a la humanidad con esta suma de incansables plegarias.







lunes, 4 de diciembre de 2017

SEÑOR, YO NO SOY DIGNO QUE ENTRES EN MI CASA, PERO DÍ UNA PALABRA TUYA Y MI ALMA SERÁ SALVA


IMAGEN DE UN CENTURIÓN ROMANO





San Pablo a Timoteo 1 2,1-8.

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. 
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. 
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones. 

En los diez grados de la escala mística para alcanzar a Dios, según San Bernardo y Santo Tomás y comentada por San Juan de la Cruz, el santo Doctor de la Iglesia explica que cuando el alma esposa ha alcanzado el segundo grado, en cada momento de su vida, cuando duerme, cuando se despierta, cuando trabaja, cuando come, siempre, en cualquier momento y ocasión está pensando en su Divino Esposo que es Cristo Jesús.

[...] Aquí en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca el Amado; en todo cuanto piensa, luego piensa en el amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se ofrecen, luego es hablar y tratar del amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado [...]

El alma aunque esté completamente retirada del mundo, hace más provecho a la Iglesia que mucha gente predicando: Es lo que ocurrió con Moisés, que retirado del combate en una cumbre, levantando los brazos al cielo, logró la victoria contra los amalacitas implorando a Dios, y logró detener el sol para que la Victoria de Josué fuera completa.




 Salmo 28 (27), 2.7.8-9.


Oye la voz de mi plegaria, 
cuando clamo hacia ti, 
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.
el Señor es mi fuerza y mi escudo, 

mi corazón confía en él. 
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: 
por eso le daré gracias con mi canto.
El Señor es la fuerza de su pueblo, 

el baluarte de salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; 
apaciéntalos y sé su guía para siempre.



Cuando el alma ha llegado a ese grado de Amor, todo son alabanzas a Dios, acciones de gracias y alegría del corazón, por la presencia de Dios en su alma que le comunica poco a poco su misma esencia hasta que el último grado que ya no es de este mundo, el alma se transforma en Dios por posesión perpetua y total de su misma esencia.



EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 1-10.

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. 
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". 

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 
Porque yo que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace". 
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe" .Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.


Estamos en presencia de uno de los momentos más trascendentales del Evangelio, cuyas palabras se oirán en cada misa hasta el fin del mundo: "Señor, yo no soy digno que entres en mi casa, pero di una palabra tuya, y mi alma será sana".

Se trata de un alma humilde, que es el ejemplo del verdadero creyente, sabe reconocer el poder de Dios, porque tiene grabado en su alma como se ejerce la verdadera caridad, sin haber visto ningún milagro de Jesús, cree en Él, ya que para el verdadero creyente no se necesitan milagros y para el que no cree los milagros son inútiles, como dijo Santa Bernardita, que es lo que ocurría con los Fariseos. Creo que este centurión romano es una prefigura de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Este centurión es de una humildad tan grande que se encuentra indigno de recibir a Jesús, es lo contrario de los iluminados, que se creen enviados y buscan afanosamente las alabanzas de los hombres, como los Fariseos y mucha gente de hoy que les gusta firmar autógrafos y recibir alabanzas públicas y aclamaciones, son los que serán rechazados el día del Juicio aunque hayan predicado en las plazas, y hasta expulsado demonios, como dice Jesús en el Evangelio, porque todo lo han hecho para recibir alabanzas.